✧ 01 ✧
La primavera llegó con todo su esplendor, extendiendo su manto de colores y vida nueva sobre el mundo.
El viento suave trae consigo el perfume de las flores recién abiertas, y el canto de los pájaros llenan el aire con melodías de renovación y esperanza. Los árboles, que hasta hace poco se encontraban desnudos y frágiles bajo el manto helado del invierno, ahora se cubren de un follaje verde brillante, como si la naturaleza celebrara el fin de la hibernación con una explosión de vitalidad. Es la estación del renacimiento, cuando todo parece comenzar de nuevo, como una promesa de que los días oscuros siempre dan paso a la luz.
La vida estudiantil también parece renovarse con la llegada de la primavera. Los corredores se llenan de risas y conversaciones animadas, mientras los estudiantes aprovechan el clima cálido para disfrutar del aire libre entre clases. El inicio del año escolar hace un par de meses quedó lejos, como un recuerdo de días grises y fríos en los que los nuevos propósitos apenas tomaban forma.
Aún queda bastante tiempo para la graduación, en agosto tienen sus vacaciones de verano y en septiembre vuelven a retomar en el inicio de un frío otoño que traerá un invierno helado. El ciclo parece infinito, la diferencia es que en la próxima primavera no estarán compartiendo en el mismo salón con sus mismos compañeros. Habrán crecido y una nueva vida adulta los esperaría.
Muchos aprovechan el poco tiempo de juventud que les queda, otros estudian al máximo.
Y para Choi Soobin, aquellos meses que le quedan, representan una carrera contra el tiempo. Es el último tramo para demostrar todo su potencial, para estudiar al máximo y asegurarse de que su nombre brillase entre los mejores. Su meta es clara: obtener una beca en la prestigiosa Universidad de Medicina de Seúl.
Mientras otros compañeros se distraen con la llegada del buen clima, Soobin solo puede pensar en los exámenes finales, en los proyectos que aún quedan por entregar, en las pruebas de admisión que se asoman en el horizonte. Sabe que el tiempo es oro, que cada día cuenta, y que en esos últimos tres meses tiene que dar lo mejor de sí para alcanzar su sueño.
Los Choi son una familia, en la que si vivieran en la época de la Monarquía serían parte de la Aristocracia más alta. Adinerados y de buenos genes, llenos de modales y elegancia nata reconocida por todos. Cada miembro familiar es más exitoso que el otro. Y no olvidemos sus valores cultos muy apegados a la religión. Cada Domingo podías encontrar al lindo y joven Presidente Estudiantil acompañando a su madre o a veces a ambos padres a misa.
Con unas notas exitosas, Soobin pretende seguir el linaje y convertirse en Médico como su padre, aunque aún está en discusión su especialidad, puesto a que Choi Minho es un reconocido Cirujano de Tórax. Sus abuelos paternos también son doctores. Ahora, por el lado de su madre, sus abuelos trabajan en bienes y raíces, con múltiples tierras y negocios a sus nombres. Y ella, Im Yoonah, heredó un centro comercial, el cual maneja gracias a sus estudios de Administración.
Estando a último año y con sus increíbles notas, para Soobin entrar con una beca no parece ser tarea difícil. Realmente no la necesita pero se sentirá muy orgulloso de lograr algo solo sin el dinero ni la influencia de sus padres. Ese es su único deseo en ese año.
—Buenos días, Soobin —saludó con amabilidad Kang Taehyun, su primo materno.
Joven y atractivo, de su misma edad pero de salón diferente. De altura promedio, aunque Soobin lo ve como un Minion y es debido a su propia altura. Posee grandes ojos expresivos mieles y sonrisa bonita. Su cabellera rubia rebozando de dulzura y belleza.
Taehyun desde pequeño se ha ido al lado de las artes en especial de la música, forma parte de la Orquesta Nacional Juvenil, a veces se le puede ver acompañando a la Orquesta Escolar cuando tiene tiempo. Sabe tocar distintos instrumentos como la Guitarra, Piano, Flauta y Chelo pero su más grande afición siempre ha sido el Violín y es con el que ha podido entrar a tal grupo Nacional representando a su país en distintas ocasiones ganando premios tanto por separado como en conjunto.
Tiene un futuro digno y exitoso en la música clásica.
—Buenos días, TaeTae —le saludó con el mismo respeto.
La conversación pudo haberse detenido ahí, puesto a que en las mañanas solo acostumbran a saludarse en los pasillos como ahora y cada uno prosigue a su salón de clases llegando de manera puntual, pero esta vez, Kang persiguió a su alto primo adentrándose junto a él a su salón.
—¿Tienes algo que hacer mañana? —cuestionó mientras intenta ocultar su... ¿Nerviosismo?
Mañana es sábado —Temprano tengo clases particulares de física, química y matemática, ¿No lo recuerdas? —respondió obvio mientras se sentó en su pupitre y empezó a sacar los libros que utilizará en la clase que está pronta a iniciar. Los días sábados recibe por siete horas intensivas clases particulares en casa.
Tae se apoyó en la mesa de Choi, pareciendo ansioso. —Oh si, si. ¿Y más tarde estás libre?
—Tengo que hacer la tarea pero por lo demás... Estoy libre, ¿Necesitas algo? ¿Quieres que te ayude con los apuntes de matemática? —no es la primera vez que ayuda a su primo, es torpe y olvidadizo con las materias que tienen que ver con números.
—¿Puedo dormir en tu casa?
—¿Una pijamada? Si, claro —asintió con una agradable sonrisa. Tampoco es la primera vez que hacen una pijamada en su casa, lo que si, es que llevan tiempo sin hacerlas debido a la ocupada agenda de ambos y eso que Taehyun es la persona más cercana a él.
El más bajo le corresponde la sonrisa un poco más calmado. —Aunque hay algo que no te he dicho.
—¿Qué? —esta vez, logró ocupar toda la atención del azabache quien dejó de leer sus apuntes pasados para verlo directamente a los ojos.
Los dulces ojos de miel del más bajito temblaron y eso a Soobin no le gusto nada —Después de clases hablamos.
Frunció el ceño.
El timbre sonó y éste horrorizado por posiblemente llegar tarde a su clase, se despidió apresurado con un ademán de manos. —No te olvides de mi.
Choi pensó en lo raro que está actuando su primo. Segundos después se adentró la docente y tuvo que dejar de lado el suceso de antes para prestar atención.
—¿Joven Choi? —la mayor lo llamó.
—Dígame, profesora.
—Vaya al despacho del Director, quiere hablar contigo.
El menor asintió y se levantó —Con su permiso.
—Tómese todo el tiempo que necesita —ella le sonrió amigable.
Todos los docentes lo aman y el Director no es la excepción.
—Buenos días, Joven Choi —le saludó alegremente un señor con sobrepeso mientras bebe de una taza de café, sentado en su espacioso escritorio, deja todos los papeles a un lado para después.
—Buenos días, Director Lee —con una reverencia se adentró en el lugar.
Al final, lo que el señor quería de él era simplemente agradecerle a él y su familia por la generosa donación reciente a su unidad educativa y cualquier cosa que a Soobin le molestara o deseara, que se lo haga saber. El menor como siempre, simplemente dijo que está bien con todo.
Media hora, estuvo media hora hablando con aquel señor mayor que no hace más que halagar sus notas, futuro y su familia. Quizás, con un propósito oculto, aunque el joven estudiante es muy inocente para saber que las personas que lo rodean con insistencia son solo para buscar su propio beneficio personal.
—Es un orgullo tenerte como estudiante de esta Unidad Académica, realmente somos afortunados.
—Muchas gracias, también estoy agradecido de poder tener buenos profesores que instruyen de manera eficaz las clases.
—Recuérdalo, cualquier cosa que te moleste, puedes decírmelo.
—Esta bien.
El mayor se ríe —Bueno, ya te he quitado mucho tiempo. Puedes retirarte a tu clase.
Con una reverencia y cortas palabras, el menor se retiró.
Camina por los desolados pasillos de la escuela, sintiendo calma ante el silencio. Soobin adora el silencio y la soledad. No le gustan los espacios abarrotados de personas, le incómoda y le cansa mentalmente.
Es alto, el más alto del curso con un cuerpo ligeramente atlético. Los martes y miércoles en las tardes tiene clases de Taekwondo, a petición de su padre, para que sepa defenderse como el hombre que es. Su pelo azabache peinado perfectamente, perfumado y con su uniforme vestido al pie de la letra con pulcritud. Es la viva imagen y el ejemplo de todos.
Choi Soobin es perfecto.
Pero toda su paz es interrumpida en el momento que escucha por detrás suyo pasos pesados y apresurados como si alguien estuviese corriendo.
—¡Quítate! —una voz conocida le gritó desde atrás.
Con el ceño fruncido, se gira lentamente pero antes de que pudiera reaccionar ante la repentina cercanía de aquel ser de cabellera pelirosa, sus cuerpos terminan colisionado o más bien, el cuerpo de aquel muchacho desvergonzado termina chocando con el suyo ocasionando que ambos cayeran contra el suelo sin pena ni gloria.
Lo primero que chocó contra el suelo fue su plano trasero el cual se llenó de un dolor infernal. El cuerpo contrario cayó encima suyo con sus piernas enredadas entre las suyas y como si no fuera suficiente, sintió perfectamente como aquellos labios se salchicha se hundieron en su cuello volviendo su piel de gallina. Una cercanía muy incómoda y escalofriante.
—¡Choi Yeonjun! —exclamó furioso, rojo de la ira y la vergüenza.
—Jeje, ups —el nombrado levantó ligeramente la cabeza para ver justo enfrente suyo a unos pocos centímetros el rostro del estudiante de honor —Lo siento, Presidente Estudiantil.
—Levántate ahora —le amenazó con su mirada.
—Pero ten en cuenta que salve tu cabeza de ser brutalmente rota —se defendió rápidamente mientras saca sus aplastadas manos y se hizo a un lado. Al menos fue considerado con el más alto y dejó sus palmas por detrás de su cabellera protegiendo aquel cerebro inteligente, aunque bueno, ahora le duele mucho y pasará factura en sus prácticas.
Soobin levantó su espalda adolorida y sin pensarlo se deshizo de la saliva del contrario en su cuello con evidente asco.
Yeonjun mira detenidamente lo que hizo en el cuello contrario, lleva su mano a la boca limpiando su saliva sintiendo sus dientes adoloridos. —Te quedó una marca.
—¿Marca? —lo mira perplejo.
—Como un chupetón —soltó a la ligera y al ver la expresión aterrorizada del más alto, trató de remediarlo —No es para tanto, Presidente Estudiantil —se levanta del suelo y le relaja con un ademán de manos —No es nada.
—Realmente eres un desvergonzado —le reclama ruborizado, ya no sabe si es de verdad o de mentira lo que dice, ya que nada es normal cuando tiene que ver con el Otro Choi. El pelirosa le extendió su mano para ayudarlo pero éste la ignora olímpicamente para levantarse solo. —¿Por qué llegas tan tarde?
—Ah... ¿Eso? Pasó algo en casa —se excusa desviando la vista mientras se rasca la nuca.
Corbata floja, su camisa por fuera del pantalón con los últimos botones sueltos, saco arrugado, cabello desarreglado y la marca de la sábana arrugada aún pegada a un lado de su mejilla.
Si, ese es definitivamente Choi Yeonjun. Si no fuera así, no sería el Yeonjun que todos conocen.
—Aprende a ser más responsable —simplemente arrojó mientras estriñe con su sola mirada los aretes dorados que cuelgan de las orejas del contrario. Le molestó pero decidió ignorarlo, se giró sobre sus talones y siguió su camino.
Se sorprendió al notar que el más bajo por pocos centímetros le siguió.
—¿Y qué haces fuera de la clase? ¿Te escapaste? No puedes hablar solamente así de mi si tú estás en lo mismo —se cruza de brazos con confianza.
—Al contrario de otros que seguían pegados a sus camas —le entre miró con una indirecta bastante directa —Yo estuve en el despacho del director.
—Ash... Maldición —murmuró.
—Te haré un acta hoy.
—¿¡Un qué!? ¿¡Por qué!?
—Por soltar una grosería enfrente mío.
—¡Ni siquiera eres el Director!
Soobin se detuvo y lo encaró —Pensaba en perdonarte una pero mejor no, recibes un acta por llegar tarde y otra por tu grosería —volvió a posar de forma inevitable su mirada en aquellos odiosos pendientes. Los odia, quiere acusarlo pero no puede. Las leyes normativas de la Institución permiten tales vandalidades.
—Eres un... —estuvo a punto de soltar otra palabrota pero se las tragó —Quisquilloso. ¿Cómo no puedes tener piedad en mi? —formó un adorable puchero en sus labios brillantemente rosaditos.
Soo miró por mas segundos de lo planeado aquellos pomposos belfos, sintiendo escalofríos al darse cuenta del ligero labial puesto —Tú te lo buscaste —culminó con rudeza. Su estómago se contrajo y le dió la espalda.
Yeonjun hace una rabieta. —Déjame pasar esta vez, ¿Si? Prometo no llegar tarde mañana, te lo juro.
—Simplemente piérdete, tampoco es que te importe tanto la escuela —bien, no es que sea así de malo todos los días. Solamente es así con quienes no se lo merecen y Yeonjun es parte de su lista negra.
—Solo me quedan dos faltas para reprobar Química, necesito entrar a la clase de hoy.
—En cuarenta minutos acaba.
Yeonjun sorpresivo revisa la hora de su celular. Sabe que si entra ahora, posiblemente ella lo saque y anote su falta, dejando solo una más. Mira a Soobin y su cuello aún con una mancha roja que sabe que pronto se tornará morada. El Choi Original tiene una piel sensible, lo sabe desde la primaria.
—Si dices que estuve contigo en el despacho del Director porque me mandó a llamar te ayudaré a ocultar el chupetón —bien, eso le parecía un trato perfecto.
—¿Chu... Chu...? —Soobin rojo como un tomate se oculta el cuello. —¿T-Tanto se ve?
—Si y la gente puede pensar cualquier cosa —respondió con una mirada lasciva.
Con los baños cerca, el azabache corrió desesperado y se miró en el espejo.
¿Cómo explicará esto?
¿Cómo lo mirará la profesora y sus compañeros de clase?
¿Con qué cara entrará al salón de clase al lado de ese indigente homosexual?
¡Pensarán que es como él!
«Dios, ayudame»
Se soba la frente con frustración. Nadie le creerá y probablemente creen rumores sobre el. A las personas les encanta hablar de problemas ajenos y crear historias locas. ¿Cómo va a dejar que lo junten con ese? No pueden. Es imposible. ¡Indispensable!
—Tengo base y polvo en el bolso —la voz odiosa de Yeonjun habló a sus espaldas.
Soobin se gira y lo ve al pie de la entrada del baño.
—Eres... Eres realmente un desvergonzado —no sabe con qué más atacarle. Es tan devoto que las groserías son palabras prohibidas.
—Lo sé —se encoge de hombros con una sonrisa descarada.
—Si no ocultas bien esto, no te lo perdonaré.
—Igualmente lo harás, ¿No es esa una ley de los Cristianos?
Soobin solo toma una bocanada de aire para relajarse. —Solo ocúltalo, por favor.
—¿Trato?
—Trato.
Asintió y se acercó al más alto mientras saca su bolsito de maquillaje. Lo dejó en el lavamanos y tomó solo lo que necesita.
Soobin alzó la mirada al techo, mientras el contrario se acercó para maquillarle el moretón, invadiendo su espacio personal. Sintió el toque suave del pelirosa al aplicarle el maquillaje con la esponja. Fue incómodo y silencioso. Un momento muy tortuoso para su alma. Aunque bueno, no es la primera vez que han estado así de cerca. Tragó duro sintiendo como su cuerpo se tensa y su estómago se aprieta ante cada toque.
—Listo, ahora estás a salvo —rió.
El azabache no compartió su misma felicidad. Se miró en el espejo y no vio nada fuera de lo normal. Perfecto.
—Se nos hace tarde —fue lo único que dijo y salió del baño, el contrario se apresura a guardar todo mientras sigue sus talones.
Soobin abrió la puerta y la docente, quien estaba dando la clase en la pizarra, al verlo le sonrió. —Oh, pasa.
—Disculpe la interrupción —da una reverencia.
La expresión amable de ella se esfuma al ver al muchacho de atrás. —¿Qué son esas horas de llegar? En media hora acaba la clase, retírate.
—Disculpe, Profesora. El estudiante Choi también se encontraba en el despacho del Director.
—¿En serio?
«Dios perdone mis mentiras de hoy»
—Si, estaban hablando sobre sus notas y rendimiento académico, es por eso —respondió con cierta incomodidad y nerviosismo.
Yeonjun a su lado asiente ante todo lo dicho por el más alto.
—Si, no es mi culpa de verdad. No puede anotar esto como inasistencia.
Ella lo reta con la mirada y suelta un suspiro —Arréglate el uniforme antes de entrar —fue lo único que dijo para luego borrar la inasistencia que había puesto del muchacho.
El pelirosa esbozó una sonrisa orgullosa, Soobin lo ignoró y se fue a su asiento, dejando al contrario festejar solo mientras se arregla la ropa.
No es que odie a Choi Yeonjun. Solo odia su comportamiento, su carácter, su libertinaje y su relajada sonrisa, aquella que esboza con simpleza como si no sucediera nada cuando en realidad está sucediendo todo.
Si fuera diferente, si fuera más que un absoluto perdedor que se dejó caer por los susurros del Diablo, Soobin pudo haberlo considerado un amigo, o al menos un buen compañero de clase.
De pequeños no se llevaban mal, fue al crecer que todo cambió.
Pero en realidad, ¿Quién es el perdedor de los dos?
Mientras abre su cuaderno, mira de reojo a aquel descabellado pelirosa caminar hacia su asiento. Se conocen de pequeños, mas específicamente desde cuarto grado. En ese tiempo se habían llevado bien, tal vez demasiado bien que lo hizo arrepentirse y redimirse por años.
👀🩵
Espero que disfruten de este libro tanto como estoy disfrutando escribirlo🥺❣️
La portada y los gráficos fueron realizados por etternaly
Agradecida 🫶
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