Capítulo Único
Usted y yo tenemos una lluvia pendiente, no importa si es febrero o si es mayo, sé que ese día lloverá... Yo le haré café, y usted me hará la vida".
Isco Santi.
Llovía, él había reservado este momento del día para leer frente al ventanal que le mostraba la lluvia en 3D y alta definición. El olor a tierra mojada inundó sus sentidos y el corazón se le fue directo a las últimas palabras que se dijeron.
—No me olvides por favor. Regresaré por ti y estaremos juntos nuevamente.
—Te esperaré por siempre.
Pero ese "por siempre" resultó demasiado largo y pesado para Jungkook, porque Jimin nunca regresó.
Él atravesaba en penumbras esta parte de su vida en la que la tristeza se había apoderado hasta de sus ganas de respirar y la negación ante el abandono no le permitía aceptar que su corazón latía al mismo ritmo que titila una estrella apagada.
Apoyó su mano sobre el cristal frío en un intento de acariciar la esencia de su ausencia.
Desde su partida, cada noche, como un ritual sagrado, Jungkook se sentaba en el alféizar de la vieja ventana de madera y se quedaba a la espera del regreso de quién juró que regresaría, pero la realidad era que Jimin empezaba a perderse en los recovecos de su memoria.
—¿Qué tonto verdad? —Pensó en voz alta— Pero sí, aún guardo esperanzas que vuelvas a mí, Jimin, aún te amo y te extraño.
El aire denso de su casa estaba siempre cargado de una nostalgia irrespirable a la que trataba de ignorar pero fracasaba en cada intento.
Él mantuvo aquella costumbre de ir cada jueves a la feria de flores y comprar ramilletes blancos tal como lo hacía con su novio, pero la ceremonia, lejos de traerle consuelo, le llegaba como cachetada cuando el olor de los jazmines penetraban sus sentidos malogrados. Y se sentaba a llorar.
¿Cómo es que el mundo exterior sigue su curso, indiferente a su agonía?
Pero él permanecía allí, aferrado a la esperanza de que el viento cambiara de dirección y trajera consigo el eco de su nombre. Jungkook tenía la sensación de que el tiempo gozaba burlándose de su espera. Dicen que el tiempo trae calma, pero a él esa calma no le llegaba y el dolor se volvía más profundo con cada amanecer que no lo traía de vuelta.
Realmente esperaba que la resignación se posara sobre sus hombros para dejar de transitar por la vida como alma en pena.
Cada día, al despertar, miraba el costado vacío de la cama que alguna vez compartió con Jimin y se abrazaba a la almohada que había pasado a ser su silente compañera en esta espera interminable.
Pasó la primavera, el verano y cuando el último otoño reventó en amarillos, Jungkook pudo sentir que sus esperanzas se desvanecían como el humito de una cerilla apagada.
Tristemente, Jungkook empezaba a claudicar, a admitir que Jimin nunca regresaría y el eco de su nombre repetido hasta el hartazgo, le llegaba como azotes de fuego sobre su alma en carne viva.
Esa mañana el viento soplaba con más fuerza y Jungkook creyó sentir su presencia en los soplidos del aire.
Pero... ¿era solo una ilusión, un reflejo de su deseo insaciable?
Ding Dong
Abrió la puerta, no había nadie, a sus pies vio un barquito de papel.
—¿Quién dejó esto?
Levantó el barco que llevaba una pequeña carta.
«Tu y yo nos debemos este día de lluvia»
Se tragó todo atisbo de ilusiones para no morirse en caso de que no fuera lo que estaba pensado, porque, obviamente él estaba pensando en Jimin...
Asomó su cuerpo más allá de la puerta de entrada para ver si, quién había dejado el papel plegado seguía allí, pero no encontró a nadie y sin dudarlo salió hacia la calle, descalzo y sin abrigo.
Caminó como loco hacia todas las direcciones porque su cabeza le decía que detrás de esto estaba él, Jimin, su amor.
Pero no lo encontró y cuando la carta entre sus manos, comenzaba a deshacerse por el agua, su alma junto a ella, se filtraba entre la lluvia sin memoria y se dió por vencido, seguramente se trataba de una desilusión. Una más entre tantas otras que guardaría en su bolsillo para continuar con esta vida de ausencias eternas.
Giró para regresar a su casa y lo vio de pie, frente a él. El mundo se detuvo junto a la silueta mojada de Jimin.
Jungkook creyó ver que en su rostro resplandecía una sonrisa pero no, tan solo era una mueca de tristeza disfrazada como tal.
—Hola, mi amor —susurró.
Jungkook caminó lento hasta llegar a Jimin y tocó su rostro para asegurarse que la imagen frente a él fuera real.
—Sí, soy yo —La voz con la que había soñado por tanto tiempo, resonó entre ellos como una melodía que regresaba del confín de los olvidos.
El mundo se redujo a ese instante: Jimin, empapado, desaliñado y emergiendo de la bruma.
Sus ojos se encontraron, y en ese silencio compartido, las palabras sobraban.
El dolor, la espera, la añoranza, todo se disipó en el abrazo que los unió bajo el cielo lloroso, las lágrimas se mezclaron y Jungkook supo que no importaba el tiempo perdido ni las razones de su partida, solo existía ese momento, ese encuentro en medio de la tormenta, donde su amor se volvía tangible y eterno.
Jimin tomó la enorme mano tatuada de JK y la llevó a su pecho.
—¿Sientes mi corazón, Jungkook? Aún late por ti.
El pequeño corazón lastimado de Jungkook, que había permanecido en letargo durante tanto tiempo, se despertó con la fuerza de un trueno. Él lloró.
-¿Resolviste tus problemas pendientes? —Fue lo primero que salió de sus labios que tiritaban por el frío y por la emoción.
—Lo hice.
—Pasó tanto tiempo, no creí que regresaras.
—Pero aquí estoy.
El tiempo había sido un cruel verdugo con ellos pero Jimin y Jungkook se refugiaron bajo un abrazo contenedor y necesitado.
Se puso en puntitas de pie, lo besó y JK creyó que moriría en ese instante.
—Jimin, te extraño...
—No lo digas en presente, ya estoy aquí. Y vine por ti, a recobrar tu amor. A reconquistarte, a hacer lo que sea necesario para que me aceptes en tu vida.
Jimin no encontraba palabras exactas para manifestar lo que sentía porque él sabía que había puesto en juego lo más importante de toda su vida, necesitaba hablar, explicar, pedir perdón por tanta ausencia. Jungkook se merecía cada una de las palabras que él tuviera que decir, porque ese cachorro de ojos grandes es merecedor de su alma y de su vida entera.
Finalmente y sin excusas, Jimin pudo encontrar un camino para expresar el porqué de cada promesa rota, de cada perdones susurrados. Sin tener certeza de que el amor de su novio había sobrevivido a la distancia y al olvido, Jimin había regresado por él, para iniciar de nuevo.
—¿Aún me amas, Jimin?
—Con locura. ¿Y tú..?
Sus enormes ojos negros llenos de lágrimas hablaron por él.
_Tú y yo tenemos esta lluvia pendiente, tú me harás café y yo me dedicaré a amarte. Si tú me aceptas de regreso en tu vida, prometo amarte para siempre, Jungkook, para siempre.
La calle mojada se convirtió en un escenario donde latía la magia, donde los corazones se reencontraron y se fundieron en un beso que trascendía los tiempos. Y así, en medio de la lluvia, Jungkook supo que su espera había valido la pena, porque el amor, como la lluvia, siempre encuentra su camino de regreso a casa.
Fin
Un cuento cortito de Caracola
Publicado el 6 de noviembre de 2022.
Diseño de caracola
La imagen de los personajes
la creé con IA.
Gracias IA.
En el sector multimedia, luce el banner que gané en el marco de un concurso de navidad y creado por las talentosas manos de str4wygr_
💜 Gracias, Zidian💜
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PREMIOS OBTENIDOS
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Latinasia Awards 2024
1er lugar categoría Mejor protagonista masculino: Jungkook.
LatinAsia_Awards gracias 💜
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