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Capitulo #3. "La llegada de un nuevo misterio"


Capítulo dedicado a el_sombrelero_loco 💕Graciias por comentar en los capítulos de LEEC🌠No tienes idea de cuanto me emociono y me anima a seguir escribiendo más. Sólo quiero decir: Muchas gracias por el apoyo. Este capítulo es especial, de corazón, espero que te guste. Ten un alucitupendo día! Se te quiere✨

.☀.

"Si las personas fuésemos flores. Seria un Girasol. No necesariamente por sus pétalos amarillos, sino por su centro oscuro."

.☀.

Los días habían pasado tan rápido que era casi imposible verlos. Luxen había mejorado. Ya no se escapaba del hospital y tomaba sus respectivas medicinas. Asistía todos los días al lugar para pasarles los apuntes. Luego de ello, nos poníamos a ver alguna película o hablábamos de cualquier estupidez que se nos pasase por la cabeza, como justo ahora.

Ambos estábamos acostados en el piso helado. Su cabeza chocaba con la mía y algunos cabellos de su melena me hacían cosquillas en la frente. Él mascaba chicle y yo le quitaba el cuerpo con los dientes a un osito de goma.

Conversábamos de mundos alternos. Cuando la realidad se hacia muy difícil de aceptar, siempre resultaba una buena idea imaginar un mundo, en donde todo fuese sólo un poco mejor. Tal vez no había lupus. Y tal vez en este mundo, la gente no podía morir. Al menos, él y yo, no.

-Si el mundo fuese gobernado por robots ¿Te unirías o Serias del partido contrario? -preguntó mientras observaba la luz blanca. Tomé otro osito.

-Fingiría ser un robot. Quizás cooperaría con el partido contrario. -Asentí. Y él rió.

-Yo seria el Rey de ellos -Podía sentir su sonrisa al decirlo-. No me preguntes como, pero seria su Rey. Te nombraría mi reina para colocar apariencias, tú me entiendes. Y haríamos que el helado fuese gratis.

-Nombraríamos al helado como desayuno real.

-Y a los humanos los enviaríamos a una isla desierta.

-Así podrían aprender a convivir.

-Quizás...

A veces el mundo era tan complicado. Las personas se iban. Los desastres sucedían. El amor se acababa. Las parejas terminaban. Y el único triunfante siempre era el mundo. Era el que veía tragedias y esperanzas comenzar.

Si todos moriríamos en algún momento ¿Por qué amar?

Si todos podríamos desaparecer en cuestión de segundos ¿Por qué seguir?

Si ya no teníamos fuerzas ¿Por qué seguíamos luchando?

La respuesta era sencilla. Los humanos vivimos de pequeños momentos. Vivimos de casualidades y milagros. De esperanza regalada e ilusiones vacías. Vivimos con la idea de hacer al menos una vida mejor. Vivimos para reírnos de cada segundo quitado. Vivimos de suspiros robados. A veces ni conseguimos una razón, pero vivimos porque hay que hacerlo. Vivimos por los momentos que compartimos con las personas que amamos. Vivimos para nosotros y si, cada segundo peligramos. Pero vivimos, porque si no lo hacemos nosotros, nadie lo hará.

Cerré mis ojos por algunos segundos. El silencio con Luxen. era de las cosas que más adoraba, no necesitaba de palabras.

Podríamos estar haciendo cualquier cosa, y nos comunicariamos sólo con miradas. A veces temía que algún día él se fuese, para no regresar jamás. Temía que las medicinas algún día no cumpliesen su función, o que simplemente el cuerpo de Luxen dejase de palpitar.

Por eso disfrutaba cada momento con él. Y debería ser algo que todos hiciésemos. Disfrutar a las personas, no sabemos cuando sus momento se pueden acabar. Cuando Luxen se enojaba, sólo pasaban minutos para que alguno de los dos se disculpase. Y generalmente, eran discusiones tontas.

Algo como ¿1D en algún momento volverá?

Él decía que no. Y yo sostenía que los milagros existían. Su voz cantarina me sacó de mis pensamientos.

-Y ¿si nos vamos del país? -preguntó revolviendo sus cabellos.

-¿A donde? -cuestioné. Hablábamos constantemente de marcharnos del país. Pero ambos sabíamos que era casi imposible.

-A Reino Unido, quiero conocer a el amor de mi vida y que me hable gringo -dijo mientras me robaba un oso de goma y yo le daba un manotazo-. O A Alemania, tiene lugares bonitos

-Me gusta más Italia o Quizás, Corea. Según los k-dramas sólo hace falta que existas cerca de alguien para enamorarte.

-Creo que cualquier lugar es mejor que aquí. -confesó.

No supe diferenciar si hablaba del hospital o hacia referencia a nuestro país- ¿No te aburres? -Se volteó y coloco sus brazos como apoyo para su cabeza rubia.

- A veces -admití-. No hay nada nuevo. Quizás deberíamos salir.

-Si. Deberíamos fugarnos al cine, o a la playa. Pero siempre son las mismas personas.

-Si los misterios tocasen puertas cada invierno seria mejor.

Él asintió. Al momento de decir esas palabras, ninguno de los dos pensó que esas palabras tuvieran real importancia o fueran ciertas.

-¿Vemos de nuevo "10 cosas que odio de ti"? -sugirió cambiando el tema. Las comisuras de mis labios se elevaron en una sonrisa.

-Sip -Busqué la película en cd y él colocó el DvD en el escritorio.

-Luego, La la Land. Y, Bajo la misma estrella. -continuó.

-Tienes una serie adicción con las películas que no terminan bien. -recriminé cruzando los brazos

-La mayoría de las cosas en el mundo no terminan bien, las películas sólo son otro ejemplo, Lu. -Su cara pasó de un triste mohín a un sonrisa egocéntrica- Excepto yo. Yo fui un error bien hecho.

-¿Estás seguro? -pregunté frunciendo mis cejas-. Creo que tu nariz es un poco grande. Y tu trasero...Mmm.

-¡LUX! ¿Qué haces calificándole el trasero a tu mejor amigo? - recriminó-

-Es nuevo nivel de amistad. -Me encogí de hombros.

Él me hizo un espacio en la cama llena de peluches, y coloqué "Play" a la película. Mi cabeza reposó en su pecho y solté un suspiro. Su corazón palpitaba y el sonido hacia eco en mi cabeza.

Sabia que Luxen se dormiría a la mitad. Pero era agradable estar con él de esa forma. Era como si todo fuese como cuando eramos pequeños. Era como si volviésemos al pasado.

Como la luna tenia al sol. La musica tenia su melodía. Las luces más brillantes su oscuridad. The Beatles a John Lennon. Y Queen a Freddy Mercury. Yo tenia a Luxen.

.☀.

El fin de semana había comenzado tan rápido que ya se nos había ido entre las manos. Desconocía como el fin de semana siempre parecía tan corto, y la semana, resultaba tan larga.

Luxen había sido dado de alta, por lo que ahora. Estaba esperándolo en la parada del autobús. Él llegaría en cualquier momento o eso me había asegurado. Aunque conociéndole, llegaría de cualquier forma, menos temprano.

Balanceaba mis zapatillas sobre la banqueta. Una pequeña valla publicitaria estaba al frente, promocionaba una canción de "Go radio". Mi mente se había deslizado hacia la Navidad, que parecía más cercana que nunca.

Algunas casas ya estaban decoradas con luces y colores, y se podía oír una gaita lejana.

Estaba recostada contra el asiento. Cuando vi a una persona cruzar sin prestar atención a los lados, hasta la parada del bus. Casi sufro de un infarto, al ver como un auto le tocaba la bocina y él lo ignoraba abiertamente.

Cuando por fin llego al otro lado de la acerca. Me di cuenta que había estado reteniendo la respiración. El chico se recostó de una de las columnas de la cabina.

Era el chico suicida.

No sé porque no me sorprendía su extraña manera de pasar el autovia.

Sus cabellos negros estaban de lado, dejando a la vista su rostro. Su mandíbula estaba levemente apretada y sus cabellos que estaban ordenados, me permitieron ver su rostro con más claridad. Sus mejillas eran delgadas, aunque se veían igualmente estrujables. Sus ojos grisáceos lucían indiferentes, y un pequeño lunar se había alojado al lado de su frente. Él había intentado peinarse, pero su melena se resistía, y un mechón rebelde se deslizaba contra su frente.

Traía unos jeans ajustados, y una camisa manga larga que llegaba hasta el comienzo de su cuello. Era parecida a la que le había visto aquel día, solo que de color azul. Se veía guapo, no servía de nada mentir.

Parecía de esos chicos que participaban en telenovelas americanas. Sólo que un poco más misterioso, menos ilustre, un poco cruel-esto lo sabía, porque se había reído cuando la señora que pasaba por la otra acera se había caído-.

Él era extremadamente sexi, atrayente como un libro de misterio, hipnotizante como una novela de crimen.

Parecía que en cualquier momento, podría sonreirte y tú te derretirías. Sólo que él no sonreía. Y tampoco te dirigiría la vista.

Su celular sonó y me sobresalte al ver que se movía.

¿Así se sentían los stalkers?

Él respondió. Se alejó algunos pasos, pero aun me era posible escucharle. Mi instinto de vieja chismosa estaba activado al 100.

-Mamá -Su ceño se frunció-. De acuerdo. Ok. Ok. No haré nada que él no provoque - Aguanto la respiración-. Sé que odias verme golpeado, pero ambos sabemos que yo ganaré la pelea-Su rostro se suavizo-. Está bien. No habrá ninguna pelea. -Pareció sonreír por al menos unos segundos. Me dirigió una mirada y se alejó otro paso, antes de decir-. Yo también te amo, Ma. Adiós. Te veré en casa.

Mi corazón se derritió y no pude evitar mirarle con una sonrisa idiota. Intenté ocultar mi rostro y me fije en dos niños que jugaban en la otra acera.

Él habló.

-¿Estás buscando a alguien a quien salvar? -cuestionó mientras se sentaba a mi lado y estiraba los pies. Me detuve a contemplarle. Sus ojos grises lucían curiosos, parecía que estaba intentando averiguar que observaba-. No me puedes salvar hoy. Estoy ligeramente ocupado

-Sólo salvo personas de Viernes a domingo, chico suicida -Miré mis zapatos-. En la semana, intentó ser una joven normal con una vida normal.

Él sonrió.

-¿Los otros días eres anormal?

Mi sonrisa decayó.

-¿Y tú? -pregunté de vuelta- ¿Eres normal?

-Soy anormal todos los días, Cietle. -mencionó como si no fuera la gran cosa. Su respuesta me tomó desprevenida.

-¿Te gusta ser anormal? -cuestioné curiosa.

-Prefiero ser anormal, que pertenecer a un conjunto de un todo.

-Eso es poético -Asentí. El chico suicida tenia una gran sabiduría.

-Lo es- expresó.

Un silencio se instalo entre ambos. Realmente no teníamos mucho que decirnos. No nos conocíamos lo suficiente y tampoco había confianza. Sólo habíamos concordado en espacio y tiempo. En una casualidad. Una extraña casualidad.

Parecía que estaba a punto de llover. El cielo anunció que una fuerte tormenta estaba por venir. En cualquier momento, comenzaría a lloviznar, y luego posiblemente una tormenta. El chico a mi lado se había sentado en una de las sillas declinables. Su mano se había pegado al borde del asiento, como si hubiese un terremoto. Parecía estar ¿Asustado? ¿De qué?

Observé a los lados buscando alguna especie de pista. Sólo habían dos chicos al frente de nosotros. Se veían sospechosos, le enseñé una mirada molesta y fiera ¿Se metían con el chico suicida? Gruñí en la dirección en donde estaban ellos. Y puse cara de asesina en serie. Iba a hacer el gesto de muerte, cuando los chicos corrieron despavoridos a otro lado de la calle.

Quizás había funcionado. Con la ida de aquellos bravucones. La llovizna había empezado a hacerse presente. Eran apenas gotitas pequeñas. Las nubes se habían formado con rapidez.

Desde pequeña había amado a la lluvia. ¿A él también le gustaba?

-Cietle. -Mi apellido se resbaló de sus labios en un balbuceó. Le observé con curiosidad porque nunca le había visto trastabillar al hablar, de hecho, parecía temeroso.

-Chico Suicida -Él me miró negando con su cabeza ¿Él estaba ansioso?

Sus ojos se enfocaron en los míos. Estaban oscuros.

-¿Te gustan las estrellas? -preguntó. Lo pensé y Asentí. Tenia una medalla con forma de estrella guardada en mi mesa de noche.

-Si -No pude evitar sonreír. Amaba los astros brillantes-. ¿Sabías que las estrellas no son sólo blancas, sino que cambian de color según su temperatura? Las que tienen temperatura más alta son de color rojo. Pero también pueden verse verdes y azules -Él dedicó toda su atención a mi cháchara-. Creo que lo que más me gusta de las estrellas. Es que a pesar de que murieron siguen brillando. Ellas puedes haber fallecido hace cientos de años atrás. Pero aún brillan. Aún cuentan una historia. Me gustaría pensar que las personas también somos así. Brillamos aún cuando decidimos apagarnos.

Él me observó reservado y dirigió su mirada hacia el frente. Yo le seguí.

-¿A ti te gustan las estrellas? -curioseé mientras mi miraba lo tomaba a él como foco de mi atención.

Él pareció no inmutarse y clavo su mirada en mí. Sujetaba el respaldo de la silla con fuerza.

-Me gustan las constelaciones -Pareció que se arrepentía al instante de decir aquello. Pero era otra cosa que descubriría después. El chico suicida nunca dejaba las cosas a la mitad-. Sólo que no las entiendo -admitió.

-¿No sabes como son? -pregunté ladeando mi cabeza. Un trueno resonó sobre mi cabeza. No obstante, él no pareció inmutarse. Respondió a mi pregunta.

-Sólo tiendo a olvidar sus historias -Lamió su labio y descanso la cabeza sobre uno de sus hombros-. Son muchas.

Me detuve a pensar. Di un salto y le dije

-Estás de suerte. Esta señorita se sabe una historia. -Él enarcó una ceja inquisitivo y me observó con cautela, antes de acercarse un poco.

Tenía la actitud de un gato, en duda de si la persona que estaba junto a él. Era confiable.

-Es la de Casiopea -Zapateé en el charco de agua que se estaba formando debajo del banco-. Hice una historia acerca de ella. Ya no me acuerdo mucho pero puedo intentar contártela -Él asintió volviendo a concentrarse en el frente. En donde una tienda 24 horas brillaba con un cartel del navidad-. Habla sobre una reina que por tener mucha codicia. Fue odiada y terminó convirtiéndose en constelación.

«Casiopea era la reina de Etiopía. Junto al Rey Etiope gobernaban el reino. Aunque ella estaba tan entrometida en si misma que se olvidaba en ocasiones de su deber como reina. Cuentan que en una expedición con su hija Andrómeda, en bote. Ellas se encontraron con las ninfas del mar. Casiopea al ver la belleza que poseían las hermosas ninfas. Decidió tratarlas con desprecio y mostrarse como la más bonita. Las ninfas se enojaron.

La lluvia había parado un poco. Me di cuenta que ahora el chico suicida me observa con atención, parecía querer que siguiera.

«Se lo contaron a Zeus. Quien envió a un gigante por ella. Ella le ofreció a su hija, Andrómeda. El gigante aceptó. Y Andrómeda pasó a formar parte del cielo estrellado. Pero todas las noches se le oía llorar y cantar. Hasta que un príncipe del océano se detuvo para escucharle. Se enamoró, la sacó de las estrellas y se la llevó. Zeus viendo que había sido incumplida la parte del trato de la reina. Decide buscarla de una vez por todas. Y la cuelga de cabeza en el cielo. Por eso cuando veas una corona en reversa. Es Casiopea pagando el precio por ser demasiado presumida»

Ambos nos habíamos acercado, y era casi nulo el espacio que nos separaba. Él dio un salto hacia atrás y yo me alejé en diagonal.

-No es tan buena, pero cuentas muy bien historias. -Mis mejillas pasaron de ser blancas como una mangata a una tonalidad rojiza parecida a la de una fogata.

No sabia porqué pero sentía que de alguna forma no eramos desconocidos tan desconocidos. Ahora él sabía algo de mí y yo de él. Podríamos saludarnos si nos veíamos en la calle. Eramos "conocidos desconocidos"

Y mi teoría fue confirmada. Cuando él me sonrió. Fue casi imperceptible. Como dos segundos de sonrisa o tal vez menos. Pero una sonrisa. Le hice una fotografía mental y la guarde en mi mente.

Su sonrisa era extremadamente extraña. Como si no hubiese sonreído en mucho tiempo. Quería seguir viéndole pero él estaba por marcharse y con él una extraña sensación en mi pancita.

Cólicos.

Se levantó del asiento. Y comprobó que había dejado de llover para marcharse, sacando un dedo y metiendo todo el cuerpo para no mojarse. Estaba a mitad de camino. Estuve a punto de detenerle ¿Él no iría a la escuela? No quise preguntar pero si se iba a casa. Esperaba que llegase bien.

No autos rojos en el camino.

.☀.

Para cuando habíamos llegado a la escuela. Aun me sentía confundida. Luxen y yo habíamos perdido la primera clase. Como había llovido a Luxen no le habían permitido salir hasta mucho después de que parase la lluvia y para ese entonces ya había transcurrido una hora de clase . Así que nos tocaba esperar a que sonará la campana para el cambio de clase.

Luxen estaba al tanto de todo lo que había pasado en la estación de bus. Ahora estaba intentando averiguar el porqué de todo

-Es un chico guapo. Pero ¿Por qué él te sonreiría a ti? -Hizo una sonrisa parecida a la del gato de Alicia-. ¿Así?

Sacudí mi cabeza, intentando organizar mis ideas.

-¿Qué podría saber yo? Sólo le salve del auto aquella vez -Hice un gesto contrariado-. A veces la gente sonríe sin razón. Quizás le pareció que seria cortes o quiso hacerlo.

-Tal vez se enamoró de ti, por ya sabes -Hizo énfasis en la palabra-: salvarle. Quiere devolvértelo de alguna forma.

-Uh, podría ser factible pero se había mostrado reacio cuando le salvé. Ni si quiera me dio las gracias. Además, una sonrisa no significa que alguien este enamorado.

Coloqué las palmas de mis manos en el suelo. Cuando Luxen, enfocó sus ojos azules en los míos. Retrocedí.

-¿Y tú?

-¿Yo? -cuestioné insegura.

-¿Tú estás bien? Digo. Contaste una historia y enamoraste a un chico ¿Qué se siente ser una rompecorazones?

Le golpeé en el hombro y reí.

-Es un arte, muy...-Puse cara enfurruñada y él soltó algunas risotadas-: seductor, ahora voy a contar los tres cerditos y a enamorar al mundo.

Seguimos bromeando acerca del hecho hasta que se hizo la hora de asistir a la segunda clase. Caminábamos por los pasillos. Entramos al salón, y nos sentamos en los últimos asientos. Dejé caer mi morral a un lado de mi mesa. Faltaban cinco minutos aun para que entrase el profesor. El rubio buscaba algo en su celular, y yo aun repasaba los hechos de la mañana.

-Luxen -Pinché su brazo. Él me ignoró- Luxen -Seguí pinchando- ¡Luxen!

-¡¿Qué?! -Estaba más concentrado en su celular que de costumbre. Le dirigí una mirada curiosa

-¿Haces algo importante? -cuestioné.

-No -respondió al instante, mientras sus mejillas adquirían un color rojizo y su celular era escondido debajo de su mesa.

-¿Qué estas haciendo, Lu? -pregunte intentando alcanzar su celular. Ahora tenia curiosidad.

-No te diré -Intenté raptar su celular pero él fue rápido-. Es una sorpresa -Defendió rápido. mordi mi labio, y él me sonrió-. No te diré hasta que estemos en ella.

-¿Es un lugar? -inquirí con las cejas fruncidas.

-Tal vez. -Mencionó sin ahondar demasiado en el tema. No me daría mas información de la necesaria. Si era algo ilegal, me negaría. Si era algo que podía colocarle en peligro también. Era mejor que no supiera.

-De acuerdo -solté rindiéndome y alejándome de él. Le señalé acusadoramente- Pero me dirás.

-Lo haré. Calma, Lu. Confías en mí ¿Cierto? -Confiaba en él, aunque en su juicio no tanto. Solté un suspiro y él me preguntó- ¿Había algo que me querías decir?

Asentí no muy segura. El asunto se me había olvidado por completo durante nuestra mini-pelea.

-¿Sabes alguna información extra acerca del chico con el que me encontré? -Lamí mi labio inferior. Era cuestión de curiosidad, no había nada más de por medio.

-No sé más que el resto -dijo sin darle muchas vueltas-. Él no habla con nadie. No tiene amigos en la escuela. No es social. Y creo que eres la primera a la que le dirige la palabra.

Acaricie mi barbilla pensativa.

»-Es extraño. Siempre ha sido como un fantasma. Nadie tiene ganas de hablarle. Y él no se esfuerza porque sea diferente. Aunque debo admitir que es auténticamente guapo. También se rumorean cosas sobre él como... que estuvo 2 años en una prisión y se escapó o que es de la Mafia Italiana. Nadie sabe lo suficiente de él. Pero algunas cosas han hecho que se alejen de él. Según cuentan, golpeó a alguien que le quiso quitar su chaqueta. Le tienen miedo. Y a él le da absolutamente igual.

Las palabras de Luxen no me dejaron volver a concentrarme. Él no tenia amigos. Él no hablaba con nadie. Él sólo, estaba allí, siendo ignorado e ignorando a los demás. Y aunque admitía que me llamaba la atención, no estaba segura de aventurarme en todos los problemas que abarcaba aquel chico lindo de ojos grises.

Y con miles de preguntas aun en mi cabeza. Luxen volvió a enfocarse en su celular. Ahora el chico suicida no salía de mi cabeza.

¿Siempre estaba solo?

Si Luxen me tenia a mí. Queen a Freddy Mercury. Las flores a las mariposas ¿A quién tenía el chico suicida?

Dos cabelleras blancas entraron al aula interrumpiendo el hilo de mis pensamientos. u
Una cabellera era tintada y la otra motivada al exceso de edad de una de ambas personas.

El profesor había entrado con un chico de cabellos blancos por la puerta.

Una persona con pinta de odiar el mundo y a las personas en el. Una persona con secretos como todos los que estábamos sentados en las mesas. Una persona rota y dañada. Con cabellos blancos representando desastre, y con dos pozos de color azul marino. Un nuevo misterio llegó a nuestra escuela.

Una sonrisa torcida tomó lugar en el rostro del peliblanco. Y con un misterio en sus ojos, dijo:

-Hola, desperdicios de oxigeno. Mi nombre es Castiel. Y a partir de hoy seré vuestra nueva pesadilla.

.☀.

*Inserte sonido de guitarra eléctrica con la llegada de Castiel*

AAAAAAAA ¡holiiiii gente bonita!✨Espero estén bien.

En lo personal. Me esforce mucho para escribir este capítulo. Y tuvo bastantes cambios hasta quedar así.

¿Qué le pareció?

Apenas estamos desarrollando la historia. Pero ya están todas las piezas sobre la mesa.

¿Alguna teoría de por qué el chico suicida le tiene miedo a la lluvia?

¿Qué opinan de Castiel?

¿Qué les pareció la escena de Lux y El chico Suicida? 7w7 *sonidodejuguito*

¿Qué piensan de la enfermedad de Luxen? ¿La odian como yo?

Mensaje del día✨Abracen y amen con todo su corazón. No saben cuando ya no podrán hacerlo. No odien, ni guarden rencor por mucho tiempo.

Mucholove para ustedes. Dato curioso:💕Cuando caminamos por mucho tiempo con una persona, nuestros pasos se sincronizan.✨

Esperoooo o.o les vaya gustando como se va desarrollando. Les dejo una fotito de alguien que se me parece a Castiel abajo.

Voten y comenteeeen✨💕Se les quiere.

Se despide la ardillita.

.❤.

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