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Supe en ese momento, que lo que me hacía falta, era Adler Cox.
No temía admitirlo, porque ni siquiera era necesario. Se notaba a kilómetros lo dolida que estaba, que en cierta parte perdí mi personalidad y lo único que podría hacerme feliz era volver a estar a su lado. Pero no quería; se lo debía a mi orgullo. A mi alma tan traicionada y al simple hecho de que Adler no quería recuperarme, que estaba feliz con Victoria.
Ha pasado casi un mes de la última vez que supe de él. Alyssa dejó de llamarme, no porque no le importara, si no porque creía que tenía derecho a rehacer mi vida. Olvidar lo que me hacía mal. Pero al pensar en él lo único que hacía era recordar los mejores momentos de mi vida. Mis primeras veces de todo, entrando a la adultez, la aventura de crecer y lo escalofriante que es saber que tienes tu propio futuro en tus manos, a su lado logré hacer todo eso y más. Viví tantas cosas bonitas con él, que rara vez logro recordar por qué las cosas terminaron, y me detesto por ello.
Porque debería odiarlo. En verdad quiero odiarlo. Pero no podía, y es ahora cuando recién, después de todo este tiempo, lo acepto.
Porque el amor te hace sentir cosas tan agradables, tan maravillosas que jamás pensarías que llegarías a sentir hasta que encuentras a la persona correcta. Esa que te acompaña en tus locuras, termina tus frases. El problema, mi problema; es que la misma persona que me dio tanta felicidad, me ha tirado de patitas a la calle de la noche a la mañana, y ha sido un infierno.
Pero tú ya sabes esa historia.
Este mes ha pasado en paz. Lleno de trabajo, apoyo por parte de mi familia y encontrando por fin un lugar en donde vivir. No es la gran cosa, es un departamento pequeño, pero qué más voy a necesitar, si al final de cuentas sólo somos Lolly y yo. Y tiene todo el espacio que necesito.
La entrega del libro se atrasó un mes y medio más. Esta vez, yo estaba preparada, pero fueron órdenes de la editorial. Tomaré la oportunidad para afinar los últimos detalles.
Por otro lado, he salido miles de veces con Alonzo. Creo que las cosas iban bien. Aún no sé sus verdaderas intenciones, no sé si al final del día intentará conquistarme, pero ahora como amigos, nos llevamos de maravilla. A veces siento que comienzo lentamente a mirarlo con otros ojos, y sé que él a mí. Pero no sé si Alonzo comienza a gustarme de verdad o me gusta la idea de estar enamorada y sentirme amada por alguien.
Estaba desesperada por volver a sentir a flor de piel, a sentir como lo hice todos los días de mi vida por tantos años.
Aún estaba en proceso de mudanza, por lo que todo aún era un desastre. Con dedicación haría de este lugar mi nuevo hogar, y honestamente, a pesar de ser bastante pequeño, era muy acogedor y cómodo, quizás esa era la ciencia.
Mi teléfono comienza a sonar repetidas veces, llegué a preocuparme llegando a pensar que alguien estaría en apuros. En la primera persona que pensé fue en Sally, pero para mi tranquilidad (o no, definitivamente no), no se trataba de una emergencia, creo.
Observé la pantalla por unos diez minutos antes de volver a bloquear el celular y estrellarlo contra el sillón, este se esconde entre los cojines.
¿Intriga?
Victoria intentaba contactarse conmigo, diciendo que le gustaría hablar. Que se arrepiente de cómo pasaron las cosas, que era urgente.
¿Es en serio? ¿Esta gente no planea dejarme tranquila?
Jamás podré seguir con mi vida de esta manera. Debí sentarme un par de segundos para volver a estabilizarme, comencé a recibir llamadas que no cesaban, que no dejaban de sonar hasta el último pitido, cuando el buzón de voz rogaba que por favor contestara.
Lo único que se me ocurrió en ese momento, fue seguir ordenando con mayor ímpetu, y de esa forma despejar mi mente del mal rato que estaba pasando. Mi celular ahora estaba en silencio, y Alonzo no tardó en llegar para hacerme compañía y despojarme de cualquier preocupación.
Hoy mismo quedamos de ir al estreno de una película que desde ya es muy aclamada por la crítica.
Antes, me ayudó a acomodar algunos muebles y cosas. Observaba mis adornos con dicha admiración, me causaba mucha gracia, como si fueran reliquias. Sí, debo admitir que eran de culto. Un VHS de Dirty Dancing, un peluche gigante de ALF y todas las temporadas de Full House y Friends, podría decir que tenía un rincón especial para cada una de esas cosas que Adler y yo tardamos años en recolectar de familiares, nuestras infancias o tiendas de segunda mano, no iba a contarle sobre eso.
— Quién diría que a pesar de ser pequeñito, cabrían tantas cosas en este departamento. — Sonrió suspirando después de dejar una gran caja en el suelo, a este punto, limpiando algo de sudor de su frente.
— Gracias por tu ayuda, Alonzo. No hubiese podido hacer esto sin ti. — Sonreí agradecida, él asintió servicial arremangando las mangas de su camisa escocesa.
— No fue nada, Mía. Me alegra que ya hayas encontrado un nuevo lugar donde vivir y que en cierto modo hayas también recuperado tu independencia. Lo mejor es que no vivimos muy lejos.
— Gracias, pues sí, ya era hora — rasqué mi nuca nerviosa —. Oh, y a Lolly le encantó su nueva habitación. — Sonreí al ver a mi perrita husmeando todo el lugar y las cajas como si esa fuera su contribución a la mudanza.
— Espero que quepa todo. — Agregó apilando cajas.
— Yo creo que sí, y si no, también tengo una pequeña bodega. — Comenzó a leer los nombres de las cajas para abrirlas o designarlas a la bodega.
— ¿Recuerdos de preparatoria? Wow, ¿tienes una caja llena de cosas de la escuela? — Asentí. Diplomas, fotografías y muchas cosas y obsequios de Adler.
— A la bodega.
— ¿Clases de alfarería? — Carcajeó divertido — ¿Tomaste clases de alfarería?
— Sí, basura. — Reí arrebatando la caja de sus manos antes de que se pusiera a husmear entre los horribles jarrones que jamás pude perfeccionar.
— ¿Backstreet Boys memorabilia? — Abrió la boca en asombro y a su vez arqueó una ceja. Nuevamente tomé una caja y la acomodé a mi lado.
— Ni se te ocurra tocar esa caja, esa se quedará con mamá — de su parte, lucía igual, pero ahora con una sonrisa burlona —. En mi infancia estaba tan segura de que iba a casarme con AJ.
— ¿Y pues? ¿Qué pasó? — Se acercó divirtiéndose con tantas vivencias que para él eran totalmente desconocidas.
— Pues, aún ni lo he conocido en persona — reí —. Pero nunca digas nunca, Alonzo.
— Como digas, pero por lo que sé casi te dobla la edad y está felizmente casa-
— NUNCA DIGAS NUNCA. — Repetí antes de lanzarme a sus piernas y recostar mi cabeza en ellas riendo.
Paradójicamente, respecto a lo que recién hablaba de permanecer como amigos, se acercó a mí y acarició mi mejilla con el dorso de su mano. Enseguida comencé a temblar ante su tacto. Me observaba con delicadeza, analizando mi reacción. Me quedé petrificada, no porque no pudiera ni tuviera el valor de correrme para un lado y evitar esto. Me quedé ahí porque sentía algo de curiosidad. Pensé, por más tonto que suene, que quizás podría despejarme y olvidar a Adler. Inmediatamente saqué esos pensamientos de mi cabeza, lo último que quería hacer en mi vida era utilizarlo. Si estaba ahí junto a él, era porque quería, y había algo hipnotizante en el aire. Por un momento pensé que iba a besarme, y estoy segura que así iba a ser, pero se vio interrumpido por el timbre.
— ¿Qué? — Pregunté algo alegre. Me observaba con tanta dedicación. Su mirada hablaba por él. Acercó su rostro al mío y depositó un ligero beso en mi cien.
— Nunca diré nunca, pero ahora mismo debo atender la puerta. — Me moví para que pudiera levantarse, llevé un par de cajas a la habitación que sería mi oficina.
— Mí- ¿Alonzo? — Escuché automáticamente petrificándome en segundos.
— ¿Victoria? — Respondió de la misma manera, confundido. Me vio de reojo negando con la cabeza y corriendo al baño. ¿¡Cómo logró saber mi nueva dirección!? — ¿Qué haces acá?
— Lo mismo me pregunto.
— Estaba ayudando a Mía a desempacar.
— ¿Dónde está? Necesito hablar con ella. — Preguntó desesperada.
— Ella salió a hacer un par de compras al supermercado, volverá en un cuarto de hora.
— Alonzo, necesito hablar con ella, por favor.
— Ella no se encuentra acá, Victoria. Le avisaré que pasaste por acá.
— Alonzo. — Insistió una vez más.
— Llegará pronto. Qué gusto verte, que estés bien. — Cerró la puerta y sin más tomó un par de cajas y las cargó hasta mi habitación, donde suponíamos que no se escucharía mi voz.
— Gracias por cubrirme, eso estuvo cerca. — Solté un largo suspiro con ambas manos en mi pecho.
— ¿Cómo no iba a hacerlo? — Guiñó un ojo — ¿Puedo saber de qué se trata todo eso? ¿Adler ha intentado contactarse contigo?
— No, ella ha estado escribiendo y llamándome todo el maldito día. No sé cuál es su problema. Como si quisiera verla a la cara.
— Bueno, bueno. No te amargues, ya te zafaste de ella por ahora. Sigamos con la inspección de cajas. — Asentí más calmada y volvió a leer en voz alta.
— ¿Libros?
— Para los estantes.
— Adler y yo, Las vegas 2012. Oh, eh. Lo siento.
— No te preocupes, esas... guárdalas en la bodega. Aún no estoy lista para deshacerme de ellas.
— Lo comprendo totalmente. Sigamos... Adler y yo, Disneyland 2015. — Volvió a preocuparse. Negué con la cabeza sonriendo al recordar el buen tiempo que pasamos en ese lugar. Cajas con tantos recuerdos, llenas de fotos y distintos regalos que Adler me hacía en el camino.
— A la bodega también. — Así pasamos una hora más, hasta que por fin el lugar comenzaba a obtener forma. Alonzo se fue a corriendo para atender a su único paciente de la tarde. Yo aproveché de hacer las compras, mi refrigerador estaba absolutamente vacío.
Crucé la calle con precaución y por un momento pensé que estaba a punto de ser brutalmente asaltada, hasta que noté que la persona que me agarró por la muñeca y me arrastró por la otra mitad de la calle mientras una fila de autos tocaban la bocina por detener el tráfico, era Victoria.
— ¿Cuál es tu maldito problema? — Caminé más rápido intentando zafarme de su agarre.
— Debemos hablar.
— ¡Sí, ya has dicho eso miles de veces!
— ¡No me dejas decir una palabra!
— No tengo intención alguna en verte. Por favor déjame en paz. Ya me has arruinado la vida entera, no necesito que me lo recuerdes.
— Mía, lo siento tanto. — Su voz se quebró y eso solamente causó que mi furia aumentara.
— ¿Qué sientes? — Reí soberbia — No creo, ni creeré nada de lo que dices. Por favor, déjame en paz.
— Yo... no debí entrometerme, lo siento, de verdad. Dame una oportunidad para explicar cómo fueron las cosas.
— ¿Explicar cómo te escabullías con mi novio mientras yo trabajaba para alimentarlo? No tengo tiempo para escucharte hablar sobre eso, gracias.
— Es sobre Adler — gritó a la distancia. Dejó de caminar y logró que de una vez por todas la enfrentara, captando mi atención. Comencé inminentemente a preocuparme. ¿Le habrá pasado algo? Respiraba hondo esperando que siguiera hablando —. É-Él y yo... pensábamos que hacíamos lo correcto, pero ninguno de ustedes está mejor.
— ¿Qué demonios estás hablando?
HELLOOOOOOOOO.
OMG ¿Qué pasará? Hasta yo estoy con la intriga. JAJAJ.
Espero que estén super y este capítulo les haya pillado en el momento preciso.
La verdad saldrá a la luz.
Xoxo
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