11
"Rendirse es una opción, pero no la elegiremos".
—¿Cómo conociste a Dant?
Observo a Grace, dejando de raspar la pared con mis uñas. En el tiempo en el que estamos solas le hablo sobre anécdotas con Dant, las travesuras que hacíamos, los chistes, las salidas, pero no le he contado cómo nos conocimos, supongo que es porque cada vez que hablo de él lo hago de un momento a otro, de manera espontanea, sin ahondar demasiado, yo hablo y ella me escucha.
—Bueno, es una historia un poco... atípica, pero graciosa. —Sonrío, recordándolo.
Se gira hacia mí, cruza las piernas, sentada al estilo indio, y recarga su barbilla en sus manos.
—Cuéntame.
—Okey... —Cruzo mis piernas como ella y aclaro mi garganta—. Estaba en el tercer grado, mamá me había comprado unos pinceles hermosos, eran fantásticos, tenían brillitos. —Hago un gesto con los dedos como si tuviera brillitos—. Un día estaba pintando con ellos en la clase y de repente un niño delgado y muy dulce se me acerca.
—Dant —dice, sonriente.
—Exacto. —Alzo el pulgar—. Él halagó mis pinceles diciendo que parecían mágicos por los brillitos y me preguntó si podría prestárselos, lo hice. Comenzamos a pintar y a reír con las ocurrencias del otro, pintábamos muy felices con los mágicos pinceles, hasta que en un momento escucho cómo se queja y dejo de pintar, al observarlo me encuentro con que uno de mis amados pinceles se encontraba sumergido en ese orificio lleno de mocos al cual llama nariz. —Río—. Pedí ayuda y la maestra preguntó quién estaba con él para explicar lo ocurrido, así que lo tuve que acompañar a la enfermería. —Suspiro—. Luego de eso él se convirtió en mi mejor amigo y yo la niña que soportaba los días de mierda gracias a él.
Grace me observa, buscando alguna pizca de broma pero, al ver que no lo hago, frunce el ceño.
—¡Iugh! —Hace una mueca que luego es remplazada por una pequeña sonrisa y ríe tímidamente
—Sí, fue asqueroso ver cómo mis mágicos pinceles salían con sus mocos —digo riendo.
Grace suelta la carcajada, llevándose las manos al estómago. Algunas personas nos observan como si hiciéramos algo muy extraño, pero no les prestamos atención. Grace se limpia una lágrima provocada por tanto reír.
—Gracias —dice cuando deja de reír. La observo, se encuentra sonriendo y creo que es la sonrisa más sincera que he visto en meses.
—¿Por qué? —Se coloca un mechón de cabello detrás de la oreja.
—Hace mucho que no me reía así.
Hago una mueca dándome cuenta de que yo al igual que ella no me había reído de esta manera, no desde que todo esto inició.
—Sí, bueno... —Suspiro—. Eso hacen las amigas. —Me encojo de hombros.
—¿Era un buen amigo? —Frunzo el ceño sin entender—. Dant, ¿era bueno? Digo, están los momentos graciosos, pero... —Lo piensa un poco—. En los momentos de tus fracasos, de tus problemas, ¿él estaba contigo?
Sonrío.
—Créeme cuando te digo que ese bastardo me cuidaba como si fuera de su sangre y me defendía sin importar nada. —Borro mi sonrisa y observo mis manos, quedándome en silencio por algunos segundos—. Él siempre estuvo allí, y ya no sé si... —Mi voz se rompe—. Si podré estar allí para él.
—Oh, Clare...
Siento cómo me envuelve con sus brazos y de inmediato recuesto mi cabeza sobre su hombro.
Hay veces en los que te preguntas si hiciste las cosas bien, si tal vez debiste de haber hecho algo más, si lo que dijiste estuvo bien o si pudiste haber agregado más palabras a las ya dichas, eso me estoy preguntando. Si él realmente supo cuánto lo quiero, si fueron realmente suficientes las veces en las que se lo dije. Se me remueven los pensamientos tratando de encontrar una manera de no sentirme así, pero es imposible, siempre lo es.
