Capítulo 20: "Tú sabes lo que se siente"
Termino de ducharme tranquilamente y salgo envuelta en una toalla muy suave. Constantine está esperándome sentada en la cama. Mueve los labios como si susurrara para sus adentros mientras aprieta un rosario contra su pecho.
Intento no hacer ruido para evitar interrumpir sus plegarias pero parece que tiene un oído muy fino ya que hace a mis esfuerzos inútiles.
—Vamos querida, dese prisa —vuelve a cerrar los ojos y continúa con lo suyo. Me dirijo al armario e intento buscar un conjunto adecuado. El frío parece que va aminorando conforme se acerca abril, así que me decanto por unos jeans blancos y un suéter beige de manga ancha. Poco después sigo a la anciana hasta el comedor.
Una vez allí, Halcón me saluda con una sonrisa pero rápidamente la esconde al ver la mirada fulminante de Constantine. Cuando está segura de que no vamos a hacer nada raro, se marcha a la cocina a por los platos.
Halcón me sonríe y coloca su mano encima de la mía. Eso es suficiente para ponerme nerviosa otra vez. Mi mente empieza a recordar la escena de hace unos minutos y me sonrojo sin previo aviso.
—Disculpa a Constantine, es un poco... —deja las palabras al aire y mira a todos lados para asegurarse de que no está. —anticuada —termina la frase en un susurro.
—La entiendo. No es algo agradable de presenciar, y más para una anciana —me sonrojo otra vez.
—La próxima vez tenemos que asegurarnos de cerrar la puerta —me mira de forma pícara y río. ¿Habrá próxima vez? Mi corazón da un vuelco y siento mis mejillas ardiendo. Inmediatamente las fotos vuelven a mi mente provocando que mi rostro se torne serio. —¿Qué ocurre?
—Es Natt. —Halcón guarda silencio durante unos minutos, como si estuviera pensando qué decir. —Sé que la proteges —añado refiriéndome a Linda. Su expresión es seria, como si un cubo de agua helada le hubiera caído encima. Retira su mano y se apoya en el respaldo de la silla.
La sala se envuelve en un silencio rotundo y la tensión crece conforme pasan los minutos. Trato de descifrar lo que está pensando ahora mismo, pero es como si se pusiera una coraza impenetrable que me bloquea el paso a sus emociones y sentimientos. Hace una mueca y se queda mirando a un punto fijo de la mesa.
—Es que es difícil creer que la persona que te dio todo su apoyo cuando estabas perdido... —traga saliva y me mira. —te apuñale por la espalda. —Abro la boca para decir algo pero la cierro de golpe para evitar interrumpirlo. —Ella estuvo a mi lado cuando ocurrió lo de Macy y evitó que el mundo se me cayera encima.
—Es la primera vez que dices su nombre en voz alta.
—Aún me cuesta nombrarla. Tu sabes lo que se siente cuando te lo arrebatan todo. —Lo miro. —Cuando la persona mas importante de tu vida sufre las consecuencias de tu ignorancia.
Recuerdo las palabras de Buitre y su enfado hacia mí. Se me forma un nudo en la garganta que no puedo reprimir. Un escalofrío recorre mi espalda.
—¿Qué hacías en mi despacho? —cambia de tema rápidamente.
—Un hombre con rasgos asiáticos vino a la habitación y dijo que querías verme.
—¿Yo? — frunce el ceño confuso. —Si lo que menos quería era eso para que no vieras las fotos. No entiendo... —se queda helado. Toma su teléfono desechable y rápidamente marca un número.
—¿Qué pasa?
—¿Has visto a Sett hace un rato? —espera unos minutos para que la persona de la otra línea conteste. —¿Cómo que se ha marchado? ¿Te ha dicho a donde? —el rostro de Halcón muestra preocupación y nerviosismo. —Vale, si alguien lo ve que me avise de inmediato —cuelga.
—¿Se ha ido?
—Peor, creo que ha huido. —en ese instante vuelve a sonar su teléfono. Contesta. —¿Cuervo? Sabes que no debes llamarme, pueden rastrearte y ... —Halcón se levanta de la silla bruscamente logrando asustarme. —Ya sabéis que hacer. Tened cuidado.
—Halcón dime que está pasando ahora mismo.
—Thertami a interceptado la reubicación a París y Búho está herido.
—¿Le han disparado? —Halcón me coge de la mano y me obliga a seguirlo. Caminamos a toda prisa hacia no sé donde. Unos minutos después al fin se detiene.
—Coge algo de abrigo por si acaso. Tenemos que volver y tendrás que llevar a cabo el plan que teníamos pensando inicialmente.
—¿Qué?
—Irás a la policía y te inventarás lo que quieras para convencerles de que nosotros no tenemos nada que ver con tu desaparición y si no funciona tendrás que declarar a nuestro favor.
—¿Cómo que declarar? ¡¿En un juicio?! Pero...
—Elia tranquilízate y mírame. — le hago caso. —Más de diez mujeres y cinco niños están en peligro si Thertami decide llevárselos. Tú estas a salvo, estabas a salvo desde el principio. —frunzo el ceño. —Tenía que haberle hecho caso a Cuervo — se lleva las manos a la cabeza. —Ahora entiendo todo. Thertami no te quería a ti. Quería tenerme fuera de la acción para poder intervenir y ahora como decida ir a la policía con ellas, estamos perdidos.
—¿No dijiste que se las iba a llevar?
—No tiene sentido que lo hiciera. Seguro que tiene en mente... —le corto.
—Denunciar los supuestos "secuestros" y él quedaría como el bueno de la película — Halcón asiente. Al entender la gravedad de los acontecimientos, rápidamente me dirijo al armario.
—Irás en el primer vuelo que sale a Madrid. —asiento cerrando la maleta que he encontrado encima del armario. — Mandé hacer esto en caso de necesitarlo. — me entrega un pasaporte y DNI falso. —Yo mismo te llevaré al aeropuerto.
—¿Cuánto tiempo tenemos?
—Menos de una hora así que date prisa.
Rápidamente salimos de la habitación hacia la calle. Halcón se sube en el asiento del conductor y yo en el del copiloto. Constantine camina lo mas rápido que puede y me entrega la comida en un tupperware. Una vez que me despido, Halcón arranca sin ninguna demora y el motor del Lamborghini negro ruge con premura. En tan solo unos minutos nos encontramos en el aeropuerto.
—Recuerda matizar el hecho de que las mujeres vienen voluntariamente.
—Lo sé.
Se acerca a mí y me da un suave beso al principio que conforme pasan los minutos se vuelve desesperado. Nos separamos y nos quedamos en silencio.
—¿Cuándo te volveré a ver? —pregunto preocupada.
—No se si será seguro. Por ahora, hasta que no se arregle nuestra reputación y no sea un peligro para mí ir por la calle...
—Tendremos que mantenernos alejados. Lo sé —miro a un punto fijo del salpicadero. No quiero irme, pero a la vez se que es lo que debo hacer. Es la única forma de dejar a Thertami en evidencia y conseguir que lo arresten. Solo así mi hermana estará libre.
—Eh —me toma de la barbilla delicadamente y me obliga a mirarlo. Nuestro primer encuentro vuelve a mi mente y parece que hayan pasado años desde entonces. —Te buscaré, te lo prometo.—sonrío triste y me besa de nuevo.
Nos separamos unos segundos después y bajo del coche.
—¿Tu que harás? —pregunto intentando disimular mis temores.
—Tengo que ir a hablar con Thertami.
—¿Sabes dónde está? —mi rostro refleja asombro.
—Linda seguro que sí. — al oír su nombre me hierve la sangre pero pronto la impotencia se abre camino.
El avión está a punto de despegar así que con pena me despido de Halcón y salgo corriendo. No me atrevo a mirar atrás, no quiero quedarme con su rostro de preocupación y tristeza. No quiero recordarlo así. Una lagrima se desliza por mi mejilla al sentir la impotencia controlándome. El nudo de mi garganta vuelve a hacer acto de presencia y evito llorar.
Sigo corriendo con la maleta en mis brazos y todos mis sentimientos hechos un truño. Es en ese instante cuando el choque de realidad me invade la conciencia y me doy cuenta de que lo mejor hubiera sido haber cerrado la boca ese día en la oficina.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro