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14


"Un reencuentro con niebla en el camino".

Mamá me observa, atónita, primero con el ceño levemente fruncido, como si quisiera comprobar que realmente me encuentro allí, mientras que la mía es asombro junto con un poco de confusión, y eso quiere decir que mi boca podría llegar hasta el suelo de tan abierta que la tengo.

No es posible, ¿o sí? Pero... ¿cómo?

No sé cómo reaccionar, todo es tan repentino e inesperado. Mi madre, la cual creí nunca más volvería a ver, está frente a mí, a unos centímetros, observándome. Siento demasiada confusión.

Escucho como Dant carraspea la garganta.

—Esto es incómodo. —Lo escucho susurrar.

Parpadeo varias veces para observarlo y creo que lee muy bien lo que quiero decirle con esta mirada:

¿Qué carajos está sucediendo? ¿Cómo es esto posible?

—Sé que estás confundida, que no entiendes nada, y que tal vez estés planeando escanear cada parte de nuestros cuerpos para corroborar que realmente somos nosotros, pero todo esto tiene una explicación —gesticula, moviendo mucho las manos. Frunce el entrecejo—. Bueno... ¿qué esperas? Abrázala.

Podría hacer lo que Dant dice, podría dejar de lado todas las dudas que me están invadiendo. No es que desconfíe de ellos ni nada por el estilo, jamás lo haría, es solo que no entiendo de qué me he perdido, me encuentro desconcertada en niveles muy altos.

—Yo... —Frunzo el ceño—. ¿Cómo es que...? —Observo a mamá—. ¿Cómo escapaste... —Trago—, mamá? —digo esto último en apenas un susurro.

Toda perplejidad abandona mi cuerpo en el momento en el que la escucho sollozar al llamarla así. Y eso es suficiente para derrumbar todo en mi interior. Siento cómo los ojos comienzan a arderme.

Ella da pasos rápidos para acercarse a mí y me envuelve entre sus brazos. Suelto un suspiro tembloroso, devolviéndole el gesto.

Extrañaba esto.

La abrazo más fuerte, notando cómo todo comienza a verse borroso. Cierro los ojos, haciendo así que las lágrimas caigan.

—Mi niña... —susurra—. Mi aguacate.

Río despacio, pero luego eso se convierte en un sollozo, para luego ser un fuerte llanto. Mamá acaricia mi cabello diciendo una y otra vez lo mucho que me ha extrañado. Y nada, absolutamente nada se compara con este momento. Tengo de vuelta a las dos personas más importantes de mi vida, no quiero nada más, adiós a todo lo demás, lo único que necesito es esto, por siempre.

La calidez que me envuelve es la sensación más hermosa que he experimentado, el volver a tenerla conmigo.

Quiero sentir por siempre esta calidez en mi pecho.

Mamá nos separa y toma mi rostro entre sus manos. Le sonrío con debilidad, las lágrimas aún cayendo, pero con los sollozos ya un poco calmados.

—No sabes cuánto te amo. —Me da un beso en la frente.

—Y yo a ti —susurro apenas.

—No volveré a perderte, mi amor.

Me sonríe y comienza a dejar besos por todo mi rostro, río. La vuelvo a abrazar, enterrando mi rostro en su cuello.

—Te amo, mami.

—Y yo a ti, cariño, no te imaginas cuánto. —Me abraza mucho más fuerte mientras lloro un poco más.

Cuando el llanto cesa me separo de ella, con sus manos limpia los restos de lágrimas en mi rostro. Bajo la mirada.

—Perdóname, yo... —Niego con la cabeza—. No debí dejarte, pero no tenía otra opción, el hombre... no me la dio. —La observo—. Perdóname.

—Cariño, no, no digas eso. —Niega rápidamente con la cabeza—. Tú no tienes la culpa de nada, mi amor, y no tengo nada que perdonarte. —Me atrae de nuevo a ella en un abrazo, pero rápidamente me aleja y toma de vuelta mi rostro entre sus manos. Llevo mis manos a sus muñecas—. Jamás, Clare, escucha muy bien esto. —Asiento—. Jamás me vuelvas a pedir perdón por salvar tu vida, tú eres lo más importante que existe para mí, así que si tengo que dar mi vida por la tuya, lo haré. —La observo atenta, cada una de sus palabras quedando impregnadas en mi mente—. ¿Lo entiendes, Clare? —Trago.

—Sí, mamá.

Escucho cómo alguien sorbe por la nariz, las dos observamos al mismo tiempo a nuestra izquierda, y a una distancia no tan lejana, se encuentra Dant limpiando sus lágrimas con las manos. Nota que lo observamos y parpadea varias veces, cruzándose de brazos y fingiendo ver algo en la pared.

—No estoy llorando, ustedes lo están —dice, señalándonos con un dedo, pero la manera congestionada con la que habla lo delata.

Mamá lo observa con cariño.

—Oh, mi otro bebé. —Extiende uno de sus brazos hacia él—. Ven aquí.

Dant forma una sonrisa enorme, dejando ver sus hermosos hoyuelos.

Shí, mami —dice con voz chillona y finge correr como si fuera un bebé, extendiendo sus brazos hacia nosotras. Río.

Nos alcanza y mamá nos abraza a los dos, apretujándonos un poco, pero no me quejo, por mí hasta que me agarre de las mejillas si quiere, con tal de que siga aquí con nosotros.

No quiero volver a perderla.

***

Grace abre mucho los ojos, sorprendida al ver a mamá, quiero reír por ello, y no ayuda el hecho de que cuente con restos de comida alrededor de su boca, la cual se encuentra llena. Rápidamente le explico que es mi madre y su gesto se relaja un poco, pero aún así observa con cautela cada movimiento realizado por mamá mientras sigue masticando lo que se encuentra comiendo.

Todos nos posicionamos alrededor de la fogata, Dant toma asiento en un pequeño tronco que allí se encuentra, Grace termina por comer, y yo me acomodo al lado de mamá en el no tan poco deteriorado banquillo, pero que aún así aguanta mi peso, esto al no querer estar lejos de ella.

Quedamos en un silencio un poco incómodo, pero Dant se encarga de romperlo.

—Bueno... —Junta sus manos—. ¿Tienen hambre? —Alza las cejas, expectante por nuestras respuestas.

—¿Qué clase de pregunta es esa?

Dant se aclara la garganta y toma una postura presentable.

—Tenemos pollo, lo servimos entero con el dorso sobre el plato, ¿quiere que se lo corte? ¡Claro! Lo sostengo con el cuchillo bajo el ala y corto el muslo, corto la carne debajo de la pechuga, corto las alas, ¡y el pollo ya no vuela! Luego tenemos la langosta, tomamos el ala, bajo la pierna, corto la pierna. —Frunzo el ceño. Que yo sepa una langosta no cuenta con nada de eso—. Cortamos la langosta, y... —Da un pequeño respingo, fingiendo recordar algo—. ¡La langosta es crustáceo! —Alza mucho las cejas, asintiendo varias veces hacia nosotras—. Quitamos la costra del crustáceo, quitamos la costra y... y... Las antenas, no se comen las antenas de la langosta. Fuera las antenas, fuera la langosta y, ¡se acabó! Se nos acabó la langosta, pero tenemos un pollo buenísimo, señoritas, ¿quieren pollo? —Culmina con una sonrisa muy exagerada, mostrando sus dientes.

—Eso no tuvo ningún sentido —comenta Grace en medio de risas.

—¿Sabes qué? —digo aún riendo—. Es un buen servicio, pero iré a servirme un buen plato de comida por mi cuenta. —Me levanto—. Y no lo dijiste como en la película. —Lo señalo con un dedo, caminando de espaldas hacia la cabaña.

—Existe algo que se llama improvisar. —Se encoge de hombros.

—Estás loco.

—Yo puedo ser lo que quiera ser, me lo enseñó Barbie. —Me guiña un ojo. Giro sobre mis pies, negando con la cabeza—. ¡Tráeme unas chelas! —grita cuando cruzo el umbral de la puerta.

Estoy más que segura de que algo falla en su pequeño cerebro, y no creo que sea genético porque sus padres...

Sus padres.

Él había dicho que se los llevaron, pero...

Vuelvo a girar.

—Dant. —Lo llamo.

—Mande —responde sin observarme, siguiendo así con su labor de acomodar mejor la madera de la fogata.

—Si tus padres fueron llevados al supuesto refugio. —Hago comillas con mis dedos ante la última palabra—. ¿Cómo es que no los vimos? —inquiero.

Dant no presenta ningún rastro de molestia hacia mi pregunta, en lugar de eso frunce los labios, como si estuviera tomando un limón.

—¿Por qué lo seguimos llamando así?

Me acerco a la puerta y me recuesto contra el umbral de esta.

—¿Y cómo quieres que lo llamemos, genio?

—Algo como... —Hace una mueca y observa el techo, pensativo. Me observa nuevamente y forma una sonrisa—. El desuellagente —dice, abriendo las manos como si estuviera presentado el gran nombre que se le ocurrió. Río.

—Claro...

—Es buena, ¿no?

—Lo copiaste. —Chasquea la lengua.

—Pero volviendo al punto. —Vuelve a estar serio—. No tengo idea, también estaba pensando en eso cuando me contantes que salían de allí. —Se encoge de hombros.

Una opción va formándose en mi mente.

—O tal vez los llevaron a otro —digo.

—¿Eso es posible? O sea, ¿hay otros sitios como ese? —Me encojo de hombros.

—Es lo único que se me ocurre.

Dant observa hacia la fogata.

—Otro desuellagente.

—¡Agh! Inventa otro nombre. —Agito las manos, exasperada.

—Nop, así se queda. —Se cruza de brazos—. En todo caso de que existan otros lugares como ese, sumándole la vez que fui a la zona ocho y no encontré a absolutamente nadie, lo más probable es que las demás zonas también estén así, y en ese caso hay la posibilidad de otros lugares como ese, y habría que cuidar mucho más nuestros inexistentes traseros. —Hace una mueca—. Bueno, los de ustedes, yo lo tengo divino. —Realiza un gesto con su mano como diciendo: estoy bien bueno.

—Yo tengo buen trasero —comenta Grace en reclamo, se da cuenta de lo que ha dicho y comienza a ruborizarse—. Digo... eso creo. —Se encoge de hombres, apenada.

—Al igual que yo. —Alzo mucho el rostro con superioridad.

—Uy, perdónala, Grace, ella no quiso ofenderte.

—¡Dant! —Lo reprendo, él suelta la carcajada. Lo fulmino con la mirada.

—Todos tienen buenos traseros, ya dejen de discutir —dice mamá, alzando las manos, exasperada.

—No les hagas ilusiones, Lorraine, todos sabemos que mi trasero es inalcanzable, o sea, solo míralo. —Dant se coloca de lado y señala con un dedo su trasero.

Río, sacudiendo la cabeza.

Me giro y retomo mi marcha anterior.

Pensándolo bien, es muy probable que hayan otros sitios, de por sí se conoce que no pueden caber todos los habitantes de la ciudad solo en ese lugar, pero tampoco sabemos muy bien lo que está sucediendo en las demás zonas.

La poca luz que ingresa, proveniente de la fogata, me permite ver que la sala cuenta con dos sofás, una pequeña mesa de madera rustica y una televisión, la cual por la falta de electricidad no es posible de utilizar, pero al ir a la cocina la luz de la fogata se extingue, por lo que voy nuevamente a la sala y busco en la mochila de Dant, en la que anteriormente observé cómo guardaba el arma con el que cuenta, y no puedo evitar pensar en que esto nos está cambiando a todos. Evito hacer contacto con el arma, tomo la linterna que allí se encuentra y vuelvo a la cocina. Aún no he visto el lugar exacto en donde se guardan los alimentos, así que busco primero en uno de los compartimientos que se encuentra debajo de uno de los muebles, al iluminarlo solo encuentro unas tuberías. Me incorporo y veo que es porque se trata del lavadero.

Mentalmente me doy una fuerte bofetada.

Dejando de lado ese mueble, ilumino a mí alrededor y decido buscar en unos estantes a mi derecha. Frunzo el ceño al acercarme y encontrarme con unas bolsas de aluminio de diferentes tamaños. Siento una familiaridad en ellos.

Ya los he visto antes.

Efectivamente, sí, el día en el que nos trasladaron al supuesto refugio mamá había guardado muchas como estas, ¿son las mismas? Pero si realmente lo son, ¿cómo las volvió a conseguir?

Me doy cuenta de que aún no he indagado el cómo de que ella se encuentre aquí.

Tomo una de las bolsas, apago la linterna y me dirijo al exterior.

Observo a Grace quien al parecer se encuentra un poco incómoda mientras que mamá y Dant ríen.

—Mamá. —La llamo y me observa con una sonrisa—. ¿Podemos hablar? —Observo a los otros dos que me observan expectantes—. A solas.

Dant y Grace comparten una mirada. Alzo ambas cejas y abro mucho los ojos en señal de que en serio necesitamos estar a solas.

Grace se levanta, dudosa.

—Iré a... hacer pis. —Se gira y se dirige a pasos rápidos al interior de la cabaña.

Observo a Dant.

—Sí, bueno, yo iré a ver si este perfecto trasero no se machacó de tanto estar sentado. —Se levanta, frotándose las manos—. Dant se despide —dice, llevando dos de sus dedos a su cabeza para realizar un gesto de despedida, y es ahí cuando me doy cuenta de que su cabello se encuentra un poco largo, necesita un corte.

Él también ingresa a la cabaña y vuelvo mi vista a mamá.

—¿Qué sucede? —pregunta, frunciendo levemente el ceño.

—Lo mismo me pregunto, mamá, ¿qué sucede? —Ella pestañea varias veces

—¿A qué te refieres, cariño?

Doy unos pasos hacia ella y alzo mi mano que sostiene la bolsa de aluminio.

—A que debemos de hablar de cómo fue que llegaste aquí, y cómo es que justamente con mi mejor amigo, además de cómo es que las mismas bolsas de aluminio que el día en el que nos llevaron a ese sitio también se encuentran aquí, las cuales no entiendo cómo conseguiste, no entiendo cómo llegaste, cómo lo hiciste, y sé que algo ocurrió y exijo saberlo porque mi cerebro está a instantes de explotar, te lo juro. —Muevo rápido las manos con cada palabra, las cuales también las digo a una gran velocidad—. No entiendo nada, mamá.

—Clare, escucha...

—En primer lugar. —La interrumpo—. ¿En dónde estuviste en el momento en el que yo estaba encerrada en esa habitación de mierda con personas que tampoco merecen estar en esa habitación de mierda?

Juro que me sorprende las veces que he dicho "mierda", pero estoy demasiado nerviosa, siento que las manos me cosquillean y trago al sentir la garganta seca.

Mamá suspira, lleva un mechón de cabello detrás de su oreja, me observa y con un gesto pide que vaya y me siente con ella, dudo por un momento porque el estar parada me hace sentir más confiada para enfrentarla. Al final cedo.

Mamá toma una gran bocanada de aire y la suelta con lentitud.

—Quiero hablarte de lo que pasó luego de ese instante tan... —Se detiene, buscando las palabras—, abrumador y duro para mí, recibí una paliza, Clare, y vi cómo te alejaban de mí... Fue horrible. —Trago saliva, recordándolo—. Luego de eso estuve muy desorientada. Pero ocurrieron cosas que... —Frunzo el entrecejo.

—¿Cosas? ¿Qué tipo de cosas?

Se relame los labios.

—Sé lo que estás pensando, y solo puedo decirte que la persona que nos ayudó es alguien de confianza y...

—Espera, espera. —Alzo una mano para detenerla—. ¿O sea que realmente hay alguien ayudándonos? —Asiente—. Lo sabía —susurro, entusiasmada. Me acomodo mejor para quedar frente a ella—. ¿Quién es? —inquiero, ella cierra sus ojos y niega lentamente con la cabeza—. Mamá, ¿quién es? —Sigue negando—. Si esa persona en verdad es buena como dices no tienes nada de qué temer, si esa persona te ayudó a salir y a traer esto aquí solo dímelo —suplico, abre sus ojos para observarme.

—Lo hizo, Clare. —Sonrío, complacida por su respuesta.

—¿Y quién...?

—Pero no te diré quién es.

Borro mi sonrisa, soltando un largo suspiro ya cansada de tanto misterio. Me levanto y me giro, dando algunos pasos al mismo tiempo que paso una mano por mi rostro.

—¿Por qué? —pregunto, colocando mis manos en mis caderas.

—Porque no me corresponde a mí decírtelo, Clare.

—¡¿A qué te refieres con eso?! —pregunto con un tono de voz elevado. Las manos me sudan, por lo que las paso por la tela de mi pantalón. Mamá se levanta y se acerca a mí.

—En el momento correspondiente lo sabrás, Clare. Esa persona me pidió que no te lo dijera, ¿okey? No soy yo la que lo decidió. Comprende que debo respetar su decisión.

—¿Lo conozco? —Frunce el ceño.

—¿Qué?

—A la persona, mamá. ¿Conozco a esa persona? —Suspira.

—No... Jamás lo viste.

Resoplo.

—De acuerdo. —Inhalo y exhalo. Doy la media vuelta y me encuentro con Dant observándonos junto con Grace en las escaleras, los dos bebiendo una botella de jugo. Abro la boca con indignación y Dant es el primero en dejar de beber.

—Lo siento, es que fue inevitable no escucharlas discutir, y verlas fue como una telenovela, fue como si tu mamá fuese tu novio y te hubiese engañado y tú se lo reclamabas, era como. —Toma una pose femenina—. ¿Con quién carajos me engañaste? ¿Quién? ¡Dímelo, imbécil! —dice con una voz aguda que pretende ser el de una mujer. Grace escupe un poco lo que estaba bebiendo y se lleva una mano a la boca para limpiarse.

Suspiro, cansada, y los rodeo para así ingresar al interior de la cabaña.

Llego hasta uno de los sofás, lo estiro de mala gana para que así quede extendido como una cama, y me acuesto en él, dando la espalda a la entrada para evitar ver a mamá ingresar o a cualquiera. Mi cabeza es un caos. Ya ni siquiera cuento con el hambre de hace un momento.

Alguien allí afuera está detrás de todo esto, nos está ayudando sin pedir nada a cambio.

En primer lugar ese guardia que nos había ayudado a Grace y a mí no pudo haberlo hecho solo, porque no lo conocemos, alguien que nos conoce lo tuvo que haber hecho, no encuentro otra explicación. Y ese alguien conoce a mamá, ¿pero quién? De no ser así, de ser que el hombre que nos había ayudado es el mismo que ayudó a mamá, entonces solo queda pensar que es un gran sujeto con un futuro en el cielo y la más grande ceremonia de agradecimiento, pero no me fio, ya nunca lo hago. Hay algo más.

¿Dant sabe de esto?

¿Es seguro confiar en aquella persona?

¿Cuánto tiempo tendré que esperar para saber la verdad?

Cierro los ojos, repitiéndome una y otra vez que debo calmarme, pero la pregunta sigue ahí, presente, haciendo eco:

¿Quién eres y por qué nos estás ayudando?

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¡Hola!

Perdón por tardar tanto, malditas tareas, me estresan.

Espero que igualmente les haya gustado el capítulo, muchas gracias por seguir aquí y apoyarme. Los quiero muchote.

Pdta: ese Dant es un loquillo XD

Capítulo dedicado a asob18 por el hermoso dibujo que hizo por el día del libro, en el cual incluyó a mi bebé *lloro* Ella es una fiel lectora, y la adoro💗
Si acercan la amagen pueden apreciar a Lo Inevitable allí *lloro otra vez* Mil gracias, hermosa😍
Pueden seguirla en su instagram (en donde también se llama como en su usuario de aquí) en donde nos comparte mucho de su arte❤


¡Muak!

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