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El despertar y la ¿despedida?

De un suspiro profundo, la jovencita que yacía envuelta en las sábanas blancas de la cama de su amigo, despertó lentamente. Abrió los ojos con pesadez, como si hubiera estado durmiendo por varias horas y se refregó con las palmas de sus manos el rostro tratando de ubicarse espacio-temporalmente.

—Agghh... —Se quejó a la vez que bufaba debido a los dolores corporales que comenzaban a aquejarla, a medida de que cada parte suya volvía en sí. —Qué... Qué pasó? —Se preguntó mirando a su alrededor aún con los ojos entrecerrados, buscando a alguno de los muchachos. —Pasó o solo fue mi imaginación? Por qué estaba durmiendo?

Con dificultad, se sentó sobre la cama y se tomó la cabeza que parecía darle mil vueltas, le dolía la espalda, la cintura, los brazos y un poco las piernas. —Mierda... —Gruñó tras notar que su intimidad ardía, deduciendo así que lo que pensaba sí había sucedido. Se descubrió de debajo de las sábanas y le sorprendió estar vestida con su camiseta sin mangas y su panty; ladeó su mirada hacia la otra punta de la cama para encontrar que el resto de su ropa estaba doblada perfectamente ahí. —Ese seguro fue Adrien. —Pensó sonriente. Suspiró de manera profunda, estiró sus brazos hacia arriba con el fin de desperezarse y estirar su espalda, tronó sus hombros y su cuello en forma circular y se levantó.

Caminó hasta el baño dentro del dormitorio y, al encender la luz y ver su reflejo en el espejo, soltó un insulto en voz alta. —Hijos de puta! Por qué me dejaron así? Estoy peor que antes!

Su cuello, sus hombros y parte de su pecho estaban cubiertos en montones de marcas rojas y violetas intensas. Podía hasta distinguir dónde habían clavado con más saña los dientes y volvió a insultarlos al girar y notar que también tenía algunos moretones en la parte superior de la espalda. Se levantó la camiseta y halló, a la altura de la cintura, rastros de la presión que habían ejercido con la punta de sus dedos mientras seguramente la sostenían. Sus nalgas estaban rojas y ardían. —Parece como que me hubieran molido a golpes... —Comentó preocupada por lo que dirían sus padres si la vieran así, pero rio enseguida al reaccionar ante lo despeinado de su cabello.

—Son unos desgraciados... —Negó con su cabeza mientras se sentaba en el retrete. Un calor repentino empezó a subirle por la espalda cuando sintió como algo se derramaba en forma de gotas pesadas y dispersas desde su interior por dos orificios distintos. —Nooo! Y eso que les pedí que no lo hicieran... —Lloriqueó terriblemente incómoda al caer en cuenta de que ambos jóvenes le habían terminado dentro. —Los voy a matar!!!!!!

Luego de vestirse por completo, acomodarse el cabello y arreglar como pudo lo poco que le quedaba del maquillaje de la mañana, salió de la habitación y caminó con expresión de enojo hasta la sala de estar, desde la cual provenían sonidos como de videojuegos y risas. Se asomó en silencio para quedar parada junto al sofá y observar lo que ambos muchachos hacían.

Fue Luka el primero en voltear y verla a su lado parada como si fuera un fantasma. Soltó una carcajada y se levantó enseguida a abrazarla. —Hola, bella durmiente.

—Ya quítate. —Lo alejó de ella con un empujón suave.

—Ey! Qué pasa?

Adrien sonrió alzando sus cejas mientras sostenía el mando de la consola con sus dos manos, percibiendo el evidente aura de enojo que emanaba su amiga. —Qué bueno que despertaste, Marinette.

Ella bufó y dio media vuelta para ir a sentarse en una de las sillas junto a la mesa y reposar su mentón sobre la palma de su mano, usando su codo como punto de apoyo. La llenó de curiosidad una bolsa de papel madera con un diseño conocido que estaba en el centro de la mesa, por lo que salió de su posición para estirar su brazo y traerla hacia ella.

—Te compramos comida. —Dijo Luka sentándose a su lado. —Por más que sean las cuatro y media de la tarde...

La azabache abrió sus ojos sorprendida. —Cómo que las cuatro y media? Cuánto dormí?

—Casi dos horas... Se ve que estabas muy cansada. —Comentó el dueño de casa caminando hacia ellos pero en dirección a la cocina. —Espero que te guste lo que te trajimos.

Marinette los observó a ambos con la mirada entrecerrada, aún ofendida, pero abrió la bolsa y sonrió iluminada al encontrar un regio club sándwich de pavo. —Tiene tocino? —Preguntó frunciendo sus labios en una trompita cómplice.

—Por supuesto. —Respondió Adrien volteándose para abrir la nevera y traerle una jarra con agua y un vaso. —Siempre lo pides así. —Los dejó a su lado sobre la mesa y aprovechó para tomarla de un hombro y besarle la cabeza con cariño, luego se sentó con ellos.

—Gracias... —Le sonrió con felicidad y la boca llena tras pegarle un enorme mordisco a ese gran sandwich que llegó en el momento justo para calmar lo furiosa y famélica que se sentía después de tan intensa actividad.

Luka se aclaró la garganta y aguardó unos minutos a que la azabache comiera un poco más, cruzando miradas con el rubio quien también se moría de curiosidad y ansias de hacer preguntas. —Y, Mari...

—Qué? —Aprovechó a beber un sorbo de agua.

—Te gustó?

Dejó el vaso de nuevo en la mesa y suspiró. —Sí, está muy rico, sobre todo el aderezo ácido que...

—El trío, Marinette, no el sandwich. —Agregó Adrien sonriente, de brazos cruzados y la espalda reposada sobre la silla.

La chica comenzó a toser nerviosa, como si hubiera olvidado gracias a la comida todo lo que acababa de pasar hacía tan solo unas horas atrás. —Eh... Cogfhf, gghghh —Intentó tragar y componerse. —Pues... Sí, pero...

—Pero? Qué tienes para quejarte? Si gritaste como una condenada... —Comentó el músico de forma graciosa pellizcándole la mejilla.

—Bueno! Sí! Sí, me gustó. Pero estoy muy enojada con ustedes.

—Con él puedo entenderlo... —El rubio señaló a Luka que lo observó con el entrecejo fruncido a punto de insultarlo ante la confusión. —Pero... Conmigo también? Por qué?

Sonrió como tonta al ver la expresión pícara de Adrien que se hacía el completo desentendido. —Sí, contigo también. —Lo apuntó varias veces con su dedo índice hasta tocarle la punta de la nariz, juguetona. —Me dejaron toda marcada y, además... Si supieran lo incómoda que me siento después de que LOS DOS me terminaron adentro! Y eso que les pedí que no lo hicieran!

El de ojos celestes se echó a reír como un niño después de cometer una travesura, tomándose del estómago con ambas manos.

—De qué te ríes, Luka???! —Marinette lo golpeó en el hombro.

—Si tú supieras lo difícil que fue hacerte caso...

—Pero si no lo hiciste! —La chica cruzó sus brazos y le desvió la mirada.

—Por eso mismo... —Luka sacó la lengua y guiñó uno de sus ojos.

—Desde mi lado solo puedo pedirte disculpas de nuevo, Marinette... Verdaderamente fue muy complicado, más que nada porque en el último momento tú te desmayaste y... Bueno, no me pude contener. Lo siento, en serio. —El rubio estiró su mano para tomar la de la jovencita y acariciársela con el pulgar, lleno de dulzura con intenciones de subsanar su error.

Con las mejillas sonrojadas, la azabache suspiró. —Me... Desmayé? Diablos... — Se rascó la cabeza. —Bueno... Por esta vez... Los voy a perdonar. Pero solo porque estoy tranquila de que no pasará nada gracias a mis píldoras.

El joven de ojos celestes seguía tentado de risa y en modo jocoso. —Imagínate tener que esperar nueve meses para saber quién de los dos es el padre!

—Ay, Luka, por favor... Que broma poco oportuna... —Adrien se llevó la mano a la frente.

—Te pasas, por eso no vuelvo contigo. —Agregó nuevamente ofendida Marinette.

Un silencio se apoderó de la sala de estar al instante en el que la azabache soltó esas palabras tan duras pero elocuentes con respecto a la mala broma de su ex. Se mantuvieron varios minutos así, callados, mientras ella terminaba de comer con bastante esfuerzo el sándwich que habían escogido para ella; Luka se había levantado para ir hasta el sofá y continuar jugando con la consola, Adrien observaba a la chica perdida en sus pensamientos masticando con mucha lentitud.

Así de incómodos transcurrieron los minutos subsiguientes, en silencio, separados, cada uno en una cosa distinta, hasta que Luka decidió que era momento de irse de ahí ya que no quedaba más nada que hacer. Se levantó del sofá, estirando sus brazos hacia arriba y bostezó.

—Bien, creo que es hora de regresar. Vienes, Mari? Te alcanzo a tu casa.

Marinette alzó la mirada que tenía fijada previamente en su teléfono celular y se quedó pensativa por unos segundos, ya que, con el frío que hacía afuera después de que el sol comenzaba a caer, le convenía volver con él en su auto, por más que le hubiera encantado quedarse en aquel apartamento. —Eh... Bueno, sí. Si puedes llevarme a mi casa me harías un gran favor.

—Más vale, siempre me da gusto hacerlo.

El rubio reaccionó, quien también se había quedado pensando en muchas cosas que pudo percibir durante el encuentro de más temprano, y fue hasta el perchero de forma casi inconsciente para alcanzarles sus abrigos y el bolso de su amiga. 

—Toma, Marinette. Repito, el color de tu sweater queda muy hermoso junto a tu cabello negro. —La ayudó a colocarse el abrigo desde la espalda, apreciando esa sonrisa disimulada que la chica intentaba ocultar, sosteniendo en su otra mano su bolso, su bufanda y su gorro.

—Jeje, gracias... Lo... Lo usaré más seguido entonces. —Se ajustó el abrigo y colocó el resto de sus accesorios delante de él, mientras que Luka se terminaba de cambiar detrás de ellos.

Los tres bajaron en el elevador en silencio, prácticamente sin mirarse, hasta que la chicharra anunció que habían llegado a la planta baja y que debían salir. Marinette observaba de lado a Adrien, apretando su bolso contra su brazo y suspirando de vez en cuando. Luka caminaba a su lado, mirándola a ella. El rubio iba por delante, buscando desconcentrado en su manojo de llaves la que abriría la puerta principal del edificio. 

—Bueno... Creo que... Estuvo bien, no? —Preguntó el músico ajustando su bufanda.

Adrien miró a la jovencita que tenía su vista clavada en el suelo y que mordía algo nerviosa sus propios labios. —Marinette?

—Eh? Qué? Ah... Sí, lo disfruté mucho. Hicieron mi sueño realidad, gracias. —Sonrió coloreando sus mejillas de un tímido rosado.

—Si tú lo disfrutaste, entonces yo también. No tienes que agradecer nada.

Luka revoleó los ojos sin que se dieran cuenta ante la respuesta aduladora del otro muchacho. —Qué bien. No sé si decirles "que se repita!" porque esto era más tuyo que nuestro, Mari, pero... No tendría problema en hacerlo de nuevo si tienes ganas, algún día.

—No sé si soportaría hacer algo así otra vez... Fue muy fuerte y creo que, por ahora me quedaré con lo convencional. —Deslizó llena de la clásica timidez que la caracterizaba. —Aunque sí admito que lo recordaré siempre. Gracias de nuevo a los dos por... Por insistirme. Prometo no volver a tomar tanto como para que se enteren de lo que sueño, jaja...

—Fue un placer. —Contestaron los dos chicos al mismo tiempo, cruzando miradas cómplices y sonriendo.

—Oye, Luka... Por qué no vas por tu auto y pasas a buscarla por la puerta? Hace frío como para hacerla caminar hasta... Hasta donde sea que lo hayas dejado aparcado. —Sugirió el rubio antes de abrir la puerta que daba a la calle.

—Mmm... Sí, la verdad es que tienes razón. Volveré en unos minutos. —Salió cubriéndose la cabeza con su gorro de lana negra y se perdió entre lo blanco de la acera, dando vuelta a la esquina.

Ni bien Luka desapareció de la vista de ambos, Adrien tomó a Marinette del brazo muy suavemente. —No es necesario que te vayas ahora. Yo... Yo puedo alcanzarte también hasta tu casa luego.

La ojiazul lo miró fijo, sorprendida por lo repentino que estaba siendo. —Eh... Acaso... Quieres que me quede un poco más?

Sonrió rascándose la nuca. —Solo si tú tienes ganas... Me gustaría pasar tiempo contigo a solas, creo que... —Tragó saliva como si le costara, mostrando nerviosismo. —...Que hay cosas sobre las que nos debemos una charla, no?

El latir del corazón de la azabache se aceleró como si fuera un auto de carreras a punto de salir en línea recta. —Yo... Me quedaré, si me lo pides.

—Pero quieres?

—Si me lo pides... —Levantó un solo hombro de forma aniñada.

Adrien suspiró sonriendo después de morderse el labio y mirar hacia un costado buscando fuerza. —Quédate. —Le extendió nuevamente la mano a modo de invitación.

—Quiero quedarme, Adrien. —Ella aceptó, tomándosela.

Una bocina desde el exterior del edificio los interrumpió, haciendo que se soltaran de inmediato. Luka ya había llegado y le estaba avisando a Marinette que ya podía salir.

—Dame un segundo, ya... Ya regreso. Me lo sostienes? —Le entregó su bolso al chico que no paraba de sonreír.

—Claro.

La chica salió del edificio y con prisa ya que el frío penetraba hasta los huesos, corrió hasta el vehículo de Luka con cuidado de no resbalar sobre la acera mojada por la nieve, abrió la puerta y se sentó a su lado.

—Y tu bolso? —Preguntó confundido.

—Luka... Gracias por ofrecerte para llevarme a casa pero... Pero me voy a quedar un rato más aquí. —Le comentó apretando sus puños a la altura de las rodillas. No se animaba a mirarlo a los ojos.

—Para qué? 

—No tengo por qué explicarte. Solo te vine a avisar. —Le dio un beso rápido en la mejilla y enfiló a bajarse del coche.

—Espera... —La retuvo tomándola del antebrazo pero la soltó enseguida, entendiendo después de todo que él ya no tenía mucho que hacer ahí. —Nada. Está bien. Supongo que hablaremos luego.

—Sí, luego... Luego hablaremos. Te lo... Te lo prometo.

—Entra rápido al edificio, no cojas frío. —Le sonrió con un poco de melancolía, viendo como ella salió corriendo del auto para ingresar nuevamente a través de la puerta de vidrio abierta. Les sacudió la mano a ambos en señal de despedida y puso en marcha nuevamente el motor.

Adrien le sonrió a la azabache y, una vez comprobado que el otro joven ya no llegaba a verlos, pasó su mano por encima de los hombros de la chica, imitando el mismo gesto que había tenido con ella al llegar por la mañana.

—Sobre qué quieres conversar? —Preguntó Marinette apoyando su mejilla sobre el brazo del rubio, al mismo tiempo que subían de nuevo al elevador.

El la giró para colocarla de frente, llevó su mano hasta su mentón y se lo acarició con su dedo pulgar, inclinándole levemente la barbilla hacia arriba. —Sobre las ganas que tengo de que dejemos de ser solo amigos... —Acercó su boca para besarla, deteniéndose a escasos centímetros de sus labios para analizar el precioso brillo de sus ojos azules.

Y la puerta del elevador se cerró.


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FIN

...¿Por ahora?...

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Espero que hayan disfrutado esta breve historia, mis queridos lectores que con mucha paciencia siguen ahí apoyando cada uno de mis proyectos.

Puede que, dependiendo de la llegada que tenga la novela, les traiga algunos capítulos más que  expandirían un poco la relación de Marinette con cada uno de ellos antes de este explosivo encuentro. Eso sí, sería aparte, como para armar una "trilogía", o algo así. Más que nada porque pienso que es algo intrigante saber qué es lo que pasó puntualmente aquella noche después de la graduación que ellos mencionan a cada rato, o cómo se desarrolló de forma fallida ese noviazgo adolescente que tanto les cuesta soltar.

Me despido temporalmente de ustedes (aunque siempre estoy presente leyendo y respondiendo sus mensajes y comentarios) hasta la próxima historia que ya se encuentra bastante desarrollada... Envíenme fuerzas para encontrar la inspiración que necesito para escribir!

Gracias por estar ahí.

Nos leemos pronto,

Lu.-

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