Capitulo #23. "Lucesita"
Capítulo dedicado a LA DIVÍSIMA ¡Sombrelero loca!
¡Hola, hermosa! Sé que te he agradecido un montón de veces y que la mitad de los capítulos de la historia están dedicados a ti pero no voy a cansarme de agradecerte por darle una oportunidad a la historia ¡Graciiiiias! y ¡Love u un mundo! ¡Un abrazo del tamaño de Reino Unido!
Os dejo la incognita de a que personajes les pertenece la frase de abajo.
Sin más que decir: ¡Disfruten!
☀.
"Sin el uno no puede coexistir el otro"
.☀.
La semana se pasa en un suspiro, y de un momento a otro, ya estamos en Noviembre. Los días pasan con total normalidad, la pijamada la hemos programado para cuando estemos un poco menos llenos de examenes e informes.
Es jueves.
La historia se repite cada día y la región de mi pecho siempre termina hecha un desastre cuando asisto a la escuela.
Decir que no siento mi corazón agujerearse cada que veo a Madeline con Asher es como decir que no amo el helado con cada partícula de mí, totalmente falso.
Soy vagamente consciente del tiempo y su rapidez, todo se me pasa volando, y gracias a que ahora me concentro el doble en las materias, he sacado puros sobresalientes.
En Matemáticas, los resultados son perfectos.
En Historia, puedo nombrar cada una de las fechas importantes sin titubear.
En Geografía, puedo dibujar el mapa de América del Sur sin equivocarme, lo mismo con el mapa territorial de Venezuela y Alemania.
En Lengua, conseguí identificar los conectores, adverbios y adjetivos, según sus tipos.
En Técnicas de Oficina, Contabilidad y Mercadeo soy una genia.
Y en Artes, he sacado notas bastante decentes. Lastimosamente aunque mi memoria adquiere información rápidamente, no es fácil deshacerse de ella.
Y Asher vuelve a mi mente, de manera constante e irrevocable.
No calculamos el momento exacto en el que alguien se hace importante, sólo te das cuenta cuando esa persona se va y sientes como si algo valioso se te fuese escapado, como si te lanzasen algo y no fueses capaz de atraparlo.
No he dejado de vivir porque él no me hable.
No me he hundido en canciones tristes, aunque eso pueda que ocurra en la pijamada.
No me he dejado llevar por los deseos que tengo de sacudirle y pedirle una respuesta.
Porque no la quiero, no quiero que me diga que no quiere sentir, a pesar de que se puede notar que siente con esa chica, no quiero volver a ilusionarme.
No quiero estar colada hasta los hueso por él. Quiero desligar la unión de mi cabeza con mi pecho, porque no deseo tener estas ganas de que me sonría o me hable acerca de cualquier estupidez, o que compartamos teorías.
No quiero tener estás ganas de estar con él, cuando él parece estar de perlas.
No quiero que mi corazón se acelere cuando él se acerca así no sea para hablar conmigo.
No quiero sentir esto.
¡Esta es mi primera decepción amorosa, y me siento patética!
Debería estar escribiendo una canción pop que se haga viral y me de dinero para la universidad.
O tal vez escribiendo un libro que me ofrezca los suficientes recursos para viajar por el mundo y vivir por siempre en una isla paradisíaca.
Pero en cambio, estoy en un banca pensando en lo idiota que he sido y en lo mucho que me gusta. Alternativamente, intento ahogar mis pensamientos con música Metallica, porque las baladas de amor no son suficientes para sofocar mi mente, pero los gritos tampoco, así que termino desestimando la música también y me quito los audífonos para colocarlos en mi bolso.
Recuerdo todo lo que ha provocado Asher, desde miradas perdidas buscando algo que realmente nunca encontrare hasta tontadas como observar una chaqueta como si fuese el origen del mal, cosa que si bien es extraña, es muy posible.
Luxen intentando subirme los ánimos de todas las formas posibles es en definitiva lo mejor que ha ocurrido en toda la semana.
El primer día apareció en la casa con dos botes de helados de la mitad de mi tamaño, sonriendo y haciendo maratón de películas de acción y terror (géneros que no me hacen llorar sino agarrarme de los apoya brazos del mueble en los momentos de tensión).
El segundo día hizo una serenata de gases con Caleb en mi honor, la cual denominaron "El décimo primer Arte", me horrorizo y asombro en ambas partes; Sufrí de asombro al ver que si era posible que tocasen Claro de Luna por medio de gases de viento y horror al ver que lo hacían con flatulencias.
El tercer día trajo a mi habitación un proyector de estrellas y las observamos hasta que comenzó el amanecer, cerrando las cortinas para que la luz de sol no pertubase nuestro momento. Sus palabras aún resuenan en mi oído.
"Si necesitas el cielo, y no hay nadie quien te lo baje. Puedes traerlo hacia ti."
El cuarto día, pude ver películas de romance.
Nuevamente cautivada por Heath Ledger y Ryan Reynolds me sentí mejor. El quinto, invitamos a los chicos y sólo nos sentamos en el porche a hablar de tonterías, a pesar de que teníamos examenes y deberes. Y a pesar de que podíamos hace un sinfín de cosas que aumentasen nuestra productividad.
Ese momento hablando acerca de nada y sintiendo paz fue como, literalmente, un respiro de aire fresco, a pesar de que un camión se había descompuesto y botaba humos muy cerca de nosotros, lo que hizo que inevitablemente el momento se acabase.
Después, no hubo más sorpresas pero esas fueron suficientes para devolverme un poco los ánimos.
Ahora estoy lo que podría considerarse mejor.
Aún no he cortado mi cabello ni nada por el estilo. De hecho, aunque me cuesta verlos juntos por la obvia razón de que me gusta.
Me siento ligeramente bien, no feliz, pero bien.
Debo estar bien, se supone que no debe afectarme porque no fuimos nada, pero aún así duele. Duele mucho, eso no implica que haya llorado, pero posiblemente el hecho de que no lo haya sacado y lo guarde todo adentro me está causando estragos.
No me arrepiento de haber sentido lo que sentí porque forma parte del riesgo que corres al conocer una persona pero definitivamente no me siento orgullosa de todas las veces que le he perdonado.
Soy una persona fuerte pero tonta.
¿Qué es un corazón roto comparado con otros desastres?
Nada.
Duele, como la mayoría de las cosas en la vida pero pasará.
Por ello, debo mantenerme en pie. Erguida y sin caer.
Estoy bien. Lo estaré, en algún momento, equilibradamente feliz y bien.
Eso es lo que me digo todos los días. Y eso es lo que me repito cuando una persona que perturba mi equilibrada tranquilidad y paz se cruza en mi camino.
Y sé que no es casualidad, porque esa palabra no se haya en su vocabulario. Pero es en definitiva, un destino provocado.
Castiel.
Si no quiero ver a Asher, menos quiero tener de frente al peliblanco.
Pero mis objeciones le valen al ojiazul que no duda en invadir mi privacidad a pesar de que le hago saber con la mirada que no lo quiero cerca. No tengo a Luxen para respaldarme y alejarlo y no lo necesito todo el tiempo para protegerme, pero he notado que cuando mi mejor amigo se acerca, Castiel en ipso facto se marcha como si hubiese hecho algo muy malo y Luxen se mantiene impasible.
Me causan mucha curiosidad esos dos, pero no tengo ánimos para descubrirles a ellos también, además que, si mi amigo peliblanco se sintiese preparado para hablar acerca de ello me lo hubiese contado ya.
Secretos, secretos y más secretos parecen estar en todas partes.
Castiel hace caso omiso a mi mueca de desagrado y se sienta a mi lado. No me siento del todo incómoda, pero su presencia no es agradable, sus palabras tampoco.
—Te ves deplorable. —Señala mi cabello y ropa con desagrado. Sus manos se ubican detrás de su nuca y sus pies se estiran hacía adelante.
Que yo recuerde me peiné hoy a pesar de que el peine y yo somos eternos enemigos, he logrado domar los nudos. Pero Castiel ve siempre los defectos y realmente no me importa mucho que me vea despeinada.
— Gracias, Castiel. Siempre tan... —Busco la palabra adecuada para describirle a él y a sus palabras—. Asquerosamente sincero.
—Es un don. —Alza sus manos.
—Yo no lo llamaría de esa forma... pero si tú lo dices. —Una sonrisa ladina se forma en sus labios al observarme.
—Volvimos a amanecer enojadas. —acusa enarcando una ceja y me es imposible no imitar su gesto, colocándome a su mismo nivel.
—Volvimos a amanecer idiotas. —aludo en su dirección y eso más que enojarlo, hace que su sonrisa crezca.
¿Le va eso de que lo insulten?
No lo sabremos.
Se queda algunos segundos en silencio, y me observa. Como si supiese justo lo que estoy sintiendo y eso fuese de su agrado, me observa tanto que me coloca los pelos de punta e intento fingir que me distraigo buscando algo en mi mochila por un largo rato, que me he quedado algo o que busco mis audífonos que están en el primer bolsillo, esperando que se de cuenta que perturba mi estancia, me entretengo con uno que otro ejercicio que dejaron hoy pero su mirada es tan fuerte y determinada.que termino soltándola y dirigiéndome a él.
Cuando quiere algo, lo consigue.
Me cruzo de brazos en un gesto demandante.
—¿Qué quieres?
Me estresa que de tantas vueltas para pedir lo que desea, cuando es tan sencillo ser sincero. Él enarca una ceja en mi dirección.
—Pensé que nunca lo preguntarías.
—Pensé que nunca dejarías de mirarme como un acosador.
Suspira sonoramente y estira sus brazos.
—Me debías algo, lucesita. —La forma en que dice el apodo al final me provoca escalofríos y desconfianza.
Hago una mueca de desagrado y sacudo mi cabeza porque parece que sólo me busca para hacerme la vida más trocitos.
—No, Castiel. No te debo nada ni a ti ni a nadie —Le aseguro y mi voz adquiere una tonalidad enojada—. Estoy cansada de sus secretos ¿Los quieren tener? ¡Sean libres de tenerlos! ¿Quieren ser misteriosos acerca de ellos y volverlos un lío! ¡Pues hagan una ensalada de engaños!¿Quieren ser unos idiotas? Me gustaría decir que me sorprende pero en lo absoluto es así. Sólo una cosa les pido y es que no vuelvan a meterme en sus problemas. No quiero verme envuelta con ustedes. No quiero seguir persiguiendo sus secretos y todo lo que implican.
El peliblanco frunce sus labios y tomo una bocanada de aire porque siento que el aire se me escapa, siento como si todo fuese una red muy fina, de la cual al tirar un hilo se hace un pequeño hueco que muestra un trozo de la verdad pero no completo, sólo lo suficiente para crear otro misterio y lo poco como para no descubrirlo.
Castiel se queda en silencio y me observa con suficiencia, como si fuese una niña la cual no pudiese entender algo tan sencillo como saldar algo. Se toma algunos segundos antes de responder.
—En primera, tú fuiste quien se metió en nuestro secreto —inquiere y tiene un punto muy razonable, el cual avala señalándome con su dedo cuando dice tú—. En segunda, nadie te obliga a que permanezcas en está maraña, eres libre de irte, de hecho, eso fue lo que debiste hacer en un principio y te advertí, le estás dando demasiada importancia a alguien que posiblemente te haga daño —Me vuelvo a cruzar de brazos como niña pequeña e inmadura porque... ¿Tiene razón en todo? Si, la tiene—. No es nada personal, lucesita, pero fuiste la persona incorrecta en el momento indicado —Estoy terriblemente de acuerdo con ello—... En tercera, a pesar de que no puedo frenarte de que te alejes de ambos, me debes algo, la razón de que te metieras en un principio en el problema, el salvarlo a él de lo que es su destino. Todo está hecho de lazos, y en nuestro caso lo que nos conecta a ti y a mí, es una cartuchera.
