Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

6

"El sentir".

Nos mantenemos conversando por varias horas, es agradable ya que con él puedo abarcar cualquier tema sin ningún problema, es un hombre muy culto pero que no se cree superior por ello.

—¿Y tus padres?

—Bueno, mamá de seguro ya habrá despertado de su siesta de belleza. —Río un poco.

—¿Y tu papá?

Aclaro mi garganta, algo nerviosa.

—Él murió cuando era pequeña.

—Oh. —Me observa sin decir nada, luciendo avergonzado—. Lo siento.

—Tranquilo. —Me apresuro en decir—. Ni siquiera lo conocí. —Busco en mi mente cualquier tema para desviar la conversación—. ¿Y usted? ¿Tiene familiares aquí? —Eso parece lograr mi objetivo, porque de inmediato su semblante cambia por una distante, luce como si hubiese ingresado en un estilo de trance—. Robert. —Lo llamo, él sacude su cabeza, pero sigue sin observarme. No insisto y busco otra cosa de la que podamos hablar. Juego con mis dedos, soy pésima en esto—. Estaba leyendo un...

—Están muertas. —Pestañeo varias veces, desconcertada—. Mi familia.

Lo observo buscando algún indicio de broma, pero solo logro ver nostalgia. Trago.

No lo digas.

No lo digas.

—¿Cómo? —¡Rayos! —. Bueno, solo si usted quiere, no es que... Olvídelo, yo-

—Mi esposa estaba embarazada de cinco meses. —Me interrumpe, deteniendo mi balbuceo y lo observo, atenta—. Iba a ser una niña. —Sonríe con nostalgia—. Ya teníamos lista la habitación para ella decorada con dibujos de mariposas, peluches, no tan cerca de la cuna porque le podrían dar alergia, y una hermosa cuna junto a su armario. Con el dinero que ahorramos conseguimos un poco más, no sabíamos que nombre le pondríamos, a mí me daba igual con tal de tenerlas a las dos conmigo. —Se detiene, tomando una respiración profunda para poder continuar—. Un día ella estaba en la cocina y yo estaba en la sala viendo un programa, cuando la veo venir hacia mí y decirme que faltaban algunos ingredientes, me anotó en un papel lo que quería, me dio un beso y me dijo que me amaba. —Agacha la cabeza, observa sus manos y las aprieta hasta formar puños—. Fui al supermercado y al volver...ella... —Traga y se mantiene quieto con la mirada perdida—. Estaba muerta.

Atajo mi respiración al mismo tiempo en que me cubro la boca con una mano.

—Estaba tirada en el suelo, sangre la rodeaba y su cabello le tapaba su hermoso rostro, me acerqué rápidamente, tirando las cosas que traía, y me arrodillé junto a su cuerpo, la tomé entre mis brazos, quite el cabello de su rostro y observé sus ojos, esos ojos que desde la primera vez que los vi desbordaban de alegría, de amor... En ese momento estaban perdidas en el vacío, distantes... —Frunce las cejas, recordando—. Su cuerpo seguía tibio, pasé una mano por su rostro y luego miré hacia abajo... —La voz le falla y aclara su garganta—. La sangre brotaba de su estómago, manchando su blusa blanca, esa que tanto le gustaba. La habían disparado, no una, sino dos veces. Lloré hasta prácticamente quedarme deshidratado... y supliqué que volviera a mí hasta quedarme sin voz. —Seco una lágrima que resbala por mi mejilla y veo como sus ojos se encuentran enrojecidos y una vena se le marca en la frente, está conteniéndose—. No solo se llevaron a la mujer que más amé en toda mi maldita vida, se llevaron a mi familia, a mi futuro, a mi felicidad. —Cierra los ojos con fuerza y lágrimas caen, los vuelve a abrir y me observa, su mirada llena de dolor—. No hay nada más odioso que fallar en proteger a los que amas.

Las lágrimas siguen rodando por sus mejillas, me acerco y, con un poco de cautela, paso mis brazos alrededor de sus hombros en un intento de abrazo. Siento como su cuerpo tiembla por los sollozos. Apenas lo conozco, pero es imposible que semejante relato no te rompa el corazón en mil pedazos, ver su mirada, su dolor.

—Tranquilo... —susurro, mientras froto una mano por su espalda.

Pasan minutos hasta que siento como su cuerpo deja de temblar y su respiración se regula. Me separo y lo observo, esperando alguna reacción suya.

—Su hermano no fue al entierro, ella era la menor, sus padres ya habían muerto. Llegué a casa y comencé a tirarlo todo, estaba devastado e indignado —dice, apretando la quijada.

—Pero... —Sorbo mi nariz y limpio mis lágrimas—. ¿Quién lo hizo? —La voz me tiembla un poco, pero se logra entender.

—Un hombre que se había fugado de la cárcel, buscaba dinero y, al ver que no teníamos, la mató sin ningún motivo ni piedad, como si su vida no valiera nada. Di aviso a las autoridades, pero el día que lo encontraron el muy cobarde prefirió volarse los sesos antes de volver a pisar una cárcel. —Carajo. Esto es duro hasta para mí. Aprieto los dientes—. Unos dos meses después, su hermano llegó a mi casa culpándome de su muerte, diciendo que eso del fugitivo fueron puras chorradas que me había inventado, y por mi parte le reclamé el no haber ido a su entierro. Él solo esquivó todo declarando que me hundiría en la cárcel. En ningún momento se arrepintió de no asistir a su funeral.

—¿Qué? Pero tú no hiciste nada, fue mentira —digo, disgustada—. Qué pedazo de imbécil.

—Cierto. —Asiente—. Su familia nunca aceptó lo nuestro después de todo, no querían que su apellido fuera a mancharse al yo casarme con su hija, además de que decían que solo era un interesado.

—Lo que tampoco era cierto. —Niega con la cabeza.

—Cuando la conocí ni siquiera sabía su apellido ni de sus millones.

—¿Y qué pasó? —pregunto, llena de intriga.

Suspira.

—Fuimos a juicio, me acusaron de violencia intrafamiliar, feminicidio e incluso de manipulación.

—¡¿Qué?! —digo, en casi un grito. Hasta a mí me toma desprevenida esa reacción, así que aclaro mi garganta y vuelvo a hablar—. Pero de seguro tenías un abogado que te ayudaba, o no sé, un familiar... —digo, haciendo gestos con las manos. Ya me parezco a Eli.

—Debes de saber que la injusticia y la comida no se las dan a cualquiera en momentos de guerra.

Frunzo el ceño.

—¿Qué quieres decir? —Me observa.

—La injusticia es dada a aquellos sin recursos, a los inocentes, a los desamparados. La comida es dada a aquellos con dinero, con poder. —Se encoge de hombros—. Un hombre como yo con un abogado principiante que apenas podía pagar no ayudaba mucho que digamos.

—Es una buena metáfora.

—Es la verdad. —Observa al frente, viendo a los pajaritos volar.

—Pero, ¿cómo demostraste tu inocencia?

Inclino un poco el rostro, observándolo atentamente.

—Después de varios meses en los que no me di por vencido, recurrí a varios abogados, tuve que hacer préstamos, y por suerte cuento con buenos amigos, ellos me ayudaron.

Me sumerjo tanto en su historia que hasta siento la sangre hervirme, como si la injusticia hubiese sido hacia mi persona. Es indignante cómo algunos sacan provecho de una situación tan delicada para hacer sentir mal a otros.

—Pero tranquila. —Coloca una mano sobre mi hombro—. Ya todo pasó, y sinceramente no les guardo tanto rencor, hago el intento. Porque no sirve de nada.

—¿Cómo puedes no hacerlo? —Le recrimino—. Yo misma estoy llena de ganas de darle un buen puntapié a ese imbécil en este preciso instante.

Sonríe un poco.

—No he dicho que yo no quiera hacerlo, pero no se puede pasar la vida odiando a quien te hizo daño alguna vez, eso no es vida, es estancarse en el pasado.

Da un apretón en mi hombro y retira su mano.

—Comprendo. —Asiento sin ganas.

—Bueno, creo que se hace tarde. —Suelta un largo suspiro, colocando ambas manos sobre sus piernas—. Buenas noches, Clare. —Se incorpora y se dirige a la salida, como si todo lo que me acaba de contar hace apenas unos minutos en realidad no fuese nada que lo marcara.

—Robert. —Lo llamo y se detiene, quedando de espaldas—. Gracias. —Le sonrío aunque no pueda verme—. Por confiar en mí, no es fácil... hablar de algo así. —Me observa por encima de su hombro, asiente con una sonrisa y se retira.

Observo cómo desaparece en el interior del edificio y, un rato después, vuelvo mi rostro hacia el frente.

Si tan solo yo fuera así de fuerte.

Por un momento había olvidado lo de la pared en la habitación.

Por un momento había olvidado la desaparición de Dant.

Por un momento había olvidado todo, centrándome en escucharlo. Y se sintió bien, se sintió bien ser el hombro en el cual se apoyara.

Se siente bien ayudar a otros y consolarlos si es necesario.

Cierro mis ojos y respiro profundamente, relajándome por unos segundos.

***

Siento algo sacudirme levemente, abro los ojos y me encuentro con la mirada preocupada de mamá.

—Dios, Clare, me asustaste. —Se lleva una mano al pecho—. No te encontré en la habitación y te busqué por todas partes, por suerte me habías hablado de este sitio. —Suspira y me observa enfadada—. ¿Y si no estabas aquí? ¿Y si te habían secuestrado? ¿Y si en estos momentos traficaban tus órganos? —Suelto un bufido.

Sobreprotectora. Ninguna palabra describe mejor a mamá.

—Tranquila, estoy bien —digo, incorporándome en la banca. Me quedé dormida en ella sin percatarme, simplemente me recosté con la idea de ver el atardecer o algo así—. ¿Qué sucede? —inquiero al ver su semblante, frotándome los ojos.

—¿Qué sucede? ¡¿Qué sucede?! —dice, exasperada—. Clare, son casi las ocho de la noche. —Con un dedo señala su muñeca, como si tuviera un reloj en él—. ¡Por poco te quedas sin cenar!

Ah caray.

Estiro mis brazos, bostezando, mientras la veo dirigirse a la entrada dando zancadas. Río y la sigo.

Aún siento los ojos adormilados por lo que, al llegara la entrada, me doy de bruces contra la pared, golpeándome la nariz. Parpadeoy abro los ojos, sobresaltada. No estaba allí hace unos segundos, la puertaestaba allí. Lo fulmino con la mirada y sigo mi camino.

Maldita pared movediza.

Llego al interior del gran salón y busco a mamá con la mirada, la encuentro y me dirijo hacia ella para sentarme a su lado.

—¿No buscaremos la cena? —pregunto, pasándome una mano por mi cuello.

Nota mental: no dormir en una banca, a menos que no tenga dónde.

—Por esto es que quería encontrarte también. Darán un anuncio dentro de...

—Su atención por favor. —La voz de un hombre hace presencia en el lugar, interrumpiendo la de mamá—. Aún no me he presentado, soy Richard Jonhson, el director de este refugio. —Sus pasos sobresalen en medio del gran silencio que se ha formado, al mismo tiempo que la voz de ese hombre se acerca—. Espero que seamos muy buenos amigos todos y... —Veo una sombra aparecer por la entrada—, colaboremos. —Lo observo ingresar por la puerta. Con su sola presencia parece intimidar a algunos, y mentiría si dijera que a mí no. Es alto, lleva el pelo negro bien peinado hacia atrás, tiene algunas canas, un poco robusto, de tez trigueña y unos ojos azules muy llamativos—. Veo rostros nuevos —dice con fingido entusiasmo, puedo notarlo. Señala a algunos, a otros los saluda y ellos simplemente le ofrecen una sonrisa forzada. Se detiene frente a un hombre de no más de cuarenta años, posa una mano en su hombro—. Hola, amigo, ¿cómo te llamas?

—Henry, señor. —Richard asiente y continúa con su caminata.

—¡Olivia! Amiga mía, ¿cómo estás? —Saluda a una mujer, esta le sonríe y responde con amabilidad. No logro escucharlosporque llevo mi vista a los guardias, algunos hablan por sus radios, otrossalen al exterior y otros se acercan más a la multitud de personas.

Algo anda mal.

Me giro hacia mamá, tomándola por el brazo para así captar su atención.

—¿Qué? —susurra.

—Esto no me gusta, mira a los guardias —respondo también en un susurro y ella lo hace.

—¿Qué tienen?

—¿No te parecen sospechosos?

—Ay, Clare, solo hacen su trabajo —dice, como si fuera lo obvio. Y no lo es.

Vuelve a mirar al frente, no insisto pero sigo observando. Una fuerte brisa ingresa por las puertas y ventanas, se logran ver los arboles moverse con la fuerte ráfaga de viento.

—Uy, al parecer se acerca una tormenta —dice Richard, de espaldas, ya cerca de la salida. Se acerca a uno de los guardias y lo reconozco, es el que conversaba por la mañana con Samantha. Abro mucho los ojos, alerta. Richard se gira hacia nosotros—. ¿Qué tal si van a sus recamaras? —Se gira para dar su salida, cuando una voz lo detiene.

—¿Y la cena? —pregunta el mismo hombre de hace un rato, Henry. Ahora lo recuerdo, él había llegado en nuestro grupo junto con su esposa e hijos.

—Se los llevarán a sus recamaras —contesta, haciendo un gesto con la mano para sacarle importancia.

—Lo siento, pero mis hijos ya tiene hambre y... —No termina la frase porque un guardia, que se encuentra detrás de él, se acerca y lo golpea en la nuca. Me sobresalto, presenciando cómo el hombre cae al suelo.

Las personas se levantan de sus asientos, asustados. Mamá me toma del antebrazo y nos levanta a ambas.

— ¡A sus recamaras! —grita Richard.

Y luego todo pasa muy rápido.

Un joven, que se encuentra en la misma mesa en donde el guardia atacó, intenta darle un golpe al mismo, este lo esquiva con facilidad, dándole luego un golpe en el rostro que lo desestabiliza y lo tira al suelo. El joven se incorpora, con la idea de atacarlo nuevamente, pero el guardia es más rápido y, en el momento en el que el joven está a pasos de llegar a él, sus movimientos son rápidos y...

Dispara.

---------------

Bueno... ¿quién tiene hambre?

Gracias por seguir aquí leyendome *beso, beso*

¡Muak!

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro