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Capítulo #4. "El nombre Del Caos"


Capítulo dedicado a el_sombrelero_loco ✨💕Uwu ya te he dedicado dos. Pero la cuestión es que estoy muy agradecida. No sabes cuanto tus comentarios me inspiran a escribir más y a dar lo mejor de . Gracias por el apoyooo✨💕Te mando un helado gigante y buscate palomitas porque en este cap hay pelea osiosi. ¡Disfrutalo!

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"Si los ves de cerca puedes llegar a confundirte. Es casi imposible ver si él era caos. O el caos era él"

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Caos ¿Cuánto caos puede contener una persona en su esencia?

¿Cuánto caos puede causar una persona que llega por primera vez a un lugar?

En el mundo, existen ciertas personas que son caóticas. Ciertas personas que no pueden evitar el desastre tras de sí. Ciertas personas que tienen tantos líos en el corazón, que no pueden ser otra cosa que un lío de persona.

Así era él. 

Y no era por su primer comentario al entrar que dejaba mucho por desear. Parecía idiota y conforme los días habían pasado, había podido notar que él realmente era un idiota. No había pruebas de lo contrario.

Tal vez era por la cuestión de las chicas, y por lo del chico suicida.

En lo que respectaba a las chicas. No era porque Castiel tuviese una especie de fascinación por hacer que todo el mundo estuviese encantado con él, era él y un magnetismo hacia su persona, su caminar, y sus gestos. Pero ese no era el problema.

Ni si quiera porque se hubiese enamorado tan rápido de Naomi Weist, es decir, ¿Quién no?, el amor actúa de maneras que el corazón desconoce. La cuestión era que a la semana de haberle llevado rosas y haberle cantado una canción en público. Yo había ido al baño a inflar una bomba de agua para lanzarle a Luxen, cuando me encontré a Naomi llorando y expulsando mocos sobre el lavabo.

Desde entonces, cierto odio creció hacia aquel chico. Aún así, no lo detestaba del todo. Quizás si se había desenamorado, los amores no duraban tanto. También ignoré el hecho de que sólo hubiese pasado un día, y ya estuviese con Amber.

Era su vida, después de todo. Pero entonces, a los días había vuelto a ir al baño, porque Luxen me había pegado goma de mascar al cabello. Y Cuando estaba intentando sacar los mechones pegajosos de mi cabellera, escuché un sollozo en uno de los cubículos. Decidida a ver que era lo que el baño escondía, un fantasma vengativo o una persona llorando, que también podía ser un fantasma.

Pero me lleve una sorpresa cuando note que no se trataba de ningún asunto paranormal. Era Amber, contó que Castiel le había dejado, diciendo que "No era él, era ella".

Había comprendido Castiel tendía a hacer las cosas al revés, en vez de disculparse se idolatraba, era casi imposible prever el próximo movimiento del desastre de cabellos blancos.

Esos hechos habían hecho que se me hiciera insufrible, sin contar que Luxen se comportaba extraño cuando él estaba cerca, más extraño de lo que solía ser Luxen.

¿Quién era él? Además de un idiota, obviamente.

De hecho, Ahora mismo. Estaba creando una escena.

Había frenado al chico suicida ya soltado un par de comentarios extraños. Parecía que se conocían. No obstante, era imposible obviar el odio que volaba desde una mirada a la otra. Se guardaban rencor.

Como si se tratase de una película, todos nos habíamos acercado a la escena. El chico suicida comenzaba a ser el centro de atención, y pude ver como la situación le incomodaba. Quise entrometerme, pero Luxen negó con la cabeza, él parecía entender de que iba todo. Observé la discusión.

Castiel dio un paso hacia el pelinegro.

—He vuelto — Peinó sus cabellos hacia atrás, dando un vuelta sobre sus pies— ¿A qué he cambiado un montón? ¿Más guapo? —podría ser una frase normal, de no ser por el tono que tenía Castiel, letal y mordaz.

