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18

"OEC".

—¡No! ¡Detente!

Doy un brinco hasta quedar completamente sentada en la colchoneta, la cual comparto con Grace, así que observo el lado izquierdo de esta, pero ella no se encuentra allí. Entro en pánico.

Agudizo mis oídos en busca de algo nuevo, pero ya no hay nada. Pudo haber sido de algún sueño, el cual ya no recuerdo. Aún así, me dispongo a colocarme los converse negros, ya bastante desgastados, y salgo de la tienda.

¿Dónde están?

En el exterior tan solo se logra percibir la suave brisa de la mañana y el cantar de algunos pájaros. No hay nadie.

Giro a mi izquierda con la idea de ir a la otra tienda, pero no está.

¡La maldita tienda no está! ¡Mierda!

Sabía, algo en mi interior lo percibía, que no debía de confiar en aquel extraño. Es eso, un completo desconocido, y lo dejamos integrarse. Aunque tan solo fue una noche, eso, tan solo una noche, ya fue suficiente para cualquier táctica suya. Se llevó a mis dos mejores amigos.

¿Ayuda? ¿En serio creí en esa palabra luego de todo lo sucedido? ¡Que imbécil!

Con la ira saliéndome hasta por los poros, giro nuevamente sobre mis pies para ingresar a la tienda. Debo buscarlos, ¿qué les hizo? ¿Los hirió? ¿Los...?

Como si la vida quisiera romperme aún más, Eiden aparece en mi campo de visión. ¿Sigue aquí? ¿Va a matarme aquí y ahora?

Desecho la idea de ingresar a la tienda y, en lugar de eso, me acerco a él con grandes zancadas.

—Tú. —Lo señalo con un dedo.

—Yo —contesta, como si se tratase de un juego, señalándose con ambas manos, fingiendo demencia.

—Con que te harás el desentendido. —Alzo las cejas—. ¿Qué les hiciste?

Palidece.

—¿De qué hablas?

—Escuché los gritos, ¡no te hagas el imbécil! —replico, se sobresalta y alza ambas manos en señal de rendición.

—Clare...

—¡Cállate y dime! —Gruño con frustración—. ¡No debimos creer en ti! ¡No debí creer en ti! —Sigo gritando. Coloco ambas manos en su pecho y lo empujo—. ¡Eres un idiota! ¡Y yo también lo soy por dejar que te quedaras con nosotros! —Lo vuelvo a empujar, pero esta vez no llego a alejar mis manos, porque antes de hacerlo, él ya tiene sujetada mis muñecas.

—Hey, detente —demanda.

—¡¿En dónde están?! —Vuelvo a cuestionar, ignorándolo por completo.

—¡Clare! —Giro mi rostro con brusquedad, y lo que encuentro, me paraliza. Dant, a unos pocos metros, me observa entre confusión y preocupación—. ¿Qué carajos haces? —Su ceño cada vez se frunce más, sus ojos me estudian como diciendo: ¿Te entró el chamuco o qué?

Llevo mi vista de él a Eiden, quien también me observa con confusión. Doy lentos pasos hacia atrás, en los que él también suelta mis muñecas.

—Yo... Pensé que... —Parpado varias veces intentando central a mi cerebro, el cual al parecer sufre de un corto circuito. Señalo con un dedo a Eiden, observándolo por unos segundos, para luego hacer lo mismo con mi amigo.

—¿Qué los había traicionado? —cuestiona Eiden, con notable molestia, la cual trata de contener con sus puños cerrados—. ¿Qué había asesinado a tus amigos y que ahora venía por ti? —Niego con la cabeza, tratando de enmendar mi error, lo que solo lo enfurece aún más—. Sí, yo también pensaría lo mismo de alguien que ayudó a mis amigos a salir de un incendio y que los guió a un lugar seguro en donde puedan pasar la noche. —Se encoge de hombros junto con una sonrisa forzada. Aprieta su quijada y se gira.

Quedo muda.

Realicé un espectáculo. Culpé a alguien inocente.

Dios santo, me siento tan estúpida.

No, más que eso.

Sacudo la cabeza. ¿Pero qué esperaba? ¿Qué confiara como si nada en él? No es mi culpa el ser así de desconfiada, no puede pedirme tratarlo bien de la noche a la mañana.

Sí, eso. No me sentiré mal por él.

Pero... ¡No!

—¿Y qué eran los gritos y...?

—Solo me estaba ayudando con la tienda, el cierre quedó atorado en la madrugada cuando salí para hacer pis. Él intentó que vuelva a funcionar, pero fue un desastre y tuvimos que desmontarlo para así ver mejor el daño. —Gira los ojos con diversión al recordarlo, pero todo rastro de diversión se esfuma de su rostro al volver a observarme—. La cagaste, Clare, y bien grande. —Hace una mueca y niega con la cabeza, dirigiéndose en la misma dirección en la que fue Eiden.

Y sí que la cagué, pero no lo voy a admitir, aún. Sé que debo hacerlo en algún momento.

Mi reacción fue extremadamente precipitada, había sacado conclusiones erróneas, la manera en la que lo había acusado realmente estuvo mal. ¡Carajo! Lo acusé de matar a dos seres humanos. Ya no iré al cielo, y pensándolo mejor, iré al otro infierno, porque ya me encuentro en uno.

Ahora soy la loca del grupo.

Bufo e ingreso a mi tienda.

Soy más que consciente de la gravedad de lo que he hecho, de mis acusaciones. Y sé que debo disculparme. No es del agrado de nadie que de la nada te acusen por algo que no hiciste, y peor que ese algo sea el matar a alguien. Pero no me enfrentaré a eso ahora, no puedo. De seguro hasta me orinaría en los pantalones de la vergüenza en el proceso de pedir perdón.

Soy tan imbécil. No me cansaré de repetírmelo. Será mi autocastigo.

Me sigo regañando mentalmente mientras que, con mucha furia contenida, tomo el suéter que se encuentra tirado sin cuidado en el suelo, está algo fría por la humedad, además de desgastada, pero está bien. Paso mis manos por mi cabello y es en ese momento en el que me doy cuenta de la maraña que es esta. Para colmo había salido de la tienda con el cabello hecho un desastre.

Tomo mi cabello entre una de mis manos y con la otra estiro la goma que llevo estratégicamente por una de mis muñecas. Siempre eso era mi salvación en las clases de gimnasia para mi cabellera rebelde, y más cuando hacía un calor digno del mismísimo inframundo.

Un mechón queda atorado por mi dedo índice, eso logra que mi gran intento por recoger mi mugrienta melena fracase. Pisoteo como una cría a quien no se le otorgó su dulce paleta en lo que estiro la goma para así volver a intentarlo. Vuelve a suceder.

—¡Agh! —La goma queda toda liada por las veces de intentos fallidos—. Estúpida goma. Estúpido cabello.

Confirmado. Hoy es mi día de mierda.

—¡Guau! —exclama una voz a mis espaldas—. Alguien no amaneció en el lado positivo de la vida.

Resoplo y la observo.

—¿Y tú sí? —inquiero, enarcando ambas cejas. Grace borra su sonrisa.

—Por lo menos finjo que sí.

¿Qué hice en mi otra vida para estar tan tonta y herir a todos hoy?

—No quise... —Suspiro, pasando una mano por mi rostro hasta mi enredado cabello del que cuelga la detestable goma—. Lo siento, hoy estoy hecha un desastre, y esta cosa. —Señalo mi cabello—. ¡No coopera! —Vuelve a formar una sonrisa en su rostro, observándome con diversión—. Si te ríes ya no duermes conmigo, Grace.

—¡No! —chilla y se lleva ambas manos a la boca para no soltar ninguna risilla. Le dedico una última mirada de advertencia mientras retiro la goma.

Grace me observa en silencio. Por cómo sus ojos se achinan descifro que se está riendo, además de sus cachetes redonditos y sonrojados. Suelto un fuerte suspiro mientras tiro mis brazos hacia abajo en rendición.

—Es imposible, ¡odio esto! —Gruño con los dientes apretados—. No sé cómo siempre lo hago bien, pero justo hoy todo me sale mal.

Se encoge de hombros. No dice nada más, solo me observa luchar con la goma.

—Fuiste muy dura. —Suelta de repente. La observo, frunciendo el ceño—. Con el chico. —Aclara—. Dant me lo dijo —murmura con nerviosismo. Suelto una corta risa sin ánimos—. Te ayudo. —Toma la goma entre sus manos para luego colocarse detrás de mí.

—Fui una idiota —digo, mientras Grace comienza a arreglar mi cabello, recogiéndolo por la mitad—. Debí de haber actuado con normalidad, no haber sacado conclusiones con esos gritos. Saqué todo de contexto y... ¡Agh! —Suspiro—. Yo solo... —Observo la tienda, pensando en lo siguiente que diré—, ya no sé confiar.

Observo a Grace, ella asiente, como si entendiera lo que es eso. Como si entendiera lo que es sentir y actuar de esa forma. Y estoy segura de que lo sabe. Su mirada llena de dolor al escuchar mis palabras lo confirman. Quisiera saber más de ella, de su pasado, aparte de lo que sé gracias a aquella carpeta...

¡Demonios, la carpeta!

Aún no he hablado sobre eso con ella. Jamás encontré el momento y, tal vez, este lo sea. Pero tengo miedo. No quiero perderla al contarle la verdad de lo que sé de ella, revelar que en realidad no respeté el espacio que ella solicitó desde un principio con sus simples silencios. No, no puedo decírselo.

—¡Clare! —Parpadeo varias veces—. Te perdiste por un instante. —Ríe.

—Ah, sí, yo... —Coloco un mechón detrás de mi oreja—. Vamos con Dant —propongo.

—¡Vamos! —Sonríe—. Pero, ¿te gusta cómo quedó tu cabello? —inquiere, temerosa. Sonrío.

—¿Bromeas? Kylie Jenner me tendría envidia. —Tiro mi cabello hacia un lado con una pose digna de una celebridad en la alfombra roja.

Reímos juntas hasta estar a una corta distancia de los dos chicos, los cuales se encuentran platicando, cargan un poco de madera en los brazos, bueno, Dant es el que carga menos madera. Asumo que todo eso es para la fogata de esta noche.

Dant cuenta con un semblante afligido mientras mueve los labios para pronunciar palabras que no logramos escuchar aún a esta distancia. Eiden abre la boca para hablar, pero la cierra al vernos llegar hasta ellos.

Raro.

Dant forma una sonrisa de labios sellados al observarnos, en cambio Eiden no nos vuelve a observar. Más bien, no me observa.

Con que así quieres jugar, rencoroso.

Pasa por mi lado fingiendo no verme, pero el borde de la madera que lleva roza la piel de mi brazo izquierdo. Suelto una exclamación de dolor, no duele tanto, pero por lo menos para que me dirija la mirada. Se gira.

¡Sí!

—Oh, Grace, ¿te hice daño?

¡No!

¡Pero qué pedazo de imbécil!

Grace lo observa sin entender.

—Eh... No, yo estoy bien. Pero creo que Clare fue la que-

—Qué bien, eso está muy bien. —Sonríe—. Llevaré esto para allá. —Vuelve a girarse y se aleja.

Abro la boca, indignada.

—Uuuuhh —susurra un chistoso amigo mío en modo de abucheo. Le doy un codazo, lo cual solo lo hace reír—. Bueno, ya, ¿cuál es el plan?

—¿Plan? —Frunzo el ceño—. ¿Qué plan?

—¿Cómo que qué plan? —Ríe—. Siempre tienes uno, y bueno. —Traga—. Luego de esto que pasó, pues, ¿a dónde iremos?

Sí, esa misma pregunta ronda por mi mente.

¿Qué sigue?

Abro la boca para hablar, pero una voz se hace presente antes que la mía.

—Yo tengo un plan.

Algo se retuerce en mi interior. ¿Qué ha dicho el malnacido?

Una chispa de esperanza aparece en los ojos de Dant y Grace.

—¿Cuál? —preguntan al unísono.

No me molesto en pronunciar palabra, pero, aunque sé que no me lleva en cuenta, permanezco expectante a lo que dirá para que, si se me da la oportunidad, pueda contradecirlo al encontrar fallos en su supuesto plan.

Lo siguiente que dice ni siquiera al más arriesgado del grupo, o sea Dant, se le hubiera ocurrido.

—Iremos a la frontera.

Frunzo el ceño, parpadeando varias veces sin entender. ¿Está hablando en serio? ¿La frontera?

Hay un silencio sepulcral, el cual sé que no durará demasiado al ver a Dant alzar sus manos.

—A ver, a ver. Alto vaquero. —Observa por unos segundos hacia la nada, parpadeando, como si de aquella forma lograra encontrar las respuestas a las mayores incógnitas del universo. Lo vuelve a observar—. ¿Y qué carajos haremos allí?

De acuerdo, no encontró ninguna respuesta.

—¿Y cómo pretendes que lleguemos hasta ahí? —inquiero con amargura.

—Caminando —contesta con obviedad, enarcando una ceja.

Entrecierro mis ojos. Mentalmente estoy destrozándole todo lo que se llama cara. Escucho cómo Dant suelta una pequeña risa, lo observo y rápidamente se lleva una mano a la boca al ver el enojo en mi mirada. Adopta una postura recta.

—Sí, querido Eiden, ¿cómo realizaremos tal hazaña? —Con no tan buen disimulo, lleva sus ojos del chico a mí. Noto cómo intenta ocultar su sonrisa y sus grandes ganas de reír. Eiden ríe libremente.

—Qué par de capullos. —Giro los ojos.

—¡¿Ahí hay ayuda?! —Grace observa con entusiasmo al chico, expectante a su respuesta.

—No creo que...

—La hay.

Me giro hacia él, frunciendo el ceño.

—¿Qué has dicho? —Por primera vez, en lo que va de esta reunión, me observa.

—Lo que oíste. Ahí hay ayuda. —Observa a los demás—. La hay, se los aseguro. Y yo los llevaré hasta allí —sentencia.

—¿Y por qué harías eso?

Desvía su mirada hasta el suelo. Se relame los labios antes de hablar.

—Porque si tengo la oportunidad de ayudar a quienes lo necesitan, lo haré. —Pasea su mirada por los tres y se detiene en mí—. Y porque no pude ayudar a los míos, cuando pude haberlo hecho.

Siento cómo un estremecimiento sube por mis brazos hasta llegar a mis hombros. Sí, conozco ese sentimiento.

—Habla —murmuro lo suficientemente alto como para que me oiga.

—Con mi hermano teníamos pensado ir. —Vacila un poco antes de seguir—. Mi padre... —Traga—, él trabajaba para esas personas. —Inmediatamente estoy en alerta—. Pero no se alarmen —dice con rapidez—. Es una organización. Él quería un cambio, al principio parecía que aquellas personas buscaban lo mismo que él: Ayudar a la humanidad. Lo cual al decirlo suena a algo muy grande. Ellos iniciarían con algo pequeño. Medicinas, vacunas, entre otras cosas. —Suspira—. Pero poco a poco mi padre fue descubriendo la verdad. Ellos no querían ayudar, solo buscaban el beneficio propio al ganar millones, todo con falsas esperanzas para las personas. Destruirían el mundo al ir avanzando, así que mi padre, a sus espaldas, iba en contra de todo lo que la organización hacía, guardando todo lo que le sirviera a él para la realización de algo que verdaderamente ayudara a los demás. —Bufa—. Solo que un día lo descubrieron.

—¿Y? —inquiere Dant con curiosidad.

—Lo asesinaron. —Grace suelta un pequeño jadeo por la sorpresa. Dant queda impactado. Y yo permanezco pensativa. Tal vez sea extremadamente desconfiada, lo cual es comprensible en la situación en la que nos encontramos. Aún así, no me arrepiento de serlo. Si Eiden va a ayudarnos, primero debe ganarse nuestra confianza—. Tengo una carpeta con unos documentos de mi padre. Se los puedo enseñar.

—¿Y por qué cuentas con unos documentos de tu padre? —cuestiono. Suelta aire por su nariz y chasquea la lengua.

—Porque esos documentos, en esa carpeta, son los que estaban resguardados bajo llave en su oficina. La misma oficina en la cual lo encontré rodeado por su propia sangre luego de ser asesinado. —Quedo de piedra—. Luego de eso me entregaron sus pertenencias, ya que jamás tuve una madre, y mi hermano era menor, él no podía con ello. —Suspira—. Entre esas pertenencias se encontraba una llave, la que resguardaba estos papeles. Tomé el documento, lo guardé, y cuando estuve listo, lo leí. —Se pasa una mano por el rostro—. Juro que no esperé encontrar algo que me sirviera en el futuro, pero así es.

—¿Qué dice? —No recibo respuesta. En lugar de eso, deposita su mochila en el suelo, el cual lo llevaba en su espalda, y comienza a rebuscarse en él. Toma una carpeta y se la pasa a Dant.

—Pueden abrirlo. —Señala la carpeta—. Adentro encontrarán la respuesta.

—¿O sea que me tengo que leer todos estos papeles para saber algo que me lo puedes decir y ya? —Dant sacude la carpeta en el aire—. Estoy indignado. —Se cruza de brazos. Eiden bufa, toma nuevamente la carpeta y lo abre.

—Básicamente informa sobre lo que ya les he dicho. Fue gracias a esto que supe la verdad sobre esas personas. Bueno, solo una parte. —Hojea hasta parar en una hoja en específico—. Pero además de eso, también habla de un sitio. Un centro de ayuda, por así decirlo. —Los tres nos acercamos a él para leer lo que dice—. Un sitio en el que podemos resguardarnos durante todo esto, en el que es posible estar a salvo.

En el documento se lee como título: OEC.

—¿Qué significa eso? —Señalo con un dedo el sitio en el que están impresas aquellas siglas.

—Organización Especial Colaborativa —responde—. Es un buen nombre, la verdad. —Se encoge de hombros.

—¿Por qué exactamente se llama así? —pregunta Grace, quien ha estado muy callada asimilando todo lo dicho por el ojiazul.

—Créeme, lo he buscado. Pero no, no hay nada que explique exactamente eso, tan solo que estaremos seguros ahí, ya que es una organización fundada por mi padre, y que por ello aquel sitio es completamente confiable y seguro. También lo que hacen, el rescatar a personas en situaciones difíciles y demás. —Observa en silencio algunas hojas más en el documento—. Aquí no está toda la información, pero nos da la necesaria.

—¿Por qué nunca nadie supo nada de esta organización? —inquiero.

—Porque es una organización oculta. El gobierno no tiene idea de esto, porque, ¡vamos! —Ríe secamente—. No les interesaría. No ayudarían en nada.

—¿Y tú crees lo que está ahí? —cuestiona esta vez Dant.

—Era mi padre. —Sonríe un poco—. Lo hago.

—¿Por eso quieres ir? —Me observa, frunciendo el ceño—. ¿Para sentirte un héroe al evitar que también nos corten la cabeza?

—Exacto. —Asiente con semblante serio. Alzo las cejas, divertida por su forma de decirlo—. Hablo en serio.

—Y yo también. —Cierra la carpeta, acercándose a mí—. Sigo sin confiar

—Pues yo tampoco confiaba en nadie, Clare. Rechacé la idea de mi hermano de ir a aquel lugar, y cuando por fin lo acepté ya era tarde. En el transcurso de ese viaje tardío a aquel lugar, ¿quieres saber qué pasó? —Aprieta la quijada—. ¡Lo vi morir! —Su pecho sube y baja con cada respiración que da. Resopla con frustración—. No quiero que cometas el mismo error.

Pestañeo rápidamente, tratando así de eliminar el ardor en ellos. Observo a mis dos amigos, ellos me sonríen en comprensión.

De alguna u otra manera quiero contradecirlo, pero no hay forma. ¿Qué otra cosa podemos hacer? No contábamos con una dirección antes de esto, ahora ya la tenemos, y al parecer, es el correcto. Y aunque ya hemos cometido errores al pensar que hacíamos lo correcto, esto va más allá. Hablamos de una organización, la cual cuenta con recursos que pueden ayudarnos a sobrevivir en confianza, sin temor.

Esto solo me lleva a una cosa: Debo volver a confiar.

—¿Qué dicen ustedes? —inquiero, dirigiéndome a Dant y Grace.

—Bueno... —Dant se lleva una mano a la nuca y masajea esta—. Creo que haré lo que sea más votado. —Suelta una risa nerviosa. Le sonrío con los labios pegados y observo a la rubia.

—¿Y tú?

Grace realiza una mueca con los labios, mientras que con una mano toma con fuerza la otra, estrujándolas.

—Creo que... —Aprieta sus labios—, ya no quiero que nadie sufra —murmura en un hilo de voz. Las facciones de su rostro se contraen. El temblor en sus manos fuertemente agarradas me advierte de lo que vendrá. Rápidamente me acerco a ella y la rodeo con mis brazos.

—No, Grace —susurro—. Tranquila. —Con una mano sobo su espalda, esperando a que se calme un poco. Mientras tanto Dant toma la carpeta de entre las manos de Eiden, sin pedirlo siquiera.

Los modales hacen al hombre.

—De acuerdo —dice Grace, asintiendo rápidamente contra mi hombro y luego se aparta. Sorbe por su nariz y le regalo una sonrisa.

Dant asiente en acuerdo, sabiendo lo que haré. Solo eso faltaba para culminar: El apoyo de los únicos pilares que me quedan.

Cambio mi sonrisa por una línea recta al girarme hacia el chico que ha estado esperando el veredicto final.

—¿Cuánto tardaremos en llegar?

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¡Holi!

Si, ya se me hace costumbre actualizar cada mil años, pero valórenlo, ¡sacrifico a mi espalda por ustedeeees! Los amo mucho.

Bueeeeeno, y pues. ¿OEC? Hmmm, interesante. Ya hasta organizaciones he inventado.

¿Qué tal con el papucho? ¿Ustedes si confían en su historia? Recuerden que no hace falta desconfiar de todos, no sean como Clare. Mejor sean como Dant, bien fogoso.

Dant: Seeeeeh.

Yo: *le guiño un ojo*

En otras noticias, ¿qué les parece la nueva portada? Mega agradecida con Velveth, una excelente persona y talentosísima escritora, pásense por sus historias, ya verán que amarán lo que hace, porque, amigos, ella hace magia😱❤

¡Muak!

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