La Conversación
Como cada invierno que azotaba París a fines de diciembre, ese domingo no era para nada la excepción en tanto al frío se trataba. Llovizna que antes de llegar al suelo se tornaba blanca, narices coloradas no solo por las decoraciones navideñas alegóricas a los renos sino por estar casi al límite del congelamiento, vapor condensado escapando de las bocas de las personas que andaban por las calles y Marinette, abrigada lo más que pudo, estaba sentada en la parada del autobús ya pasadas las nueve de la mañana, con 0°C de sensación térmica.
—Qué mierda estoy haciendo? —Se preguntaba la azabache a cada minuto que el autobús se demoraba en pasar. Fueron varios los intentos de volverse a su casa, pero algo dentro de ella la obligaba a quedarse ahí y seguir esperando el medio de transporte que la alcanzaría al apartamento donde la esperaban esos dos muchachos involucrados en, considerado por ella, ese tonto sueño. —Ya son casi 09.15... Por qué siempre me tengo que quedar dormida? Y este maldito autobús que no llega, me estoy helando! —Se quejaba consigo misma en la estática posición que menos recursos requería para mantener su cuerpo a una temperatura compatible con la vida.
En el momento en el que finalmente decidió dejar de sufrir las inclemencias climáticas y lo absurdo de apartarse de su casa un domingo, después de Navidad, tan temprano en la mañana, pudo divisar su autobús a la corta distancia, llegando a la parada. Sin pensarlo demasiado y de cualquier manera, lo tomó como una señal y se subió.
—Qué mierda estoy haciendo? —Volvió a preguntarse por vez número mil antes de sentir como su teléfono móvil vibraba dentro de su bolso. —Maldita sea, tengo que quitarme los guantes.
Dentro del grupo de chat armado por Luka el día anterior, Adrien había enviado un mensaje para corroborar que ella no se hubiera arrepentido.
—Buen día, Marinette. Estás en camino?
—Buen día... Aquí congelándome en el autobús, pero en camino. Me quedé dormida.
—Ok, aquí te esperamos con Luka que llegó hace unos minutos.
—Qué mierda estoy haciendo!! —Repreguntó a la vez que guardaba su móvil nuevamente en su bolso y se volvía a colocar el guante. —Bueno, ellos dijeron que solo nos íbamos a juntar a conversar, no? No puede ser tan malo... Además voy a volver a ir apartamento de Adrien! Qué emoción! —Se sonrojó sonriendo de oreja a oreja. —Pero... Y si finalmente ocurre algo? Combiné mi ropa interior? Menos mal que me bañé... Pero, qué rayos estoy pensando?! —Sacudió su cabeza a la vez que gruñó en forma de queja hacia ella misma. —No es como que me haya levantado temprano y salido con el frío que hace, aún sin recuperarme del todo de la horrible resaca de la fiesta de Navidad, solamente con intenciones de tener sexo con los dos... No, no, claro que no... Somos tres amigos, reuniéndonos a tomar un café, mientras conversamos sobre el lujurioso sueño que tuve... Todo muy normal. Verdad, Marinette?
*-*-*
A tan solo unos minutos de distancia, los dos jóvenes compartían la calma del apartamento mirando con mucha atención el fondo de la taza de café que ya se habían terminado, mientras esperaban a que la tercera en cuestión llegara.
El rubio intentó romper el incómodo silencio entre ellos, haciendo su silla hacia atrás para levantarse y recoger las tazas vacías. —Oye, Luka... Tú... Ya tienes experiencia en este tipo de cosas?
—Qué cosas? —Preguntó alzando una ceja, apoyando su mentón sobre la palma de su mano.
—Ya sabes... Tríos.
—Ah... No. Y tú?
Adrien soltó una risa nerviosa. —No, no, yo no. Siempre me consideré más tradicional.
—Aburrido dirás. —Retrucó sonriendo ante la mirada defensiva del dueño de casa. —Igual, no te preocupes, Marinette tampoco tiene experiencia en eso.
—Estás tan seguro? —Cuestionó recordando aquella vez solo con ella en su habitación.
—Sí... La conozco y sé que, si bien es de mente bastante abierta, sigue siendo muy tímida. De hecho hasta ayer, pensaba que yo había sido el único con quien se acostó, pero ahora sé que también lo hizo contigo.
Adrien, confundido y algo molesto por hablar temas privados de Marinette sin ella presente, preguntó. —Qué tiene que ver eso? Además, cómo se supone que lo sepas si era algo entre ella y yo? Quién te lo dijo?
—Se le escapó a Alya, y tiene que ver con que está en nuestras manos hacerla sentir cómoda y segura, porque ya nos conoce a los dos. Yo quiero que lo disfrute... Por algo lo soñó. —Luka bostezó y se rascó el cuero cabelludo mirando hacia la ventana.
—Entiendo tu punto, aunque lo de Alya no estuvo bien. —Comentó ligeramente indignado.
—No fue a propósito, de verdad se le escapó. —Agregó el peliazul con voz muy calma. —Cuando fue?
Dudoso, el de ojos verdes consideró que algo podría responderle. —Hace tiempo, y fue una sola vez.
—Y por qué no... —Se detuvo a repensar antes de preguntar. —Por qué solo fue una vez?
Adrien se encogió de hombros, sin saber qué decir. —Pues, porque... La verdad, no lo sé. Es algo que ella decidió en su momento y yo, obviamente, por respeto a ella, no cuestioné.
Luka se veía totalmente desorientado por ese accionar de Marinette, siendo consciente de sus sentimientos hacia el rubio, motivo por el cual ellos en su momento terminaron su relación de novios. —Ella decidió eso? Pero si siempre estuvo enam...
El sonido de la chicharra resonó en el apartamento, interrumpiendo al músico en el momento exacto, indicando la llegada de la invitada de honor. Los chicos se miraron y terminaron su conversación de manera obligada, por más que tuvieran la cabeza llena de preguntas.
—Es Marinette, voy a bajar a abrirle.
—Sí, hace frío afuera, no la hagas esperar.
Apresurándose para que la jovencita no tuviera que soportar mucho más el frío invernal, el rubio bajó lo más rápido que pudo hasta la recepción del edificio con las llaves en la mano. La vio a través de la puerta de vidrio, envuelta en un abrigo color blanco largo hasta la mitad de sus muslos, con su bufanda, gorro y guantes combinados en color rosado, tiritando mientras el vapor se condensaba por fuera de su boca. Abrió y la invitó a pasar con un gesto de su mano. —Pasa, por favor, no pensé que estaba tan helado.
—Gracias, Adrien. Sí... Pensé que estaba abrigada pero creo que debería haberme puesto una capa de ropa más. —Respondió sonriéndole a la vez que desajustaba su bufanda y se quitaba su gorrito de lana con dos pompones. Sus mejillas estaban ruborizadas por el contacto con el frío, al igual que la punta de su nariz.
Él la abrazó y comenzó a frotarle con fuerza los brazos y la espalda. —Pobrecita... Estás temblando... De saber que iba a estar así afuera, te hubiera ido a buscar en mi auto. —Sin soltarla, se colocó a su lado para llevarla caminando hasta la puerta del elevador tratando de transferirle un poco de su calor corporal.
Marinette dejó escapar una risita involuntaria. —Ahh, tu abrazo es tan calentito, es justo lo que necesitaba... —Se abrazó a su cintura, también de lado. Después de haber estado juntos luego de la fiesta de graduación, hacía casi un año y medio atrás, ella había logrado soltarse un poco más en su relación con él; ya no se sentía tan alterada por el contacto corporal porque ambos se habían demostrado mucha confianza y cariño a pesar de, aparentemente, ser solo muy buenos amigos.
—Arriba está puesta la calefacción, entrarás en calor enseguida.
—Que bien. Luka llegó hace mucho? —Preguntó con algo de timidez por retrasarse, como siempre.
Se detuvieron frente al elevador, aguardando a que llegara a planta baja. —Bastante puntual. —Le sonrió de lado, de manera cómplice. —Oye, Marinette... Puedo preguntarte algo antes de que entremos a mi casa?
La ojiazul alzó sus cejas algo sorprendida, pero entendió que seguro se tratase de algo que el otro muchacho no debería escuchar. —S..Sí, claro. Qué sucede?
Ambos subieron al elevador y observaron cerrar las puertas de forma automática luego de marcar el piso en el tablero. —Es una cosa que tengo en la cabeza de tanto en tanto, que si quieres puedes responder o no. Por qué quisiste mantener tan en secreto lo que pasó después de la graduación?
Marinette se quedó anonadada por la seriedad de la inesperada pregunta después del tiempo que había pasado. —Eh... Pues... Pensé que si se corría la noticia, podría haber llegado a interferir en tu carrera de modelo. —Respondió con la mejor mentira que se le ocurrió en el momento. La verdad era que no quería enfrentar una realidad en donde Adrien no sintiera lo mismo que ella, por lo que pensó que ocultar que se habían acostado era la mejor opción para protegerse de una respuesta negativa, de comentarios ajenos innecesarios, o de tener que alejarse de él. Todo por no poder expresarle que lo amaba.
—Solo por eso? —Preguntó muy confundido. —Durante este tiempo pensé que para ti, lo que habíamos hecho, fue algo malo.
—Oh, no, no! Claro que no es eso! Me gustó mucho, fue de todo menos malo... —Contestó de forma tímida, apoyando su sien contra su pecho ya que aún seguían abrazados de lado.
—Me alegro entonces, a mi también me gustó mucho... —Él sonrió gracias al alivio de haber resuelto una de sus grandes dudas, traída de nuevo a su mente por el cuestionamiento de Luka hacía tan solo unos minutos atrás. Lamentó que las puertas del elevador se hubieran abierto en su piso porque se moría de ganas de seguir conversando a solas con ella.
Caminaron aún abrazados de lado, en silencio, hasta la entrada del apartamento de Adrien, donde posteriormente él colocó la llave en la cerradura y empujó hacia adentro para ingresar. Marinette pasó y suspiró aliviada al sentir que la temperatura, como el rubio había dicho, estaba mucho más confortable que afuera.
—Te guardo tu abrigo?
—Sí, gracias. —Respondió asintiendo con una sonrisa mientras le entregaba sus cosas y descubría un hermoso sweater cuello de tortuga color lila pastel, largo justo hasta por debajo del trasero que dibujaba con sutileza su figura. Sus piernas estaban cubiertas por unas calzas negras para el frío y en los pies llevaba unas botas cortas color marrón claro. —Qué... Qué pasa? —Preguntó riendo tímida ante la fija mirada del joven cuyas mejillas se habían coloreado de rojo.
—Nada, nada. Ese color te sienta muy bien, hace un lindo contraste con tu cabello negro.
—Ah, bueno... —Achinó sus ojos simpática y feliz por el halago proveniente de Adrien.
Con otro gesto de invitación, la guio hacia la cocina en donde Luka aguardaba en exactamente la misma posición en la que había quedado cuando el rubio bajó a buscarla, solo que ahora prestaba atención a su teléfono. Levantó la mirada al escuchar los pasos que se acercaban desde el corredor de entrada y entornó su boca hacia arriba al encontrarse con esa muchacha a quien nunca dejó de pretender desde sus 15 años.
—Hola, Mari. Te estábamos esperando. —Le dijo levantándose de la silla para saludarla con un beso en la mejilla.
—Sí, lo siento... Es que me quedé dormida. —Se excusó.
—Como cuando íbamos a la escuela, siempre llegabas tarde por más que vivías en la esquina... —Comentó gracioso Adrien preparándole agua caliente para un té.
—Exacto, sé que eres difícil de despertar. —Alegó Luka a las varias noches que había pasado junto a ella, siendo consciente de como el otro joven prestaba atención desde atrás. —Estás muy bonita. —La hizo dar un giro sobre sí misma, tomándola de la mano.
Ella sonrió, desviando su mirada hacia el suelo debido a la vergüenza que la picó por recibir un elogio en presencia de Adrien. —Gracias. —Se sentó en una de las sillas de la cabecera de la mesa y aprovechó a hacerse la distraída revisando notificaciones en su teléfono celular. El rubio le acercó una taza de té, se acomodó junto a ella en el asiento contiguo a su derecha y aguardó a que Luka hiciera lo mismo pero frente a él.
Fueron algunos minutos de silencio en los que los dos chicos observaban como Marinette endulzaba su bebida chocando con la cucharilla el interior de la taza, soplaba para enfriarla y bebía de a sorbos muy pequeños como si estuviera sola. Ambos jóvenes cruzaban miradas de a ratos para preguntarse sin palabras quién de los dos rompería el hielo e iniciaría la conversación. El de ojos verdes pareció estar a punto de tomar la iniciativa al aclarar su garganta, pero fue el músico el que finalmente habló.
—Bueno... Quieres contarnos lo que soñaste?
La azabache puso cara de póker, apoyó su taza vacía sobre la mesa, se limpió la boca con la servilleta que su amigo le había acercado junto con el té y suspiró. —No hay mucho que decir... Supuestamente hablé bastante de más en la fiesta.
—Lo mejor sería escuchar ahora, que estás consciente, lo que en realidad quisiste decir, Marinette. Solo para que no haya malinterpretaciones. Si quieres, claro está. —Adrien agregó de forma muy amable.
—Opino igual, porque más allá de que dijiste que estábamos los tres juntos, en la cama, sin ropa... Puedo imaginarme muchas cosas. —Dijo Luka tomando de nuevo su pose del mentón sobre la palma de su mano, pero con una sonrisa bastante pícara.
Mirando hacia los lados y apretando sus puños sobre sus muslos para contener su timidez, ella volvió a exhalar intensamente por la boca. —Está bien... La noche anterior a la fiesta soñé que... Que... Que estaba con los dos. —Tomó aire antes de continuar. —Pero fue solo eso, un sueño!
Luka rio. —Pues pareciera que fue algo más que eso porque te veías muy feliz e ilusionada cuando lo mencionaste en la fiesta...
Adrien prestaba atención en silencio y con los brazos cruzados.
—No sé cómo estaba porque no recuerdo nada! Y no me siento orgullosa por eso, les pido disculpas por haberlos incomodado y generar una situación como por la que tuvieron que pasar por mi culpa. Adrien... —Lo miró más que roja. —Alya me dijo que... Intenté desnudarme frente a ti y puse una de mis manos en tu...
—No te preocupes por eso, Marinette. No hace falta que te disculpes. —El rubio le sonrió cálidamente, no quería que se pusiera más nerviosa de lo que ya demostraba estar. —Admito que hubo momentos en los que te veías muy graciosa, pero, por lo menos a mí, no me incomodaste.
—Oye, Mari, no vinimos hasta el apartamento de Adrien, a esta hora de la mañana, con el frío que hace, solamente para escuchar como te disculpas de forma innecesaria...
—Ey! El modo en el que lo dices hace sonar como que yo los obligué a venir y no fue así! —Se quejó frunciendo un poco el ceño el rubio.
El joven de cabello azul y negro chistó. —Adrien, no nos apartemos del tema, ok? —Volvió a dirigirse a la muchacha. —El único objetivo de esta reunión, es saber si todo lo que dijiste fuera de tus cabales por culpa del alcohol, está relacionado con un deseo que verdaderamente guardas en tu interior.
—A veces los sueños representan nuestros más profundos deseos... —Agregó el de ojos verdes.
Las mejillas de la chica se coloreaban de rojo más intenso a cada segundo. —Eso no siempre es así... Que sueñe con ovejitas a menudo no significa que desee tener una.
—Marinette... —Luka la llamó en un tono profundo y por su nombre completo, ladeando su cabeza con los ojos entrecerrados, demostrando que lo que acababa de decir no tenía nada que ver con el eje central de la conversación. —No compares una oveja con hacer un trío conmigo y con él! —Señaló al joven enfrente suyo, que abrió los párpados algo sorprendido por lo directo que había sido.
—No bueno, sí, tienes razón... No es lo mismo. —La ojiazul frunció sus labios en una trompita. —Es que me apena mucho hablar sobre esto con ustedes.
—Mira, no tienes por qué apenarte porque ya nos conoces a los dos...
—Sí, pero igual me da cosita...
Luka siguió hablando antes de que ella terminara su frase mientras que el rubio aún continuaba en silencio. —Te acostaste con los dos.
—Qué? Y tú... Cómo sabes que yo y él... —Marinette preguntó desesperada alternando su mirada entre los dos chicos, señalando hacia el joven a la derecha.
—Yo no le dije nada, Marinette. Él ya lo sabía. —Aclaró Adrien negando con su cabeza a la vez que alzaba sus hombros.
—Tengo mis fuentes, pero eso no viene al caso...
—Voy a matar a Alya, seguro fue ella. —Se susurró a sí misma en un gesto de odio.
—Creo que lo que Luka intenta decirte, es que como nosotros estamos involucrados en lo que soñaste, que no es algo menor y, realmente se te veía muy ilusionada hablando del tema por más que estuvieras ebria, quisiéramos saber cuánto lo deseas en verdad.
—Touché, Adrien. —Agradeció Luka. —Te gustaría o no?
Parecía que las palabras de Adrien siempre lograban llegar a la parte racional de la azabache, calmándola y haciéndola entrar en razón. Suspiró un par de veces tomándose la frente y respondió en voz muy baja. —Sí... Pero me da mucha vergüenza. De cualquier manera y por más que lo quisiera, no significa que se vaya a hacer realidad.
—Por qué no? —Preguntó Luka.
Ella le clavó una mirada incómoda. —Porque... No lo sé! Acaso ustedes dos ya han estado en un trío que se hacen los superados y me insisten tanto?
—No! Nunca. —Respondió enseguida Adrien sacudiendo sus manos.
—Yo tampoco, Mari, pero me dan mucha curiosidad. Quizás, contigo y otro hombre, no es el tipo de trío que me imaginé hacer alguna vez en mi vida, pero admito que... —Señaló al chico enfrente suyo. —...él es muy atractivo, aunque no me gusten tanto las rubias.
El dueño del apartamento hizo un gesto de confusión con sus manos. —Gracias? —Contestó, logrando sacarle una sonrisa a Marinette. —Perdón por lo que voy a preguntar, pero... —Se aclaró la garganta. —Por más que yo haya aparecido también en el sueño, supongo que por haber estado contigo aquella vez, Marinette, no entiendo por qué tú... —Señaló a Luka. —...estás tan empecinado en meterme en todo esto si yo ya sé que ustedes dos están juntos a menudo.
Luka sacudió su cabeza por el planteamiento repentino. —Habíamos dicho que esto sería para cumplir su sueño, no porque yo quisiera acostarme con ella. A menos que tú no quieras y no me hayas avisado antes de hacerme venir aquí sin sentido.
Marinette escuchaba muy confundida y preocupada por la dirección en la que la conversación se estaba dirigiendo, aún así, prefirió no decir nada por el momento.
—No es que no quiera, pero me desconcierta demasiado el hecho de que ella tenga este tipo de sueños en los que yo participo, cuando a pesar de que ustedes terminaron su relación, ella decidió seguir viéndote a ti durante este tiempo y esconder lo que había hecho conmigo... Por más de haber pasado una noche hermosa y querernos mucho.
—Pero yo... —La chica intentó meter bocado levantando su dedo índice pero Luka no se lo permitió y hablo encima.
—Ah, así que quieres que te diga qué es lo que tienes que ver? Quieres saber por qué ella y yo dejamos de ser novios en primer lugar?
—BASTA! —Gritó Marinette, golpeando la mesa con ambas manos. —Yo no vine para esto! —Se levantó rápido y buscó con la mirada un lugar en el cual refugiarse para ocultar que estaba a punto de romper en llanto al sentir amenazado su no tan secreto amor por el rubio. Divisó la puerta que daba al balcón, caminó hasta ella, la abrió y salió, por más que hubiera vuelto a nevar.
Los chicos se miraron entre sí, confundidos y preocupados, pero reaccionaron al instante en el que la vieron cerrar la puerta de vidrio.
—No, Mari, hace frío... —Adrien vociferó a la vez que saltó de la silla para ir tras de ella, pero el otro joven lo detuvo con su mano derecha.
—Espera, deja que me disculpe con ella, yo metí la pata. Enseguida la haré entrar. —De tan solo unos pasos, alcanzó el gran ventanal y lo deslizó para salir.
Marinette se había colocado en una de las esquinas del balcón, apoyada sobre el barandal de hierro con sus codos, mientras que con una de sus manos refregaba su brazo para darse calor y con la otra daba toques muy suaves en las comisuras de sus ojos, con el fin de limpiar alguna que otra lágrima que se había escurrido por su mejilla debido al cambio de temperatura tan drástica y lo estresante de la situación. Escuchó el correr de la puerta y ladeó sutilmente sus ojos para ver cuál de los dos era el que la había ido a buscar.
—Mari, ven, te vas a enfermar. —Luka extendió sus brazos con intenciones de refugiarla en su calor corporal a modo de disculpa.
—Qué pretendes con todo esto? —Preguntó volviendo su mirada hacia lo que se podía apreciar desde la altura del balcón. —Porque sé que seguramente el de la gran idea has sido tú... Adrien jamás sugeriría por sí mismo traerme a su casa para hablar de algo tan engorroso.
El joven suspiró, golpeando los costados de su cuerpo con sus manos luego de que el abrazo hubiera sido frustrado. Se acercó a ella e imitó su pose sobre el barandal. —Discúlpame. Sinceramente, no tengo idea de hacia dónde estaba guiando la conversación. Yo no sabía que habías llegado a acostarte con él y...
—Tampoco tenías por qué saberlo. Era algo suyo y mío.
Aclaró su garganta con fuerza para hacerle notar que seguiría hablando sin importar lo que ella dijera. —Y, no sé si la palabra indicada es que me "afectó" porque, no tenemos ningún tipo de compromiso, pero... Hay cosas que no entiendo.
—No tienes que entender nada.
—Sí que tengo que hacerlo. Después de tantos años existe entre nosotros una relación, sin etiqueta, por supuesto, y te conozco lo suficiente como para saber que lo que nos hizo terminar en su momento, sigue dando vueltas en tu cabecita. Mari, si te acostaste con él, por qué ocultaste las cosas, si...
—No te incumbe. No eres mi novio, ni volverás a serlo porque ya te dije que no puedo retribuirte lo mismo que sé que sientes por mí. Si cada vez que nos vemos terminamos teniendo sexo es porque... Confío en ti, obviamente te quiero y también tengo mis necesidades. Prefiero estar contigo antes que con un desconocido.
—Voy a hacer caso omiso a lo mucho que me duelen tus palabras para volver a preguntarte, por qué le hiciste creer a Adrien que no quieres estar con él? —El joven estiró su brazo en dirección a Adrien que disimuladamente observaba desde adentro.
—No pienso decírtelo. Por qué armaste todo esto? Ni que te costara tanto tenerme de vez en cuando para ti.
—Ay... —Se tomó la frente con la mano en señal de fastidio. —Solo pensé que si habías llegado al punto de soñar algo así es porque realmente lo deseabas y, lo único que quería era cumplirte la fantasía. Luego de enterarme, por error, lo de ustedes dos, se me llenó la cabeza de tonterías que no logré entender y, por lo visto, tampoco tendré mis respuestas hoy. Mis intenciones nunca serán lastimarte... Perdón, otra vez. —Acercó lentamente su mano para acariciar la de ella.
Marinette lo observó de lado durante algunos segundos en silencio mientras él jugueteaba con sus dedos fríos sobre el dorso de su mano. —Ojalá pudiera explicarte lo que en realidad me sucede, pero ni yo me comprendo a veces. Aún no descifro bien del todo qué mierda hago acá.
Ambos muchachos se voltearon al escuchar cómo se abría la gran puerta de vidrio y Adrien se asomaba horrorizado por la baja temperatura, siguiendo con la mirada un pequeño copito de nieve que aterrizó sobre la punta de su nariz. —Oigan, no es que quiera interrumpirlos... Pero entren, se van a enfermar, de verdad.
Sin negarse demasiado, se sonrieron entre sí e hicieron caso a la preocupación del dueño de casa para volver a la sala calefaccionada. El rubio cerró detrás de ellos, e inmediatamente repitió la acción de abrazar a su amiga para calentarle el cuerpo.
—Otra vez, estás helada.
Soltando unas risitas tímidas y olvidando que Luka observaba sentado desde la silla que había estado ocupando anteriormente, la ojiazul apoyó sin cuidado su cabeza sobre el pecho de Adrien, permitiendo que la estrujara entre sus brazos.
El otro joven alzó sus cejas y desvió su mirada algo derrotado, comprendiendo que había cosas mucho más fuertes entre ellos que las que podría llegar a entender, por más que ni siquiera los dos amigos fueran conscientes. Ella lo amaba, pero no quería decírselo, y el tipo de amor que él sentía por la azabache, aún le resultaba un misterio por descubrir.
De nuevo sentados los tres a la mesa, fue Luka quien retomó la conversación para no alargar más la espera.
—Bueno, vayamos al grano. Marinette, quieres cumplir tu sueño?
Ella suspiró mordiéndose el labio de abajo, pensativa, fijando su vista en una ínfima manchita de la madera de la mesa. Tomó coraje, dejó salir el aire de su nariz con intensidad y levantó su cabeza. —Sí, quiero.
El de ojos verdes se sonrojó sin poder quitarle la mirada de encima mientras que Luka festejó apretando sus puños sobre sus muslos, por debajo de la mesa para que ninguno de los dos pudiera notarlo.
—Ahora podría ser un buen momento. —Agregó el músico torciendo con picardía su cabeza.
—Qué? Ahora? Pero, pero... —Marinette comenzó a tartamudear por los nervios de la sorpresiva sugerencia. —Pero... No, ahora no! Primero tendrían que darse... Algunas condiciones como para que eso pudiera suceder...
Sonriendo de forma muy sutil, aún sonrojado y encantado, como siempre, de ver a su amiga nerviosa, Adrien se aventuró a preguntar. —Y cuáles serían esas condiciones? Sólo para saber.
—Eh, pues... —Se rascó nerviosa la quijada. —Primero, que estuviéramos los tres de acuerdo...
—Yo estoy de acuerdo. —Contestó Luka de manera inmediata. Le hizo una seña con un movimiento de su cabeza al rubio. —Tú, Adrien, estás de acuerdo?
—Sí, por qué no?
Marinette giró lentamente su cabeza en dirección al joven que acababa de responder, con la mandíbula caída, para comenzar a toser en forma desmedida tras atorarse con su propia saliva. Mil veces se repetía en su mente la misma pregunta. —De verdad él quiere hacerlo conmigo otra vez? ADRIEN QUIERE ACOSTARSE CONMIGO DE NUEVO?
—Estás bien? —Preguntó preocupado mientras le daba suaves golpes en su espalda para tratar de ayudarla a recuperar la respiración.
—Sssí, sí sí sí, estoy... Estoy bien.
—Ok... —Se hizo un breve silencio. —Marinette... Estás de acuerdo tú también? —Le repitió ante la mirada de Luka que se reía por darse cuenta de lo nerviosa que se encontraba la jovencita.
—Está bien, sí, sí estoy de acuerdo. —Exclamó recuperando una postura recta como si nada hubiera pasado.
—Y cuáles son las demás condiciones? —Preguntó también sonriendo Adrien.
—Bueno, eh... Que estuviéramos en un lugar privado, cómodo...
—Yo me siento cómodo aquí, y supongo que Adrien también ya que es su casa, o me equivoco? —Preguntó Luka buscando complicidad en el muchacho que tenía enfrente.
—Más vale. Tú acaso... No te sientes cómoda en mi casa, Marinette? —Deslizó en una voz suave, tomándole la mano con la intención de seducirla de manera graciosa pero lo único que lograba en ella era generarle escalofríos ansiosos como cuando tenía 14 años.
—Sí! Claro que me siento cómoda aquí como siempre, es... Un apartamento muy bonito, la vista es muy hermosa, es... Grande! Je je... —Balbuceó escupiendo palabra tras palabra a una velocidad que hizo que se oyera chistosa en el mismo momento en el que sacudía sus manos para todos lados, provocando risas en ambos muchachos.
—Y entonces, qué otra condición tienes? —Inquirió el de cabello azul y negro apoyando su cabeza sobre sus antebrazos que descansaban en la mesa, sin dejar de clavarle sus ojos celestes de manera fija y constante.
Se sentía algo presionada, aunque a la vez luchaba con la curiosidad y sus deseos que impulsivamente acababan de explotar dentro su cabeza tras imaginar lo que posiblemente terminara ocurriendo ese día si decía que sí. —Todos estamos muy ocupados, por lo que también deberíamos contar con tiempo para dedicarle a algo así, además arreglar un encuentro sexual es algo muy forzado porque...
—Mari... Es domingo post Navidad. No tengo nada que hacer, tú no tienes nada que hacer... Y supongo que Adrien tampoco porque por algo ofreció su casa para que viniéramos.
—Exacto. —El rubio sonrió. —Yo estoy libre. —Tomó airé y tras observar de manera fugaz a Luka que seguía fijándose en la jovencita, se dirigió a ella. —Escucha... Tú tienes la última palabra, pero ten en cuenta que todas estas condiciones que mencionaste, casualmente se cumplen ahora. Los tres estamos en plena conciencia de nuestros actos, por lo que todo lo que suceda aquí, quedará en nuestra memoria y ya. Sé que, como dijiste, acordar algo así es bastante incómodo, pero para que ocurra de forma espontánea, sería casi imposible. Así que... Estarías dispuesta a hacerlo ahora?
La revolución mental de Marinette hacía que solo pudiera enfocarse en el hecho de que verdaderamente su amigo y platónico amor quería tenerla de nuevo en su cama, por lo que se mantuvo varios segundos emitiendo el sonido de una monosílaba de forma constante y sin casi respirar, preocupando a los dos chicos que trataban de devolverla a la realidad diciendo su nombre repetidamente. Cuando reaccionó, golpeó la mesa con ambas manos y, con la cara completamente roja, exclamó. —ESTÁ BIEN! HAGÁMOS EL MALDITO TRÍO.
—Genial. —Comentó Luka con la boca abierta, frotando sus manos por el entusiasmo mientras que Adrien aún seguía sorprendido y con las mejillas color rosado gracias a la efusividad del grito de la azabache. —Bueno, si me disculpan, voy a pasar al baño antes.
—Claro, tienes uno al final del pasillo, del lado derecho. —Respondió el dueño de casa, señalando en la dirección indicada.
—La clásica, "Al fondo a la derecha". —Agregó el músico corriendo su silla hacia atrás y levantándose para ir a refrescarse y eliminar todo el café que había bebido antes de la llegada de Marinette.
Tanto la chica como Adrien observaron como Luka se alejaba por el corredor en silencio. En ese momento, él aprovechó para acercar su silla un poco más hacia ella, la tomó de ambas manos y le habló en voz baja al oído. —Recuerda que siempre tendrás el control de cualquier cosa que pase; si hay algo que no te guste, háznoslo saber con total confianza, y si hay algo en particular que desees también.
—Ok... —Contestó un poco tímida, ya que no esperaba tal acercamiento repentino. —Lo que yo desee?
—Sí, por supuesto. Por lo menos yo intentaré que te sientas cómoda, tranquila y que disfrutes. —Le acarició la mejilla con intenciones de empezar a generar un clima más acaramelado, recordando aquella noche luego de la graduación con mucho cariño.
Ella ladeó su cabeza hacia el costado aceptando su caricia, sin dejar de sonreír de forma sincera más allá de los nervios que crecían a cada segundo en su interior tras aceptar esa propuesta tan fuera de su imaginación, pero proveniente de sus más profundos deseos. —Adrien... Bésame. —Susurró parpadeándole lentamente.
Rio al instante, un poco sorprendido por la rapidez en la que la jovencita frente a él se relajó tanto. —De veras quieres que... Te bese ya? —Se acercó aún más sin dejar de sostenerla de la mejilla.
—Sí... Como a veces lo hacemos... Y porque de cualquier manera terminarás haciéndolo luego, o no?
—Te haré todo lo que quieras... —Recorrió los pocos centímetros que la separaban de su boca y la besó con ternura pero con intensidad.
En el momento en el que Marinette envolvió el cuello del rubio con sus brazos para volver a rendirse ante su utópico amor y saborear ese dulce contacto de sus labios que esporádicamente ocurría a pesar de ser solo amigos, Luka los interrumpió aclarándose la garganta mientras venía caminando por el corredor.
—Ey, qué sucede? Acaso están empezando sin mí? No es justo. —Apoyó ambas manos sobre la mesa llamando su atención, pero, aunque Adrien lo miró por el rabillo del ojo por un segundo, no detuvieron su beso. —EHEM... —Volvió a toser sin obtener resultados diferentes porque, parecía que, adrede, ellos se pegaban cada vez más. Intentó tomar una de las manos de Marinette pero ella se la sacudió para quitársela de encima y que la dejara tranquila. Él reaccionó frunciendo su entrecejo con bastante molestia.
Adrien notó esto y le causó tanta gracia que tuvo que echar su cabeza hacia atrás para dejar salir una carcajada. —Ay, Ay... Estás celoso, Luka? Discúlpame, pero yo no pude negarme a un pedido tan puntual de nuestra agasajada. —Comentó a la vez que la jovencita se resguardaba sonrojada en su pecho, mirando al otro chico de forma tímida pero al mismo tiempo con creciente deseo, mordiéndose el labio inferior.
—Oh, claro, por supuesto, y tú aprovechas a que yo no estoy presente. —Dijo en tono gracioso, cruzando sus brazos por delante. Rodeó la mesa y se agachó un poco para quedar a la altura de Marinette que, sin despegarse del pecho del rubio, no le quitaba sus deseosos ojos de encima. Pasó su mano por detrás del cuello de la chica para apenas separarla y, alzándole una ceja, la atrajo contra él con suavidad para besarla mientras aún seguía entre los brazos del de ojos verdes.
Aunque le provocaba bastante incomodidad ser besada por Luka al mismo tiempo que Adrien la seguía sosteniendo de la cintura, sintió un cosquilleo en la parte más baja de su abdomen que le hizo dar cuenta de que no podía perder la oportunidad de que ese sueño tan casual pero excitante, y que por mucha gente podría ser considerado hasta inmoral, pudiera cumplirse en ese momento. Por lo que estiró sus dos manos para tomar las mejillas del chico de cabello azul y así hacer un poco más intenso el beso, a la vez que se reincorporaba y se pegaba a su pecho.
El otro joven observaba sentado en la silla, descubriendo una mezcla de sensaciones en la totalidad de su interior que reconoció tener que enfrentar. Sentía un poco de celos, deseos de seguir teniendo entre sus brazos a su amiga y sutil y ardiente lujuria que comenzaba a manifestarse desde debajo de su cintura, hinchando su pantalón. Inconscientemente, se levantó empujando hacia atrás su silla y se aproximó desde atrás a Marinette, le tomó una de las muñecas y tironeó de manera suave para llamar su atención.
Luka le clavó sus ojos celestes de forma desafiante, pero aún así era consciente de que, si había accedido a participar en ese encuentro de a tres, ya que de hecho él era el que lo había incitado en primer lugar, tendría que soportar sus habituales celos por la ventaja emocional que Adrien tenía sobre su relación con la chica.
Ella interrumpió el beso para voltear hacia el rubio y lanzar parte del peso de su cuerpo encima suyo, sin antes tomarse también de uno de los hombros de Luka y atraerlo en ese envión, sonriendo constantemente en un bello rubor rosado que cubría la parte superior de sus mejillas. Alternaba su vista entre uno y otro, animándose a darles pequeños besos que lograron hacerlos reír ante la mezcla de excitación y timidez que la azabache expresaba.
—Oye, Adrien... —Dijo Luka pasando su mano por la pequeña cintura de la chica para pegarla más a él. —Creo que Marinette estará muy cómoda en tu habitación.
—Tienes razón. Esta sala de estar tiene demasiadas ventanas... —Comentó antes de apretar las mejillas de la ojiazul justo en el momento en el que lo miró y la besó mordiendo su labio inferior, estirándolo un poco, provocándole electricidad que corrió a lo largo de toda su columna.
—Quizás sea momento de recordarle cómo la tuvimos que llevar hasta el cuarto de Alya.
Adrien se carcajeó mientras la jovencita sonreía sin entender demasiado de qué hablaban, ya que gran parte de lo que había sucedido en la noche de la fiesta, descansaba en lo más profundo de su laguna mental. —Totalmente de acuerdo. Entonces...
Ambos muchachos se miraron en complicidad, el rubio pasó sus manos por debajo de las axilas de Marinette, mientras que Luka se agachó para tomarle los tobillos y levantarla a la cuenta de tres.
—Ey, pero... Qué hacen? —Preguntó intrigada ya que se imaginó algo completamente distinto a ser cargada como si fuera un mueble pesado.
—Te llevamos a la habitación como lo hicimos en la fiesta. —Dijo Adrien caminando hacia atrás en dirección al corredor que llevaba a los otros cuartos.
—Pero por qué así? Creí que lo harían al estilo princesa!
—Nadie dijo que no seas una princesa, Mari, pero esa noche eras una muy ebria. —Agregó el de pelo azul y negro en tono gracioso siguiendo los pasos del otro chico que negaba moviendo su cabeza y sonreía.
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