La chica

Regresaba del trabajo, después de todo el conflicto armado las cosas van lentas y los rostros de preocupación rondan por todos lados, lo que no ayuda a levantar el ánimo.

Camino por las calles alumbradas por las lámparas que guían mi caminar, con la cabeza en alto debo mantenerme. El silencio es un tanto alarmante, hace tiempo que no se presentaba la calma, tal vez es por la hora. Hoy salí más tarde y tengo mucho sueño, desde hace unas semanas que tengo mucho, me dijeron que era normal en esta etapa de mi vida y que debo mantenerme con buena salud por el bien del desarrollo de mi pequeña o pequeño.

Aun no se lo digo, esperaba que después de todo este problema internacional fuera serio conmigo, que las dificultades que nos acarrean podríamos solucionarlas juntos y que me pidiera matrimonio, pero no.

Después de que volvió a resolver casos recurrió a ella por información, en el pasado fueron algo, se veía él tan feliz y satisfecho, algo que conmigo no se muestra. Además, ha llegado muy noche, lo sé, me quedo despierta hasta que escucho que llega. Ya no duerme junto a mí, no soy tonta, sé que pasa, pero no me habla de frente y mi esperanza de que quiera estar conmigo no muere.

Hoy es nuestro aniversario de noviazgo, espero que por lo menos este en casa, esperándome, con algún detalle, tal vez un labial o una crema, bueno ... con que lo pueda ver esta bien. Yo le compré un reloj, espero le guste, en lo personal creo que encaja con su personalidad: elegante pero discreto.

Me acerco y desde la ventana puedo ver que esta su tía, esa anciana de buen corazón que no se deja callar y ha sido mi inspiración para intentar cosas que antes no creí. Pero él no está, así que respiro profundo, no debe afectarme y no quiero que la tía se preocupe por mí. Sé que ha hablado con él, sobre que tome una decisión. Sí, estaba escuchando atrás de la puerta la otra noche.

—Hola tía

—Querida, te ves cansada, ven siéntate, ya tengo listo el té y en un momento cenamos.

—¿No nos acompañará?

—Ya lo conoces, seguro está vigilando las calles o en un caso importante. No te pongas triste—se acerca y me abraza—Últimamente esto te está afectando, esperarlo no te hace bien, se ven tus ojeras y creme que no se da cuenta de tu preocupación.

Después de cenar yo le dije que se fuera a descansar y me encargaba de todo. Luego me senté en el sillón y encendí la radio, estaba una novela, a veces la escucho, es sobre un superhéroe y como se mete en problemas por los encantos de las mujeres, aunque tenía "un gran amor". La apago, no me hace sentir mejor.

Me quedé dormida en el sillón, así que, el dolor de cuello, el frío y un sonido en el segundo piso me despertó. Seguro es él.

—¿Olvidaste cómo usar la puerta?

—Es más fácil entrar por aquí.

Me acerco para abrazarlo y se zafa. Pero el breve momento bastó para identificar ese aroma tan presente últimamente.

—Necesito hablar contigo.

—Debo irme, sólo me vine a cambiar.

—Deberías dejar una muda con ella, evitarías el viaje. —no dice nada. Solo se dirige a la ventana por donde entró—No te vallas, dejemos las cosas claras.

—Habla rápido, no tengo mucho tiempo.

—¿Sabes qué día era ayer?

—Viernes.

—No me refería a eso.

—No recuerdo nada en especial de ese día.

Era de esperar, pero ya no quiero seguir fantaseando un futuro.

—¿Vamos a casarnos pronto?

—Si ese fuera mi plan ya te lo hubiera pedido.

—¿No soy especial en tu vida?

—Detectaste el aroma, creo que eso contesta tu pregunta—sale y me deja ahí.

Me siento en su cama y pienso en que esto no va a nada, solo estoy perdiendo mi tiempo y mi juventud. Decirle que espero un bebé podría hacerlo quedarse a mi lado, pero a la fuerza, así no quiero.

Es mejor irme, así que me levanto y voy a mi cuarto. Saco mi ropa y cabe muy bien en la maleta. Dejé el cuarto limpio y sin rastros de mí. Sólo dejé la caja del reloj junto al espejo, que lo tire o lo venda, no me importa y no quiero conservarlo.

—Mi pequeña, lo siento tanto, me agradabas y quería que funcionara, pero no se puede obligar al corazón. —me da un abrazo y un sobre con dinero su tía. 

—Tía, no es necesario, yo me las arreglaré.

—Por favor, déjame ayudarte, ya regresará a mí por otros medios.

Salgo y camino sin ver atrás, aguanto el llanto, pero algunas lágrimas caen y arruinan mi maquillaje.

Voy al café a renunciar y despedirme de mi jefa y compañeras.

Me voy a la central de camiones, compro un boleto y elijo mi destino, el lugar en donde nací.

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El chico

Es de día, la luz entra por la ventana y el olor del desayuno me llama. Me levanto y me preparo para este día.

—Hola tía.

—Hola, me alegra que me hagas el honor de acompañarme hoy. Pondré otro plato.

—Tía, desde que se marchó ella sigues resentida conmigo y ya han pasado años.

—Era muy linda, me ayudaba y te quería.

—Pero yo no.

En ese tiempo yo no.

Quería a otra chica, delgada, de buena figura, ojos azules hipnotizantes y que me quería, pero no del mismo modo que yo.

Después de que Marie me dijo lo del matrimonio pensé en declararme a la chica con quien la engañaba y que se fuera me quitó un peso de encima. Una semana después compré un anillo y preparé una cena, algo que no había hecho antes. Pero ...

—¿Qué dices?

—Casarte conmigo, ser tu esposo.

—¿Y pertenecerte solo a ti?, querido, sabes que no soy esa clase de chica. Me gusta que nos divirtamos y me enloqueces, pero hay más ahí afuera, con más dinero y otras cosas que ofrecerme.

Mi corazón se derrumbó, yo la quería tanto.

—Mírame, no te pongas así. Pídeselo a la chica esa sencilla y conformista. Digo, sabe de mi existencia y sigue esperándote en casa. ¿Cómo se llama?

—Marie.

—Exacto, seguro que te quiere mucho para aceptar esas cosas de esposa.— baje la mirada y me levantó el rostro del mentón—Y nosotros podemos seguir siendo amantes.

Solo me fui. Aventé el anillo al río y me fui a casa.

La volví a ver varias veces, pero ya sin ir más lejos que un saludo e intercambio de información.

—Mi niño, ya eres un adulto. Deberías reflexionar, han pasado varios años y no te has casado.

—Desayunaré en el camino, voy tarde al trabajo, nos vemos después—salgo.

Así han sido estos años, los casos son más seguidos y horripilantes, casi no vengo a casa, me quedo en la biblioteca leyendo e investigando para dar con los culpables.

El mismo camino de siempre, una calle de piedras y casas apagadas, excepto ese lugar, el lugar donde trabajaba, es un lugar de intercambio de noticias y risas. Entro todos los días en la mañana por un café y un pan, los favoritos de ella. Me siento en esa mesa junto a la ventana que tiene flores, aun recuerdo cuando las sembró. Pero desde hace una semana que no están aquí esas rosas. En su lugar hay un cuadro, supongo que no debe sorprenderme, cada vez su esencia desaparece de mi alrededor, atormentándome, susurrándome "ya no está y no la encontrarás".

En todos estos años la he buscado, pero no está en esta ciudad y no puedo investigar donde se esconde, parece que solo desapareció. En los registros de asesinatos no está, así que estoy un poco tranquilo, pero no se sabe, tal vez ya está bajo tierra por algún accidente o enfermedad, son cosas que aumentan a diario.

Levanto el mantel para ver el corazón con nuestras iniciales que hizo en la madera, pero ya no están, han cambiado la mesa.

—Disculpa.—le digo a la dueña del lugar interceptándola antes de seguir con sus órdenes—¿Qué hicieron con la antigua mesa?

—La vamos a quemar para el pan de la tarde.

—Dígame el precio y me la llevo.

—¿Esa cosa chueca?, te la regalo chico.

—Guárdela hasta esta noche, pasaré por ella.

—Bien, pero que sea antes de cerrar.

Me levanto y dejo la propina, generosa como siempre.

Al ver  la ventana veo que pasa una chica parecida a ella, me quedo inmóvil, pero reacciono y camino rápido. Un señor se interpone en mi camino y por rodearlo al salir del lugar ya no la vi. Tal vez estoy empeorando, se esta convirtiendo en una obsesión.