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Estado de negación, tormentas emocionales y lento comenzar de un redescubrimiento de un mundo completamente desconocido.
Parte 1: ¿Eres real?
Mía Hart.
— ¡Adler! Ni se te ocurra — lo amenacé al ver que corría hacia mí con aparentemente malas intenciones. Estaba por nadar en la piscina, él ya se había dado un chapuzón hace media hora, nadaba increíble y nunca le importó cuán congelada estuviera el agua, parecía un pequeño y colorido pez en el interminable océano — ¡Pobre de ti si me empujas a esa piscina! ¿Me escuchaste?
— ¿Ah sí? — preguntó desafiante — ¿Qué vas hacer al respecto? — Posó rápida y firmemente su mano izquierda contra la muralla y con la otra me acorraló acortando la poca distancia que había entre nosotros. La agradable sensación de sentir su cuerpo tan fresco con pequeñas gotas corriendo por su pecho se me había subido a la cabeza. Sus ojos intensos me miraban con el mismo deseo con el cual yo lo miraba a él — Dime, ¿qué harás al respecto? — Esperó expectante mi respuesta, yo sólo lo observaba con una extraña timidez. Su respiración agitada se entremezcló con la mía al presionar bruscamente sus labios contra los míos. Delicadamente posó su mano en mi cabeza para apoyarse contra el muro. Sentía como cada fibra de mi cuerpo comenzaba a debilitarse ante su actuar, posé mis manos alrededor de su cuello, acariciando el final de su cabello, cada vez intensificando el beso, cada vez encontrando más difícil controlar la situación siendo dos simples adolescentes. Dejó de besarme para rodear mi espalda baja y finalmente luego seguir haciéndolo, hasta que me empujó al agua hundiéndome por completo.
— ¡Adler! — Refunfuñé tiritando de brazos cruzados. Me dio una sonrisa encantadora, de esas que me daban ganas de golpearlo por lo perfecto e irónico que era al regalármela.
— Para que salgas del trance hormonal que se te venía encima, chiquita — respondió moviendo su pecho de arriba a bajo producto de su acelerada respiración —. Ahí vienen tus hermanos. — Comenzó a caminar hacia ellos como si nada, sin conmoción alguna por el momento que acababa de dejar atrás.
— Idiota... — Mascullé algo irritada, para mi mala suerte me escuchó y se dio media vuelta sonriendo.
— Tranquila, que esto no ha terminado. — Guiñó un ojo y siguió con lo suyo.
Estás loco; me vuelves loca.
Había estado ensimismada en un libro todo el fin de semana, lo cual no era extraño en mí. Devoraba página a página cada letra que esbozaba un conjunto de bellas poesías muy absorbente. Es en ese momento cuando Adler llega a nuestra habitación con una bolsa de suflés de maní causando cierto estruendo al masticar.
— ¿Qué haces, cacahuate? — Le pregunté riendo al verlo sentarse en una orilla de la cama.
— No mucho, estoy aburrido, almendra — carcajeó alegre, luego cambió a un semblante curioso — ¿Qué estás leyendo? — Sin más se tumbó a mi lado para luego apoyar su cabeza en mi pecho.
— Veinte poemas de amor y una canción desesperada. — Acaricié su cabello y no tardó en cerrar sus ojos.
— ¿Podrías leer para mí? — Preguntó tierno, asentí con mi cabeza. Se giró para ver el libro, sin antes abrazarme.
— Para mi corazón basta tu pecho, para tu libertad bastan mis alas. Desde mi boca llegará hasta el cielo lo que estaba dormido sobre tu alma — me escuchaba atento, y de vez en cuando me observaba leer los versos, yo sin dejar de acariciar su cabello —. Es en ti la ilusión de cada día. Llegas como el rocío a las corolas. Socavas el horizonte con tu ausencia. Eternamente en fuga como la ola. — Cuando me cansé de leer se acercó aún más a mí y luego yo fui la que estaba acurrucada en su pecho, y él era el que leía y acariciaba mi cabello.
Amor Storge: Pertenecernos.
Tomó mi mano demandante logrando que apurara el paso, le preguntaba qué sucedía y no era capaz de responder nada. Segundos después nos encontrábamos bajando al lúgubre y solitario estacionamiento subterráneo en el que había dejado su auto. Rápidamente lo abrió y ordenó que yo manejara sin ni siquiera saber a dónde quería dirigirse. Lo lógico sería que se subiera al asiento del copiloto, pero se subió a horcajadas encima de mí y entendí que este era sólo una más de sus maniobras que me desconcertaban por completo, más siempre eran bienvenidas.
— ¡Adler! — Reí entre sus apasionados besos — Estamos en un lugar público.
— Exacto. — Se detuvo un momento para comerme con la mirada, esta estaba como nunca. Sus ojos tan claros y cristalinos ahora estaban oscuros e indescriptibles. Volvió a besarme con la misma intensidad de hace un segundo, deseaba esto tanto como él, pero alguien debía mantener la cordura en este momento.
— Adler, en media cuadra de distancia está toda tu familia celebrando el cumpleaños de tu abuela. — Reproché separándolo ligeramente con mis manos en su pecho.
— Feliz cumpleaños, abuelita. Esta es en tu honor. — Sonrió inmovilizando mis manos tomándome por las muñecas y posicionándolas hacia arriba para una vez más, besarme. No hice más que seguirle el juego, no tenía mucha opción. Una vez que estabas ahí, él te hipnotizaba, me hacía esclava de su atención, de sus mimos, y de su lujuria. Las cosas cada vez se tornaban intensas entre nosotros, faltando el espacio; y aire. Hasta que accidentalmente tocó el claxon con su espalda, logrando que me diera un ataque de risa incontrolable. Reía a carcajadas y él intentaba seguir con la acción pero prontamente se rindió dejando caer su peso encima de mí y se unió a mi risa derrotado hundiendo su cabeza en mi cuello.
— Estás loca.
Amor Eros: contigo me desconozco y vuelvo a conocer.
— ¡Hola! — Gritó esperando escuchar un eco impresionante y así lo fue — ¡WOHOOOO! — Corría de un lado para el otro como un niño pequeño. Sólo éramos él, yo; y el altísimo sendero que habíamos estado subiendo toda la mañana — ¡Vamos! Grita algo, no sabes lo bien que se siente.
— ¿Y pero qué puedo decir? — Reí algo nerviosa. Tomó mi mano y me llevó a la punta en donde se veía el bello paisaje.
— Lo que se te venga a la mente — sugirió —, pero debes hacerlo con todo el ímpetu y fuerza desde adentro. ¡NO ME BAÑO LOS DOMINGOS! — Bromeó (creo) gritando para volver a escuchar el fenómeno acústico casi instantáneamente — Tu turno.
— ¡TE AMO! — Me giré para verlo sonreír a más no poder. Luego pensé y en un momento hablé — ¿Sí te das cuenta que por ti subo cerros, cierto? — Volvió a reír con más ganas y se acercó para tomar mis mejillas.
— Pero qué va, ya hasta le estás agarrando el gusto. — Posó un delicado beso en mis labios.
La magia está en realizar nuevas actividades contigo, Adler Cox.
— Sí, la verdad es bastante entretenido. — Porque tú sales con tus bromas, anécdotas, raras ideas y porque me encantas, claro.
— ¡SOMOS LOS DUEÑOS DEL MUNDO! — Volvió a correr como si no hubiese estado caminando por más de tres horas. Já, poco sabía él que era mi mundo entero.
Amor Ludus: contigo cada día es una aventura.
Había pasado todo el día escribiendo y bebiendo café, nuevamente debía escribir un libro para la editorial, como lo hago anualmente. Estaba recién comenzándolo. Decidí que debía tomar un descanso cuando vi el reloj y eran las ocho de la noche y aún no almorzaba. Rápidamente preparé la comida, Adler llegaría de un exhaustivo día de trabajo por lo que quería esperarlo con un rico plato de comida. Esperándolo me quedé dormida. Dos horas después desperté en el sillón desconcertada, luego lo busqué por la casa pensando que llegó pero había decidido no despertarme, tampoco estaba ahí.
— Contesta... contesta. — No dudé en llamarlo al teléfono, esperé en la línea y no contestó. Revisé su última conexión y fue hace dos horas. Debía mantener la calma, seguro se atrasó, no le entran las llamadas o ya viene llegando. Lo que me ponía nerviosa era que él siempre reportaba lo que hacía, ya sea con una foto, mensaje o llamada.
Mi teléfono sonó y contesté aliviada sin ver el remitente.
— Buenas noches — fui interrumpida antes de que pudiera decir una palabra —, ¿hablo con Mía Hart?
— Hola, sí — respondí extrañada observando el número desconocido —. Con ella.
— Tengo su número registrado como número de emergencia de Adler Cox. Habla con personal del hospital Saint Francis, ha sufrido un grave accidente automovilístico. Le rogaría que contacte a sus seres queridos a la brevedad y se acerque al hospital en calle 900 Hyde.
Miedo.
— Mucho gusto, soy el Doctor Brown. Doctor que ha estado observando el estado del señor Cox — revolvió un par de hojas buscando información bastante serio —. Adler no resistió... — bajó la voz y también su mirada. Si mi mundo hace un momento estaba boca abajo, ahora estaba destrozado — lo lamento mucho. El impacto contra el camión fue muy grave. Falleció al llegar al hospital. Rezaré por usted, su famil-
— Adler... — una sola lágrima rodó por mi mejilla, queriendo pensar que esta era sólo una muy mala pesadilla, porque la vida no podría ser así. No podría arrebatármelo — Adler, por favor necesito verlo — corrí hacia lo que creía que era el pabellón y dos hombres me retuvieron, rebalsada en llanto les gritaba pero nada parecía emblandecer sus corazones —. Adler ¡Suéltame! Dios, por favor necesito verlo.
...
— Señores, lamento profundamente lo que ha sucedido — ese comentario bastó para que la mayoría de los presentes volviera a estar en lágrimas —. Pero mi deber es informarles que ha ocurrido un milagro que ni siquiera la ciencia misma podría explicar — abrí levemente mis ojos y le presté atención al señor que estaba ante mí —. En realidad no tengo una hipótesis o manera de explicar. Adler falleció por quince minutos, pero se aferró a la vida. Simplemente no era su momento. Inexplicablemente cierto — abrí los ojos como nunca y repentinamente sentimos alegría, si es que en realidad estábamos entendiendo lo que él decía —. Hay ciertos puntos que debemos aclarar... — oh, oh. Aquí viene lo malo, pensé — Lo hemos inducido a un coma debido a la lesión cervical que sufrió en el choque. No es seguro que sobreviva, y si lo hace, quedará en estado de tetraplejia C5 por el resto de su vida. Pero de que hay esperanzas, las hay.
No quiero perderte.
— Hey, hey. Ya, escúchame. Prometo que este es bueno — supliqué, había pasado horas intentando sacarle una sonrisa al malhumorado de Adler. Por ningún motivo lo culpo, pero intento con el alma que su estado anímico mejore —. Hey.
— Ya.— Bufó de mala gana, luego emblandeció su mirada al haber sido grosero.
— ¿Qué le dijo una impresora a la otra? — Sonreí aguantando la risa — Pregúntame.
— ¿Qué? — Rodó sus ojos esperando mi respuesta,
— ¿Esa hoja es tuya o es impresión mía? — Apenas pude terminar el chiste porque comencé a reír. Él me observó serio. Luego solté un largo suspiro, no había funcionado. O eso. creí. Comenzó a reír como hace mucho tiempo no lo hacía y eso no podía hacerme más feliz.
— Ok, ese sí estuvo bueno. — Respondió alegre.
— ¡Tú estás bueno! — Tomé sus mejillas y planté un beso en sus labios, esa sonrisa quedó grabada en mi corazón por semanas.
Por favor, solo quiero verte feliz.
— ¿Y si mejor cancelo la entrevista? — Pregunté nerviosa. Una revista me había contactado para hablar de mi próxima entrega y obviamente no lo pensé mucho, pero llegó el día y soy un manojo de nervios, lo cual es ridículo. Porque he dado miles de entrevistas en mi vida, aún así es algo a lo que creo que nunca me acostumbraré.
— Cancelas la entrevista y yo cancelo mi suscripción al centro de rehabilitación. — Su rostro derrochaba tranquilidad, ni una pizca de ironía.
— N-No es lo mismo.
— Claro que lo es. Ambas cosas son importantes y trascendentes, ahora ve, relájate y da una buena entrevista como las que das siempre.
— Pero y si...
— Pero y si nada. Te he dicho que eres grandiosa, una buena escritora y mira lo preciosa que te ves con ese vestido. Ve a deslumbrar a todos con tu encanto y ese pequeño vistazo de tu maravilloso libro — acercó su silla y estiró sus labios para que lo besara. Fruncí el ceño y lo besé sin pensarlo —. Muy bien, ahora puedes irte, exitosa y sexy mujer. — Levantó sus cejas y guiñó un ojo. Siempre sabía cómo darme ese pequeño alza de autoestima que necesitaba. Siempre estaba para mí, para iluminar mi camino.
Me llenas de luz.
Oh wow, creo que esto es lo más "hot" que he escrito, jajajajja.
Pero necesitaba mostrar la relación de Adler y Mía antes del accidente, la montaña rusa de emociones y la divina adivinanza de qué se traerían entre ellos en el día a día.
¿Qué les ha parecido? Honestamente se me hizo muy didáctico hacer esta especie de pequeños flashbacks y titularlos, me ha gustado mucho.
¿Listos y listas para la parte 2?
Debo confesar, aquí en las penumbras... aquí entre nosotros... que derramé unas cuantas lágrimas escribiendo el próximo capítulo. Espero que les guste.
PREGUNTA
¿Les gustaría saber sobre la verdadera historia de amor que me inspiró a escribir mi historia?
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