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El auto negro se estacionó frente a un gran Edificio moderno. Soobin bajó del coche con su mochila al hombro agradeciendo al chófer y mientras va caminando hacia la entrada, su celular vibró en el bolsillo. Cuando entre a sus clases particulares de Física, Química y Matemática, no podrá revisarlo durante tres horas. Sacó el dispositivo y miró la bandeja de mensaje.



Choi Yeonjun



Taehyun vino a visitarnos
en nuestro lugar de reunión.

Está todo bien, no te preocupes.


Soobin sintió un nudo en el estómago. Esos cuatro nunca son una combinación tranquila, y menos sin la supervisión de un adulto. Apretó la mandíbula y escribió con rapidez:


¿Es muy lejos? ¿Está solo?


Queda a unos minutos de la escuela.

Está con nosotros 🙄








Pero Soobin sí estaba preocupado. Sin pensarlo mucho, dio media vuelta y empezó a caminar de regreso. Al darse cuenta de que su chofer ya se había ido, levantó la mano para detener un taxi. Subió al vehículo con prisa y le dio la dirección que Yeonjun le había enviado minutos antes.

Cuando llegó, se encontró en un barrio promedio, frente a una casa con un garaje del que salían risas y sonidos aleatorios, como el estruendo de algo metálico cayendo. Soobin respiró hondo, se alisó el uniforme con las manos y tocó la puerta.

Una mujer de mediana edad abrió, con una sonrisa tan cálida que lo tomó por sorpresa.

—Oh, ¿eres el amigo que estaban esperando? ¿Choi Soobin? —dijo, su tono lleno de afecto.

—Sí —respondió él, enderezándose instintivamente.

—¿El presidente estudiantil y estudiante de honor?

Soobin asintió con timidez.

—Kai me ha hablado mucho de ti —continuó la mujer, dejando escapar una risa suave. —Dice que eres un Hyung ejemplar. Por favor, cuida de mi hijo en la escuela, te lo pido de corazón.

Soobin asintió, aunque las palabras lo dejaron confundido. ¿Kai hablaba de él? Apenas si habían intercambiado unas cuantas palabras.

—Puedes pasar, están en el garaje.

Entró y siguió el sonido de las risas. Al llegar al garaje, los vio.

Taehyun estaba siendo abrazado por Beomgyu, ambos riendo a carcajadas mientras se balanceaban torpemente como si fueran niños. Pero el ambiente se tensó de golpe cuando él rubio lo vió. Sus ojos se abrieron como platos y, con un movimiento brusco, empujó a Beomgyu lejos de él, quien tropezó hacia atrás y se sobó el pecho con una mueca de dolor.

—¿Primo? ¿Q-Qué haces aquí? —preguntó TaeTae, tratando de recuperar la compostura.

El novio lo miró perplejo, luego a Taehyun, y finalmente a Soobin, con una mezcla de molestia y desconcierto.

—Fui yo. Fue mi culpa —dijo Yeonjun, levantando la mano en señal de rendición.

El bajista entrecerró los ojos, furioso. —¿Por qué lo hiciste? —le espetó entre dientes.

Soobin observó a los tres, sintiendo que había irrumpido en algo que no comprendía del todo. Pero no puede permitirse dejarlo pasar, no cuando sabe que su pequeño primo estaba con ellos sin supervisión. Cruzó los brazos y suspiró, con la paciencia al límite.

—¿Alguien quiere explicarme qué está pasando aquí? —preguntó, su tono firme pero contenido.

—No es lo que parece, hyung… ellos querían practicar y yo vine para ayudarlos—Taehyun titubea, buscando una excusa.

Beomgyu, interrumpe con un tono sarcástico: —¿De verdad necesitamos permiso para practicar ahora? ¿O solo estás aquí porque crees que puedes controlar todo lo que Tae hace?

—Beom, no empieces —murmura Yeonjun, lanzándole una mirada de advertencia. Es mejor no meterse mucho con Choi, sigue siendo el Presidente Estudiantil.

Soobin lo ignora y centra su atención en Taehyun. Su primo siempre ha sido más reservado, pero ahora parece especialmente nervioso.
—Tae, ¿qué te dije sobre salir sin avisar? Si algo te pasa…

El menor baja la mirada, sintiéndose atrapado. —Lo siento, hyung. No quería causar problemas —susurró apenado.

