Capítulo 25.
El capítulo de hoy es cortito, pero porque sé que el de mañana os va a encantar.
¡Mil besos!
Capítulo 25.
Los ojos de Julen estaban extrañamente apagados en ese momento, tras contarle a Rubén todo lo que había sucedido ese día con Melissa. La verdad era que se sentía fatal, ¡tendría que haber hablado con ella cuando había tenido ocasión!
—Lo siento mucho Rubén —musitó—. Parece que te estoy arruinando la felicidad por haber conseguido una cita con Diana.
Los dos se encontraban sentados tranquilamente en un bar íntimo, bien iluminado y con sólo unos cinco o seis clientes más, aparte de ellos. Era un lugar al que solían ir para hablar sin distracciones; con numerosos sofás bajos y mesas de cristal apartadas en las que poder relajarse.
—No, para nada, Julen —su amigo intentó que se tranquilizara—. Me gustaría poder hacer algo por ti. Te veo tan desanimado...
—La culpa es mía, que lo lío todo... De esto ni una palabra a Iker, ¿de acuerdo? —Julen se pasó la mano por la frente con preocupación.
Rubén asintió efusivamente con la cabeza.
—Por supuesto. —El muchacho pelirrojo entrecerró sus profundos ojos verdes al mirarlo—. ¿Y aun así pretendes ir mañana a Madrid?
Julen asintió con la cabeza.
—Pff... Julen, te recomiendo que te quedes en Medinabella. Si te vas, podría ser peor.
Una risa sarcástica salió de los labios del chico.
—¿Más aún? —preguntó, después chasqueó la lengua—. Tengo que ir a Madrid, lo sabes. No me queda otra.
Rubén se recolocó su chaqueta informal y abrió la boca de nuevo para decirle algo más a su amigo, pero el móvil de éste comenzó a sonar de pronto, sacándolos de su conversación.
—Es Melissa —dijo Julen con un deje de preocupación repentino en su voz.
Cogió el teléfono de inmediato. Eran las dos de la mañana, ¿qué ocurriría para que ella lo estuviera llamando?
«¿Melissa?» Dijo.
Tardó un segundo en recibir respuesta.
«¡Hoooooooola!» Después se escuchó una risita.
Rubén lo miró con los ojos muy abiertos, instándole a que le dijera qué estaba ocurriendo. Julen se encogió de hombros y presionó la tecla del altavoz, para que su amigo escuchara los extraños sonidos que provenían del teléfono.
«¿Cómo estás, Juleeeen?» Melissa alargaba mucho las vocales. El sonido de su voz se extendió por todo el pequeño bar y el resto de personas miraron a los dos amigos, que trataron de fingir normalidad. Bajó el volumen de su móvil rápidamente.
«¿Estás borracha?»
«No, yo no. Diana sí».
De fondo se oyó la voz de Diana que no dejaba de reírse de quién sabía qué. Rubén se acercó aún más al teléfono, también preocupado.
«¿Dónde estás, Melissa? Voy a buscarte». La voz de Julen era autoritaria, como si le exigiera una respuesta.
De pronto se oyó un ruido y, un instante después, fue Diana quien tenía el teléfono y hablaba con una voz tan alcoholizada como la de Melissa.
«Escucha, Julen. ¿Puedes pasarme a Iker? Tengo que decirle algo». La joven trataba de sonar formal, pero no lo conseguía.
Julen luchaba en cierto modo con las ganas de estallar en carcajadas, pero en ese momento también estaba muy preocupado por saber dónde demonios estaban las chicas.
—Joder... —susurró.
Rubén se encontraba con el rostro un poco descompuesto al haber oído cómo Diana quería hablar con Iker, pero también compartía la preocupación con su amigo. ¿Y si estaban solas? ¿Y si les ocurría algo malo?
«Diana, ¿dónde estáis?» Julen trató de mantener la calma.
«En "Las palmeras". ¿Vas a venir y a traer a Iker?»
Una nueva cuchillada para el maltrecho corazón de Rubén. Otro forcejeo provocó más ruidos en el altavoz del teléfono, y de nuevo fue Melissa quien lo tuvo en su poder.
«No es que yo quiera verte, Julen, que quede claro... pero estaría bien que vinieras».
Una extraña calidez se aposentó en el pecho de Julen, que sonrió sin darse cuenta de lo que estaba haciendo. Melissa quería verlo, en ese instante sólo podía pensar en eso.
«Está bien. Vamos para allá, ¡no os mováis!».
«Cogorza, cogorza, cogorza, cogorza, cogorza, cogorza». Se escuchó repetidas veces a través del altavoz.
Las chicas colgaron el teléfono tras la llamada más estúpida que nunca habían hecho y Julen y Rubén se miraron a los ojos, levantándose rápidamente para ir a la discoteca en la que se encontraban ellas. Por suerte no estaba lejos.
Uno tenía el corazón un poco menos roto que minutos antes, el otro, un poco más.
Me encanta este capítulo, espero que a vosotras también <3
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro