Bueno una llegada tarde me ha provocado una detención, que mi mejor amiga este molesta conmigo por no escucharla una vez más cuando me dice que no llegue tarde y una brillante regañina del profe de guardia.

Las clases transcurren normales decido atender para no pensar. Solo quiero que llegue la tarde para terminar el castigo y poder irme a mi casa. En el receso de medio día miro mi móvil y pienso en escribirle al menos para pedirle disculpas, porque para ser sincera me hizo sentir culpable de la forma impulsiva en la que actúe, también mi personalidad posesiva y mandona no sabe actuar de otra forma, pero pienso que es mejor no hacerlo para darle su espacio por mi "pequeña" agresión.

En el horario de la tarde pasan lista a los alumnos de detención, que son siempre los mismos que llegamos, y me doy cuenta que hay un nombre nuevo: Diego.

Carajo como no lo había pensado, el también había llegado tarde por mi culpa. Dios con que cara lo iba a mirar.

Nos reunieron a los alumnos a la hora de la salida y pidieron que hiciéramos dúos para recoger hojas secas del patio, a mí nadie me elige porque nadie me soporta y a él porque nadie lo conoce, ¿y que creen? Pues eso, que nos tocó juntos. Un poco incómodo la verdad, cada uno hacia lo suyo sin mirarnos, el aguantaba el saco y yo recogía las hojas con el pincho. El tiempo se hizo eterno pero al final terminamos y en la puerta no aguante más la vergüenza y le dirigí la palabra:

- ¿Diego? - se dio vuelta y me miró - ¿Así te llamas no? - asintió con la cabeza - Pues perdona por lo de esta mañana, por mi ligero ataque y por provocar que llegaras tarde.

- Tranquila no pasa nada, ya tendrás alguna forma de recompensarlo vecina.

Me quedé muda y acto seguido abrió la puerta del carro que paro justo delante de él y me quedé por tercer día en shock ante ese niño. Que carajos, como que vecinos, en qué momento, y porque venía caminando hoy a la escuela? Tantas preguntas en un solo minuto me aturdieron, me puse los audífonos y empredí mi camino a casa.