Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

✧ 09 ✧

Yeonjun terminó de ordenar los balones en la canasta y lanzó un suspiro de alivio. El gimnasio estaba casi vacío, con solo unos pocos estudiantes aún deambulando por las instalaciones. Se apartó del lugar y comenzó a cruzar cerca de la piscina, pensando que sería un camino más corto para salir. Aún tenía un poco de tiempo antes de la próxima clase y planeaba disfrutar de unos minutos de tranquilidad.

No había avanzado mucho cuando escuchó risas burlonas detrás de él. Antes de poder girarse para ver de quién se trataba, una mano lo empujó con fuerza por la espalda. Tropezó, pero logró mantener el equilibrio justo en el borde de la piscina.

—¡Ey! ¿Qué estás haciendo? —exclamó, volteando la cabeza rápidamente. Frente a él estaba el grupito con caras burlescas.

—¿Qué pasa, Yeonjun? ¿Estás nervioso? —se mofó Heesung, acercándose un paso más.

El pelirosa apretó los puños, sus ojos oscilando entre miedo y desafío. Sabe que no debe mostrarse débil, pero es difícil cuando su corazón late tan rápido que sentía que se le saldría del pecho.

—Déjenme en paz —dijo, tratando de mantener la voz firme.

Pero su tono solo pareció alentar más al grupo. Jay dio un paso al frente, fingiendo una expresión de preocupación exagerada. —¡Oh, no! ¿Acaso te molesta nuestra compañía? —dijo, provocando una risotada general.

Yeonjun dio un paso atrás, sintiendo el borde de la piscina bajo sus pies. "Maldición", pensó, "no puedo dejar que me acorralen aquí". Con un impulso rápido, empujó a Wooyoung y a Sunghoon, apartándolos lo suficiente como para salir corriendo a lo largo del borde de la piscina.

Corrió con todas sus fuerzas, pero la tensión del momento y el miedo lo hicieron torpe. Podía oír los pasos de Heeseung detrás de él, cada vez más cercanos. Giró la cabeza solo para ver una mano lanzarse hacia él. Antes de poder reaccionar, sintió el fuerte golpe de él en su espalda, y su cuerpo voló hacia adelante.

El tiempo pareció detenerse. Yeonjun sintió cómo su pie resbalaba en el borde mojado, y luego, todo se volvió borroso. El agua fría lo envolvió de inmediato, cerrándose sobre su cabeza. Entró en pánico al instante. No sabe nadar. El agua llenó sus oídos, ahogando todos los sonidos. Su cuerpo se hundía más y más mientras, trataba frenéticamente de salir a la superficie, pero sus movimientos solo lo arrastraban hacia abajo.

—Ash... No parece saber nadar, anda tu Sunghoon, dale el privilegio —Jay empujó al mencionado, quien mostró una mueca de desagrado.

—Heesung fue el que lo empujó, que vaya el.

—El solito se cayó, no fue mi culpa —se hizo el desentendido. —Wooyoung, ve tu.

—¿Yo? —se señaló a si mismo con perplejidad —No se nadar, ustedes saben nadar. Tu querías darle el susto, sácalo de ahí ya.

Jay se encogió de hombros, como si estuviera asumiendo que no era su problema. Nadie se movió. Y cuando vieron que el pelirosa parecía hundirse cada vez más, fue cuando la situación se volvió peligrosa.

—¡Hagan algo ya, se va a morir si sigue así! —se quejó, dando un paso adelante, pero antes de que pudiera saltar, Sunghoon lo agarró por los brazos con brusquedad.

—¿Te quieres morir o es que quieres verte como un completo estúpido? —gruñó.

—¡Entonces ve tu a sacarlo! —Wooyoung forcejeó, sus ojos fijos en el agua donde las burbujas comenzaban a salir de la superficie, el único signo de la lucha desesperada del chico.

—No es nuestro problema, él sabrá arreglárselas solo —respondió Jay, tratando de arrastrarlo hacia atrás.

El sonido de una voz se elevó por encima del caos, un grito claro y urgente. —¡Yeonjun!

Todos se giraron para ver al Presidente Estudiantil corriendo hacia la piscina.
Por un breve momento, todos quedaron en silencio, observando a Soobin, que subía del agua.

—Maldición, nos jodió ese maldito de mierda —se quejo Heesung. Dió la espalda y se fue.

El cuarteto, sin saber qué hacer y temiendo las consecuencias, huyó rápidamente de la escena.








La oficina del director esta impregnada de tensión. El sonido del reloj de pared marca los segundos con una insistencia irritante, y la luz del atardecer se filtra a través de las persianas, proyectando sombras alargadas sobre los rostros de los presentes. En el centro de la habitación, Yeonjun, como el principal victimario con un silencio incomodo. Juega con los anillos de sus dedos un tanto ansioso. No es la primera vez que visita el despacho del Director, pero si es la primera vez que lo hace como una víctima y le creen.

A su lado, Soobin permanece firme, como su representante legal llevando unos papeles hacia el escritorio. Muy preparado y meticuloso. Se tomó muy en serio su tarea como Presidente Estudiantil, aunque ¿Cuándo no? Para seguir las reglas es un experto.

Hay cuatro estudiantes más: Wooyoung, Heeseung, Jay y Sunghoon. Y por último, la coordinadora Lee, una mujer de expresión seria y gafas redondas, observando con desaprobación parada junto al director, quien mantiene las manos entrelazadas sobre el escritorio y una mirada severa a los abusadores.

—Entonces… así es como ocurrió todo —terminó de relatar Yeonjun, su voz sonando un poco más segura ahora que había terminado de contar los detalles. Aunque todavía podía sentir la adrenalina corriendo por sus venas, estaba decidido a no mostrar miedo.

El director asintió lentamente, procesando la información, pero antes de que pudiera hablar, Wooyoung intervino, su rostro pálido y sus manos temblorosas. —Señor, esto no fue tan malo como parece —dijo con prisa, tratando de sonar convincente. —No era nuestra intención que Yeonjun cayera al agua. Todo se resolvió, ¿verdad? Nadie resultó herido al final.

—¿Resuelto? —replicó, su tono cargado de incredulidad y enfado —¿Llamas a esto “resuelto”? Empujar a un compañero que no sabe nadar, dejándolo en una situación potencialmente mortal, no es algo que simplemente se pueda minimizar con esas palabras.

Heeseung, al notar que la situación se complicó, alzó la voz. —Señor director, fue un accidente, nada más. Nadie quería que esto se saliera de control.

—Accidente o no, esto es una grave falta de comportamiento —respondió alto mientras a su vez, golpeó la madera. —Me preocupa su falta de responsabilidad y razonamiento.

Yeonjun quedó sorprendido, es la primera vez que es defendido por el Director en contra de sus abusadores, siempre ha sido mal tratado, señalado y culpado como el causante de todo aunque no fuese su culpa.

Es gracias a Soobin que está siendo tratado como un ser humano, porque si el Presidente Estudiantil no hubiese querido meterse, lo culparían a él solo de resbalarse del agua. Aunque es más, nadie lo hubiera sacado de la piscina y habría muerto trágicamente ahogado.

—Señor, nosotros… —comenzó Jay, pero el director lo interrumpió con un gesto.

—No quiero escuchar más excusas. Su comportamiento fue inaceptable —sentenció.

Soobin, hasta entonces observando en silencio, avanzó un paso, sacando una nota arrugada de su bolsillo. —Director, antes de que decida algo, creo que debería ver esto —dijo, extendiendo el papel hacia él.

El mayor lo tomó, desplegándolo con manos firmes. Su mirada recorrió rápidamente las palabras escritas, y su expresión se transformó en un segundo, pasando de la irritación a una furia controlada. —¿Quién escribió esto? —exigió, alzando la voz con una autoridad que hizo temblar los vidrios de la ventana.

Wooyoung retrocedió un paso, sus ojos muy abiertos, pero no dejó de intentar defenderse. —¡Yo no lo hice! —exclamó desesperado. —¡Yo no soy tan estúpido como para escribir algo así!

El director lo observó con ojos duros, luego miró a los otros tres chicos, esperando una respuesta, pero ninguno de ellos habló. Heeseung bajó la mirada, Jay simplemente se encogió de hombros y Sunghoon negó con simpleza.

—Muy bien, si ninguno de ustedes va a hablar, asumiré que todos son responsables —se dirigió hacia la coordinadora —Quedan suspendidos durante un mes, empieza con el papeleo. También harán veinte horas de servicio comunitario.

Un coro de quejas estalló instantáneamente.

—¡Eso es injusto! ¡No se puede castigar a todos por lo que uno solo hizo!

—¡Yo no escribí esa nota! —agregó Woo.

—Pero tampoco estás dispuesto a decirme quién lo hizo —respondió el director, con un aire de determinación. —Así que todos recibirán el mismo castigo.

—¿Veinte horas de servicio comunitario? Quitara horas de estudio y bajara nuestro rendimiento académico estando a último año de preparatoria como Director debería pensar mejor en nuestro futuro —Sunghoon atacó con cautela.

—Haberlo pensado antes, sus decisiones y acciones traen consecuencias. No son unos niños de diez años, pronto serán unos adultos y deben comportarse como tal. Sra Lee, llame a los representantes de estos alumnos, desde hoy se van.

—¡Director, no por favor! —y de pronto, fue Wooyoung quien se acercó al mayor y se arrodilló ante el en forma de súplica —No llame a mi padre, por favor. Él… él no entenderá. Yo lo lamento, de verdad.

—Wooyoung, las consecuencias de tus acciones siempre alcanzan a más personas de las que crees. Esto es algo que deberás aprender. Tu padre será informado, como los padres de todos los aquí presentes.

Pareció a punto de romper en llanto. —¡Por favor, señor! —imploró con desesperación. Tiene miedo, está temblando.

Y aunque debería haberlo disfrutado como víctima, Yeonjun no se sintió satisfecho, sintió algo de pena. Ha oído rumores del padre de aquel rebelde.

Tal vez su corazón es muy noble, en vez de andar sintiendo pena por los demás, debería sentirse así por si mismo.

Cuando se cerró la puerta detrás de ellos, Yeonjun dejó escapar un suspiro profundo. Sintió que una pesada carga se levantaba de sus hombros, y aunque el incidente había sido traumático, al menos ahora había algo de justicia. Giró la cabeza hacia Soobin, a quien le dedicó una sonrisa tranquilizadora.

—Gracias —murmuró, sintiendo que sus palabras apenas eran suficientes para expresar su alivio. Aunque es triste, solo porque una figura mayor se metió es que hubo justicia.

Y es gracioso, porque es como si le estuviera agradeciendo por no haber ignorado.

Soobin asintió. —No tienes que agradecerme. Lo importante es que estás bien, y que esto no vuelva a suceder.










El salón de música era un lugar apartado y casi siempre desierto a esa hora del día, lo que lo convertía en el refugio perfecto para Yeonjun, Kai y Beomgyu. La luz del sol se filtraba por las ventanas, bañando el lugar con un cálido resplandor dorado mientras el sonido de la guitarra eléctrica de Yeonjun llenaba el espacio. La melodía era vibrante, llena de energía, pero con una nota melancólica que resonaba en cada rincón. Beomgyu, con el bajo en sus manos, seguía el ritmo con entusiasmo, y Kai, sentado frente al piano, tocaba con delicadeza, sus dedos deslizándose con destreza sobre las teclas.

Este era su refugio, el único lugar en la escuela donde podían ser ellos mismos sin preocuparse de los rumores, de las burlas, de los desafíos del día a día. Aquí, eran solo tres amigos, unidos por la música y por la comprensión silenciosa que compartían.

Beomgyu alzó la vista, captando la mirada perdida de su amigo, y decidió romper el silencio —Entonces… —comenzó, tratando de sonar casual —¿Qué pasó hoy en la oficina del director? Escuchamos que Soobin te defendió —Kai también miró a Yeonjun, interesado en escuchar su versión de los hechos.

Yeonjun suspiró, bajando la guitarra, dejándola descansar contra su pierna. —No estoy muy seguro de lo que pasa por la cabeza de él —admitió, su voz mostrando una mezcla de confusión y frustración —Ni siquiera le agrado, no lo entiendo ¿Será que sobre pienso la situación?

Kai frunció el ceño, sus manos descansando en las teclas del piano. —Tal vez solo quería ayudar —sugirió, aunque sonaba inseguro. —No todo el mundo tiene malas intenciones.

Beomgyu se inclinó hacia adelante, interesado. —¿Ayudar? ¿Soobin? No es conocido precisamente por ser un buen samaritano, al menos con nosotros. Con Dios es otra historia —comentó, medio en broma, medio en serio y medio molesto, no le agrada mucho.

La conversación se interrumpió bruscamente cuando la puerta del salón se abrió de golpe. Todos giraron sus cabezas al mismo tiempo, sorprendidos, y lo primero que vieron fue una melena rubia familiar. Taehyun, hermoso y con una sonrisa un tanto nerviosa, apareció cargando una bolsa con bebidas. —Hola, chicos… —saludó, tratando de sonar despreocupado.

La cara de Beomgyu se iluminó al ver a Taehyun, sus ojos brillaron con entusiasmo, y estuvo a punto de dar un paso adelante cuando alguien más entró detrás de él. Soobin. Con una bolsa de snacks y papitas en la mano, se detuvo en el umbral, observando con una mirada calmada pero penetrante, como si estuviera analizando cada detalle del lugar y de las personas en él.

El silencio se hizo pesado, incómodo. Los tres amigos se quedaron boquiabiertos, incapaces de disimular su sorpresa. Soobin no era alguien que se mezclara con ellos, ni mucho menos que apareciera en su refugio.

Tae, notando la tensión que crecía en la habitación, intentó romper el hielo. —Eh, chicos… —dijo apresuradamente, levantando una mano como si presentara a Soobin por primera vez. —Este es mi primo, Soobin. Viene en son de paz, ¿vale?

El silencio se mantuvo durante unos instantes que parecieron eternos. Choi se quedó de pie, sin moverse, su expresión serena, pero sus ojos aún evaluan la situación.

Kai fue el primero en reaccionar —Eh… bueno… hola, Hyung… —saludó con cautela, como si no estuviera seguro de cómo proceder.

—Soobin no quiere pelear, confíen en mí —añadió rápidamente. —No vino a causar problemas. De verdad.

—Si tú lo dices, te creo —respondió Gyu, sonriendo con ternura ante la belleza del menor, confiando más en él que en cualquier otra cosa.

Tae avanzó con cautela hacia Yeonjun, quien lo miraba con una mezcla de curiosidad y reserva. Le extendió una de las bebidas. —¿Estás bien? —preguntó suavemente, con una preocupación genuina en su voz.

Asintió, tomando la bebida con una mano temblorosa. —Sí, estoy bien… —dijo, aunque su voz sonó un poco más baja de lo habitual. El rubio sonrió con alivio.

—Me alegra mucho saberlo —continuó Taehyun —Estaba preocupado… realmente. No debería haber llegado a esto —y con dulzura, lo envolvió en un abrazo cálido que dejó sorprendido al pelirosa.

Choi se quedó inmóvil por un momento, sus ojos muy abiertos, sin saber cómo reaccionar. Sintió el calor del abrazo, el latido constante de su corazón, y por un segundo, se permitió bajar la guardia, disfrutando de esa breve muestra de afecto. Luego, se separaron, y Yeonjun bajó la cabeza rápidamente, tratando de ocultar el rubor que comenzaba a aparecer en sus mejillas.

Él pensó que nadie se había dado cuenta de su reacción, pero cuando alzó la vista, se encontró con la mirada aguda de Soobin, quien lo observa con el ceño ligeramente fruncido. No dijo nada, pero había una chispa en sus ojos que no estaba allí antes.

Taehyun, ajeno a ello, distribuyó las bebidas, haciendo un esfuerzo por mantener el ambiente relajado. —Vamos, chicos. Todos estamos aquí para divertirnos, ¿no? —dijo con una sonrisa nerviosa.

Pero aunque las palabras son amables, el silencio incómodo aún pesa en el aire. Kai, que hasta ahora había permanecido callado, dejó escapar una risa incómoda. —Supongo que… podemos intentarlo —dijo, mirando a los demás como buscando una confirmación.

Beomgyu asintió, intentando relajarse. —Sí… Claro.

Soobin finalmente rompió su silencio. —Gracias por aceptar que me quede —dijo con voz calmada, mirando directamente a su compañero en específico —No estoy aquí para causar problemas. Solo quería conocer un poco más de ustedes.

Jun no respondió de inmediato. Se limitó a asentir lentamente, todavía procesando todo lo que esta sucediendo. Hay algo en la presencia de Soobin que lo desconcierta, una mezcla de interés y algo más que no logró descifrar. Pero por ahora, decidió dejarlo pasar, al menos por el bien de su amigo Taehyun.

—Soobin compro las bebidas, tomen una —el rubio, con la dulzura de un ángel, tomó la bolsa y repartio las gaseosas y jugos con sus compañeros.

