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Había perdido el ritmo de vivir con alguien con tetraplejia. Tampoco es como si hubiera logrado relajarme o simplemente dormir una noche sin desvelarme el tiempo que estuvimos separados, pero por esa parte, me olvidé de muchas responsabilidades, por otra irónicamente, aumentaban las preocupaciones.

La perfección era lo mío, los detalles. Cada ínfimo detalle importaba. ¿Tendría Adler frio o hambre? ¿El ejercicio le estará haciendo bien? Incluso si su posición era cómoda era lo que me despertaba por la madrugada.

Día y noche pensaba en eso, muchas cosas más también, durante el tiempo que estuvimos separados. Se sintió como una eternidad y un reinicio de vida, la llegada a un mundo nuevo, que no significaba que necesariamente sería mejor.

Quería convencerme de que esos días de oscuridad ya han terminado y así es cada vez que despierto y lo veo recostado a mi lado.

Podré estar algo despistada, dispersa y cansada, volviendo a los deberes que solían regir mi vida los últimos meses, pero no cambiaría esto por nada del mundo.

Sí, todos los días había algo por hacer, una cita con el doctor, ir al centro; rutina indispensable que próximamente pasaría a ser sólo dos veces por semana, los tres días restantes planeaba que fueran con Alonzo, como Adler deseaba.
Pero todo funcionaba bien, ¿sabes?
Jamás me había sentido tan viva. Y es que he vuelto a encontrar la felicidad con todas sus letras y emociones.

Luego una pequeña luz se iluminó en mi cabeza, más bien, esa persona a la que no había ni pensado este último tiempo.

Alonzo.

Mis palmas comenzaron a sudar al recordar lo cerca que estuvimos de ser algo, y de lo triste que es no saber de él desde entonces. Porque fue un gran apoyo, fue un gran amigo y ese aliento para pensar que las cosas algún día no estarían tan mal.

Sé lo mucho que él me quería, y también sé la forma en la que por un momento pensé que yo me sentía.
Nunca tuve sentimientos románticos hacia él, sólo de amistad, pero toda esta gran confusión y cambio drástico me hizo enamorarme de la idea de poder amar a una persona, de sentirme amada por alguien.
Marqué su número y no tardó en contestar alegremente, como siempre, podía imaginar su gran sonrisa a través de la llamada.

Habló sobre lo mucho que me ha extrañado y que lamentaba no haberme avisado que de improvisto viajó a Italia para poder despedirse de su abuela paterna. Por suerte ya comenzaba a asumirlo, pero obviamente la tristeza no lo dejará por bastante tiempo.
Quedamos en que nos juntaríamos hoy, porque milagrosamente tendría la tarde libre.

— ¿Cómo te fue? — Le pregunté a Adler por el retrovisor una vez que su silla estaba acomodada en el sistema del auto.

— Bien, fue algo intenso. Estoy agotado — suspiró. Eso significaban las pequeñas gotas de sudor en su frente y el ligero enrojecimiento de sus mejillas —. Nada que un helado o un beso tuyo no pueda mejorar. — Volví a mirarlo por el retrovisor y este ya estaba observándome expectante. Su expresión era graciosa, pero sabía que no había ni una sola pizca de broma en sus palabras.

— ¿Por qué no ambos? — Pregunté sonriente. Chilló una expresión de emoción y lo llevé a la heladería que tanto amábamos, esa en la que me entregó los tickets para el concierto de Aerosmith.

— Quiero uno triple. — Rompió el silencio en la fila cuando apenas habíamos llegado al lugar.

— Adler... — alcé una ceja y bufó desanimado.

— Por favor, Mía. Me lo merezco. — Habló suplicante. Sobretodo, persuasivo, y él perfectamente sabía que era mi debilidad. No es que verdaderamente no quiera que coma tanto helado, es la dieta balanceada que debe llevar, ciertos días se alimenta de legumbres, otros son más de vegetables; otros de carnes, y así. Obviamente lo dejo comer golosinas y chatarra entremedio de estos, pero siempre en su justa medida.

— Sé que lo mereces, pero ya sabes lo importante que es tu alimentación, lindo.

— Por fa, por fa. — Reí porque al frente de nosotros un niño de ocho años le estaba haciendo el mismo teatro digno de una obra teatral a su madre.

— Mmm — pensé por unos segundos, él me observaba de pies a cabeza esperando una respuesta —, ¿qué te parecen dos bolitas y puedes ponerle jarabe de caramelo encima?

— Trato hecho. — Cerró sus ojos con fuerza satisfecho. Esa era su manera de asentir y dar su aprobación. Tomé delicadamente su mano e hice que chocara contra la suya. Me miró feliz y luego estiró sus labios para que le diera un beso. Sonriente y de muy buen humor compré la comida.

Una vez con nuestros helados nos sentamos en un pequeño banco que estaba debajo de un maravilloso secuoya. Primero le di su helado mientras me hablaba de cualquier cosa, lo que vio en la televisión esta mañana, y algún ejercicio que hizo durante sus entrenamientos.
Pero sobretodo, logró sacarme miles de sonrisas con su buen humor y esos ojos claros tan hermosos que me brindaban toda la atención del mundo.

Levanté la mirada y noté a dos ancianos observándonos gustosamente en la silla de al frente. Los analicé por un segundo y pude notar que la misma escena estaba ante nuestros ojos con una pequeña diferencia.

El señor era quien estaba alimentando, a mi parecer, a la mujer que era su esposa. Ella era la que estaba en silla de ruedas. Sonreí inevitablemente al verlos, y luego observé al gran hombre a mi lado.

— Qué dulzura. — Seguí alimentando a Adler, con sentimientos encontrados.

— ¿Así seremos nosotros? — Preguntó ilusionado.

— Sí, tal como ellos. — Corrí un mechón de cabello de su rostro y permanecimos en el lugar por una media hora más. Podía notar la plenitud que sintió cuando respondí su pregunta, y estoy segura de que él percibió la mía.

— ¿En qué piensas? — Preguntó.

— No queda mucho tiempo para tu cumpleaños. ¿Has pensado qué quieres hacer?

— Eso no lo había pensado — analizó unos segundos —. Supongo que podríamos ir a un parque bonito o una playa, pero por favor, quiero que sea en familia.

— Como siempre. No te preocupes, que yo me encargaré de todo.

— Como siempre — dijo sonriente —, pídele ayuda a mi mamá, no quiero que te estreses mucho por esto, que sea una celebración simple. — Dijo una vez ya instalado en el auto.

— ¿Bromeas? Es un día especial, y debe ser especial; para mi persona especial.

— No tienes remedio — resopló mirando por la ventana —, no hay nadie que pueda sacar todas las ideas de tu cabeza ni aunque fuera lo que más quisiera en su vida.

— Creo que no. — Reí.

— Error, sabes que no. — Corrigió. Pasó un tiempo en silencio y me acordé a tiempo de algo muy importante.

— Casi lo olvido. Debo juntarme con Alonzo pronto, le hablaré para ver si tiene espacio para ti en tu calendario como querías.

— Ok, ¿ahora vamos a casa?

— Sí, creo que es hora de reposar unos segundos, Karina ya está allá. — El trayecto fue en silencio, tal como había dicho, Karina estaba esperándolo y lo bajó del auto para llevarlo al interior de la casa. Yo por mi parte, manejé inmediatamente al punto de encuentro; su apartamento.

Con muchos nervios, después de unos segundos, golpeé ligeramente su puerta.
Escuché sus pasos acercarse y ahí estaba expectante, observándome de pies a cabeza.

— ¡Mía! — Exclamó — ¡Tanto tiempo!

— ¡Mucho tiempo! — Imité su emoción y riendo nos uní en un gran abrazo. Me senté en su sofá y rápidamente me trajo una taza de café. Alonzo era una de las pocas personas que sabía prepararlo tal como me gustaba — ¿Cómo has estado? Lamento mucho el fallecimiento de tu abuela, Alonzo. Qué lástima no haber sabido antes para poder haberte brindado todo mi apoyo en tiempos tan difíciles como esos.

— Lo sé, agradezco tu preocupación pero todo esto fue muy difícil para mí, incluso hablar sobre aquello, por lo que no tuve ánimos de ver a nadie, y lamento no haberte dicho antes.

— No te preocupes, ni pidas perdón. Todos lidiamos una pérdida de forma diferente. Todo estará bien eventualmente, ten fe. Ella ahora guiará cada uno de tus pasos y te acompañará.

— Ay querida Mía — suspiró triste —, quiero creer que así será...

— Ya lo verás...

— ¿Y tú? — Preguntó después de unos minutos — ¿Cómo has estado?

— Bien, he estado bien...

— Has estado de maravilla — sonrió lleno de melancolía lo cual se me hizo difícil captar —, has vuelto con Adler.

— ¿Cómo lo supiste? — Pregunté nerviosa.

— Lo vi en tus ojos. Eres otra, Mía.

— Planeaba decírtelo, resulta que todo ha sido un malentendido...

— No tienes que explicarme nada, sólo sé que me encanta verte así; llena de vida otra vez. — Rápidamente volví a darle un cálido abrazo lleno de emociones. En él, le daba las gracias por la compañía, en él le daba las gracias por haberme hecho creer que quizás podría haber habido futuro y en él estaban las disculpas de no poder corresponderle.

— Gracias — susurré —, yo...

— Sólo quiero que seas feliz, ¿sí? Eso es todo lo que me importa. — Besó mi cabeza y entendí lo valioso que era tener a alguien como Alonzo en mi vida. Hablamos mucho sobre nuestros sentimientos, la vida en general. Gustosamente haría un espacio en su agenda para que Adler se convirtiera en su paciente, incluso ofreciéndonos un gran descuento.
Ese era Alonzo, estaba lleno de bondad.

Llegué a casa con una sonrisa y le conté a Adler alegremente que conseguí lo que él quería.
Preparé la cena y comimos frente al televisor, riéndonos al ver una sitcom de los noventa que siempre lograba sacarnos una sonrisa. Mentalmente estaba pensando miles de cosas, en Alonzo, Adler y su cumpleaños. Es una fecha importante, quiero que todo salga perfecto, de alguna forma, poder sorprenderlo como él lo ha hecho conmigo todos mis cumpleaños desde que he tenido la dicha de celebrarlos junto a él.

Por ahora sólo disfrutaría la noche, eso era lo que intentaría. Agarré una hoja y volví a sentir esa inspiración para escribir al ver a Adler muy concentrado en la trama de la serie.








34

28 de enero, 2019


Querido Adler:

Hoy han pasado muchas cosas, no sólo está de cumpleaños un Backstreet Boy y tu tío Ryan, como me has mencionado esta mañana.

Hoy me di cuenta que podía proyectarme junto a ti a pesar de todas las cosas.

Algo en mí se iluminó al ver a esa pareja de ancianos tan enamorados, tan dedicados el uno al otro.

Nos vi, esa es la verdad. Vi ante mis ojos una proyección que con todas mis ganas planeaba vivir.

Una vida junto a ti.



































Holaaaaa, actualicé. Estoy viva. JAJAJA.

Espero que les haya gustado, tuvo mucho contenido este capítulo, jaja.
Bueno pues, intentaré actualizar más seguido, ver que les gusta mi trabajo me llena de motivación.
Ya saben lo que les pido siempre <3 Un voto y/o comentario siempre es bien recibido.
¡Muchas gracias! Espero que tengan una muy linda semana.

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