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Capítulo 41

¡Hola! Aquí vuelvo con otro capítulo, espero que os guste <3


Capítulo 41

Diana la había llamado unas diez veces, pero Melissa no había contestado. Tampoco había salido de su habitación del hotel en los últimos dos días y Diana sabía que su amiga había llamado a la recepción de C.O. para comunicar que se sentía indispuesta y no podía ir a trabajar.

Finalmente, ante la extraña atmósfera que se respiraba en Medinabella desde que había salido esa noticia que relacionaba a Julen y Mel, Diana decidió ir a la habitación del hotel de su amiga. Tocó varias veces la puerta y, al no recibir respuesta, sacó disimuladamente de su bolsillo una de las llaves de repuesto de la habitación; la había cogido temiéndose que eso sucediera.

Cuando abrió la puerta, también encontró algo que ya esperaba ver: Melissa se encontraba tirada en la cama en pijama, con el cabello sucio y recogido en un moño alto y la vista puesta en la pantalla del televisor, mientras con una mano se aferraba todo lo posible a un enorme tarro de... ¿eso era helado de chocolate?

—Oh, no, Mel...

Melissa le dirigió una mirada breve a su amiga, pero después volvió a mirar a la pantalla. Durante unos segundos, Diana permaneció así, hasta que Mel reaccionó con un bufido y volvió a mirarla.

—¿Puedes cerrar la puerta, por favor? —preguntó con un tono poco agradable—. Puede haber paparazzis.

Diana se encogió de hombros y cerró la puerta, tal y cómo le había mandado, después se acercó a ella con lentitud.

—Creí que odiabas el helado de chocolate.

—Odio tener que usarlo —gruñó la joven rubia, enterrando de nuevo la cuchara en el cremoso dulce y llevándosela a la boca sin ningún tipo de decoro—. Es como tener que recaer en las drogas cuando ya las has superado.

La muchacha suspiró, observando la desordenada habitación, y llegó hasta la cama, donde tomó asiento junto a Mel. Estaba viendo una película romántica, como si el helado de chocolate nunca pudiera venir solo.

—¿Qué ha sucedido? —le preguntó con voz suave.

—Estoy ocupada —murmuró Mel, sin preocuparse un ápice por su rostro sin maquillaje o el descuidado aspecto que ofrecía en ese momento—. ¿No me ves?

Diana resopló y tomó el mando de la televisión entre sus manos, apagando la pantalla. Después volvió a mirar a la otra muchacha con los brazos en jarras.

—¿Y bien?

—No creo que hablar sea lo que necesito ahora mismo, así que me harías un gran favor si me dejaras sola y volvieras... no sé, ¿el año que viene?

Escuchar esas palabras con un tono duro por parte de su amiga, que siempre la trataba con el mayor de los respetos, le hizo temerse lo peor a Diana. La joven se arrodilló frente a la ojerosa Melissa Ortiz y agarró el helado de chocolate de entre sus dedos, aunque ésta se resistió en un primer momento, finalmente lo dejó ir. Melissa no tuvo otra opción que mirar a los ojos dorados de Diana, los suyos, de color azul verdoso, presentaban la rojez típica de quien ha pasado tantos minutos llorando que deja de recordar que lo hace.

—Mel, ¿qué sucede? ¿Te ha hecho algo Alexia? —preguntó—, me han dicho que se fue el lunes a Madrid y no ha vuelto desde entonces. ¿Tuvisteis una discusión?

El labio inferior de Mel tembló unos segundos, aunque finalmente logró controlarlo y hablar.

—Tú sabías que él... ¿que él iba a casarse?

Así que era eso... Diana enarcó una ceja.

—¿Julen? —preguntó, ante lo que Mel asintió—. Sí, estaba prometido con una de las directivas de Madrid, pero creía que ya no estaban juntos. Antes ella solía venir a visitarlo o él pasaba largas temporadas en la capital, pero hace meses que no parecían verse. Incluso antes de que tú llegaras. —Se mordió el labio, confundida por la situación—. ¿Acaso no rompieron el compromiso?

Mel negó con la cabeza, sintiendo un profundo y familiar dolor en la garganta. Si hubiera sabido que llegaría a sentir algo así por culpa de Julen desde un primer momento, habría utilizado el coche que Bernardo le había dado para atropellarlo sin pensarlo ni un segundo. Ni siquiera habría querido arreglar el «trastito» ni pintarlo, tan sólo apretar el acelerador sin perder de vista los brillantes ojos azules de Julen.

—Oh... lo siento muchísimo, Mel —dijo Diana, acariciándole la cabeza, sin saber qué hacer. Desde luego no se esperaba algo así, en absoluto.

Julen Urit siempre le había parecido un hombre ejemplar: pulcro, educado, amable... ¿podría ser posible que todas aquellas cosas malas que Mel le había contado sobre él y su infancia, representaran al verdadero Julen?

—Ha sido mi culpa.

El susurro de Melissa contra su propio colchón hizo que Diana negara con la cabeza efusivamente.

—¡Por supuesto que no, Mel! ¿Cómo ibas a saberlo tú? —planteó—. No es tu culpa, en absoluto.

—Lo es, Diana. Louis me quería y yo no fui capaz de decirle que mis sentimientos no eran los mismos que los suyos. Esperé demasiado hasta que finalmente le confesé todo demasiado tarde, le rompí el corazón... y ahora el Karma ha querido darme mi merecido.

—¡No digas eso, Mel! —exclamó Diana—. Eres una buena persona, el Karma no te controla ni te persigue.

—Lo hace, Diana... He sido mala tantas veces que hasta me avergüenza reconocerlo y cuando he tenido la oportunidad de enmendar mis errores, lo único que he hecho ha sido cometer algunos nuevos. No me extraña que el Karma esté persiguiéndome toda la vida, ¡pasarán años hasta que se cobre todas mis malas acciones!

Sus palabras parecían proferidas por alguien con una percepción de la realidad algo distorsionada, pero la verdad era que incluso Diana, que no era especialmente crédula, había comenzado a pensar que la mala suerte de Mel se debía a algo más grande. Quizás se trataba del Karma o quizás del destino, no lo sabía, pero algo parecía controlar los infortunios de la vida de su amiga desde que ella había llegado a Medinabella.

—Escúchame, Mel. No puedes quedarte aquí, compadeciéndote de ti misma, ¿de acuerdo? Tienes que seguir adelante, pues encerrarse nunca ha ayudado a nadie a superar una mala situación. Tienes que ducharte, arreglarte e ir a trabajar.

—¿Trabajar con Julen?

—Sí, trabajar con Julen. —Melissa respondió con una mirada contrariada, pero Diana aprovechó para lograr animarla un poco más—. Ha sido él quien ha obrado mal, Mel, no tú. Es él el que debería encerrarse en su cuarto a morirse de vergüenza. ¿Entiendes? Si no sigues adelante, si no haces lo que dijimos; arreglar tus malas acciones con algunas buenas, ¿cómo vas a dejar de ser acosada por el Karma?

Aunque le costara admitirlo, Diana tenía muchísima razón en esos momentos. Mel se incorporó en la cama por primera vez, escuchando atentamente a su amiga.

—Tienes razón. Debería comenzar a arreglar mis errores.

—¡Claro que sí! —la animó—. Y llegará un momento en el que ni siquiera recuerdes lo que él te ha hecho, pues habrás construido demasiadas cosas buenas por ti sola. No merece la pena llorar por alguien que no lo merece.

—No sé si merece la pena seguir trabajando aquí, para Julen... —susurró Mel—, no sé si...

Su amiga posó su mano sobre el brazo de la joven.

—Esa decisión solamente es tuya, Mel. —Los ojos de su amiga le infundieron valentía.

Melissa se quedó en silencio, pero poco a poco se levantó de la cama y se puso en pie. En el gran espejo que tenía frente a ella se visualizó, con su pijama rosa y su cara aún triste. Su madre la habría matado si la hubiera visto de esa facha. Aun así ella suspiró, contemplándose de arriba abajo y encontrando, por primera vez, un toque adorable en su cabello con la resplandeciente luz del sol entrando por él. No se vio tan mal como esperaba, tan sólo se vio humana, real.

—¿Dónde aprendiste a dar esos consejos? —le preguntó a Diana, girándose hacia ella finalmente.

La muchacha se encogió de hombros.

—Años y años de leer novela romántica, imagino.

—Tiempo bien invertido —dijo finalmente Mel, sonriendo—. Tienes razón. Debo seguir adelante, tengo muchas malas acciones que arreglar aún y me temo que mi padre acabará por desheredarme si no voy a trabajar... pero antes, me temo que tengo algo que hacer.

Diana la miró, curiosa, pero Melissa no respondió, sino que se encaminó hacia el baño para darse una buena ducha. Definitivamente, necesitaba comenzar ese día de otra manera.

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¿Empieza una nueva vida para Mel?
Muchas gracias por los votos y comentarios sobre la historia. Os prometo que me alegráis la vida con tanto cariño y me hacéis escribir más rápido <3

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