✧ 04 ✧
—Soobin —llamó pero no fue contestado —Binnie —insistió con voz ahogada, apresurando los pasos de sus pies para intentar llegar al más alto que lo ignora olímpicamente entre los pasillos de la escuela —Primo, por favor.
—¿Qué es lo que necesitas? —se giró abruptamente, cuestionando con rudeza. —¿Quieres que te ayude a expiar tus pecados?
La mirada que recibió del más alto, le dolió, una especie de repulsión y confusión, como si fuese solo una aberración. Soobin no lo mira mejor que a un desconocido. Es peor, mucho peor.
Sus ojos se llenaron de lágrimas que inevitablemente amenazan en caer. Sus enrojecidos y expresivos ojos cuales bebé cachorro, esperando ser aceptado por su madre.
—P-Pensé que podrías entenderlo... —su voz se rompió, aún cuando se prometió ser fuerte y positivo para enfrentar cara a cara lo que es, cayó como un perdedor.
Hay personas merodeando, muchos ojos se posan en aquella escena. Soobin tomó la muñeca de su primo y se lo llevó lejos de todos, lejos de las miradas y las personas, adentrándolos a ambos en el cuarto del conserje vacío.
—¿Por qué entendería esa atrocidad? Taehyun, están jugando contigo. Te están usando. Ese tal Bemgyu no es más...
—Beomgyu —corrigió con voz áspera.
Soltó un suspiro exagerado —Ese estúpido está influenciado por los demonios y quiere llevarte con él al infierno. ¡Te estás dejando guiar por el camino de la oscuridad!
—¿Por amar? —sus brillantes ojitos mieles lastimaron el corazón del más alto.
—Este no es el amor correcto —soltó un suspiro agotador —Tal vez porque tú madre es más... Fuerte que la mía, tienes más curiosidad o rencor por no poder vivir algunas situaciones, entonces puede ser que gracias a eso, lograron aprovecharse de tu inocencia y deseo de ver el mundo.
Todos saben que la madre de Taehyun es más complicada que la suya. Aunque decirlo así, suena muy suave a comparación de cómo verdaderamente es.
El menor negó —No es así...
—Eres un fácil blanco vulnerable, tal vez por eso, inevitablemente caíste ante este pecado. Puedo ayudarte si te dejas ayudar pero si no quieres, ¿Qué puedo hacer por ti?
—Aceptarme, ayudarme... N-No decirle a mi mamá —le mira con ojos suplicantes y desesperados, su voz se quebró.
Claro que no quiere decirle a su madre, no quiere que sea regañado o castigado. Incluso, tiene miedo por lo que le podría pasar. — No se lo diré... —no está loco, no le desea el mal. —Pero déjame pensarlo.
Taehyun se siente inseguro. ¿Qué está mal con lo que hace?
Solo está amando con honestidad y devoción, ilusionándose por el lindo amor adolescente que todos merecen por derecho. Él también desea ser amado bien, alguien que lo mire como si fuera valioso y dé el peso verdadero a sus palabras. Alguien... Que le haga olvidar lo que sucede una vez llega a casa.
Yeonjun entró al salón de clases con la cabeza en alto, pero su confianza se desmoronó en un instante. Mientras se dirigía a su asiento, sintió como un pie se metió en su camino y lo hizo tropezar. Apenas tuvo tiempo de reaccionar antes de que su cuerpo cayera bruscamente contra el suelo. El impacto resonó en el aula, pero lo que más le dolió fue la risa burlona que se escuchó.
Al levantar la vista, tensó los dientes con rabia al ver a Wooyoung, quien se ríe abiertamente, con una mirada llena de desdén.
—¿No puedes ni caminar bien, Choi Torcido? —se burló, haciendo un gesto exagerado de sorpresa.
—Entiéndelo, debe ser difícil con tantos... pensamientos desviados en la cabeza —Heesung se burló.
La risa de Wooyoung resonó, seguida de las carcajadas de su grupo de amigos.
—Oh, no me sorprende que seas tan estéticamente torpe.
Los amigos del moreno comenzaron a lanzarle palabras hirientes, una tras otra, como si se hubieran puesto de acuerdo para herirlo. Siempre es así.
—Escuche que los suyos adoran está clase de atención masculina —comentó Eunseok malicioso —¿Te gusta? ¿Te gusta Sunghoon? —señaló al alto azabache, el más atractivo de la clase quien mostró una mueca de asco al escuchar su nombre siendo mencionado.
—Deberíamos mantenernos alejados, no vaya a ser que quiera algo más —añadió Jay con broma maligna.
Yeonjun, sintiendo cómo su rostro se enciende de vergüenza y rabia, decidió no darles el placer de una respuesta. Se levantó del suelo, sus manos tiemblan ligeramente mientras recoge sus cosas.
Con cada paso hacia su asiento, el más lejano del aula, siente las miradas de sus compañeros clavadas en él, como agujas que perforan su ya deteriorada autoestima. Los murmullos continuaron, pero él simplemente los ignoró.
Si se defiende es problemático y si se queda callado es porque se lo merece. Pero nunca, jamás de los jamases, a los ojos de los demás, Choi Yeonjun es una víctima.
Se sentó con un semblante nada amistoso. Es incómodo y horrible cuando todo el salón parece aislado de él, como si lo repelieran igual a un infame insecto.
A pesar de que Beomgyu está en su mismo año académico, no comparten curso. Él es del salón de al lado junto al adorable y lindo Taehyun.
El año pasado, por suerte estuvieron juntos, dos es más fácil defenderse y apoyarse pero, también era más fácil meterse en problemas.
Kai está en un año inferior, debido a su sangre mixta muchos lo repelen como a un bicho raro. Sangre sucia le dicen. No es parte de la comunidad como él y su amigo, pero si es muy respetuoso, amable, atento, dulce y talentoso.
Niki y Sunoo son de otro colegio, tristemente. Están en una escuela mixta por lo que parecen disfrutarlo más. Tal vez por eso sus compañeros son así, dado a qué están en una escuela de varones, deben estar desesperados por atención femenina que se desquitan con cualquiera.
Yeonjun apretó los puños sobre su escritorio, deseando con todas sus fuerzas que el dolor y la humillación desaparecieran, pero solo puede lamentarse por estar tan solo en ese salón lleno de personas que no entienden ni quieren entender quién es él en realidad.
Mira con especial recelo la espalda erguida de Soobin, quien está seguro que escucha todo pero solo lo ignora como todos los demás ensimismados en sus apuntes.
Se supone que es el Príncipe Perfecto.
Si, se supone.
Soobin disfruta el ambiente tranquilo de la biblioteca, sumergido en su investigación y los trabajos que tiene pendiente. A su alrededor, los libros estan apilados en una mezcla organizada que le da un toque de orden caótico a la mesa. El té caliente que había traído su chófer de la casa hacía poco tiempo le brinda un confort adicional, especialmente mientras la tarde empieza a desvanecerse en un crepúsculo cada vez más oscuro.
Son las seis de la tarde y la escuela pronto empezará a cerrar sus puertas. Decidió que es momento de ordenar los libros que no necesita, dejando solo dos que planea llevarse a casa. Con calma, comenzó a caminar por los pasillos de la biblioteca, rodeado de estantes llenos de conocimiento.
De repente, un ruido seco interrumpió el silencio, seguido de quejidos adoloridos. La calma que tanto aprecia se rompió, y su corazón se aceleró. Preocupado, corrió hacia el origen del sonido, donde encontró una escalera tumbada en el suelo, algunos libros desparramados a su alrededor, y a un estudiante que nunca esperó ver en esa situación: Choi Yeonjun. Éste sujeta su brazo derecho con fuerza, claramente en dolor. Parece haber tenido una dolorosa caída.
