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7

"Impotencia".

Es como si todo pasara en cámara lenta.

Veo la sangre salir del lugar en el que impactó la bala, justo en la cabeza. Los hilos rojos se deslizan sobre la piel de su rostro como si fueran gotas de pintura adornando un lienzo, creando así una obra sangrienta.

El cuerpo del joven pierde el equilibrio y cae de espaldas hasta impactar contra el suelo, produciendo un sonido sordo en el aplastante silencio a mí alrededor, solo queda el eco. El piso, que antes era de un blanco brillante, ahora comienza a contar con pequeñas gotas de color carmesí que lentamente van creciendo hasta formar un charco.

Apenas logro respirar, es como si algo presionara mi pecho y me lo impidiera.

Siento una mano jalar de mi brazo, pero no puedo despegar mis ojos del cuerpo. Escucho gritos y una voz llamándome, todos muy lejanos opacados por un pitido. Mi mente está dividida en dos partes: la que no logra procesar nada, y la que de cierta forma lo entiende todo y que está aterrada por ello.

Apenas logro reaccionar cuando siento suaves palmadas en mi rostro y veo a mamá frente a mí.

—¿Estás escuchándome?

Quisiera hablar, pero todo lo que hago es ver hacia las personas que tratan de dirigirse hacia la salida, a los que los guardias obstaculizan el paso.

»¡Clare!

Reacciono, pestañeando varias veces. Observo a mamá directo a los ojos por unos segundos y finalmente decido hablar.

—¿Qué? —Es mi brillante respuesta. Pero es que no logro encontrar las palabras para formar una oración completa, me siento completamente desorientada. Mamá me toma por los hombros, sacudiéndome un poco.

—¡Debemos salir de aquí! —Frunzo el entrecejo y por fin logro escuchar todo el sonido que me rodea. Observo una vez más a mí alrededor y mi vista queda mucho más tiempo de lo que desearía sobre el cuerpo del ya fallecido, su rostro cada vez va volviéndose más pálido. Siento mi estómago revolverse y el miedo comenzar a emerger.

—El chico... —Niego con la cabeza. Mamá se coloca nuevamente en mi campo de visión y con una mano me sujeta del mentón, obligándome a verla de nuevo.

—El chico está muerto. —Recalca cada palabra—. Por lo cual debemos salir de aquí. —Toma mi mano y comenzamos a caminar en dirección a la salida.

Un montón de personas seencuentran queriendo hacer lo mismo, gritan, empujan, suplican, pero losguardias siguen impidiendo cualquier plan, permaneciendo firmes frente a lassalidas. Veo a mamá alzarse un poco sobre sus pies y buscar algo, por mi parte tratode sobrevivir a los empujones. Todo un desorden con el sonido de fondo delllanto de una mujer.

¿Lo peor?

Nadie la socorre. Nadie la ayuda.

La observo y hay tanto dolor en sus facciones, en sus ojos, en su cuerpo temblando mientras sostiene el del chico, manchándose así con la sangre. Supongo que es su madre. Tengo la intención de ir a ayudarla, una opresión en el pecho me lo exige, y olvidando por completo la mano de mamá sujetando la mía, doy un paso y ella tira de mí.

—¿Qué haces? ¡Ven! —Estira de mi brazo y la sigo, trastrabillando un poco por la fuerza con la que lo realiza. Nos dirige a la cocina y estamos a punto de llegar.

Pero la vida es tan jodida.

Dos guardias se percatan de lo que planeamos y se dirigen a nosotras con pasos rápidos. Y solo quiero saber, ¿cuántos guardias hay en este lugar? Pero también, ¿cómo saldremos de esta?

Mierda.

—Permanezcan aquí —dice uno de ellos, pero apresuramos el paso en lo que ellos logran interceptarnos.

—De ninguna manera. —La seguridad en la voz de mamá raramente no me calma porque, ¡sorpresa! Acabo de presenciar la muerte de alguien, no hay mucha calma en mi sistema.

—¿Y a donde irán?

—A nuestra recamara, como se ordenó en un principio. —Mamá intenta dar un paso, pero el hombre se lo impide, acercándose mucho más, y me sorprende que aún no tengamos balas en nuestros cráneos.

—Las acompañamos.

—No es necesario.

—Sí, lo es.

—De verdad que no. —Intentamos seguir, pero los hombres se colocan a nuestros costados y nos sostienen por los brazos.

—¿Qué...?

—Supongo que tendremos que usar otra estrategia, y creo que ya vieron una de ellas.

Me tenso. Siento la mano de mamá soltar mi brazo y tomar mi mano, entrelazando nuestros dedos. Da un suave apretón, como diciéndome: Todo estará bien.

La observo inhalar profundamente y asentir con lentitud hacia los hombres. Dejamos que nos guíen.

No entiendo exactamente qué pretenden, hasta que nos hacen caminar por los mismos pasillos que llevan a nuestra habitación. Pensé que mentían y que nos llevarían a un sitio horrible, pero no, realmente nos guían a nuestra habitación.

Claro, asegurándose de que no escapemos.

Abren la puerta y prácticamente nos empujan al interior.

—¡¿Ni siquiera un poco de caballerosidad?! —grita mamá. Se escucha que pasan el seguro y el semblante de mamá, que antes era pura furia, pasa a una mezcla de miedo y preocupación—. ¡No! ¡Abran la maldita puerta! —Da golpes a la misma con los puños, pero no responden. Mamá se detiene y acerca su oído a la puerta para intentar escuchar algo. Bufa.

—¿Qué sucede?

—Se fueron. —Suspira y coloca sus manos en su cintura, mirando el suelo, pensativa.

Paseo mi vista por la habitación. Tiene que haber alguna forma de escapar. Pero es inútil, todo estuvo fríamente calculado, no hay ventanas para hacerlo ni objetos que nos ayuden.

A paso rápido me dirijo al baño y cierro la puerta detrás de mí. Apoyo mis manos en el lavamanos y miro hacia la blanca porcelana de la que está hecho.

Trato de pensar con claridad, ignorando lo sucedido, solo buscando un modo de salvación porque ya es más que claro que el estar aquí no es seguro.

—¡Agh! —Golpeo con furia el lavamanos. Si tan solo nos hubiéramos dado cuenta.

Tenía razón al desconfiar. Pero tal vez debí de ver mejor las señales, Samantha y sus palabras, la cantidad de guardias, esas mujeres con el uniforme, la seguridad extrema, el traernos aquí de por sí ya me pareció sospechoso, pero no creí que sería algo similar a lo que acabamos de vivir y a lo que temo que nos espera. Jamás se hizo algo como esto, para pedir ayuda siempre la respuesta fue: Comuníquese con nosotros luego y dependiendo del caso le enviaremos una respuesta en uno días, cuídese.

Nunca la ayuda había llegado sin que la pidiéramos.

¿Para qué nos quieren?

El traernos aquí, ¿de quéles sirve?

Alto.

El traernos aquí...

Mañana traerán a más personas...

Harán una búsqueda...

Dant.

—¡Carajo!

Salgo del baño con pasos acelerados, llego hasta mamá y la veo junto a la puerta, intentando abrirla.

—Si encuentran a Dant, ¿ellos lo...? —Se separa de la puerta y me observa, desconcertada.

—¿Qué?

—No podemos irnos. —Frunce el ceño.

—¿De qué estás hablando?

—¿Recuerdas de lo que hablamos? ¿De Dant? —Me sigue observando sin entender—. ¿Lo recuerdas?

—Eh, sí, pero, ¿qué tiene que ver Dant con esto?

—Me dijiste que harían otro grupo de búsqueda y que ese grupo saldría mañana.

—Lo hice, sí. —La observo, expectante, pero no lo capta. Gruño.

—Si encuentran a Dant obviamente lo traerán aquí, y si lo traen aquí obviamente sufrirá todo esto.

—¿A qué quieres llegar? —pregunta, entendiendo poco a poco.

—Que si loencuentran lo matarán. —Abre los ojos de par en par, traga, desvía la miradapor unos segundos y vuelve a mí.

—Si es que no está muerto.

—Lo cual yo sé que no. —Veo algo borroso, así que pestañeo con rapidez.

—De acuerdo. En el caso de que lo encuentren, lo cual esperemos no lo hagan, ¿por qué dices que moriría?

—Hace menos de cinco minutos tú misma lo comprobaste, mamá. Si estamos aquí es por eso, nos quieren matar o hacernos algo peor que eso.

—No lo sabemos.

—¿De qué lado estás?

Se acerca y me observa con dulzura.

—Del tuyo, cariño. A lo que quiero llegar es a que no saquemos conclusiones apresuradas. —Suspira—. Sí, mataron al chico, pero no creo que sea eso lo que quieren hacer, aún así hay que salir de aquí y largarnos.

—No, hay que quedarnos, de cualquier forma no tenemos manera de escapar, y si observamos mejor el lugar tal vez encontremos un modo seguro de salir ya con Dant.

—Ay, Clare. —Se lleva ambas manos a la cabeza y vuelve a suspirar.

—Por favor. —Baja sus brazos y me observa, entrecerrando los ojos. Conozco esa mirada, es la mirada de: Voy a analizar toda esta idea tuya porque siempre son estupideces.

Larga definición, pero buena.

—Está bien. —Se endereza—. Lo haremos. —Sonrío y la abrazo.

—Gracias, gracias, gracias —susurro.

La abrazo fuerte, con amor, con temor y angustia, tal vez con miles de dudas, pero aún así lo hago, porque sé que, a pesar de todo, encontraré un consuelo en sus brazos. Y con todo lo que está sucediendo no tengo idea de lo que depara el futuro, además de que sé que este suele ser una mierda.

Me doy un baño con la idea de relajar un poco mis músculos, además de que estoy sucia. Levanto el rostro y siento las gotas deslizarse sobre mi piel, y el recuerdo de aquel cuerpo vuelve. Cuando era pequeña siempre pensé en lo genial que sería ver a alguien disparar un arma, pero lo que vi hoy no tuvo ninguna pizca de genialidad. Paso mis manos por mi rostro y observo el piso.

Si logramos salir, ¿qué sigue?

Nos quedaremos aquí en caso de que encuentren a Dant y que lo traigan aquí, pero al salir, ¿cuál sería nuestro próximo paso? No es seguro que encontremos un lugar en donde estemos a salvo, además de que la comida no se encuentra en cualquier parte. Dios, esto es como The Walking Dead.

Al salir veo a mamá ya acostada, observando el techo. Son más de las nueve de la noche, lo que ya es tarde para ella, si sigue despierta debe ser por una razón muy fuerte, y no es para menos. Me acuesto y me dispongo a observar también el techo, pero luego de unos minutos cierro los ojos y espero a que me llegue el sueño, lo cual creo será difícil.

***

¿Por qué tienen esa obsesión de interrumpir mis sueños?

Es casi media noche y despierto a causa del fuerte sonido de un rayo, les tengo terror. Me cubro la cabeza con la manta y vuelvo a cerrar los ojos, pero afuera se escucha el eco de pisadas, demasiadas, no les presto atención porque realmente estoy logrando descansar un poco.

Hasta que inician los gritos.

De a poco voy despabilándome, me incorporo, restregándome los ojos, veo hacia mamá y ella se encuentra observando la puerta con fijeza, hago lo mismo justo en el momento en el que se escucha el sonido de unas llaves y, unos segundos después, para. Se instala el silencio, ya ni siquiera están los gritos.

Mamá se incorpora y se lleva un dedo a los labios, pidiéndome silencio. Se dirige a la puerta, cautelosa. Al estar a unos pasos de llegar a ella, la puerta es abierta bruscamente, justo en el momento en el que se escucha un fuerte trueno. Me sobresalto, mirando al techo, pero rápidamente me recupero y observo la entrada. Tres guardias ingresan a la habitación.

No comprendo y me incorporo, colocándome mis zapatos, que por suerte no tienen cordones y son sencillos de colocar.

Observo a los guardias y luego a mamá quien está rígida, impactada al igual que yo.

¿Qué hacen aquí?

Se escuchan unos pasos pausados, los guardias hacen espacio y detrás de ellos ingresa un hombre que parece joven por su contextura. Observa a mamá con desinterés, luego pasea su vista por la habitación y la detiene al dejarla clavada en mí.

Inhalo, temblorosa.

Tiene el rostro cubierto por el mismo pasamontañas que los demás guardias, pero logro ver sus ojos que en ningún momento dejan los míos, su mirada quema.

El color de sus ojos es de un gris demasiado llamativo, rodeados por espesas pestañas. Sus cejas oscuras se arquean en un gesto de evaluación.

Estoy completamente embelesada hasta que veo que levanta una de sus manos, realiza un gesto hacia uno de los guardias y este se acerca a mí, dando grandes zancadas.

—No... ¿Qué hacen? —Escucho decir a mamá, pero el hombre no se detiene. Ella intenta acercarse y otro de ellos la toma por ambos brazos, impidiéndolo—. ¡No! ¡Clare!

Retrocedo varios pasos hasta que mi espalda da contra la pared. No hay escapatoria.

Toma con brusquedad mismuñecas y coloca unas esposas en ellas, de una manera muy ágil y rápida que nisiquiera me da tiempo de intentar impedirlo.

¿Qué carajos?

Estira de mi brazo, obligándome a caminar.

—¿Qué hacen? ¡¿A dónde me llevan?! —exijo saber, pero lo único que consigo como respuesta es otro jalón.

—¡No! ¡Déjenla!

Pero no se detienen.

—¡Por favor, no!

Logran sacarme de la habitación. Mi vista se vuelve borrosa y siento un nudo en la garganta. Intento, como si fuese posible, enterrar mis pies en el suelo, pero claro que no lo consigo. Mamá procura liberarse, pero la sujetan con mayor fuerza.

—¡¡¡Clare!!! —Su grito rompe mi interior, porque dentro de aquelgrito desgarrador se encuentra un: No te dejaré ir.

Y sé que es así. Ella haría cualquier cosa por mí, y de igual forma, yo por ella.

El guardia que la sostiene pierde la paciencia, se gira hacia ella y le da una cachetada. Dejo de gritar y siento mi estomago encogerse.

El golpe fue tan fuerte que veo cómo mamá se tambalea y cae al suelo sobre sus manos. El hombre sale de la habitación, muy conforme por su acción atroz, siguiéndonos.

Siento crecer el nudo en la garganta, trago. La rabia se apodera de mí y lágrimas de impotencia recorren mi rostro. El hombre llega hasta nosotros rápidamente, aprovecho y le escupo justo en los ojos.

—Puta mierda. —Se limpia con su antebrazo, me observa con furia y da un paso hacia mí, pero ojos grises, como decido llamarlo, se interpone, colocándole una mano en el pecho.

—Lo que sea que estés pensando en hacer es mejor que lo olvides.

—¿Y por qué? Es una maldita perra.

—Al igual que tú. —No sé cómo logro la seguridad en mi voz. Me observa, furioso, e intenta acercarse, pero el otro es más rápido.

—Porque la necesitamos viva.

¿Qué?

Se observan por unos segundos hasta que el imbécil gruñe, resignado, y se adelanta. Ojos grises continúa con el camino que trazan para llevarme a no sé dónde, al frente, y el que me sujeta tira de mí para que vuelva a caminar, es como si fuera una prisionera, tal vez lo sea. Ya no me resisto, es inútil.

Miro sobre mi hombro y veo a mamá tratando de incorporarse. Duele.

Bajamos las escaleras y nos detenemos en el último piso frente a una puerta de madera.

¿Qué tiene de especial?

Al abrirla obtengo mi respuesta.

Detrás de la simple puerta de madera, hay otra, pero de hierro.

La abren y el que me sostiene me lanza sin piedad dentro de esta. Caigo al suelo, consiguiendo raspones en mis manos y rodillas. Trato de incorporarme, pero veo a uno de ellos acercarse, es el de ojos grises. No me muevo, no por miedo, sino por la repulsión que me da el tenerlo cerca. Lo observo con asco, él se arrodilla sobre una pierna, toma mis muñecas y me quita las esposas, al instante en el que lo hace me arrastro para quedar más lejos.

Vuelve a la salida, se giray lentamente va cerrando la puerta. Observo por unos segundos más sus ojos, loscuales están posados en mí como diciendo: Ahí te ves.

Y hay una sensación de impotencia al ver esa puerta cerrarse por completo.

No podré hacer nada si encuentran a Dant.

No podremos escapar.

Golpearon a mamá.

Y no pude hacer nada.

Lo que conseguí hacer no fue suficiente, no logré impedir nada.

Debí hacer más.

Paso el dorso de mi mano por mi nariz y sorbo, mientras que con mi camisa limpio mis lágrimas.

Estoy cansada de la basura humana y sé que nunca dejará de abundar.

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¡Holiwi!

(La manera en la que saludo me da risa, es como diciendo: soy muy dulce, no sufrirán con esta historia, pero si lo harán)

Te agradezco muchísimo si has llegado hasta aquí dándole así una oportunidad a esta historia. Te agradecería más si me regalas tu votito y compartes esta historia para que otras personas también la lean.

Y, por supuesto, los comentarios también son bienvenidos.

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¡Muak!

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