26 - Parte II
"Así que, sí, nunca estuviste sola".
¿Mi tía?
Está loca si cree que me tomará el pelo. Realmente loca.
—No me mires así, no es tan malo.
Hace un gesto con la mano y Asher va al exterior de la habitación, vuelve con una silla para ella. Parece un perrito faldero.
Samantha se sienta, cruza las piernas y me sonríe.
—Mientes.
—¿Por qué lo haría?
—Para torturarme. —Frunce el ceño, como si no lo comprendiera—. Sí, debe ser eso. Como ya no cuento con nadie quieres hacerme creer que tú me apoyarás y luego solo me apuñalaras por la espalda.
Su sonrisa desaparece.
—Claro que no —asegura.
—Estás loca y ni creas que voy a caer en esto, ¡lárgate!
En un movimiento brusco me levanto, no mido la fuerza con la que lo hago, siento pinchazos en mis piernas y pies. Sin poder evitarlo, caigo al suelo.
Asher llega hasta mí, intenta tomarme por debajo de los brazos.
—¡Tú también aléjate!
—Solo quiero...
—Asher. —Lo llama ella, con un tono autoritario. Su mirada conecta con la de él y eso basta para que el chico se aleje—. Si así estás cómoda por mí no hay problema.
No estoy nada cómoda. Coloco una mano en el borde del colchón, como un soporte, pero el dolor en mis pies son tan fuertes que caigo de rodillas. Suelto un gruñido de dolor por el impacto y vuelvo a quedar sentada. Puedo leer en los labios de Asher un "No seas necia". Resoplo, rendida, y vuelve a acercarse.
—Eres tan orgullosa. —Samantha niega con la cabeza—. Tal y como tu padre.
La ignoro y me acomodo en el colchón. El chico se aleja, volviendo a su lugar de antes, atento a cualquier orden por parte de ella.
—No te creo.
—Era de esperarse. —Gira hacia el doctor—. ¿Sería tan amable de acercarme los archivos de mi escritorio?
—Claro. Ya vuelvo —responde con rapidez y desaparece del lugar.
Vuelve a girarse y me examina con detenimiento, hago lo mismo con ella. Sus ojos son iguales a los de mi padre, eso lo sé por las fotografías que logré ver de él, de un color verde intenso, ¿es esa la razón de los escalofríos que me hace sentir? Es como por fin poder observar los ojos de papá, no por una simple fotografía que no me transmitía nada. Su cabello también es del mismo color, de aquel color rojo que no pude heredar por culpa del color negro con el que contaba mamá. Su piel clara, fina, la misma que Dant envidia tanto de mí, ¿papá también la tenía así? Las imágenes no me dieron la oportunidad de saber eso, ya que eran tomadas desde una cierta distancia.
—Ves cosas de él en mí.
Parpadeo y enderezo mi espalda.
—No —digo, tajante.
Inclina su rostro hacia un lado y entrecierra sus ojos.
—Yo sí veo cosas de él en ti. Excepto por el pelo. —Sonríe—. En tus ojos veo la misma energía que tenía ese idiota para meterse en los más estúpidos problemas.
—¿Y tú no eres así? —contraataco.
—Si lo fuera también estaría muerta.
Aprieto la quijada. ¿Cómo puede hablar de ese modo? ¿Acaso no cuenta con algo de empatía?
El Doctor vuelve con un montón de archivos, algunos sobresalen del interior de una carpeta. Samantha asiente en su dirección en forma de agradecimiento y los coloca sobre sus piernas.
—Retírense.
—¿No necesitarás algo más? —inquiere Asher, luce incómodo ante la idea de dejarnos solas—. Puedo quedarme en el pasillo por si necesitas algo y así solo me lla-
—Retírense —repite.
—Ya oíste, niño. Vamos. —El Doctor le da un empujón, acto que hace gruñir al susodicho.
—No soy un niño.
Ambos salen de la habitación y cierran detrás de ellos, dejándome a solas con Samantha, ella toma una hoja del interior de la carpeta y me la ofrece.
—¿Qué es?
—Léelo con atención.
Con cautela, tomo la hoja, sin despegar mis ojos de los suyos. En la hoja resalta el nombre de papá: Frederik O'connor.
Mi cuerpo se tensa al ver en una esquina una foto suya, con aquella bata que mamá tenía guardada con sumo cuidado en su armario, con los lentes con los que recuerdo contaba en cada fotografía, y siempre con una sonrisa.
Pero esta es distinta. No hay sonrisa, ninguna pizca de alegría.
Vuelvo a sentir las lágrimas, pestañeo para así poder leer lo demás. Están los nombres de mis abuelos, el instituto en el que asistió y la universidad, debajo de la información acerca de este último, está la imagen. La observo nuevamente, con mayor detenimiento, mucho más al hombre con él, uno que se me hace muy conocido. Observo a Samantha.
—¿Acaso es...?
—Richard Jonhson.
—Espera, ¿lo conoció? ¿Cómo? ¿Y por qué está ahí con él como si fuese de fiar? —Vuelvo a la fotografía. Parecen colegas, o eso deduzco al analizar sus manos unidas y el que ambos cuenten con batas, como si trabajaran juntos. Pero esto último no puede ser, estoy segura.
—Frederik nunca fue aquel inversionista y abogado que Lorraine te hizo creer.
—No entiendo, ¿cómo que no lo era?
—No lo era.
—Eso no puede ser posible. Mamá...
—¡Todo lo que te dijo tu madre fue mentira! ¡¿Qué parte de mierda te cuesta entender?!
Un hombre, que pasa por afuera de la habitación, se detiene por su grito, observándonos a ambas desde la puerta, Samantha se gira y le hace un gesto para que siga por su camino.
—¿E-Entonces qué era?
Me siento una tonta por estar así, tengo que ser fuerte y no lo estoy logrando.
Ella suspira, se endereza y se cruza de piernas, de nuevo, como si hace un momento no me hubiese gritado de la forma más brutal posible.
—Un físico reconocido, al igual que el loquito de Richard. En esa fotografía, en ese mismo instante, estaban trabajando en uno de sus proyectos, justo luego de eso la primera prueba falló.
—¿Prueba de qué?
—Del experimento que hasta hoy Richard sigue intentando mejorar, pero que sigue con la bendita falla. Por eso él te ordenó que le soltaras todo lo que sabías, creyendo que tu padre te había dejado algo de información a ti, solo él sabía cómo funcionaría todo, pero no lo hizo, porque... —Queda en silencio y mira otras hojas.
—¿Porque...?
—No eres nada paciente, ¿cierto? —Bufo.
—¡Dime! —insisto.
—Estarías en peligro, lo que él menos quería era eso, ni siquiera se lo dijo a tu madre. Lo que hacían lo realizaban fuera de la organización de la que eran parte, por lo que ellos jamás supieron lo que se llevó a cabo. Tu padre lo apoyó porque vio potencial en la idea. —Traga—. Pero luego vio que solo era un pasaje hacia la destrucción. —Me extiende otra fotografía, en esta se ve una manta cubriendo un cuerpo rodeado por un charco de sangre. Entiendo al instante de quién se trata. Le regreso la imagen y me encojo en mi lugar—. Fotografía tomada por el equipo forense al hallar el cuerpo de tu padre en el mini laboratorio en el que hacían el trabajo, con tres heridas de bala, una en el pecho, otra en una pierna y otra en la cabeza. —Vuelve a tragar—. Sé que él se negó a seguir con el experimento al ver que los resultados eran catastróficos.
Siento una opresión en el pecho al imaginarme ese momento, lo que fue para él tomar la decisión, la correcta, y terminar así. Por esa decisión perdió años con su familia, conmigo.
—¿Cómo sabes eso?
—Porque él me lo dijo, Clare. Horas antes de eso. —Se inclina un poco hacia adelante—. Era mi hermano, y aunque te arda, sí, somos familia.
Tomo aire y la suelto con frustración. Es demasiada información y, aún así, quiero saber más.
—Continúa.
—Al negarse a todo eso, Richard tomó un arma, y ya te imaginarás el resto. —Río con amargura.
—Fue algo tonto, ¿no? Lo siguió necesitando, ¿por qué matarlo? Y además, ¿cómo estás segura de que eso fue lo que pasó?
—¿De qué lado estás, Clare? —Parpadeo varias veces ante esa pregunta tan absurda.
—No confío en ti, así que haré miles de preguntas por segundo.
—Lo noté. —Se echa para atrás, volviendo a recostarse contra el respaldo de su asiento—. Pero no, no es seguro, son solo suposiciones mías. Aún así, era el único con él esa noche. Digo que fue por rabia. Él estaba seguro de que Frederik lo ayudaría, y al negarse pues. —Se encoge de hombros, formando un puchero con su labio inferior—. Se dejó llevar por el impulso. Y claro que también está el hecho de que, luego de dar con el cuerpo de tu padre, misteriosamente, Richard renunció al día siguiente.
—¿Qué busca?
—Inteligencia. No para él, sino que quiere otorgarlo a otros, y para que eso suceda él cree haber encontrado la manera más fácil. No con estudios ni nada, sino con el suero. Cree que con eso las cosas serán más rápidas para el mundo, se hallarían soluciones a los problemas a una velocidad inimaginable. —Suspira—. Sería bueno si no afectara tanto al que posee el líquido en sus venas, esto como efecto secundario que, aún con la solución que conocía tu padre, afectaría mucho en la forma física de la persona, no para bien, y hasta reduciría los años de vida.
—¿Suero?
—También llamado proyecto X- Intelligence.
Me pasa otra imagen, no, muchas. Voy pasándolas, primero varios sujetos conectados a cables, luego médicos realizando pruebas, para finalmente toparme con dos imágenes espeluznantes: dos chicos, ambos con sangre proveniente de sus narices y orejas, alrededor de sus cráneos se distingue lo que parece una oscura quemadura. Le regreso las imágenes.
—Están dementes. —Logro decir, despacio, aún impactada.
—En eso consisten los experimentos, primeramente se conoce el estado de la persona que obtendrá el suero, para luego, claro, otorgárselo. La finalidad de ese suero es aumentar la inteligencia del ser humano, de ser posible, llegar al máximo. Y como te darás cuenta, para que uno sea brillante... —Hace gestos exagerados con las manos, simulando brillitos—, el suero debe afectar al cerebro. Eso es lo que sale mal, y esto. —Vuelve a mostrarme las dos últimas imágenes—. Es lo que sucede al fallar.
Desvío la mirada y lo dejo en la pared detrás de ella.
—Es un completo demente.
—Él no cree eso, y te preguntarás, ¿por qué? Él era uno de los científicos más reconocidos por el mundo, Clare, trabajó con varias organizaciones que veían por el bienestar del medio ambiente y bla bla bla. —Suspira—. Pero su amor por lo que hacía pasó a ser una obsesión, hasta llegar a ser enfermiza. Él quiere llegar a más, y ya ves que no hay límites en esto. Va con todo. —Guarda las imágenes y documentos devuelta en la carpeta—. Entre todo eso su esposa dio a luz y, bueno, las cosas se complicaron. Supongo que esa pérdida fue algo del combustible para seguir aferrándose a todo esto.
—Murió. —Asiente—. ¿Y Eiden?
—También murió, todo este tiempo estuviste hablando con su fantasma. —Frunzo el entrecejo—. Claro que él está bien, es obvio, niña.
Aush.
—Solo lo digo porque entonces se crió sin una madre y en manos de un obsesionado con la ciencia que cree que hace un gran bien al mundo.
—En síntesis.
—¿Y luego?
—Y luego ofreció esta idea a varias organizaciones, para así contar con mejores materiales y con personal de respaldo, pero ninguna lo aceptó ya que infringía la norma principal.
—¿Qué norma?
—Dañar a un ser humano. Y con esto no digo que estas organizaciones eran, o son, la representación del bien, pero ya viste lo que sucede, ellos no arriesgarían material, dinero y personas para algo así, no les convenía en nada.
Me pasa otras hojas, en ellos resaltan varias frases, algunas del encabezado, como:
«Richard Jonhson, el reconocido científico, ofrece posible gran cambio para la humanidad».
«Rechazan realización de experimentos propuestos por Richard Jonhson».
«El científico Richard Jonhson es tachado de demente».
Otras son opiniones:
«Jonhson quiere cambiar a las personas, eso estaría excelente si no fuese algo tan enfermizo».
«No reuniremos a miles de adolescentes para que formen parte de sus jueguitos científicos».
« ¿Cómo lo definiría? Como una muerte segura».
—Richard inició desde cero, reclutó a personas de confianza y poco a poco fue creciendo, hasta llegar a lo que es hoy en día. Quería que el mundo viera lo errado que estaba, que aceptaran que el único en tener la razón era él, que eso era lo correcto. Y bueno. —Bufa con cansancio—. Sigue en ello.
—¿Por eso nos llevó a aquel lugar desde un principio? —Alzo la mirada hasta ella—. ¿Nos usaría para esto?
No tengo idea de si todos estos papeles contienen datos reales, o si todo lo que cuenta ella es real. Pero luego de ver y leerlo todo...
—Solo a los jóvenes. —Se relame los labios—. En realidad, tú misma viste un fallo.
—¿Qué? No, claro que no. —Ella recorre la habitación con sus ojos, como si el color de las paredes tuviera algo de interesante.
—Había un joven, aquel día en el que lograron escapar con esa amiga tuya. —Busco entre mis recuerdos y asiento al dar con él—. Ese día él fue utilizado para las pruebas, las que dan a conocer su estado, aún no con el suero.
—Vi que lo llevaron, ¿qué pasó con él?
Su respuesta tarda en llegar y me impaciento.
—Antes de que lo llevaran devuelta a donde tú te encontrabas, le inyecté unas gotas del suero. —Lo suelta, así, como si nada—. Lo que viste es lo que sucede en cada prueba final del proyecto X- Intelligence, aunque según sé solo apreciaste lo que sucede al principio.
—Que tú, ¿qué?
No puede ser cierto.
—Fue la única forma de hacer que se evacuara aquella habitación en la que estaban.
—¡¿Por qué lo hiciste?! —No se sobresalta por mi grito, en vez de eso, me observa con severidad.
—A mí no me gritas. —Trato de calmarme, las manos me sudan y eso aumenta mis nervios—. Gracias a eso aquel guardia pudo ayudarlas. Lo hice por ti.
—¡Yo no te pedí que sacrificaras vidas por mí! —Mi respiración es agitada y ella lo nota, por lo que espera a que vuelva a hablar—. ¿Y él? —Frunce el ceño.
—¿Quién?
—El guardia, ¿dónde está? —Suelta una corta risa, ¿qué es tan gracioso?
—¿En serio crees que alguien que trabajaba con Richard iba a respetar los tratos justos? —Niega con la cabeza—. El imbécil quería acostarse conmigo o iba de chismoso, ¿y qué crees? Al quedar muerto no pudo hacer ninguno de los dos. —Aprieta los labios y sus ojos se clavan en los míos, como si indagara en lo más profundo de ellos—. Pero ya sabes que estoy rodeada de gilipollas, ¿no?
Frunzo el ceño.
—¿De qué...?
—Claro que lo sabes. —Inclina su rostro hacia un costado—. Fue esa vez en la que leíste el expediente de Grace.
Palidezco.
Mierda.
Suelta una corta risa.
—Aún no se lo dijiste. —Chasquea la lengua—. Eso no es ser una buena amiga, Clare.
—No estamos hablando de eso. —Maldigo en mi interior por no haber obtenido la voz segura que pretendía.
—Claro. —Asiente—. Pero algún día tendrás que decírselo. —Hace una mueca algo exagerada y se inclina hacia el frente hasta quedar mucho más cerca de mí, colocando sus codos sobre sus rodillas—. Eso si logras sacarla de aquel lugar. ¿Te das cuenta de que, de no ser así, de que si no lo logras, tendrás que vivir con el dolor de que le ocultaste que sabías algo tan delicado de ella? ¿De que no tendrás, nunca más, la oportunidad de ser sincera con ella? Eso sería terrible. —Niega con la cabeza—. Saber que tu amiga confió en ti y tú solo fuiste y leíste un expediente con información sobre su vida. Información que ella misma se negó a dártela, y...
—¡Detente! —imploro con los dientes apretados—. Ya, detente.
Alza sus manos en señal de paz y vuelve a recostarse en su asiento.
—Solo decía.
¿Espera que le agradezca todo eso? La detesto.
No cambia nada el hecho de que sea mi tía, en realidad estaría mejor sin saber eso, o sin que fuera real. ¿Yo sería como ella? Había matado. ¿Ya soy como ella?
—Oh, y esto te confirma lo que te dije al principio.
Me acerca un montón de papeles con información. Toda la información sobre ella. Pueden ser falsos pero, por una vez en la vida, no tengo dudas de que es verdad, más al ver el parecido que hay entre ambos en una fotografía de ella con él.
—¿Cuántos años tenían aquí? —Le enseño la imagen y ella sonríe con nostalgia.
—Él tenía veinte años, yo, quince.
Cinco años de diferencia, y a pesar de eso se parecían un montón.
Sigo viendo los documentos, sí que estudió muchas cosas, y en todos los documentos está su nombre junto al apellido que porto. Aún me es surrealista.
Una duda se hace presente, la observo.
—¿No tienes esposo? ¿Hijos?
—¿Esposo? —Suelta un bufido junto con una risa—. No necesito un hombre, ¿quién necesita uno? Es más, ¿qué es eso? ¿Se come? De seguro que sí, pero luego sería inservible.
—Entonces no tengo primos.
Abre la boca para contestar, pero en eso doy con una fotografía, es de ella con...
No logro ver con quién, Samantha se inclina hacia mí con rapidez y me arrebata la fotografía de un tirón. La observo con desconcierto, espero a que justifique su acción, pero solo recibo una mirada fría. ¿Quién es la otra persona en la imagen? ¿Y por qué coño la puso ahí si no quiere que la vea?
Dos personas dan unos golpes a la puerta, se escucha que uno regaña al otro y al instante sé quiénes son. Samantha da la orden de que pueden pasar y el Doctor ingresa, seguido de Asher.
—Perdón, pero creo que la señorita O'connor debería descansar.
—¿Y las pruebas que nos hicieron? ¿Para qué eran? —Me apresuro en preguntar.
—Para saber el estado en el que se encontraban, al parecer están bien, y tú estás aquí...
Un escalofrío recorre mi espalda.
—Pero Dant y Grace no —completo y ella asiente.
—Y muchos más. Por eso debemos ser rápidos, posiblemente la prueba final se realizará dentro de un mes, ya que deben hacer otras más antes.
—¿Rápidos en qué?
—Descansa, mañana te espera un largo día. —Se levanta y, antes de retirarse, me recorre con la mirada, desaprobando lo que ve—. Estás algo delgada, trabajaremos en eso.
—¿Por qué? ¿Qué hay mañana?
Sé que estoy delgada, pero eso no afecta en nada sus planes, comeré más, tal vez tome vitaminas, aunque, ¿qué tiene que ver eso?
—Con ese físico no aguantarás un arma —suelta, y con eso me dejan sola en la habitación.
---------------
¡Holii!
Capítulo bien largo con muchas cosas reveladas, ¡omaigash!
Richard es un loquillo, ya lo podemos confirmar una vez más. A ver qué sucede al día siguiente con Clare y... la tía.
Espero les haya gustado este capítulo, y espero venir muy pronto con el siguiente.
¡MIL GRACIAS POR SEGUIR AQUIIIIIIIIIIIIIII!
¡Muak!
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro