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20

"La opción correcta".

No puedo dar crédito a lo que mis ojos presencian.

Luego de una exhaustiva semana, en la cual no estábamos del todo seguros de que lo lograríamos, estamos aquí. Hemos llegado a la zona ocho. Una zona que siempre deseé conocer, descubrir sus alrededores, recorrer cada una de sus enormes tiendas mientras capturaba todos esos lugares con fotografías, y lo mejor sería que viviría todo eso siendo acompañada por los que amo.

Ahora todo eso es imposible.

Las calles no cuentan con el brillo con el que se veían en las fotografías en internet, las tiendas con las luces apagadas, más las manchas en los cristales y una que otra telaraña, dan un aura viejo y desolado al lugar. Aunque de por sí hay un gran vacío sin nadie transitando.

Es como si una gran y enorme aspiradora hubiese pasado por el lugar, llevándose todo lujo con el que contaba. Dejando todo en ruinas.

Mi mente ya era consciente de lo que encontraríamos y, aún así, una parte de mí quiso creer que no sería así, que todo seguiría igual e intacto en esta zona de la ciudad. Qué tonta.

Trago y aumento la fuerza con la que sujeto las correas de la mochila, el cual tan solo le quedan tres botellas de agua y la colchoneta inflable en su interior.

Doy un pequeño respingo al sentir que mi zapato aplasta algo, y ese algo cruje bajo mi zapato. Levanto el pie.

Casi me quedo sin estómago.

Una cucaracha toda aplastada es el responsable, es aún peor cuando lo detallo mejor, quién sabe por qué si me da asco, y veo cómo un líquido sale de él. Me tapo la boca con una mano.

Puedo ser valiente y todo con chicos rudos que me toman a la fuerza para encerrarme en una habitación, pero con las cucharas no, simplemente no puedo.

—¿Todo bien? —Observo a Eiden, incrédula.

—Estoy prácticamente muriendo de asco —contesto—. ¿Tú qué crees?

—Uy, perdón, doña cucarachas. —Entorno los ojos.

—¿Cómo me llamaste, pedazo de caca?

—Uy, pedazo de caca. —Se burla, agitando las manos.

—¡Ya deja de decir eso! —Ladea el rostro con semblante inocente.

—¿Qué cosa?

Uy esto, uy aquello.

—Uy, perdón.

Lo fulmino con la mirada. Él ríe y se aleja, lo que se lo agradezco en mis adentros, porque de lo contrario ya tendría su cabeza hecho más pedacitos que el cuerpo de la difunta cucaracha.

Hay un montón de botes de basura tirados sobre el pavimento, lo que obviamente hace que más de la mitad de la basura que está en su interior se encuentren dispersados por todos lados y estos cuenten con millones de cucarachas.

—Esos botes son los culpables —murmura Grace, llegando a mi lado.

Todos somos culpables.

Le doy una sonrisa de labios pegados y paso un brazo sobre sus hombros.

—¡Ey! ¡Vírgenes! —Escuchamos gritar a Dant—. ¡Muevan esos culos! ¡Encontré algo!

Los tres nos miramos ceñudos para luego dirigirnos al lugar en donde se encuentra. Llegamos a una tienda, esta, a diferencia de las demás, cuenta con un mejor estado. Eiden gira la perilla y esta se abre. Ingresamos.

—¿Dant? —No recibo respuesta.

Nos adentramos mucho más, con cuidado de no enredarnos con telarañas. Que la tienda esté mejor que las demás no significa que está reluciente, además de que algunas cucarachas pasean por las esquinas.

—¡Mariguano el que no grite! —Dant sale de un salto de su ingenioso escondite detrás de uno de los muebles, haciendo que todos soltemos un grito.

—Puta madre —murmura Eiden, llevándose una mano al pecho.

—Dios, hay mucha discriminación aquí. —Coloca sus brazos en forma de jarra—. La mariguana es buena, ayuda mucho a la salud, ¿no lo saben?

—¡Casi nos matas del susto! —exclama Grace, aún alterada.

—No hacía falta eso, Dant. —Exhalo con lentitud—. Pero, ¿qué encontraste?

—Provisiones —responde y sonríe, guiándonos mucho más al fondo de la tienda.

Muchos estantes se encuentran allí, todos llenos de comida, además de un freezer en donde se encuentran resguardadas botellas de agua y diversos refrescos.

Todos sonreímos y nos dividimos en dos grupos para comenzar a guardar lo que podemos en nuestras mochilas. Claro que cuidando que lo que guardemos no esté vencido. Voy viendo las fechas cuando escucho hablar a Eiden.

—Además de Grace, ¿conociste a alguien más en aquel sitio?

Sip —asiento, haciendo una mueca—. De los cuales no tengo una maldita idea de si están a salvo.

—Oh. —Lo observo de reojo y lo veo tragar—. Pero estoy seguro de que están bien.

—No, no lo están. —Asiente despacio, volviendo a realizar lo mismo que yo.

Como si fuese un acto que no es capaz de manejar, se gira totalmente hacia mí. En sus ojos logro ver cómo está indeciso de si decir algo o no.

—Debes confiar. Así como tus amigos y tú están bien, de seguro ellos hallaron otras formas de salir de allí.

Resoplo.

—Aún siendo así no los volveré a ver.

Se relame los labios y vuelve a girarse.

—¡Mira, Clare! —Grace se acerca a mí dando saltitos—. ¡Es mi nombre!

Por un tiempo los refrescos utilizaron una técnica que consistía en plasmar distintos nombres por alguna parte de las latas, para así llamar más la atención y que a los consumidores les pareciera atrayente la idea de comprarlos. Parecía una idea estúpida, pero funcionó por un largo tiempo.

Y en este caso, es el nombre de Grace el que se encuentra plasmado.

—Qué suertuda. —Entorno los ojos para leer de qué sabor es—. Solo que es amargo.

Hace una mueca.

—De todas formas ya está vencido. —Me da pena el ver cómo encorva sus labios hacia abajo.

—Pero aún así puedes tomarlo, ya que no es perecedero —dice Eiden.

—Sí, pero si ya de por sí es amargo, al estar muy pasado de su fecha de vencimiento lo será mucho más, además de que ya habrá perdido todo el gas —contraataco.

—Oh, cierto. —Asiente, dándome la razón, lo que me hace sonreír.

—Puedes probar suerte y tal vez encuentres uno con mi nombre. —La aliento, intentando de esa forma hacerla sentir mejor.

Una pequeña sonrisa vuelve a su rostro.

—¡Sí! —exclama—. Solo que no creo que lo encuentre.

—¿Por?

—Bueno, tu nombre no es tan común. —Hace un puchero que me provoca ternura—. Pero intentaré encontrarlo. —Ríe contenta y se gira para alejarse.

Termino de guardar las botellas en la mochila, por lo que procedo a cerrarla.

—Al llegar a la organización podríamos pedir ayuda —propone Eiden, destapando una botella de agua y ofreciéndomela. Frunzo el ceño.

—¿Cómo haríamos eso?

—Podríamos solicitar una búsqueda. —Alza las cejas, sonriendo con entusiasmo—. De seguro ya lo hacen, pero esta sería específicamente para buscar a tus amigos.

Sonrío igual de emocionada.

—¡Eso sería genial! —Río por la emoción para luego tomar un sorbo de la botella, que gracias a lo fresco que está el clima este también lo está un poco.

Siento una pequeña opresión en el pecho con la sola idea de volver a verlos. Poder decir que ayudé a encontrar a Robert, que con apenas conocerme me aconsejó como jamás nadie lo había hecho, como si fuese en realidad alguien cercano a mí, como si fuese mi padre. Y la verdad es que lo respeto como si lo fuera, él lo merece.

Y Eli, quien con su entusiasmo, un poco exagerado, logró sacarme varias risas en la única vez que logramos encontrarnos. Una única vez en la que el ambiente estuvo cargado de una alegría que necesitaba en aquel momento. Ella había dicho que éramos amigas, así que yo debo ser una verdadera, y lo seré al ayudarla a escapar de aquella tortura.

Definitivamente será genial ayudarlos a llegar a la libertad.

***

—Dante, ¿podrías parar? —Eiden coloca una mano enfrente del rostro de Dant, quien no para de masticar con la boca abierta. Lo observa, indignado.

—Mi nombre es Dant, aborto de sapo. —Reprimo una risa.

—Dan.

—No, Dant.

—Me parece que es lo mismo. —Se encoge de hombros.

—No. —Gruñe. Suspira y coloca sus manos al frente para así iniciar su explicación—. Dan es un nombre común, cualquiera lo tendría. En cambio yo. —Se señala con orgullo—. Soy único. No puedo estar por ahí con un nombre así de corriente. —Hace una mueca—. Mis padres lo sabían desde el momento en el que salí del interior de mi madre, se escuchó mi dulce llanto y... —Suspira, fingiendo sostener a un bebé en sus manos frente a él—, ahí estaba yo. El hermoso y magnifico Dant, quien aún siendo un recién nacido ya contaba con unas luminosas y hermosas nalgas.

—Qué raro —murmura Grace en un volumen bajo que aún así logro escuchar y suelto una pequeña risa.

—Esa fue la explicación más extraña que me han dado acerca del origen de un nombre.

—Y tienes suerte de que no te lo estoy cobrando. Fue sabiduría gratis. —Le guiña un ojo—. Además, la pronunciación se realiza de una forma que queda tan sensual, que te provoca querer besarme como un desquiciado. —Culmina con una gran sonrisa de superioridad.

—Yo jamás he querido. —Gira bruscamente su cabeza hacia mí.

—¡Clare! ¡Tú tienes que decir que tengo razón!

—Pero no es así. —Río.

—Pero deberías de mentir por mí. —Finge un sollozo—. Que pésimo servicio.

Los tres reímos mientras Dant finge enojo, para molestar un poco más comienza a hacer sonidos con su axila, eso solo logra que riamos como unos maniáticos.

—¿Dónde queda el baño? —pregunta Grace.

Observa a Dant en busca de una respuesta.

—No he recorrido por completo este lugar, y en las condiciones en las que está no creo que su baño cuente con la higiene necesaria. —Hace una mueca—. Ni siquiera sé si tiene uno.

—Pero necesito ir —suplica.

—¿Y en el bosque había un baño? —Enarca una ceja, desafiante.

—Pues... no. —Grace observa el suelo y hace círculos con uno de sus pies—. Pero ya no estamos en el bosque y necesito un baño, porque luego de mucho por fin puedo volver a usar uno.

—Ni siquiera tendrás papel, Grace.

—Claro que sí. —Se dirige hacia una esquina del lugar, en donde de un pequeño mueble saca un paquete de papel higiénico—. Debieron de ser para los clientes.

Dant bufa y, resignado, se levanta del suelo.

—Ven —ordena—. Busquemos el bendito baño. —Gira los ojos. Al contrario de él, Grace hace un pequeño baile de victoria.

Los veo alejarse y aprovecho para observar directamente a Eiden. Él se da cuenta y suelta una risa nerviosa.

—¿Qué?

—Solo... —Pienso bien lo que diré—. ¿Exactamente qué sabes del lugar que nos tenía encerrados?

—Hmm. —Juega con la botella de agua ya casi vacía, eso me molesta por la poca paciencia que tengo—. No mucho.

—¿Qué sabes? —Vuelvo a interrogar. Se encoge de hombros.

—Solo que es como una prisión, que al principio te hace creer que todo estará bien, que van a dar una solución para todo lo sucedido. Pero lo único que dan son dolores en el culo.

—Qué bien informado. —Río. Ese es el resumen perfecto de aquel lugar.

—Tengo mis contactos. —Me guiña un ojo, divertido, pero luego su semblante se vuelve serio—. Es una suerte que hayas logrado escapar.

—No solo yo, también lo hizo Grace, y gracias al cielo luego nos encontramos con Dant. —Sonrío, recordándolo.

—Sí, cierto... —asiente—. Es una suerte que ustedes estén bien.

—Sí —susurro en medio de un suspiro—. ¿No tienes idea de cuántos hay?—Frunce el ceño

—¿Hablas de otro sitio como ese? —Asiento—. Que yo sepa hay solo uno.

—Ya.

Observo mis manos. En mi mente me encuentro sumando las horas y restando los días que faltan para llegar a la frontera. Tengo un buen presentimiento sobre todo esto, de que estamos haciendo lo correcto. Como una opresión en el pecho que me impulsa a seguir, una certeza de que sí llegaremos a lo anhelado. Una voz que me dice que es la opción correcta.

Por otro lado también busco entre mis recuerdos. Sé que estoy dejando pasar algo importante que me ayudaría, pero no logro descifrar qué.

La mente humana cuenta con ese leve error que al intentar hurgar mucho más en él, en lugar de ceder y otorgar lo buscado, este solo se hace más distorsionado.

—¿Tienes algo con Dant? —Suelta de la nada. Lo observo, alzando las cejas por la sorpresa.

—Una amistad —respondo con obviedad.

—No, me refiero a... —Pasa una mano por su cabello con lo que creo es nerviosismo—, algo más.

—¿Novios?

Titubea un poco antes de responder.

—Sí, algo así.

Arrugo el rostro.

—No, eso sería como besar a mi hermano. —Río un poco—. Es más, lo considero un hermano.

—Bueno, son muy unidos. —También ríe, pasándose ambas manos por la tela de sus pantalones. Frunzo el ceño.

—¿Y eso qué? —objeto—. ¿Crees que un chico y una chica no pueden ser simplemente amigos?

—No dije eso. —Detiene los movimientos de sus manos, serio—. Y tampoco creo eso.

—Suerte que no lo haces —espeto con amargura y aparto mis ojos de él.

De reojo veo cómo vuelve a jugar con la botella. Eso me irrita.

¿Por qué tuvo que preguntar eso? Me irrita que las personas sigan pensando de esa forma. Más aún me molesta que él lo hubiera preguntado y que, a pesar de eso, sienta algo de emoción por ello.

—¡No creerán en dónde orinó Grace! —Dant llega hasta nosotros junto con Grace—. En el suelo, ¡orinó en el suelo! —exclama en medio de risas.

—¡Estaba resbaloso, no es mi culpa! —Se intenta excusar Grace.

—Ella pidió ayuda sin decirme para qué y luego me dijo que quería limpiar eso del suelo y que le pasara más papel. —Toma aire para poder continuar—. Es decir, ¡quería limpiar su orina de un lugar llena de más mierda que otra cosa!

—¡No es gracioso! —Grace le da un golpe en el brazo, pero luego ríe al ver lo rojo que se encuentra el rostro del castaño de tanto reír.

En ningún momento cambio mi cara de culo, y el chico a mi lado no pronuncia ninguna palabra. Poco a poco detienen sus risas. Dant inclina un poco el rostro, observándonos.

—Como que hay una tensión en el aire, ¿no?

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¡Hola!

Estuve perdida más de un mes, que locura XD

Si aún así siguen leyendo la historia se los agradezco un montón, y más aún si me dejaran sus cometarios sobre lo que opinan de la historia y sus votos, todo es bien recibido mientras no sea hate, obvio microbio.

Doble actualización porque se lo merecen, los amo mucho por apoyarme en esto y pues, fue todo un mes ya, tenía que dárselos jajaja.

Capítulos dedicados a _lavaranda y a Inviernoalcorazon por todo el apoyo que siempre me dan, las amo mucho, no saben lo mucho que aprecio que estén acompañándome en esta negra aventura🤧❤

Y bueno, no fueron capítulos para decir: ¡que bruto, que buenos capítulos!
Pero ya luego verán por qué eran necesarios, nada está de más, todo está conectado👁👄👁

A lo Dark XD

Nos leemos pronto♡
(eso espero)

¡Muak!

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