Cuando pensé que el pelinegro se iba a retirar y no iba a caer las provocaciones, que siempre le hacia el peliblanco. Su voz hizo que se me erizarán los vellos. Sus ojos eran fríos e indiferentes.

—No —soltó serio—. Si me lo preguntas. Hay ciertas cosas que siempre han sido imposibles de cambiar en tu personalidad —Hizo una pausa—. Tu idiotez, por ejemplo.

Un leve"Ohhhh" se oyó en el fondo de la multitud. Y el corazón me dio un vuelco, algo me decía que eso no iba a acabar bien. El peliblanco sonrió con apatía. Y el pelinegro correspondió el gesto sonriéndole torcidamente.

—No has cambiado nada —Asintió con su cabeza de manera rítmica—. Siempre tan... —Clavo sus dedos en su barbilla como si pensará en la palabra para describirle correctamente—.¿Magnético? ¿Natural? Tormentoso —Se había acercado aún más. La palabra me dejo pensando— Como si fueras bajado del cielo. Un monstruo.

Me había perdido en el momento en que había comparada al chico con un ángel. Él estaba halagándole. Aunque si eso era un halago, no me quería imaginar lo que era un insulto.

Mi mente entró en "Reset" y Luxen apretó los labios en una línea, él sabia algo.

—Déjate de vueltas —gruño el pelinegro— No somos niños ¿Qué quieres? 

—En pocas palabras, tu final. En grandes palabras, acabar contigo.

—No juegues conmigo —siseó en voz baja el chico con el que había compartido banqueta.

El peliblanco sonrió, y rió secamente.

—¿Por qué no? —soltó un suspiro simple—. Toda mi vida has jugado con mis cosas. Lo justo sería que se devolviesen las cosas.

—Castiel —Por un momento el de cabellos negros pareció tranquilizarse—. No eres esto.

Él negó.

—No, no soy esto. Soy mucho peor.

El silencio había inundado el lugar. La tensión se respiraba. Por un momento los ojos del pelinegro se habían paseado por toda la multitud hasta detenerse en mí, le miré en respuesta, parecía buscar algo pero ¿Qué? ¿Quería mi opinión?  Yo sólo quería que él se alejase, no quería que le dañasen. No le conocía del todo, pero sabía que lo único que podías obtener cuando juntabas a el chico Suicida y a Castiel en un mismo lugar, era un desastre

—¿Quieres qué lo diga? —preguntó. El pelinegro bajo la cabeza por unos segundos— O... ¿Tienes miedo?

No respondió.

—No lo recordaba —Castiel hizo una mueca. que decía "Ay que distraído"—. Siempre tienes miedo.

Inflé mis mejillas. Sentía que estaban hablando en clave. El pelinegro había apretado la mandíbula y sus puños estaban cerrados. Él miró a la multitud ¿Pensaría si quería llamar la atención de esa forma?

Nadie lo veía en clases, nadie le prestaba atención. Pero si continuaba con ello, sería un foco por mucho tiempo, la popularidad de Castiel era grande a pesar de no haber compartido tantos días en la escuela.

El ojigris cruzó su mirada con la mía. Tal vez había sido por cuestión de nanosegundos pero al conectar nuestras miradas él parecía haberse relajado un poco, o eso había parecido antes de que tomará a Castiel de la camisa y lo empujase contra el casillero con un fuerte estruendo.

Di un salto hacia atrás, me había sorprendido. No había tenido muchas experiencias con la violencia. Sólo sentía que él debía parar antes de que llegará a mayores.  Y que no quería que se lastimaran. El único resultado de esto: serían ambos en problemas.

El pelinegro acercó su rostro amenazante al de Castiel.

—Que sea la última vez que se te ocurre insinuar una cosa parecida —Los cabellos le caían despeinadamente por el rostro pero el peliblanco no parecía perder la calma, de hecho parecía tener el control de la situación, sólo que a su beneficio— A mamá no le gusta que llegué a casa con golpes, pero siempre puedo hacer excepciones para darle lecciones a un idiota.

Mi boca se abrió. Realmente me sentía en una película de acción. Si seguíamos ese hilo, este era el momento, en donde aparecían los secuaces y se armaba un tremendo lío, balas, gritos y acción.

Debía dejar de ver "Misión Imposible".

No obstante, aunque parecía que la bomba estaba a punto de estallar, como el primer atentado que anuncia cuando una guerra va a comenzar, como la dedicatoria antes de empezar un libro que te destruirá, como esa sensación de tranquilidad antes del desastre. Se sintió la bomba explotar y de la peor forma con palabras.

La guerra fría nunca se había visto tan bien.

—¿Tú darme lecciones a mí? — Castiel escupió en el rostro del pelinegro. Entonces yo quise golpearle ¿Por qué El chico suicida no hacía nada? ¿Por qué no se defendía? Entonces, cuando creí que por fin le golpearía. Me encontré al peliblanco soltándose de las manos que le sostenían en contra del casillero—. Serás idiota.

—Lo soy un poco —Le brindó una sonrisa torcida el chico de ojos grises—Pero no más que tú.

Y pareció que todo el mundo contemplaba la escena con imploro. Yo aun no podía creer que el chico suicida no hiciese nada para defenderse.  Y me encontré odiando que el peliblanco continuará, sus palabras inyectadas de veneno, preparadas para dar un tiro al  objetivo y matar.

—¿Cómo podría un monstruo darme lecciones a mí? —Cada palabra, cada respiración ¿Por qué no hacia jodidamente nada?—. Que no se te olvide quien es quien —Y dijo en un susurro casi inaudible—. Los monstruos siempre son los malos del cuento.

Soltó la chaqueta del pelinegro con asco. Y yo baje la mirada, miré mis zapatos. La escena me había conmocionado. Ya creía que nada podía sorprenderme.

Todo había sucedido tan rápido. La pelea habría terminado de no ser porque cuando en cámara lenta. Vi como el chico suicida jalaba al chico de blanco hacia atrás, y le asestaba un golpe en el rostro. Solté un jadeo. No había nada en los ojos grisáceos del pelinegro, sólo dolor y rabia. Escuchaba la risa del peliblanco, una y otra vez, se estaba riendo a carcajadas. Risa tras risa. Golpe tras golpe.

Estaba golpeando con fuerza ¿Por qué nadie les detenía? Todos miraban emocionados la escena, el corazón me latió con fuerza. Miré a Luxen, él estaba al tanto de mis emociones y de lo que quería hacer, negó suavemente.

Ellos se estaban matando. Corrijo. El chico suicida le estaba dando una paliza a Castiel. Y nadie hacía nada para detenerle. Ni el mismo Castiel intentaba hacerlo, él sólo reía. Como un psicópata en la horca, reía.

Y el chico suicida no se daba cuenta que sólo se metería en problemas, en más problemas de los que ya estaba.

Luxen me sujetó del brazo, sabía que me metería de ser necesario. Grite.

—¡Basta! Le vas a dañar —Pero él seguía golpeando y al parecer con más fuerza. No había silencio, todo el mundo soltaba exclamaciones y había un griterío espantoso. Quizás no me escuchaba—. ¡Basta chico suicida! —Por un segundo al pronunciar chico suicida, la lluvia de golpes se detuvo. Él pareció reaccionar. Él pareció darse cuenta de que lo hacía estaba mal.

Pero ese justo momento fue suficiente para que los papeles fueran intercambiados y ahora fuese Castiel quien repartía los golpes

Solté un jadeo. Castiel parecía aprovechar cada segundo y con más fuerza, no se tomaba el tiempo de medir.

—¡BASTA! —Pero él si no parecía oírme. Mis nervios estaban pasando a mayores. Y ya me pregunta ¿Qué nadie había llamado a los profesores?

Los segundos pasaban y aun no lograba soltarme del agarre de Luxen. Y él no se detenía. La desesperación estaba empezando a atacarme ¿Cómo nadie parecía estar haciendo algo? Si seguía golpeando de esa manera podría desmayarle.

—¡Detente! —Castiel no se detenía, él pegaba con aún más fuerza. Ya el pelinegro no tenia fuerzas para defenderse.

Piensa rápido. Piensa rápido.

Observé mi mano, tenia la cartuchera de la última clase, una liga y una idea extraña formándose en mi cabeza

No lo pensé dos veces. Cuando le lancé la cartuchera a la cabeza al peliblanco. Las personas ahogaron un grito de sorpresa.

¿Quien se había atrevido a interrumpir en la pelea del año?

¿Qué loca había lanzado la cartuchera en medio de la acción?

Pero aunque ahora todos dirigían miradas hacia todas partes, buscando quien había hecho tal cosa. Mi cometido había sido logrado y aquel chico de cabellos blanco había dejado de golpear. Y no por una razón benévola, como darse cuenta de que le estaba haciendo mucho daño a una persona. Sino para observar a su alrededor, localizando a la persona que había lanzado aquella cartuchera, yo me encogí en mi lugar.

—¡¿Quién fue?! —gruñó. El chico suicida sujetó su abdomen y empezó a gotear sangre. El peliblanco no se quedaba atrás, tenía un ojo morado y una herida abierta en su barbilla.

Una línea roja de sangre le traspasaba la cien. Pero él comparado con el pelinegro, no lucía nada mal, la cara del pelinegro no era pálida, sino tonos vinotintos. La sangre corría y sus cabellos estaban empapados de ella.

—Pero ¿QUÉ ESTÁ PASANDO AQUÍ?

¿Saben ese momento de la película en donde llega la policía pero ya pasó todo lo que debía pasar?

Chispas. ¿Por qué el director siempre tenia que llegar tarde? Era casi igual como la  en las películas de horror, las personas que debían proteger llegaban justo después de que el acto se montará. Y eso era justo lo que estaba ocurriendo ahora mismo.

El señor James, quien había sido director de la secundaria por apenas un año, parecía querer sufrir de un infarto. La escena le impactaba casi tanto como a mí verla. Su cara se había puesto blanca como la nieve y su nariz de un color rojo fuerte, parecía estallar. Estaba enojado.

—¡Pero es que no pueden comportarse como personas civilizadas! ¿Son unos maleantes? ¿Se creen que la escuela es un ring de pelea? ¡Ya verán! Estos monos de la era pasada ¿Qué no tienen dos dedos de cabeza? —Parecía que con cada palabra se ponía más roja su nariz. En cualquier momento haría erupción— ¡A mi oficina ya mismo!

Todo el mundo se quedo quieto. Ambos chicos hicieron amago de moverse. O en realidad, solo por parte del pelinegro. Castiel rodaba sus ojos celestes.

Y aunque el director los había mandado a su oficina, la verdad era que eso no se iba a poder. A el chico suicida le costaba caminar, no podía hacerlo, de hecho estaba levantado apoyado de una pared y respiraba con mucho esfuerzo. Quise socorrerlo. Y Castiel si podía caminar, pero resultaba de obviedad que el castigo era para los dos.

Me acerqué al pelinegro con cuidado, pero recibí una mirada de advertencia de su parte. Si me acercaba, probablemente me volvería parte del problema. O no quería que yo tuviera problemas, o no me quería cerca, porque lo siguiente que lanzó fue una mirada de odio.

Le dirigí una mirada a Luxen de "Se que no debo hacerlo pero de todas maneras lo haré".

Antes de tomar una honda respiración y enfocarme en el señor James.

—Director —Todos se habían volteado a ver a la persona que se había atrevido a hacer algo—. No puede llevarse a...— Aún desconocía su nombre. Relámpagos—. Este chico a la oficina, apenas y puede mantenerse en pie. Está sumamente herido.

El director me cortó con una mirada furiosa.

—Si puede entrarse a golpes en mi institución. También debe tener las agallas para hacer frente a las consecuencias de ello. Debe aprender. —soltó.

El chico suicida se iba a mover pero yo le frené. Maldije internamente.

—No. —dije. A veces odiaba la parte de mi que siempre hacía lo que quería. Que si pensaba que algo era correcto, lo hacía. Me estaba metiendo en problemas.

—Señorita, si no quiere ac...— no le dejé terminar.

—Disculpe, señor —corté— Si estos dos se pelearon en sus instalaciones, la culpa obviamente se ve en ellos y en sus hormonas estúpidas —recalqué. Sentí una mirada curiosa en mi espalda y la exhalación del chico suicida.— Pero, aún así, este chico tiene heridas graves. Puede desmayarse y  eso perjudicaría la salud de uno de sus alumnos —No se le veía convencido— Si él se desmaya y pasa a peores. Eso sólo le causará demandas e idas a un juicio. ¿No desea eso? ¿Cierto?

¿Estaba chantajeándolo? Quizás.

El profesor me observó con fijeza, calculando si mis palabras iban con certeza o sólo eran para bromear, terminó cediendo.

—¡Vayan a la enfermería! —soltó con voz trémula cegada por la ira—. Pero luego, id a mi oficina los dos. Estarán castigados por cada desgraciado año que les toqué cursar aquí —Todos tragaron saliva. Vio a los demás alumnos que aún seguían contemplando la escena—. Y ustedes. A sus salones ¡Ya!

El Sr. James aun lucia rojo Y aunque su nariz no había explotado, su paciencia sí.

Todos el alumnado comenzó a retirarse después de que el director dio la espalda. Ya definitivamente había terminado el recreo.

Luego del desastre.

Algunas chicas rodearon a Castiel, estaban preocupadas por la línea roja en su frente y su ojo.

Me enojé ¡Que no veían que, literalmente, el chico suicida tenía un linea roja por toda su cara!

Estaba acercándome al chico suicida cuando sentí una mano tomar mi muñeca, me volteé por inercia con una mueca malhumorada.

Luxen me observaba con una mirada reprobatoria.

—¿Quieres que te diga lo que pienso? —preguntó serio.

—No —solté—. Sé que no tiene sentido lo que hago pero quiero ayudarlo. Nadie lo está haciendo.

Allí estaba el chico suicida apoyado de la pared. Y dando un paso a la vez, llegaría mucho tiempo después. Podría desmayarse.

—Lu... —Habló— No te conviene juntarte con ellos.

—No me junto con ellos. Sólo le ayudó porque nadie más lo hará. —Hice un mohín. Él me observó sospezando sus opciones. Sabía que no me daría por vencida y que me enojaría si me llevaba de allí.

Su mirada se suavizó al ver la mía. Creí que seguiría regañándome  o enojándose conmigo. Pero en cambio recibí unas palabras que no me esperaba. Demasiado dulces.

—Ve con él —susurró mirando hacia otro lado, parecía acongojado—. Él necesita tu ayuda —Decir esas palabras lo hizo hacer una mueca— Copiare las clases  y te las pasar por mensaje.

Asentí y le regalé un intento de sonrisa. Dejé un beso en su mejilla y le di un mini-abrazo, él despeinó mis cabellos antes de retirarse.

Vi al pelinegro dejarse caer en el suelo. Aún se veía terriblemente herido, me volví a acercar, habría que llevarlo a la enfermería lo más antes posible, podría ocurrirle algo realmente peor. Pero nuevamente una mano, tomó mi brazo.

—Hey —Una voz suave y ronca. Quise golpear a lo que fuese que me hubiese detenido esta vez.

—¿Qué? —Un gruñido salió de mis labios. Parecía que yo era la única que estaba al tanto del peligro que corría el pelinegro. Un golpe a la cabeza era cosa seria. Me sorprendí al ver una cabellera blanca.

Castiel.

—¿Le ayudarás? —cuestionó Castiel. Era la primera vez que se dirigía a mí y lucía muy seguro. Le dirigí una mirada de disgusto.

