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La mejor compañía.

El nuevo aire del amanecer acompañaba al chico nuevo en su caminata hacia el instituto, un nuevo día para Inco en Volcadero, ¿Por qué no estaba en el metro?. Las horas por las mañanas casi siempre suelen ser pesadas para el, sin mencionar sus alarmas.

Aún le sobraba algo de tiempo, llegar tarde a la clase de educación física, su transporte en el metro había zarpado y gracias a su pereza no pudo llegar a tiempo, ahora es cuando más desea tener un vehículo para movilizarse sin problemas, lástima que su padre no les prestaba su coche, aunque siempre suele dejarlo en casa.

El chico solía tomar siempre el camino de piedras cortando todo un largo recorrido, oh al menos se daba cuenta que era un camino que lo ayudaba llegar rápido al instituto.

Aún recordándose de su primera clase, Inco apresuraba su paso casi al grado de empezar a correr atravesando a los primeros estudiantes que aparecían ahora en su camino, casi tropezando o empujando a uno por error.

Inclusive casi botando a una chica en el camino que por prisa solo le ayudaría a no caer al suelo, aunque ni siquiera le hubiese visto el rostro y pedirle disculpas.

Recordando al entrenador y su forma de enseñar en sus clases no se quería llevar una llamada atención de el, casi imaginándose con sería un castigo.

Atravesando los pasillos que ahora le eran muy familiares pudo encontrar las puertas que lo llevarían al amplió salón de educación física, ahora también se daba cuenta que aún quedaba algunos estudiantes merodeando por la escuela, eso quería decir que no había llegado tarde.

Una pena menos por quitarse de su cabeza.

Inco suspira y con una sonrisa engreída en su rostro entra por las puertas abriéndolas de par en par.

Lo primero que se toparon sus ojos fue al ver a su único amigo de clase, sentado en una de las esquinas del salón viendo su teléfono sin el acompañamiento de otro, al menos había salido de casa ya con su uniforme puesto para la clase, una de las razones por la cual no había sudado tanto.

— ¡Que honda! — expresaría Damien dándose cuenta de la presencia que Inco.

— Hola amigo, suerte encontrarte aquí — viendo a Damien parado le ofrece una mano saludándolo — creí que las clases ya habían  empezado.

— Nah, el entrenador aún no viene, tienes suerte de llegar a tiempo.

Y si que la tenía, a su cabeza llegaron diversos métodos estrictos en las que el entrenador las usaba contra el.

Suerte para Inco, tomando asiento al lado de Damien estos dos empezarían a tener una pequeña charla amistosa, casi un largo rato mientras esperaban a su maestro de educación física, era casi lo mismo en todos los demás.

Sentados al borde de la cancha de gimnasia conversando sin preocupaciones de nada, al menos había cumplido con haber llegado a su clase aunque no estaba tan acostumbrado a practicar deportes, viéndose de reojo tampoco estaba en un mal estado físico.

Damien era una máquina de conversar, tenía cada palabra en la punta de su lengua, las preguntas eran relacionadas con el paseo de ayer, que al tocar el tema, cierto humano no pudo dejar de agradecerle a Damien por haberlo invitado salir con ellos.

No siempre suele tener salidas con amigos, las únicas personas con las que suele salir muy seguido era con sus padres pero con respecto a su trabajo y los asensos nuevos, ya no era lo mismo.

Tiempo después de haber hablado con Damien a sus sentidos llego la vibra y una gran sensación de una nueva presencia dentro del salón, que al voltear a ver a un costado fijaron sus miradas al entrenador, el mono recientemente entraba con su silbato en la mano junto a un porta papeles y un lápiz.

Inco rápidamente se levanta del suelo que si mal no recuerda es el único humano en el instituto y el único con tono de piel pálida que al entrenador no le seria difícil ver y notar que estaba holgazaneando.

— ¡MUY BUENOS DIAS A TODOS! — en menos de tres segundos los estudiantes tomaron sus respectivos lugares formando una fila frente al Entrenador — Creí que estarían calentando mientras yo venía. 

Ante su queja, Damien es el primero en levantar su mano.

— No Damien, estar hablando no cuenta como calentar los labios.

Vuelve a bajar su mano en respuesta con un pulgar arriba.

 — Salgan a la cancha y quiero un par de vueltas sin parar, quiero caballos en mi clase, no gallinas — Después de su orden junta ambas manos haciendo sonar sus palmas, una advertencia para los estudiantes que no tardarían en salir del gimnasio.

Todos incluyendo a Inco se verían forzados a correr nuevamente al rededor del gimnasio, Inco aun recordando que la ultima vez en la clase del entrenador casi termina con sus piernas rotas a causa de su mala resistencia y su estado físico.

Mientras corrían por todo el camino del campo, Damien se une al trote de Inco que alcanzaba a ver a su amigo un poco ansioso.

¿Era por la clase?.

— Man, tranquilo. Solo tienes que trotar, no es una carrera.

— Lo se, p-pero no quiero sa-sacar una mala nota.

Damien ríe.

— Bro tranquilo, la única forma de sacar una mala nota es que no cumplas con los ejercicios del entrenador.

Aunque los cumpliera sabía que era el único en todo el instituto, por la mente del entrenador rondaría la pregunta del "veré como se ejercita el humano", así que no valía mucho arriesgarse frente a el pero teniendo a Damien como amigo de apoyo trataría de esforzarse en su trote, hasta que la campana del instituto sonara.

Corría, saltaba, rodaba en el piso, esas y muchas acciones con diferentes obstáculos fueron puestos a los estudiantes que recibían la clase, ante los ojos del entrenador todos eran un grupo de estudiantes frágiles, no todos alcanzaban a cumplir los retos del entrenador.

El sol era uno de los primeros obstáculos que los chicos enfrentaban y es que llevaban casi una hora en movimiento en la cancha, no hubieron pequeños descansos para ninguno, Inco ya se habia dado por vencido, arrodillado en una pierna mientras recuperaba su aliento.

A su lado pasaba un Damien muy activo y energético, pequeñas palabras de aliento iban directo a los oídos del humano fatigado y debilitado.

 — Man no te rindas, solo falta una vuelta.

 — S-si... p-para d-después v-volver a d-dar otra v-vuelta. 

Damien asiente con un pulgar arriba.

A este punto el humano tendría que preocuparse por su estado físico, tampoco llegó a cuestionar su resistencia, a diferencia de los demás estudiantes el era un humano básico y sería muy obvio del por que los demás aun daban más en la cancha al ser una especie más fuerte que el.

Cuando finalmente se dispuso a terminar la vuelta para continuar con otra más al mismo instante empezaron a sonar las campanas del instituto, finalizando el largo periodo de física que los había estado torturando a todos durante casi dos horas, fue señal de derrota en la mente de Inco al no lograr dar la vuelta completa.

Negó con su cabeza estando con sus pocas fuerzas para levantarse del suelo. 

— ¿Lo ves? lograste sobrevivir a la clase, eso amerita una rica merienda nutritiva en el receso.

Inco resopla aun decepcionado. 

— T-tal vez tengas razón... Creo que necesitare salir a correr en las mañanas. 

— Buena idea man, cada gota de sudor por tus ejercicios cuenta como rutina — alza nuevamente su pulgar con una sonrisa.

Aun no entendía como su amigo veía todo tan distinto, el lado positivo.

Fueron directamente a las duchas dándose un baño rápido que fue el tacto del agua lo que relajo el cuerpo de Inco, todo el sudor y el cansancio tomando un viaje largo fuera del cuerpo del chico.

Tomando cada quien su ropa y cambiarse para su próxima clase que no tardaría en empezar, Damien por el momento no compartiría ninguna clase con Inco.

La clase del humano era con el maestro Iadakan por lo que lo más seguro es que se toparía con Olivia al lado de su asiento de trabajo, era ella con quién gustaba interactuar al tratarse del arte, aun sabiendo que la chica tenía una habilidad con el pincel.

Damien se despide de su amigo con la promesa de verse en la hora de descanso, cada quien dirigiéndose a su clase.

Inco sabía el camino que debía tomar, gracias al caimán ya no volvería a perderse en el enorme establecimiento y sus peligrosos pasillos llenos de alumnos imperativos.

Cruzando la puerta del salón, Inco lo primero que buscó fue su asiento que como esperaba estaba vacío, el único objeto sobre su mesa era el cuadro que había dejado a medio terminar y a la vez la demostración de su falta de habilidad en el arte.

Y a su lado estaba Olivia, la chica estaba con su cabeza reposada en la mesa mientras al frente de su rostro deslizando la pantalla de su teléfono con sus dedos, el aburrimiento estaba reflejado en  su decaída mirada.

Había olvidado lo antisocial que era Olivia y sus diferentes cambios de humor.

— Que honda Olivia — decía Inco tomando su lugar en la mesa.

— ...Hola.

Expresó su ánimo con una mirada de reojo en el chico, luego volvía a ver la pantalla de su teléfono.

— Debes estar cansada por lo de anoche eh — agrego como tema de conversación, viendo al caimán abrir sus ojos y en sus mejillas un raro rubor.

— ...Si, aunque no te despediste. ¿Llegaste a tu casa?.

— En primera, estabas dormida y  en segunda pues no, tuve que dormir bajo un puente.

Olivia contuvo su risa tapando su boca con ambas manos, Inco por su lado sonríe al ver al caimán expresar una risa después de su pequeña broma de palabras, era raro pero ver a la chica sonreír era relajante.

— ¡Que tonto eres...! Siento que no pude seguir charlando contigo después, estaba muy cansada — desvía su mirada — Debiste platicar con ellos mientras dormía.

— Nah, yo también me dormí. Damien y Liz fueron los que hablaban sin parar, además tú me pasaste el sueño.

— Copión — expresó con ambos brazos cruzados y su ceja alzada.

En medio de su conversación, tuvieron la pequeña interrupción de su querido maestro de clases, el maestro Iadakan por fin había entrado a su área de trabajo notando a sus alumnos sentados en su lugares.

Inco y Olivia dejaron de platicar para ver al frente al maestro que parecía tener en su pico unas palabras por decir, tal vez con relación a sus dibujos de artes.

Inco vio de reojo su cuadro cubierto, le inquietaba ver su mal dibujo pintado, sobre todo que Olivia volviera a ver si desastroso arte.

— Bueno clase, estoy seguro que la mayoría tiene aún trabajo que hacer, vuelvan a sus cuadros y terminen de pintar, estoy ansioso por ver sus más profundos pensamientos.

Esas palabras parecían tan significativas para el maestro y para Inco sería otro peso sobre su espalda, recordando lo pésimo que había quedado su pintura pero podía solucionarlo un poco, mirando de reojo al caimán notó como ella descubría su cuadro de la manta.

El verdadero lienzo de pintar se mostraba en el resaltado cuadro de Olivia.

Inco suspiro pesadamente mientras giraba a ver aún a su pintura cubierta con la manta. Pequeñas palabras de aliento giraban por su cabeza, es solo una prueba que debía de pasar, no siempre se tiene suerte al primer intento por pintar un cuadro que ni tú mismo sabes que pintaste.

Olivia notaba la inquietud en el rostro de Inco.

— ...Oye, es solo una pintura.

— Lo sé... Pero esta clase en verdad es muy importante sabes.

El caimán asiente con su típica ceja alzada pero entendía el interés en Inco.

Bastaron las palabras del caimán y darle el valor suficiente para quitar la manta, tal vez si tenía razón, es solo una pintura que por el momento el proceso requiere a veces de aceptación, es solo un cuadro, más adelante puede ser más que solo un cuadro.

Inco con una expresión animada en sus labios toma la manta para volver a pintar sobre su maravilloso cua-

Oh más bien otra cosa.

Sus manos tuvieron una seca pausa en medio de la desenfunda del cuadro, ¿Pero que es lo que estaban viendo sus ojos?.

Había recordado cada detalle que le había dejado a su pintura, cada línea, trazo, pintado, muestra, significado, todo eso y más. Pero al ver nuevamente su cuadro todo eso fue borrado, su sonrisa de inmediato fue borrada y a cambio solo tuvo una expresión confusa y un estado de ánimo que destacó, enojo.

Sobre su dibujo había un enorme garabato que por desgracia había arruinado su proceso, un enorme pene con un par de testículos cubierto de pelo estaba en el cuadro de Inco, el no había pintado eso y mucho menos si fuese bulgar.

Olivia presenció todo eso, lo primero que hizo fue volver a tomar la manta que Inco sostenía aún en sus manos y cubrir lo más pronto posible la pintura, evitando que las miradas de los demás estudiantes se enfocarán en el cuadro de Inco.

Hizo lo que pudo desde su silla.

— ¡Que buen pito!.

Gritó uno de ellos, causando que todo el salón voltease a ver a Inco, Olivia no pudo sostener la manta por su corta distancia que mantenía de Inco, facilitando a que todos vieran la pintura del chico y como se esperaba, una enorme carcajada fue lanzada hacia el.

Olivia más que importarle la risa de todos se fijó en el rostro de Inco, tenía casi la boca semi abierta, el ceño fruncido y sus cejas bajas, parecía aún procesar todo el garabato.

Preguntándose en su mente el porque y el quien.

— ¡Silencio todo el mundo!.

La voz del maestro fue unida a las fuertes carcajadas de los estudiantes, notando el centro de atención y era Inco, no tardó en acercarse a el viendo que su cuadro estaba sobre la mesa.

Todos señalaban y veían aún de manera burlona al chico, aún estando en shock. Iadakan al ver al chico paralizado con sus ojos en su cuadro no tuvo opción más que cambiar su tono, acercándose a su área de trabajo, sacar en una de sus gavetas una enorme regla y dar un fuerte golpe contra el pizarrón.

En cuestión de segundos las carcajadas de los estudiantes disminuyó dejando solo los susurros y malas miradas en todo el salón, los estudiantes dejaron por un instante de ver a Inco pasando a ver ahora al maestro Iadakan.

El maestro con la calma en sus estudiantes pudo acercarse sin problema al cuadro de Inco, al igual que la misma mirada de Inco este observó lo que ya hacía pintado en el cuadro, el enorme pene.

Antes de dirigirle una palabra al humano volteo a ver a Olivia, el caimán levantó sus hombros sin saber lo que había sucedido, o al menos notó que ella fue la única que no se rio ante el chico.

— Inco — toma el cuadro — acompáñeme a dirección por favor.

Olivia abrió sus ojos en sorpresa por la repentina decisión de su maestro de artes.

Aunque para Inco fue una flecha de punta afilada penetrando todos sus estándares, cambiando el rumbo de sus pensamientos a cambio de todo eso, una decaída mirada se formó en su rostro.

Iadakan junto a Inco salieron del salón de clases dejando a los demás estudiantes con sus murmuros, todos ellos mientras que por otra parte Olivia solo frunció en ceño, al voltear a ver y saber del responsable de todo ese relajo.

El humano junto al Pterodáctilo habían salido del salón, Inco sin creer que iba directo a la dirección por algo que el no había hecho, no tenía las palabras correctas en su boca más que las de agredir verbalmente al responsable del dibujo.

¿Quién había hecho eso? El no se había metido con nadie, incluso intento recordar a los pocos que había conocido en los últimos días que había estado en el instituto y no había nadie que destacara en su lista de posibles enemigos.

No pudo pensar más, en cuanto salió de sus pensamientos el ya estaba sentada frente a la directora con la que había hablado en su primer día luego de una larga persecución, Inco tragó saliva sin mencionar una palabra más.

— Señor Nito. ¿Sabe usted por qué está aquí?.

Inco seguía callado pero responde con una simple acción, un corto movimiento en su cabeza negando.

— Iadakan, sería usted tan amable de darme el cuadro.

Iadakan le extiende el cuadro a la directora, en su rostro solo se reflejaba la preocupación por la situación en la que había que tenido que intervenir.

— ¿En serio? Estamos empezando el ciclo escolar y vienen a mis puertas las primeras quejas. Sr. Iadakan, ¿Por que permite que pase esto en su área de trabajo?.

Iadakan tose aclarando firmemente su garganta.

— El señor Inco encontró su cuadro de pintura recién empezando la clase, esto claramente sucedió mucho antes, podría incluir que fue ayer, pues justamente fue el momento en el que los dejé con la tarea.

Scaler no dice nada, más bien gira su cabeza viendo directamente al rostro de Inco.

Inco al escuchar el testimonio de su maestro no contuvo las ganas de voltear a ver hacia la directora, todo eso era cierto, el no había dibujado tal cosa en el cuadro para meterse en problemas el solo, recordó el motivo del porque estaba en dirección, así que sacudió sus pensamientos dejando aún lado sus cuestiones y apoyar al maestro Iadakan.

— Tiene razón, el no tiene la culpa de esto, justamente ayer estaba pintando mi cuadro y recuerdo haberlo tapado, incluso mi compañera Olivia se fijo como lo dejé.

Scarler alza una ceja y mira una vez más al maestro Iadakan.

— ¿Olivia Halford...?.

Iadakan asiente.

— Scaler, usted y yo sabemos quién es el responsable.

— Si ya se, ya se... — hace una mueca de mala gana, viendo seriamente a Inco — Señor Nito, ¿A tenido problemas con alguien?.

Justo como lo había pensado antes, no había tenido ninguna mala impresión con ningún estudiante, los únicos conocidos eran Damien, Liz y Olivia.

Esa respuesta era fácil de responder.

— No, para nada.

— Sea sincero, nosotros tomaremos cartas en el asunto pero necesito que me ayudes con este problema.

Inco suspira aún pensando, forzaba a su mente volver al pasado y tan siquiera ser más detallista.

Iadakan al ver a su alumno tan ansioso en su asiento pasó su mano sobre el hombro de Inco, dándole un poco de apoyo en su respuesta.

— Ya se lo dije... Yo no eh tenido problemas con alguien.

— Eso espero, muy bien. Iadakan, no quiero hacer tanto escándalo y tener que lidiar también con Ben.

— ¿Si? — el maestro alza una ceja.

— Traiga a Mía por favor, que el señor Nito regrese a su clase y por favor mantenga más disciplina con sus estudiantes, sobre todo en Mía... Pueden retirarse.

¿Estaba todo bien?.

Los ojos de Inco vieron como su cuadro era guardado bajo el escritorio de la directora siendo ella quien los confisca, lastimosamente su intento por pintar había sido interrumpido por una mala acción de algún estudiante.

Iadakan sale de dirección junto a Inco, el chico tenía la mirada en el suelo con sus manos conservadas dentro de su saco, la mala jugada lo había tomado por sorpresa y aún recordaba todas esas burlas que había tenido que recibir.

— Inco, no te preocupes por tu cuadro, estoy seguro que podrás hacer otro más adelante, te daré el resto de la semana para que hagas otro nuevo.

Inco se detiene en medio de su charla.

