Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

49

37

5 de febrero, 2019

Adler:

Pensé en mil maneras de hacerme la fuerte. En mil maneras de cómo mantener la frente en alto y seguir con la decisión de oficialmente dejarte descansar como si fuera lo correcto. Y no es que no lo sea, es que nadie quiere realmente hacerlo. Sabemos que es tonto, sin sentido. Pero es lo último que queda en esta tierra de ti, después de eso, pasará la vida. Pasarán los días y todo lo vivido juntos no será más que un lindo recuerdo.

¿Lograré olvidarte? Eso ni siquiera lo cuestionaba.
Porque te llevaba en mi semblante y caminar, como mi camiseta favorita o esas zapatillas que siempre fueron fáciles de combinar.

También pensaba que ya no iba a escribirte más cartas, que no tendría esta necesidad de seguir con mi rutina, pero resulta ser que quiero aferrarme a tu recuerdo con todas mis fuerzas.

Tengo... tengo miedo a olvidarte.
Tengo miedo a no recordar tu voz en mi cabeza sin la necesidad de ver un video. Tengo miedo a olvidar tu perfume y tengo miedo de cerrar mis ojos y ver cómo ya no estarás en cada una de mis metas y proyecciones en el futuro.

¿Estarás allí cuando te necesite, de alguna forma?
Eso es todo lo que necesito saber.

Hoy, cinco de febrero de dos mil diecinueve, me preparo para dejarte volar.
Para dejar el egoísmo de lado y ver cómo te transformas en la luz que siempre estuviste destinado a ser.
A veces pienso que no te merezco, que no te merecí. Y ahí fue cuando todo hizo click.

El mundo, este plano terrenal, no te merecía en lo absoluto.

¿Cómo una persona como tú podría ser uno más en este lugar lleno de crueldad e injusticia?

He llegado a esa conclusión, a que por esta razón el día de hoy dejarás este lugar para siempre.

Y siento paz, de eso quiero autoconvencerme.


— ¿Tan rápido pasaron estos últimos días? — Llegó inesperadamente Alyssa por mi espalda causándome escalofríos.

— Así es — asentí tímidamente aún sin cruzar miradas —, ha llegado el día.

— ¿Estás segura? — Preguntó desesperada, como si hubiese estado pensando esto por horas y en este momento no pudiera soportar un segundo más — Aún estamos a tiempo de cambiar de decisión.

— Alyssa, quiero que cierres tus ojos — le ordené sigilosamente, casi en un susurro y con mínima autoridad —. Piensa en tu hijo, descríbelo en unas pocas palabras.

— Loco — sonrió ante su recuerdo inconscientemente —, maravilloso, intrépido, feliz.

— ¿En serio crees que él querría estar en esta situación? M-Muerto...

— En vida — asintió aún con los ojos cerrados —. Si él pudiera interactuar con nosotros estaría tan decepcionado de mí. Insistiría en lo poco que debería preocuparme y sufrir, que pase lo que pase hoy o mañana, él vivió una vida increíble y me dejaría en claro que simplemente era su momento de partir, pero que en algún momento volveríamos a encontrarnos.

— Exacto... ese es Adler.

— Diablos, Mía. Sí que debemos desconectarlo. — Tapó su boca con su mano, sus ojos se aguaron y oprimió las recientes lágrimas que comenzaban a brotar. El dolor era dejar ir, soltar. Incluso si es por un buen motivo.

— Así es, sé que es lo mejor para él, es lo único coherente.

— Pero no puedo, no sé cómo. Ninguna madre está preparada para ver a su hijo morir — sus palabras crudas causaban cierto revuelo en mi estómago —. No puedo estar ahí cuando eso pase. Fred tampoco lo hará, ya lo hemos hablado. No podré sacar esa imagen de mi cabeza.

— ¿Es en serio? Digo, jamás podré juzgarlos, en lo absoluto.

— Sabemos que tú estarás ahí para él, obviamente nos despediremos a nuestra manera minutos antes, pero pensamos que lo más correcto sería que tú estuvieses a su lado. Al menos imaginamos que querrías estar ahí cuando eso pase.

— Por supuesto — dije sin pensarlo —, ahí estaré. No se preocupen, creo que cada uno de nosotros debería tener algún momento en solitario para poder decir adiós. Respeto totalmente su decisión, vivir el dolor a su manera.

— Es una buena idea. — Y así fue cómo repentinamente quedaban tan solo dos horas para desconectarlo. Mis hermanos llegaron a acompañarme, lo han hecho todo este tiempo, al igual que mis padres. Primos, tíos, todos los que estaban al paso vinieron a despedirse del chico que tocó sus vidas.

Era música para mis oídos escuchar anécdotas de su infancia, adolescencia, conversaciones que alguno de los presentes entabló con él alguna vez. La mayoría las había escuchado mil veces, pero se sentía como la primera.

Ya sabía que era un chico especial, para mí lo era, pero cada día me daba cuenta de lo especial que fue para muchas personas también. Que su encanto logró cautivarlos, y que todos ellos se han visto muy afectados por esta situación.
Amigos de la escuela, universidad, todo su mundo me ha hablado o escrito en cierta forma sobre lo mucho que sentían lo sucedido, que las noticias no tardaron en llegar y expresaban lo mucho que lo extrañarían.

Así fue, con la ayuda de todas estas personas, como aterricé. No es que esto se sienta como un sueño, si se sintiera como algo concreto, porque esto es un terremoto de emociones; definitivamente sería como una pesadilla.
Pero es la realidad. Es lo que el destino tenía planeado para él, para nosotros.

Me senté en el pasillo del hospital por más de una hora, dando la privacidad que Alyssa y Fred merecían.
El tiempo pasaba tan rápido que asustaba, las horas pasaban y cada vez estaba más cerca del momento que quería evitar a toda costa.
Pero debía hacerlo, por él. Por su dignidad, para que pueda finalmente descansar después de toda esta batalla.

Se lo debía.

Cerré mis ojos y dejé el tiempo pasar, que hiciera lo suyo. Porque bajo ninguna circunstancia estaría preparada para esto. No es posible, a nadie lo preparan para despedir a un ser querido.

Fue ahí cuando me vi interrumpida por el doctor y los padres de Adler.
Era tiempo. Miré a mi familia, a mis hermanos, que me observaban con compasión y lágrimas en los ojos. Luego miré a Alyssa y cerró sus ojos en aprobación, alejándose de la entrada.

Respiré profundo y entré a su habitación.

Me senté a los pies de su cama, a observar cada detalle. Sus nudillos, sus muñecas, su rostro, su cabello brillante. Sus cejas despeinadas, sus ojos cerrados durmiendo con el más profundo de los sueños. Lo he hecho todos los días, contemplarlo. Grabando cada detalle en mi memoria.
Bajé la cabeza y sonreí con tristeza al cerrar mis ojos y rozar sus manos.

— Sí que voy a extrañarte. — Aún en esa posición, permanecí en silencio. Como si él pudiera responderme. Comencé a llorar despacio, mis sollozos eran casi inaudibles.

Tomé mi bolso y de él saqué una carpeta y un par de cuadernos y comencé a leer en voz alta, una por una: cada carta que alguna vez le escribí desde el accidente. Cada descarga, cada momento feliz y lleno de esperanza. Cada batalla interna que jamás me atreví a contarle.

Me gustaría creer que ahora me escucharía, que recién se enteraría de las palabras que le escribía cuando me era difícil hablar.
Tomé su mejilla delicadamente y posé un ligero beso en ella. Acaricié su cabello unos segundos y tuve la oportunidad de verlo una vez más, en su profundo sueño como cada mañana al despertar.

— Ya es tiempo, ¿estás preparada? — Preguntó con suma discreción el doctor.

— S-Sí, estoy lista. — Pensé que me alejaría, le daría espacio al especialista para hacer su labor, pero no lo hice, es más, sentí que estaba más cerca de Adler que nunca. Al doctor no pareció molestarle.

— Cinco... cuatro... tres... dos...

Hasta pronto, estrellita. — Sin más, pasó lo que tenía que pasar. El ambiente era más que silencioso, pero extrañamente lleno de paz.
Se había acabado el sufrimiento, se ha terminado la batalla. No más cables, no más controles, no más malestar. Algo que era bastante aliviador, pero a su vez, lo que más temía con mi vida:

No más Adler.

Después de unos minutos, ya era oficial que su alma ya había partido. Permanecí allí por horas, nadie me interrumpió. Nadie dijo que ya era hora de irme a casa, fueron pacientes. Me esperaron. Una vez que pude agarrar las fuerzas para salir de la habitación, todos me observaron con lástima y una expresión indescriptible.

Nadie se atrevía a decir nada, tampoco es que fuera necesario. Por sus rostros y el mío, se entendía todo.

Comencé a tiritar y sonreí al sentir mis ojos cristalizados. Sally no tardó en reconfortarme.

— Oh, Mía. — Lloró en mi brazo consolándome.

— Voy a estar bien, voy a estar bien — repetí intentando convencerlos, pero por sobretodo a mí misma —. Vamos a estar bien... — Las escenas, lo que vivía, pasaba en cámara lenta. Mi visión era borrosa, seguramente por las lágrimas. Pero quería asegurarme de que algún día estaré bien.

Por mí, por él.
Seguir viviendo, como él habría querido que lo hiciera: al máximo, sin remordimientos, siendo tal cual soy. Con certeza esa sería mi razón para levantarme cada mañana. Incluso si ahora veo todo de negro.

Me abrumaba pensar en todo lo que habría que organizar, pero sabía que eso es algo que no podría hacer. Le agradecí al universo al escuchar a Ashton asegurándome que se encargaría de todo, que yo no tendría que hacer nada más que vivir el duelo al igual que el resto.

No podía estar más agradecida de tener a todas estas maravillosas personas a mi lado, y de haber conocido a algunas que cambiaron el rumbo y propósito de mi vida.
Kiara. El mismísimo Hal Parker,

Adler Cox.

Viviría esta vida mil veces más porque me garantizaría que en algún punto de ella tuve la suerte de compartirla con mi alma gemela.

Aprendí a amar por sobre todas las cosas, a apreciar los pequeños momentos y lo que realmente importaba.
Con un inmenso dolor en mi alma, hoy me toca avanzar. ¿Pero quién dice que no lo hará a la par conmigo?

Me gusta pensar que no me dejará ni aunque quisiera. Que de alguna forma siempre estará presente en cada momento. En las alegrías, en las tristezas, ya comienzo a sentir esa vibra que sentía cada vez al estar a su lado y percibo que no tiene ningún interés de dejar mi cuerpo.

Ahora, ¿qué?

Siento que he perdido el propósito, mi meta.
Pero quiero creer que algún día, estaré bien.



























































Holaaaa.
Wow, cuántas emociones estoy sintiendo.
Llevo escribiendo esta novela por más de un año y el próximo capítulo es el último.
Quiero agradecerles por leer y por algunas preguntas que hicieron, las responderé en un apartado muy pronto.
Solo quiero decirles que no se despeguen de esta historia, ya sabrán por qué.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro