Capítulo 3 

 
El tráfico sigue estando inestable y mi corazón está desesperado por ver a Ross. Vuelvo a marcarle para decirle que posiblemente llegue tarde y no me cae la llamada, ya me estoy volviendo loco. Jon tiene la brillante idea de llamar al dueño del local para ver si ya está Ross en el sitio, como tenemos una buena suerte, responde que no hay nadie que conozcamos y que está lloviendo demasiado y deberíamos ir a nuestras casas, pues cerrará temprano.

—Anda, no seas así, solo espera un poco más, intentaremos comunicarnos con él.

Jon tiene el número telefónico de uno de sus compañeros de clase y cada vez que repica rezo porque conteste y yo pueda ser feliz.

—Su llamada no puede ser procesada —dice la vocecita femenina que la detesto—, inténtelo más tarde.

—Todo pasa por algo, amigo. Vamos a continuar con nuestro plan y de ser posible lo buscamos en el salón, ¿te parece?

—Sí, gracias.

—No hay de qué.

Los autos van avanzando lentamente y mientras tanto colocamos música para tranquilizarnos y no pensar en nada. Usualmente, cuando llueve todo se vuelve un caos total, así que es mejor respirar y aguantar a que todo mejore. En la radio dicen lo del tráfico, pues es a causa de un accidente y ya las autoridades están solucionando rápidamente para que no se congestione todo.

Si la vida fuera un accidente, probablemente yo fuese la víctima sobreviviente. Mi padre estuviera enojado conmigo por no haber muerto en lugar de mi madre y si todo fuese lo contrario y mi mamá aún existiera en vez de mí, sería demasiado feliz y no tendría que preocuparse por nada, continuaría haciendo sus ridiculeces. 

—Menos mal que ya vamos avanzando más rápido —dice Jon sacándome de mis pensamientos—, quiero que me prometas una cosa, Miles.

—Mis promesas no tienen validez.

—Para mí sí y solo escúchame lo que tengo que decirte. —Asiento con la cabeza—. Quiero que seas feliz, Miles. No importa lo que pase, solo quiero verte sonreír, ¿de acuerdo? 

—Es imposible —le contesto—, para mí la felicidad dura segundos, luego se derrumba y no existe más. Ross es mi felicidad y aunque no siempre esté contento, él sabe cómo hacerme reír. Y al igual que él, Coín, Mash, Blad, Mary y tú son mi familia, y así yo esté en peligro, me importa que ustedes estén a salvo.

—Aunque sea por segundos, promételo, amigo.

—Lo prometo. 

Es difícil romper corazones, amistades, nunca he prometido cosas que no pueda y estén fuera de mi alcance. No todo el mundo sabe mi pasado y presente, y aunque no se atreven a juzgarme ni decirme nada malo, es muy obvio que todos quieren saberlo y les pica la curiosidad. 

Ni los medios se atreven a decir: “El hijo del magnate, sigue estando a los pies de su padre” o “Pobre Miles, tiene un mundo sin posibilidades gracias a su padre”; “No quiere seguir sus pasos y le da vergüenza” y la certeza que soy el hazmerreír tampoco, por eso es que mi vida es demasiado simple y aburrida, no tengo nada de diversión y si salgo por ahí más allá de mi zona, puedo ser asesinado por los enemigos de mi padre. 

—Bien, la línea mejoro un poco —dice Jon volviendo a conectarse con sus datos y comprobando que ya está mejor, sin embargo, la lluvia no cesa y eso me preocupa por si Ross se moja. Jon marca hacia el amigo de Ross a ver si responde—. Hola, sí, ¿y Ross? De acuerdo… Dile que vaya a mi casa… Okey, está bien, gracias, te debo una, adiós.

—¿Entonces?

—Ross está con él, me dice que aún siguen en la universidad. Él se quedó sin batería y por eso no pudo comunicarse contigo. 

—Demos la vuelta y busquémoslo.

—No es buena idea, Miles. Está lloviendo y es mejor que lo esperemos en mi apartamento.

—¿Y cómo se vendrá?

—Lo van a traer cuando escampe un poco.

—De acuerdo. 

—Tranquilízate, brother. Te dará algo. 

Finalmente, llegamos al apartamento de Jon y me siento un poco intranquilo, no deseo que mi amigo se preocupe demasiado. Le comunico al guardaespaldas que lastimosamente no podré llegar a tiempo a casa debido a la lluvia y además le pido el favor para que les avise a mis hermanos y les haga la cena por mí. Él me responde que todo está bajo control, mi padre no ha llegado de su reunión y mis hermanos ya comieron y están durmiendo.

—Okey, estaremos en contacto. Infórmame de todo, por favor.

—Sí, señor.

Tranco la llamada sintiendo un alivio tremendo. 

—¿Ves? Ya estás mejor, ¿no?

Estoy un poco aliviado; sin embargo, mis presentimientos nunca fallan, tiemblo de pies a cabeza y tratando de contener la calma. Jon coloca música de esas raras que escucha y nos quedamos en la dulce espera.