(2.2)
Yeonjun cabeceaba de cansancio, intentando leer una y otra vez el mismo párrafo en su libro de física. Lo había repasado con los ojos al menos unas cinco veces, pero no conseguía entender absolutamente nada.
Había tardado un buen rato entreteniendo a Yeji luego de comer. Ella se puso un poco necia, pues quería jugar con él. Lo estuvo importunando la primera vez que intentó estudiar, masomenos a las seis de la tarde.
Yeonjun había explotado poco después. Le gritó que era una "mocosa irritante", que mejor lo dejara en paz y que no quería jugar con ella. El resultado: la niña estuvo llorando por más de cuarenta minutos. Yeonjun no pudo evitar comparar tal suceso con la "discusión" que tuvo con Beomgyu ese mismo día, por lo que se sintió doblemente culpable.
Ocupó otra hora y media pidiéndole disculpas a su hermanita, tratando de contentarla.
Al final, terminó jugando con ella y sus peluches por dos horas enteras.
Había muchas otras cosas pendientes que Yeonjun debía hacer: preparar la lavadora, darle de comer a los peces, ordenar el desastre general que había en la casa, bañarse, darle de cenar a Yeji y prepararla para dormir...
Yeonjun no se daba abasto. Al anochecer, estaba tan cansado, que estudiar le resultó completamente imposible. Sus padres habían dejado de gritar en algún momento, pero la cabeza del rebelde seguía aturdida, no podía concentrarse.
Después de casi dos horas sin obtener éxito, llegó a la conclusión de que sería inútil seguir repasando así. Necesitaba descansar. Pasaba de medianoche y debía levantarse máximo a las 7:30. No podía seguirse desvelando, pues correría el riesgo de llegar tarde a la escuela en la mañana y que no lo dejaran pasar.
Un examen con mala nota siempre es mejor que un examen anulado por falta.
Decidió que tomaría una siesta de cuatro horas. Si despertaba masomenos a las 5:00, podría estudiar al menos dos horas sintiéndose más centrado. Media hora le bastaría para desayunar con Yeji y llegaría a la escuela antes de las 8:00 ─hora en que la reja era cerrada─.
Sí, eso sonaba bien.
Hubiera sido un excelente plan, pero Yeonjun se quedó dormido tan profundamente, que no escuchó más que la última de sus alarmas. Al día siguiente, a las 7:30, despertaría furioso y estresado; sin haber estudiado prácticamente nada.
─ ¡¿Cómo diablos conseguiste meter a tu erizo en la escuela?!
─ Shhhhhh... ¡Calla, calla! ─farfulló Soobin─ ¿Acaso quieres que me descubran?
Beomgyu observaba atónito la pintoresca imagen frente a sus ojos: Soobin, el intachable presidente de la clase, había metido de contrabando a su mascota en la secundaria.
Estaban arrinconados en la esquina de un pasillo, las paredes eran ladrillo cubierto de pintura blanca y el suelo se componía por azulejos grisáceos de aspecto resbaloso. Algunos estudiantes pasaban caminando, pero no había profesores cerca y nadie le prestaba real atención al par de amigos. El chico más alto tenía en sus manos una esfera de hámster color verde agua, pero en el interior no tenía a un hámster, sino que se removía inquieto un pequeño erizo.
¡Un erizo!
¿Por qué Soobin tenía una mascota tan espinosa? ¿por qué no tenía algo suave y abrazable, como un conejito? Había varias preguntas en la cabeza de Choi Beomgyu, pero las que más inquietud le causaban eran:
─ ¿Cómo es que nadie lo vio en la entrada? Siempre hay un par de maestros ahí, ¿no? ¿Acaso no vieron que llevabas esa esferota en la mano?
─ No sé, fue suerte. ¡Ahora deja de hacer tanto escándalo, Gyu! ─Suplicó Soobin lastimeramente.
─ ¡Es que no puedo evitarlo! ─lloriqueó el contrario─ Me estreso. ¿Cómo lo vamos a mantener oculto? Si nos lo quitan, estaremos en graves pro-...
─ No podía dejarlo en casa ─interrumpió─. Mamá lo odia. El otro día lo lanzó por la ventana; creí que lo iba a matar...
Soobin hizo un puchero, recordando lo asustado que se sintió en ese momento. Afortunadamente, su querido Odi había sobrevivido y solo quedó con una lesión en la pata derecha trasera que el veterinario pudo atender perfectamente.
Su mamá era muy... difícil.
A Kim Yonseo nunca le gustó ese animal, principalmente porque había sido un obsequio de su exesposo, Choi Siwon ─sí, los papás de Soobin estaban divorciados, se odiaban a muerte─. La mujer detestaba ver a Odi suelto. Argumentaba que podía ocurrir algún accidente con "esas feas espinas", y además, creía que una mascota era una responsabilidad innecesaria que estorbaba en las prioridades de Soobin.
Desde hacía unos cuantos meses, madre e hijo discutían mucho más. Kim Yonseo advirtió a Soobin que tuviera a Odi siempre bien escondido, pues si lo veía suelto, iba a deshacerse de él.
Soobin no sabía si su madre lo regalaría, lo abandonaría en la calle o simplemente lo mataría a sangre fría. Pero no quería averiguarlo, y luego de ver a su espinoso amigo ser arrojado por la ventana, el pánico se apoderó de él.
Le había comprado esa esfera de hámster para estar más al pendiente y poder levantarlo fácilmente en caso de que su madre estuviera cerca. Soobin sabía que aquella cosa podía lastimar a Odi, pues no estaba diseñada para erizos. Sin embargo, fue la única medida desesperada que se le ocurrió.
Estaba yéndole relativamente bien manteniendo a Odi escondido. Podía cuidarlo, dejándolo a su vista mientras hacía tareas u otras actividades diarias; lejos de los ojos de Kim Yonseo y bien protegido dentro de la estúpida esfera.
El problema surgía cuando Soobin se iba a clases: temía que, al dejar a Odi solo en su cuarto, su madre simplemente entrara y le hiciera daño. Sin importar lo mucho que se esforzara por esconderlo, seguro ella lo encontraría.
Afortunadamente, uno de sus vecinos más agradables, el señor Bang, accedió a cuidar de su mascota durante el horario escolar; cosa que Soobin agradeció inmensamente.
Pasaba a entregárselo muy temprano y lo recogía por las tardes justo después de abandonar la secundaria. Le dejaba al señor Bang su comida y todo lo necesario para atenderlo, junto con un pequeño "manual" que había redactado personalmente, de su puño y letra, en cinco hojas de color azul engrapadas por una esquina.
Así, todo marchó sobre ruedas para Choi Soobin durante varias semanas.
Pero su vecino no estuvo disponible aquel día, aquella mañana extraña donde hechos inexplicables y curiosos ocurrirían. En la prisa por encontrar una solución, Soobin se llevó a Odi a la escuela, sin imaginar qu-...
─ ¡¿Que tu mamá hizo qué?! ─Beomgyu abrió los ojos anormalmente, horrorizado, pues odiaba escuchar de maltrato a los animales. Lanzar a una pobre criatura indefensa le parecía una monstruosidad.
─Shhhhh... ¡que dejes de llamar la atención! ─regañó el más alto, en un susurro─. Te cuento más tarde, ya va a empezar la primera clase. ¡Por favor ayúdame a cuidar a Odi! a que nadie lo vea...
Beomgyu terminó asintiendo con recelo al ver la expresión suplicante y preocupada de su mejor amigo. Entonces se dirigieron hacia el salón.
Al llegar, Soobin guardó a Odi en su mochila, sin liberarlo de la esfera. Como ya no caminarían más, sería fácil cuidar que no lo aplastasen sus libros.
El par de amigos se adentró al aula y ambos se sentaron uno junto al otro en la zona centro de los pupitres.
Casi todos los demás alumnos ya estaban en sus respectivos lugares. El examen de física sería en la segunda clase, por lo que muchos estaban estudiando aún, con la mirada atenta en sus libros de texto y apuntes.
Dicha concentración no resultó tan firme ni inquebrantable como parecía. El grupo entero volteó la cabeza hacia cierto renegado cuando este llegó bufando, murmurando maldiciones. Yeonjun se sentó de inmediato en su lugar de siempre, cerca de la puerta, apretando la mandíbula con una expresión tan molesta, que ciertamente provocó terror.
Parecía capaz de matar a quien se le cruzara.
─ ¿Qué? ─les preguntó a los mirones, cuando recayó en esos muchos ojos postrados sobre él─ ¿Se les perdió algo, bastardos?
Todos temblaron ante el repentino cuestionamiento del chico rebelde y volvieron a sus asuntos.
Todos menos Beomgyu, como era de esperarse.
─ ¿Pasó algo malo, hyung? ¿Estás bien?
Yeonjun giró el rostro cuando notó que el chico popular se había colocado en el pupitre a su lado.
Unos asientos atrás, Soobin veía la escena con enojo, indignación y frustración. No podía creer que Beomgyu lo hubiera dejado de lado aún sabiendo que necesitaba ayuda para hacerse cargo de Odi. ¡No solo eso! Lo había dejado de lado por el mismísimo renegado, ¡por el maldito renegado, por un imbécil bravucón, que Beomgyu sabía que odiaba!
─ Estoy bien, Choi ─respondió Yeonjun luego de resoplar, con una suave sonrisa de medio lado.
Dados los hechos acontecidos el día anterior, sabía que Beomgyu no actuaba amablemente para fastidiarlo, sino que por algún motivo, que aún desconocía, el chico popular realmente tenía el cerebro activado en "modo cordial".
─ ¿Seguro?
─ Seguro. ¿Por qué tanta preocupación?
─ Te ves enojado.
Yeonjun levantó una ceja
─ ¿Y cuándo no?
Por dentro, Yeonjun se decía que dejara de distraerse, que ignorara al encimoso chico popular, pues este solo lo hacía desperdiciar tiempo valioso en el que podría estar estudiando.
Pero la verdad era que al renegado realmente le dolía la cabeza, no quería estresarse más. Sabía que repasar a esa hora ya no serviría de nada; solo deseaba dejar de pensar, distraerse, entretenerse con algo.
Beomgyu siempre lo entretenía.
─ Buen punto ─sonrió el menor─. Pero hoy te ves más enojado de lo normal, ¿hay una razón?
─ Relájate. No es nada ─restó importancia, suspirando─ Pero bueno, gracias por la preocupación.
Beomgyu sentía su corazón acelerarse por la felicidad que crecía dentro de sí. Estaba teniendo una conversación civilizada con el mayor, y ambos parecían mantenerse en la misma sintonía.
Yeonjun aún lucía algo tenso, pero pese a ello, estaba siendo "amable". Eso tenía mucho mérito, según Beomgyu, pues demostraba que estaba haciendo un esfuerzo por llevarse bien con él, al menos para sostenerle una charla y no mandarlo al diablo de inmediato.
Por otra parte, el popular también sentía inquietud, aunque no lo demostrara. No sabía qué había alterado tanto a su hyung; y aunque sospechaba que podía ser una cosa grave, decidió no presionar por una respuesta.
Ya averiguaría después, si le era posible, la razón de la molestia mañanera del rebelde. Por el momento solo deseaba hablar, disfrutar del buen trato que habían establecido la tarde anterior; y aprovechar el último día de clases que compartirían antes de que iniciaran las vacaciones.
El popular extrañaría mucho hablar con el renegado. Se negaba a estar lejos de él por tanto tiempo. Tenía miedo de que la distancia arruinara sus avances, y que, al reencontrarse, volvieran a tratarse como "enemigos". ¿Acaso Yeonjun olvidaría las charlas amenas y las risas que habían compartido? Beomgyu esperaba que no, pero no iba a arriesgarse.
Por eso necesitaba imperiosamente conseguir el número de teléfono del mayor, o al menos algún pretexto para que estuvieran en contacto durante el mes que no tendrían clases.
Debía asegurarse de generar un ambiente de cercanía antes de pedir cualquiera de esas dos cosas, para no sonar invasivo. Beomgyu había notado que Yeonjun era como un gatito: "Debes acercarte lento, muy lento, si quieres acariciarlo. Si eres brusco con tus movimientos, se asustará y te rasguñará".
