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Capítulo #15 "Monstruos Lastimados"


Capítulo dedicado a @sh3l1salazar210 ¡Hola, preciosura! Este capítulo va dedicado a ti por tus alucitupendos comentarios y votos. Espero te encuentres hiper mega bien. Gracias por amar a los personajes. He notado que te gusta mucho Asher, Entonces...este capítulo narrado por él, va para ti. ¡Te mando un abrazo del tamaño de América! ¡Cuídate mucho, precious! ¡Disfruta el capítulo!

Advertencia: Capítulo con algunas pistas.

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"Las personas lastimadas son el origen de muchos monstruos en el mundo"

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La lluvia nace de la evaporación de masas acuosas, motivado al sol. El agua pasa a estar en su estado gaseoso para luego al alcanzar cierta altura en el cielo y debido a las bajas temperaturas que allí se forman, pasar a un estado sólido, creando las nubes. Las nubes devuelven el agua a la tierra en forma de pequeñas gotas de agua.

Dicho de esta forma, pareciera que la lluvia, no es otra cosa que un ciclo, que se repite una y otra vez. 

Eso es lo que significa para la gran mayoría de las personas.

Sólo un par de gotas de agua.

A mí. A diferencia, la lluvia me causa Jindama.

Pavor. Terror. Pánico.

Me causa una profunda ansiedad mezclada con miedo.

Me causa unas ganas de huir a un lugar seguro.

Me causa helados escalofríos incluso cuando estoy en mi habitación, que debería ser considerada un lugar seguro. Pero las paredes no te protegen de los miedos que hay en tu mente.

La lluvia siempre ha hecho que me invadan unas repentinas ganas de salir corriendo y huir de algo que desconozco.

Que me fallé la respiración cuando llueve es algo normal, siento como si el agua se acumulase en torno a mi cuello, aprisionándome, recogiéndose en una línea caliente en torno a mi cuello, pero cuando paso mi mano por él, sólo están las líneas que han estado siempre.  

No soportó la lluvia, y el sólo empaparme o la idea de estar bajo una tormenta, hace que mi corazón se aceleré y piense en escapar.

Escapar lejos de algo que en lo absoluto podría hacerme daño. Tenerle miedo a algo insignificante es algo con lo que me toca vivir y algo que me da pena confesar. 

No voy por la vida diciéndolo y tampoco es mi tema favorito. Simplemente, no podemos coexistir, es todo.

Con el pasar de los años, me he dado cuenta que he adoptado el "huir" como un método de defensa.

Escapar cuando las personas se acercan demasiado.

Hacer la retirada cuando las cosas se empiezan a tornarse verdaderas.

Huyo continuamente de un sinfín de cosas. Huyo de mi pasado, huyo de los recuerdos y huyo de todo aquello que pueda destruir o tambalear mi mundo. Tal vez por eso huyó continuamente de las personas que se acercan demasiado.

Un escalofrío recorre mi espina dorsal y me remuevo en la cama, maldiciendo.

He dejado la ventana abierta porque hacía un calor insoportable. 

Y es una casualidad que esta noche de Noviembre se haya hecho repentinamente lluviosa, el miedo recorre cada poro de mi cuerpo en cuestiones de nanosegundos.

Mi cabeza comienza a doler e inicio a escuchar gritos y vociferaciones retumbando en un lugar cercano que no puedo alcanzar a identificar. Como siempre, no puedo escuchar con claridad acerca de lo que discuten o quienes lo están haciendo, y eso hace que mi pecho quemé, como si el aire estuviese escapando poco a poco de mis pulmones. La pelea que se escucha aledaña sube un decivel al oírse golpes y objetos siendo tirados con violencia.

Los estallidos y el cristal crujiendo al golpearse contra el suelo, es un sonido que se repite en cámara lenta en mi cabeza. Una y otra vez, haciendo que quiera dejar de escuchar por al menos un segundo

Abro los ojos y hago un amago de levantarme pero es en vano, porque todo mi cuerpo está entumecido y todo lo que hago es alzar mi mirada porque no puedo moverme y eso jode aún más mi estado, esperando encontrarme con eso que suena cerca muy cerca de mí, mis oídos empiezan a zumbar al oír el sonido lejano de una tormenta.

Y eso es lo que me faltaba, si la lluvia me altera de una manera que es casi incontrolable. La tormenta y los sonidos de rayos me vuelven un resquebrajo de cuerpo.

Y aunque sólo es la tormenta y esos sonidos, sólo son parte de otra de mis pesadillas. Pierdo el poco control que tengo cuando una gota de agua cae sobre mi rostro.

Comienzo a temblar lentamente, mi cuerpo se sacude esporádicamente al oír las gotas golpear con fuerza contra mi ventana. Los temblores de mi masa son leves y pequeños, pero conforme la lluvia aumenta, los movimientos también, y siento como un gran peso se instala en mi pecho impidiéndome la movilidad, dificultando mi respiración y haciendo que la desesperación aumenté.

El nudo en mi garganta se aprieta y no puedo gritar para llamar a alguien para que me ofrezca apoyo, pero de poder hacerlo, no clamaría por nadie, porque estos son mis demonios y no puedo dejar que otra persona cargue su peso por mí.

Las sacudidas se vuelven en punto alarmante y no logro controlar mi cuerpo haciendo que caiga contra el suelo de madera de mi hogar en un golpe seco. Mi cabeza pareciera estar siendo golpeada con martillos y siento como si alguna vez tenía control ese momento queda atrás, porque en menos de lo que dura un rayo, llegan los recuerdos.

Hay recuerdos que están tan clavados a tu memoria, que puedes dejar de recordarlos, pero nunca olvidarlos.

Lluvia.

Máma.

Tulipanes.

Jabillo.

Golpes.

No dejo de retorcerme en medio de sacudidas de intensidad.

Quiero detenerme. Quiero racionar pero es como si mi mente y mi cuerpo estuviesen divididos y no hay forma de que los pueda volver a unir.

 Odio lo débil que me puede hacer una tormenta. Odio los recuerdos que se manifiestan en mi cabeza pero nunca están completos.

La lluvia, la lluvia la puedo superar, la puedo dejar pasar incluso cuando esta cerca. Pero la tormenta, los rayos y los relámpagos siempre son demasiado. Y es tan ridículo que simples sonidos, imágenes, me alteren hasta el punto de no controlarme a mi mismo.

Sé que no estoy debajo de la tormenta. Pero los sonidos de afuera no pueden hacer que piense en otra cosa que estoy debajo de la lluvia y que voy a morir.

Yo soy fuerte, o eso dice mamá. Puedo con esto pero al mismo tiempo, siento como ya no hay vuelta atrás.

Recuerda.

Recuerda.

Recuerda.

Cuando vuelvo a esa noche: no soy fuerte, soy débil y tengo cicatrices por todo el cuerpo. Cicatrices de diversos colores que me diferencian de los demás, y que me pesaran en un futuro.

No puedo evitar volver al pasado apenas oigo una tormenta fuerte, el sonido de un trueno, y una sensación de miedo que me impide hacer otra cosa que temblar de miedo, con anticipación a algo que no conozca.

Como si estuviese a punto de morir.

Lo cual no está fuera de mis planes, pero cuando sea viejo y decrépito, no ahora.

La puerta se abre con una mezcla de fuerza y delicadeza, y el que ingrese alguien a la habitación, hace que quiera obligarme a dejar de temblar, porque no quiero que me vean así. No quiero que piensen que soy un fenómeno que se retuerce. No quiero que vean la piel de monstruo y el pasado de uno.

Pero esta persona ya lo ha visto todo, y está acostumbrada a los miedos y terrores de alguien que no recuerda su pasado.

La señora Mcbluek intenta disimular su preocupación con largos pasos, a sabiendas que no me gusta que se preocupé demasiado o que me auxilie cuando tengo uno de los ataques porque algún día no la tendré y no puedo hacerme dependiente. Pero aún así, ignorando mis deseos y cerrando las ventanas con fuerza, corriendo las cortinas con más fuerza de la que es necesaria a pesar de que las cortinas son de alguna tela de un lugar exótico. Coloca música a alto volumen y poco a poco siento como los temblores dejan de abolirme hasta dejarme hecho nada, siento como recobró el control de mi cuerpo, pero aún siento la pesadez en el pecho, eso es algo que pocas veces se va de mí. Cuando estoy en la tarima esa tensión disminuye y sale de mi en medio de notas y cuerdas rasgadas que gritan una canción que conozco y ronda en mi cabeza.

"Todo se jodió una noche de lluvia..."

No obstante, la mayor parte del tiempo siento aquel hueco y peso en el pecho, como si llevara algo conmigo que me impide caminar, moverme u hacer algo más que no sea existir. La sensación desaparece en ocasiones, y se siente tan bien no estar con esa carga encima, que a veces deseo que esos momentos duren una eternidad.

Soy incapaz de mantenerme lejos de las cosas que me distraen del peso, porque a veces es demasiado intenso y pesado. A veces la carga es demasiada incluso para mí.

Vuelvo al presente con la música que sale de manera estridente de los altavoces, oculta casi de manera perfecta el sonido de la lluvia, que ahora no parece tan cercana, y el recuerdo de ella contra la ventana, se encuentra latente aún en mi mente pero lejano, porque a pesar de que está lloviendo lo único que escucho es la batería y la voz del vocalista, Dan Reynolds.

Dejó la cabeza contra el suelo. Y me permito respirar, el que haya abierto las ventanas porque tenía calor me hace un tonto y es algo que permito anotar en una nota mental en mi cabeza.

Nunca dejar las ventanas abiertas de mi habitación.

Ubicó la mirada en el techo y decido que no quiero enfrentar los ojos de mamá así que flexiono convenientemente mi brazos para cubierta de mis ojos. La voz dulce de la señora que me ha salvado la vida más de una vez, de distintas forma, se vuelve alta para poder viajar a mí, a través del sonido que hacen los altavoces con "Imagine Dragons".

La habitación se encuentra en penumbra por lo que lo único que traspasa el escudo de mis manos es la luz que desprende el estereo y entonces una conversación conocida para las cuatro paredes de la habitación comienza.

—No es que quiera sonar malvada de alguna forma o llevarte a un sitio donde te han herido de formas que son casi imposibles de perdonar—Guarda silencio por apenas unos segundos antes de acercarse sigilosamente a mi puesto. Piensa sus palabras antes de soltarlas—Pero... siempre puedes preguntar y entender el tormento— Sencilla y calmada, así era Madeleine, sabía que por dentro estaba debatiéndose entre volver a tener la conversación que teníamos siempre o dejarme ser. pero la señora Mcbluek tenía inteligencia, franqueza y determinación, era un modelo a seguir en cualquier ámbito, sólo una falla o virtud, también tenía mucho amor, y eso en ocasiones, la hacía débil y... valiente.— ¿Realmente vale la pena sufrir por algo que no recuerdas, Ash?— cuestiona.

Por un momento me permito pensar en aquello ¿Realmente vale la pena destruir tu alma por algo que sólo te ha hecho daño?

—¿Por qué querría saber algo que me va a destruir un poco más de lo que ya estoy?— No podía verla pero podría apostar que había cruzado sus brazos en un gesto de mamá enojada— La ignorancia sigue siendo mejor a vivir sabiendo algo que puede destruirme aún más.

—No puedes elegirla siempre.—afirma aunque lo he hecho desde que tenía seis cuando ella me sacó de ese hospital— Además, ¿No quieres saber el porqué le temes a la lluvia? ¿Por qué apenas unos toques te descontrolan o únicamente el sonido? ¿Por qué tienes esas cicatrices por todas partes?— flexiono mis brazos hacia arriba y vuelvo la cabeza en su dirección, para encontrarla en una postura recta y determinada.

¿Cómo le dices a alguien que amas que duele tanto recordar que prefieres no hacerlo sin parecer débil?

—Sólo sé que tengo cicatrices, y no quiero saber más. Sólo sé que desde que me desperté siento terror a las tormentas y a la lluvia. Sólo sé que me duele el pecho cuando oigo un trueno y que mi cabeza quiere explotar cuando intentó recordar— Ella giró su mirada alrededor de la estancia.—Sólo sé eso y eso es suficiente para quitarme más horas de sueño que las que estoy dispuesto a dar.

Madeleine suspira sonoramente en un gesto de cansancio que oculta con una determinación implacable, que me hace recordarla cuando fue al juzgado a pelear por mí.

—Podría explicarte ¿Lo sabes?— me preguntó con ojos fieros y preocupados.— Quizás dejes de temblar si lo comprendes, de nada sirve que vayas a un psicólogo. Si eres incapaz de recordar el motivo de tu herida ¿Cómo vas a sanar si ni quiera sabes la razón de que te hayas dañado?

Tenía razón, en todo. Pero no me sentía preparado.

—Estoy bien así, mamá— aseguré levantándome por fín y ubicándome donde estaban los altavoces para cambiar la canción. Castiel podría estar en casa, y sinceramente no tenía cabeza para soportarlo. Además, Nickolas Mcbluek también necesitaba descansar. Nadie tiene la culpa de que haya una fuerte tormenta y aunque dudo que los parlantes puedan escucharse en el segundo piso con la tormenta, prefiero no arriesgarme.

Cambió a algo más clásico porque todavía llueve, pero decido colocar "Yellow" porque a pesar de todo lo que ha pasado, aún logra transmitirme paz y hacerme sentir seguro.

—Esta conversación se me hace conocida— dice ella negando con su cabeza haciendo que ladeé mi cabeza en su dirección por algunos segundos. No parece en lo absoluto molesta por estar levantada a las cuatro de la madrugada, de hecho, hasta se ve cómoda. A pesar de ello, tiene ojeras y sé que debe estar cansada, por largas horas que debió estar trabajando, si es así como supongo debe estar agotada, aunque no lo demuestra y se limita a estar aquí conmigo salvándome, una vez más.

—¿Será tal vez por qué la tenemos cada que llueve?— pregunto a lo que ella sonríe cálidamente. Su sonrisa me hace sentir extrañamente tranquilo.

—Creo que es porque la tenemos desde que tienes ocho pero no lo sé.— recogió sus manos— Ya me estoy volviendo vieja y olvidó las cosas.

Eso era una absoluta mentira, pero nadie contradice a Madeleine Mcbluek en su propia casa. A sus cuarenta y siete años, Madeleine Mcbluek tiene la mejor memoria del país, recuerda perfectamente todas las veces en que no llegué a casa a la hora y cuantas veces simplemente no he llegado, recordando también, las veces que he mentido y como me ha descubierto en todas y cada una de esas ocasiones, nunca tarda en recriminarme por ello y hacérmelo presente.

Ciento un veces y llevando la cuenta.

Me giró en su dirección cuando decide hablar nuevamente y ella me mira como si estuviese a punto de dar la mejor noticia. Sus ojos verdes brillantes me observan con fijeza antes de alzar una de sus cejas grises en mi dirección.

—¿Sabes que no olvido?— cuestiona en tono confianzudo y una parte de mí presiente por donde va la cosa pero finjo que me sorprende cuando la menciona— A una castaña de ojos deslumbrantes marrones.

Porque luego de mis problemas, cicatrices y el trabajo. Ella adora hablar de Lux.

Blanqueó mis ojos apenas hace alusión a ella, aunque sé que esta cambiando tema porque no avanzaremos en lo absoluto en el anterior, así que me permito bromear.

—Entonces, señora Mcbluek— la observé—Tiene usted muy buena memoria al no olvidar a muchas personas, porque esa es la perfecta descripción de la mitad de las personas que habitan este mundo.

Mamá adora a la castaña más de lo que me gustaría, pero no puedo evitar su vínculo sólo porque yo lo quiera. Ella es incapaz de recordarla pero mamá siempre la mantiene en mente

—Pero esta pelicastaña, que conozco—remarca mirándome— Tiene una sonrisa muy bonita— continúa con diversión, al parecer fastidiarme se le hace agradable.

Típico de mamás.

—Todas las personas tienen una sonrisa bonita— contradigo haciendo que ella busque otra forma de atacar.

—Pero, ella...—sigue como si buscase un detalle— Tiene una peca cerca de la boca.

Si, la tiene.

—Esa puede ser la descripción de la mitad de esa comunidad de ojos castaños y cabello marrón—repuse serio.

—Bueno— se enfurruña— Su nombre empieza por L— sonrie victoriosamente y yo me limitó a sacudir la cabeza. Es la única persona con la que podría tener esta conversación, y la única persona que prepara las mejores sopas que he tomado como también la que siempre ha tenido una voluntad inquebrantable. Respeto y admiración vienen a mi mente cuando pienso en ella.

—Mamá—musitó negando— ¿A dónde quieres llegar?

—¿La haz visto?— cuestiona curveando sus arrugas al mirarme. La adora con cada céntimo de su corazón ¿Pero hay alguien a quien no adoré la Señora Mcbluek?

—No...— enarca una ceja ante mi vaga respuesta— cercanamente.— terminó por decir porque de alguna forma se enterará.

Cosas de mamás.

—¿Y eso es?— pregunta enfocando sus ojos curiosos en los míos.

—Estoy grande para que te entrometas en mis asuntos— digo suave. Ella sacude su cabeza y sonríe en un gesto que intenta lucir angelical.

—Sólo estoy preguntando.— alza sus manos en señal de rendición— Pero te pusiste nervioso.—señala.

—No lo hice.— digo centrándome en mis discos.

