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Capítulo #27. "Te Reconozco"


 Con ustedes, LA DIVISIMA, LA INEVITABLE, LA INIGUALABLE... @el_sombrelero_loco

¡Gracias por siempre comentar! Tus comentarios me hacen reír un montón y me colocan una sonrisa siempre ¡Graciiiiias! ¡Un abrazo del tamaño de Zimbabwe! ¡T.Q.M.! ¡Espero te guste el capítulito!

.☀.

Las palabras se han quedado en el aire y pesan de una manera casi imposible.

En cuestión de segundos, Asher se ha acercado a Madeline, se ve más humano de lo que lo he visto jamás. A veces olvidamos que las personas son débiles y que justo aquello es lo que los hace humanos.

Sus debilidades. 

La de Asher, su secreto.

La de mamá, sus hijos.

La mía, la mía es... complicada.

Mi mirada se detiene en la manera en que Madeline reta a Asher y como pretende hacerle daño diciéndome a mí.

Su voz clara y directa sigue haciendo eco en mi cabeza. En mi furor interno tiemblo ante la idea pero me mantengo impasible. No les voy a dar el gusto a ninguno de los dos.

La palabra secreto hace que los ojos de las personas se enciendan. Hay algo sucio en saber algo que puede destruir a una persona, es el poder, y lo veo, en los ojos de Madeline. Poder.

Poder de destrucción. El poder de saber cosas acerca de las personas, cosas que pueden hacerlas manojos o ápices de lo que son, cosas que pueden convertirlos en su mejor o peor versión.

¿Cuánto poder puede haber en un secreto?

Las miradas se entierran en mí esperando la respuesta que he materializado apenas lo ha preguntado. Los secretos me ataron en un inicio. No quiero más ataduras. Mis brazos se enredan en torno a mi pecho como si esto fuese capaz de protegerme de ellos.

—No quiero saberlo. 

Madeline no se inmuta y su postura recta e inquebrantable se mantiene. Enarca una ceja y me observa. 

—¿Inclusive si este secreto es sobre él? —Lanza una mirada al aludido, que dispara flechas en su dirección y se tensa cuando hace la pregunta.

—Inclusive si se trata de él. —Trago saliva y el frío choca contra la palmas de mis manos

—¿Y sobre su chaqueta? —cuestiona con voz suave y melódica. Y puedo ver como la mirada de Asher se ensombrece, como ella de alguna u otra manera tiene algo de él, que lo ata de una manera que es capaz de sacudir su mundo con solo palabras.

Él me mira e implora con la mirada. Pero es su decisión y si él no ha querido contarme, es por algo. En el fondo, hay una vocecilla que me dice que más que por atarme más lo hago porque una parte de mí quiere que él se sincere conmigo y lo cuente, quiero esa confianza aunque ya no sirva para nada.

Madeline modula una sonrisa cruel y el silencio se acaba cuando comienzo a hablar.

—No quiero —Sus ojos se enfocan en los míos cuando mi tono se oye crudo—. No me conoces y sinceramente no tengo muchas ganas de lo que hagamos. Si tú conoces algo sobre Asher, ese es tu problema. No creo que sea agradable que compartas cosas de los demás sin su consentimiento. Si quieres decirme algo, sé clara al respecto. No vayamos con juegos. Si quieres contarme acerca de sus secretos, quiero aclarar que no te lo he pedido, no quiero más secretos sobre mis hombros. Los secretos pesan mucho. Y no quiero participar en lo que sea que ustedes se traen. No soy tonta  —afirmo sin dudar —.  Y mucho menos soy un juguete para que me usen con un fin —Su expresión es indescifrable—. Gracias por la oferta, pero por si aún no lo has entendido. Mi respuesta es no.

Me marcho. Los dejo a ambos allí y me alejo por la vereda. Son muchos secretos, mucho misterios y tantos, tantos, que sólo me hacen doler la cabeza.

Se quedan platicando, y oigo las vociferaciones mientras me alejo. 

No podemos pasarnos la vida esperando que los demás cumplan cada una de nuestras expectativas. No volteo hacía atrás. Se han montado al auto o eso supongo por los portazos que resuenan por toda la carretera, avanzo con más rapidez.

Estoy caminando con esmero, cuando veo el auto pasar a toda velocidad por mi lado, se pierde en un intersección y deja un rastro de aire provocado a su paso. Un respiro sale inevitablemente de mis labios. Me tranquilizo y  supongo que se ha acabado. 

Luxen me textea diciendo que él y Castiel tomaran un taxi y que le escriba cuando llegué a casa, mando un pulgar hacía arriba y continúo con la caminata. Tomo una esquina y me detengo por unos segundos, tal vez mi percepción falla pero juraría que oigo pasos detrás de mí. Apuro los míos y oigo la aceleración de los otros.

 Me quedo estática por algunos segundos y oigo.

—¿Si quisiera sabes a dónde vamos? Llevamos cinco minutos caminando hacia el frente.

Alegre. Cantarino. Extraño. Reconozco la voz pero muy poco el humor. Me volteo y el pelinegro guarda las manos en sus bolsillos mientras me sonríe. 

Hay algo diferente en él.

—¿Qué haces aquí? —La pregunta sale de mis labios con rapidez, pero en realidad quiero decir es, ¿Qué haces aquí y no en el auto?

Los ojos grises de Asher me observan como si hubiese perdido la cabeza, quizás por él, pero ese no es el punto.

—Acompañarte, duh —dice y se coloca a mi lado con familiaridad—. ¿Crees que te dejaría recorrer las calles sola a estás horas? Es peligroso, farol.

No parece notar lo que implica su pregunta, preocupación. Y la preocupación significa una conexión, creo entender ahora la razón por la que no quería que le salvara. El salvar a alguien de algo implica un lazo, uno que no quiero tener.

Aprieto mis puños y las palabras calan hondo.

—No es necesario que te preocupes, puedes irte. —Me ignora y se planta como una estatua inmóvil a mi lado.

Si doy un paso, él lo da. Si retrocedo, él lo hace, y me asusta no saber lo que pretende. Se siente como algo irreal.

—Me quedaré contigo hasta que llegues a casa. —expresa con seguridad cuando ve que lo observo y que no dejo de mirarlo—. No te haré daño —asegura cuando ve la duda en mis ojos como si quisiera tranquilizarme, levanta su mano en mi dirección  y la baja al ver que retrocedo—. Mi única intención es que estés segura.

—Asher —murmuro seria p—. ¿Qué buscas? —Más que una pregunta es un suplicio.

Quiero que paré de hacer cosas que aceleren mi corazón. Quiero que se detenga el sentimiento de estar muy cerca de él. Quiero no sentir porque ya estoy cansada de las idas y venidas sin ningún sentido.

—Que llegues bien a casa. —expone seguro como si no fuese la gran cosa.

Me cruzo de brazos.

—Yo busco ganarme la lotería, pero como vemos, las cosas que buscamos, mayormente no las encontramos —Le hago saber. Él asiente como si temiera desafiarme—. Iré en un taxi —informo.

No me pelea aquello, y enciendo el teléfono. Estoy buscando una de esas apps de transporte a unos pasos de distancia cuando lo oigo a hablar, y como no hay nadie más, asumo que se dirige a mí. 

—No estoy con Madeline. —confiesa en mi dirección con severidad. Por un segundo, me quedo estática al oirle, y aunque mi corazón aletea, no puedo creerle. Se atraviesa en mi panorámica.

—No quiero saber.

Hago distancia entre ambos y por algunas cuadras no escucho sus pasos, creo que ha dejado de seguirme y eso me tranquiliza un poco. Pero la tranquilidad dura poco cuando me lo vuelvo a encontrar.

Cerca más de lo usual, como si de alguna forma se negase a dejarme en paz.

—¿Quieres que te cuente un secreto? —pregunta en mi dirección con total seriedad. Mi respuesta no ha cambiado.

—No, gracias. —Rechazo y niego con mi cabeza.

—Pídeme que te cuente un secreto. —Esta vez ruega en mi dirección pero ni lo observo cuando hace amago de arrodillarse.

—Prefiero que me arroyé un auto. —Eso hace que quité la mirada de borrego y proceda a sonreír con algo que no identifico.

—Te aseguro que no quieres eso. 

—Tú no sabes lo que quiero. —recalco mientras caminamos y el pelinegro fastidioso alza sus manos.

—Vale, no lo sé, chica segura —Suspiro ante el apodo y él vuelve a cruzarse en mi camino, haciendo que en ipso facto, me detenga—. Pídeme que te cuente un secreto, por favor.

—¡Qué no quiero! 

Es verdaderamente fastidioso cuando se lo propone y mi voz ha subido una octava.

Su mirada se hace grisáceo líquido.pero no me dice nada y se mantiene  repentinamente callado a mi izquierda. De cierta forma, hacerle daño a Asher se siente como si me lo hiciese a mí misma. Creo que le he gritado un poco y quizás no debí alterarme. Empujo mi hombro con el suyo, mientras la culpabilidad me invade, las chispas de siempre saltan con el mínimo contacto y me arrepiento al instante.

—Perdóname —Me disculpo e intento mirarlo al rostro pero no cambia su expresión, como cuando no nos conocíamos en lo absoluto. Se siente mal—. Me he pasado, lo lamento.

—Está bien. —responde.

—¿Me perdonas? —pregunto y asiente—. Cuéntame el secreto.

—No quiero. —Niega.

—Cuéntamelo. —insisto intentando captar su mirada pero no cede.

—Que no, terca.

—Que si, pesado. Anda —pido y le miro, haciendo que nuestros ojos se encuentren y que algo en mi estómago se remueva—. De verdad quiero saber.

—No te va a gustar. —responde simple.

—Pues me gustas tú y detesto algunas cosas que dices —pienso con seguridad—. Creo que lo superaré.

El silencio lo toma y le doy aliente con la mirada. De repente, se enseria y está ese aire de te voy a pedir matrimonio que me asusta, una mezcla de seriedad, sentimientos y palabras nunca dichas que me coloca inevitablemente nerviosa.

—Me causas muchas cosas, Lux —dice y sus ojos de acero aprisionan a los míos— Como...

Las palabras se quedan en su boca y yo lo observo con fijeza. El tiempo se detiene.

—No te he pedido que... —Me he quedado estática y entonces.

—Limerencia 

Todo cuadra cuando entiendo el significado de la palabra desde su perspectiva—. Me causas limerencia —Repite y si antes dudaba de mi cordura, ahora no hay nada que compruebe que no es real.

Sé a lo que se refiere.

Sé lo que quiere decir.

La confesión en sí, hace que todo se detenga por algunos segundos y varias emociones crucen mi estómago a una velocidad alarmante. No sonríe, no parece estar bromeando pero no puedo creerle, no es tan sencillo.

Soy yo la que se acerca a él está vez y lo observo con cautela acercándome a su rostro.

—No te creo. —aseguro firme y sus cejas se crispan apenas las palabras salen de mi boca.

—No tengo nada con ella. 

—No te estoy recriminando. Solamente no puedo creerte.

—Mi corazón late con fuerza cuando estás cerca. Siento como si el mundo se fuese a acabar cuando te marchas.

Lo he querido tanto, he querido tanto esa confesión que ahora se siente como si fuese demasiado como para aceptarla. A veces le otorgamos tanta importancia a buscar ciertas cosas que cuando por fin las obtenemos no sabemos que hacer con ellas.

—¿A qué viene esto ahora? ¿A qué viene está confesión cuando has estado huyendo de mí? ¿Por qué ahora? ¿Qué clase de enamorado eres si te gusta a alguien y en vez de enfrentarte a tus miedos, estás huyendo? —recrimino.

Sus cejas se fruncen por algunos segundos y luego sonríe al verme, es una sonrisa real, de dientes blancos y comisuras levantadas. Responde únicamente la última pregunta.

—Lo admito. Soy un enamorado tonto. —persevera con la insensata afirmación.

—Un enamorado tonto y no correspondido. —Quiero gritarle que no es tan sencillo como eso, que no llegas luego de irte por mucho tiempo y dices "Estoy enamorado" como si eso reparase cada uno de los errores.

—Pero te gusto. —inquiere.

—Si, pero yo no quiero corresponderte.

—Lux... —nombra y parece realmente sincero, pero no puedo creerle.

—No, Asher. Con mis sentimientos no  —Lo observo mientras unas ganas de meterle otro pie demoniacas se instalan en mí—. ¿Quieres irte e ignorarme? ¿Quieres ser un idiota? Bien, pero de allí a que te permita interferir y dañarme más: No. Te equivocaste de chica.

—No lo he hecho, eres tú. —insiste y sé que se refiere a otra cosa.

—No, no soy yo. —Niego.

—Claro que sí.

—Que no.

—Que sí.

—Que no.

—Estoy enamorado de ti, farol andante.

—¿Por qué estarías enamorado de mí? —reprocho y él ahoga un suspiro mientras me observa.

Pasa una mano por sus cabellos oscuros y parece frustrado mientras mira el cielo.

—Que difícil pregunta ¿Puedo llamar a un amigo? —Me volteó durante un momento.

—Tú no tienes amigos.

Me toma de las manos para detenerme y me deshago de su agarre rápido, parece tremendamente serio por la situación y yo quiero golpearle.

—Espacio personal. —Le hago saber y asiente pensativo.

—Como digas —Ha vuelto su apodo y en efecto, extrañe hablar con él, porque mi estómago da un vuelvo cuando sus ojos grises chocan con los míos y habla en mi dirección. Coloca un mechón de cabello detrás de mi oreja y retrocedo otro paso—. Vale...¿Por qué me gustas? —rasca su barbilla y coloca su mano sobre su mandíbula un gesto pensativo. Se exaspera un poco cuando no sale nada—. ¿Por que me gustaría semejante chica loca y bonita? Debe ser que sus cabellos son castaños y que su sonrisa es mágica. Debe ser que tiene una opinión para todo y que sus pensamientos son únicos y parecen de otro planeta. Debe ser como tararea canciones cuando nadie le ve y se ve jodidamente hermosa haciéndolo. Quizás es porque decidió conocerme cuando nadie más se atrevió o tal vez es el hecho de que no le importa que tenga un sinfín de secretos porque ella me acepta. O puede que se trate de que haya inventando un raro término de medioamigos para convencerme de ser su amigo. O que haya luchado y se haya parado en frente de mi casa presentándose como el producto más seductor de todo el jodido mundo para asegurarse un puesto en mi corazón. Quizás se debe a que todo me recuerde a ella o quizás puede que sean todas esas cosas unidas. Creo que me he asegurado de ello cuando tuvo la oportunidad de saber mi secreto, y dijo que no —se detiene frente a mí y me observa—. Pero no hay una fórmula para enamorarse —dice en mi dirección—. Es por pura casualidad.

Mi respiración se ha cortado.

Decir que no estoy emocionada por lo que acaba de decir es mentir, y estoy consciente de que es lo más bonito que me ha dicho jamás y que estoy muriendo por abrazarle y decir que no me importa todo lo que ha hecho, que no me importa su secreto, el que me haya ignorado por alrededor de dos semanas o el que me haya roto el corazón en un principio porque esto ha acomodado su error. Pero ahora soy yo, la que está un poco desconfiada acerca de él.

Y aguantando las ganas de saltar y estrecharlo contra mí, cruzo mis brazos contra mi pecho para no ceder. Él parece entender y se acerca pero yo retrocedo.

Vuelve a hablar.

—Lo entiendo, es comprensible que no me creas —Su cara se desencaja en un gesto de rendición frustrado—. Pero puedo intentar demostrártelo. Con acciones cada día. Puedo comenzar a ser mejor. 

Promesas se rompieron antes de ser hechas.

Enarcó una ceja y él se acerca a mí pero pasa por mi lado hacía delante, está cortando la esquina cuando voy por el mismo camino para observar que es lo que se propone.

Va adelante de mí, andando con seguridad y parsimonia. Volteo mis pupilas y acelero el paso para alcanzarle.

—Asher... —Lo que sea que pase por su cabeza no debe ser bueno porque tiene una sonrisa gigante.

—¿No me crees? ¿Cierto? 

—No desmiento ni confirmo nada. —replico y ahogo un bostezo porque es muy tarde. Me mira por algunos segundos, y su mano se extiende con curiosidad hacia mi mejilla, mi corazón da un vuelco y antes de siquiera tocarla, la baja.

—Me gustas. —Me dice sin pensarlo porque luego veo algo en sus ojos. Duda.

—Demuéstralo —Su mirada apunta a la mía—. No huyas de mí.

—Te lo demostraré. 

No le comprendo, de verás que no. Nota mi incredulidad y se aleja caminando, pienso que me está dejando atrás porque camina rápido. Yo voy a mi paso, estoy segura de que algún día le alcanzaré. Estar enamorada o algo como ello y ser un adolescente es agotador, nunca sabes que puede pasar y estás en un constante revoloteo de emociones que puede dejarte compleamente nuevo o hecho pedazos. Cuando se detiene alrededor de tres metros delante de mí, y ubica sus manos en forma de megáfono antes de alzar la cabeza al cielo, me dirige una sonrisa ladina que me lo confirma.

Oh si, cariño, estás totalmente enamorada de él.

Y como si respondiese al pensamiento que ha cruzado mi cabeza, grita:

—¡Estoy enamorado de Lux! —Mi rostro está de todos los colores y mi cara debe ser un poema, él me sonríe antes de que lo persiga corriendo porque es de noche, y en este sitio viven personas que duermen y que no les interesa que yo le guste a él. Asher continúa gritando por toda la calle, expulsando aquello que supuestamente siente. Sigue corriendo, saltando y gritando, y creo que nunca lo había visto ser alguien tan libre—. ¡Estoy absolutamente perdido por el farol andante! —grita y corre más rápido cuando ve que estoy por alcanzarlo.— ¡Me gusta! ¡Estoy alucinado por ella! ¡Es mi...

Tapo su boca antes de que pueda decir otra locura y su espalda choca contra la pared mientras algunas luces se encienden. Sus ojos se enfocan en los míos y lucen divertidos ante mi reacción.

Está chiflado, pienso.

Dios mío, está muy chiflado.

Está más chiflado que yo, me alarmo.

Y mientras yo estoy hiperventilando, él está alegre y desprende esas buenas vibras que hacen que sólo puedas sonreír. Lo detesto, la cercanía me nubla así que quito la mano de su boca y finaliza la oración que no le deje terminar.

—Destrucción.

Niego con mi cabeza y jalo su mano para que camine a la misma par que yo. Aún quedan kilómetros para llegar a mi casa y pienso seriamente en pedir un taxi, que esté con Asher no significa que las calles no sean peligrosas.

Él está tan tranquilo que quiero sacudirle porque acaba de confesarse y no es tan simple. Para él quizás sí ¿Qué no siente como cientos de terremoto en su estómago?

—Aún no te he perdonado —Le hago saber y él me sonríe con una paciencia y felicidad enorme. Me afecta que se vea tan real, que parezca que realmente está sintiendo eso. Pero al mismo tiempo, todo parece demasiado bueno para ser cierto.

—Lo sé.

—Y mágicamente no estaremos juntos. —informo y asiente.

—Eso también lo sé.

—Y no puedes hacer eso de huir siempre porque va a haber un momento en donde no te querré de vuelta. —amenazo pero ni se inmuta a mis pedidos. Acepta todo lo que digo sin rechistar.

—Si, farol, conozco eso también.

—Bueno —gruño insegura—. Pidamos un taxi.

El taxi es más difícil de conseguir de lo que parece, y terminamos pidiendo uno via internet que cuesta muchísimo más que uno normal, pago mitad y mitad con Asher. Y establecemos un largo silencio durante el tiempo que estamos en el auto.

Asher está extraño, generalmente está retraído pero justo ahora, es como si pudiese contarme todo acerca de él y no arrepentirse al respecto.

Es como si fuese una nueva versión de él, que es tan sincera que asusta.

Dice que está enamorado de mí pero lo dudo, lo dudo mucho, en realidad.

Me acerco a donde está con cuidado y suelto una de las tantas preguntas que surgen en mi cabeza.

—¿Sabes que no tienes que fingir que te gusto para no herir mis sentimientos? ¿No? —Hace una negativa con su cabeza y me observa como si dijese una gran idiotez.

—Nunca te he mentido, no veo porque habría de empezar a hacerlo ahora. —Me dice y de cierta forma, me tranquiliza. Doy un asentimiento.

—¿No sientes como si esto estuviese mal?

—La verdad es que es una de las primeras cosas buenas que he hecho en un largo tiempo.

Cuando llegamos a mi casa, todo está desierto. Han pasado veinte minutos desde que nos montamos en el auto. Le escribo a Luxen para verificar que está bien y manda un audio con la voz de Castiel atrás, está disfrutando y eso es bueno.

El taxi está esperando y yo paso mi mano por mi sien. Estoy a punto de cometer una estupidez, y estoy al tanto de ello.

Voy a cometer una estupidez. Voy a cometer una estupidez.

Me giro en dirección a Asher, dudosa y él enfoca sus ojos grises en los míos a lo que pregunto:

—¿Quieres ver una película?

Se sorprende y sus ojos se abren pero luego intenta recomponerse como si no hubiese ocurrido nada, sacudiendo su cabellera y mirando hacia adelante.

—¿Contigo?

—No, con mi gemela perdida.

—¿Se parece a ti? —pregunta sonriendo y haciendo un gesto expectativo con sus cejas.

—Asher... —amenazo.

—Vale —Detiene su mirada en mi rostro durante un largo rato y luego, dice—: Me encantaría ver una película contigo, farol.

—Es un hecho. —repongo y nos despedimos del taxista.

Es un lío para colarlo en mi habitación porque no puedo encender las luces y yo conozco mi casa pero él no, aún estoy dubitativa acerca del contacto y por eso agradezco que me siga sin tocarme aunque se choqué con los muebles cada dos por tres.

Cuando por fin llegamos a mi alcoba, él lanza un silbido por lo bajo. Todo está un poco desordenado.

Lo observo a él y a la habitación en una secuencia rápida.

—Voltéate y dame algunos segundos —pido y sigue mi orden sin chistar. Mira hacia la puerta mientras yo recojo la ropa en pila y la tiro al cesto, mis zapatos los ordeno e intento recoger los implementos de pintura pero son demasiados así que los dejo como están, libros, envoltorios, absolutamente todo lo ordeno y otro tanto lo lanzo a gavetas vacías. Suspiro y coloco mis manos en jarra, mientra hago que deje de ver a la puerta—. Siéntete cómodo —digo al final.

Voy a la habitación de Luxen por la laptop y lo dejo solo en mi alcoba. Busco el dispositivo electrónico a tientas y lo encuentro en cuestión de segundos. veo abierto un vídeo con la cara del peliblanco haciendo muecas y decido verlo después, recuerdo brevemente la época en la que Luxen quiso ser youtuber. Abro una página nueva en el camino y al adentrarme nuevamente en el cuarto veo que Asher se ha distraído con uno de los cuadros.

Está de espaldas a mí y su chaqueta contrasta con lo colorido. Dejo la laptop en la cama y me acerco con cuidado, aunque soy silenciosa, me atrapa y dice.

—Tu habitación es como tu propia galería de Arte —afirma y tiene razón la siento como mi estudio, es demasiado privada. Y el que lo esté trayendo aquí lo hace especial pero no se lo digo, me mantengo un paso separada de él—. ¿Esto? —pregunta de repente y señala uno de los cuadros que están en la parte trasera, en el, estamos él y yo bajo la lluvia en un muro sobresaliente, el día que me prestó su chaqueta.

Es especial.

Me encojo de hombros.

—Era una buena historia que plasmar. —Mi respuesta parece suficiente para él porque deja de observarme y fija su vista en los siguientes cuadros.

Su mirada se concentra en cada una de las pinturas con verdadera curiosidad. Su ceño se frunce y ladeo mi cabeza para ver lo que está viendo.

—¿Siempre pintas...? —señala con su cabeza a uno en específico y lo veo.

—Si, la sombra siempre está. —afirmo.

—¿La sombra? —cuestiona arrugando su nariz.

—La sombra la pinto en cada uno de mis cuadros, si te fijas, siempre está de alguna u otra forma en una nube o de manera abstracta. 

—Tiene la figura...—comienza y asiento para darle la razón.

—De un niño.

Por algunos segundos lo único que hace es ver los cuadros y preguntarme por cada uno de ellos. Su favorito termina siendo el que hice luego del día de playa y el de ambos en la lluvia. Se siente extraño compartir esto con alguien más que no sea Luxen o mi familia, pero no se siente mal, aunque tengo una punzada de culpa por el hecho de haberlo aceptado tan rápido. Una vez que termina la inspección de cuadros se sienta en mi cama y yo me siento en el extremo opuesto.

—Tienes un talento precioso. 

—Es lo que más amo hacer. —repongo sin darle mucha importancia.

Asher se desplaza por el lugar, observando cada una de las cosas.

—Fisgón. —Lo fastidio y veo su rostro confuso repleto de estrellas. Ha encendido el proyector y ahora, las estrellas están en su rostro y lo encandilan. Me pide ayuda con la mirada, y voy hacia dónde está apagando el regalo de Luxen y devolviendo a Asher a su estado normal.

Su mirada resplandece y su mano se cuelga de mi espalda para acercarme a él repentinamente. Un suspiro sale de mis labios

—¿Te ha dicho alguien que te ves muy hermosa despeinada? 

La cercanía es poca y por un segundo siento que estoy en otro planeta, porque con Asher siento como si flotase literalmente entre nubes. Con su dedo vuelve a encender el proyector alumbrándonos a ambos.

—No —niego suave—. ¿Te ha dicho alguien a ti que te ves horrible repleto de estrellas?

Sonríe pequeñamente y niega suavemente con la cabeza. Soy la primera.

¡Soy la primera! festejo de manera interior, haciendo barras en mi mente.

Y entonces mi corazón se entrecorta cuando dice:

—¿Te han dado un beso en las estrellas?

La pregunta me deja descolocada y estoy a punto de negar. Cuando él acerca sus labios lentamente y cierro los ojos inconscientemente. Estoy esperando. Un escalofrío recorre mi espalda.

Y...

Y siento el contacto de su boca dejar un suave roce en mi frente. Niego casi imperceptiblemente.

No es que sea una calenturienta pero vamos que yo quería que me besará.

Aún así, lo entiendo. Debemos ir poco a poco para hacer las cosas bien. Además, yo soy la que le ha dicho que no le voy a perdonar. Y el que respete mis opiniones y deseos, me hace caer un poco más por él.

Recuesta su barbilla sobre mi cabeza y sus brazos se enredan alrededor de mi espalda. Dudo algunos segundos pero le correspondo el abrazo. Y por un segundo, en mucho tiempo, me siento bien, como si estuviese en una burbuja donde nadie es capaz de entrar. Me mantiene aferrada a él durante varios minutos como si fuese aquella cosa que permite que la gravedad no se lleve, como una especie de ancla.

Y el momento se torna aún más especial cuando tararea sobre mi cabeza, si hay algo que ama cada partícula de mí es la voz de Asher, se siente diferente, real.

Decide soltarme y me quejo, con suavidad desenreda sus brazos y los míos, y mi corazón se derrite.

Nunca había sido tan dulce conmigo. 

Asher sigue inspeccionando el lugar y se detiene en mi estantería, pasea la mirada por los libros y los toquetea apenas, pasa el dedo por la madera y parece que va a continuar con los cuadros, cuando detiene su pasos y da un giro para volver al lugar.

Saca un libro repleto de post it y notitas de colores. Lo alza en mi dirección, enarcando una ceja inquisitivo.

 —¿Eleanor & Park? —Mis mejillas se colorean y a pasos rápidos me acerco a su lugar. Detecta mis intenciones y antes siquiera de que pueda quitarselo. Lo eleva encima de mi cabeza ladeando su cabeza en mi dirección.

—Dámelo —demando rápidamente y Asher parece aún más curioso. Esboza una sonrisa lobuna cuando lo abre—. Asher, Dámelo —repongo lentamente en voz queda mientras mis manos pican intentando quitárselo.

Park, el amor de mi vida. Park, mi sueño. Park, mi varon—recita y enarca una ceja cuando llega a la última palabra, haciéndose el sorprendido. Mis mejillas se sonrojan y él continúa—. Que interesantes anotaciones, farol.

—¿Te crees muy graciosillo? —pregunto y asiente—. Idiota.

Sigue deslizando páginas con rapidez pero con cuidado, lo cual agradezco. Llega a una determinada parte llena de post it y recita en mi dirección.

—"O tal vez, pensó que no reconocía a ninguna de esas chicas. Como la forma en la que un disco duro salta si no reconoce el formato... —Mi corazón empieza a latir con fuerza y la voz ronca hace que todo se detenga al menos por los segundos que él lee, lo que es por definición una de mis citas favoritas de Eleanor & Park en mi habitación solamente para mí—. Cuando tocó a Eleanor. Él la reconoció. Él lo sabía"

Y no es casualidad, puesto que esa página está repleta de colores por todas partes. Cuando alza la mirada hacía mí, no hay miedo ni terror en ella, sólo un extraño sentimiento de familiaridad y un cosquilleo intenso en cada poro de mi cuerpo.

Me observa expectante y me descruzo de brazos.

—Park la quería mucho. Y Eleanor a él también —Le hago saber. Sus ojos no se apartan de mí, y jugueteo con mi suéter en tanto le respondo—. Sólo que no era el momento. Quizás para él sí. Pero para ella no —establezco—. Debía irse. Y si me preguntas las últimas tres palabras de la carta...

—Te amo. —me interrumpe y me quedo quieta en mi lugar. Asher nota que me he quedado estática y simplemente sacude su cabeza.

—Las palabras de la única carta que le envía Eleanor —confirma y vuelvo a respirar haciendo que él enarqué graciosamente su ceja en mi dirección—. Crees que dijo "Te amo" puesto que el libro está escrito originalmente en inglés, y te amo, en inglés es...

—I love you. —pronuncio y él da un golpeteo en mi frente.

—Chica lista —afirma y luego me observa antes de colocarse en la ventana—. E ingenua ¿Sabes que Eleanor pudo haberle dicho cualquier otra cosa? ¿Cierto? ¿Take care, Park? ¿Sorry, sorry, sorry?

—No tiene sentido porque es un libro romántico —señalo frunciendo mis cejas—. Es te amo —explico obvia.

—¿La escritora lo ha dicho?

—Yo lo sé. —replico con seguridad.

—¿Fuentes? —pregunta.

—Esto... —señalo mi pecho—. Lo siento aquí.

—Todo lo que sentimos allí a veces puede no hacerse real. —Me hace saber.

—Yo creo que sí y punto y final. —cierro con fiereza

El silencio se prolonga entre ambos, intercambiamos miradas. Ya ha pasado rato, cuando se decide a preguntar.

—¿Veremos la película? 

Sonrio diabolicamente y me siento mientras cruzo mis piernas.

—Te mentí no vamos a ver películas. —Enarca una ceja en mi dirección para que continúe—. Vas a responder todas y cada una de mis preguntas.

Se hace el ofendido y coloca su mano en el pecho.

—Me siento estafado —hace saber y yo hago oídos sordos—. Pero me dejaré utilizar está vez sólo por ti.

Le ignoro porque no quiero que bromee más. Quiero tener las cosas claras, tan claras como el hecho de que me quiere y el que esté aquí me hará daño si acaba mal. Tan claras como que sé que no habrá otra persona que me de besos con estrellas.

—¿Por qué empezaste a pasar de mí luego de la playa? —cuestiono y él frunce sus labios.

—Siguiente pregunta.

—No puedes evadirla. —reprocho y él pasa las manos por sus cabellos

—Es complicado —resume y me dirige una mirada insegura—. No puedo explicarte porque todo se liaría más. Por el momento, conformáte con saber que ese alejamiento me hizo bien. Además, sólo fueron dos semanas.

—Dos semanas en donde me ignoraste, rehuiste de mí y me hiciste sentir como idiota. —Le hago saber, su expresión se frunce al mirarme y veo la culpabilidad en sus ojos.

—Lo siento. 

—Bien —predispongo sin darle más importancia—. Sólo no lo vuelvas a hacer, por favor.

Inflo mis mejillas y me quito los zapatos para subir las piernas a la cama y continuar con la ronda de preguntas más cómoda.

—¿Madeline?

—Vieja amiga. —repone simple.

—¿No más? —cuestiono dubitativa.

—He gritado por la calle que quien me gusta eres tú. —Me recuerda pero pregunto de nuevo—. Estoy aquí contigo. Eso dice mucho.

—¿No más?

—No —Hace una mueca extraña y luego repone—. Hubo historia.

Asiento suavemente, procesando la información poco a poco.

—¿Ustedes ahora... —dejo la pregunta abierta y él se limita a observarme enarcando una ceja—: ¿Son pareja?

—Acabo de decirte que eres tú —Me señala con su dedo—. Justo ahora estoy en tu casa y no en la de ella.

—No voy a repetir la pregunta. —Le hago saber.

—No. —niega simple.

—¿Hay sentimientos? —Su rostro duda por algunos segundos y responde.

—¿Es necesario que me preguntes acerca de ella? —Mi corazón se retuerce porque no ha respondido la pregunta pero no demuestro nada y simplemente me encojo de hombros.

—Sólo quería saber —Sus ojos grises apuntan a los míos pero ahora yo estoy enfocada en un cuadro y a pesar de que sé que es una pregunta que no responderá, por preguntarla no pierdo nada—. ¿Tu secreto?

Su sonrisa me hace sentir chispas en el estómago.

—Eso no te lo puedo decir. —Una mueca se hace presente en mis labios y suelto un resoplido asintiendo sin mucha convicción. Aunque me lo esperaba siempre hay un poco de esperanza.

—Entonces, no hemos avanzado nada y estamos en lo mismo. —concluyo. Me da la razón y dejo caer mi espalda en la cama, que me recibe suavecita. Bostezo mientras el sueño hace presencia.

—Hemos avanzado en algo —interfiere—. Estoy enamorado de ti. —dice simple.

Y lo ha dicho tantas veces que estoy cansada de los golpes que da mi corazón al oirle

—Eso dices. —Cierro mis ojos porque los siento pesados, como cortinas que quieren voltearse.

Se queda en silencio por algunos segundos y siento un peso acercarse.

—Estoy loco por ti. —susurra en mi oído y los vellos se me erizan.

—Yo no —Le informo—. A mí sólo me gustas. —bufa.

—Eres increíble. —dice y sonrío pequeñamente.

—Me hacían falta tus halagos. 

Nos quedamos en silencio por algunos segundos, su cabeza choca con la mía cuando él también se recuesta. Le estoy dando demasiados permisos y hay una gran posibilidad de que me decepcione y me haga daño hasta volverme trocitos pero no estoy pensando en eso, estoy pensando como una tonta, una tonta enamorada. No obstante, no significa que no disfruté el momento o que me este arrepintiendo de él ahora mismo.

Él y yo en la cama, sin dormir.

—¿Por qué no me crees? —pregunta y yo abro un ojo para verle.

—Es que siempre te vas, y no comprendo, si te gusto tanto ¿Por qué huyes de mí? Y si lo haces por miedo, ¿Por qué no te enfrentas a él? —Me regala una sonrisa y nunca me había sonreído tantas veces en un día.

¿Siempre había tenido una sonrisa tan bonita?

—A veces irse es el mayor acto de amor —presume y siento sus ojos grises examinando mi rostro—, posiblemente no lo veas ahora. Pero eso que hice es bueno. —Me asegura y yo bufo.

—No le veo lo bueno.

Él fija sus ojos en mi rostro con atención y siento como mis mejillas se calientan.

—Me tengo que ir. —dice mientras acaricia mis cabellos con dulzura.

—¿Por qué? —Parpadeo en su dirección y él hace que me de vuelta soltando un minigolpe con su dedo en mi nariz.

—Tengo miedos que enfrentar. —dice y arrugo mis cejas.

—¿Justo ahora?

—Puede. —Su dedo traza mi mejilla cuando vuelvo a darle la cara, traza el contorno de mi mandíbula, mi nariz y mis cejas. Sonríe casi imperceptiblemente.

—Eso no es muy loco enamorado de tu parte.

—Lo es más de lo que crees.

Doy leves asentimientos con mi cabeza y me desespereso para verle. Coloco la minicomputadora entre mis piernas y le observo.

—¿Vemos una película? —Ha dicho que se tiene que ir, así que cuando me mira para responder, hago ojos de perrito mojado.

Lo piensa, lo piensa y finalmente dice:

—Vale, pero sólo si quitas esa cara de chica poseída por el demonio. —Le golpeo con un cojín y sonríe sin importar el ataque.

Busco la plataforma en donde veremos la película. Siento su mirada sobre mí mientras busco la dicha película.

—¿Romance o terror? —cuestiono en voz alta.

—Ciencia ficción. —responde sin apartar la mirada de mí, y eso me coloca inevitablemente nerviosa, y por lo tanto torpe.

—Romance será. —Me meto en la categoría y voy buscando entre el sinfín de películas que hay.

—¿Por qué no podemos ver una de ciencia ficción? —pregunta mientras se acerca a la pantalla y no sé si lo hace a propósito pero he comenzado a hiperventilar por dentro. La luz superficial contra su rostro le hace ver más bonito, cosa que seguro no ocurre conmigo.

Tonto chico.

—Porque siempre me termino durmiendo —respondo simple mientras con el clic intento encontrar algo decente—. Ese lío de monos gigantes y criaturas extraordinariamente grandes me da sueño.

—Aburrida. —abuchea y ruedo mis ojos.

—Tonto.

—Terca.

—Loco.

—Desquiciada.

—Idiota.

—¿Te he dicho que eres insoportablemente preciosa?

Mi mano deja de bajar con el triángulito blanco y me quedo helada. Son muchas confesiones para un día, y creo que me estoy mareando porque mi cabeza busca inevitablemente el cabecero de la cama.

Vale, él ha ganado.

—No lo haz hecho. —respondo apenas en voz baja. Siento que mi corazón late con fuerza, y si sigue haciendo ese tipo de cosas, me va a dar un infarto cardíaco.

—Ah, vale —dice y acerca su rostro al mío por unos segundos que se me hacen eternos—. Eres insoportablemente hermosa.

—Ajam. —murmuro a duras penas.

Siento como una voz en mi cabeza susurra "Eres débil, sasuke. Te falta odio"

Asher se hace con la computadora al ver que estoy aún ensimismada en mis pensamientos. Y en cuestión de segundos, encuentra una película.

Loco por ella.

Me doy una idea de porque eligió la película.

El pelinegro se hace con una de mis almohadas de unicornios y hago una imagen mental del momento. La película trata acerca de un chico que se enamora perdidamente de una chica que conoce en un bar, lo único que tiene de ella una vez que se marcha es una chaqueta. Entonces, comienza a buscarla y resulta que ella se encuentra internada en un Instituto de Cuidado Mental, decide infiltrarse como un paciente más para estar con ella, pero se topa con que ella no quiere verle. Ahora, está atrapado en el centro y no puede salir.

Es tan entretenida que aunque bostezo varias veces, no me permito cerrar los ojos. Recuesto mi cabeza de otra almohada para verla más cerca y la frente de Asher pega con la mía, causando leves cosquilleos eléctricos. Ignoro los chispazos que se sienten y enfoco mi atención en la película.

Durante todo el film, río, lloró y sonrío. Es una montaña rusa de emociones y tiene un mensaje verdaderamente bonito acerca de las enfermedades mentales.

Asher no bota lágrimas como yo, pero también se conmueve y en algunas escenas los ojos se le cristalizan.

Al terminar, estoy sonriendo como tonta y Asher resopla dando un golpeteo con su dedo para sacarme de mi ensoñación.

—Sólo tengo una cosa que decir —empieza haciendo que le vea, la distancia es nula y sus ojos color gris, son claros como el acero—: Soy genial eligiendo películas.

—Creo que fue más un golpe de suerte —digo para fastidiarle y golpetea en mi frente—, pero es hermosa.

—Eres una llorona. —acusa negando con su cabeza.

—Es que fue verdaderamente preciosa y me dio mucho coraje cuando el esposo no quería dejarle ver a su hija —repongo y asiente entendiendo mi punto—. Eso fue muy cruel.

—El mundo es así.

Nos quedamos en un tranquilo silencio y sólo nos vemos durante un tiempo. Estoy intentando memorizarle, a pesar de que mi memoria es casi nula y él no aparta la mirada de mí. Nos comprendemos, por un largo rato somos incapaces de hacer otra cosa que no sea mirarnos. Un deseo se planta en mi estómago. No quiero que se vaya. No quiero que me haga daño de nuevo, sin embargo, aquí estoy, permitiéndole entrar.

—¿Por qué me miras así? —susurro en su dirección—. ¿Tengo un moco?

—Tienes dos —responde en otro susurro.

No decimos nada por algunos minutos más y luego me doy cuenta que está tarareando la melodía de una de las canciones de la película. Su mano acaricia mi cabello suavemente y canta en la oscuridad para mí.

Y muero de amor —Me sonríe como si pudiese leer mis pensamientos—. Cada vez que me miras, muero de amor —canta en voz baja y me alejo cuando veo que estoy a punto de caer aún más por él. Oculto mi rostro entre mis manos y en mi furor interno, exploto— Y hasta cuando me esquivas... yo muero de amor.

Y de tanto sentir... ya ni siento el corazón.

Sus ojos se sumergen en los míos.

—La bienquerida se llama —dice y ladeo mi cabeza. Se explica—, la cantante de esa canción.

—Conoces mucho de música. —afirmo y sonríe divertido.

—Es lo que más amo hacer.

Guardo en mi mente la canción para buscarla más tarde.

Por otros segundos, él sólo me ve como si fuese algo de otro mundo y yo sólo lo observo como si fuese una de las cosas más importantes del mío.

Solamente nos observamos y nos comprendemos, no hay necesidad de palabras, ni de promesas, no hay necesidad de nada más que de vernos. Y no puedo comprender porque no puedo apartar mi mirada de él, de sus cejas oscuras, de sus cabellos pelinegros y de la forma de su nariz. No puedo comprender porque todo de él me parece ordinariamente extraordinario y porque quiero grabar cada detalle de su rostro como si pudiese perderlo en cualquier momento.

Él me ha asegurado que no irá a ninguna parte, pero la forma en que me mira se siente tan dedicada, que es como si quisiera guardarme. Sus ojos ahora se clavan en los míos y la distancia es tan mínima que puedo detectar que tiene una peca cerca del nacimiento del cabello y que un poco de acné le ha salido en la frente, ve mi gesto sonriente y lo copia.

Me sonríe a boca cerrada y mi corazón acelera, no detecto falsedad en su gesto, en sus ojos tampoco hay señal de que se quiera ir y todo él parece combinar tan bien en el ambiente que es como si siempre hubiese estado allí, como si todo lo demás hubiese sido una pesadilla. Lo observo de nuevo, intentando buscar algo que me diga que va a huir y que me va a hacer daño de nuevo, intentando buscar si siente demasiado como para irse pero no hallo nada, así que me permito perderme en el acero de sus ojos grises que se convierte en algo líquido cuando me mira.

De repente, ya no hay sonrisas, ni tampoco gestos demasiado fuertes, su mirada me transmite misterio y dejo que me envuelva como lo ha hecho otras veces.

—Pídeme que te cuente un secreto. —susurra con confidencia en mi dirección.

Un suspiro se resbala de mis labios y únicamente me observa en espera de que tome en cuenta sus palabras.

—Cuéntame un secreto.

—Eres ese disco. Siempre lo supe.

.☀.

HOLAAAAAAAAAAAAA coca cola!

Llego por quien lloraban...juju, mentis mentis.

Este capítulo estaba escrito desde hace años, pero no había tenido tiempo de editarlo.  En otros temas...

¿Les ha gustado?

¿Momento preferido?

¿Juntos de nuevo? Si, los extrañaba. Disfruten mientras dure jsjsjj

En el siguiente capitulo, cierto pequeño de chaqueta negra y cierta castaña tienen un encuentro...un start bonito

Chiste del capítulo: este es malo pero muy malo. ¿Cómo se escribe nariz en inglés? nose...Nadie sabe JSJSJJSJS perdón, los chistes malos son the best.

Os quiero! Voten y comenten o los lincho!

Se despide: Sunset

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