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16

"Corazón en llamas, corazón de cenizas".

¿Conoces aquella sensación de que podrías haber evitado varios sucesos? Y al no hacerlo te regañas una y otra vez, pero aún así no haces nada para impedirlo, solo observas, mientras que en tu mente sientes el daño que te realizas, tanto en lo psicológico, como en lo emocional.

Dant va al frente, seguido por mamá, detrás de esta viene Grace, y al final estoy yo. Es una línea recta, una caminata en una línea recta, dando pasos hacia aquel sitio defectuoso en todos los sentidos.

En este momento detesto a todos, porque todos están en mi contra.

Primero mamá con no querer decirme quién es la persona misteriosa que la ayudó, o más bien, que nos ayudó. Luego Dant con esta idea loca de hacerse el superhéroe, y luego le sigue Grace con su apoyo incondicional hacia estos dos, dejándome a mí de lado, aunque al final lo de ella no es tan malo, en realidad, me preocupa.

Hace solo algunas horas, Dant había ingresado al interior de la cabaña, casi tirando humo por sus fosas nasales. Por el otro lado estaba yo, parada, rígida, pasmada.

Sacudí la cabeza, saliendo así del aturdimiento y de mi gran guerra mental, y como si de eso dependiera mi vida, aunque literalmente así era, fui detrás de él. Lo tomé del brazo, intentando detener lo que sea que realizaría a continuación.

—¡Suéltame! —gritó, y juro que en ese mismo instante sentí como si de un mismísimo hueco se tratase, en el pecho, abriéndose, lenta y dolorosamente.

Solté su brazo, pero aún así, con lágrimas a instantes de ser derramadas, me acerqué de nuevo a él.

—¡Maldición, escúchame! —vociferé—. ¡No hagas una estupidez de la que luego te puedas arrepentir!

Intenté de todas las maneras posibles de que Dant me observe, que me mire a los ojos y que al verlos entre en razón, como si eso fuese posible, pero había en mí una pequeña esperanza de que así fuera.

Gran error.

Era tarde. La idea ya estaba completamente formada en su cabeza, se notaba en su postura, en la determinación con la que me observaba. Dant me esquivaba sin ninguna dificultad, mientras que, a toda velocidad, iba y venía con su mochila en busca de todo lo que necesitaría para esta locura. Alimentos, fósforos, linternas, y más. Por último tomó el arma y lo guardó en uno de los compartimientos de la mochila.

Mientras lo veía en todo eso, observé cómo Grace se asomaba por la cocina y, al ver las acciones realizadas por el chico, su rostro pasó de la curiosidad a la confusión, y luego una mezcla de ambas.

—¿Qué haces? —Le había preguntado.

El muy imbécil esa vez sí detuvo sus acciones y la observó.

—Busca comida —ordenó y volvió a lo anterior, a lo que Grace frunció levemente el ceño sin comprender el motivo de aquella petición. Dant la observó con impaciencia—. ¡Mueve el trasero, Grace!

Ella pestañeó, desconcertada, pero con pasos erróneos se dirigió con rapidez hacia la cocina, al regresar traía en sus brazos muchas más provisiones, los cuales eran las bolsas de aluminio.

—¿Y qué hago con esto?

—Hay una mochila más en el contenedor que se encuentra a la izquierda de la cocina, allí mételas.

Grace asintió rápidamente con la cabeza, pero no se movió de su sitio.

—¿Por qué?

Dant bufó con impaciencia.

—¡Solo hazlo!

Ella volvió a asentir y esta vez sí fue en dirección a la cocina para realizar lo que le había mandado hacer aquel idiota, digo, Dant.

No repararon en mí que solo observaba todo con cara de estúpida por no poder hacer nada, y por la manera en la que se movilizaban y no me escuchaban se notaba lo mucho que importaba en el asunto. Era increíble, solo faltaba que mamá estuviese de acuerdo con todo esto.