—Te conozco como si te fuese parido, Asher Callum— masculla mirándome seria.

El nombre completo no, por favor.

—Pero no lo hiciste— señalo haciendo que se encorve, contrario a lo que pensaba no se enojó.

—Y gracias al cielo.— agradece mirando al techo como si hubiesen angelitos— Siempre fuiste muy cabezón—hizo un gesto como si temblará ante la idea— De seguro eras gigante cuando bebé. Hubiese tenido que ser cesárea— supone con mucha seriedad.

—Mamá...— la detuve intentando borrar la imagen de aquello en mi cabeza— Ya puedes volver a dormirte. Estoy bien, te lo aseguró.

Rueda sus ojos como si no me creyese pero si así es, no comenta nada al respecto.

—Siempre huyes o me haces huir cuando habló de ella— habla mirándome seria— Deberías contarle.

—Estoy intentando hacer que huyas porque estás hablando de partos—corrijo simple.

—¿Y?— preguntó extrañada—Como si no hubiese nacido gracias a uno— blanqueé mis ojos grises.

—Mamá...— repetí con paciencia.

—Lo que quiero decir, Ash...— comenzó de nuevo— es que deberías hablar con ella y contarle— recomendó en tanto se levantaba a depositar un beso en mi sien, tiene que alzar sus pies para alcanzarme y eso me hace alzar mis comisuras en un intento de sonrisa. A pesar de la diferencia de altura despeina mis cabellos como si aún tuviera diez.— Ella no te reprochará.— afirma pero el temor a que lo haga es mayor.

—¿Qué cosa?— cuestioné— ¿Qué es mi culpa que sólo recuerde una parte de su niñez? ¿Qué sus recuerdos antes de los ocho no existan?

—Nadie tiene la culpa— murmura con dulzura— Si hubiese que culpar a alguien sería a los autos, o a los conductores que no ven hacia atrás cuando van a estacionar.

—Iba a nuestra casa— afirma.— A verme a mí.

—A mí también me sorprende—apoya—  Eras muy feo de pequeño— habla más para si misma que para mí, pareciera que se ha quedado un momento recordando los viejos tiempos.— Que consiguieras una amiga, teniendo esas orejas— chasqueó su lengua pensativa ante la inflexión.

—¡Mamá!— exclamó pero ella hace caso omiso.

—Hablo en serio, tus mejillas eran tan regordetas — hizo un gesto de escalofríos— Pero, afortunadamente, creciste y te convertiste en una persona hermosa.

Una persona hermosa, claro.

—No pienso igual que tú.—respondo sin dejar mucho a conocer— Aún tengo las marcas. Me hacen horrible.

—Te hacen diferente— corrigió con paciencia— Ser diferente no te hace ser horrible.

—Pero si extraño y raro— ella se acerca a pasos lentos y acuna su mano en mi mejilla con dulzura. Conozco a alguien que hubiese sabido más sinónimos al respecto de esas palabras.

—Entonces, Ash. Se la persona más rara y extraña de este mundo— sonríe simple.

Las inseguridades que escondo con mi chaqueta, son visible para mamá. Ella lo mira todo, incluso a través de la tela y el cuero, o de los ciento de camisa que utilizo para que nadie fuese capaz de ver mi secreto. Lo ve como si lo leyese en mis ojos.

Aún con sus palabras, me es imposible no hacerle las mismas preguntas que le hacía cuando iba a una nueva escuela y temía que descubriesen lo que había detrás de la chaqueta.

—¿Y si piensan que soy un monstruo?

Su silencio me permite pensar acerca de las cicatrices, el monstruo y la piel marcada. La garganta me pica, toda mi vida siempre la he vivido escondiéndome para que nadie viese lo suficiente, para que nadie se quedase y diese cuenta que en realidad, nada de mí era normal. 

Me escondía de los estereotipos de la mirada del público y de la crítica en general. Pero de igual forma, el miedo de ser diferente a todo lo que los demás están acostumbrados, o el miedo de no ser aceptado, era grande, lo suficiente para amoldar mi corazón. Ya me habían rechazado un sinfín de veces, en la calle, en la escuela, en los bares. Desde entonces, había decidido nunca mostrar mis marcas, si no le muestras a nadie lo que eres, nadie tendrá la oportunidad de criticarlo.

