15
"Camino ardiente".
La oscuridad que me envuelve no me permite distinguir absolutamente nada. Camino sin ningún rumbo, intentando no caer.
Una luz comienza poco a poco a iluminar todo a mi alrededor, mis ojos van acostumbrándose a ella y voy vislumbrando todo el césped que se extiende frente a mí, la luz es como si fuese una tela que, al ir abriéndose, me permite ver más allá a los animales, los árboles, el cielo azul, las aves, la naturaleza en su máximo esplendor.
Todo es tan hermoso, y sonrío por el aire fresco que impacta contra mi rostro. La paz que siento al estar en este lugar es indescriptible, es como si flotara.
Me giro para apreciar mucho más de esto, pero frunzo el ceño al encontrarme con una figura a unos pasos de distancia, el lugar en donde se encuentra está a oscuras, volteo y todo es luz de nuevo, pero al girarme para observar a la figura esta sigue en la misma oscuridad. Comprendo que son dos lados opuestos.
La figura es borrosa, por lo que no se logra distinguir si se trata de un hombre o de una mujer. Todo su cuerpo es de un color negro, está cabizbajo, pequeñas líneas provenientes de su cabeza flotan en el aire como si este fuese su cabello, como si estuviera formado por humo, mientras que del mismo salen pequeñas chispas de fuego.
Voy acercándome con la intención de ver con mayor claridad sus rasgos y, a medida que doy un paso seguido de otro, alza su rostro, pero solo logro distinguir su sonrisa compuesta por una línea curvada hacia arriba, lo demás está cubierto con una mancha, siguiendo así sin poder distinguirse.
Me sonríe, y por alguna razón no logro aguantar las ganas de querer abrazarlo, siento cómo una presión se hace presente en mi pecho, ¿nostalgia? No tengo idea, solo quiero sentir a quien sea esa persona entre mis brazos, tenerlo cerca. Me abalanzo sobre la figura pero, al momento en el que mis brazos deberían de rodearlo, se desvanece, volviéndose cenizas, los restos quedando en las palmas de mis manos, estas caen hasta la superficie de la tierra, y siento una punzada en el estómago. Sollozo, alzando la mirada, y veo el fuego quemar todo a mi alrededor, veo cómo toda la naturaleza va ardiendo, escucho los gritos que son opacados por el crujir de las llamas, escucho los quejidos, el llanto, los pedidos de auxilio. Intento moverme e ir a ayudar, pero no puedo, el dolor en mi interior me lo impide, mis pies no se mueven, mis ojos arden, y respirar se vuelve una tarea complicada junto con el dolor en el pecho.
Siento tanto dolor.
Grito, grito porque el dolor que siento es inexplicable. No logro controlar mis manos que comienzan a temblar, la respiración comienza a fallarme, giro a mí alrededor, buscando algo de oxígeno, pero al momento de inhalar solo consigo que el humo ingrese a mi interior y comienzo a toser. Todo se vuelve borroso por las lágrimas. Caigo sobre mis rodillas, soltando un quejido por el impacto contra el suelo. Comienzo a derramar lágrimas y a sollozar con fuerza. Gruño, tomando la tierra entre mis manos, esta va volviéndose de un color gris. Lloro y comienzo a dar golpes a la superficie con la idea de menguar un poco todo el dolor que siento, que me consume.
Luego... silencio.
Levanto la mirada y ya no hay nada a mí alrededor. Trato de ver algo, lo que sea, pero todo es oscuridad. Me siento perdida, mi pecho duele mucho más, duele respirar, duele seguir aquí, tanto que doy gritos de impotencia sintiendo cómo mi garganta va quemándose.
—¡Ah!
—¡Clare! —Escucho cómo una voz me llama.
Los parpados me pesan como losas de mármol, pero pongo todo mi empeño en poder abrirlas.
—Carajo, no despierta —dice otra voz—. ¡Clare!
Siento cómo unas manos me zarandean y abro los ojos. Mi respiración es acelerada, me incorporo rápidamente, llevándome una mano al pecho, la cual tiembla, todo mi cuerpo tiembla.
¿Qué fue eso?
Se sintió tan real, hasta podría jurar que aún sigo escuchando los gritos, mi grito. La garganta la siento seca, trago saliva, pero no es suficiente.
Dant junto con Grace me observan, preocupados. Me levanto y me dirijo a la cocina por una botella de agua, la luz del sol ingresando por la ventana me permite ver todo con claridad. Tomo el agua, sintiendo cómo el líquido refresca mi cuerpo. Paso una mano por mi nuca, la cual duele como la mierda. Me estiro y escucho el crujir de mi espalda, no dormí nada bien, y aquel sueño no ayudó en nada.
Todo este misterio me está dejando la cabeza hecha líos.
Gruño y salgo de la cocina, pero, apenas cruzo el umbral, me doy de bruces contra otra persona. Pestañeo, desconcertada, y observo a las dos personas frente a mí, esperando a que digan algo. Ambos se encuentran con los brazos cruzados y un aire de reproche.
—¿Qué hice?
Dant enarca una ceja.
—¿Qué hiciste? Más bien qué no hiciste. —Frunzo el ceño.
—No entiendo.
—Lo que sucedió allí —dice Grace, y con un dedo señala hacia los sofás.
—Oh, eso.
—Sí, explícanos qué fue "eso" —habla nuevamente Dant.
Paseo mi vista de él a ella sin saber qué decir.
—Agh, no me interroguen como si fuese algo grave.
—¿Y no lo fue? —pregunta Grace.
—No. —Niego con la cabeza—. Fue solo... una simple pesadilla.
—¿Una simple pesadilla? —Hay incredulidad plena en la voz de Dant—. Clare, en todos estos jodidos años que llevamos de amistad, jamás te había visto reaccionar así ante una pesadilla. —Grace asiente en apoyo—. Estabas temblando, sudando, los ojos te temblaban y murmurabas cosas sin sentido, y más, pero, ¡¿qué carajos te pasó?! —pregunta, abriendo los ojos como platos.
—¿Necesitas hablar? —pregunta Grace.
—¿Un hombro en donde llorar? —Le sigue Dant.
—¿Alguien que te escuche?
—¿Comida?
—¿Chocolate caliente?
—¿Cariñitos?
—¿Galletas?
—¿Un tampón?
Grace se gira hacia él y lo observa, frunciendo el ceño.
—¿Un tampón? ¿En serio?
—Pues no sé. —Se encoge de hombros—. Tal vez está en sus días y la esté pasando mal. Qué voy a saber yo, mujer.
—¡Ya déjenme en paz!
Se los he dicho, fue una pesadilla, pero no pienso hablarles específicamente sobre lo que vi en él, suficiente tenemos con todo lo que está pasando como para hacerlos sentir peor con lo que había soñado, lo cual fue horrible, aún tengo la sensación de algo oprimiéndome el pecho.
¿Por qué soñé aquello?
Suspiro, cansada, y los rodeo para dirigirme a la sala, dejándolos allí con su discusión sobre las necesidades femeninas.
Al llegar a la sala veo a mamá, y no quiero verla, no quiero escucharla, nada. Y tal vez sea estúpido, apenas ayer la tuve de vuelta conmigo, pero al parecer estuvo muy bien, no sufrió como yo lo hice junto con Grace y otras personas, y eso gracias a la persona desconocida en la que ella confía, pero yo no, y me siento excluida. ¿Cómo no se da cuenta que todo es una mentira? Esas personas, ninguna de ellas es real, son falsas.
Sí, está agradecida con aquella persona, pero tanto misterio no es necesario, ¿ocultarme su identidad? Ese es el motivo principal por el que desconfío.
Siento cómo una mano me toma del brazo, giro el rostro y la encaro.
—Clare, basta, por favor —dice con su mirada llena de tristeza—. No me ignores como si hubiese hecho algún delito.
Trago. No es fácil no estar bien con tu madre, la mujer quien te dio la vida, la que te curaba las heridas por tus travesuras, la que te consolaba por algo insignificante pero por tu corta edad pensabas que se trataba de algo relevante. Ella siempre estuvo allí para mí, apoyándome, escuchándome aunque a veces lo que dijera fueran puras chorradas.
La observo por unos segundos, pero decido seguir con mi camino hacia la puerta trasera e ir al jardín, escucho cómo suspira detrás de mí. Me duele, pero no puedo solo olvidar que ella conoce a alguien, y confía en alguien, que es parte de aquella atrocidad. Pasé noches enteras entre lágrimas y sollozos silenciosos por el remordimiento de haberla dejado sola allí, en esa habitación luego de ese golpe, y así también entre pensamientos turbios sentía escalofríos por haber salido de ese sitio y no haber podido traerla conmigo.
Si esa persona que la ayudó es realmente de fiar, ¿por qué no pudo haberme mandado una señal de que estaba bien? Algo que me indicara que no estaba sufriendo así como yo, que no pasaba frio, que no dormía en el suelo húmedo de una habitación, encerrada.
No puedo.
Me siento sobre el césped, sintiendo cómo el aire llega hasta mi rostro, haciendo que algunos mechones de mi cabello se levanten. Paso mis manos por el césped, buscando sosegar un poco más la angustia que sigo sintiendo.
No merecemos esto.
¿Por qué nos pasa todo esto? ¿Por qué debemos sufrir tanto?
Sin darme cuenta ya me encuentro derramando algunas lágrimas, me paso las palmas de las manos por mis mejillas para limpiarlas, pero caen más.
No quiero llorar, no me ayuda en nada. NADA.
De reojo veo a alguien sentarse a mi lado. Dant me extiende una de sus manos, le doy la mía y le da un apretón. Permanecemos en silencio, observando los árboles y cómo la luz del sol va iluminando cada vez más partes del lugar.
—Yo siempre estaré contigo —dice Dant, rompiendo el silencio—. Lo sabes, ¿no?
Sonrío, volviendo a pasar el dorso de mi mano por mis mejillas.
—Lo sé —respondo en un susurro.
—Y para que conste, no oí nada de lo que trataba la discusión con tu madre. —Lo observo con el ceño fruncido—. La de anoche, solo vi cómo era tu postura y me lo imaginé como una telenovela. —Ríe.
No fruncí el ceño porque no supiera a qué se refería, sino por la forma tan repentina en la que sacó el tema. Alzo las cejas sin interés hacia eso.
—Neh —respondo, haciendo un gesto con la mano.
Me sonríe y volvemos a observar los árboles. Jamás podría dudar de Dant, es como un hermano para mí, a pesar de sus gustos raros, de su hiperactividad, de sus comentarios para nada sutiles, de su gran ego, aún así, le tengo un enorme aprecio y cariño, porque él estuvo para mí cuando me derrumbé, porque cuando mamá no estuvo él sí lo hizo.
Como ahora.
Siento la necesidad de preguntarle lo que no me dejó dormir, o mejor dicho, una de las tantas preguntas que no me dejaron dormir.
—¿Tú sabes quién ayudó a mamá? —Gira su rostro de inmediato y curva las cejas hacia arriba, fingiendo demencia. Como si no supiera que en realidad escuchó toda la conversación con mamá—. Sé que escuchaste todo, Dant, eres un chismoso.
—Agh, pero no te pases, no soy un chismoso —dice, colocando los brazos en jarras. Giro los ojos y suspira—. Sí, escuché, pero no tengo idea de quién la ayudó, ¿okey? —Alza las cejas—. Ella solo llegó en donde yo me encontraba, aquí. —Con un dedo señala la cabaña—. Le hice las preguntas, pero no me las quiso responder, simplemente se la pasaba mirando alrededor de la cabaña.
Frunzo el ceño.
—¿Alrededor de la cabaña? —Asiente—. ¿Por qué lo hacía? —En respuesta él se encoge de hombros.
Bufo y observo hacia el frente, aunque en realidad me quedo inmersa en mis pensamientos.
¿Qué tanto me ocultas, mamá?
Dant se encuentra en una misión de hacer que algunas hormigas suban por su mano para luego bajarlas en un sitio distinto en el que se encontraban.
—¿Cuánto tiempo estuvo ella?
—¿Antes de que tú llegaras? —pregunta, aún con las hormigas. Asiento—. Pues como una semana antes, y todos esos días, por las mañanas, salía aquí afuera y observaba a nuestro alrededor.
—¿No le preguntaste el por qué? —inquiero y arruga el rostro.
—¡No! ¡No soy un chismoso, Clare! —Enarco una ceja—. Sí, bueno, sí lo soy, pero de los finos, no me ando por ahí escuchando información que no valga la pena, no, no, no, yo tengo información pri-vi-le-gia-da —separa la palabra, moviendo la cabeza—. Como la vez que te vine con el chisme de la Jessica. Uy, tremenda la zorra, eran tres los tipos pendejos a quienes les veía la cara. No, mamita, tremenda bronca la que se armó con-
—¡Dant!
Nota que se ha desviado de la conversación.
—Ups, lo siento.
Sacudo mi cabeza, riendo.
—En fin, ¿cómo es que nunca los encontraron los de ese sitio? Debieron de darse cuenta de que alguien faltaba ya que tienen la información de cada uno de los que allí se encuentra, y siempre hacían búsquedas.
—Supongo que por los árboles —responde y los señala con un dedo. Frunzo el ceño.
—¿Cómo?
—No te fijaste mucho, ¿verdad? —Frunzo los labios en respuesta, él se acomoda mejor y con un movimiento de cabeza señala hacia los árboles para que los mire—. Antes de llegar aquí lo primero que me llamó la atención fue la forma en la que se acomodan los árboles, por así decirlo. Se vuelven más unidos, quedando así como si sus hojas estuvieran pegadas, unidas, así todo el lugar queda con una especie de muro que nos esconde de los demás.
Y efectivamente así es, los arboles parecen haber sido colocados estratégicamente como objetos de camuflaje.
—¿Cómo es eso posible? —Se encoge de hombros.
—Ni idea, supongo que los arboles ya eran así antes de que esta cabaña estuviese aquí, y que los que la construyeron lo vieron como un buen lugar. Créeme, pensé mucho en ello.
Me quedo pensativa tras eso, si así fuera pues muy bien hecho, antiguos dueños, nos están ayudando sin siquiera saberlo.
Dant recarga su cabeza en mi hombro, alzo una mano y la dejo en su mejilla, aún con la vista en el paisaje. Se siente mucha tranquilidad volver a estar así con él. Siempre que estábamos juntos, hablando de cualquier cosa en el parque o en el colegio, todo era tan normal, y ahora me hace sentir un poco de melancolía y, a la vez, me traen viejos recuerdos que daría lo que sea por volver a vivirlos. Quisiera volver a disfrutar lo que era la vida en la comodidad de la normalidad.
Pero por supuesto que toda tranquilidad huye con la escandalosa voz de Dant al incorporarse abruptamente en su lugar, y con la mirada en lo más lejano, comienza un canto que erizaría la piel a cualquiera.
—¡PARA BAILAR LA BAMBA! ¡PARA BAILAR LA BAMBA SE NECESITA UNA POCA DE GRACIAAAA!
Observo cómo las venas de su cuello pueden verse por el esfuerzo que realiza con cada grito. Comienzo a reír como una maniática, mientras que él sigue con su magnífico canto.
—¡BAMBA BAMBA! ¡BAMBA BAMBA! —Menea las caderas en un baile, y eso solo logra que mi risa aumente aún más.
Dios, amo a este sujeto.
Culmina con su canto y comienza a reír conmigo.
—Estás loco —apenas logro decir por culpa de la risa.
Él se pasa las manos por el rostro, intentando parar de reír. Cuando lo logramos un poco, habla:
—Jamás encontrarás a alguien más loco que yo, querida.
—En eso estás en lo cierto, querido. —Reímos.
Dejo de reír y pienso un poco en lo que acaba de decir.
—En realidad... —Me observa, alarmado.
—No, Clare, no me salgas con algo como lo que estoy pensando porque te apuñalo —dice, señalándome con un dedo—. No puedes serme infiel.
—No es eso, tarado. Es solo que... —Me relamo los labios—. En aquel lugar conocí a personas que estoy segura te agradarían mucho.
Hace una mueca y piensa lo que le acabo de decir.
—Ya me hablaste de Robert y Grace, si mal no recuerdo.
—Sí, pero también conocí a otra chica antes que a Grace. Su nombre es Eliza, es muy amable, demasiado charlatana, pero me cae bien. —Río un poco.
—¿Ella, junto con Robert, siguen en aquel lugar? —indaga y asiento con pesar.
—Sí, yo no... —Suspiro—. Ni siquiera pude ayudar a mamá, Grace tuvo suerte de que estaba conmigo y se lo supliqué a ese tipo, pero ellos dos no.
—¿Y qué estamos esperando? —Frunzo el ceño.
Dant se levanta de un brinco y me tiende una mano, la cual observo con extrañeza.
—¿De qué hablas?
Suspira, cansado, como si fuera muy obvio, pero no tengo idea de qué se trata. Dant retira la mano que tenía extendida hacia mí y se cruza de brazos.
—Iremos por ellos.
—¡¿Qué carajos estas diciendo, Dant?! —grito, sobresaltada, al tiempo que también me levanto.
No, no permitiré que él, ni ninguno de ellos, esté siquiera cerca de aquel sitio, con solo imaginarlo siento cómo me hierve la sangre. Él intenta hablar, pero me apresuro a hacerlo primero.
—No conoces aquel lugar, son inhumanos, no tienen empatía por los demás, antes de que me encerraran ya tenían a otras personas privadas de su libertad, ¡Grace era una de esas personas!
—Si tenemos la oportunidad de salvarlos de esa locura, ¿por qué no hacerlo? ¿Por qué huir es la mejor opción?
—¡Para vivir!
En ningún momento cambio mi tono de voz, esto realmente me está sacando de mis casillas. Dant intentando parecer calmado, pero lo conozco, es idéntico a mí, y en unos segundos también explotará.
—¡¿Y la vida de ellos no cuenta?!
Y explotó.
—No estoy diciendo eso, escúchame... —digo, intentando hacerlo entrar en razón con un tono un poco más calmado, pero me interrumpe.
—¡Mira a Grace! ¡Si hubieses pensado de esa manera antes no la hubieses ayudado, y ella no estaría ahora aquí, con nosotros, creyendo nuevamente en la opción de una vida! —Suspira como si tuviera un gran peso sobre los hombros—. Pero lo hiciste, y cada uno de nuestros actos tienen consecuencias. —Señala hacia la entrada—. Grace está ahí adentro. Ella es una buena y gran consecuencia. —Alza sus brazos y los deja caer con frustración—. ¿Por qué no crear más?
Quedo helada ante sus palabras. No tengo idea de qué decir luego de aquello, y odio que sepa elegir las palabras correctas para persuadirme, pero esta vez no, no le daré ese poder. Lo observo fijamente, y en un acto que hasta a mí llega a dolerme, niego lentamente con la cabeza, porque sé que solo quiere lo mejor, pero eso no es posible, no en estas circunstancias, no haciendo que para lograr aquello haya que arriesgar a las personas a las que más amo en mi vida.
—No puedo... —susurro y Dant suelta otro fuerte suspiro—. Y no puedes pedirme que esté de acuerdo con eso. —La voz se me quiebra, por lo que carraspeo para poder seguir—. ¿Por qué quieres arriesgarnos nuevamente? ¡Tú no viste lo que yo vi, Dant! —Siento cómo en los ojos las lágrimas de rabia se van acumulando—. ¡No estuviste allí cuando golpeaban a tu madre mientras que tú no podías hacer nada, porque unos psicópatas te llevaban a una habitación para tenerte allí como una criminal!
—¡Vi a mis padres ser llevados y no pude hacer nada, Clare! ¡¿Lo recuerdas?! —Suelto un sollozo mientras observo cómo sus ojos también van cristalizándose—. No es lo que quiero y lo sabes.
—¿Entonces qué? —pregunto, impotente, y niego nuevamente con la cabeza—. No quiero volver a perderlos, Dant. Y como dijiste, Grace ahora ve una nueva oportunidad de vida, no quiero hacerla volver a ese lugar que se la arrebató.
—¡Agh! —gruñe, echando la cabeza hacia atrás, lleva ambas manos a esta y estira algunos mechones de su cabello, las vuelve a bajar y me observa—. Es lo que debemos hacer, Clare. —Resoplo y me llevo ambas manos a la cintura. Se acerca a mí y puedo ver el brillo de entusiasmo en su mirada—. Estaremos bien, haremos un plan y los sacaremos de allí a todos.
Frunzo el ceño ante lo último, horrorizada.
—¿A todos? —Asiente, expectante por mi respuesta—. Es que has perdido la cabeza, no entiendes nada...
—¡No! —Doy un respingo por su grito repentino—. ¡Tú eres la que no entiende un carajo!
—Dant... —Intento acércame a él, pero se hace a un lado, observándome con rabia y enojo.
Eso duele.
—Que tú no vayas no me impide a mí ir.
Y con eso se gira y, dando grandes zancadas, ingresa al interior de la cabaña.
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¡Holi!
Por ahora voy a tardar mucho en actualizar, ya sabe, por las tareas y demás, pero siempre intentaré encontrar un momento para esto que amo escribir.
Gracias por seguir aquí, significa mucho para mí que le des una oportunidad a esta historia, en serio.
Y como siempre espero que les haya gustado el capítulo, me costó un poco la verdad.
¡Muak!
Pdta: la canción de arriba me llega al alma y creo que va perfecto para este capítulo, me encanta.
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