Y al parecer la había invocado. Con pasos lentos, y semblante bastante intrigado, mamá salió de la pequeña habitación, aquella en la que la había vuelto a ver, en donde la había vuelto a abrazar, en la que la había vuelto a tener conmigo. Estaba tentada a pintar una sonrisa en mi rostro a causa de esos recuerdos, pero me contuve.

Mamá, al ver lo que ocurría, me dirigió una mirada interrogante y aparté la mía. De reojo vi cómo se dirigió hacia donde se encontraba Dant.

—¿Qué está pasando, hijo?

Pues mira, tu querido hijo adoptivo nos quiere meter a todos en una situación de vida o muerte, en donde las probabilidades de vivir son más que escasas. Yupiiiiii.

Me ordené mantener eso únicamente en mi mente, no quería echar más leña al fuego.

Los vi hablar en susurros, en confidencia. Mamá hizo una mueca, pero luego, y dolorosamente para mí, asintió hacia Dant y lo ayudó con todo lo demás. Abrí mucho los ojos, incrédula.

—¡Increíble! —dije, apretando mucho los dientes—. ¿Estás de acuerdo con esta locura?

Mamá suspiró y me observó con... ¿cansancio? ¿Por qué me miró así? Yo era la que estaba cansada, molesta, harta, lastimada, traicionada, en fin, la lista era larga.

—Salvaremos a esas personas, Clare, ¿por qué no debería de estar de acuerdo?

—¿Los salvaremos? —pregunté con tono amargo, alzando las cejas—. Hablas como si fuera que lo lograremos, ¿acaso ya olvidaron de lo que son capaces esas personas?

—¿De encerrarnos en una habitación? —Observé con incredulidad hacia Grace.

—¿Qué? No. —Negué con la cabeza—. Hay más, y tú lo sabes, ¿por qué no lo dices? —Esperé pacientemente por una respuesta de parte suya, pero lo único que recibí fue que desviara su mirada a otro punto para evitar los míos, y luego girara para ingresar a la cocina.

Joder...

Sentí una mano tomándome del brazo con suavidad.

—Podemos hacerlo... —La voz de mamá transmitía tanta tranquilidad.

¿Cómo podía estar tan tranquila?

—¿Cómo? ¿Pidiendo ayuda a aquel desconocido que es de tu plena confianza? Oh, claro, ¿cómo pude ser tan estúpida en pensar que no lo lograríamos contando con su ayuda? —Me zafé de un tirón de su agarre y paseé mi vista por cada uno de ellos.

Mis ojos ya estaban rojos por las lágrimas retenidas, pero no me importaba, que me vieran débil era lo que menos me importaba en ese instante.

Dant resopló y llevé mi vista hacia él, dejó su mochila a un lado e hizo una mueca antes de hablar.

—Detén eso, Clare. —Fruncí el ceño.

—¿El qué?

—El atacar a Lorraine como si hubiese hecho un acto diabólico, porque, como dices, no conoces a esa persona, no sabes quién es, no sabes cuáles son sus intenciones al ayudarnos, tal vez sean buenas, como al parecer es, así que detén esto. No puedes juzgarlo o juzgarla, en caso de que sea una mujer. —Se encogió de hombros—. Así que detente de una jodida vez.

Me observó durante unos segundos más antes de inclinarse para tomar nuevamente su mochila y girar para dirigirse a la cocina.

—Es un buen muchacho, solo quiere ayudar.

No la observé, mi mirada estaba clavada en donde anteriormente se encontraba Dant, por lo que mamá suspiró y decidió ir también a la cocina.

Estaba perdida, no sabía qué hacer, qué decir o qué pensar. Un hormigueo subió por mi columna vertebral, lo cual me hizo estremecer.

Escuché unos pasos, por lo que dirigí mi vista hacia el sitio de donde provenían. Era Grace que, con pasos inseguros, se dirigía hacia mí, había permanecido en una esquina escuchando todo luego de haber ayudado a Dant. Se detuvo, dejando un poco de espacio entre ambas.

—¿Y tú? —Al instante interpretó mi pregunta, quería saber si ella también estaba de acuerdo con eso luego de todo lo que había vivido allí. Me observó unos segundos para luego asentir—. ¿Ya no temes? ¿Por qué no dijiste nada? ¿Ya no te duele?

Ella bajó la mirada hasta sus pies, estos estaban cubiertos únicamente por la fina tela de sus medias blancas desgastadas. Alzó la mirada y me observó con una determinación que no había visto antes en ella.

—Valdrá la pena.

Solo dijo eso.

Y allí lo decidí. Al ver ladeterminación en su mirada, que contaba con un poco de temor, sí, pero solo unpoco, porque luego, lo que más veía, era la fe, la fe de que realmente lolograríamos, la fe de que saldríamos de toda esta mierda, y que al final, todosjuntos, seriamos felices. Y solo pensé:

Ella es muy fuerte. Yo debo de ser fuerte como ella.

Si ella, que ha pasado por cosas peores que cualquiera de nosotros está dispuesta al todo o nada por aquellas personas, yo también tengo que estarlo.

Tengo que salvarlos. O intentarlo.

Pero lo haremos, juntos, y si fracasamos, fracasaremos juntos, nos tendremos los unos a los otros para el consuelo.

Y aquí estamos.

El sol ya se ha ocultado, dando paso a la luz de la luna, que es lo que nos permite ver. Eso y las linternas con las que portamos. La luz de la luna forma tenues rayos que sucumben las verdes hojas de los árboles, dando así un aura pacifico, pero también de melancolía.

—¡Esto será estupendo! —exclama Dant—. Ya verán. —Asiente para sí mismo, y se gira para observarnos, caminando aún, pero de espaldas—. ¿No es así?

Grace asiente con una sonrisa, desde que salimos de la cabaña está así, feliz, emocionada e hiperactiva. Eso es bueno, muy pocas veces la vi así, pero a la vez es preocupante.

Mamá coloca una mano en el hombro de Dant.

—Claro que sí, cariño, todos juntos lo lograremos. —Le sonríe—. Pero ahora date la vuelta si es que no quieres caer y golpearte algo.

—Como si un golpe me quitara lo sexy. —Bufa—. Sexy se nace, sexy se muere.

Ellos ríen, pero yo detengo mi caminata al escuchar el canto de un ave. Me giro y veo cómo en realidad muchas aves revolotean con prisa por encima de nosotros, como si estuvieran huyendo de algo. Los sigo con la mirada y veo cómo desaparecen en la distancia.

Frunzo el entrecejo al escuchar algo más, pero no lo reconozco. Veo nuevamente hacia donde vi recientemente a las aves, pero no hay nada. Escucho a Dant llamarme y me giro para observarlo.

—¿Qué haces?

—Nada, nada. —Pestañeo varias veces—. Ya voy.

—¡No tardes! —grita, como si realmente estuviera muy lejos, y vuelve con los demás para seguir, pero yo sigo sin moverme.

Siento un escalofrío recorrerme la espalda.

Algo viene.

Algo se acerca.

Me giro lentamente, manteniendo la mirada en el verde pasto, y luego la alzo, dudosa, y veo un destello. Una luz. Al principio no lo entiendo, estoy confundida.

¿Qué es eso?

Mi desconcierto crece mucho más, pero luego todo en lo que pienso toma otro rumbo.

Va acercándose. Llegará hasta nosotros.

El aire se vuelve pesado y comienzo a sudar frio.

Aquello que se acerca no es una simple luz, no es una luz normal, no es inocente. Lo veo, veo cómo se acerca cada vez más y consume todo lo que llega a tocar, convirtiéndolos en cenizas.

Fuego.

Reacciono y hago que, de alguna manera, mis pies se muevan, y corro en dirección a los demás.

—¡Corran!

Los tres se giran hacia mí, desconcertados.

—¿Qué? —pregunta mamá.

—¡Corran!

Con una mano tomo uno de sus brazos y con el otro uno de Grace, impulsándolas para que inicien a correr.

