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32

"El cambio que lleva al inicio".

El pitido continúa, no se detiene hasta que alguien ingresa de nuevo a la habitación y desconecta la máquina. No aparto mis ojos de su rostro, sus parpados están cerrados, pálidos, sus mejillas, que aún cuentan con ciertos rasguños en proceso de sanación, o de sus cabellos algo alborotados.

Llevo una mano hasta la suya, fría.

Las lágrimas amenazan con volver a salir, pero no lo hacen, las retengo. No son necesarias.

Ya no necesita de esa máquina, ya no. No cuando puede respirar por sí misma. La enfermera sale de la habitación con sigilo, dejándonos solas.

—No... —Con una mano acerco un poco más mi asiento hasta la cama—. No, no, no...

Sus pestañas se agitan para luego dejarme ver esos ojos llenos de inocencia, los deja clavados en el techo y luego los va descendiendo hasta llegar a mí.

Después de días en recuperación, al fin podemos decir que se encuentra en un estado estable, el doctor que la atendió explicó un montón de cosas en su jerga médica que no entendí bien, pero logré descifrar que la desnutrición con la que contaba era grave, las heridas en sus muñecas, brazos y piernas sanarían rápido, y la mejora se puede notar ahora. Pero, claro, los traumas que ha ido acumulando la opacan mucho más, así que me he comprometido a tratar con ellos, a ayudarla junto a personas especializadas en el tema.

—Shh... —Llevo una mano hasta su cabello en donde dejo suaves caricias—. Todo está bien.

Por lo menos ahora esas palabras son algo ciertas.

Ha pasado más de una semana desde aquel día. Gran parte del final me es algo difuso, y prefiero que permanezca de esa forma. Gracias a Robert fue que Grace pudo llegar junto al equipo y mandar la ayuda, estos llegaron justo cuando comenzaba a perder la esperanza luego de haber asesinado a otros más que se acercaban a nosotros mientras seguía perdida por el impacto de todo, ni siquiera sé de dónde saqué las fuerzas para alzar el arma. No podía más, creo que, por lo desestabilizada que me encontraba, es que no puedo recordar con exactitud en cuánto tiempo llegamos al lugar ni qué sucedió en el trascurso.

Solo podía... sujetar su mano. Solo estaba para él.

—Clare. —Me llama Grace y salgo de mis pensamientos. Ella aparta la mirada y con una mano juega con la tela de la manta que la cubre.

—¿Sí?

—Tengo sed. —Termina por decir, como si se tratara de algo malo.

Sonrío con dulzura y me inclino hacia un costado para tomar el vaso de vidrio con el líquido transparente, luego me siento en la cama para un mejor alcance y así la ayudo a beberlo.

—Sabes que no molestas, Grace.

Alza un poco los ojos hasta los míos, encogiéndose de hombros. La observo tomar y dejar el vaso casi vacío, su mirada recorre la habitación, somos las únicas aquí a petición mía, no quería que lo primero que viera al despertar fuese a un montón de personas que le soltarían el mismo discurso sobre su tratamiento, solo lograrían agobiarla. Y creo que hice bien.

—¿Es seguro aquí? —inquiere con cierto temor. Asiento con una dulce sonrisa—. Está muy limpio. —Frunzo el ceño ante eso, me observa de nuevo, haciendo una mueca—. Es raro estar en un lugar así.

Eso me lastima.

No debe tener esa idea errónea de que es raro o desconocido, porque siempre debió de haber vivido algo así. Eso me recuerda cierta cosa que debo decirle.

Coloco de nuevo mi mano sobre la suya mientras dejo el vaso en su lugar.

—¿Cómo te sientes? —Desvío el tema.

—Muy bien. —Asiente con una sonrisa llena de ilusión—. ¿Qué me pasó exactamente?

Le platico todo con suma paciencia, utilizando palabras que ella logre entender, a veces arruga el rostro así que me esmero en buscar otra forma en la que lo entienda, y más el cómo será su modo de alimentación y cuidados en adelante. Al final ella asiente con la mirada perdida, quiero decirle tantas cosas para mejorarle el ánimo, por más que parezca un reto total, pero ante cualquier idea ella actúa primero, toma la manta, se echa en la cama y se tapa por completo.

—Grace —pronuncio con delicadeza, ella agita su cabeza de forma negativa—. Grace, por favor. —Tomo su hombro y la hago girar, sus ojos cristalizados me observan con molestia, no la había visto así antes.

Alejo mi mano, ella permanece así unos segundos más, observándome, y tras mi silencio, vuelve a girarse. Es algo incómoda la situación porque, como dije, jamás la había visto así, y no quiero pensar lo que pasará cuando le diga lo que tengo que decirle. Alto, ya lo estoy pensando.

Debo hacerlo, ya no quiero esperar y que este peso siga yendo en aumento sobre mis hombros. Lo hago, lo suelto todo de forma rápida sin ser consciente de que, a medida que voy soltándolo, ella cambia, y veo que no fue una buena idea, el disgusto en su semblante me rompe.

—¡¿Por qué no me lo dijiste?! —vocifera con rabia, sus ojos me observan con enojo, coraje. La manta queda algo arrugada por las patadas que comienza a dar.

—¡No podía, tenía miedo! —Gruñe en medio de un grito—. ¡Grace, por favor, escúchame!

—¡Eres la peor! ¡¿Cómo pudiste?! —Me empuja con las pocas fuerzas con las que cuenta cuando intento acercarme—. ¡Estamos hablando de los que me criaron, tal vez no de la mejor forma, pero no era tu derecho saberlo!

—¡Fue un accidente! ¡Escúchame!

—¡Vete! —Otro empujón.

—¡Grace!

—¡Te odio!

No.

—Grace... —digo en apenas un susurro.

Su rechazo y su forma de ser tan distante, a pesar de tenerla tan cerca, hacen que sienta una gran opresión en el pecho y un nudo en la garganta.

—No quiero —suelta en un hilo de voz.

Toma de mala gana la manta, se acuesta y vuelve a cubrirse por completo.

—Por favor... —Vuelvo a intentar.

—No quiero hablar, Clare, ¿es tan difícil de entender?

Pasan unos segundos en los que permanezco en silencio, respetando su decisión, pero luego me carcomen los pequeños sollozos de su parte, me inclino un poco para verla e intentar de nuevo entablar una conversación pacífica, pero en ese momento tocan la puerta. Grace ni siquiera se inmuta por el ruido, continúa en la misma posición.

Solo abro un poco la puerta cuando Asher empuja la misma para ingresar por completo a la habitación. Alza los brazos al aire con una gran sonrisa.

—¡¿Dónde está la nueva del equipo?! —Por curiosidad guío mi mirada hasta ella. No se mueve, no dice nada, ningún gesto, nada. Asher me observa con confusión—. ¿Ella está...? —Señala a Grace con un dedo.

—Bien. Algo cansada, es todo. —Sonrío como puedo y le hago una seña para que vaya directo al tema por el que vino, sé que sus palabras del inicio solo eran una previa.

—Samantha requiere de tu presencia en el salón de reuniones. —Enarco una ceja—. Desconozco el motivo, solo me dijo que te venga a buscar y ya.

Suelto un bufido y vuelvo a observar a Grace, ella se encoge mucho más, como si sintiera mi mirada. Cierro la puerta con delicadeza y dejo que él me dirija.

—¿De verdad está bien? —pregunta una vez estamos alejados de la habitación. Me detengo en seco y por consecuencia hace lo mismo.

—¿Y no crees que esa es una pregunta estúpida? —Hace una mueca por mi forma tosca de decirlo—. No estoy de humor —digo cuando volvemos a caminar.

—Lo noto, y no te culpo, es muy difícil, pero ya todo está mejor, ¿no? —Me da un empujón con el hombro y sonrío un poco—. Pudiste sobrevivir a todo, ¿y gracias a quién? —Se señala con ambos dedos índices—. ¡A este genio!

—Sí, el genio a quien vencí en una pelea.

—Es que la fuerza no siempre es parte de una mente brillante, ¿sabes?

Llegamos a la puerta que lleva a las largas escaleras, desde esta puedo ver a varias personas llegando e ingresando al salón, reconozco la cabellera algo canosa de Robert.

Al ingresar, lo primero que noto es la presencia de una gran mesa de cristal en el centro y varias sillas giratorias alrededor de esta, algunas utilizadas por Eliza, Steve, Samantha y Robert, este último luce mucho más tranquilo que los demás. Así es como sobran tres sillas, ¿falta alguien más?

Nos dirigimos hacia ellos y ocupamos nuestros respectivos asientos. Asher, ante el silencio, comienza a silbar, pero no dura tanto ya que un momento después Samantha alza su vista de los papeles, cuenta con el brazo izquierdo enyesado, pero eso no la ha impedido en estar al tanto de todo y movilizar varios equipos de rescate en busca de las personas que faltan encontrar y ayudar.

—Como ya saben, hubieron muchos sucesos malos y buenos en estas semanas, victorias, derrotas y... —Me observa—, pérdidas.

Juego con mis dedos y espero a que continúe.

—Dime que esta reunión es más para ponernos al tanto de cosas buenas que malas —habla Steve.

—Depende de cómo las tomen. —Se encoge de hombros y él suelta un bufido—. También es para aclarar varios puntos, pero esas quedarán para lo último.

—Empieza ya, mamá —pide Eli con impaciencia, pero sin perder ese tono dulce que utiliza con ella.

Samantha vuelve a los papeles, los inspecciona un poco más y los deja. Hace girar su silla y con un control remoto, pero algo más pequeño, hace que en el cristal que se encuentra detrás de ella se distinga un punto fino de luz, este se extiende con rapidez hasta producir una luz algo cegadora, para luego hacer aparecer unas imágenes, todos prestamos atención a lo que ella dirá. La primera es de aquel lugar ya nada limpio por lo destruido que quedó, pasa a la siguiente y esta es de unas personas con unos trajes especiales de un color blanco, si no me equivoco se utilizan en el laboratorio para las pruebas de alto riesgo, estos toman muestras de algunas cosas y en la siguiente imagen uno de ellos está situado al lado de un contenedor enorme con el líquido celeste, el suero.

—Como ven, hemos analizado el lugar, hecho ciertas pruebas y recolectado todo el suero que hemos podido encontrar...

—¿O sea que no es todo? —La interrumpo.

—No. Fue el suero el que provocó las explosiones, es por eso que ahora se encuentra resguardado aquí bajo máxima seguridad.

Eso no me calma en lo absoluto, esas cosas siguen con vida, por así decirlo, y bajo el techo del mismo lugar en donde nos encontramos.

Pasa a la siguiente imagen, en esta se ve varias camillas con cuerpos sin vida cubiertos por una manta de color blanco con ciertas manchas rojas, estas provocadas por la sangre.

—Perdimos a varios del equipo, esta tarde daré unas palabras sobre ello. —Suspira con pesadez—. Supongo que estos días libres bastaron para calmarnos un poco.

Todos nos miramos, el pensamiento que cruza por nuestras mentes es una muy distinta a la suya. Es más que notable que nos tomará tiempo reponernos de tan gran golpe, mucho más a los que perdieron a sus seres queridos, aunque no los he visto enojados ni reprochando, en realidad los he visto acercarse y agradecer la oportunidad de realizar tal acción y que aquellos bajo tierra serán eternamente recordados. Y, si alguno algún día dice olvidarlos, yo se los recordaré, además de que uno de los míos ha...

—Y ni hablar de la perdida de armamentos —prosigue Samantha, interrumpiendo mis pensamientos.

—Aprovecho para informarte que ya he dado la orden de la obtención de estos. —La interrumpe Steve.

—¿Fecha?

—En el trascurso de la siguiente semana.

—Perfecto.

El peligro en la ciudad, la mayor parte, ha acabado, pero aún hay varias allá afuera u otras aquí que desconocemos, me tranquiliza un poco saber que ya hay un equipo en busca de estas amenazas. Es por eso que debemos seguir listos con armamento, entrenamiento y estrategias.

Sería bueno decir que de verdad somos libres, pero no es así. Jamás será así.

Me percato de que no estoy prestando atención a las demás imágenes siendo presentadas por el empujón que recibo de parte de Asher. Pestañeo varias veces y lo observo, él hace un gesto hacia el frente donde Samantha me observa con atención. No, todos me observan con atención.

—¿Qué?

—No nos has contado con lujo de detalles... —Se aclara la garganta—, cómo pasó.

Trago. Coloco mis manos sobre el cristal de la mesa y estrujo mis dedos mientras intento encontrar las palabras indicadas para iniciar.

—Bueno...

El sonido de la puerta al abrirse me avisa de que alguien más ingresa al salón, tarda unos segundos en escucharse cómo se cierra y luego unos pasos.

—Perdón por el retraso —formula, y de inmediato mis ojos se alzan hasta encontrarme con los suyos, estos clavados en la mujer en la punta de la mesa.

—Toma asiento —dice ella y obedece—. Justo Clare estaba a punto de narrar cómo sucedieron ciertas cosas aquella noche.

En el momento en el que dice mi nombre Eiden alza sus ojos para observarme, vuelvo a tragar y desvío la mirada.

—Puede esperar. —Samantha me observa con una mezcla de molestia e intriga—. No recuerdo con exactitudes algunas cosas y... —Lo observo de nuevo—, sería mejor esperar.

Robert intercambia una mirada con Asher y este se encoge de hombros. Steve bufa con notable cansancio. Samantha asiente algo comprensiva de alguna milagrosa manera. Y Eli... ¿Ella siquiera está con nosotros? Luce más concentrada en recargar su cabeza sobre una mano, su madre lo nota.

—¡Eliza! —La regaña y la chica se sobresalta, dando un bote en su sitio.

—¡¿Qué pasó?! —inquiere algo alarmada, Samantha le hace un gesto hacia nosotros con semblante serio y Eli se despabila por completo—. Oh, aún seguimos con esto. —Se queja, volviendo a recargar su rostro sobre su mano.

La directora gira los ojos, soltando un suspiro.

—Muy bien, si ya no hay preguntas ni comentarios acerca de-

—¡Yo tengo uno!

Todos me observan, eso solo logra que luzca más nerviosa.

—Dilo —insta.

Aprieto los labios y dirijo mis ojos a Eiden. Necesito saber que no seré una insensible por soltar una pequeña duda que me carcome, él comprende mi mirada y realiza un asentimiento que podría no notarse si no prestas la más cuidadosa atención a sus movimientos.

—En un momento él me propuso estar tranquila, que colaborara a cambio de... —Trago al rememorar sus palabras—, algo, pero, ¿por qué si no lo favorecería en nada?

Samantha inclina levemente el rostro, analizando mis palabras, parece no tener respuesta, por primera vez la veo desorientada.

—El suero tiende a fallar si la persona está agitada —habla Eiden para sorpresa de todos—, aunque de todas formas lo haría, pero al estar agitado es cuando provoca las quemaduras aquí. —Con un dedo apunta su cabeza—. Por eso se buscaba que los que eran parte de las pruebas estén sedados para que por lo menos no contaran con aquellas quemaduras. Era como una pequeña esperanza de que, si podían detener eso, también podrían detenerse las demás fallas.

Eso tiene sentido, es demente, pero tiene sentido.

Asiento al cabo de unos segundos. Samantha luce una pequeña sonrisa en el rostro, y creo saber el motivo.

—Nos servirás de mucho, niño.

—No soy un niño —responde de forma seca, clavando sus ojos en ella.

—Eso se nota —habla Steve—. ¿No, Clare?

Ahora Eiden luce incómodo, lo que igual no hace que ella borre su sonrisa, solo la aumenta, también la de Steve, quien me observa con gracia sin disimulo mientras intenta contener la risa.

Imbécil.

—También recuerdo que estabas en camino —digo, como forma de desviar el tema, observando a Samantha—. ¿Por qué no llegaste? Hubieses sido de gran ayuda.

—No sé si aún no lo has notado, pero este brazo se encuentra enyesado porque unos hombres lo dejaron en un estado de gravedad, eso en el camino en el que iba hacia ustedes. —Bufo y recuesto mi espalda contra el respaldo de la silla—. Ya no deberías lamentarte por algo que ya pasó.

—Creo que ya damos por culminada la reunión. —Robert invita a todos a dirigirse hacia la salida, lanzándonos miradas de reproche a ambas, como si fuésemos unas niñas.

—Vamos —susurra Asher al inclinarse un poco hacia mí y, sin dejar de observar con molestia a Samantha, me levanto de la silla.

Su voz me detiene justo cuando estoy por salir al exterior.

—Mantenme informada. —Asiento, entendiendo a qué se refiere.

Volvemos a los pasillos, los aburridos y extensos pasillos. Con cada esquina que pasamos la presión en mi pecho aumenta. De reojo veo a Asher, él hace una mueca y creo ver un poco de nerviosismo, sabe lo que le preguntaré.

—No lo sé —suelta una vez llegamos a un pasillo solitario en donde lo único audible son sus palabras.

Formo puños con las manos.

—¿Cuándo habrán más noticias? —Se encoge de hombros, algo decaído. Coloco una mano en su pecho para detenerlo y me posiciono delante de él—. ¿Cuándo podré verlo?

Mi voz adopta un tono débil, agotado. Desvía su mirada, se lleva una mano hasta la nuca y se rasca, nervioso.

—No tengo idea, Clare. —Me observa, apenado—. Aún no soy un profesional como para traerte noticias esperanzadoras, darte algún pase especial para verlo o algo así. —Suelta aire por la nariz—. Y no sabemos si-

—Cállate.

Me giro y sigo con mi camino.

—¡Es la verdad, no puedes esperar que venga con noticias maravillosas como si nada! —Trota para llegar hasta mí, coloca una mano en mi hombro y me giro de nuevo para apartarlo de un movimiento brusco. Resopla—. No me pidas esperanzas, Clare. —Niega con la cabeza—. No con la gravedad en la que se encuentra.

Ahora soy yo la que niega con la cabeza.

—Es que no entiendes.

—¿Qué tengo que entender?

Me acerco unos pasos y coloco un dedo sobre su pecho a modo de reproche.

—Él es lo único. —Aprieto los dientes, reteniendo las lágrimas—. Lo único que me queda.

Su semblante cambia, luciendo distinto, más comprensivo, empático.

—Estamos haciendo todo lo posible. —Toma mi dedo para alejarlo y envuelve mi mano con las suyas—. Escucha, yo... —Desvía la mirada por un momento—. Te mantendré informada, ¿de acuerdo?

Pestañeo varias veces, asintiendo. Asher murmura un ''bien'' mientras se acerca para darme un abrazo.

Luego de todo aquel desastre me vengo enterando de que Ash (como suelo llamarlo) está interesado en la medicina, me ha comentado que ya está algo avanzado, eso me alegra mucho ya que contaremos con un doctor más en las instalaciones, y a la vez me entusiasma el hecho de que cuento con alguien que me estará informando de la salud de mi mejor amigo día tras día. Dant está instalado en una habitación especial por lo que solo los miembros del equipo de doctores, enfermeros y algunos aprendices, como Asher, están autorizados a ingresar. Ni siquiera permiten visitas, eso me pone ansiosa.

—Hay que esperar un poco más para obtener mejores resultados —habla de nuevo mientras pasa una mano a forma de consuelo por mi espalda—. Está en un momento algo... crítico.

—Lo sé —susurro.

—Pero se nota que es fuerte el condenado. Dos balas y aún sigue bien pinche vivo, pfff. —Ríe un poco—. Es más que fuerte.

Sonrío con orgullo y ternura.

—Lo sé.

—Ante cualquier noticia tú serás la primera en saberlo —dice con decisión y eso me llena de felicidad.

Me alegra que entienda lo importante que Dant es para mí.

—Tal vez te guste mucho más su caso al saber un detalle.

—¿Qué cosa? —inquiere, casi sin interés. Río en mis adentros.

—Es de gustos sensacionales. —Baja un poco su rostro para observarme, enarcando una ceja—. Ya sabes. —Formo una pequeña sonrisa antes de recitar casi las mismas palabras que él alguna vez dijo—. No va... tras mujeres.

Se aleja por completo, sus ojos se encuentran tan abiertos que podrían explotar. Sacude la cabeza con incredulidad.

—¿Neta? —Se da cuenta de mi sonrisa por el entusiasmo evidente en su voz—. Digo... —Aclara su garganta—. ¿Neta? —Vuelve a cuestionar con voz más gruesa y seria.

Asiento varias veces. Mis ánimos suben al verlo tan interesado.

Llegamos a la habitación de Grace justo cuando ella sale de esta, sus ojos conectan con los míos, sus parpados están completamente rojos e hinchados, su mirada es dolida, perdida, y no sé si soy tan ilusa que también creo notar arrepentimiento. Los baja y, así, con la mirada puesta en el suelo, va acercándose. Asher luce igual de intrigado que yo.

Se detiene al estar los pasos que cree suficiente lejos de mí, realiza una mueca y observa algún punto desconocido, noto las lágrimas en sus ojos.

—Perdón... —Sorbe por su nariz y, por más que lo intenta, no logra retener un sollozo—. No debí decir eso. Lo siento. —Vuelve a sollozar, en ningún momento me observa—. Es solo que... Ahora sabes qué pasó con ellos, cómo fue todo y cómo... —Traga con fuerza—. Cómo es mi pasado, y es horrible y no quería que-

Me acerco con pasos rápidos y, con cuidado, coloco mis manos sobre sus hombros, de inmediato veo cómo realiza un puchero, señal de que está a punto de derramar muchas lágrimas.

—Sé que no debí leer todo eso, no pensé. —Aprieto los labios—. Perdón, Grace.

Se muerde con fuerza el labio inferior, intentando detener el temblor con el que este comienza a contar.

—Ambas lo sienten, ya quedó claro —habla Asher con cariño—. Ya abrácense.

Suelto una risa, Grace lo observa con timidez y con lentitud eleva la mirada hasta la mía, alza sus brazos y las envuelve a mi alrededor. Y, como lo veía venir, comienza a llorar, y espero sea más de alivio que por otra cosa.

Ash sonríe al llegar a mi lado, colocando una mano en mi hombro.

—Pronto vendré con noticias —murmura, sonriendo con los labios pegados.

Asiento, Grace también lo hace a pesar de no saber a lo que se refiere. Lo vemos desaparecer en el largo pasillo, ella me sonríe con debilidad e ingresamos a la habitación, en donde la ayudo a recostarse de nuevo en la cama, cubriéndola con la manta para que vuelva a descansar.

Según lo que sé, su recuperación será rápida si sigue las recomendaciones e indicaciones del doctor al pie de la letra, lo que, por supuesto, verificaré sea así.

Lo mismo haré con Dant cuando sea dado de alta, porque sé que será así.

Ahora estamos protegidos, de verdad lo estamos, y estoy cayendo en cuenta de que ya no contamos con la presencia de aquel inhumano que sé, en varios otros lugares, hay más, iguales, o peores que él, de los que nos encargaremos con el paso del tiempo. Tal vez no de todos, pero un acto pequeño inicia el cambio.

Inicia lo inevitable.

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¡Y llegamos al capítulo final, damas y damos!

Muchísimas gracias por todo el apoyo que le dan a esta historia, con sus votos, comentarios y demás, los amodoro mucho por esooo<3

Pronto subiré el epílogo, espero les guste y que este capítulo también les haya gustado uwu

¡Nos leemos pronto!

¡Muak!

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