—Pense que serían más —asumió con confusión el Presidente Estudiantil.

—Niki y Sunoo-Hyung son de otro colegio —contestó el extranjero amable mientras toma un jugo de naranja.

Soobin se quedó con un jugo de fresa, su favorito.

Tae escoje una bebida gaseosa, su favorita, mirándola como si fuese un tesoro, cuando la intenta abrir se le hace difícil a sus delicados y largos dedos delgados. Gyu se acercó y con suavidad coloca su mano encima de la del mayor.

—Dejame abrirlo —le pidió. El rubio esbozó una sonrisa de inmediato y aunque no quisiese soltar el agarre, lo hizo.

Soobin miró estupefacto la escena salida de una novela romántica, casi cree escuchar un ost de kdrama de fondo.

Bufo con molestia y tomó un gran sorbo de su jugo. Desviando la mirada hacia otro lado para no querer verlos, notó a Yeonjun quien se haya sentado en un sofá y parece mirarlos como el, su atención plena y completa está en ellos, la parejita pero su mirada, la forma en que sus ojitos añoran algo es algo que lo confundió.

De pronto, sus miradas se encontraron, y el pelirosa rápidamente la desvió como si se hubiese sentido expuesto.

Es raro, muy raro.















El fin de semana había llegado nuevamente, y con él, la segunda escapada de los chicos buenos. Esta vez, el plan es el mismo: una salida clandestina para adentrarse en el mundo nocturno que había despertado la curiosidad de Taehyun. Sin embargo, los nervios de Soobin siguen tan tortuosos como la primera vez, quizás incluso más.

Habían salido de casa sin levantar sospechas, caminando con calma hasta la esquina donde pidieron un taxi. El conductor, un hombre de mediana edad con una expresión aburrida, no hizo preguntas mientras los llevaba a su destino. Al llegar al cine, Soobin se bajó primero, sintiendo una extraña mezcla de ansiedad y anticipación en el estómago. Tae lo siguió rápidamente, caminando a su lado con pasos ligeros. Atravesaron el callejón oscuro en silencio, el eco de sus pasos resonando en las paredes de ladrillo que los rodeaban.

Choi no podía evitar sentir un nudo en la garganta; la náusea le subía cada vez que se acercaban más al antro. Todo en ese lugar le producía repulsión: las luces parpadeantes, la música estridente que se escucha incluso desde afuera, y el aire cargado de humo y misterio. Se detuvo unos metros antes de la entrada, respirando profundamente, intentando calmar el latido rápido de su corazón.

Tae también se detuvo a su lado, con sus propios problemas —Binnie ¿Crees que estoy lindo? —preguntó de repente, con una mezcla de inseguridad y timidez en su voz.

El mayor parpadeó, sorprendido por la pregunta inesperada. —¿Eh? ¿Qué qué dices? —respondió, todavía intentando concentrarse en controlar sus nervios.

El pequeño sonrió de manera tímida, bajando la mirada. —No sé… Solo quería saber si esta ropa me queda bien —explicó con un tono de voz más bajo. —Siempre me dicen que soy lindo, pero… no estoy seguro. —Se encogió de hombros y añadió, en tono casi de disculpa. —Todo lo que tengo son estas ropas que me hacen ver como… como un muñeco.

Un muñeco de porcelana encerrado por una costosa caja de cristal preciosa que da la apariencia de ser inalcanzable. No es bonito sentirse así.

Bin finalmente miró bien a su primo y analiza su ropa. Viste un suéter de color beige de botones y debajo de éste, una camisa de vestir con un lazo blanco, combinado con unos pantalones cortos que llegan justo por encima de sus rodillas. Sus calcetines de lana y sus zapatillas moccasine  completan el conjunto, y su cabello rubio cae en suaves ondas alrededor de su rostro.

Es la definición de belleza etérea e irreal. Literalmente un muñeco.

—Te ves bien, Tae —dijo Soobin, aún tratando de procesar la pregunta —Realmente eres muy lindo, como siempre —le ofreció una sonrisa sincera. —No te sientas avergonzado. Eso es parte de lo que te hace especial.

Pero aún cuando intentó subirle el ánimo, notó con la sola mirada que su primo no parece muy cómodo. ¿Por qué?

Si Soobin hubiera abierto los ojos antes, se hubiera dado cuenta de la muñeca enfrascada en una caja de cristal gobernada por la creadora a su merced.