—¿Pero por qué dices que...? —Dant no culmina con su pregunta, porque en ese instante dirige su mirada a algo más que llama su atención, en su rostro desaparece el ceño fruncido y en su lugar abre mucho sus ojos en asombro—. Maldita mierda multiplicada por infinito.

—¡Que corras!

Lo tomo por el brazo y lo incito para que comience a correr, al ver que no coopera quedándose como piedra, le doy un empujón, y sacude su cabeza, saliendo así del pasmo y comienza, por fin, a correr. Todos lo hacemos. Grace va al frente tropezando varias veces, seguida por Dant que le da varios empujones para que apresure el paso, los sigue mamá, quien veo es la única que realmente se mantiene con los pies en la tierra y no al borde de la locura como lo estamos los demás. Ella nos impulsa para seguir corriendo y no caer.

Observo sobre mi hombro, varios árboles caen, el sonido de la corteza rompiéndose, más la oscuridad que nos envuelve, hacen que sienta una opresión en el pecho. Pánico.

Por un momento lo único que puedo escuchar son las voces lejanas de los demás, el sonido de los árboles cayendo opacados por un pitido en mis oídos. Mis piernas se mueven, haciendo que siga corriendo de manera automática, pero no siento que lo estoy haciendo. Grace, con un movimiento brusco, trastrabilla, y rápidamente es auxiliada por Dant.

Mi amigo se gira para observarme y al parecer grita varias cosas que no logro captar. Siento un golpe en mi hombro y reacciono. Mamá me observa, preocupada, para luego viajar su mirada hasta los otros.

—¡Está atorado! —Pestañeo varias veces al escuchar nuevamente con normalidad.

—¿Qué cosa?

—¡Su pie! —Dant sostiene a Grace entre sus brazos, mientras que ella intenta sacar su pie del lugar en el que se encuentra atorado.

Llego hasta ellos y comienzo a escarbar entre el pasto y tierra mojada para poder lograr rescatar al pie de Grace, es como si literalmente la tierra se lo hubiese tragado. Logro sacar la mayor cantidad de barro y lo tomo para estirarlo.

—¡Apúrate! —vocifera Dant, angustiado.

—¡Eso hago!

Logro sacar el pie de Grace, la tomamos por los brazos para ayudarla a incorporarse y seguimos corriendo. Pero al correr algo sucede, el humo comienza a ingresar por nuestras fosas nasales, provocando así que comencemos a toser. Me cubro el rostro con el brazo y toso, veo a los demás hacer lo mismo, y siento fluir mucha más preocupación. Si continuamos así nos debilitaremos, y el debilitarnos indica que nos derrumbaremos.

Dant pasa uno de los brazos de Grace por encima de sus hombros para ayudarla. El fuerte crujir de un árbol cayendo muy cerca de nosotros hace que por inercia me cubra la cabeza con ambos brazos, escucho al árbol caer, pero no siento nada. Disminuyo la velocidad de mis pasos para así mirar detrás de mí.

Me paralizo.

El árbol ha caído, y parte de él se encuentra sobre mamá a la altura del abdomen, y otra parte de este también encima de una pierna. Está siendo prácticamente aplastada por el enorme tronco.

—¡Mamá! —Corro en su dirección, me arrodillo y tomo una de sus manos, ella aprieta la mía, y ese simple gesto consigue que logre centrarme. Me incorporo, coloco ambas manos en el tronco e intento, inútilmente, moverlo. Mamá también lo intenta, pero es mucho más difícil para ella al ser la que se encuentra siendo aplastada. Gruñe en el momento en el que logro mover un poco el enorme tronco—. ¡Dant! —grito—. ¡Grace!

Pero no logro verlos, no se están acercando, no vienen a ayudarnos.

Estamos solas.

Mi respiración se vuelve pesada, me cuesta inhalar un poco de oxígeno, al intentarlo solo consigo tragar más humo. Mis manos no ayudan con el temblor con el que cuentan, intento agarrar una de ellas para así hacer que pare de moverse, pero eso es estúpido. Observo a mí alrededor, intentando encontrar algo que me ayude, cualquier cosa.