—Si. De hecho si me soltarás. Podría ir más rápido. Gracias por comprender —Estaba a punto de volver a dirigirme hacia él, cuando otra de sus manos se envolvió en mi brazo. Y una mueca surcó sus labios.

—No deberías. Estoy seguro que él se las puede arreglar sólo —susurró.

Dios. Realmente no tenia tiempo para esto.

—Voy a ir con él. —repetí.

—No —contestó. Él estaba jugando con mi paciencia. Y de repente me sentía ofuscada.— Debes ir a clases.

¿Quién se creía este idiota de cuarta?

—Castiel —pronuncié lentamente—. Realmente no te entiendo. No me interesas. No sé quien eres. No te conozco. Ni me interesa hacerlo —solté mirándole—. Pero estoy muy segura de que me conozco a mí y también estoy al tanto de las clases de karate que tomé durante siete años. Y si no me sueltas el brazo ahora mismo. Te daré la paliza de tu vida ¿Okay?

Él pareció querer reírse pero soltó mi brazo. Sin pensarlo demasiado. Corrí hacia el chico suicida. Él aun estaba sentado. Gracias a Dios me había soltado, no había durado ni un año en Karate.

Me arrodillé y extendí una mano. El chico suicida me devolvió una mirada con los ojos entrecerrados.

—Vamos a la enfermería —solté rápida. Mientras intentaba hacer que él agarrase mi brazo. Pero al tocar su mano, él se deshizo de mi agarre.

—No —Abrí mi boca soltando un jadeo. ¿Que nadie quería cooperar hoy?

—Debes ir a la enfermería —repetí por si no lo había entendido. Pero él estaba hecho una gigante palabra negativa.

—No.  Dios, lo mataría. Si el golpe no lo hacia, lo haría yo por su terquedad.

—Chico suicida, por favor. —susurré. Él negó.

—Puedo hacerlo. No necesito tu ayuda —Él intento hacerlo por si mismo, mientras se recargaba de la pared. Insistía en ayudarlo pero él era demasiado terco.

Ahora lo observaba con rabia, había enfrentado a dos chicos para salvarle, y él sólo quería hacerlo solo.

Le miré, intentando comprenderle. Lo estaba haciendo por él mismo. Lo descubrí observándome reiteradas veces. Me sorprendí al descubrir que no me miraba a mí, sólo miraba las muñecas de mis brazos. Mis muñecas, se las enseñé. 

No me las había rasguñado. Tampoco tenia nada peculiar, mis venas denotaban un poco más de común, pero eso era todo. Hasta que comprendí. Mis muñecas habían sido tomadas por cierto chico de cabellos grisáceos blancos.

Él me había visto con Castiel. Me había visto hablar con él. Había visto como me agarraba de las muñecas.

Solté un suspiro pequeño.

—No hice ninguna treta con él —Enmarcó una ceja en mi dirección— Si es lo que pensabas. Él sólo dijo tonterías. Y yo sólo le ignoré.

No parecía convencido. De hecho, me pregunté si esa era la verdadera razón. Hasta que él me observó con cautela algunos segundos antes de ofrecerme su mano. Fue un gesto sencillo, sólo me había ofrecido su mano. Pero parecía significar mucho para alguien que no confiaba en nadie.

Las personas que no confiaban en nadie, tendían a ser más reservadas, y no se trataba de que esa forma hubiesen nacido. Sino de que el mundo les había hecho ser así. Y ¿Quién podía culparlas cuando el mundo apestaba tanto?

Tomé su mano con fuerza y dejé que se apoyará en mí. Él recargó su cuerpo en el mío. Y aunque no íbamos tan rápido porque él pesaba un montón, caminamos varios pasillos hasta la enfermería. A un ritmo lento y seguro, donde él, al menos, no se esforzaba tanto, y donde yo, parecía una mulita de carga, pero estaba feliz de ayudarle.

Algunas veces podía ver de reojo sus muecas de dolor e intentaba no hacer movimientos fuertes. De vez en cuando me dirigía una mirada, entre confuso, reservado y agradecido.

Cuando por fin llegamos, pude respirar. Solté al chico en la camilla, mientras la enfermera, empezaba a regañarle repetidas veces, primero limpiaron su rostro con alcohol, y luego procedieron a desinfectar sus heridas. Una parte de mi se removió de culpabilidad.

Él me miró, me observó durante todo el proceso, parecía querer ver lo que sentía, pero no estaba segura del todo. Todo había pasado tan rápido que apenas había tenido tiempo para cuestionarme cosas como que sentía.

Miedo. Nostalgia. Frío. Felicidad.

El frío se debía al aire acondicionado del lugar. Los demás sentimientos, aun no podía definir su procedencia.

Él me siguió mirando, y yo empezaba a ponerme nerviosa. Él me ponía los pelos de punta. Le devolví la mirada intentando parecer un soldadito de guerra valiente. Él sólo sonrió, hizo una mueca por el dolor, y decidió que no sería correcto sonreír más.

Le observé cuando él se dignó a hablar.

—Te ves demasiado cruel ahí, preocupándote por mí.

Un escalofrío recorrió mi espalda

—No me preocupó por ti. —Intente negar aunque él tenía toda la razón. Me generaba preocupación su bienestar. Aun así, él no tenia porque saber que yo me preocupaba por él.

—Entonces...¿Por qué la ayuda y la ida a la enfermería? —Era claro que me preocupaba por él, aún no alcanzaba a entender el porque. Así que me limite a negar con la cabeza, él tenía una mirada extraña, una mezcla de diversión con nostalgia en su mirada.

—Olvídalo. Fue un impulso nervioso. —dije observando la ventana, gruñendo. A diferencia de mí, él parecía amar claramente cada segundo de la conversación.

—Tus impulsos nerviosos son interesantes. ¿Solo ocurren conmigo?

Abrí mi boca y la cerré. Cambie el tema.

—¿Por qué cruel? —pregunte. Él ladeó su cabeza confundido.

—Ya sabes dijiste, que me veía cruel aquí preocupándome por ti. No afirmo que lo haga pero ¿Por qué cruel? —repetí

Él guardó silencio antes de observarse con rostro inescrutable.

—Porque soy un monstruo. Y de los monstruos no está permitido preocuparse.

Sonrió de forma triste.

Ya le había visto sonreír tres veces. Pero esta sonrisa, no se comparaba con las otras. Era diferente. La sonrisa que me había soltado cuando le había contado la historia era inocente, pequeña y real. La sonrisa que había soltado cuando hablaba con Castiel, era seria, decidida y burlona.

Pero esta sonrisa era escalofriante, demasiado sincera. Su alma y cuerpo estaban rotos. Esta sonrisa estaba hecha de los pedacitos de los que estaban construidos las otras. Después de todo, él parecía estar construido de los pedazos que alguna vez había sido.

Sonrió porque él sabía que estaba jodido pero yo aun no lo comprendía.

Sonrió por los recuerdos y por dejarme sin palabras.

Sonrió porque sabía que no se suponía que se preocupasen por los monstruos. Y yo lo estaba haciendo. Las había grabado en mi mente, sólo que ahora estaba todo destruido.

Me acerqué cuando habían terminado de vendarle la cabeza. Me armé de valor y dije.

—Lo siento. —Había salido un balbuceó apenas audible. Pero la respuesta fue inmediata.

—No. —dijo con fuerza. Le mire, era razonable que me odiase un poco, se había distraído por mi culpa y le habían dado la paliza de su vida. Dibuje una mueca pero sus ojos ya no conectaban con los míos.

Y entonces descubrí que el no me negaba a mí.

Él no me había dicho que "no" a mí.

Él estaba mirando fijamente a la enfermera.

La enfermera había tratado de subir su camiseta.

—No. —repitió y se sentó en la cama. La enfermera le miró curiosa.

—Debes estar herido. Debo revisar. —soltó con un tono de voz demandante.

Él no parpadeó.

—No me revisará debajo de la camiseta. —Su voz había sonado fría y dura. Su camisa cubría toda la extensión de sus brazos. Él se había separado levemente de todos.

—Puedes tener una infección. —contraatacó la enfermera nuevamente parecía que no se rendiría. Él lucia firme con su decisión.

—Usted no mirará mi pecho. —No entendía. Estaba pérdida.

¿Por qué no le podían curar el pecho? De hecho, únicamente le habían curado el rostro.

—Chico suicida... —Murmuré intentando hacerle entrar en razón.

—No, Lux. —Su voz también paso a ser fría conmigo. Y entonces, el chico que yo conocía desapareció—. No me quitaré la camisa —continuó seguro—. De hecho ya me voy. Me curare en casa.

El chico se había levantado por si mismo, podía moverse muy muy lentamente aunque se había mareado al principio. Yo había alcanzado a tocar su espalda para sujetarle, él se alejo de mi agarre.

—Gracias. —susurro hacia la enfermera.

Mi cara se hizo en seriedad. No le entendía. Él me miró y su voz no pareció tener mucha diferencia del tono que había usado con Castiel.

—Gracias, Cietle.—dijo de forma suave y ronca. Se acercó a mi oído y en voz baja musitó—. Por favor, intenta no salvar tantos monstruos.

Lo miré irse por la puerta. Como había hecho en la estación. Como había hecho la primera vez que nos conocimos.

Y como cada vez que nos veíamos, sentía que él se iba y me dejaba con cientos de preguntas.

Me dejé caer en la silla de aquella enfermería con muchos enigmas pero principalmente.

¿Por qué no había querido quitarse la camisa?

¿Su torso brillaba como el de Edward?

Él. Acaso, era un...¿Vamp...? No, no, no.

Suspire. Había mencionado que Castiel era un caos de persona. Pero el chico suicida también.

No lo había notado pero estaba construido de cenizas de estrellas y de pedazos de sueños. Él no era completo, solo podíamos ver cada pedacito de él por partes, él resultaba fuerte si lo ameritaba, él no se dejaba humillar. Y él se dejaba ayudar muy pocos veces y lo había hecho conmigo.

Él estaba siendo un desastre todo el tiempo.

Él estaba siendo una mitad incompleta.

Él no tenía a nadie.

Yo. Lux Cietle. Tal como Watson amaba un caso de misterio. Y popeye las espinacas. Yo descubriría su porqué.

Yo entendería porque sus manos se aferran con fuerza a barandillas.

Yo entendería porque él cree que es un monstruo.

Yo entendería porque él no dejaba que lo viesen sin camiseta.

Yo lo descubriría.

.☀.

Holiiiiiii lectoras y lectores!✨😚

Esperó estén hiper mega bien y les haya gustado el capitulo. Es de los más largos que he escrito hasta ahora Uwu. Y estuvo bien fuerte, si les soy sincera. Muchas verdaderas, muchas pistas. ¿Las captaron?

¿Sospecha de porque Castiel dice que el pelinegro es un monstruo?

¿Alcanzaron a ver alguna pista? ✨Dejé dos 0.o

¿Qué les pareció la pelea? Escuche TCR mientras la escribía y me sentí en onda osiosiosi.

En la pelea eran... ¿TeamChicoSuicida? ¿TeamCastiel?

¿TeamLuxenbebito?

¿TeamLux gracias por lanzar la cartuchera?

¿Teoría acerca de porque ECS no quiere que le vean el torso?

¿Alguna idea de porque Castiel y el otro se odian tanto? ¿Si? ¿No? Nos vemos en próximos capítulos Uwu.

Dato curioso del capítulo✨Las cabras tienen cuatro estómagos. Y pueden imitar cuatro voces diferentes. No me pregunten porqué, solo lo 7w7.

Cuidenseeee✨💕Los quiero un buen. Voten y comenten.

Se despide sunset

.❤.

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