—No es su culpa —interviene Yeonjun, dando un paso adelante —Yo le dije que viniera. Pensé que sería bueno que se relaje un poco.

Soobin lo mira, evaluándolo con una mezcla de incredulidad y reproche.
—¿Relajarse? ¿En un lugar como este? Él no tiene nada que ver contigo y no tienes porque meterlo en estas cosas.

No sabe exactamente lo que le molesta más. Que Taehyun este rodeado de lunáticos dejándose influenciar. Haberlo visto todo empalagoso con Beomgyu haciéndolo imaginar que a solas deben hacer cosas impensables e impuras. O que si pequeño y adorable primo que siempre viste ropas lindas y dulces, se encuentren vistiendo un simple oversize negro con algún estampado de un horroroso anime. No es clase, no es gusto, ese no es él Taehyun que conoce y se está desviando mucho más de lo que se hubiese imaginado.

—¿Y qué? ¿Acaso eres su madre? Solo eres su primo, no es tu responsabilidad —Beomgyu se cruza de brazos, su expresión desafiante.

Soobin lo encara por primera vez desde que llegó. Su voz es firme, pero no agresiva: —No es mi responsabilidad, pero sí mi obligación preocuparme por mi primo.

—No es tu responsabilidad ni tu obligación meterte en la vida de las demás personas solo porque no te parezcan correctas. Tu primo seguirá siendo eso, solo tu primo y nada mas. No tienes derecho a venir a interrumpir nuestro ensayo, mi relación n aunque fueras él Presidente del Pais —esta harto cansado y se nota. —No entiendo porqué todos te ven como un santo. Si solo eres una mierda más del nepotismo.

Eso, definitivamente... Le hirió.

—Ya basta, Beomgyu —La voz de Yeonjun es más seria ahora, con un borde de irritación. —No estás ayudando.

El ambiente se vuelve más tenso. Taehyun da un paso atrás, como si quisiera desaparecer, mientras Soobin cierra los ojos por un momento para calmarse. Finalmente, suspira y mira a su primo.

—Tae, vamos. Te llevo a casa.

Beomgyu abre la boca para intervenir pero algo en la mirada de Yeonjun lo detiene. Frustrado, sacude la cabeza y se da media vuelta, alejándose unos pasos. Buscando relajarse porque si cree que seguirá, posiblemente termine dándole un puñetazo al Ken Coreano.

—Gracias por cuidar de él, pero esto no puede volver a pasar —ante todo sus buenos modales salen a flote.

Yeonjun asiente, aunque no parece del todo convencido. —Lo entiendo. Pero, Soobin, a veces necesitas soltar un poco el control. No todo es tan grave como parece —lleva más de diez años estudiando junto al azabache, exactamente 12 años. Y hay algo que sabe perfectamente de él, y es que por las malas no servirá nada, mientras seas amable y expliques tu punto de forma pacífica, siempre te escuchará y pensará en tu opinión. Así es como funciona el Presidente Estudiantil.

Soobin quien ya había tomado la muñeca de su primo, se detuvo ante sus palabras —Hay muchas formas de diversión que no requieren escaparse o perderse y terminar preocupando a otros.

—Pero como a nadie le importa la felicidad de unos completos perdedores, ¿Que tenemos que perder? A fin de cuentas, todos estamos aquí detrás de las espaldas de nuestros padres, inclusive tu. Porque todos tenemos algo que ocultar, inclusive tu —la forma en que remarcó la última palabra le causo un temblor en su columna vertebral. —No es como si estuvieran haciendo algo peligroso. Es solo una práctica de unos jóvenes sin futuro que necesitan un oído musical profesional. ¿Ni siquiera puedes permitirnos esto? ¿Una oportunidad de sonar más que una banda caótica sin dirección?

Buenos argumentos. Soobin adora los buenos argumentos y le hacen pensar y replantear la situación. Lo piensa más de lo debido.

—Porque no es seguro —replicó Soobin, firme. —Y ninguno de ustedes es responsable. Si algo le pasa, ¿qué le diré a su madre?

—Entonces quédate aquí y cuidanos a todos, no hay ser más responsable que tú, ¿Eh? —ladeo una sonrisa divertida buscando aligerar el ambiente tenso y conseguir un balance. Se siente culpable por haber arruinado la práctica amena con sus compañeros pero desde que vio a TaeTae entrar por él umbral de la puerta de la mano de Beomgyu no pudo evitar preocuparse. ¿Cómo se escapó? ¿Nadie lo descubrió? ¿Lo van a atrapar?

Recordó a Soobin y supo que si se daba cuenta de su desaparición, le señalará como él primer culpable ¡Y adiós universidad!

Esto lo hizo por un buen común. Para cumplir su promesa con Soobin. Para que el pequeño TaeTae no estuviera solo y desprotegido. Y para que Beomgyu no sintiera la carga solo se cuidar a su adorable novio. Además, con Soobin, Tae no estaría tan cerca de...

El punto es que, es un ganar-ganar para todos, ¿No?

Soobin lo miró confundido.
—¿Qué?

—Quédate y mira. Mira lo que hacemos aquí. No estamos metiéndonos en problemas, no estamos poniendo en peligro a nadie. Solo estamos practicando para algo que nos importa.

—No estoy de acuerdo —Niki fue el primero en interponerse.

Sunoo lo codea —Junnie está intentando salvar nuestra practica, no ayudas así —le susurro entre dientes.

Soobin pareció vacilar y aquello fue suficiente para sacar una sonrisa en el atractivo rostro del pelirosa.

—Dado que te gusta tener todo en orden y cuidar de tu familia. Esto es lo mejor para todos. Si estás aquí, nadie va a hacer nada fuera de lugar. Así que quédate.

«Astuta jugada»

Y aunque Soobin supiera que el otro Choi lo estaba guiando a sus propios beneficios personales, no dijo que no. Asintió para sorpresa de todos.

—De acuerdo. Pero solo esta vez.

El ambiente en el garaje cambió de inmediato. Taehyun, que había estado observando todo con nerviosismo, dejó escapar un suspiro de alivio. Beomgyu murmuró algo en voz baja que hizo reír a Yeonjun, mientras éste último se acercaba a Soobin.

—Vas a ver, no es tan malo como crees.

—Eso espero —respondió, todavía receloso, pero algo en la sonrisa relajada del rebelde hizo que se sintiera menos tenso.

Se sentó en una de las sillas apiladas en una esquina, cruzando los brazos mientras los demás ajustaban sus instrumentos. Sus ojos observaban todo con atención, no por curiosidad genuina, sino por mantener su mente ocupada. Vio a Yeonjun intentar soltar una broma dirigida al tal Gyu, que curiosamente comparte su mismo apellido. Pareció un intento torpe de aliviar la tensión entre ellos, aunque funcionó a medias; Ese Choi apenas esbozó una sonrisa.

Mientras tanto, Soobin analizó a cada integrante en silencio, con su primo pegado a su lado como si fueran siameses. Notó cómo Niki acariciaba su batería, a la que había bautizado "Pato", un nombre que le arrancó un arqueo de ceja. Sunoo, con una evidente devoción por los detalles, había adornado su sintonizador con un lazo rosa diminuto, dándole un toque personal. Lo más curioso, sin embargo, fue darse cuenta de que las mechas rubias de Gyu eran extensiones, un descubrimiento que le arrancó un resoplido discreto. Aunque debió de haberlo pensado antes, ya que en la escuela no veía los mechones rubios.

Sin embargo, lo que realmente lo descolocó fue el pelirosa. Yeonjun, con una confianza casi descarada, ajustó su camisa y la enrolló ligeramente, dejando al descubierto una cintura delgada y trabajada. Las líneas de su cuerpo se dibujaban con facilidad, desde las caderas hasta las largas y esbeltas piernas que parecían extenderse interminablemente. Soobin sintió un escalofrío inexplicable recorriendo su columna.

Sacudió la cabeza rápidamente, como si intentara despejar sus pensamientos. ¿Por qué esta mirando tanto? ¿Por qué se fija en su cuerpo?

No lo entiende, o más bien, no lo quiere entender.

La práctica comenzó con una energía inesperada. Los primeros acordes resonaron por el garaje, vibrando en las paredes y en el pecho de los presentes. Soobin observó en silencio, intentando no dejarse impresionar, mientras el grupo se movía en sincronía. Era evidente que habían ensayado muchas veces antes: Niki marcaba el ritmo con precisión en su batería, Kai acompañaba con suavidad en el teclado, y Gyu, aunque distraído por momentos, no perdió el compás en el bajo.

Yeonjun, por su parte, estaba completamente en su elemento. La guitarra se convirtió en una extensión de su cuerpo, y su voz, aunque no perfecta, tenía una calidad natural que atrapaba la atención de cualquiera. Soobin se sorprendió a sí mismo observándolo con más intensidad de la que quería admitir, sus dedos moviéndose con agilidad por las cuerdas, su expresión completamente inmersa en la música.



I′m yours, you're mine
Nos prometimos las eternidad fue como magia
Nuestra chispa floreció bajo la luz de las estrellas
Now see them burn in fire
Ahora la vemos arder en fuego
En ruinas, nuestros recuerdos se concurrieron en cenizas





Algo lo tenía inquieto. Sus ojos, casi por voluntad propia, no podían apartarse de Yeonjun. Al principio pensó que solo estaba analizando su desempeño como líder de la banda, pero no era eso. Había algo más.

Había algo hipnótico en la manera en que él Vocalista se movía al compás de la música, como si estuviera en perfecta sincronía con las notas. Soobin no pudo evitar notar que el pelirosa parecía diferente, más vivo, más radiante. Fue entonces cuando lo vio: esa mirada especial, ese brillo único que había percibido la última vez que lo había visto cantar en el bar. En ese momento no le había dado importancia, pero ahora, bajo la tenue luz del garaje, todo se volvió claro.

Yeonjun no solo estaba tocando; estaba mirando. Y no a cualquier persona, sino a Taehyun.

Tembló de solo pensarlo.

Intentó apartar la vista, distraerse con cualquier otra cosa, pero algo dentro de él le pedía seguir observando. Por puro instinto, desvió la mirada hacia su primo. Lo encontró mirando de manera furtiva a Beomgyu, el guitarrista, quien, para su sorpresa, le devolvía la mirada con una intensidad casi palpable. Ambos se sonreían de forma discreta, como si él simple hecho de mirarse fuese suficiente para comunicarse con el otro.


¿Así de profundo es su amor y entendimiento?

Soobin se recargó contra el respaldo de la silla, cruzando los brazos.

¿El guitarrista y el bajista no le quitan los ojos de encima a cierto rubiecito?



La incomodidad creció en su pecho, especialmente con Yeonjun. No puede evitar sentir que hay algo que no esta entendiendo del todo, pero tampoco puede sacudirse la sensación de que hay algo más grande detrás de las miradas cruzadas y los gestos apenas perceptibles.

Tal vez solo estoy exagerando, se dijo, intentando convencerse a sí mismo. Pero el malestar no desapareció.

Cuando terminaron la primera canción, el grupo se giró hacia él, con Yeonjun liderando la mirada inquisitiva.

—¿Y bien, Principito? —preguntó, con una mezcla de desafío y expectación.

Se mantuvo en silencio por algunos segundos —Pasable.

Soltó una carcajada como respuesta.

—Algo es algo —encogiéndose de hombros, retomó su guitarra y dió la señal para continuar.

En uno de los descansos, pidió la dirección del baño y fue. Mientras regresaba por el estrecho pasillo escuchó una conversación en la cocina.

—Kai, por favor, trata bien a Soobin. No lo incomodes, ¿sí? Es un chico educado, seguramente no está acostumbrado a una casa tan pequeña y humilde como la nuestra. Sé amable con él, ofrécele algo, aprende de su buen comportamiento.

Soobin se detuvo en seco, sorprendido. No podía permitir que ella pensara eso. Caminó hacia la cocina con pasos decididos, pero manteniendo su expresión amable.

—Disculpe que interrumpa, señora —dijo con cortesía, inclinando la cabeza ligeramente. —Pero quiero decirle que esta casa es perfecta así como está. Es acogedora y llena de calidez. Dios la bendiga por crear un hogar tan bonito.

La mujer levantó la vista, sorprendida pero conmovida por sus palabras.
—Oh, Soobin, qué dulce eres. Muchas gracias. Me haces sentir muy orgullosa.

Aunque la madre de Kai parecía enternecida, era Soobin quien estaba completamente apenado, moviendo nerviosamente sus manos detrás de su espalda.

Miró al joven mestizo quien sostiene una bandeja con vasos llenos de jugo de naranja, parece apenado, y volvió la vista a la señora —Prometo cuidar de Kai como si fuera mi propio hermano menor, señora. Usted no tiene que preocuparse.

El menor lo miró boquiabierto antes de que un ligero sonrojo coloreara sus mejillas. Sonrió con dulzura, bajando la mirada mientras murmuraba un bajo —Gracias.

Ella le sonrió amable —Mi hijo es un buen chico, dulce y amable, pero un poco torpe a veces. Sigue las mismas pasiones que tenía su padre… solo que esta vez no como hobbie, sino como un verdadero sueño de vida.

Soobin ladeó la cabeza, intrigado.
—¿Es el piano su sueño?

Kai asintió tímidamente —Sí, me gusta mucho la música. Aunque… supongo que podría parecer algo tonto.

—La música no es tonta, Kai. Es una de las formas más puras de expresión. No importa si tocas el piano, cantas o compones, lo importante es cómo lo utilizas y lo que significa para ti.

La sonrisa que le dirigió a Soobin era pequeña, pero sincera, como si esas palabras le hubieran dado un pequeño empujón que necesitaba.

—Dejame te ayudo —tomo la bandeja de las manos del menor, sintiendo como tembló ante su contacto. Pensó en lo lindo y adorable que es el joven siendo tímido. Es él más decente de la banda y viene de buena familia. Necesita guiarlo y orientarlo para que tenga el buen futuro que se merece. —Vamos.

No sabía que al estar atento a otros, alguien detrás suyo le miraba, ciertas notas de piano eran dedicadas a él desde el lugar más remoto y oculto.

Pobre pequeño angelito que alguna vez soñó en llegar a él.

















Para su suerte, sus padres no estuvieron en casa en todo el día. Ni los vio por la mañana, ni hubo preguntas incómodas sobre dónde había estado. Nadie cuestionó su ausencia en las clases particulares. Nadie lo hizo mentir, porque mentir no es de Dios, y eso le daba un alivio fugaz. Sin embargo, aunque estaba a salvo por ahora, no lograba relajarse por completo.

A la mañana siguiente, mientras sostenía su bandeja de desayuno, vio a Taehyun a lo lejos. El rubio caminaba con calma, su propia bandeja en manos, pero en lugar de quedarse en la cafetería, salió por la puerta principal. ¿A dónde va ahora? pensó Soobin, observándolo en silencio.

Sabía exactamente a dónde se dirigía, y sabía aún mejor que no sería bienvenido en ese lugar. Pero, a pesar de todo, algo lo impulsó a seguirlo. Quizá era curiosidad, quizá algo más profundo. No lo entendía, pero ahí estaba, siguiendo los pasos de Taehyun, incluso cuando sabía que no le gustaba ese lugar en lo absoluto.

Taehyun se detuvo frente a la puerta del salón de música. Cerró los ojos por un momento, como si estuviera recargando energías, tomando largas bocanadas de aire. Se veía como alguien que estaba preparándose para enfrentar algo que no quería enfrentar.

—¿Qué haces? —La voz de Soobin rompió el silencio.

Taehyun dio un respingo, alarmado. Giró hacia él, claramente sorprendido.

—¿Qué haces aquí?

—Te vi venir solo y me preocupé —respondió, manteniendo un tono suave, casi neutral, sin revelar del todo sus verdaderas intenciones.

—Voy a desayunar con los chicos. Si quieres, puedes volver a la cafetería.

—Voy contigo.

El rubio pareció dudar por un instante, pero al final asintió. Dio dos toques a la puerta y abrió la puerta.

Al entrar al salón, algunas miradas se clavaron en ellos. Los rostros reflejaron sorpresa, e incluso cierta incomodidad. Es la primera vez que él Presidente Estudiantil entra a su guarida. ¿Por qué?

Yeonjun quien metió un gran bocado de arroz a la boca cuestionó en un tono juguetón. —¿Ya me extrañaste? Apenas nos vimos en el salón hace cinco minutos.

Beomgyu, sentado a su lado, tensó los hombros pero permaneció en silencio. Mientras tanto, Kai sonrió ampliamente, levantándose con entusiasmo para saludarlo.

—¡Hyung! —exclamó el menor, haciendo una leve reverencia antes de acercarse a él —¡Qué bueno verlo por aquí!

Soobin apenas le devolvió la sonrisa, su mirada recorriendo el lugar. Es extraño estar de nuevo ahí.

El pasillo completo es el Área de Música, hay distintos salones con todo tipo de instrumentos, en las tardes se abarrotan de estudiantes pero este salón en específico, es él más alejado de todos y hacía mucho tiempo que no ponía un pie en él, tal vez solo una vez en su vida. La mayoría de los instrumentos estan apilados en las esquinas, todos rotos o con algún defecto, cajas y objetos que no se utilizan. Prácticamente es un almacén y ellos lo usan como su escondite, su escape a la realidad.

—Buenas tardes, solo vengo a comer.

Sin decir nada más, se unió a ellos. Los chicos habían unido varios pupitres para improvisar una mesa larga, y Soobin se acomodó entre ellos, su bandeja frente a él.

Beomgyu decidió ignorar al Presidente Estudiantil que parece haber venido en son de paz, estiró sus palillos al plato de Taehyun con costumbre y empezó a quitarle las cebollas que tanto odiaba el rubio, comiéndoselas con tranquilidad. Y a la par, le pasa un par de trozos de carne extra de su propio plato sin quejarse, algo que no pasó desapercibido para Soobin, aunque no comentó nada. Solo lo observó con disimulo, sintiendo que esa cercanía entre ellos tenía algo… especial.

TaeTae usualmente no come mucha carne. Su dieta no se lo permite. Entonces ¿Por qué Beomgyu está arruinando su orden?

—¿Entonces terminaste metiéndote como parte del equipo de organización? —Yeonjun cuestionó en tono burlesco mientras se recuesta ligeramente en su silla.

Beom asintió sin mucho ánimo —Solo por la nota, dan puntos extras. Estúpidas matemáticas.

Kai lo codeo, están en frente de Soobin, no debería decir algo así.

—No está bien, soy creyente de la libertad de expresión y de los diferentes tipos de inteligencia. No a todos se nos da bien las matemáticas —explicó y sabiendo que debe socializar, se atrevió a preguntar —¿Ustedes se metieron en alguna actividad?

—Decidí meterme en Fútbol —comentó el joven pelirosa. Y eso es algo que le parece curioso al Presidente Estudiantil, porque según lo obvio, es que un hombre Homosexual debería ser delicado y femenino todo el tiempo, yendo más por el lado de artes y belleza. Pero Yeonjun como siempre, rompe con cualquier lógica, es tan audaz, altanero, delicado y fuerte a la vez. Artístico y luchador. Suave y duro.

Es extraño.

—Lo sé.

Sabe absolutamente todo de Yeonjun, o al menos lo suficiente como para no tratarlo como a un completo extraño.

El pelirosa parpadeó, sorprendido. —¿Cómo lo sabes? Apenas me inscribí esta mañana.

—Soy el Presidente Estudiantil.

Yeonjun lo miró con sospecha, pero decidió no insistir.

—Kai también estará en la orquesta —añadió Taehyun con una sonrisa, desviando la atención hacia el menor. —Él tocará el piano.

—Es verdad —dijo Kai, emocionado. —Aunque no seré como usted, Hyung. Se llevará toda la atención como el centro.

—¿Qué dices? Todos vamos a brillar juntos.

—¿Se ven en las prácticas? —ante la cuestión de Soo, asienten.

—Kai es fijo en la orquesta de la escuela, yo soy el que va y viene —comentó TaeTae con una sonrisa que no mostró los dientes.

—Porque es muy talentoso, está en Orquestas Nacionales. No sé puede comparar a los aficionados como yo de la escuela —ahora es el menor quien habló, parece orgulloso y feliz por lo que ha logrado el rubio, aún cuando él mismo no ha logrado nada.

—¿Por qué siempre dejas las papas al final? —de pronto preguntó Yeonjun con un tono burlón mientras, sin permiso alguno, toma un puñado de ellas.

—¡Déjalas, son mías! —protestó Kai como un niño pequeño, tratando de proteger su plato. Siempre deja lo mejor para el final.

Yeonjun, riendo, no solo se las robó, sino que aprovechó para enrollar su brazo en el cuello del menor y  revolverle el cabello con maldad y diversión.

—¡Hyung, para! —se quejó Kai, forcejeando.

—Mi bebé está avergonzado —canturreó Yeonjun al soltarlo, jalándole las mejillas con exageración antes de darle un beso en una de ellas.

—¡Hyung! —Kai se cubrió la cara, completamente rojo, mientras los demás ríen.

Soobin, sin embargo, no lo encontró gracioso. Hay algo en la forma en que Yeonjun se comportó con Kai que le incomodó, aunque no logró identificar porqué. Oh, si ya lo entiendo. Su manera de toquetearle y besarle sin permiso. Es una falta de respeto.

Mantuvo la expresión neutral mientras saca su celular discretamente debajo de la mesa. Con dedos ágiles, escribió un mensaje:





Compórtate, el comportamiento
es clave para tener buenas notas.
Recuerda que esta tarde toca
reunirnos a las cuatro.

Si no vienes, no te lo perdonaré.






Envió el mensaje y esperó. No pasó mucho tiempo antes de que Yeonjun revisara su teléfono. Cuando lo leyó, levantó la mirada, y sus ojos se encontraron en un instante. Una chispa de entendimiento pasó entre ellos, rápida y silenciosa. Nadie en la mesa se dio cuenta.

El pelirosa bajó su celular entre las piernas y respondió:




Lo sé, lo sé. Perdona a
los pobres. No faltaré🙏


Soobin leyó el mensaje en silencio y guardó su teléfono. Esbozó una pequeña sonrisa minúscula. Le gusta más el Yeonjun obediente a el que el rebelde. Que le haga caso a lo que le diga.

Kai se tuvo que levantar de la mesa con prisa, disculpándose porque tenía que cambiarse para la clase de educación física. Beomgyu, por su parte, anunció que iba al baño y se despidió momentáneamente con una mueca cansada. Quedaron solo tres: Taehyun, Soobin y Yeonjun.

El ambiente se tornó más tranquilo sin los demás. Y lo que más llamo la atención de Soobin fue ver de inmediato la actitud extraña del pelirosa.

—TaeTae, ¿quieres más jugo? —preguntó Yeonjun con un tono sorprendentemente suave y bajo. Usualmente es gritón, chilla al hablar y se burla cada dos tres.

Taehyun negó con la cabeza, pero antes de que pudiera responder, Yeonjun ya había tomado el vaso vacío del rubio y se levantaba para rellenarlo de la botella que aún queda.

—No tienes que hacerlo, podía haberlo hecho yo —dijo Taehyun, algo apenado.

—Tranquilo, no es nada —respondió con una sonrisa cálida mientras regresaba con el vaso lleno.


«¿Desde cuándo es tan servicial?»

Incluso era un problema cuando le ordenaba recoger las tareas, por ello ya dejo de pedírselo.

—Gracias —dijo Taehyun con una sonrisa pequeña.

Yeonjun se sentó de nuevo, pero no quito los ojos de su primo, como si el no existiese en ese instante. Tsk... que molesto.

—Ya quiero verte tocar, llevas tiempo sin hacerlo en la escuela —comentó el joven pelirosa, deseoso.

Tae se apenó ligeramente —Me esforzaré para cumplir las espectativas. —No es el único, muchos están ansiosos de verle. Por ello, debe prepararse muy bien y dedicadamente.

—Con que lo hagas de corazón, es suficiente. Con eso ya cumples mis expectativas —dijo Yeonjun con honestidad, queriendo aligerar la presión que sabe que el rubio debe estar sintiendo. Quiere ayudarle, brindarle un respiro aunque sea por un segundo.

Y el lado donde Yeonjun se preocupa y consuela a las personas, es un lado que Soobin no conocía de él. Tal vez, aún siguen siendo unos completos extraños en muchas cosas.

Carraspeó ligeramente, tratando de ocultar su incomodidad.

—Qué considerado eres con mi primo —comentó con un tono neutro, aunque sin darse cuenta, sonó un poco receloso.

Jun lo miró y ladeó la cabeza —Claro, a un ángel se le trata como lo es.

La respuesta fue directa, pero no satisfizo a Soobin. No pudo evitar notar la diferencia en el trato. Mientras con él, siempre estaba buscando sacarlo de quicio con comentarios sarcásticos y un descaro irritante, con Taehyun es distinto. Es atento, cuidadoso, como si temiera incomodarlo o herirlo.

¿Qué es esto tan agrio que está empezando a sentir en su pecho?












¿Soobin empezará a sentir cosas por el rebelde de la clase por fin?
¿Será capaz de admitirlo antes de que sea tarde?
¿Yeonjun que siente?
¿Le corresponderá?
¿Aquí hay más de un triángulo?🧐









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