Levanto la mirada para así calcular cuánto tiempo nos queda. El fuego cada vez crece más, y más, no se detiene.

Coloco de nuevo mis manos en el tronco y, con todas mis fuerzas, lo vuelvo a empujar. Escucho los gruñidos y gritos por parte de mamá, pero no me detengo. Vamos a salir de aquí.

Otro intento.

Vamos a lograrlo, ella tiene que lograrlo, ella va a...

—¡Clare, para! —Me detengo y la observo, desconcertada. Con su dedo índice señala hacia sus piernas—. Mira.

Se logra ver parte de su muslo, cuenta con un brillo del cual no era consciente hace un momento. Está perdiendo sangre por una gran herida. Gran parte de la piel de su muslo izquierdo está siendo penetrado lenta y dolorosamente por un gran pedazo de madera proveniente del tronco.

—No —susurro. Me arrodillo y llevo mis manos temblorosas hacia la herida. Doy un respingo, apartando mis manos, cuando mamá gruñe. Mis ojos van de su rostro a la herida, por la cual va saliendo más sangre.

No sé qué hacer, no sé qué decir. Intento pensar en algo, pero mi mente está vacía, ella está sufriendo y no sé qué carajos puedo hacer.

—¿Q-Qué hago? —Recibo un gruñido de dolor como respuesta, la observo con ojos vidriosos—. ¡Dime qué hago! —grito, ya fuera de mis cabales.

—¡No lo sé, Clare! —responde en el mismo tono. Echa su cabeza hacia atrás y se muerde el labio inferior, intentando así soportar el dolor. Sollozo, llevándome ambas manos a mi cabello, y trato de calmarme mientras estiro de ellas.

¡No sé nada!

Mis pulmones arden cuando intento tomar una respiración profunda, el ardor en mis ojos me impide ver con claridad, todo mi cuerpo tirita por el miedo. Niego rápidamente con la cabeza y trago saliva, intentando hacer pasar el ardor que siento en la garganta.

—Sí hay algo, digo... Tiene que haber algo, yo... —Siento su mano tomar una de mis muñecas.

—Clare. —La observo, lleva su mano a mi mejilla y con su pulgar limpia una lágrima que se desliza por mi piel—. Te amo, nunca lo olvides.

—¿Qué? No, no digas eso, parece como si te estuvieras despidiendo... —Suelto una risa nerviosa—. Y no lo es, no es una, esto no...

—Vete.

No. Ella no puede estar pidiéndome eso, ella no puede estar rindiéndose.

—No... —Niego con la cabeza—. No, no, intenta... Yo... —La observo derramar sus propias lágrimas, la veo ser vulnerable, la veo volverse trizas. Sollozo mientras veo cómo el fuego cada vez se intensifica, quedando mucho más cerca de donde nosotras nos encontramos.

—Clare, mírame. No hay tiempo. —Aprieto mis labios y tomo con mayor fuerza una de sus manos—. ¡Clare! —La observo—. ¡Ya vete!

—Mamá, no...

—¡Que te vayas! —Gruñe por el dolor—. ¡Hazlo! —ordena en otro grito, y tose contra su antebrazo.

Todo se tambalea en mi interior, todo cruje, logrando así terminar en pedazos, que sé nunca, ni en un millón de años, lograré volver a unir.

Me lanzo sobre ella en un abrazo, cuidando no lastimarla más de lo que ya está. Alza uno de sus brazos temblorosos y me devuelve el gesto. Quiero decirle que no quiero dejarla, que la amo más de lo que se imagina, pero sobre todo que me perdone, que me perdone por las veces que fui una malagradecida con ella, por las veces que la culpé por algo que en realidad era mi culpa, por las veces en las que no pasé tiempo con ella, momentos en los que pude decirle lo mucho que la aprecio, lo mucho que significa para mí. Todo eso y más, pero el enorme nudo en mi garganta me lo impide, es más que eso, es como si fuesen pequeñas cuchillas raspando una y otra vez, impidiendo así que logre pronunciar palabra.

Me alejo de ella, la observo solo unos segundos más antes de levantarme y comenzar a alejarme, caminando lentamente de espaldas.

—¡Corre! —susurra con urgencia.

Me muerdo el labio inferior, el cual no deja de temblar. Giro y hago lo que me pide. Comienzo a correr. Me alejo del fuego, corro como nunca antes en mi vida, por querer salvarme, pero es más por no querer escuchar cuando suceda, porque se volvería real, y quiero creer que no lo es.

La dejo atrás. Y luego, lo escucho. Es real.

Sus gritos son desgarradores, siento su dolor, todo en mí se rompe mucho más. Caigo de rodillas, tomo respiraciones aceleradas y con mis manos agarro el césped, formando de mis manos puños y clavando mis uñas en mis palmas. Grito de impotencia, hasta el punto de sentir cómo me arde la garganta. Quiero sentir por lo menos un poco de lo que ella está sintiendo ahora, no la quiero dejar, quiero estar con ella.

Dios... Duele demasiado.

Me apoyo en las palmas de mis manos e intento incorporarme, las piernas me tiemblan, por lo que tambaleo, pero logro no caer. Tomo varias respiraciones, toso un poco, y vuelvo a correr.

No puedo parar. Ni siquiera sé hacia dónde voy, en dónde pararé, ni quisiera sé si logaré sobrevivir a esto. Y no es que me importe mucho.

Ya nada importa.

Sollozo y paso el dorso de mis manos por mi rostro, para así intentar secar las lágrimas, pero estas no dejan de salir.

Quema.

Corro mucho más rápido, sin importarme nada. Solo quiero escapar de aquí, quiero despertar y ver que nada de esto es real, despertar y ver nuevamente mi habitación desordenada, luego bajar a la cocina y ver a mamá con el delicioso desayuno y su sonrisa malhumorada por tardar más de dos minutos en bajar. O solo que me observe, que me observe con ese amor y alegría que la caracteriza, acompañada de sus arrugas, las cuales solo me hacen amarla más por lo tierna que para mí es con ellas. Abrazarla, decirle que la amo, decirle que no sé qué haría sin ella.

No sé qué haré ahora sin ella.

Sin darme cuenta llego al borde de una colina, intento detenerme, pero mis pies se enredan entre ellos por la velocidad con la que corro. Intento no caer, pero de igual forma lo hago. Mi cuerpo impacta contra el frio césped, que luego se convierte en tierra mojada, y ruedo sin parar.

No sé qué duele más, si las ramas y rocas incrustando en mi piel, o el profundo sangrado que siento en mi interior. Y quiero que duela más, mucho más.

Estoy rota. Y duele tanto estarlo.

Dejo de rodar para así sentir el frio en todo mi cuerpo. Y por mí está bien. Quiero dejar de sentir. Quiero que el frio esté por todo mi cuerpo, que lo recorra, que lo congele.

La luna a través del agua cristalina es lo más glorioso que mis ojos logran ver el día de hoy, su brillo, su hermosura.

Todo se vuelve borroso, la oscuridad se ha vuelto mi aliada al envolverme en el camino hacia la inconsciencia. Mientras tanto, mientras voy ingresando en ese agujero negro, las palabras de Robert resuenan en mi mente:

"No hay nada más odioso que fallar en proteger a los que amas".

Yo le he fallado.

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Holii. No debería de saludara así, ¿no?
Ay, perdón.
Aunque no lo crean, si, me dolió escribir esto, por eso mismo es que tardé tanto en actualizar, por lo cual pido disculpas, pero no estaba lista, el capítulo tampoco, asi que no se podía, chiquiiss.

No se si les dolió esta perdida, pero si sí les dolió dejen aquí su dolor😔👉

Capítulo dedicado a mi medio aguacatito sugary_pale😍
De paso los invito a pasar por sus historias, y no es porque sea mi amiga ni nada, pero MANA, AMO SUS HISTORIAS, LEANLA, POR EL AMOR DEL CHOCOLATEEE💗

Gracias por seguir aquí conmigo, lo valoro un montón.

¡Muak!

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