Silencio.
Lo admito. A veces miro al cielo o al techo de mi habitación y digo: Como me arrepiento de haber lanzado esa cartuchera
Tal vez no me hubiese visto envuelta en el lío.
Tal vez no estuviese teniendo esta conversación ni tendría el dolor en el pecho. Pero lo hecho, hecho está, y no puedo devolver el tiempo para cambiar esos errores, mis acciones debo enfrentarlas así que con mucha valentía mientras él me observa, abro mi mochila, busco mi cartuchera y se la tiendo. Está llena de marcadores y posiblemente duela un poco, pero supongo que a él también le dolió, además, agregando que sólo será un golpe estoy tranquila, y nada se compara a la tranquilidad que supongo tendré cuando no lo deba nada al idiota.
«No deberle nada a Castiel» suena como el séptimo cielo.
El peliblanco observa el objeto como si no entendiese lo que pretendo. Lo vuelvo a alzar en su dirección en círculos
—Anda. Tómalo. —Lo zarandeo en frente a su rostro y él enreda mi mano con la suya palida cuando lo acerco en su dirección.
Luce confundido.
—Creo que no entiendo que es lo que buscas. —dice lentamente en mi dirección como si hubiese perdido la cabeza, lo cual no he hecho. Me siento muy segura de esto, quiero que esto se detenga, y quiero desligarme completamente de ellos, la única forma de hacerlo completamente real es que Castiel me lancé la cartuchera y estaremos a mano.
Un cartucherazo y listo.
—Que la lances. —Él la toma entre sus manos y la examina.
—¿A qué cosa? —pregunta.
—A mí —digo obvia y me alejo un poco para que agarre fuerza y velocidad. Castiel me observa como si acabase de salir del psiquiátrico y frunce sus cejas intentando comprenderme—. Es fácil. Agarras, lanzas y listo. Deuda saldada.
Los labios rosados del peliblanco se fruncen.
—No funciona así. —responde obvio.
—¿Ah, no? — Mi cara debe ser un poema porque ahora soy yo quien no lo entiendo.
Para mí es algo tan sencillo como la siguiente ecuación:
Cartuchera + golpe a C = Deuda = Cartuchera + golpe a L = Deuda saldada.
—No. No es así —Sacude su cabeza como si fuera ridículo—. No puedo lanzarte una cartuchera porque Luxen me mataría. Además de que estás no son cercanamente las mismas circunstancias que tuvimos cuando me lanzaste la cartuchera por primera vez. Ahora, tú no estás peleando con nadie, tú no estás golpeando nadie —dirige su dedo a mi frente—. Y yo no voy a golpearte.
Suspiro sonoramente y me dejo caer a su lado, cansada por absolutamente todo y agotada de que nada funcione, no voy a pelear con el copo de nieve por esto.
—No me quieres cartucherear — Acuso con seguridad apuntándole y él actúa como si no existiese mirando a los lados. No quiere mirarme—. En el fondo tienes un corazón de pollo. — señalo. Pincho mi dedo con su hombro y él asiente concediéndome la razón.
—Estoy en contra del maltrato animal, ya lo sabes.
Ruedo mis ojos y subo mis pies para apoyar la cabeza entre mis rodillas. Castiel se mantiene en silencio y creo que extrañamente no quiero hacerle daño de ninguna forma, y si bien no es del todo agradable su presencia tampoco es incómoda en su totalidad, cuando no hace nada y no menciona palabra, puedo hasta afirmar que hasta es agradable.
Pero el asombroso momento se arruina cuando comienza a hablar de nuevo. Las cosas buenas no duran mucho.
—Estás en tu peor momento ¿Cierto? —cuestiona retóricamente y yo gruño.
Castiel come las leyes de amabilidad y honestidad de desayuno.
—Estaré bien —Le aseguro a él también pero su mirada se torna graciosa al observarme, y regresan las ganas de golpearle.
—Tengo la bendición de saber cuando la gente está hecha mierda. —cuenta y apoya su cabeza de su mano mientras me habla—. Tú estás en algo muy cercano a ello.
Lo estoy.
— Gracias, creo. —respondo no muy segura acerca de que decir. Ladeo mi rostro para verle—. Pronto saldré de mi mal momento.
—La luz brilla gracias a la oscuridad. Sólo espero que no vuelvas a caer —dice y yo no puedo evitar cruzar mis ojos con los suyos. Los suyos no tienen ningún sentimiento de por medio, no es preocupación, es simplemente una observación.
—¿A qué te refieres? —Su sonrisa se torna torcida y mi estómago se retuerce.
—Digo, si A se apareciese ahora mismo y te dijera que lo lamenta ¿Lo aceptarías? —La pregunta me deja fuera de base y quiero gritar que no, que no lo haría, pero entonces, no estoy segura.
No dejaría que me hiriesen de nuevo. No quiero sentir el dolor de nuevo. Y no se trata de que no quiera enamorarme, sino que no quiero de hacerlo de alguien que se va a ir.
Que me va a dejar por elección. Que se va a marchar cuando las cosas están bien.
¿Volvería a caer por él? Sabiendo que la caída arde y raspa como el fuego.
No. No vale la pena si va a volver a huir.
No puedes arriesgar tu corazón por alguien que está dudoso de ofrecer el suyo.
—No.
No lo dejaría volver a pegar tan fuerte. Me interesa de maneras que temo afrontar. Me atraen sus secretos pero no me gustaría vivir en un halo de misterio por siempre. Siento que sólo lo conozco superficialmente, y dudo que me permita ahondar más en el océano que es.
—Eso es un movimiento inteligente —afirma y lame sus labios, observándome de regreso—. Lo que me debes, lo pagarás hoy.
—¿Cafetería del centro? —cuestiono y él asiente.
— Diez minutos antes de la medianoche.
—¿Qué haremos en una cafetería cerrada a la medianoche?
—Te sorprendería lo mucho que puedes hacer cuando el sol se pone. —Me dice y sus ojos brillan peligrosamente.
—Me llevaré a Luxen.
Una mueca se hizo presente en sus labios al verme.
— No estoy tan seguro de eso. —responde y yo clavo mis ojos en mis uñas que ahora no tienen colores.
—Tú estás eligiendo el castigo, yo a quien me llevaré —En caso de que Luxen rechazase la propuesta no lo llevaría, pero el tenerlo era una garantía que lo que sea que vayamos a ahcer no será tan malo.
—No creo que quiera pasar tiempo conmigo —Me dice—. Sé que soy precioso, pero algunos se resisten —Hace alusión a mi amigo de cabellos blancos haciendo una mueca negativa y si supiera que él se muere de la misma forma que todos.
Tal vez la cosas serían diferentes entre ambos... o tal vez no.
—Me llevaré a Luxen, si él quiere. —recalco y él sólo se encoge de hombros.
—Vale, es tu problema —Levanta sus manos y me observa—. SI quieres llevar a... —Enarco una ceja para que continúe y niega con su cabeza —. ese. Te encargas tú.
—Vete ya antes de que me arrepienta. —sugiero y entrecierra sus perlas azules en mi dirección.
—Nos vemos está noche, lucesita. —Da una reverencia en mi dirección.
Y estoy completamente segura de una sola cosa.
Será una noche interesante.
.☀.
Holiiiiiii
¿Cómo están las personitas más bonitas del mundo mundial?
¿Os ha gustado el capítulo? Se viene una de mis escenas favoritas del libro *GRITITO*
¿A dónde creen que llevé Castiel a Lux?
¿Cuáles serán sus planes?
Veremos evolución y veremos más desastre.
Os amoooo muchísimo, pronto prontito el siguiente cap (Sé que esté estuvo un poco corto)
Chiste del capítulo: ¿Qué hace una vaca en la carretera? Va-caminando JSJSJSJJSJSJJSJSJSJ
Voten y comenten!
Los amo. Se despide:
Sunset
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