29
"Las cosas se adelantaron un poco, querida".
El sonido de las balas resuenan con fuerza al impactar contra el objeto circular pintado con un verde oscuro, blanco y rojo, este último siendo al que debemos apuntar y dar con éxito, algo que se me complica. Llevo semanas en esto, aún así me cuesta un poco, he mejorado, por lo menos ya no corro el riesgo de disparar y llevar mi cuerpo hacia atrás con brusquedad, lastimándome, como sucedió el primer día. Fue algo vergonzoso.
Error.
Vuelvo a coloca mis brazos extendidos hacia el frente, apunto con cuidado, observo el arma, la recorro hasta llegar al final de ella y alzo la mirada hasta el punto al que debo acertar. Sujeto mejor la empuñadura, coloco mi dedo índice en el gatillo, espero un momento, y disparo.
Otro error.
Suelto un bufido lleno de frustración. Lo dicho, estaba mejorando, pero el día de hoy, desde que tomé el arma para iniciar con el entrenamiento, no he logrado dar ni una sola vez al maldito círculo rojo. Tal vez sean los nervios de que cada vez falta menos, en menos de una semana, según la información con la que cuenta Samantha, se realizará la prueba final y, por tanto, también el ataque.
Coloco el arma sobre la pequeña mesa de metal posicionada enfrente de mí en este espacio reducido en el que debo realizar la práctica, es como un cubo, hay varios más siendo ocupados por otros, con la excepción de que a ellos sí les va de maravilla con el arte de las armas.
Dejo mis manos en mis caderas y suspiro al observar con enojo hacia el frente, me giro y repaso a los que continúan con el entrenamiento, todos concentrados y dando justo en el blanco. Como dije, les va de maravilla.
—¡¿Problemas?!
Volteo el rostro. Una vidriera separa todos los cubos de entrenamiento, permitiendo ver con facilidad al que se encuentra al otro lado y, a través de este a mi derecha, se encuentra un sonriente Asher. Él se lleva el dedo indica y corazón hacia la sien a modo de saludo, tiene puesto una gorra de color verde, cubriendo un poco su cabello rubio, su vestimenta es del mismo color.
—¡¿Qué?! —grito, frunciendo el rostro y acercándome un poco más. El ruido que producen las armas no me permite escucharlo con claridad, sumado a que aún llevo puesto los enormes auriculares.
—¡Que si tienes problemas! —De nuevo no logro entenderlo, creo que repitió lo que dijo anteriormente.
—¡¿Qué?!
—¡Que si...! —Se detiene, bufa y observa hacia los demás. Luego de un momento se detienen y proceden a retirar el cargador del arma. Se gira de nuevo hacia mí—. Que si tienes problemas.
—Oh. —Tomo el arma y hago una mueca—. Algo.
—Espera. —Deja su arma sobre la mesa de metal, rodea el cristal y se acerca a mí—. ¿Cuál es el problema? Hace unos días ibas bien.
—Lo séééé. —Me restriego el rostro con una mano. Enarca una ceja.
—Debe ser por el cansancio. —Baja la vista hasta mi arma, lo señala con un dedo—. O esa cosa tiene algún problema. —Me encojo de hombros—. ¿Puedo?
Asiento y toma el objeto entre sus manos, me pasa por un lado, apunta y, con una rapidez impresionante, logra dar cinco tiros en el círculo rojo, y no sé si lo hizo para comprobar que el arma esté en condiciones o para presumir de sus habilidades. Alzo ambas cejas con asombro.
—Impresionante.
—Nah. —Chasquea la lengua—. Es cosa de rockstars.
Suelto una pequeña risa, tomo el arma de entre sus manos y la vuelvo a colocar en la mesa de metal.
—Pues tu cosa de rockstar no me ayuda mucho que digamos.
Bufa junto con una risa y vuelve al otro lado del cristal, me dirige una mirada, toma su arma y apunta para volver a disparar. Lo imito e intento dar en el objetivo, ¿el resultado? Dos aciertos y seis fallos. Me frustro y me detengo. El ruido ha disminuido, solo quedan algunos, poco a poco van dejando los enormes auriculares y retirándose hacia la pista. Asher deja de disparar, al parecer también ha culminado, lo deduzco al verlo girarse.
—¡Oye! —Se detiene y se gira hacia mí para prestarme atención, ya no hay casi nadie en el lugar a excepción de un entrenador, Asher y yo—. ¿Cuánto llevas aquí?
—Hmm desde que crucé la puerta para iniciar el entrenamiento. —Ríe.
—Hmm no le veo la gracia. —Vuelve a reír y se recuesta de un lado contra la mesa, quedando solo el ventanal como lo que nos separa.
—Desde que inició todo, ya sabes... —Con un dedo realiza un circulo en el aire—, el desastre.
Samantha no mintió, está desde el inicio, entonces, ¿lo demás también es verdad? De seguro. Quiero saber si puedo confiar en él, que puedo defenderlo sin temor a que luego me traicione, al estar todo tan cerca debo tener a quien poder acudir en cualquier emergencia. Al observarlo veo a un chico amable, chistoso, solo un poco, y capacitado. Pero al ver a Samantha no veo eso, y quiero asegurarme de que, de alguna forma, podré contar con su apoyo, y que en ciertos casos no irá de chismoso con la que es mi tía.
—¿Le tienes mucho cariño? —Frunce el entrecejo—. A Samantha.
—¿Y cómo no hacerlo? —Continúa con su camino, dirigiéndose hacia el maletín en el que debe ser guardada el arma. Voy detrás de él—. Me ayudó cuando creí que era el final, le debo la vida. —Asiento, comprensiva. Guarda el arma y se gira con los brazos cruzados—. ¿Pero por qué tanta curiosidad?
Me llevo ambas manos detrás de mi espalda, tomando una postura recta.
—Se llama analizar al enemigo.
Baja sus brazos y ladea un poco el rostro.
—¿Crees que soy el enemigo?
—Espero no. —Me encojo de hombros, tratando de lucir indiferente.
—No lo soy. —Se acerca unos pasos, debo alzar el rostro para poder observarlo directo a los ojos—. Y deberías de dejar de lado lo de buscar enemigos en todas partes e intentar entender que puedes confiar en algunos.
—Confío en algunos. —Enarca una ceja.
—¿En serio?
Exacto, ¿en serio confías en alguien de aquí?
Claro que sí.
Ni siquiera confías en ti misma.
Sonríe de un lado, una sonrisa de suficiencia, y me rodea para dirigirse a la salida. Aprieto mis labios con rabia contenida, sin saber qué hacer, doy un paso hacia él, pero lo retiro, volviendo a mi lugar de antes, repito la primera acción y me vuelvo a arrepentir. Parezco una tonta.
Dejo de lado cualquier arrebato de inmadurez. Necesito de alguien que me enseñe a disparar, a controlarme y poder realizar más de dos disparos en el punto correcto.
Me trago el orgullo.
—¡Asher!
Se detiene y, aún estando de espaldas, alza una mano, luego el dedo índice de esa mano.
—Déjame adivinar. —Se gira, sus ojos brillan con diversión—. Quieres que te ayude. —Vuelvo a apretar los labios.
—Sí.
Suelta una risa burlona y se gira para acercarse.
—Bien. —Llega hasta el maletín con las armas, me pasa una y sonríe—. Practicaremos un poco más.
Con un gesto de la cabeza me indica que lo siga. Llega hasta donde realizaba sus prácticas, toma el auricular y se lo coloca, yo me limito a imitar cada movimiento que realiza, hasta me posiciono con el arma luego de que él lo haga, pero la baja y se gira hacia mí.
—¿Qué haces?
—Entrenando.
—No, me estás imitando.
—No hay tanta diferencia.
—Sí que la hay.
Bajo el arma y me giro por completo hacia él con el semblante más serio que he utilizado en mi vida.
—¿Vas a ayudarme o no? —Gira sus ojos y suelta un bufido.
—Ese es el problema, no puedo ayudarte si estás imitándome. —Su semblante cambia bruscamente a uno mucho más serio que el mío. Acerca su dedo índice al cristal y lo presiona contra el mismo—. Allá afuera no estaré yo para guiarte. —Retira el dedo y lo vuelve a presionar—. Allá afuera nadie estará para guiarte. —Trago y él vuelve a retirar y presionar el dedo contra el cristal—. Allá afuera morirás por estar imitándome aquí, y de paso nos matarás a nosotros por tu estupidez.
—¿Entonces qué hago? —inquiero en un hilo.
Suelta el aire por la nariz, creo que se ha enfadado. Pasan unos minutos de silencio, repara en mi semblante descompuesto y se relaja un poco.
—¿Te gusta el helado? —Frunzo el ceño ante su pregunta.
—Sí.
—¿Sí? —Lo confirmo de nuevo con un asentimiento de cabeza—. Hagamos algo —propone—. Un juego. Si aciertas por lo menos cinco disparos de diez, pido helado.
—¿De dónde?
—Doña Chenny es mi amiga. —Vuelvo a fruncir el ceño—. La cocinera.
—Aaahh. —Alzo las cejas, algo descolocada. La experiencia que tengo con las cocineras no es muy buena que digamos.
—Le pediré a ella. —Asiente para sí mismo—. Me debe un favor por la vez en que la ayudé con un problema con las tuberías.
—Hmm. —Analizo la situación. Quiero helado, eso no lo negaré, y es un buen método para ayudarme a meterle esfuerzo, y el lado divertido ayudará un poco—. De acuerdo. —Le paso una mano para sellar el trato, él observa con burla tal acción—. ¿Qué?
—El cristal, Clare. —Señala el objeto que impide que me pase la mano, por lo que es tonto que yo lo haga.
—Ouh. —Bajo mi mano y río avergonzada. Me vuelvo a posicionar—. ¿Comenzamos?
—Peeeero. —Arrugo el rostro sin entender—. No será de la forma tradicional. —Ríe y vuelve hacia el maletín, lo toma y lo deja a un costado, dejando ver otro mucho más grande que se encuentra debajo, lo abre y saca un paquete de globos y cinta adhesiva—. Usaremos muchas de estas.
—¿Por qué?
—Será más divertido, y ya me tengo que deshacer de los globos que sobraron de la otra vez. —Se encoge de hombros—. Tómalo como una forma ingeniosa de aprender.
—Okiiii... —No logro sonar entusiasmada, pero por lo menos lo intento.
Pasa por una puerta para ingresar adentro del lugar en el que están los objetos a los que anteriormente debíamos acertar, y con la cinta pega los globos a ellos.
—¿Qué esperas? —Alzo ambas cejas sin saber qué decir—. Ven a ayudarme, haragana.
Ingreso al lugar y lo ayudo con los globos, inflamos veinte, diez para cada uno, y los pegamos. Detengo mi camino hacia la salida cuando veo que no me sigue.
—¿No vienes?
—Es mejor aquí, sin cristales. En un enfrentamiento de verdad no estarán esas cosas.
—Hmm cierto. —Asiento y llego hasta él.
—Genial, pos a iniciar. —Sonríe—. Las damas primero. —Hace un gesto con una mano, inclinándose un poco hacia adelante. Resoplo.
—No seas trampero.
—¿Quéééééé? Eso si jamááááás. —Lo observo con seriedad—. Ay, pero qué amargada.
Sonrío. Asher se aleja un poco más, toma con firmeza la empuñadura de su arma para volver a apuntar, me observa de reojo, vuelve al frente y dispara.
De los diez globos, ocho quedan sin vida.
—¡Boom, baby! —exclama a modo de festejo y se gira hacia mí, esbozando una sonrisa de suficiencia.
Me relamo los labios, tomo el arma y me preparo para disparar. Realizo lo mismo de antes, me posiciono, apunto y llevo el dedo índice hasta el gatillo. Me concentro. Asher comienza a chasquear la lengua, produciendo un ruido algo molesto. Lo observo sobre mi hombro, al notar mi mirada cargada de reproche deja de hacerlo. Vuelvo al frente, apunto y... Disparo.
Voy por el tercer disparo, fallando en todos. Bufo, aprieto la mandíbula, suspiro y me muevo hacia el siguiente. Acierto.
Sonrío y me concentro para seguir así. Vuelvo a fallar, eso me desanima un poco de nuevo, pero luego acierto tres seguidas. Suelto un fuerte suspiro, limpio el sudor de mis palmas y vuelvo a apuntar. Fallo.
—Uf, solo queda uuunooo.
Me muerdo el labio inferior, preparo mi dedo sobre el gatillo, mis ojos podrían provocar un hoyo en el globo por la forma en la que los clavo en él.
Trago.
Coloco mejor mis dedos.
Vuelvo a tragar.
—¡Vamos!
Disparo. No fue un disparo bajo mi consentimiento, fue por el susto que me produjo su exclamación. De inmediato lo observo molesta.
—¡Agh, estúpido! —Lo empujo con una mano.
—Pero si sí acertaste. —Frunzo el ceño, incrédula.
Desvío mi mirada hacia donde se encontraría el globo que ahora no existe, solo hay pedazos de él colgando pegados a la cinta. No me había dado cuenta por la furia y los auriculares.
—¿Acerté? —Asiente.
Parpadeo varias veces, impactada.
Lo hice.
—¡Ja! —Doy saltos de alegría hasta quedar frente a él—. ¡En tu cara!
—Pff, no es para tanto. —Bufa, pero a pesar de su supuesta amargura puedo ver cómo intenta detener una sonrisa que se va formando.
—Perdón, tampoco quiero ser grosera. —Río aún con la euforia recorriendo mi cuerpo—. Me ayudaste y... —Observo de nuevo los restos de lo que antes era un brillante globo—. ¡Lo hice!
—Lo hiciste, amargada. —Por esta vez no me molesto por ese apodo—. Ahora... —Da una palmada y se frota las manos con emoción—. ¿Una peleíta? —Enarco una ceja ante su propuesta—. Es algo que tienes que saber y es que me encanta practicar la puntería y las peleas, es como una adicción que tengo.
Salimos al exterior de la habitación de tiros para llegar a la pista. Asher pide un momento para atarse los cordones, mientras espero observo nuestro entorno. Me llama la atención que un hombre ingrese al lugar, eso normal, sí, pero este luce apurado, llega hasta Steve, quien deja a un lado la carpeta que lleva en mano y presta atención al hombre, luego van hacia la salida y los pierdo de vista.
—Bien. Listo. —Vuelvo mi atención al chico conmigo, él echa su cabeza hacia atrás, realizando luego con el cuello movimientos circulares como un estiramiento—. Pero te advierto. —Ambos nos colocamos en posición—. También soy muy bueno en esto.
Nos observamos con detenimiento, él con su sonrisa arrogante de ''Sé más que tú'', yo me mantengo seria, hasta que da su primer golpe, lo esquivo con una facilidad que hasta a mí me sorprende, giro, quedando detrás de él, tomo su brazo izquierdo, con la otra mano sujeto su cabeza y coloco mi rodilla en su espalda para empujarlo, haciendo que su rostro impacte contra la pista y quede en completa inmovilidad.
Como dije, he mejorado.
—Au, au, me rindo, me rindo.
Lo suelto, coloca sus manos en el cemento y se incorpora.
—¿No que muy bueno?
—Fue por la luz. —Alzo las cejas, asintiendo con la cabeza como si me creyera semejante excusa—. Síííí, dio con mis ojos y uffff, creí que me quedaría ciego.
—Oh, ¿y por cuál ventana ingresó tal luz?
—Por... —Se gira sobre sí mismo en busca de una ventana. El lugar no cuenta con ninguna. Vuelve a observarme y enarco ambas cejas—. ¿Revancha?
Río y, solo por ser una buena samaritana, le concedo su petición.
Las puertas de la entrada del lugar se abren de par en par, produciendo un fuerte estruendo al hacer que el metal de estas impacte contra las paredes. Steve y Carter ingresan con pasos rápidos, siendo seguidos por otros hombres, estos con maletines y rostros serios, muy serios.
Con Asher dejamos la pelea a un lado y compartimos una mirada de confusión.
—¿Ya se dará el anuncio? —inquiere Steve en dirección a uno de los hombres que los acompañan.
—En un momento, señor.
Intento acercarme más, quiero escuchar más, pero la mano de mi compañero de entrenamiento me detiene al sujetarme por la muñeca. Señala un altavoz, se escucha el sonido del crujir que estos realizan siempre antes de que la persona comience a hablar. Los pocos que aún permanecen en el salón de entrenamiento dejan a un lado sus actividades y prestan atención, al igual que nosotros dos.
—Atención a todo el personal, dirigirse al salón de reuniones. A los demás miembros del lugar, favor, permanecer en calma, en un momento se les comunicará lo sucedido y se les darán las respectivas indicaciones.
¿Pero qué cojones?
Los murmullos no se hacen esperar, observo cómo algunos recogen sus cosas y se dirigen hacia la salida. Permanezco en mi lugar, estática, petrificada. ¿Qué se supone que debo hacer? Aprieto mis manos hasta formar puños, intentando que eso me de fuerzas para aguantar la ansiedad que esto ha iniciado en mí. Me giro hacia Asher, decidida.
—¿Dónde queda eso?
—¿Qué cosa? —pregunta, con desconcierto y temor en su rostro.
—El salón de reuniones.
—Ah, eh, no recuerdo, digo sí...
—¿Lo sabes o no?
—Sí sé. —Se pasa ambas manos por el rostro—. Carajo, hmm...
—¡Dime! —Abre mucho los ojos y señala hacia la puerta.
—Sigues derecho por este pasillo hasta dar con el último pasillo a una esquina, el de la derecha, vas ahí, luego al final de ese darás con una puerta de color verde, entras en él, bajas por las escaleras, ahí hay un pasillo, vas por él hasta llegar a la última puerta, es de metal, es esa.
Arrugo el rostro por tantos datos. Mierda.
—De acuerdo. —Suspiro—. Gracias... supongo.
Confundida, pero impulsada por la adrenalina, camino hacia la puerta hasta llegar al exterior de la sala de entrenamiento, con pasos rápidos, pero seguros, sigo las indicaciones de Asher, cruzo varios pasillos, puertas, salas de pruebas, inventos, hasta dar con la puerta de color verde. La abro y me encuentro con las escaleras antes mencionadas, bajo por ellas con rapidez, pero con cuidado de no caer y, al llegar al último escalón, me encuentro con el largo pasillo. Apresuro el paso al ver que al fondo de este se encuentra la única puerta del lugar, en donde se llevará a cabo la reunión, y que esta está a punto de ser cerrada por Samantha.
—¿Qué haces aquí? —inquiere con clara molestia, eso hace que apriete más los puños mientras tomo rápidas respiraciones.
—¿Qué sucede?
—Sal de aquí, Clare.
—¡No! ¡Dime qué está pasando! —Suelta un resoplido cansado y me observa con impaciencia.
—Las cosas se adelantaron, ¿de acuerdo? —Frunzo el ceño—. Debemos estar listos para mañana a primera hora para iniciar el ataque.
—¿El ataque? ¿Pero no era en algunos días más? ¿No era como en casi una semana?
—Lo dicho: las cosas se adelantaron. —Gruñe—. ¡Ahora vete de una vez!
—¿Pero qué hago?
—Nada tonto. Solo ve a tu habitación y espera por las indicaciones. —Nota que eso no me tranquiliza en lo absoluto y resopla—. Mira, no te preocupes tanto, estás entrenada, ya sabes cómo defenderte, en síntesis es solo eso: cuidar de tu trasero.
—Pues mi trasero está temblando.
Gira los ojos, hastiada.
—Tengo que cerrar la puerta.
—Pero...
No me deja culminar mi frase y va cerrando la puerta hasta que ya no logro ver su rostro, ni siquiera tengo la oportunidad de escuchar nada por lo gruesa que son las paredes.
Bufo y hago una mueca al darme cuenta de algo más: No habrá helado.
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¡Holiii!
Luego de tanto, he vuelto uwu
La próxima semana habrá doble actualización así que... espero estén listxs *traga*
Los amodoro por seguir leyendo la historia, son geniales<3
¡Muak!
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