Tal vez sea así de agobiante por saber que no puedes retroceder el tiempo, solo te dices un "A seguir adelante", y tal vez, si tienes suerte, volverás a ver a esa persona y podrás decirle todo aquello que te guardaste.
Quiero creer que fue suficiente lo que hice, lo que dije, y que en el momento en que vuelva a ver a Dant y a mamá, será mucho mejor.
Pestañeo varias veces para evitar que salgan las lágrimas, me incorporo y veo mis zapatos, muy sucios a causa de que el suelo es de tierra. Grace me observa, pero luego se encoge y comienza a jugar con sus dedos.
Han pasado varios días desde lo de aquella carpeta, y cada vez que la observo veo mi culpa, mi traición. Debo decírselo, sé que debo, y tal vez ya nunca más me hable, tal vez ya no seamos amigas, quizá me ponga en su lista de personas de las cuales desconfiar, pero es lo correcto. Además, con todo lo que ha pasado, ¿no es mejor arriesgarme ahora que estar luego con un remordimiento por no habérselo dicho y seguir con la mentira?
—Grace. —Me observa—. Yo... —Trago—. Debo decirle algo.
Espero su reacción, no sé de qué si aún no se lo he dicho, creo que es más para saber si realmente me está prestando atención.
—Dime.
No respondo y frunce el entrecejo, desconcertada.
—Eh... —Juego con mis dedos, nerviosa.
Hay un quejido a mi derecha, frunzo el ceño, giro el rostro y me encuentro con el joven que siempre está rasguñándose los brazos. Distingo, gracias a la remera que lleva puesto, cómo la piel de sus brazos se encuentra muy rojiza y seca. Observo a Grace, le hago una seña para que me siga, asiente y nos acercamos al chico.
—Hey. —Lo llamo, me observa y me asusta lo rojos que están sus ojos—. ¿Estás bien?
Luego de apenas mover la cabeza en negación, se paraliza. Inhala tanto aire como puede y comienza a toser de manera descontrolada.
—Mierda. —Escucho a Grace susurrar a mis espaldas.
Dudosa, me acerco un poco más.
—¿Quieres que busque ayuda? —Mi voz sale un poco temblorosa, pero es que la manera en la que se ve y en la que tose me provocan un poco de miedo.
Tengo la esperanza de que vaya a responderme cuando veo que nuevamente me observa, pero al abrir la boca comienza a toser mucho más, obligándome a retroceder un poco. Me giro hacia Grace.
—Ve por ayuda. —Asiente, dudosa, para luego ir a la puerta.
—Ayuda...me —logra articular, la voz le sale pastosa.
—¿Tienes sed? —Asiente como puede y vuelve a toser.
Voy a levantarme, pero entonces siento una mano tomarme por el brazo, la observo de inmediato, es él.
—No... —Toma aire con dificultad—. No ellos.
¿Qué?
—¿No quieres que les pida ayuda? —Niega.
—No ellos.
De acuerdo, esto en serio me asusta, y mucho.
—Sé que no son buenas personas, estoy más que consciente de ello, pero son la única ayuda que lograremos conseguir —digo, tratando de que mi voz suene calmada.
Él vuelve a negar, pero eso no es bueno porque comienza a toser con mayor fuerza, intento calmarlo pero no funciona, sigue tosiendo descontroladamente. No sé qué hacer, él no quiere que pida ayuda, no hay agua cerca de aquí, solo la conseguiría si se la pido a ellos. Pero entonces escucho que para de toser.
Lo observo, sus ojos están muy abiertos, permanece allí unos segundos, inmóvil.
—¿Qué suce...? —Me sobresalto al ver cómo de su nariz comienza a salir sangre—. No, no, no, ¿qué pasa? —Él intenta respirar, pero es como si no alcanzara a tomar todo el aire necesario—. ¡No, mierda, no!
Nerviosa, me alejo un poco de él y rompo un pedazo de la remera que llevo debajo del suéter, con manos temblorosas acerco el pedazo de tela a su nariz y le intento limpiar la sangre, pero es inútil porque cada segundo sale mucho más del líquido rojo.
—Estarás bien, ¿okey? —Le digo, aunque no creo que me escuche.
Sigo limpiando toda la sangre que pueda, respiro agitadamente y las manos me tiemblan mucho más, pero no me detengo.
—¿Qué carajos? —murmura Grace.
Me giro para observarla. Tiene los ojos muy abiertos y los labios le comienzan a temblar.
—¿Y la ayuda? —No responde—. ¡Grace!
Reacciona y me observa sin realmente captar mis palabras.
—¿Qué? —Me incorporo y me acerco a ella.
—¿Y la ayuda?
—No. No... —Tomo eso como respuesta a que no la ha conseguido.
Gruño, le entrego el pedazo de tela y me dirijo a la puerta dando grandes pasos.
—¡Ey! ¡Oigan! —Doy fuertes golpes a la puerta—. ¡Deben ayudarnos! —Mi voz se quiebra y siento cómo un nudo comienza a formarse en mi garganta al no recibir respuesta, doy más golpes—. ¡Por favor! ¡Ayuda! ¡Hay alguien muriendo aquí!
—¡Clare! —Observo sobre mi hombro a Grace que sostiene al chico—. ¡La sangre no se detiene!
Veo cómo las personas nos observan con angustia, temor, dudas, algunos se acercan al chico pero no hacen nada, solo observan y se alejan con la mirada llena de miedo. Mucha rabia se instala en mí y, decidida a conseguir la ayuda aunque me cueste la vida, doy más golpes a la puerta
—¡Demonios! —Doy otro golpe—. ¡¿Por qué no nos ayudan?!
Siento la garganta arderme tras ese grito, pero no me importa en lo más mínimo, no recuerdo el dolor al ver a mujeres acercarse. Suspiro con alivio. Escucho el sonido de unas llaves y me alejo en el momento en el que la puerta es abierta.
—¿Qué sucede? —pregunta una de ellas.
—Por aquí —La llevo hasta el chico, al verlo se paraliza por el estado en el que se encuentra, cuenta con mucha sangre saliéndole por la nariz, toda su piel está completamente rojiza, tose y gime de dolor—. Lo vi muy mal, me acerqué a él y comenzó a toser, le pregunté si tenía sed pero de un momento a otro comenzó a sangrarle la nariz y...
—Calla. —Frunzo el ceño.
¿Qué me calle? ¿No se supone que debo de darle los detalles de lo ocurrido?
—Pero... —Se gira y desaparece por la puerta, unos segundos después ella, junto con muchos guardias y mujeres, ingresan al lugar—. ¿Qué...? ¿Qué harán?
Un guardia toma al chico en brazos y lo coloca en una camilla, que no vi en qué momento metieron, y se lo llevan afuera.
—¿Qué harán con él? —pregunta Grace, está tan confundida como yo y en el momento en el que me hace un gesto de confusión también lo hago para confirmarle que tampoco entiendo una mierda de lo que ocurre. Observo a la mujer de hace un momento.
—¿Estará bien?
No recibo respuesta, en vez de eso alguien me toma por detrás de los hombros, me sobresalto y giro mi rostro para ver quién es. Un guardia.
—Vamos a desalojar esta habitación. —Se escucha decir a alguien por el altavoz que hay dentro de la gran habitación.
Comienzan a guiar a las demás personas a la salida, murmuran, pero aceptan sin protestar. Grace llega a mi lado, tomo su mano.
—Suéltala —ordena el guardia que me sostiene.
—Ella está conmigo.
—No. —Toma de mi mano e intenta hacer que la suelte, así que con mi mano libre golpeo la suya.
—Que ella está conmigo —digo con firmeza, resaltando cada una de las palabras.
Me observa fijamente, siento cómo la mano de Grace aprieta la mía, está asustada, y también lo estoy.
No la voy a soltar. No la voy a dejar.
—Clare... —susurra.
Pero antes de poder responderle, el agarre del guardia se traslada a mi brazo y en un segundo está prácticamente arrastrándome junto con Grace a la salida. Tropezamos con algunas personas, pero no logramos disculparnos, prácticamente trotamos para seguirle el paso. Mi respiración se vuelve agitada al ver que no para, seguimos en línea recta, no paramos en el gran salón o en ninguna otra parte de este lugar, hasta que llegamos a una puerta.
La salida de este edificio.
Observo cómo hunde una de sus manos en un bolsillo y saca de allí una tarjeta de color azul, la desliza por un sistema de seguridad situado en donde debe de ir el cerrojo, y la puerta es abierta.
—¿Por qué hace esto? —pregunto—. ¿A dónde nos lleva?
No responde y los nervios comienzan a aumentar. Escucho un sollozo, volteo el rostro y veo a Grace con una mano sobre su boca, sus ojos se encuentran cristalizados.
—¿Qué sucede, Clare? —susurra apenas para que la escuche.
—No lo sé —respondo con el mismo tono.
Sé que he querido salir de este sitio, he buscado maneras de hacerlo y de lograrlo con éxito. Pero no así, no solo con Grace, también con mamá, Robert y Eli.
El hombre nos guía al exterior, la noche está muy oscura, solo hay ciertos sectores siendo iluminados por algunos faroles. El aire fresco golpea mi rostro, me estremezco. Grace se acerca mucho más a mí, rodeando con sus brazos uno de los míos.
—Síganme —dice el guardia.
Niego rápidamente. No puede hacernos esto, no sobreviviremos ni una noche. Se escucha un pitido antes de que la gran reja, que desde aquí logro visualizar, sea abierta, y ahí está, unos kilómetros y seremos libres al cruzar esa maldita reja, pero no podemos, ¿cómo sobreviviremos? No tenemos comida, ni contamos con ropa que nos brinde el calor para estar protegidos del frio del exterior.
—¿Qué es lo que hace? —inquiero, respirando con dificultad.
Me toma por los hombros, escucho cómo detrás de mí Grace ahoga un sollozo. Los ojos del hombre me observan con fijeza antes de decir:
—Corran.
Me da un empujón instándome a hacer lo que me ha dicho, y ya no lo dudo. Si esta es una oportunidad para salir de aquí, para ser libres, la voy a tomar, la tomaré tan fuerte como estoy tomando la mano de Grace mientras corremos hasta la reja. Siento cómo mis pies me fallan pero no me detengo, el no comer tanto y no dormir las horas adecuadas me está pasando factura.
Me aferro con mayor fuerza a la mano de Grace y seguimos, corro como nunca antes con ella a mi lado, el viento sopla con fuerza, haciendo que mechones de mi cabello tapen mis ojos, las quito. La reja está muy cerca, pero veo cómo Grace se encuentra agotada.
—¡Solo unos pasos más! —grito, la tomo por el brazo y la ayudo.
Llegamos.
La reja se cierra detrás de nosotras, haciendo otro pitido. Recargo mis manos en mis rodillas e intento controlar mi respiración.
Lo logramos.
Somos libres.
A lo lejos se escuchan alarmas provenientes de ese horrible lugar, luces rojas iluminan su alrededor. Desde aquí no logro distinguir al hombre.
¿Por qué nos ayudó?
—Debemos seguir —dice Grace, la voz le sale con dificultad debido al cansancio.
Asiento, me incorporo y la vuelvo a tomar de la mano.
Cruzamos la ruta abandonada y analizamos el bosque que se extiende frente a nosotras. Observo a Grace, asiente e ingresamos al interior del bosque.
Ya no sufriremos.
---------------
Y aquí inicia lo que quise evitar, pero es inevitable XD
¡Hola!
Espero les haya gustado el capitulo.
Gracias por seguir aquí, lo aprecio muchísimo.
¡Muak al cuadrado!
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro