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Mejor que estar solo.

Ahora es cuando deseas que el periodo acabé lo más pronto posible, no sabes que hacer. Muchos usan la excusa de ir al baño y quedarse allí hasta que el periodo acabé, pero en educación física sabes que no tienes esa oportunidad a menos que finjas una lesión.

Inco llevaba corriendo un largo rato por toda la cancha de gimnasia, la rutina que el entrenador les había puesto a los jóvenes no parecía estar a su nivel, trotar hasta que su cuerpo suporte lo más que pueda.

Por cada paso que daba sus piernas sonaban un ligero crujir, sus rodillas no podían doblarse y mucho menos estirarse ya que no había podido tomar un descanso, el entrenador gritaba por quién dejara de correr y se alejara del grupo.

— ¡VAMOS FLORECITAS! Me están decepcionando, ¡CORRE MÁS RÁPIDO GAFAS! — Su tono fue muy alto, casi escuchando su fuerte eco por el gimnasio.

Inco sin voltear a verlo siguió corriendo, se sabe que al menos es recomendable correr con la boca cerrada para evitar jalar mucho aire, pero Inco desde que empezó a correr ya tenía incluso su lengua de fuera.

Muy seca y rasposa.

Su primer día lo estaba tratando muy mal al chico, para suerte que se había quitado su ropa particular y andaba la de física, seguramente quedaría con un fuerte olor a sudor pero asegurado que tendría otra prenda de repuesto.

La mayoría de estudiantes se estaban dando por vencido quedándose en donde sus piernas empezarán a temblar, uno tras otro se fueron rindiendo hasta dejar a unos pocos aún en pie, en medio de todos esos estaba Inco.

— ¡ESO ES! no paren de correr ¡EL DOLOR NO EXISTE, SOLO LOS LIMITES!

Cada grito era una advertencia para Inco que no tenía que ignorar, si se detenía iba terminar como el resto, un debilucho que no pudo soportar trotar.

Sus piernas dejaron de seguir con su ritmo ahora es cuando más empezaba a bajar su velocidad, sus trotes eran más lentos y pesados, sus manos dejaron de seguir con su ritmo como impulso en su cuerpo, ahora solo estaba arrastrando sus pies.

Ya no pudo.

Inco se desplomó de rodillas contra el suelo una vez concluyendo su carrera, sus manos soportando el peso de su cuerpo sudado, sus piernas temblando de dolor y su boca sin dejar de expulsar fuertes inhalaciones de agotamiento.

— ¡Insecto! — la voz del entrenador sonó al lado de Inco, alarmando al chico a que se diera la vuelta — ¡BUEN TRABAJO!.

— ...Y-yo... E-ehh... Gra-Gracias... A-agua... U-uhhh... .

— Mírate, acabado en el piso pero  como todo un triunfador — tomó el brazo del humano para ayudarlo a que se levantara ya que su cuerpo no reaccionaba — ¡FELICIDADES!.

¿A que venían las felicitaciones?.

Cuando Inco volteo su cabeza a sus espaldas se topó con el resto de la clase tirados sobre el suelo acabados, no alcanzaron a seguir corriendo más y cayeron al suelo rendidos del dolor.

Había sido el primero de la clase en acabar una rutina sin caer al suelo siendo uno de ellos.

— ¿Sr. Inco? Ese es el nombre del nuevo integrante de esta escuela, NECESITAS HACER mucho cardio, mírate, apenas si lograste dar la vuelta completa a diferencia de tus demás compañeros.

— S-Si.

¿Qué más iba decirle?.

El chico estaba tan cansado que no tenía ninguna palabra disponible para su boca, era solo cuestión de tiempo de recuperar todo el aliento hasta poder volver a su estado anterior.

El entrenador guía al cansado humano hacia una de las bancas disponibles del gimnasio, podía sentirse su corazón golpear su pecho fuertemente como si deseara salirse y por el mismo tomar un respiro.

Su cuerpo cayó sin calcular la fuerza sobre el asiento, ya no importaba donde era, solo deseaba quedarse quieto y no hacer nada más que seguir descansando, es cuando más extraña su cama.

El entrenador se dio la vuelta dejando al chico reposando en la banca como premio por haber cumplido con la clase, a estas alturas tendría que practicar un poco en casa para tener más resistencia y un mejor rendimiento en su clase de educación física aunque este no fuera su periodo deseado

Tan pronto como levantó su cabeza se percato de una antigua presencia, al otro lado del gimnasio se topó con la misma chica caimán que habia conocido en el elevador, Inco pensó por unos minutos que solo estaba allí por ver a los que seguían los ejercicios, su mirada era expandida en cada rincón del gimnasio.

El entrenador no se habia dado cuenta de la presencia del caimán, más bien seguía gritando y animando a los estudiantes que terminaran su clase antes de que les diera una mala calificación.

Suerte de no estar en su lugar.

En eso se fijo como la mirada del caimán se estanco en el, podía estar viendo en cualquier parte de sus costados pensaba Inco, pero no lo sabia, ella entrecerraba sus ojos viéndolo directamente de forma muy sospechosa, casi como una amenaza visual.

Por quebrar esa tensión en el ambiente el chico pintó una cálida sonrisa ante la mirada de la chica, quien rápido la capto, alzó su mano de manera en la que la estaba saludando aun con su sonrisa amistosa, al menos podía devolverle ese gesto por haberle enseñado el salón del maestro Iadakan.

Pero ella no reacciono como el esperaba, la chica de escamas verdes giro su cabeza a otra parte pero algo en sus mejillas se manifestó y Inco juro haber visto un cálido sonrojo en sus mejillas.

Luego de esto, la chica simplemente salió del gimnasio.

Fue tan raro, verla allí. Sabia muy bien que este periodo era una practica muy inútil para ella en el sentido que estaba en silla de ruedas, pero habían otras razones por la cual la chica habia estado allí y más aun, que lo vio por un largo rato.

Antes de que pudiera pensar en otra cosa el timbre del instituto empezó a transmitir sus melodía por los pasillos, sacando a muchos estudiantes de sus salones para un descanso que ya se venía venir, era hora del receso. Esto hizo que los estudiantes del gimnasio se levantaran de sus puestos y correr hacia una puerta dirigida a los vestidores para hombres.

Inco vio esto como la oportunidad de cambiarse, primero a las duchas y luego a ponerse su vestimenta.

Pasaron unos minutos que el chico salió de clase de gimnasia, despedido con una frase motivacional por parte del entrenador, aun desconocía su nombre. 

Los pasillos volvían a tener a esa multitud inmensa de los estudiantes, muchos de ellos guardaban sus cosas dentro de sus casilleros, dejando de igual manera sus mochilas para que no les fuera una carga.

Inco aun tenia que ver con respecto a su casillero pero eso sería lo de menos, a el no molestaba cargar su mochila, de todas formas no recibía tantos periodos al día, estaba más centrado en la materia de arte.

La cual se la habia perdido.

Se estuvo con la cabeza baja mientras caminaba a paso rápido por los pasillos, volver a tener que correr de la multitud sería todo un terror luego de haberse quebrado sus piernas en física, no quería recibir más torturas.

A lo largo de sus pasos se topo con la querida puerta del comedor del instituto, dentro del cuarto provenía todas las voces de los estudiantes, ya se había acaparado el lugar, cruzó las puertas solo para ver como un bulto de dinosaurios que se empujaban entre ellos, se daban manotazos, incluso el típico comportamiento de tocarle el trasero a otro y simular no haber sido el, incluso entre mujeres. 

Sería aplastado seguramente si se metía a comprar allí.

Al menos esperaría a que todos ellos se fueran y poder almorzar algo, se habia estado aguantando un poco el hambre desde que salió del gimnasio. Inco rodo sus ojos hacia la parte de al fondo del comedor, así como estaba repleto la zona de comida también estaban llenas las mesas, como si todos se hubieran puesto de acuerdo para rellenar cada mesa.

Aun quedaban algunas mesas disponibles pero no es que iba a ocuparla toda, ni siquiera tenía ningún amigo con quien compartirla, lo que más quiso antes de llegar fue el haber tenido una relación amistosa con alguien, pero todos parecían estar ocupados con sus cosas.

Se apartó de la puerta empezando a buscar una mesa que estuviera un poco apartada de todas esas voces con historias relatadas o como era de esperarse, susurros dirigidos hacia el, al menos estaba pasando por la mitad del día, muy poco iba a retirarse a su casa y "ver" a sus padres.

Vio a unos metros junto a la pared una mesa apegada a una maquina, una expendedora estaba situada cerca de una mesa. Aunque era muy probable que la fila para tomar su comida bajara, eso sería aproximadamente cuando acabara el receso.

Inco suspiró pesadamente.

Cuando menos lo espero Inco ya estaba sentado frente a su mesa, a su vacía mesa. Viendo aun a los estudiantes pedir a gritos y sirviéndose agresivamente su plato de comida, ¿Qué hay en el menú?. No lo sabía pero seguramente algo delicioso, no por algo los estudiantes actuaban como muertos de hambre.

— Por Jesús Raptor... 

La voz de un estudiante se presento cerca de la mesa de Inco cuando este no estaba prestando atención, cuando se dio la vuelta pudo ver a un chico parado a su lado con una charola de comida en sus manos. Un animado Hibrido.

— H-Hola...

No alcanzo a decir algo más al presenciar al chico sentarse frente a el. Como si fuese normal sentarse con desconocidos.

— Suerte que pude tomar mi comida. Míralos nada más, como si fuese el ultimo día aquí en la tierra buscando algo para comer. 

— No los culpo... huele bien aquí, debe ser la comida — siguiéndole la corriente aprovechó para aclarar su garganta y extender su mano hacia el Spinosaurus — ¡Inco, me llamo Inco G.Nito!

Expulsar esas palabras con el fin de darse a conocer fue muy agradable, hay momentos en los que sabes muy bien como dar tu nombre para presentarte hacia los demás, el chico frente a Inco extendió su mano correspondiendo al saludo del humano, esa sonrisa con sus dientes tan afilados era un poco abrumador.

— Un gusto, Man. Mi nombre es Damien, Tu eres el humano del que todos hablan, creí que los humanos eran más bajos pero tu te ves de mi altura ¡Super!.

Eso ultimo lo dijo con un pulgar arriba.

 — Hmm... la mayoría si lo son.

— ¿Si? entonces eso quiere decir que puedo aplastar a más de uno, ¡Seré Godzilla!.

Inco no contuvo su risa al escuchar las palabras de Damien, claro incluso si estaba hablando este dramatizaba todo lo que decía como una obra de teatro y Inco siendo su único publico y aunque algunas cosas no tuvieran sentido, era motivos para que los labios del chico se curvearan para formar una cálida sonrisa.

La multitud de estudiantes no tenía pinta que bajaría, más bien se iba uniendo cada vez más estudiantes haciendo que se viera más grande, este lugar si necesitaría un nuevo método para  pedir la comida o la mayoría terminaría como Inco, sin poder comer algo.

Aunque no fue tan grabe después de todo para el humano, Damien muy gentil compartió su charola de comida con el, pudiendo probar del menú del lunes. Pedazos de carnes, ensaladas, fideos, Nuggets y otras variantes más.

Inco al ver esto, a comparación de otros alumnos, el plato de Damien estaba muy lleno.

— Estoy seguro que todo lo has elegido tu, ¿verdad?.

Damien rio aun con el pedazo de carne en su boca mientras solo levantaba su pulgar arriba en respuesta.

— Creo que mi estomago no es tan grande como el tuyo.

— Nahh, no es eso, simplemente me gusta comer lo que sirven aquí, no siempre te dejan elegir por el simple echo de racionar la comida, así que cuando tengo la oportunidad trato de servirme lo que puedo.

 — Y también hasta que tu plato se llene.

Damien asintió con el pulgar arriba nuevamente para introducir otro pedazo a su boca y masticarlo salvajemente, el chico era muy agradable en ciertos aspectos para Inco, es como el amigo que siempre va estar a tu lado dando sus opiniones en situaciones para darte ánimos.

Inco se dejó llevar por el momento platicando con Damien, aunque esperar para ir a traer su plato de comida ya no era un problema, gracias a su nuevo amigo es que habia comido lo suficiente como para dar otro bocado más a algo.

Claro que Damien habia estado un poco inconforme con la comida pero le basto para llenar su tanque y esperar hacia la hora de salida y tal vez ir a comer a su casa, después de todo.

Quedaban veinte minutos aun para que el receso terminara, con un nuevo amigo a su lado este día no era tan malo después de todo lo ocurrido para Inco, el tema de conversación salió por parte de Damien, contando que el ya llevaba tiempo estudiando allí, desde su básico hasta donde estaba ahora, una historia no tan interesante pero si preocupante para Inco luego de enterarse de que su amigo solo quería pasar el semestre y ya.

Sus intereses eran pocos, simplemente hacer más amigos, jugar videojuegos y salir con una chica llamada Liz, que esta ultima mención fue la que despertó más el tono de voz de Damien.

— Creí que tenías una meta.

— ¡Nahh! No soy tan exigente, Man.

— Por lo que veo te va bien en esto del estudio, yo por mi parte digamos que suelo distraerme mucho en clase, por pequeñas cosas — mencionó muy apenado rascándose la cabeza.

— Oh, no te preocupes eso le puede pasar a cualquiera, solo necesitas pedirle copia a alguien a cambio le das una bebida gratis, eso siempre me funciona.

El chico quedó confuso.

— Estás diciendo que te pasan copia de todo.

— Digamos, Liz es buena en todo, ella siempre me pasa copia y me da penita, pero siempre la invitó a algo a cambio.

Liz esto, Liz lo otro, todo estaba casi relacionado con esa chica que tanto mencionaba Damien, a cierto punto que a Inco le atrajo la idea de tal vez conocerla también, aunque primero tenía que acabar su día en el instituto, su primer día tenía que aprender algo tan siquiera.

Dentro de unos segundos de terminar su charla, el tal llamado Damien se quedó quieto mirando hacia al costado de su nuevo amigo, Inco por su parte se hizo a un lado viendo los ojos del dinosaurio pasar a su costado, parecía buscar algo.

Damien volteo varias veces a los alrededores del comedor, esto provocó una tensa pregunta del humano.

— ¿Estás bien...? Parece que buscas algo.

— B-bueno, es que creí que vendría ella a comer pero no la veo.

"Ella", se trataba de una chica a la que estaba hablando, de inmediato pensó en la chica que tanto había hablado su amigo, Liz. A estas alturas podía fijarse que Damien parecía sentirse atraído hacia la chica, el típico amor joven.

Inco por su parte trató de acompañarlo en su búsqueda, preguntando cómo era ella y tal vez lograr visualizarla, Damien no le dijo mucho más que buscará a una caimán verde.

Era ella, Olivia.

Inco recibió en su pecho un fuerte piquetazo, con las palabras de su amigo mencionar a la chica caimán que ya varias veces la había visto, ella no. No podía estar refiriéndose a ella, y pensar que se trataba de Liz.

De todas formas sería muy agradable para el chico llevarse bien con ella, la idea de conocer a más dino/amigos aún seguía en pie.

— ¡Ya te vi! — el fuerte sonido de su voz alarmó al humano a dar un fuerte brinco en la mesa — ¡Liv! ¡Por aquí!.

Los ojos de Inco volvieron a toparse con la mirada del caimán, aún con su mirada fría se pintaba en su largo hocico una diminuta sonrisa amistosa, Damien aseguraba ser está la chica a la que esperaba, Inco solo trató de ignorar las cosas que había pasado con ella hace un buen rato y sonar más amistoso.

Olivia se acercó hacia donde ellos estaban, aunque sus ojos se centraron en la presencia de Inco quien la miraba con una sonrisa, que más bien se veía como un psicópata por forzar hasta sus dientes.

Ella rodó un poco con su silla de ruedas a la par del híbrido. Poniendo su charola de comida en la mesa y darle un mordisco a su carne.

— ¡Liv! ¿Donde estabas? Tardaste casi medio recreo, ¿Otra vez te quedaste en la clase de arte?.

— ...No.

Sin verlo a la cara está respondió con su voz rasposa, su plato de comida era más interesante que ver al híbrido a los ojos y darle un gesto por su preocupación.

Inco en cambio sintió como si no debía de estar en la mesa, la pareja de amigos interactuaban mientras que el solo miraba el plato de Olivia, lleno de comida al igual que la charola que había comido junto a su amigo.