Beomgyu sería lento y precavido, pero persistente. No estaba dispuesto a fallar.
─ Bueno. Lo que digas, hyung.
─ ¿Seguirás llamándome así? ─cuestionó Yeonjun, sonriendo de lado con gracia.
─ Tienes cara de que te gusta ser mi hyung.
─ Ah ¿Eso crees?
─ No puedes negarlo, sé que te conmuevo ─dramatizó Beomgyu con una mano sobre el corazón─; te conmueve ver a un niño tan bueno como yo en este mundo malvado, por eso quieres ser mi hyung. Quieres proteger a tu querido dongsaeng.
─ Se llama "lástima".
─ Idiota.
Ambos rieron tontamente, ignorando dos detalles: el primero era que el profesor de matemáticas había iniciado su clase y los estaba mirando mal por platicar en vez de prestar atención.
El segundo, era que Choi Soobin también los miraba, lleno de recelo. Su cerebro trabajaba formulando planes "para ajustar cuentas", mientras las patitas de Odi golpeaban la esfera plástica que lo apresaba, al interior de la mochila de su dueño.
NOTA DE LA AUTORA, ENERO DE 2024:
Comencé a escribir esta historia en 2021, si no mal recuerdo, y este subcapítulo (en el que aparece Odi por primera vez) fue publicado en 2022 (aunque la verdad no estoy segura de la fecha exacta).
Desde el principio, Odi fue un elemento importante de mi trama, y si soy sincera, desempeña un papel fundamental en el progreso de la misma.
La verdad sí me puse demasiado triste cuando, recientemente, descubrí que Odi falleció. Este suceso me hizo dudar seriamente sobre si debía continuar con el fic o no. Pero bueno... Luego de algunos meses reflexionando, con las actualizaciones en pausa, he decidido que no podía simplemente borrar todo lo que escribí y tirarlo al olvido (no con todo el apoyo que he recibido).
Actualmente, el último subcapítulo publicado fue el 5.5. Así que retomaré la escritura a partir del sexto capítulo. Sin embargo, sentí que era lo prudente dejar este pequeño "Disclaimer" justo aquí, para advertir que precisamente seguiré utilizando a Odi como un personaje recurrente con todo el respeto y el cariño de mi corazón 😔💔.
Debo resaltar el hecho de que Odi estará en algunos "problemas" dentro del fic. No es mi intención que eso sea "divertido" ni busco promover el maltrato animal de ninguna forma.
Algunas situaciones que sucederán están inspiradas en hechos reales que yo viví junto a mis amigos y la mascota de una amiga a la cual recuerdo con nostalgia 🥺.
Odi, en esta historia, en realidad representa a "El Willis", el hámster ruso que tuvo una amiga de mi preparatoria. La mamá de mi amiga (al igual que la mamá de Soobin) no estaba muy a gusto con El Willis, y para protegerlo mi amiga tenía que llevarlo a la escuela, por lo que mis demás amigos y yo tuvimos que ayudarla a esconderlo y cuidarlo.
Casi todas las "cosas malas" que le ocurren a Odi en esta historia en realidad le ocurrieron al Willis :')
Lastimosamente, ambos animalitos ya están muertos en la vida real, lo cual me pone demasiado sensible... Sin embargo, cuando se me ocurrió todo este fic yo solo quería revivir anécdotas que me sucedieron en secundaria y prepa. Quería volver a sentirme feliz y recordar cosas que hice con mis amigos porque era pandemia y los extrañaba demasiado.
Lo que quiero decir es que no tengo ni tuve nunca mala intención con escribir este fic. Así que me disculpo desde ahora si la mención de Odi resulta un poco difícil de leer.
Espero que esta historia sea amena para ustedes y que quieran acompañarme hasta el final del libro. Gracias por estar aquí, y gracias si no se saltaron esta nota larguísima, pues era muy importante para mí dejar en claro todo lo que expliqué.
Recordemos a Odi con cariño y respeto. Y al Willis también <3
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