— Gracias señor Iadakan... Pero no me molesta el cuadro — alza su rostro — Fue allí dentro... Yo...

— Relájese, estoy aquí para escuchar tus quejas.

— Nunca había sido la burla de alguien sabe — se frota el rostro — cielos... Todas esas risas burlonas hacia mi... Jamás me había pasado esto.

El profesor asiente.

— Jovencito, hay muchas cosas que necesitas experimentar para estar preparado, las malas acciones solo manchan tu nombre, Mía no debía haber echo eso.

Recordando ese nombre nuevamente.

— ¿Mía? ¿Quién rayos es Mía?.

— Inco, Mía es un caso medio perdido, mi consejo es que no te metas en problemas y menos si es con ella.

— Entiendo...

— Puedes adelantarte a tu receso, no puedo dejar a uno de mis alumnos sofocarse el solo mientras doy mi clase, ¿De acuerdo?.

Luego de haber recibido todas esas burlas, no le molestaría apartarse un poco de todo.

Inco asiente, recibiendo de su profesor una mirada comprensiva y una pequeña palmada en su hombro.

Ambos tomaron diferentes caminos, el más rápido en caminar fue Inco al dirigirse a las mesas de la cafetería, una bebida de la máquina expendedora tal vez lo ayudaría a bajar sus ansias, no dejaba de pensar en todas esas risas directas en el.

Incluso Olivia estuvo presente en su problema, pero Olivia había sido la única la que no se había reído de el, al contrario, fue ella la que reaccionó con rapidez y trato de cubrir su cuadro mal dibujado del garabato, fue muy lindo de su parte ahora que Inco recordaba su acción.

Pasaron los minutos y los primeros periodos de clases fueron reemplazados por el receso de los estudiantes, toda la multitud empezó aglomerarse en los espacios vacíos, tomando sobre el mostrador las charolas listas para ser llenadas de comida.

Aunque ese no era problema para Inco, hace unos instantes que había logrado apartar su comida, incluso había tomado un poco más de la máquina expendedora dejando de sobra unas bolsas de papas y una que otra bebida sobrante.

A Olivia le encantaban esas bolsas de papas.

Esperó a encontrarse a uno de sus queridos amigos, sobre todo a la chica caimán, ella había sido la única de su salón de artes la que trató de ayudarlo, aunque al menos hizo ella el intento de echarle una mano, agradecerle era lo menos que podía hacer.

No tardaron algunas miradas hacia el por los nuevos estudiantes entrando a la cafetería, eran ellos seguramente los que habían presenciado todo lo sucedido, Inco tenía el ceño fruncido.

— ¡Man!.

Escuchó a lo lejos a Damien.

En cuanto volteó a ver buscando la voz de su amigo, notó que Damien venía hacia su mesa con una mala mirada, no tan solo el, Liz iba a su lado con los brazos cruzados y el ceno fruncido, a este punto ya sabía que había sido Olivia la que compartió el problema con ellos dos.

Que por cierto, Olivia también venía pero iba muy detrás de ellos.

Inco cambia su expresión, poniendo una sonrisa forzada, casi rechinando sus dientes por la fuerza.

La dependencia es la necesidad de ayuda o asistencia para poder realizar las actividades de la vida cotidiana, como consecuencia de la pérdida de autonomía por parte de la persona dependiente ¡Olivia ya nos contó que pasó! — exclamaba Liz con un tono alto y molesta.

Al final tuvo que borrar su sonrisa fingida.

— No fue gran cosa, Liz.

— Man, lo que te hicieron estuvo muy mal, dibujar un pene en tu dibujo no estuvo bien, sobre todo en la clase del profesor Iadakan.

Inco suspira.

— No se qué decir, honestamente estaba motivado en terminar mi pintura pero pasó todo eso, lo único que quiero es irme a casa y descansar un poco.

Antes de recostar su cabeza contra la mesa, Olivia finalmente llega a la mesa donde estaban todos reunidos hablando con el chico quien sería un poco animado.

Aunque no levantara su cabeza, el humano desliza una gaseosa junto a una bolsa de papas al frente de la asiento de Olivia, tomándola por sorpresa recién llegando.

Olivia mira las cosas con el ceño fruncido a Inco.

— Es para ti... Gracias por ayudarme, Olivia.

Damien y Liz cruzaron sus miradas.

— ...No es nada — toma las pocas prohibiciones y se acerca al chico — Déjalos, que se jodan todos ellos y su pésimo arte que tienen.

— Bueno... Sus pinturas eran mejores que la mía — se rasca la cabeza — De casualidad, ¿Tú sabes quién es Mía?

Olivia frunce el ceño otra vez, mientras se metía un par de papas a la boca y mirar hacia otra parte de la cafetería.

— Mía es una chica con problemas de conducta Inco, me sorprende un poco que fuese ella la que hizo todo eso, tendré que hablar con Ben sobre eso.

Dice Liz, palabras las cuales alarmaron al humano, ¿Cómo una mujer podía ocasionar tantos problemas en el instituto? En todo esto, ¿Cómo es que ella seguía aún dentro de las paredes del instituto? No tenía idea de quién era ella.

Mucho menos se la había llegado a topar.

— Que mala suerte tuve hoy chicos, pero... — siente la mano de Damien sobre su hombro.

— Anímate, apenas llevas unos días aquí.

Tenía razón, darse por vencido no era una opción y sobre todo al estar empezando sus primeros días de clases, lo del dibujo debía ser algo que tenía que suceder, como dijo su maestro "hay muchas cosas que necesitas experimentar para estar preparado" debía hacer aún lado esos pensamientos negativos.

Aunque entrar a la clase del profesor Iadakan sería de ahora en adelante muy incomodo y estaba seguro que sería problemático si es que Mía está en esa clase, que aún estaba frustrado por querer saber quién era ella.

El ánimo del chico fue levantado gracias a la compañía en la mesa, aunque el caimán no hablara nada más que disfrutar de la pequeña merienda que Inco le había regalado. Su incomodidad y ansias habían sido borradas de su sistema emocional por el momento.

Muy en el fondo Inco sentía una rara sensación en su pecho, sus pensamientos eran básicamente en sus amistades, lleva casi una semana en el instituto y ya tiene amigo que lo están apoyando en todo momento.

Justo como su presentimiento le advirtió, Damien era el amigo que va estar dando el apoyo, Liz con la autoridad o la voz compresora para los oídos.

Y Olivia...

Pensando actualmente en ella, gira su cabeza unos grados viéndola con discreción, Olivia era una buena compañera de salón, pero hay cosas que el chico se cuestionaba un poco.

Al menos recordando lo conocida que era el caimán, el Sr. Iadakan en algún momento hablo sobre como se llevaba con ella, la directora con la extraña mirada que expreso delante de el en dirección.

El receso no tardaría en acabarse, por lo que el grupo de estudiantes empezarían a separarse tomando sus respectivas clases, Damien y Liz tendría una clase juntos quedando como los últimos periodos, los dos se despidieron de Olivia y de Inco.

Inco y Olivia volvían a quedarse solos en los últimos momentos del recreo, el caimán no dijo nada con respecto a ir a su clase, pero Inco si, el chico lanzaría una pregunta al caimán.

— ¿Qué clase te toca?.

La pregunta tomo por sorpresa al caimán, estando un poco distraída voltearía a ver a Inco al escuchar su pregunta.

— Historia... 

Inco sonríe pintando una ligera sonrisa.

— Que coincidencia, yo tengo la misma clase también — después de darle fin a su descanso, se levanta de su asiento — ¿Vamos juntos?.

Olivia con sus mejillas rojas y un ceño fruncido asiente a la pregunta de Inco, hay momentos en los que Inco no mide sus palabras tratando como un doble sentido, aunque el chico se veía tan distraído en ciertos puntos, más bien era ella la que las confundía constantemente.

Inco junto a su compañera de estudio salieron de la cafetería en su búsqueda a su nueva clase, a estas alturas el caimán ya era capaz de mantener una corta distancia de Inco a diferencia de antes que solo deseaba no estar cerca de el, era raro pensar que le caía bien su presencia aunque fuera engreído y curioso.

...

Otro día más dentro del instituto para Inco, esta vez llevándose consigo una nueva experiencia, aunque no tan buena en cierto modo pero gracias al consejo de su maestro, podía verla desde otra perspectiva. La ultima campana del día llegaron a los oídos de Inco, llevando en su espalda su mochila seguramente con cuadernos que deberá trabajar más adelante en casa.

A su lado iba la chica caimán conversando con el, la clase de historia era un largo periodo que recibían ese mismo día, un extraño suceso que los tendría a ambos muy juntos. Pero era solo por un rato pues la hora de salida por fin llegó para los estudiantes.

Olivia junto a Inco se detuvieron en medio del pequeño estacionamiento, sabiendo que ella se iría junto a Damien y Liz a casa.

— No puedo con esa clase, es muy aburrida.

— Al menos no te llevaste un regaño de ella, a mi me regaño solo por sacar mi teléfono y ver la hora — diría apenado frente al caimán.

— Viejo, literalmente tenías un reloj en frente de tu escritorio, ¿Por que usar el teléfono?.

— Honestamente no se como funciona esa hora y estoy seguro que hay más personas que pasan por lo mismo.

Olivia rueda sus ojos pero conservaba sobre sus labios una pequeña sonrisa burlona, antes de seguir con su platica a lo lejos de la entrada del estacionamiento ambos escucharon el ruido de la bocina de un auto, ya se conocía por ambos que se trataba de Liz, que a su lado lo acompañaba Damien, avisando de su llegada.

Inco por caballerosidad acompañaría al caimán hasta la entrada del auto, la puerta del asiento trasero fue abierta por el y con el mayor cuidado ayudo a Olivia a pasarla a su asiento, aunque lo único que hizo fue sostener su silla de ruedas evitando que se moviera en otra dirección, el caimán siempre usaba su cola de apoyo.

— Inco, ¿Por que no vienes con nosotros?.

— ¡Sí! Liz puede llevarte a tu casa man.

Inco pensó la pequeña propuesta de sus amigos.

— Gracias chicos de verdad... — desvía sus ojos — Pero me gusta caminar, suelo despejar mi mente.

Damien no parecía estar convencido a la respuesta que habia dicho Inco, pero de cierto punto lo entendía pues recordó lo que le había sucedido hoy en clase de Arte.

— Entiendo amigo, pero ya sabes, puedes venir con nosotros cuando gustes.

— Tiene razón, cuando quieres Inco aquí hay un espacio más para ti, cuídate — Liz se despide de Inco.

Inco hace un gesto con su mano, despidiéndose de sus amigos del asiento del frente del conductor, el auto comenzaría avanzar al frente del camino aunque antes de salir de su visión, en uno de los cristales del asiento trasero del auto se asomaría una chica de escamas verdes, supo de quien se trataba.

— ¡Adiós, gafas!.

Fue la voz rasposa de Olivia, de echo, fue la primera vez que escucha la voz del caimán tan animada, pensando un poco aun en el apodo, Inco expresa una enorme sonrisa, levantando su mano en manera de despedida hacia ella.

El fin de su día habia llegado, dándose la vuelta, Inco daría los primeros pasos tomando así su ruta a su casa, solo queriendo sentarse en la mesa para acabar sus deberes para poder descansar, aunque en todo eso, aun pensaba en esa sonrisa de la chica.

En verdad tenía buenos amigos, la mejor compañía. 

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