Capítulo 37
¡Hola, hola! ¿Cómo estáis? Aquí traigo un capítulo nuevo <3
Antes que todo quería aclararos una cosa que he visto en los comentarios que me habéis dejado, porque me parece que algunas lo habéis malinterpretado. En el tema del compromiso de Julen, no se trata exactamente de un matrimonio concertado por los padres de Julen y de Cristina. Sí es verdad que ambos tienen este tipo de familia que quiere controlar la vida de los hijos y establecer lazos familiares, pero ambos comenzaron a salir y se comprometieron porque ellos quisieron hacerlo. Es decir, la presión familiar influyó, sobretodo para Julen, así como que él creyera que Mel no iba a volver nunca a España. Pero lo que os quiero dejar claro es que nadie los obligó a punta de pistola ni se trata de un compromiso medieval pensado por sus padres. Lo que sí está claro es que a Alexia le gusta mucho más para su hijo Cristina que Mel, así que no garantizo que esta mujer vaya a dejar de luchar por ver a Julen hacer lo que ella quiera.
¡Os dejo con el capítulo y espero vuestros comentarios al final!
Capítulo 37
A través del cristal completamente transparente que hacía las veces de una de las paredes de la oficina, Melissa se quedó estática, observando a Alexia y a una joven a la que no conocía. Ambas la miraban con ojos como platos, como si fuera un fantasma y Mel captó cómo Julen se llevaba las manos a la cara, dándose la vuelta para evitar mirarla.
—¿Buenos días? —saludó, con una entonación casi interrogativa. No parecían buenos días para esas dos mujeres, especialmente para la alta y delgada joven pelirroja, cuyo labio inferior comenzó a temblar al verla, al tiempo que sus ojos se enrojecían paulatinamente.
—Al menos te has dignado a aparecer —murmuró Alexia.
Melissa se mordió la lengua, pues estaba a punto de responderle que si no había llegado antes era porque había pasado la noche hablando y durmiendo con su hijo mayor, pero algo le dijo que debía callarse y guardar la compostura; al menos durante un rato.
—¿Qué está sucediendo? —preguntó Mel, confundida.
Los ojos de Alexia se abrieron más aún y a nadie le habría extrañado que en esos momentos, los ojos de la mujer se salieran de sus órbitas. Como respuesta, agarró la revista que reposaba sobre la mesa y que le había servido de referencia durante toda la discusión anterior con Julen. Era una ventaja poder usarla también con Mel.
—¿Qué sucede? —exigió sarcásticamente, señalando la revista—. ¿Cómo puedes preguntarme a mí qué está sucediendo después de esto?
El labio de Mel se alzó en una mueca asqueada al comprobar que en una de las fotografías ella salía vomitando, literalmente. Se sintió indignada, eso era repugnante.
—Desde luego que no tienen escrúpulos —comentó en voz alta, aunque más para sí misma que para ellos—. ¿No tienen a nadie seleccionando las fotos para que no dañen la sensibilidad de la gente? ¡¿Habéis visto cómo me han sacado?!
Al escuchar esto, Alexia tiró violentamente la revista sobre la mesa de Julen, que seguía sin volver a girarse para encararlas.
—¿Acaso te parece gracioso, Melissa? —dijo con voz grave y Mel sintió su piel poniéndose de gallina; también Alexia se refería a ella siempre por su nombre completo—. ¿Eres consciente de lo que esto significa? ¿Eres consciente del daño que estás haciendo a mi familia ahora mismo? La estás arruinando.
Julen suspiró, girándose de nuevo.
—No exageres, mamá, ella no ha hecho nada. Todo esto es absolutamente culpa mía y yo asumo toda la responsabilidad.
Un gemido escapó de los labios de Cristina y Mel se giró hacia ella, como si reparara por primera vez en su presencia. ¿Quién era esa mujer?
—Me parece que estás dramatizando, Alexia —opinó Mel—. Julen es adulto y reconozco que es incómodo que se haya enterado todo el mundo, literalmente...
—No tienes vergüenza —escupió Alexia, escandalizada—. Eres como tu madre; una niña mimada y ambiciosa a la que no le importa pisotear a todo aquel que se interponga en su camino...
La sonrisa que Mel había tratado de mantener durante toda la conversación se desvaneció en ese momento. Recibir unas palabras tan duras por parte de esa mujer, a la que conocía desde que había dado sus primeros pasos, era realmente doloroso. Melissa sintió un escalofrío recorriéndola completamente hasta llegar a su garganta, donde se formó un nudo. ¿Era normal que esas palabras la hubieran herido tanto? Quizás era su culpa y no entendía bien el funcionamiento del mundo, pero hasta donde ella sabía... lo que había hecho no era tan grave y, desde luego, tampoco era la única responsable de sus actos.
Ante las palabras lanzadas como dagas por parte de Alexia, Julen reaccionó acercándose a Melissa. La joven rubia se había quedado completamente estática, con los dedos ligeramente temblorosos y él se sintió un patán; toda la culpa era suya. Debería haber sido sincero con Mel desde el principio... pero simplemente no había sido capaz.
—Ya basta, ¡es suficiente! —exclamó él con una voz tan fría que Alexia tuvo que retroceder de la impresión. Ambos se miraron a los ojos intensamente y entonces Julen volvió a hablar—. ¿No lo entiendes? Ella no sabía nada... Yo le he ocultado la verdad todo este tiempo.
Alexia pareció nuevamente sorprendida, al igual que las otras dos mujeres, que lo miraron con el ceño fruncido.
—¿De qué estás hablando? —musitó Melissa—. ¿Qué verdad?
Julen la miró una última vez, tratando de imprimir toda la dulzura de la que fue capaz en tan sólo esa mirada... Se sintió más miserable y egoísta que nunca en su vida, pero supo que era el momento; ya no tenía ninguna otra salida.
—Te he mentido, Mel —dijo, bajando la cabeza y centrando sus profundos ojos azules en el suelo—. Debería habértelo dicho en cuanto comencé a sentir algo por ti de nuevo... pero dediqué demasiado tiempo intentando convencerme a mí mismo de que no te quería.
A su lado, Cristina sintió que explotaba de rabia en esos momentos y no pudo reprimir una exclamación.
—¿Cómo te atreves a decirle eso frente a mis propias narices? —hipó la joven, con los ojos completamente inundados de lágrimas.
Melissa enarcó una ceja, deseando que esa idea que comenzaba a aparecer en su mente fuera tan sólo una imaginación. No podía ser de otro modo, desde luego que no...
—¿Qué está pasando aquí? —preguntó con un hilo de voz.
—Así que es verdad que no sabías nada... —Esta vez fue Alexia quien habló, siguiendo sus palabras de una larga y reprobatoria mirada a Julen—. ¿No le dijiste que ibas a casarte?
Julen negó con la cabeza, derrotado.
—Quería hacerlo, pero yo... —giró su cabeza hacia Mel, que se encontraba a apenas un par de metros de él pero que en ese momento parecía encontrarse más y más lejos cada vez. Julen centró sus palabras en ella, de pronto no le importaba la presencia de Cristina o de su madre allí—. Todo fue muy rápido y yo... he roto el compromiso, te lo juro.
—¡No acepto tu ruptura! —exclamó Cristina—. Después de tres años juntos... vienes hace dos días y me dices que lo olvide todo, que no me quieres. ¡Por supuesto que no lo acepto!
—Rompiste con ella hace... ¿dos días? —la voz fina de Melissa parecía ser más frágil que las nubes, especialmente en ese momento, que aún no lograba percatarse de lo que estaba sucediendo. Sintió que se mareaba.
—No la había visto en meses —se defendió él—. No podía dejarla por teléfono.
—Y no me habías dicho nada, en ningún momento —siguió hablando Melissa, que de nuevo parecía dirigir sus palabras más a sí misma que a él. De repente, su mirada perdida se fijó de nuevo y sus ojos se clavaron en los de Julen. Fue como si alguien le hubiera tirado un cubo de agua helada sobre su cabeza, haciéndola comprender de pronto—. Eres un cabrón...
Julen bajó la cabeza. ¿Esperaba otra cosa? Desde luego que no; habría sido absurdo pensar que Melissa podría haber reaccionado de un modo diferente, que lo perdonaría o que no se enfadaría. Por supuesto que iba a odiarlo y lo peor era que se lo merecía.
—No quería hacerte daño, Melissa. Tan sólo quería... necesitaba asegurarme de que...
La voz de Melissa cambió repentinamente y sus ojos comenzaron a expulsar fuego. El dolor se transformaba en rabia y la rabia se dirigía directamente a Julen.
—¿Asegurarte de que yo iba a aceptar tus estúpidos sentimientos? ¿Querías tenerme segura antes de dejar a tu novia?
Julen chasqueó la lengua y en la sala pudo ver a Alexia y Cristina observándolos, inmóviles.
—No, eso no es en absoluto lo que...
—Oh, claro que sí. —Melissa tomó aire y lo expulsó inmediatamente, sintiendo que un nuevo temblor la poseía, pero esta vez tan sólo se trataba de pura ira. Supo que necesitaba salir de ahí, respirar aire puro—. Tenía que habérmelo esperado de ti. Soy una estúpida... te has superado, Julen, de verdad que lo has hecho.
Antes de que Julen pudiera moverse, Mel se dirigió a la puerta y salió rápidamente por ella. Él reaccionó un instante después, siguiéndola a toda velocidad.
—Julen no... —lo llamó Alexia a su espalda.
—He terminado completamente con vosotras dos —rugió él—. ¿No entendéis que lo único que quiero es...? —No terminó de hablar. Dejó escapar un suspiro antes de cerrar la puerta tras su espalda y correr tras Mel
La joven había llegado ya hasta el ascensor y había apretado el botón de llamada, aunque éste se encontraba en el piso inferior.
—Por favor, déjame explicarte... —rogó Julen.
La joven volvió a girarse hacia él. Su expresión reflejaba un enfado tan grande como nunca imaginó contemplar en el rostro de Melissa; sus ojos estaban entornados, su ceño fruncido y los labios rojos y carnosos apretados en una fina línea.
—¿Qué tienes que explicarme? —preguntó, alzando la voz—. ¿Que has vuelto a reírte de mí, ocho años después?
—No me he reído de ti en ningún momento. Todo lo demás era verdad, la única cosa en la que no fui sincero ha sido en mi compromiso con Cristina.
Ella gimió audiblemente al comprender cuántas veces esa tal Cristina había llamado a la oficina, queriendo hablar solamente con Julen. Siempre pensó que sería sólo una empleada más de C.O. y que por alguna razón necesitaba mantener muchas conversaciones con Julen. Por fin sabía la razón; a lo mejor siempre lo llamaba para elegir los detalles de la boda: la vajilla, los invitados, la fiesta... y Melissa era quien le pasaba la llamada a él, día tras día.
—No me puedo creer que me echaras en cara no haberte hablado de mi compromiso con Louis... eres un maldito hipócrita, Julen Urit. Ahora mismo no puedes imaginarte el asco que me das...
—No, Melissa... por favor.
—Es que... —dijo ella, dejando de mirarlo y comprendiendo de pronto la verdad que había en sus propias palabras—. No has cambiado nada, simplemente eres igual que siempre. ¿Lo planeaste en cuanto me viste aquí o salió por casualidad?
—Sabes que no es cierto, joder. —Julen se pasó una mano por el cabello de forma nerviosa, despeinándose. No sabía cómo explicarle a esa mujer que todo eso era solamente un compendio de malas decisiones, pero que nada había sido mentira en sus sentimientos—. Sabes que he tratado de luchar contra ello, pero que no he dejado de sentir...
—¡Deja de hablar de tus malditos sentimientos, Julen! ¿Y qué hay de los míos? —explotó ella de nuevo—. No sigas intentando convencerme de esto; al menos cuando eras un crío reconocías cuándo una de tus bromas había dejado de tener gracia o cuándo habías ido demasiado lejos... Pero ahora me temo que ya no sabes distinguir, y esta vez sí has llegado verdaderamente lejos. Más que nunca.
El ascensor llegó y ambos se quedaron en silencio unos segundos. Después ella entró en la caja metálica, dándole la espalda a Julen. Ambos se encontraban dolidos en ese momento, tanto que las palabras eran muy difíciles de pronunciar... Aun así, Julen se armó de valor una última vez y lo intentó de nuevo.
—Melissa... te quiero.
Su voz sonó como una súplica y deseó que eso pudiera ablandarla de algún modo, pero supo que no lo había conseguido cuando ella se giró de nuevo y se encaró con él; en sus ojos se leía algo muy parecido al odio.
—Eres la peor persona que he conocido nunca, Julen. Nunca había visto tanta maldad en alguien, ni tantas ganas de hacer sufrir a los demás... —apretó el botón de bajada del ascensor mientras le lanzaba una última e intensa mirada—. Pero no creas que vas a poder vivir tranquilo el resto de tu vida. Todo llegará, Julen. El Karma se encargará de darte tu merecido, de eso estoy segura.
Por fin ha explotado. ¿Qué sucederá a partir de ahora? Si os encontrarais en esta situación... ¿perdonaríais a Julen?
Espero vuestros comentarios y votos, nos vemos en el próximo capítulo.
¡Besos!
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