Es mejor empezar de otra manera.

— Hola otra vez, Olivia. — mencionó Inco con sus labios tembloroso y una sonrisa sudada.

— Oh, no me di cuenta que estabas aquí...

Damien abrió su boca interesado en el saludo de estos.

— ¿Ya la conocías? ¡Cool!.

— Ella me ayudó a buscar la clase de Iadakan — intentó atraer la atención de la caimán.

Olivia por su parte siguió gozando de su plato de comida, cada bocado era un largo proceso de masticar y tragar para volver a repetir esa rutina.

Las conversaciones de estos dos no eran tan interesantes para ella más que solo escuchar si la mencionaba en un tema de conversación.

— Inco, te presento a la única e inigualable chica caimán agradable que conocerás aquí, ¡Con un gran don de tomar y crear arte puro con tan solo tres pinturas y únicamente sus garras afiladas! ¡Olivia!.

La larga presentación hacia el caimán fue de esperarse dramatizada, Olivia no contuvo la pena que estaba sintiendo al escuchar todas esas cosas que decía el híbrido, sus mejillas se tornaron con un leve rubor, sus ojos se desviaron a otra parte que no fuera con relación a su mesa.

Inco notó su repentino cambio de la chica caimán, ver esto le causa mucha gracia, no iba dejar solo a su amigo en esto, el muy animado le siguió la corriente empezando a acercarse a la chica caimán y pintar una pequeña sonrisa amistosa.

— Un gusto, Olivia.

— ...Si lo que digas... — llevando una sudadera con una capucha, ella cubrió su rostro apenada.

— ¡Ja ja ja! Es tan genial, mis dos queridos amigos se conocen, solo hace falta Liz y listo, nuestro grupo de amigos estará completo, créeme te encantará conocerla, es muy inteligente y sobre todo optimista.

— Ella no va a venir, está ocupada en la sala de reuniones...

Esto último lo dijo Olivia dejando su pena aún lado, dándole otro bocado a su comida.

— ¿Que? Oh cielos, bueno será para la próxima entonces, lo siento amigo.

— No te preocupes, estoy seguro que la conoceré y me llevaré bien con ella.

Inco no se imaginó que Olivia sería a quien se estaba refiriendo Damien, aunque de cierto modo la caimán se sentía diferente, más que estar de mal humor parecía tener dificultad para hablar.

Tomaba un trozo de su charola y luego encogía su rostro masticando lentamente, como si contemplará su presa, Damien en cambio seguía hablando, un tema solo para escuchar y no responder así de simple.

Inco prestaba atención a cada cosa que mencionara, aunque de reojo volteaba a ver al caimán que está hacia lo mismo, era Damien quien mantenia la mesa en ritmo, sin el todo sería bastante incómodo.

Al final los tres se unieron a la conversación a diferencia de Inco y Damien, Olivia era muy reservada, pocas veces con un simple "si" o "no" cuando se dirigían a ella, más bien solo Damien, Inco se sacó una duda de su cabeza, ella no era así solamente con el, también lo era con Damien.

El recreo finalizó, todos los estudiantes escucharon el fuerte sonido del timbre, reanudando las clases para todos, Damien tenía una clase diferente a diferencia de Inco y Olivia.

Diferentes salones de clases pero la misma ruta por tomar, Damien se despidió deseándole suerte a ambos, con un pulgar arriba y marcharse a su clase.

Esto dejaba el camino libre para el chico y el caimán, pero tal parece que Olivia no tenía pensado moverse de su asiento, más bien estaba aún sentada como si no hubiera escuchado el timbre, está se acomodaba más en sus asiento, había dado pequeños mordiscos a su comida, aún tenía condimentos encima.

Inco se acercó a ella.

— Oye, el timbre ya sonó, ¿No irás a tu clase?.

Olivia no respondió, un pequeño gruñido fue emitido por ella mientras seguía comiendo.

— Hm...

Segundos después de haberle hablado ella volteo a verlo con una ceja alzada, aún con un pedazo de carne entre sus dedos fijó sus ojos en los del chico, esa mirada fue como haber recibido una amenaza.

La caimán volvía a tener ese mal humor.

— ¿Y tú...? Sigues aquí.

Muy buena pregunta por parte de ella y una difícil respuesta por dar.

— No te puedo dejar sola aquí — tal vez debió pensar otra forma de haberle respondido, Olivia desvió su rostro avergonzada por lo que dijo Inco, aunque el se estaba refiriendo a que tal vez necesitaría ayuda para ir a un sitio.

Olivia dio un fuerte trago a su comida habiendo terminado y volteo a verlo girando rápidamente.

— ¡N-No necesito que m-me c-cu-cuides!.

— Cielos.

Parece no recibir ayuda de otros que tal vez no fuera Damien.

— Además tienes otra clase... Tienes que irte.

Tenía razón, su siguiente clase tenía que ver con lenguaje, a ella pues no se le sabía pero estaba claro que ambos no compartirían la misma clase, Inco se rascó la cabeza apenado pero aún de esa forma habló.

— Lo sé, pero no sé dónde queda...

Cualquier excusa era factible para que el caimán no volviera a decirle que tenía que irse a su clase.

— ¿Que...? ¿Esperas a que te diga dónde está? Puedes preguntarle a alguien más...

— Eres la otra persona con la que hablo, aparte de Damien pero el ya se fue... — vió un mal gesto hecho por el caimán, Olivia rodó sus ojos seguido para tomar su mochila.

— Ash... Sígueme.

Olivia empezó adelantarse hacia la salida del comedor, Inco fue detrás de ella esperando a que lo guiará a su otra clase. Después de todo ella era la única que no estaba dentro de su clase y la única que podía ayudar nuevamente al chico perdido.

Luego de haberle dado su materia, Olivia supo donde ir, la clase de lenguaje estaba en ese mismo nivel, buscarlo no sería tan difícil para ella.

Aunque volvía a ser lo mismo, el silencio incómodo entre estos dos volvía a manifestarse en los pasillos del instituto, si escuchaba muy atentamente lograría percibir los murmuros de Olivia quejándose, aunque no debía ser de su incumbencia.

Doblando una esquina el chico muy animado pudo ver la puerta de su salón de clases, estaba de suerte de haber sido guiado por la chica caimán.

Inco suspiró de alivio y miro a la caimán.

— Eres muy amable Olivia, gracias por llevarme a mi clase, perdón si te molesto es solo que no puse atención cuando vine a dejar mis cartas.

— ... No te preocupes...

Ahí estaba otra vez esa mirada en ella, desinteresada por lo que hubiera a su alrededor, aún no entendía por que ese comportamiento tan repentino en ella pero seguramente no debía de meterse en ellos.

O sí.

— Se que apenas si nos hablamos pero cualquier cosa puedes decirme Olivia, Damien y yo somos tus amigos. ¿No?.

Olivia ya se estaba marchando en el momento que el chico dijo esas palabras pero algo la hizo de tenerse. Fue el chico.

— Y-yo... No estoy buscando amigos...

Es como si lo hubiesen bateado.

El chico quedó muy confundido nuevamente ante el comportamiento del caimán, esperaba al menos que le siguiera la corriente pero ella parecía ser una chica reservada pero a la vez directa.

— Lástima... Yo quería ser tu amigo...

Fin de la interacción, Olivia se perdió en la vista del chico al doblar una esquina del pasillo, Inco por su parte estaba confundido y un poco avergonzado, esperaba ser una buena impresión para la chica pero su amistad había sido rechazada.

Siendo también la primera alumna con la que hablaba, fuera de eso estaba Damien pero el fue un amigo rápido de conseguir, Olivia más bien solo era muy apartada.

Ya no importaba, al menos estaba nuevamente frente a su nueva clase pero todo gracias a ella.

Tal vez solo estaba teniendo un mal día, pero no ganaba nada si actuaba de esa manera con los demás, es el primer día de clases y se suponía que a conocer a nuevas personas en tu vida lo vale, es mejor que estar solo.

Así pasaron las clases, empezando a ser sobrecargadas, algunos ya hasta les estaban dejando tareas pero era el primer día, empezar de golpe suena un poco apresurado pero a la vez avanzado, Inco tuvo que soportar horas de charlas y explicaciones.

Así hasta que llegó su hora de salida, todos aman esa parte del día como un estudiante, la retirada.

El instituto había acabado con su primer día de clases y con ello la retirada de los alumnos que muy apresurados salían, uno en específico se asomaba por el camino de piedra dirigido al estacionamiento de los estudiantes. Era inco.

Hace unos instantes había mandado un mensaje a sus padres sobre si podían ir a traerlo, al menos quería verlos en su hora de salida en el momento que está más desahogado y libre, pero en todo el momento que llegó hasta la hora de salida, no tuvo ninguna respuesta.

No había nada.

Es duro, tener que hacer las cosas por ti mismo pero así es como aprendes a rascarte con tus propias manos a que pedir que te rasquen.

Todos se marchaban, con sus parejas respectivas o acompañantes pero ninguno se veía estar solo, incluso rodeaban a donde no estuviera en su camino al chico, como si fuera un químico de radiación.

No habia de otra, iba a irse caminando solo.

Por última vez giró su cabeza al instituto, su primer día no fue tan malo, un poco pesado pero a la vez entendible y animado.

A lo lejos miraba Inco a su querido y nuevo amigo que había echo en el comedor, ahí estaba el con la chica caimán, ambos dirigiéndose por el mismo camino para irse a sus casas, incluso su amigo tenía la compañía de esa caimán a diferencia de el, sus amistades no fueron tan dulce con el.

No le pudo llamar nunca a nadie más como todo la sinceridad que puedes tenerle a una persona, Damien. Ese chico era muy simpático.

Inco se fue caminando por la banqueta lentamente con su mirada seca y amarga, ¿Por que no podían sus padres ver por el? Pudieron al menos haberlo llevado a casa luego de un día largo pero no, ningún y otro contestaron sus teléfonos, Inco no podía estar todo el día ahí esperando a que ellos pasarán por el.

Su mente vagaba en recuerdos que había tenía en la clase, todos los maestros que conoció, memorizando los pasillos hacia sus materias y las pocas amistades con las que había ensamblado comunicación, todo eso mientras el chico se acercaba a su casa desanimado.

Por un instante su caminata no se sintió tan lejos, cuando menos se lo esperaba el tal chico estaba parado justamente frente a la puerta de su casa, hogar dulce para Inco.

"Toc, Toc"

No había nadie, tocó un par de veces la puerta seguido de eso al timbre de su casa y no salía nadie, sólo así confirmo que sus padres no estaban en casa, daban casi las seis de la tarde y no habían ni siquiera mandado un mensaje a su hijo.

Inco sacó las llaves de su casa para abrir y cerrar pesadamente la puerta, arrojó su mochila sobre el sofá de la sala, una carga menos para su espalda.

Tarea era lo que debía de hacer, aunque estaba muy cansado para si quiera levantar un lápiz, la materia tocaba después de recreo, de eso estaba seguro, hacerla en la hora de almuerzo es una segunda opción para poder descansar en ese momento.

No, no iba a flojear tan rápido, estaba seguro que si pensaba de esa manera, más adelante serían acciones.

Sacó los cuadernos que usaría para sus tareas tomando asiento en el sofá estirando sus cuadernos por la pequeña mesa que tenía en frente, antes de irse a dormir quería quitarse el pensamiento que debía hacer una que otra tarea de un par de materias.

Luego de todo esto solo tomaría algo y directo a la cama, un simple plan que idea mientras trataba de terminar su tarea.

Estar libre sin pena fue lo que motivó al chico a terminar sus tareas, al menos podría esperar a sus padres a que regresarán a casa después de su trabajo, verlos sería un alivio de su estado de ánimo.

Segundos, minutos, horas.

Inco no pudo más, con su lapicero a la mano colgando entre sus dedos, su boca semi abierta con un hilo de saliva deslizándose en su mentón, mostrando el camino seco y húmedo que venía de su boca, su cuerpo recostado sobre el sofá de la sala y sus fuertes ronquidos asomándose por su boca hasta escapar.

No contó su tiempo en el que estuvo despierto, ahora solo era el y su pesado sueño, había terminado su tarea mucho antes de quedarse dormido, era solo cuestión a que los rayos del mañana se asomaran en la ciudad de Volcadero.

Para darle vuelta a la página.

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