Pero también pesaba como si sobre mis hombros cargase el más grande los cuerpos, pesaba el secreto, pesaba el no poder hablar libremente de lo que soy, pesaba el estar atento de la mirada de todos, de siempre estar pensando que en algún momento me descubrirían porque en algún momento siempre lo hacían, y entonces, desaparecía y mágicamente, lograrían inscribirme en otro instituto.

La gente tiene tanto miedo de las cosas que son diferentes, que en vez de descubrirlas y aceptarlas, las rechazan. Sin darse cuenta, que esa persona que tiene granos, sobrepeso, poco peso, lunares, manchas, cicatrices o marcas también tiene sentimientos.

Oídos por los cuales escuchan palabras hirientes que rompen. Sienten como ellos. Pero el temor a lo diferente siempre gana a los sentimientos. Juzgar sin observar realmente, ojos que no ven corazón que no siente.

Por ello, siempre he mantenido que es mejor no tener sentimientos, evitarlos a toda costa para no sufrir, es mejor que toparte siempre con una cerca que diga en los locales de las mentes de las personas "No eres lo suficientemente normal para estar aquí" y que te echen por la entrada de atrás

Mamá me devuelve a la realidad cuestionando en mi dirección con sabiduría.

—¿Sabes cómo se crean los monstruos, Cariño?— su pregunta retórica hace que le devuelva la mirada, en busca de una respuesta. 

Toda la vida nos enseñan que los monstruos son los malos del cuento pero nunca nos enseñan porque lo son ¿Existe una razón para que sean horribles e incomprendidos?

«— De heridas— afirmó— Los monstruos se crean a partir de heridas, rasguños y miedos nunca cerrados. Los monstruos se forman de deseos, sueños y sentimientos rotos. 

«—Un ejemplo de ello es La llorona ¿Has oído su historia? ¿Cierto?— todo el mundo había oído alguna vez su triste leyenda. Su llanto es tan atroz y lleno de dolor que causa terror.

«— Dicen que es un fantasma, aterrador y monstruoso que se escucha por las noches preguntando por sus hijos.— una mueca se hace presente en sus labios al devolverme la mirada— Ella sufrió de una herida gigante y no supo como sanarla. Los verdaderos monstruos, los de carne y hueso, nacen de miedos, de aberturas en la piel y de recuerdos nunca resueltos. Todos sufrimos de ellos pero no todos los afrontamos de la misma forma, hay personas que avanzan y se convierten en sus propios príncipes y hay otras que se quedan en el pasado, y se convierten en monstruos. Ahora tú, Asher...¿Vas a convertirte en un monstruo lastimado o vas a sanar tus heridas?

 .⚡.

Holiiii, vengo super rápido por aquiiii. Espero se encuentren muy bien, preciosos.

¡Feliz domingo, o si leen esto cualquier otro día! ¡Feliz día!

Este capítulo explica algunas cosas acerca de Asher, su temor a la lluvia y como reacciona ante las tormentas. Él no recuerda, porque todas sus vivencias antes del hospital las bloqueó, cuando una persona afronta sucesos muy traumáticos tienden a bloquearlos. En lo que se refiere a Asher, él cuenta con la opción de que Madeleine le cuente lo que sucedió pero no quiere.

Y si, Asher ha asistido a psicólogos. Pero no recuerda nada y no accede a querer indagar en sus recuerdos porque eso le da migraña y miedo. Es como dice Madeleine ¿Cómo puedes sanar si no sabes que fue exactamente lo que te hirió? Asher no puede superar su pasado, y si él fuese una persona normal bastaría con que dejase de buscar su pasado, pero su pasado lo marcó tanto, que en la lluvia y en las tormentas se hace presente.

Una vez aclarado aquello...

Pueden colocar sus dudas aquiiii

¿Qué les pareció el capítulo?

¿Alguna nueva teoría?

¿Qué les parecieron las reacciones de Asher?

¿La Señora Madeleine? ¿Qué tal les cayó?

¿Monstruos heridos? ¿Qué opinan ustedes?

Pd: El jabillo es una cosa importante para la historia de Asher ¿Ustedes ya saben qué es?

Losss amoooo. Perdón por no haber subido capítulo desde hace tiempo. Soy pésima pero tengo varios escritos sólo es cuestión de editar, si me da tiempo, les subo otro cortito.

¡Recuerden votar que no cuesta nada!

Y CHISTE DEL CAPÍTULO: ¿Qué le dice un chino a otro chino? Vete a la chin-gada JSJSJSJSJSJSJS

Os amooo un montonazo. Nos leemos pronto. Un abacho.

Se despide:

Sunset

.♥.

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