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Capítulo 20: Reconciliación

- Nee san ¿Hasta cuánto te quedaras ahí encerrada?

En cuanto llegamos de esa misión en nuestra aldea natal, yo me fui directo a mi habitación y me he encerrado por algunos días, como había dicho antes, no tengo ganas de hacer nada, solo quiero estar sola.

Por eso es por lo que mi hermano ha estado tratando de hacerme salir, pero todos sus intentos han sido inútiles, hasta ahora.

- Tsutako san, me gustaría hablar contigo ¿Puedo?

Vaya, incluso trajo consigo a Kanae para tratar de convencerme.

- No tengo ganas – Les dije desde el otro lado de la puerta.

- Tsutako san...

- Nee san... voy a abrir.

- E-espera Giyuu san.

Mi hermano abrió la puerta de mi habitación con la llave de repuesto que él tiene, al escuchar como la puerta se deslizaba, yo solo me cubrí con el kakebuton de mi futón para no verlos.

- ¿En serio nee san?

La voz de mi hermano se escuchaba como de incrédulo.

- Giyuu san, no debemos presionarla.

- Pero ya lleva varios días así.

- ¿Por qué no me dejas con ella un momento?

Hubo un pequeño silencio entre ellos.

- Está bien, iré por té ¿Quieres uno en especial?

- Uno de manzanilla por favor.

Después de eso, solo escuché como mi hermano salía de la habitación y sentí como Kanae se acercaba a mi futón, después creo que se arrodilló cerca de mi almohada y me empezó a hablar.

- Lamento mucho lo que sucedió en tu aldea natal.

- Giyuu te contó ¿Verdad?

- Si.

Solté un suspiro debajo de mi kakebuton y continué hablando con Kanae.

- Gracias, pero no deberías disculparte, no tú.

- Aun así, quiero hacerlo.

- El que debería de pedir disculpas es "él", debe pagar por todo el mal que ha hecho.

"Solo debes hacerte más fuerte"

- Estoy segura de que llegará ese día Tsutako san, pero no puedes seguir así.

- ¿Qué quieres que haga?

- Bueno, lo primero seria levantarte del futón ¿No?

No tenía ganas de hacerlo, por lo que solo me quite la sabana de mi cabeza para poder observar a Kanae.

- Ese es un comienzo – Me dice Kanae.

Kanae tenía un rostro relajado y sonriente, en cambio a mí, me duelen los ojos por todo lo que he llorado al recordar esa noche, esa noche triste.

- Fui débil – Dije en voz baja.

- ¿Eh?

- Fui débil y tonta.

- No, no lo eres.

- Por mi culpa, Kiyoshi san y su familia están muertos.

- Eso no fue tu culpa Tsutako san.

"El fuerte siempre obtiene lo que quiere"

- Si tan solo fuera fuerte.

- Y lo eres Tsutako san.

- No, no lo soy. Quizás... quizás deba...

"Si devoras a las personas te harás más fuerte"

- Por favor Tsutako san, ni se te ocurra pensar en devorar a las personas.

- Pero no todas las personas son buenas Kanae san, si solo son ladrones o asesinos quizás...

- ¡Tsutako san!

Kanae alzó la voz, es la primera vez que la veo gritándole a alguien y me tocó a mí.

- Esta no eres tú, la Tsutako san que conozco jamás diría esas palabras.

- ¿Kanae... san?

- Mi amiga es la persona más fuerte que conozco, todos los días pelea contra el mismísimo Muzan para evitar que la controle.

Kanae me levanta levemente tomándome de mis hombros y me sujeta fuertemente.

- Mi amiga jamás pensaría en utilizar a otros para hacerse de más poder. Mi amiga es la persona más amable que conozco.

- Yo...

- Además, estoy segura de que ni Kiyoshi san ni su familia querría que los vengaras convirtiéndote en el mismo ser que los asesinó.

Kanae... Kanae tiene razón, no puedo convertirme en un demonio sin sentimientos como lo es Douma. Además...

"Bien, recuerda que en tus manos también está la vida de Kanae.

Así es Oyakata sama, si Tsutako san llegase a devorar a una persona, yo lo compensaré con mi vida."

Si yo devoró a alguien, Kanae tomará la responsabilidad y lo pagará con su vida, no puedo hacerle eso a mi amiga.

- Lo siento, tienes razón. Con que cara podré verlos si hago lo mismo que ese monstruo.

- Así es.

- Gracias Kanae san.

- No tienes que agradecerme, para eso están las amigas.

No pude evitar sonreírle a Kanae tras esas palabras.

- Además – Le dije – No quiero ser la causante de que Giyuu y tú se separen.

- Ah, había olvidado eso.

- Kanae...

- Je.

Un pequeño silencio se formó y después nos empezamos a reír las dos al mismo tiempo.

- Te dije que habías llegado tarde.

- ¡Umu!

Kanae y yo dejamos de reír para poder mirar hacia la puerta y en ella vimos parados a mi hermano y a Kyojuro.

- ¿D-desde cuándo? – pregunté.

- ¡Desde que Kocho te levantó! – Me responde Kyojuro.

Kyojuro estaba sonriendo como siempre, mientras mi hermano me miraba muy seriamente, después colocó su mano derecha en el hombro de Kyojuro y le dijo.

- Salgamos.

- ¡Tienes razón!

Kyojuro sonreía como siempre, pero por alguna razón miraba hacia el techo y no entiendo por qué mi hermano parecía molesto, pero cuando iba a preguntar Kanae me dijo algo muy vergonzoso.

- Este... Tsutako san, tu pijama...

Miré hacia abajo y pude ver la parte delantera de mi pijama semiabierta dejando ver algo de escote.

- ¡Ah!

Por pura reacción me cubrí el pecho y nuevamente me puse debajo del kakebuton.

- Ara ara. ¿Chicos pueden esperar afuera en lo que Tsutako san se cambia?

- ¡Claro!

Se escuchó que la puerta de la habitación se cerró y solo le pregunté a Kanae.

- ¿Ya se fueron?

- Si.

¡Cielos, qué vergüenza!

Había pasado un tiempo y finalmente la noche llegó, durante este tiempo Kanae, Giyuu y Kyojuro trataron de animarme, pero ya no era necesario, ya me sentía mejor. Sin embargo, una invitación que me hizo Kyojuro me tomó por sorpresa.

- Padre quiere hablar contigo y Senjuro también desea verte.

- ¿Eh? Pero creí que me había dicho que no deseaba volver a verme ¿Por qué el cambio tan repentino?

- ¡No le pregunté!

- Kyojuro san...

Me masajeé un poco el tabique de la nariz.

- Aun así, se veía que en verdad quería hablar contigo, después de esa noche, padre se la pasó encerrado en su habitación, rara vez lo veíamos por los pasillos.

- ¿No se estaba embriagando? – Pregunté.

- Senjuro me dijo que no le ha vuelto a pedir sake, además me enteré de que padre salió por unos días de la finca.

Por alguna razón Giyuu y Kanae se miraron a los ojos como dudando de algo, pero no dijeron nada.

- Por eso, Tsutako san, me gustaría que vinieras a mi finca y hablaras con padre.

- Está bien – Suspiré un poco – Vamos Kyojuro san.

- ¡Umu!

Ambos nos levantamos de nuestros asientos y antes de salir, miré a mi hermano y a Kanae.

- Giyuu.

- Si.

¿Cómo se lo digo? Mejor no lo hago.

- ... No, nada. Kanae, te encargo a mi hermano.

- ¿Eh?

- Ara ara.

Sali de la finca confiando en que los dos se comportarán como los adultos responsables que son, aunque hagan lo que hagan no debe ser de mi incumbencia, ya que ahora los dos son pareja y van a tener sus tiempos a solas.

Al paso de unos minutos de caminata, llegamos a la finca de la llama y fuimos recibidos por el pequeño Senjuro.

- Bienvenidos ani ue, Tsutako san.

- ¡Hemos vuelto!

- Buenas noches Senjuro kun.

- Senjuro, puedes avisarle a padre que ya hemos llegado.

- Si.

Mientras que Senjuro fue a buscar a su padre, Kyojuro me llevaba a la sala y me invitó a sentarme en la mesa principal, él se sentó a mi lado y no esperamos mucho tiempo para que llegara el padre de Kyojuro a la sala seguido de su segundo hijo.

- Kyojuro.

- ¡Padre!

Un pequeño y extraño saludo entre padre e hijo si me lo preguntan. Después, la mirada del señor Rengoku se posaron en mí. Debo admitir que se ve mejor a comparación de la última vez.

- Gracias por venir tan tarde señorita Tomioka.

- Muchas gracias por la invitación Rengoku san, lamento la hora, pero por mi condición no puedo llegar más temprano.

- Si, no te preocupes por eso.

El señor Rengoku se sentó justo enfrente de mí mientras que el pequeño Senjuro se sentó a la derecha de su padre. De repente, un silencio bastante incomodo se asentó en la mesa. ¿Qué debería hacer para romper con esto? No, yo no debería hacer nada, se supone que el señor Rengoku me pidió venir para hablar, así que él debería...

- Supe que pasaste por algo terrible hace poco, así que no sabía si era correcto llamarte tan repentinamente, pero es algo que debía hacer.

- ¿De qué quería hablar, Rengoku san?

- Primero que nada, lamento tu perdida.

- ... gracias.

- Y de lo que quería hablar contigo, más que hablar quería ofrecerte mis más sinceras disculpas.

- ¿Eh?

No solo yo, también los hermanos Rengoku se sorprendieron por las palabras de su padre, pero lo que más nos sorprendió a los tres fue que el señor Rengoku agachara su cabeza.

- No tiene por qué disculparse.

- Por supuesto que sí, me comporte como un ogro cuando eras la invitada de mi hijo y, sobre todo, cuando eres la salvadora de la vida de mi hijo. Por eso déjame decirlo nuevamente, lo lamento tanto.

Esto sí que era una sorpresa, jamás imaginé que el señor Rengoku se disculpara conmigo. Aunque me alegra que lo hiciera, creo que también debería disculparse con alguien más.

- Acepto sus disculpas Rengoku san, pero creo que no soy la única que se merecen unas disculpas aquí.

- ¿Tsutako san? – Kyojuro me miró muy sorprendido.

- Por supuesto que tienes razón. Kyojuro, Senjuro.

- ¿Padre?

- Aun cuando los he tratado tan mal me siguen llamando padre, eso es algo que no merezco.

- No diga eso padre – Senjuro le dijo a su padre.

- Después de la muerte de su madre, caí en la depresión y creía que el alcohol me ayudaría a superarlo, pero hizo lo contrario, me sumergió más en ella que terminé por lastimarlos.

Pude ver como en los ojos de Senjuro se empezaban a asomar pequeñas lágrimas, me giré un poco para observar a Kyojuro y él estaba un poco decaído.

- Ustedes son mis hijos, el último regalo que Ruka me dio, por lo que es mi deber... no, es mi privilegio poder cuidarlos y verlos crecer, pero los aparte de mí lado.

- Padre – Senjuro ya estaba llorando.

- Sé que no merezco su perdón, pero aun así quiero volver a intentarlo, quiero volver a estar a su lado, por favor ¿Pueden perdonarme?

El señor Rengoku volvió a agachar la cabeza, pero ahora hacia sus hijos.

- ¡Por supuesto que si padre!

- ¿Kyojuro?

- ¡Padre!

El pequeño Senjuro se levantó para abrazar a su padre, el señor Rengoku estaba un poco conmocionado, pero en cuanto recobró la compostura, correspondió el abrazo de su hijo y los dos comenzaron a llorar.

Miré disimuladamente a Kyojuro y lo veía sonriendo de una forma más amable de lo que generalmente lo hace.

- Creo que sobro aquí Kyojuro san.

- Te acompaño a tu casa.

- Espera, no te vayas aún.

El señor Rengoku se despegó un poco de su hijo para mirarme directamente.

- Quería preguntarte sobre algo, escuché que están buscando una cura para tu confición.

- Si, en la finca mariposa están trabajando en eso, Kanae es quien lleva la investigación.

También tienen ayuda de Tamayo, pero eso no se lo puedo decir.

- Me gustaría ayudar también.

- Señor Rengoku ¿Tiene conocimientos médicos?

- Lamentablemente no, pero la familia Rengoku tiene mucha historia con los demonios, he estado leyendo los viejos manuscritos para ver si encuentro algo que te pueda ayudar.

- Muchas gracias Rengoku san, pero no debe molestarse.

- Por supuesto que lo haré, no solo salvaste la vida de mi hijo, también me ayudaste a abrir los ojos.

- Yo no hice nada...

El señor Rengoku me sonrió de una manera nostálgica, es como si no me estuviera viendo a mí, sino a alguien más.

- Te pareces mucho a Ruka

- ¿Eh?

Ahora que lo recuerdo, Kyojuro también me dijo algo parecido.

- Cuando me dijiste aquellas palabras, me recordaste a mi difunta esposa.

- Yo...

No sé qué debería decirle, ¿Debería agradecerle, debería disculparme?

- Y gracias a ti, pude verla, pude recordarla. Por eso quiero ayudarte.

- Yo también.

- ¿Senjuro kun?

- Yo también quiero ayudarla, Tsutako san.

- ¡Lo mismo va para mí!

- ¿Kyojuro san? No te preocu...

- ¡Eres mi novia, por supuesto que tengo que hacerlo!

- ¿Eh?

Tanto Senjuro como el señor Rengoku se veían sorprendidos.

- ¿Acaso están en una relación? – Nos pregunta el señor Rengoku.

- ¡¿Finalmente ani ue se te declaró?! – El pequeño Senjuro se veía emocionado.

- Pues si... ¿Kyojuro san no les dijo?

- No – Ambos respondieron al mismo tiempo.

Los tres dirigimos nuestras miradas hacia Kyojuro y este solo estaba sonriendo de brazos cruzados.

- ¡Se me olvidó informarlo!

- Kyojuro san...

Nuevamente masajeé el puente de mi nariz.

- Bien, esto hay que celebrarlo – El señor Rengoku nos dijo – Senjuro puedes traer un poco de sake.

- Pero padre.

- No te preocupes, esta es una ocasión especial para tu hermano.

- ¿Padre?

- Kyojuro, este año cumpliste los 20 años, ya eres todo un hombre, pero jamás lo celebré contigo como es debido, por eso quiero tener mi primer trago con mi hijo que se ha convertido en todo un hombre.

- Padre...

Kyojuro parecía feliz por escuchar esas palabras.

- Y también celebraremos por ustedes dos.

- G-gracias, señor... creo.

- Ja ja no seas tímida, puedes llamarme Shinjuro, o mejor aún, puedes decirme padre.

- ¿Eh?

- ¡Padre, no es demasiado pronto!

- Ja ja, Kyojuro, ¿Cuándo hablaremos con Tomioka para hacerlo oficial?

- ¡PADRE!

La noche continuo entre risas y vergüenzas, el señor Shinjuro me platicaba de como era su hijo de niño y también me contaba sobre su difunta esposa Ruka. También fui testigo de la reconciliación de la familia Rengoku al ver padre e hijo bebiendo del sake en honor a Kyojuro.

Al final me convencieron de quedarme a dormir en su finca como su invitada de honor, solo le pedí de favor a Kyojuro que enviara a su cuervo para avisarle a mi hermano de que me quedaré aquí.

El pequeño Senjuro fue el primero en caer dormido mientras nosotros tres seguíamos hablando plácidamente, me di cuenta de quien heredo Kyojuro esa forma tan extravagante de ser, realmente el señor Shinjuro no es una mala persona.

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