✧ 02 ✧
Cuando la campana sonó indicando la hora del recreo, Soobin ojeó su celular mientras se dirigía a la cafetería encontrando un mensaje de parte de su primo.
TaeTae
Cuando termines de almorzar, ven a mi lugar secreto.
Si, él ya conoce su lugar secreto.
Pero aquello lo desconcertó, sabiendo que a Taehyun le gusta tocar el violín en soledad, nunca ha ido a fastidiar su tiempo, solo muy pocas veces cuando el contrario le llama o, como la primera vez que le mostró el lugar. Sabe que tiene que ver con la pijamada que quiere hacer con él mañana, ¿Pero qué tiene que decir? ¿Qué quiere hacer? ¿Por qué siente una mala espina?
Comió su desayuno al lado de su compañero de pupitre, Yang Jungwon, el Delegado de la clase. Hablaron de cosas triviales y puntuales que tienen que ver con los estudios y luego se despidió.
Soobin caminó por los pasillos del colegio, su paso decidido resonando en el silencio que comienza a envolver la tarde. Dejó atrás el bullicio de los alumnos, adentrándose en la parte trasera del edificio, una zona casi desolada que pocos visitan. Llegó a una puerta poco transitada que se abre hacia un jardín trasero. Allí, entre algunos arbustos y flores mal cuidadas, hay unos cuantos estudiantes dispersos, pero él no se detuvo. Sabe a dónde se dirige.
Continuó su camino, siguiendo la senda de piedra que se extiende hasta los límites de la propiedad del colegio. A medida que avanza, el jardín da paso a un espacio que le recuerda a un pequeño bosque, con árboles altos cuyas ramas se entrelazan creando un dosel de sombras sobre la pradera. La atmósfera es tranquila, casi mágica, como si fuera un mundo aparte dentro del mismo colegio.
Sus ojos finalmente lo encontraron: Taehyun esta allí, sentado en una banca de madera envejecida por el tiempo. De costumbre, es en este mismo lugar donde el más bajito, con su apariencia etérea, suele tocar su violín, creando melodías que parecen flotar entre los árboles, envolviendo el espacio con una calma angelical. Su cabello rubio claro cayendo suavemente sobre su frente, y sus rasgos finos y delicados le dan un aire casi celestial, como si fuera una figura sacada de un cuadro renacentista.
Pero esta vez, no ve su violín fuera. La caja descansa cerrada a un lado, mientras él mira al vacío con una expresión de inquietud. Sus ojos, normalmente serenos y tranquilos, muestran una sombra de preocupación, y su pie derecho se mueve nerviosamente, golpeando el suelo de manera casi imperceptible.
Kang Taehyun es tan reservado como él. Pero en el sentido raro. Su madre dice que su hermana mayor es un poco especial y excéntrica, pocos son capaces de mantener contacto con Im Taeyeon. Quien a pesar de ser indudablemente hermosa cuál ángel, destellando junto a su larga cabellera rubia —rasgos que heredó el único hijo que le queda— es estricta y amante a la moda. No acostumbra a verla mucho.
Yoonah es más reservada, vistiendo usualmente blazers y joyas sutiles, resaltando la sencillez de la elegancia. Mientras Taeyeon es más extravagante, tal vez por ello poco va a la iglesia.
A pesar de ser primos, sus vidas tienen sus similitudes como también, unas grandes diferencias. Los Choi mantienen un perfil bajo ante las redes sociales mientras Taehyun es una cara pública. Muchas veces ha faltado a clases debido a torneos, prácticas, presentaciones, entrevistas o sesiones de fotos. Se mantiene activo en las redes sociales, todo controlado entre su madre y la empresa que lo representa.
Le alegra que su querido primo adorable, pueda cumplir sus sueños. Desde que tiene memoria, Taehyun ha tocado el violín desde toda la vida, es su amor platónico.
—¿Qué sucede? —preguntó Soobin, rompiendo el silencio, acorta la distancia que los separa manteniéndose de pie ante el más bajo.
Taehyun desvío la vista de las hojas brillantemente verdosas del paisaje y las posó en su agradable primo. —Oh, viniste —murmuró, una sonrisa ligera, casi tímida, asomando en sus labios, una que no llegó a sus ojos.
Pero.
La razón por la que dice que Taehyun es de los reservados raros, es porque a pesar de mantenerse en constante comunicación con los demás, cuando lo ve solo, en especial, cuando lo ve ahí, oculto en su lugar secreto, siente que está solo. Comparten sangre pero no le entiende de nada y cree que nunca podrá entenderlo.
—¿Por qué no vendría? Me citaste aquí —respondió Soobin, con una sonrisa cordial. Preocupado y curioso mientras se sentó a su lado.
—Cierto —asintió, su sonrisa se mantuvo, aunque algo nerviosa. Hay algo en su expresión, en la forma en que mira a Soobin, que hace evidente que lo que tiene que decir no es fácil de expresar.
El viento suave movió las hojas de los árboles a su alrededor, creando un murmullo sereno que contrasta con la tensión entre ambos. Choi esperó, sabiendo que Kang no es de los que hablan apresuradamente. Había aprendido a confiar en su silencio, en la forma en que sus palabras son siempre medidas como sus melodías. Tal vez demasiado, pero lo entiende ya que en ello, ambos se parecen demasiado.
—¿Pasa algo en tu casa? —se atrevió a cuestionar suavemente. No busca indagar en ello. Los problemas de casa son ajenos, aún cuando desde pequeño, le ha parecido un poco curiosa la forma de criar de su Tía Taeyeon.
—Oh, no, nada de eso.
Por alguna razón, no se sintió relajado.
—¿Y entonces? ¿Por qué quieres venir mañana a mi casa?
—¿Alguna vez has sentido el deseo de experimentar algo que nunca has hecho en tu vida? —la pregunta de Kang lo desconcertó.
—Mi vida está bien así, lo tengo todo gracias a Dios.
—Pero a veces, se siente como si no tuviera nada... —reveló con un ligero deje de tristeza, en un tono de voz bajo mientras baja la mirada a las grietas del suelo. —Y aún así, quiero todo.
—Lo tienes todo, Taehyun, si quieres más estarías siendo avaricioso, eso no es de Dios —explica sabiamente. No es que Kang fuera poco creyente pero a veces, Soobin siente que necesita de sus charlas.
En algunas ocasiones han ido a la iglesia juntos, rezado, orado y donado. Estar al lado del Señor todo Poderoso y hacer caso a sus mandamientos, eso es algo indispensable para sus vidas, por eso mismo cuando escuchó su siguiente frase, quedó en un trance.
—¿Y qué es de Dios?
Una alarma resonó por su mente, alertando a todo su cuerpo sobre su querido primo quien parece perderse. No puede permitir que se pierda del camino de la luz, no puede dejarlo caer como los demás. Tiene que estar con él, a su lado.
—Dios es amor, es paz, es justicia, es luz. Tú más que nadie lo sabes.
—Si, ese es el Dios en quien creo —esbozó una media sonrisa triste —... O en quien quiero creer. Siempre dicen que es misericordioso.
—Lo es, siempre nos perdona.
—¿Podrá perdonarme?
Lo miró alarmado —¿Qué hiciste?
—Aun no he hecho nada pero lo haré, mañana lo haré.
—¿Qué harás? No lo hagas, si no es de Dios es mejor que no lo hagas. Tienes una buena vida, ¿Lo sabes?
—Estoy dispuesto a enfrentar las consecuencias de mis actos, lo pensé una y otra y otra vez durante meses, largos meses y siento que muero por dentro, ¿Lo sabes? No, no lo sabes —sus ojos se llenan de lágrimas de frustración —No puedo seguir así y si merezco un castigo, lo aceptaré pero necesito saber lo que se siente la otra vida.
—¿Cuál otra vida?
—Necesito hacer algo mañana en la noche pero mi madre no puede saberlo. Ella es más estricta que la Tía Yoonah, no te monitorean tanto. ¿Aceptarías estar conmigo tanto en las malas como en las buenas?
—¿Qué quieres hacer?
—Escapar de casa la noche de mañana.
Soobin lo mira horrorizado. —¿Cómo? ¿Estás loco? ¿Por qué harías algo que no es propio de ti?
—Porque no es algo que yo haría, por eso lo haré, ¿Vas a ayudarme o no? No necesitas venir conmigo, me escaparé solo de tu casa. Solo permíteme quedarme a dormir y yo me encargo de todo lo demás.
—No puedes hacer algo así, es peligroso y deshonesto —se quejó.
—Soy honesto con Dios, ¿No es suficiente? Él sabe lo que estoy haciendo y lo que haré. Si es algo que no debe suceder, no sucederá pero si al contrario, si deja que suceda ¿Por qué será? Tal vez no estoy tan loco como pensaba.
Soobin se queda sin palabras.
—Si no quieres que te utilice, está bien. Llamaré a alguien más que me acepte.
El azabache al instante niega —No, mi casa, si, está bien.
—¿En serio?
—Pero con la promesa de que me dejarás ir contigo.
Ahora es Taehyun quien se sorprende y niega de inmediato —No, no debes venir.
—¿Por qué?
—Porque me odiarás —reveló con dolor.
—No te odiaré.
—Lo harás.
—Prometo ante Dios que no lo haré ni le diré a nuestros padres a menos que tenga que ver con robos, muertes, violación y asesinato. Lo juro por el todopoderoso.
Taehyun suelta un pequeña risa por el dramatismo del mayor —Yo no soy ninguna de esas.
—Lo sé y por eso no te odiaré.
—¿Pase lo que pase?
—Pase lo que pase.
El rubio decidió confiar en las palabras de su primo, con quien ha sido criado como un hermano. Desde pequeño lo conoce, más leal que Soobin nunca conseguirá en la vida por eso mismo fue al primero en acudir aunque tuviera miedo y si es sincero, en estos momentos sigue aterrado.
Batalló y luchó durante años con unos extraños instintos y sentimientos que según, ante los ojos de Dios, son una abominación. ¿Por qué lo son? ¿Por qué debe seguir creyendo que lo son cuando se quema y lastima a si mismo?
Obligándose a vivir en una esfera de cristal aislado del mundo exterior durante años, solo ha llenado su corazón de múltiples deseos que no deberían existir, deseos que llevan al infierno.
Si se va a quemar en el infierno, lo hará luego de haber probado la vida que tanto ha querido probar.
Cueste lo que cueste, sin importar las consecuencias, está listo para afrontarlo.
Está preparado para poner en patas arriba su vida como un auténtico perdedor.
La conversación con su primo lo desconcertó un poco, ¿Qué planea hacer? ¿Logrará detenerlo?
Soobin aceptó acompañarlo para descubrir lo que sucede, qué lo atormenta y si logra, posiblemente, detener una catástrofe en la vida de su primo. No lo dejará caer ante la tentación y si es posible, lo ayudará a guiarse de nuevo en el camino de Dios. Si, ese es su plan.
Se adentró al salón de clases el cual está medianamente lleno, en pocos minutos sonará el timbre y llegará la docente. Vio un grupito en la fila de atrás, el típico: Wooyoung, Jay, Sunghoon y Heesung.
Estos son la mancha negra de la clase rodeando a otra mancha negra solitaria, a Choi Yeonjun. El cual, solo se haya sentado en su pupitre mientras los otros parecen burlarse y reírse de él.
Ve a Woo jalar aquellos cabellos rosados y como Jun tensó los dientes, parecía estar a punto de iniciar la típica pelea de ellos de todos los días, hasta que decidió intervenir como Presidente Estudiantil.
—Ese grupito de atrás se me separa en este instante —ordenó alto y claro, causando que el salón se llenara de un silencio absoluto. Todos le tienen respeto a Soobin, no solo por su posición y notas, más que nada es por la posición social de su familia.
—Ash... —Wooyoung masculla con fastidio. —Te salvaste por ahora —le susurro al contrario y se alejó.
Yeonjun mira con molestia aquella espalda alejarse de él.
—No serías Choi Yeonjun si no buscas pelea todos los días —Soobin le dijo mientras se acerca a su pupitre.
—¿Qué tienes en contra mía, ah? Ellos lo empezaron —se defendió obvio. Se cruza de brazos y mira hacia el paisaje de la escuela que brinda la ventana a su lado. La brillante luz solar pega a su rostro, iluminando los mechones rosados de su cabello.
—¿Por que crees que sea? Ellos no están haciendo las cosas bien y recibirán su castigo pero tu has elegido el peor camino, el más alejado a siquiera la cordura humana. Pero aún tienes tiempo de salvarte a ti mismo y estoy dispuesto a ayudarte si...
—¿Salvarme de qué? ¿De la homosexualidad? —estalla a carcajadas como si el azabache hubiese soltado un buen chiste —Ya quisieras —se rasca sus cabellos con la punta de su lápiz. ¿Ahora cómo se supone que estudie si han jodido su humor? Ash...
—No te he insultado —se ofendió.
—Pero vaya que tienes ganas de hacerlo —le miró cara a cara, conectando sus miradas de una manera chispeante —Si fuera por ti, me hubieras echado de esta escuela.
—Dios castiga, no yo —contestó alto y claro sintiendo como su corazón se aprieta con fuerza al quedarse más tiempo mirando el bonito tono rosado de cabello del menor.
Si, el rosado es bonito pero no para un hombre. Cuando tenga una novia le gustaría que se vista de ese tono tan lindo, sutil y femenino. ¿Pero en Choi Yeonjun? Jamás, ni loco.
Fue en la noche que pudo pedirle a su madre permiso de tener una pijamada con su primo, algo que aceptó rápidamente ya que Taehyun a sus ojos es un joven excepcional. Además entre todos sus primos maternos, es el más jovial con su madre. Obviamente como no está demás, Soobin ayudó a su hermanita menor con su tarea de matemáticas, la adorable e inocente Lia.
El sábado a medio día, le fue avisado por una de sus mucamas que el vehículo de los Kang llegó.
Rápidamente bajó las largas escaleras y se dirigió a la gran entrada que fue abierta por los mayordomos. Salió y sintió como el gélido aire chocó contra su piel. Su pelo arreglado perfectamente a un lado y rostro tan limpio y puro, Soobin es la definición de un hombre perfecto y atractivo. Viste unos pantalones de tela junto a una camisa de botones blanca, se arregló para verse presentable delante de su tía.
Un vehículo se estacionó al pie de las escaleras de la entrada y el chófer bajó rápidamente para abrir la puerta, de ahí salió una hermosa mujer elegante y atractiva. Todos conocen que Im Taeyeon es una gran mujer, actriz en su juventud. Una leyenda de los Kdramas, una muy exitosa carrera hasta que se casó, con su ahora, ex esposo.
Posee una figura tenaz que hace helar la sangre de cualquiera. Además sus puntiagudos ojos, se sienten tan filosos que se clavan en su cuerpo y siente su alma siendo succionada de forma nada agradable.
De la otra puerta, sale Taehyun, vistiendo unos short azules, camisa blanca junto a un adorable lazo y un saco exclusivo de Chanel. Un gorrito francés a juego del saco. Éste le envió una mirada dulce a su alto primo, por alguna razón, es el más enano de la familia.
—Soobin, ¿Cómo estás? —le sonríe amable y dulce como siempre.
—He venido a dejar a mi hijo, espero que lo cuiden y le traten bien como siempre —le dice la mujer con el debido respeto. De su brazo cuelga un lujoso bolso también Chanel y accesorios extravagantes en sus dedos como anillos de oro y diamantes.
Para Soobin, es mucha extravagancia, incluso tal vez avaricia, pero no es quien para juzgar.
—Muchas gracias y disculpe la falta de mis padres, no se encuentran en casa. Llegarán más tarde a la hora de almorzar.
—Esta bien, querido. Ya hablé con tu madre —dicho esto, se acercó a su pequeño hijo, el menor de todos, tan adorable cual cachorro y tomándolo de la barbilla depositó un beso en su mejilla —Pórtate bien —con una sonrisa se alejó.
Taehyun mantiene una radiante expresión, con las comisuras de sus labios levantadas en una sonrisa temblorosa. Su cuerpo tenso permanece inmóvil mientras observa el vehículo de su madre girar alrededor del hermoso manantial, coronado por una majestuosa estatua de una cruz.
El coche siguió su camino hasta que las grandes rejas doradas se abrieron para dejarlo salir, permitiendo que el lujoso vehículo se desvaneciera en la distancia. Una vez que desapareció del campo de visión, la expresión de Taehyun se desmoronó por completo. Soltó un suspiro de alivio, bajando más comisuras de sus labios, aflojó el apretado y el adorable lazo azul que su madre le había puesto con tanto cariño.
—¿Sucede algo, primo? —cuestionó Choi confundido al ver como parece portar una expresión diferente una vez su madre se fue. Bueno, no es la primera vez. Pero... Usualmente tarda más o, el cambio es menos notorio. Ahora, es como si luciera harto.
La Tía Taeyeon a pesar de su apariencia prepotente, es una mujer capaz. Aunque de por si, siempre le da un poco de miedo meterse con ella o decir algo que no vaya ser de su agrado. Es bastante parecida a su hermana menor, su madre. Aunque todos saben que hablar con Yoonah es mucho más fácil. Pero él no juzga, simplemente cada persona tiene su propia personalidad y está completamente bien.
La tarde pasó de lo más normal. Soobin aprovechó en estudiar matemáticas junto a su primo para así enseñarle y concluir con sus dudas.
La adorable Lia los acompañó un poco y Taehyun como siempre, jugó con la pequeña. Eso hasta que llegó la profesora de Ballet privada de su hermana.
Tuvieron un almuerzo familiar o bueno, casi porque su padre no estaba y luego, siguieron a lo suyo, estudiar y nada más. Sus pijamadas casi siempre son así, estudian hasta tarde y cuando tienen tiempo ven alguna película y cuando no, simplemente se van a dormir. A veces cuando sus padres están en casa, Tae deleita los oídos de los Choi recitando algunas hermosas melodias junto al violín o el piano.
Aquella noche, no hubo cena familiar. Su madre al parecer fue a dormir a casa de sus abuelos y su padre no volvió a casa, escuchó que está en medio de una cirugía de pecho abierto. Desde las ocho de la noche, Tae parece algo inquieto, mirando la hora del celular a cada minuto mientras Soo a su lado sigue estudiando.
Cuando el reloj marcó la media noche, ambos estaban listos, aunque uno más que otro.
Soobin, vestido con ropa oscura deportiva, apagó la luz de su habitación, dejando que la luna se filtre como única iluminación a través del gran ventanal que guía al barandal.
—¿Seguro que quieres hacer esto? —susurró con inquietud, espera que se arrepienta o le diga que es una mala broma.
Taehyun asintió, sus ojos brillando con emoción y un poco de miedo —Vamos.
Salieron de la habitación y comenzaron a descender las escaleras, cada paso más cuidadoso que el anterior. La mansión esta en completo silencio, con solo el ocasional crujido de sus pasos rompiendo la calma. El corazón de Soobin late con fuerza, y podía escuchar la respiración entrecortada de Tae a su lado. Llegaron al vestíbulo y se dirigieron hacia la puerta principal, pero un chirrido agudo los detuvo en seco.
—Espera, hay una alarma —murmuró Soobin, dándose cuenta que al abrir la puerta principal activaría el sistema de seguridad.
Kang tiró de la manga de Choi y señaló una ventana en el salón. —Podemos salir por ahí.
Se deslizaron hacia la ventana, rezando para que los sirvientes no despertaran. Choi intentó abrirla, pero estaba cerrada con llave. El rubio rebuscó en sus bolsillos, sacando un clip —Puedo hacerlo —dijo, aunque su voz denotaba poca confianza. El más alto le miró incrédulo, no pudiendo creer que se está comportando como un ladrón en su propia casa. ¿Por qué está haciendo esto? ¿Con qué fin?
Después de unos cuantos intentos fallidos y varios minutos de tensa concentración, el clip se deslizó y la ventana se abrió con un suave clic. Se miraron, Soobin había creído que su primo estaba delirando pero no, lo logró. El más bajo abrió la ventana y paso primero, con el contrario por detrás.
—Que Dios perdone mis pecados, perdone mis mentiras. Que se apiade de mí y me bendiga en este camino oscuro... —murmura una y otra vez, mientras va saliendo cuidadosamente de la ventana.
Ambos corren a través del jardín, esquivando estatuas y arbustos podados con perfección. Finalmente, llegaron a la verja que rodea la mansión. Tae de forma imprudente intentó escalarla, pero sus manos resbalaron en el metal frío.
—Espera, yo te ayudo —Soobin lo empujó desde abajo, logrando que el rubio alcanzara la parte superior y se deslizara al otro lado mas no bajó, ya que extendió la mano y lo ayudó a hacer lo mismo.
Cuando ambos estuvieron fuera luego de minutos que parecieron largos y tortuosos, se miraron. Tae parece tan determinado, decidido e ilusionado mientras Soo solo parece aterrado, esperando que Dios ilumine la mente de su primo pronto. Las luces de la mansión todavía estan apagadas, señal de que su escapada ha sido un éxito.
—Sígueme, el taxi está esperando en la próxima cuadra —le dijo el más bajo e inició la caminata.
«¿A dónde vamos?»
Sabe que de esto, no saldrá nada bueno y le aterra.
¿Qué quiere decir Taehyun?
¿A dónde lo llevara?
¿Soobin lo aceptará tal cual es o lo sobreestimo?
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