Capítulo 3: "Que gane el mejor"
Me siento en una banqueta de la barra y pido un Cosmopolitan. Es un coctel estandarizado a nivel internacional, popular desde el estreno de Sex and the city, cuando Carrie Bradshaw lo volvió popular pidiéndolo en cada salida con sus amigas. Contiene vodka, Cointreau, limón, zumo de arándanos y hielo picado. Es muy elegante.
Visualizo mentalmente el rostro de Halcón y trato de concentrarme para reconocerlo.
El sombrero negro de 60 cm de diámetro me tapa un poco la cara, por lo que se me hace más difícil observar la sala sin parecer ridícula.
—Aquí tiene señorita.—El camarero me entrega mi cóctel perfectamente preparado. Le agradezco y sigo con mi inspección. Detrás de mí hay unos cuantos sofás para sentarse con cojines elegantes. Lo más extraño es la cama que se encuentra cerca de la barra. Lógicamente no hay nadie tumbado en ella, solo están sentados y hablando de temas normales.
Intento pensar en qué haré cuando dé con él. No puedo hacerle una entrevista aquí en este bar donde hay mucha gente y seguramente más de un delincuente. Observo poco a poco toda la sala. ¿Cómo es posible que no conociera este sitio?
Con Natasha iba a todos los rincones de Madrid desde que me dejaron ir de fiesta con ella. Era mi hermana mayor por lo que no había ningún problema en que yo saliera siempre y cuando ella me cuidara o, al menos, estuviera al tanto de mí.
Una vez fuimos a una discoteca en el centro y era mi primera vez allí. Yo estaba muy emocionada por ello, pero la verdad estaba un poco asustada. Tenía quince años y el ambiente no era muy bueno para mí. Nunca había salido, por lo que siempre estaba en ambientes tranquilos y seguros al lado de mis padres. Pero te vas haciendo mayor y ya no te basta con oír las historietas de tu hermana o amigas parecidas a la canción de Katy Perry Last Friday Night. No, necesitas vivirlo en tus propias carnes.
Volviendo a la historia, mi hermana me dijo que tuviera cuidado con los desconocidos y que nunca bebiera del vaso de otra persona, y ya ni pensar dejar mi vaso sin vigilancia.
Yo toda inocente me fui un segundo al baño y a lo que volví mi amiga estaba bailando con un chico y dejó mi bebida en la barra. Igualmente, me la tomé y comencé a sentirme cansada, la gente comenzaba a distorsionarse y la música inundaba mis oídos. Por suerte, mi hermana estaba allí cerca y me vio. Fuimos al hospital y nos dijeron que le habían echado un somnífero a mi bebida. Todo quedó en un simple susto, pero ese día aprendí una lección muy importante: cuando se trata de vigilancia no hay que confiar ni siquiera en tus amigos, mejor hacerlo tu misma.
Una extraña sensación interrumpe mis pensamientos. Suelo tener un sexto sentido y casi nunca me equivoco. Miro para todos lados disimuladamente hasta que al fin doy con lo que me provoca esta sensación. Me están observando.
Respiro profundamente y comienzo a tomarme el cóctel. Lo recordaba mejor la verdad. No me hace falta más que mirar por el rabillo del ojo para darme cuenta de que mi observador se acerca a mí.
—Un Long Island Iced Tea, por favor —pide al camarero mientras se sienta en la banqueta que está a mi lado. Trato de evitarlo mientras sigo disfrutando de mi Cosmopolitan. Noto como me mira, quizás está esperando que yo haga una señal de que me interesa conocerlo, pero la verdad es que ni lo más mínimo. Yo tengo una meta esta noche, y no pienso dejar que un niñato borracho venga a estropeármelo.
—¿Cómo una joven tan bella puede estar tan sola? —y ahí está. La típica frase que sueltan para ligar. Lo encaro.
—Has tardado treinta y cinco segundos en soltar la frasecita, te felicito. Eres el que más ha tardado en hacerlo —sonrío con cierta malicia sin mostrar mis dientes, resaltando mucho más mi pintalabios.
—Oh my lady, le ruego que me perdone si la he ofendido —me mira a los ojos—. No acostumbro a tratar con damas tan elegantes como usted, quizás le haya parecido descortés. Si así es, suplico su perdón —inclina la cabeza para demostrar arrepentimiento.
—Solo nos vestimos de gala, no tenemos por qué hablar como esas personas. —Le doy otro trago a mi cóctel mientras observo la sala por si veo a Halcón, pero al parecer sigue sin dar señales de vida.
—Eres una aguafiestas —ruedo los ojos y alzo una ceja. Él hace lo mismo. Mira para todos lados y después vuelve a depositar sus ojos en mí. —¿Eres de la pasma verdad? —susurra. Frunzo el ceño—. Venga ya, a mí no me engañas. Sola, mirando para todos lados y parece que te han puesto un palo en el vestido de lo tensa que estás —respiro hondo.
—No soy poli.
—A los de aquí no les hará mucha gracia saber que tenemos una infiltrada entre nosotros. No me gustaría que acabaras mal con lo elegante que vas —me mira de arriba abajo.
—Te repito que no soy policía —tenso la mandíbula y lo miro fijamente a los ojos—. Déjame en paz y vete con tus cuentos de película a otra parte.
—Si me fuera no estarías pasándotelo tan bien como ahora. Además, pienso que estarías más guapa si sonrieras. —Levanto una ceja y tomo otro trago de mi coctel.
—¿Qué es lo que quieres? —Ya estoy cansada de jueguecitos. Además, me tapa un poco de visión de la sala.
—Solo divertirme, nada más.
—Pues vete a otra parte, estoy ocupada.
—¿Haciendo qué?
—No es de tu incumbencia —abre los ojos como platos ante el tono que he usado para hablarle. La verdad es que hasta yo me he sorprendido, creo que debería haber sonado más dura. Se levanta de la banqueta.
—Como my lady desee. —Busca mi mano y la besa. Después de eso se retira, no sin antes coger su coctel de la barra. Que chico más pesado.
Me pregunto por qué Halcón habrá escogido este lugar para hacer sus trapicheos. ¿Qué tiene aparte de estar escondido?
Llevo más de media hora aquí y todavía no ha aparecido. Quizás hoy no vendrá al haber más gente por el evento de gala. Necesita discreción, no aparecer delante de otros delincuentes. Si quiero ser una buena periodista, necesito empezar a pensar como lo haría un mafioso.
De repente me doy cuenta de que, en una esquina de la sala, muy cerca de la puerta hay un grupo de mujeres y hombres que miran discretamente para todos lados. Las personas que han venido aquí a pasar el rato no creo que se den cuenta, pero yo sí.
Trato de mirar disimuladamente para evitar levantar sospechas. Me cambio de banqueta no sin antes hacer como que hablo con el camarero que está en la punta de la barra, más cerca al grupo.
—No creo que a Halcón le guste esto —escucho decir a un rubio—. No nos deja salir a divertirnos sin su consentimiento, pero no creo que se entere. —Una chica morena se ríe coqueta ante las palabras del rubio. Localizo entre ellos al chico que ha estado hablándome antes en la barra. Parece ser que conocen a Halcón. Necesito entrar en su grupo.
Pido al camarero dos Martini y voy hacia él caminando seductoramente. En pocos segundos consigo que me mire de arriba abajo.
—Pero mirad quién viene por ahí. —Hace el típico silbido para dar a entender que le gusto. Sonríe.
—¿Cómo te llamas? —otro chico de allí me habla sonriendo. Las otras chicas no parecen muy contentas de mi presencia.
—Soy Natasha —miento y le ofrezco el Martini a mi admirador—. Siento lo de antes, no he tenido buen día —sonrío dulcemente.
—Tranquila nos pasa a todos. —Comienza a tomar el coctel.
—Estas son Violetta, Sara y Marta —el moreno señala a cada una de las chicas que están a su lado-. A mí me llaman Cuervo —bebe de su vaso—. Este es Búho —el rubio me sonríe—y Cóndor —señala al de mi lado.
—Encantadas —dicen las chicas al unísono. Pero, a juzgar por su tono de voz, no les caigo bien. Aun así, les sonrío de vuelta.
—Y tenemos a otro compañero que está...—deja la frase en suspense y rebusca con la mirada en toda la sala — Ahí, haciendo honor a su nombre. Él es Buitre —señala a un chico de color que está en un sofá en medio de cuatro mujeres rubias—. Olvídate de él, no lo conocerás en toda la noche. Está ya en su paraíso.
—¿A qué vienen esos apodos? —pregunto curiosa. Ambos se miran entre sí y comienzan a reírse.
—Es una broma que tenemos entre nosotros. Buitre porque es un ligón, Búho porque parece que está tenso, Cóndor porque es muy pesado y yo, Cuervo, porque soy el más inteligente de los cuatro —sonríe satisfecho provocando las risas de las chicas y los abucheos de sus amigos.
—Necesitamos una ronda de chupitos —propone Violetta—. ¿Nos los darán?
—Para eso le pagamos ¿No? —se levanta y va directo al camarero. Parece que se lo pasan bien por aquí.
Tras unos breves instantes tenemos ya un chupito de tequila para cada uno en la mesa. Los chicos y yo nos los bebemos como si fueran agua. Pero las chicas no dejan de toser. Que poco aguante.
—Vaya, parece que tenemos una profesional bebiendo chupitos —dice Cuervo después de que haya superado seis rondas sin rechistar—. No beberás más que yo —sonríe con malicia.
—¿Me estás retando? —pregunto con un tono provocativo. El levanta una ceja y llama al camarero.
—Tráenos dos rondas más para cada uno. —Obedece sin rechistar y en unos minutos están en la mesa.—Una sola regla —sonríe— nadie más puede bebérselos. — esta vez yo sonrío con malicia.
—Que gane el mejor.
---------------------
¡Hola mis queridas avecillas! ¿Qué os parece como se está desenvolviendo la "misión" de Elia? ¿Demasiado deprisa? ¿Demasiada suerte y casualidad o simplemente cosa del destino? ¿Dará con Halcón o se estará haciendo pasar por otra persona? ¡Contestadme por cualquier medio que ya sabéis!¡Gracias por leer!
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro