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13

"Una pizca de luz en las tinieblas".

Un gran nudo se forma en mi garganta, hay demasiadas emociones en mí. Tomo una gran bocanada de aire, intentando calmarme mientras abro y cierro mis manos para de esa forma tranquilizar mi ritmo cardiaco y la forma tan acelerada con la cual respiro. Muerdo mi labio inferior que comienza a temblar.

No sé con exactitud cuántas veces soñé con este momento, y al estar sucediendo, en este preciso instante, no tengo ni la más mínima idea de cómo reaccionar.

Doy lentos pasos para acercarme a él, estiro mis manos y con sumo cuidado tomo su rostro entre ellas, temiendo que si realizo algún movimiento erróneo todo se desvanezca, que él se desvanezca y que esto termine siendo uno más de mis sueños.

—Dant... —Vuelvo a repetir su nombre un poco más fuerte.

¿Estoy alucinando?

Su piel fría y suave se siente real, pero aún así no puedo creerlo. Él realmente está frente a mí, observándome con esos ojos verdes que tanto adoro, con una gran sonrisa que permite que se logren ver sus hoyuelos. No aguanto más, no me es suficiente el sostener su rostro. Envuelvo mis brazos alrededor de su torso, comprobando que, sí, es real. Lo puedo sentir, es de carne y hueso, no estoy alucinando. Y es aún mejor cuando me devuelve el abrazo. Formo una sonrisa temblorosa mientras siento como las lágrimas se deslizan por mis mejillas.

Realmente está aquí, conmigo.

—Clare... —susurra.

Es él. Mi Dant. Mi estúpido Dant.

Lo abrazo mucho más fuerte, su cuerpo tiembla por los pequeños sollozos que salen de él. Me separo un poco, tomando de nuevo su rostro con mis manos, lágrimas yacen en sus pálidas mejillas, su nariz se encuentra un poco sonrojada y sus ojos cristalizados, es una imagen muy tierna de ver, pero me preocupan las ojeras con las que cuenta.

Acaricio su mejilla, mi sonrisa es acompañada con más lágrimas mientras lo veo cerrar sus ojos y derramar sus propias gotas.

—Pensé que no te volvería a ver —susurra. Río, pero termina siendo un sollozo.

—Pensé lo mismo.

Abre sus ojos, me observa con ternura junto con una sonrisa de labios pegados.

Mi hermano está conmigo.

Sus brazos me envuelven con fuerza y doy un pequeño grito cuando me alza en el aire, dando un par de vueltas.

—¡Encontré a mi perra! —grita. En cualquier otra ocasión me ofendería que me llamara así, pero este no es el caso—. ¡Estoy malditamente feliz! —dice cuando mis pies tocan nuevamente el suelo. Sonrío, dándole un golpe para nada fuerte en el hombro.

—No me vuelvas a dejar, estúpido —susurro.

Ríe y con una de sus manos desordena, más de lo que ya está, mi cabello. Hago una mueca y golpeo su mano, él ríe mientras vuelve a abrazarme.

—Nunca más.

Alzo mi rostro para poder observarlo al recordar algo.

—Pero había... ¿De quién era...? —No logro articular por completo la pregunta debido a los nervios.

Esta pregunta carcomió mi cerebro durante varias noches y ahora que por fin puedo obtener una respuesta me da miedo hacerlo.

—¿El qué? —Frunce el ceño.

—En la cocina había una mancha. —Su ceño se hunde un poco más, pero luego parece comprender y su semblante se torna serio.

—¿La sangre? —Asiento, expectante, aunque con un poco de temor ya que he comprobado que sí es lo que tanto he temido. Me suelta, dando un paso hacia atrás—. Esto es difícil de decir... —Observa sus manos con una mirada triste. Mi pecho se oprime.

—¿Qué? ¿Qué pasó, Dant? —insisto, acercándome a él.

—Del susto...

No aguanto y lo tomo por los hombros, zarandeándolo un poco.

—¡¿Qué?! —Me observa fijamente.

—Comenzó a bajarme.

Abro mucho los ojos, incrédula.

—¡Eres un idiota! —Golpeo de nuevo su hombro y el muy descarado suelta la carcajada.

—¿Qué? ¡Ya soy toda una mujer! —Lo fulmino con la mirada.

—No es gracioso, estaba muy preocupada. Además, a nadie le baja del susto, y siendo hombre es para nada probable —contraataco, cruzándome de brazos.

—En ese caso soy afortunado por ser el primero. —Lleva una de sus manos a su pecho y realiza una reverencia.

Estoy a punto de darle una paliza mucho más fuerte que las anteriores, pero alguien carraspea, giramos nuestros rostros al mismo tiempo hacia el responsable, bueno, la responsable. Grace nos observa, apenada. Me había olvidado de ella. Me posiciono en medio de ellos con una pequeña sonrisa.

—Dant. —Lo señalo—. Grace. —La señalo—. Grace, Dant. —Lo vuelvo a señalar.

Culmino con una sonrisa enorme, llevando mi vista de él a ella.

—Eh... Hola —saluda Grace. Dant sonríe y se acerca a la rubia, toma una de sus manos y deja un beso. Ruedo mis ojos.

—Me presento, bella Grace —dice al incorporarse—. Te juro que si no fuera del grupo de los palos ya tendrías a un guapetón a tus pies. —Le guiña un ojo.

Grace se sonroja, soltando una pequeña risa nerviosa. Me acerco a ellos con mi sonrisa aún presente.

—¡Por fin se conocen! —chillo.

—Hay mucho de qué hablar, ¿no? —dice Dant en medio de un suspiro, colocando sus brazos en jarras.

Y sí, hay mucho de lo que debemos hablar, y lo haremos, solo que en este instante quiero vivir a profundidad el momento.

—Un rato más, solo... —Cierro mis ojos, soltando un gran suspiro—. Déjame disfrutarlo un poco más. —Inhalo y exhalo con lentitud, vuelvo a abrir los ojos para observarlos con la sonrisa más pura y que desborda inmensa alegría.

—¿A dónde se dirigían? —pregunta Dant.

Las dos nos encogemos de hombros al mismo tiempo por lo que reímos.

—Realmente no contamos con ningún rumbo, tan solo encontrar un lugar en donde pasar la noche y ya, tal vez ir a la zona ocho —respondo.

—Anoche dormimos en el suelo debajo de un árbol, pero estuvo bien —comenta Grace, haciendo una mueca divertida.

—El destino quería que las encontrara, en serio. Tengo un lugar en donde me estoy quedando con... —Guarda silencio, al parecer piensa un poco mejor lo que dirá, luego me observa con una enorme sonrisa—. Vengan conmigo.

—¿Qué ibas a...?

—¡Esto será genial! —dice emocionado, abrazando de lado a Grace quien ríe tímidamente. Sonrío y dejo pasar mi pregunta.

Tengo un poco de felicidad en esta gran tormenta.

***

—Habla, perra.

Ya es pasando el medio día, seguimos con nuestra caminata, según Dant llegaremos al lugar en el que él se ha estado refugiando por estos meses antes del anochecer. En este instante nos encontramos comiendo algunas provisiones que Dant trajo en su mochila, los cuales no se molesta en decir de dónde los consiguió, no es que me importe en realidad, solo quiero comer, así que, luego de nuestro gran reencuentro, nos dio lo que nuestro estómago tanto suplicaba y un poco de agua.

Estoy a punto de empezar nuestra larga charla cuando Dant dice eso.

—No soy tu perra, idiota —digo, fulminándolo con la mirada.

—Oh, claro que lo eres. —Me apunta con su dedo junto con una sonrisa picara.

—No, no lo soy. —Cruzo mis brazos sobre mi pecho,

—Sí, sí lo eres. —Mueve su dedo, haciendo muecas graciosas que me hacen formar una pequeña sonrisa—. ¡¿Ves?! ¡Sí lo eres, sí lo eres! —festeja en un cantico—. ¡Guau, guau!

No logro reprimir más mi risa y la dejo salir, Grace, que nos observa interactuar, también lo hace.

—¿Siempre es así? —pregunta, señalando al loco que tengo como mejor amigo.

—¿Así de imbécil y retrasado mental que te hace pensar que el doctor lo dejó caer al nacer? —Enarco una ceja—. Seh, pero te acostumbras. —Hago un gesto con la mano como si me diera igual.

Dant abre mucho su boca, fingiendo indignación.

—JA JA JA mira como me río, eres tan riosa. —Lleva sus manos a su estómago como si le doliera por reír, seguimos riendo y poco a poco también ríe con nosotras—. De acuerdo —dice al culminar las risas—. Ya, cuéntame.

Le narro todo. Desde la desesperación que sentí el día en el que todo pasó, el dolor y la angustia, hasta cuando llegamos al supuesto refugio en donde prometieron ayudarnos, pero fue todo lo contrario. Lo escucho maldecir ciertas veces, en otras lo veo formar una sonrisa, como sucede en el caso en el que hablo de cómo conocí a Robert y a Grace. Y en otros lo veo quedarse sumergido en sus pensamientos, como si estuviera recordando algo o calculándolo.

Estoy por narrarle sobre la extraña ayuda de ese hombre que nos ayudó a escapar, pero me detengo en seco al recordar un detalle importante que no había notado en el transcurso de toda esta conversación.

—Dant... —Lo llamo y me observa, esperando a que continúe—. No me dijiste de quién era sangre.

Veo como va borrando lentamente su sonrisa, tensa su mandíbula y desvía la mirada. Frunzo el entrecejo, estoy por volver a pronunciar palabra cuando él lo hace primero.

—Solo... No era mía. —Su voz se escucha apagada, no hay rastros del chico alegre de hace unos segundos atrás.

—No entiendo.

Observo a Grace quien también tiene puesta su atención en él, igual de extrañada por su repentino cambio de humor. Vuelvo mi vista a Dant y me acerco a él.

»Suéltalo.

Tal vez no es la palabra más alentadora del mundo, pero es lo que nos decimos en el momento en el que uno de nosotros se encuentra mal, no nos queda el decir ¿Qué sucede? o ¿Todo bien? No, somos directos, pensamos que cuando más rápido se cae, menos duele.

Él se coloca en cuclillas para luego sentarse en el suelo. Lo imito.

—Clare, ellos... —Deja salir un largo suspiro—. Hiciste bien en no confiar desde un principio. —Veo cómo sus ojos comienzan a cristalizarse, coloco una mano en su espalda.

—Si no puedes... —Menea la cabeza, decidido a continuar. Busco su mirada—. Dant...

—Se llevaron a mis padres —dice con voz rota.

Duele ver cómo sus ojos pasan a estar rojos y cristalizados, y esta vez no es debido a la alegría de nuestro reencuentro.

»Nos habíamos refugiado en la habitación de mis padres, y al día siguiente vimos a las personas que venían a ayudarnos. La casa era una completa mierda, todo estaba hecho un desastre. —Traga—. Uno de los hombres nos había hablado diciendo que en unos momentos volvían por nosotros ya que primeramente llevarían a otras personas, pero tardaron, así que decidimos dirigirnos por nuestra cuenta al famoso refugio. Y ese fue el error. —Una lágrima se desliza por su pálido rostro. Sus ojos encuentran los míos y siento como si algo se hiciera trizas en mi interior—. Antes de salir de casa mamá tuvo uno de sus ataques de ansiedad, fue a la cocina y no miró por donde pisaba, por lo que, cuando intenté ir tras ella, trastrabilló, provocando que al caer se golpeara la cabeza... y de allí es la sangre.

Me acerco a él y lo envuelvo con mis brazos. Lo escucho sollozar y maldecir, llora tanto que en algún momento su respiración se vuelve acelerada.

—Shh... —susurro—. Aquí estoy.

Él se separa un poco, con la manga de su abrigo negro limpia sus lágrimas y la frota un podo por su nariz, sonrío por el recuerdo de él cuando descubrí que hace eso porque le da vergüenza que su atractivo rostro esté así de descompuesto. Literal, así me lo dijo una vez.

—Estaban asustados, Clare. —Solloza—. Mamá tenía esa herida en la cabeza junto con un poco de mareo, pero aún así nos dijo para ir, ya se habían tardado mucho según ella y tan solo había pasado media hora. —Sorbe por su nariz—. Papá había salido a preguntar en qué zona se encontraba tal lugar y volvió decidido a que debíamos ir ya mismo sin perder tiempo por miedo a que viniera otra tormenta.

—¿A qué hora salieron? —Frunce el ceño por mi pregunta.

—Creo que a las seis o siete. —Vuelve a pasar la manga por su nariz—. ¿Por? —Me observa, curioso, con sus ojos aún rojos y nariz hinchada.

—Te busqué luego de ver la locura en la que se había convertido todo, era temprano, rompí la ventana de la cocina para lograr entrar, pensé que algo malo les había pasado... Me asusté mucho. —Aprieta sus labios.

—¿Y luego que pasó? —pregunta Grace.

Los dos la observamos al mismo tiempo, un poco descolocados. La olvidamos, de nuevo. Reímos un poco por ello, pero las risas van disminuyendo al centrarnos nuevamente en el tema. Dant relame sus labios secos por el frio.

—Luego ellos llegaron... y se los llevaron.

Arrugo el rostro sin entender.

—¿Cómo? ¿No te vieron?

Él suelta una pequeña risa amarga.

—Sabes que detesto estar con ellos, Clare. Yo... me separé por un momento en el camino, argumentando que necesitaba aire, y al volver solo pude observar detrás de una casilla cómo se los llevaban. —Una lágrima se desliza por su rostro, pero se la limpia al instante con rabia. Gira, dándome la espalda, y luego vuelve a observarme—. ¡Pude haber ido con ellos! ¡Pude, Clare! ¡Pude haberlos ayudado! —Sus gritos me toman desprevenida, por lo que doy un respingo—. ¡Pero solo me paralicé, mis pies permanecieron sellados al maldito suelo y no fui con ellos! ¡Observé como un tonto cómo los forzaban a subir a esa maldita camioneta! —Su respiración es agitada. Desvía la mirada y la clava en el suelo—. Golpearon a papá y no sé por qué no hice nada. —Niega lentamente con la cabeza, llevándose las manos a esta.

Me acerco a él, tomo sus brazos para bajarlas y lo observo.

—No iba a ser bueno, Dant, no es un lugar agradable, lo sabes. —Me observa—. Tal vez lo que debía suceder es esto mismo, que tú nos encuentres, ¿no lo crees?

Lágrimas se deslizan por mis mejillas, pero las dejo estar y me mantengo quieta, observando cómo cada parte de él está esparcida, rota dentro de su mirada llena de dolor.

—Tal vez... —Le regalo mi mejor sonrisa. Alza una mano y limpia sus lágrimas—. Demonios, lloré más que tú cuando a los catorce maté a esa abeja. —Frunzo el ceño, recordando aquello.

—Era una abeja inocente —digo, riendo un poco.

—Pues tu inocente abeja me hizo darme cuenta de que soy alérgico a los de su especie y casi me mata a mí, era él o yo —dice, señalándome con un dedo.

Borro mi sonrisa, volviendo a estar seria.

—Lo siento —susurro.

Me da lo que pretende ser una sonrisa de labios cerrados, pero esta termina siendo una mueca.

—Luego de eso decidí buscar un lugar en donde pasar la noche, y encontré el sitio en el que me he estado quedando hasta ahora. —Parece recordar algo y sonríe—. Al cual debemos seguir yendo, ¡caminen, perras! —Coloca una mano en el suelo y se incorpora de un salto.

Sonrío viendo cómo vuelve a ser él mismo.

—Ya me metiste a tu lista de impuras —dice Grace, fingiendo un escalofrío. Dant le regala una sonrisa un tanto coqueta.

—Bienvenida al jodido lado oscuro.

Seguimos con nuestra caminata, reímos un poco con las ocurrencias de Dant o recordando algunos sucesos de nuestra infancia. Pero hay algo que me llama la atención, y es que, al retomar la charla, Dant se queda muy pensativo en el momento en el que menciono al hombre que nos ayudó a escapar y cómo lo hizo, es como si algo cobrara sentido dentro de su mente, pero una vez más lo dejo pasar. Supongo que se debe a todo lo que ha pasado, fue doloroso, pero sé que saldrá adelante, lo está haciendo, y no pienso irme de su lado esta vez.

Llegamos al anhelado lugar cuando la noche cae. Mis pies duelen demasiado y ya comienzo a bostezar. Grace está igual o peor, arrastra los pies, literalmente, hasta un pequeño sofá que hay en el lugar.

—Es una cabaña abandonada, cuando la encontré había mucha comida, pero esa ya acabó hace como un mes, así que tuve que salir a buscar más en la zona ocho, la cual es un desastre y queda muy lejos de aquí, pero conseguí provisiones. —Dant explica—. Decidí establecerlo como mi hogar mientras que a veces salía en busca de ayuda, cualquier persona, pero nunca encontré a nadie excepto a esos cabezas de mierda, pero... —Suelta un suspiro y nos observa, señalándonos con ambas manos—. Hoy las encontré a ustedes. —Sonríe—. Oh, y de aquí también saqué esta ropa. Bueno, el pantalón y el abrigo, no creerás que utilizo ropa interior de algún desconocido y una playera que no sea mía. —Hace una mueca—. Pero me veo muy intimidante, ¿no? —dice con voz seductora y un guiño de ojo.

Río, negando con la cabeza. Me dirijo al fondo de la cabaña y observo que detrás de esta hay un pequeño patio en donde, luego de hidratarnos, decidimos ir junto con Grace. Dant hace una pequeña fogata, ni siquiera tenía idea de que sabe hacer una. Cuando estoy por sentarme en una pequeña banca, Dant me toma de la mano, levantándome por completo de nuevo. Observo a Grace, pero ella está demasiado ocupada comiendo unas empanadas, y por los gestos que hace se nota que le saben a gloria.

—Debo llevarte junto a alguien —dice, haciéndonos ingresar nuevamente a la cabaña.

—¿Quién?

Tan solo quería llegar y poder sentarme, y esa banca parece muy cómoda, pero por lo que veo tendré que esperar. Dant nos detiene frente a una puerta. Frunzo el ceño.

—¿Qué hay aquí? —Él alza su dedo índice.

—No qué, sino, quién. —Alza sus cejas y luego sonríe—. Muere por verte.

Eso me provoca un poco de intriga.

Abre la puerta y lo primero que veo es una cabellera negra. Es una mujer. Pestañeo, desconcertada, y coloco una mano sobre el hombro de Dant.

—¿Quién es?

Él se adentra a lo que parece ser una pequeña habitación, lo sigo, dudosa. Se acerca a la persona y le susurra palabras que no logro escuchar, solo logro ver su espalda, y en el momento en el que quiero acercarme un poco más, dar un paso para así poder detallarla, ver su rostro, ella se me adelanta girando rápidamente, haciendo así que terminemos cara a cara.

Y lo comprendo. Comprendo la alegría de Dant al traerme aquí, la urgencia de hacerlo.

Pero es solo una parte del rompecabezas que se está formando en mi mente, y tal vez ahora obtenga más piezas de este, más respuestas, además de más días felices.

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¡Hola!

Espero les haya gustado el capitulo, ya conocen más de mi hijito Dant, es una cosita bien loca, como su madre.

Este es el capítulo más largo que he escrito, no creo que importe pero yo estoy como: ¡Ooooh, estamos progresandooooo! Y perdonen el retraso, tengo mucha tarea:'v

Por favor, cuídate, no tomes todo esto que estamos viviendo en todo el mundo como un juego, hay muchas vidas en riesgo, cuídate y a los que amas, porque en este instante te digo que estoy viviendo en vida por segunda vez lo que es perder a alguien a quien le pertenecía una parte enorme de mi corazón. Así que valora, ama y ríe.

¡Muak!

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