—¿Qué pasó? ¿Cómo te caíste? —Soobin se inclinó hacia él, su expresión mezcla de confusión y preocupación.
—Esa jodida escalera de mierda se cayó, no sé cómo —respondió Yeonjun con un tono molesto y adolorido.
El Presidente Estudiantil decidió ignorar las groserías y se enfocó en lo importante, respirando hondo cuestionó —¿Estás bien? —su voz ahora más suave.
—¿Te importa si estoy bien? —el pelirosa lo miró a los ojos, su tono entre burla e ironía.
La pregunta lo dejó pensando: ¿De verdad le importa?
Antes de que Soo pudiera responder, el más bajo se levantó por sí solo, aunque el gesto dejó un sabor amargo en la boca del Presidente Estudiantil, quien también se levantó, observándolo con atención.
—¿Desde cuándo lees? —preguntó el azabache mientras comienza a recoger los libros caídos. Yeonjun intentó inclinarse para ayudar, pero se tropezó ligeramente. —Déjalo, estás herido. Ve a la enfermería —ordenó con firmeza.
—Es mi desastre, déjame encargarme —insistió, terco.
—Está bien, déjalo. Es la primera vez que vienes a la biblioteca en tu vida, entiendo que no todos estan acostumbrados a... bueno, la cultura. —replicó, su tono cargado de un ligero sarcasmo.
La expresión de Yeonjun se oscureció, visiblemente ofendido. Además de sorprendido. Soobin no es de los que usa el sarcasmo, usualmente es respetuoso aunque llegue a su límite. Pero claro, debe considerarlo un auténtico fenómeno que no merece más que burla y aborrecimiento.
Dolido, contestó —No necesito que el Presidente Estudiantil me diga lo que debo hacer. Estoy perfectamente bien manejando esto solo, como siempre.
Soobin, recogiendo los libros con una calma fingida, respondió mientras evita mirarlo directamente.
—Eso está claro, Otro Choi. Aunque, considerando que nunca te he visto en la biblioteca, supongo que un poco de orientación no te vendría mal.
El teñido frunció el ceño. —Oh, claro. Porque ser parte de cada club y comité te hace automáticamente mejor que los demás, ¿verdad? Qué cómodo debe ser juzgar desde tu pedestal.
Choi soltó un suspiro exagerado. —No se trata de ser mejor. Se trata de no causar desastres donde sea que vayas. Arruinas todo por tu necesidad insaciable de atención y metes en problemas al salón entero por ello. Aprende a comportarte, aprende a pensar con claridad. Eso es todo, no es difícil.
—¿Cuáles problemas según tu yo tengo? No sabía que la ignorancia era una cualidad tan valorada en un presidente estudiantil. Tal vez si bajaras de tu nube y vieras a todos como personas iguales, no tendrías que estar arreglando los "problemas" que solo tú ves.
Soobin, sin perder la compostura, terminó de apilar los libros, y con una sonrisa fría respondió:
—Es gracioso que hables de ver a los demás como personas cuando tu única contribución es hacer las cosas más difíciles para los demás. Te enfocas demasiado en ti mismo y obligas a cerrarte los ojos cuando sabes que está mal, porque no quieres entenderlo aunque lo sepas.
Yeonjun, sin decir una palabra más, giró sobre sus talones y se alejó, y es que, si sigue a partir de aquí todo lo que saldría de sus labios rositas sería pura mierda mal hablada y no quiere meterse en problemas. Hay veces que odia demasiado a Soobin, no entiende como puede ser tan perfectamente desagradable mientras su primo TaeTae es el terrón de azúcar más bello de la tierra.
¿Realmente comparten sangre?
Volvió a arrepentirse de pensar que aquel estúpido tiene bondad en su corazón. No tiene ni una pisca, claro está.
Soobin lo observó hasta desaparecer, con su orgullo ligeramente herido.
El Presidente Estudiantil salió al estacionamiento de la escuela con la intención de regresar a casa, pero al darse cuenta de que su chófer no ha llegado, sintió una punzada de confusión. Revisó su teléfono y le envió un mensaje, esperando mientras la luz parece desvanecerse junto al sol. El silencio del lugar, que normalmente le resulta placentero, le pareció inquietante.
De repente, el rugido de un motor irrumpió la tranquilidad. Un vehículo oscuro derrapó violentamente al estacionarse frente a él, levantando una nube de polvo. Soobin dio un paso atrás, instintivamente poniéndose en guardia. La puerta del auto se abrió y de ella salió un hombre temible, vestido completamente de negro. Su rostro endurecido, y sus ojos brillando con una peligrosa intensidad.
—¿Choi? —la voz del hombre es grave, cargada de una amenaza implícita.
Soobin frunció el ceño, confundido y cauteloso. —¿De parte de quién?
El hombre soltó una risa corta y amarga antes de acercarse a él con pasos firmes.
—Escondiéndote como una maldita comadreja, ¿Realmente creías que escaparías de nosotros?
Antes de que Soobin pudiera reaccionar, el hombre lo tomó bruscamente del brazo, su agarre es doloroso y firme.
—¿Quién es usted, qué hace? ¡Suélteme! —Soobin forcejeó, pero el hombre no cedió.
—Deja de hacerte el tonto, mocoso. Tu y tu padre de mierda la pagarán muy caro.
La mención de su padre hizo que el corazón de Soobin se acelerara. La situación se tornó cada vez más peligrosa, y la confusión se mezcla con el miedo.
—¿Qué tiene que ver mi padre con ustedes? ¡Suélteme! —gritó, su voz cargada de desesperación.
De pronto, más hombres salieron del vehículo, rodeándolo. El miedo que Soobin había intentado controlar ahora amenaza con desbordarse. Se lo quieren llevar, ¿A dónde? Lucha por su vida, intenta escapar.
Para su suerte, en ese preciso instante, su chófer apareció, estacionando rápidamente y saliendo del auto junto con su guardaespaldas.
—¡Joven Soobin! —el grito preocupado del viejo chófer resonó en el estacionamiento.
El grupo de desconocidos se detuvo de golpe, sorprendidos. El hombre que lo sujeta lo soltó de inmediato, dando un paso atrás, visiblemente desconcertado. Otro con brusquedad tomó su camisa y enfoca su mirada en el nombre escrito "Choi Soobin".
—¿Soobin? ¿Así se llamaba la sanguijuela? —preguntó uno de los hombres con una mueca de disgusto.
—No —respondió el otro, claramente molesto por la confusión.
Sin perder tiempo, los hombres se giraron y volvieron al vehículo. Al mismo tiempo que llegaron, desaparecieron, soltando maldiciones y órdenes para buscar al verdadero objetivo.
—¡Debe haberse escapado! ¡Busquenlo ya!
Soobin se quedó ahí, inmóvil, en estado de shock, intentando procesar lo que acaba de suceder. Su mente nublada, pero aún así, una pregunta comenzó a formarse lentamente en su cabeza:
«¿Están buscando a Yeonjun?»
Miró hacia atrás, hacia la escuela, debatiéndose internamente, Yeonjun sigue dentro. Aunque si lo piensa profundamente, ¿Desde cuándo se queda tan tarde en la escuela? Siempre es de los primeros en largarse pero hoy, justo hoy que han pasado varias horas de la salida oficial, sigue dentro. En la biblioteca, nunca entra a la biblioteca.
Es raro y mientras más lo piensa, más raro lo siente.
Con el corazón pesado y una sensación de culpa que no logró sacudirse, Soobin se montó en su vehículo y se fue.
Se metió en el coche, convencido de que el chico problemático sabría cómo arreglárselas solo, después de todo, es un experto para meterse en problemas y salirse de éstas.
Si es así, ¿Por qué se sigue sintiendo mal?
¿Se arrepentirá de su decisión?
¿Ayudara a Tae?
¿O lo acusara?
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