—Es que… a veces quisiera verme diferente. Un cambio de look por temporada, ¿Quizás? —bromeó soltando una ligera risa aunque no haya sido un chiste lo que soltó.

Soobin, en contraste, esta muy cómodo y no desea hacer un csmbio. Hoy viste un simple jeans oscuro y un suéter elegante de lana color gris, un estilo old money, con detalles finos que reflejan una estética clásica y sofisticada.

—Lo que importa es que te sientas cómodo. No necesitas cambiar nada de ti para encajar en ningún lado, ni siquiera para buscar agradarle más a esa... —estuvo a punto de decir "gente" pero se aclaro la garganta y lo modifico —... A BomGu.

—Beomgyu —le corrigió.

—Si, ese.

—Gracias —le sonrió sin mostrar los dientes.

—¿Podemos volver ahora?

—Si no hemos entrado, vamos —y enroscando sus brazos por el del más alto se lo llevó al interior.

Fueron recibidos por una ráfaga de música fuerte y luces cegadoras. A su alrededor, la multitud danza, ríe y bebe, sumergidos en el bullicio de la noche.

Soobin sintió que su respiración se aceleró y cuando estuvo a punto de escapar, echó un vistazo rápido a Taehyun, quien sonríe con una fascinación que no recuerda haber visto alguna vez, se detuvo. Respiró y mantuvo la calma, al menos por el bien de su primo. Y así, juntos, se adentraron en el caos del lugar, listos para enfrentar lo que sea que la noche les trajera esta vez.

La banda ya esta en el escenario, las luces parpadeantes bañan a los músicos en colores vibrantes mientras comienzan su actuación. La multitud, eufórica, se mueve al ritmo de la música, pero Soobin permanece alejado, a salvo detrás de la masa de cuerpos agitados, con los brazos cruzados y una expresión seria en su rostro. A su lado, Tae esta sentado, obligado a quedarse junto a él. No quiere que su primo se meta entre la gente como la vez anterior; la cantidad de personas, su energía y bullicio, le producen una ansiedad incontrolable.

Desde su posición, Soobin observa con atención. La diferencia entre él y Taehyun es evidente; mientras su primo suspira de emoción con cada acorde, mirando al escenario como si de un ídolo se tratara, el mantiene su distancia emocional, escrutando a la banda con desdén. Notó como su primo, casi con la emoción de una fangirl, toma fotos con su móvil, enfocando especialmente a Beomgyu, quien aún no le cae bien del todo. Algo en la forma en que su primo mira al bajista le produce una sensación incómoda.

Decidió, por esta vez, prestar atención a la ruidosa música extraña que retumba en los altavoces. Sus oídos se abrieron a las notas y a las letras, sorprendiéndose de que, de algún modo, la melodía no fuera tan insoportable como había anticipado.

La voz de Yeonjun llena el espacio, clara y potente. Hubo algo en la forma en que canta el coro que atrapó su atención.

Aquella eterna promesa fue como magia
Nuestra chispa floreció bajo la luz de las estrellas
Ahora la vemos arder en el fuego
Convertido en ruinas, nuestros recuerdos se vuelven cenizas

Juntos, juntos, woah
Nosotros por siempre, por siempre, lo sabes
La promesa que nos hicimos significaba algo, algo
Pero me das la espalda cuando el fuego está ardiendo

Un castillo de arena desmoronado, ¿quién es el mentiroso?
El fuego baila en el fin del mundo
¿No escuchas mi voz? Te estoy buscando
Una vez más me quedo solo
Sálvame

¿No Puedes Verme?

¿No puedes verme?
Como en aquel mágico día, di: Créeme
Mi corazón está quemándose, ven y siénteme, siénteme
Mis amigos no me entienden, no.




Soobin escucha cada palabra, sintiendo como la voz de Yeonjun, alternando entre el canto suave y el rap intenso, logra capturar la esencia de una angustia profunda que no puede ignorar. Cada nota resuena en su pecho, cada frase lo envuelve en una marea de emociones contradictorias. Y entonces, al observar más de cerca, notó algo que lo hizo sentir aún más extraño.

Choi Yeonjun, al frente del escenario, se mueve con naturalidad y confianza. Lleva un suéter amarillo que es apenas un croptop, dejando su ombligo expuesto y revelando un abdomen trabajado, delgado pero bien definido. Sus jeans, apretados y rasgados, parecen casi pintados sobre su piel, destacando cada línea de su cuerpo esbelto. Su cabello, largo y desordenado, cae en ondas que se balancean con cada movimiento, y aunque parece fuera de lugar, de algún modo se veía muy bien. El maquillaje alrededor de sus ojos realza su mirada, haciendo que sus ojos brillaran con una intensidad única, y los piercings falsos adornan su rostro, dándole un aire rebelde y seductor.

El Presidente Estudiantil sintió una oleada de incomodidad. Había algo en la forma en que Yeonjun se presenta que le causa una tensión desconocida, un calor extraño en su interior que no puede entender del todo. La vista del cantante en ese atuendo, con su actitud despreocupada y ese carisma natural, lo hace sentir… algo que odia. Siempre ha odiado la forma en que Yeonjun consigue hacerle sentir cosas que no quiere sentir.

Es como si cada movimiento del rebelde en el escenario estuviera diseñado para provocarlo, para desafiarlo, para hacerlo sentir pequeño o incómodo. Sus ojos se clavaron en el suéter amarillo corto, en los destellos de los piercings al reflejar las luces, en la postura segura con la que Yeonjun se mueve, completamente a gusto en su piel, en su música, en su caos.

Soobin apretó los labios, sin poder apartar la mirada, pero también sin poder evitar el molesto calor que sube por su cuello. Un calor que sólo Yeonjun es capaz de provocar en él. Y lo odia por eso. Lo odia porque Yeonjun siempre logra que su corazón se acelerara de maneras que nunca ha podido controlar, porque le hace sentir vulnerable, expuesto, confundido.

Se forzó a apartar la vista por un momento, tratando de calmar la inquietud que lo invade pero es imposible.

El estruendo de los aplausos y los gritos finalmente cesó, y Soobin sintió como un peso invisible se alivio en su pecho. Respiró hondo, sus pulmones se llenaron de aire fresco por primera vez en lo que parecieron horas. Sin embargo, el bullicio y las exclamaciones siguen resonando a su alrededor, y  se cubrió los oídos en un intento de amortiguar el caos que lo envolvía. Sentía una presión sorda en las sienes, una sensación de agotamiento que se acumula en la base de su cuello.

Mientras busca un poco de alivio, vio a un mesero que pasa con una bandeja llena de vasos que parecen contener agua. Sin pensarlo, extendió la mano, pidiendo permiso con un breve gesto, manteniendo los modales que siempre le han enseñado. Alzó el vaso a sus labios y bebió rápidamente, con la esperanza de calmar su garganta seca. Pero apenas el líquido tocó su lengua, sintió un sabor amargo y ardiente. Sin poder evitarlo, escupió el trago al instante, su rostro se torció de disgusto.

—¡Eso es alcohol! —exclamó Taehyun alarmado, mientras observa la reacción de Soobin.

El se asqueó, sintiendo cómo el sabor amargo persiste en su boca. Rápidamente tomó unas servilletas de la mesa más cercana y comenzó a secarse la lengua, intentando deshacerse del desagradable regusto que había quedado.

—Vamos a ver a los chicos atrás —sugirió Tae, intentando distraerlo de la incomodidad.

Asintió, aún sintiéndose incómodo, y se dejó guiar por el pasillo. Mientras caminan, sus pensamientos estan enmarañados, intentando comprender porqué había decidido acompañar a su primo a ese lugar en primer lugar. Miró a su alrededor y, al pasar junto a un baño, su mirada se detuvo de golpe. A lo lejos, vio a una figura que le resultó familiar, moviéndose con una confianza que le pareció imprudente. Reconoció de inmediato la cabellera desordenada y la silueta delgada de Yeonjun mientras se desvia hacia otro lado.

Cuando llegaron al camerino, notó de inmediato que todos los miembros de la banda estaban allí, menos el vocalista. Una sensación de inquietud se apoderó de él. No es un buen lugar para que alguien como Yeonjun estuviera caminando solo, especialmente vestido de esa manera provocadora, con tantos hombres desconocidos alrededor. Siente una mezcla de irritación y preocupación que le revuelve el estómago.

Le murmuró a Tae que iba al baño, pero en realidad, se apresuró a buscar a dicho escandaloso. Su mente se llena de recriminaciones. ¿Por qué tiene que ser tan descarado? ¿Por qué siempre anda con esas ropas tan provocadoras? Una ola de frustración lo invadió; no puede entender porqué aquello lo afecta tanto.

Apresuró el paso por el pasillo oscuro, abrió una puerta que lo llevó a un callejón desierto y oscuro. Estuvo a punto de darse la vuelta, pensando que quizá se había equivocado de dirección, cuando escuchó voces ásperas y desafiantes. Una de las voces es claramente de Yeonjun, llena de rabia y desafío.

—¡Yo no tengo nada que ver hijo de puta! —gritó.

—¡Cállate, maldito mocoso!

—¡Tu padre nos debe, debes pagarnos!

Luego, un sonido sordo, el inconfundible ruido de un golpe, y un gemido de dolor que escapó de los labios de Yeonjun. El corazón de Soobin se detuvo por un segundo. Sin pensarlo, se lanzó hacia adelante, guiado por la adrenalina.

Al doblar la esquina, vio a tres hombres vestidos de negro, uno de ellos sujetando al estudiante por el brazo, mientras los otros se ríen entre dientes. El rostro de Yeonjun esta contorsionado en una mueca de dolor y rabia, su respiración agitada, pero sus ojos aún desafian.

Pudo notar de inmediato que ellos no parecían tener el afán de golpearlo, parecía que buscaban quitarle la ropa.

Y sin siquiera pensarlo, los atacó usando sus técnicas impecables de Taekwondo.

Un golpe rápido al plexo solar de uno de ellos lo hizo doblarse, seguido de una patada giratoria que impactó el rostro del segundo, haciéndolo caer al suelo inconsciente. El tercer hombre, sorprendido, apenas tuvo tiempo de reaccionar antes de que Soobin lo inmovilizara con un barrido bajo y una llave de brazo.

Cuando los tres hombres quedaron tirados en el suelo, gimiendo de dolor, se giró hacia Yeonjun. Su cuerpo tiembla ligeramente por la adrenalina y el esfuerzo, pero sus ojos se suavizaron al ver la figura caída del joven, pequeño y desamparado contra la pared, tratando de ocultar las lágrimas que amenazaron con desbordarse.

El pelirosa intenta mantener su orgullo, pero su respiración es errática y su rostro esta marcado por un triste alivio agridulce. Se salvó solo por hoy.

Bin abrió la boca, listo para gritarle, para decirle lo irresponsable que fue al vestirse de esa manera, al ponerse en peligro sin necesidad. Quería reprocharle, insultarlo, descargar toda la confusión y el odio que sentía. Pero cuando vio las lágrimas que Yeonjun luchaba por contener, algo en su interior se quebró. Su corazón tembló con una intensidad que jamás había sentido antes.

El enojo que había acumulado durante tanto tiempo se disipó en un instante, reemplazado por una sensación de vulnerabilidad que lo desarmó. Vio a Choi Yeonjun de una manera que nunca antes había visto: indefenso, asustado, frágil. No es el provocador y desafiante que tanto había detestado. Era simplemente un chico joven, perdido y vulnerable, que no merecía estar en esta situación.

Se agachó lentamente frente a él, sus ojos conectar con los contrarios, intentando ofrecerle algo de consuelo, aunque sus labios no se movieran para hablar. Su mano tembló ligeramente al acercarse, queriendo tocarle el rostro, limpiarle las lágrimas, pero no se atrevió.

Algo, una extraña barrera sigue impidiéndole sobrepasar los límites que él mismo ha creado para no caer en la lujuriosa tentación.

Pero quién lo diría, Soobin siempre ha sido un caso perdido, desde el primer momento en que vió por primera vez a Choi Yeonjun, el niño descarado y rebelde de pomposos labios de cereza, ya había pecado.

Y los Pecadores como el, buscan desesperadamente de ocultar su error con repudio hacia quienes son iguales a él.

El silencio entre ellos es denso, cargado de emociones que ninguno de los dos supo cómo manejar. Quería decir algo, cualquier cosa, pero no encontró las palabras adecuadas. Por primera vez, sentía algo profundo por Yeonjun, algo que no era ni odio ni desdén, sino algo mucho más confuso, mucho más humano. Y eso, lo aterró más que cualquier otra cosa.
















¿Soobin admitirá que siente cositas por el vocalista rebelde?
¿Salvará a Yeonjun de lo que lo atormenta?





No olviden votar y
comentar si les gustó ❤️


















Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro