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Capítulo 9: Fiesta

AIMÉE

Laura llega a mi casa a las siete, los chicos pasarán por nosotras a las diez. Tenemos tres horas para estar listas, sé que parece mucho, pero el tiempo cuando estás entre chicas pasa demasiado rápido.

—Wow... —murmura en cuanto entra en mi habitación.

Mi mamá ha subido con nosotras, nunca me preocupa traer gente a casa porque ella vive para las apariencias, y por eso siempre se muestra super buena onda y agradable. Cualquiera diría que es una buena madre, pero si las paredes de mi casa hablaran su imagen social se iría a la mierda.

—Si necesitan mi opinión sobre la ropa me llaman, pónganse bonitas, pediré que les suban algo para comer. —Acaricia mi cabello, le da una sonrisa a Laura y sale de la habitación por fin.

—Ella no es así —le confieso a Laura en cuanto estamos solas—. Solo finge cuando hay otras personas, pero es una madre horrible.

—La mía aparece una vez a la semana para decirme que estoy gorda y luego no vuelvo a saber de ella —se suma a la confesión con un encogimiento de hombros.

—¿Gorda? —me río— Pero si estás buenísima.

—No me lo digas dos veces... —murmura en tonito pícaro, y luego suelta una carcajada que me hace reír a mí también.

A veces no sé si es que lo dice en broma o de verdad me está tirando onda. Ninguna de las dos me molestaría.

Sus ojos divagan alrededor, observando cada detalle. Casi todo es blanco y violeta, combina conmigo, este es el lugar de la casa en el que paso casi todo mi tiempo porque aquí dentro me siento a salvo de toda la mierda de afuera.

—Busquemos un vestido —propongo abriendo las puertas de mi closet.

—No me gustan los vestidos —contradice arrugando su nariz— ¿Por qué no ponemos música primero?

Señalo el equipo de audio debajo de mi biblioteca, ella busca la música en su celular y lo conecta fácilmente.

—¿No molesta el ruido?

—No, súbele, la habitación está insonorizada —comento al tiempo que saco una pila de vestidos cortos que jamás he usado.

Ella parece sorprendida por mi comentario.

—¿Por qué?

—Mi hermanita tiene autismo y le molestan los sonidos fuertes.

—Oh... ¿y ella duerme aquí?

—Una noche conmigo y una con mi abuela, nos turnamos porque las noches son difíciles; a mis padres no les importa.

Ella asiente lentamente, pero más allá de la información, su atención se centra en otra cosa.

—¿Cómo es que eres tan sincera todo el tiempo?

La respuesta es más simple de lo que parece.

—No tengo nada que ocultar.

—Sí pero una cosa es ser transparente, y otra andar ventilando todo así como así. No puedes mostrarle tus debilidades a todo el mundo, es peligroso.

—No lo hago, cuando no quiero responder simplemente evito la pregunta; que mis padres sean malos no es una debilidad mía exactamente, más bien suya.

—No lo es cuando tú estás a su cargo —comenta, un tanto preocupada—. Por ejemplo, si tus padres supieran que tienes algo con un chico como Santi ¿qué crees que pasaría?

—¿A que te refieres con "un chico como Santi"?

—Un chico que no tiene dinero, que trabaja mil horas al día para mantener a su familia y por eso no puede ir a la universidad...

A mi madre le darían tres ataques, me acusaría de dejar mal parada a la familia, de no tener dignidad, de ser estúpida por no darme cuenta de que me están utilizando, porque el único atractivo que puedo tener es la cuenta del banco.

Y mi padre haría lo que ella diga porque no tiene opinión propia.

—Eso sería un poco complicado, pero no me importa lo que ellos esperen de mí...

Ella asiente dándome la razón mientras mira uno a uno los vestidos que acabo de dejar sobre la cama y se mide algunos.

—Lo sé, pero si esa información cayera en manos equivocadas podría traerte problemas igual.

Entiendo su punto, y creo que tiene razón. No se trata de mentir, sino de evaluar con quien abrirse y con quién no. Aunque también me cuestiono el hecho de que yo no soy la que está mal, por lo tanto, no debería cambiar por el simple hecho de que el mundo es una mierda.

Debates internos sin solución aparente a los que prestaré atención en otro momento, ahora solo estoy pensando en que le dije a Santi que le daría mas de lo que espera sin tener idea realmente de qué es lo que espera.

—Ese te queda bien —comento señalando un corto vestido con brillos que acaba de poner frente a su cuerpo—. Tienes las piernas perfectas, si yo las tuviera así me pondría el vestido más corto que encuentre.

—No lo sé... —murmura dudando— Sé que la vestimenta es formal y todo eso, pero los vestidos no me van, soy muy pequeña, a ti si te van porque tienes las piernas largas.

—Póntelo —insisto ignorando la estupidez que acaba de decir.

—Solo si tú me dejas elegir el tuyo —propone, su gesto divertido me hace dudar, pero de todas formas termino aceptando.

Unos minutos después ya nos hemos cambiado, me dio un vestido azul muy corto, ajustado en la cintura y suelto hacia abajo. Jamás lo usé, ni siquiera es mi talle, me queda corto y ajustado en los pechos, protesté por eso, pero ella dice que es mejor porque resaltan más.

A ella sí le quedó el vestido que escogí, color crema con brillos, corto y pegado al cuerpo, se ajusta a la perfección a cada una de sus curvas.

Me costó mucho que me dejara maquillarla, pero finalmente accedió, no usé base ni nada parecido porque no quería cubrirle sus pecas, se ve perfecta con ellas. Solo fueron sombras, delineado, un poco de highlight y labial un par de tonos mas oscuro que sus labios.

A las diez ya estamos listas, mentiría si dijera que no estoy un poco nerviosa, no sé por qué, tal vez porque voy a salir con el chico mas lindo del mundo y está esperando cosas de mí.

Voy a despedirme de mi hermanita y de mi abuela, soportamos un par de comentarios falsos de mi mamá y por fin salimos de casa.

—Siento que estoy mostrando demasiado —me quejo midiendo el largo del vestido en mi pierna, está lejos, muy lejos de las rodillas.

Los chicos ya avisaron que estaban llegando, el corazón me late rápido, las manos me transpiran aunque tengo mucho frío, demasiado, debí traer un abrigo.

—Tal vez sí, me haces dudar de mi sexualidad —confiesa viéndome de reojo—. Si Santi no te da esta noche, te juro que te doy yo.

Suelto una risita temblorosa por el frío.

—¿Tan rápido? Invítame un café primero... —bromeo en cuanto vemos el auto de Elai estacionar en la entrada.

—¿Santi te invitó un café? —cuestiona entrecerrando los ojos.

—Me hizo un dibujito y me cantó All of me.

Su expresión se vuelve tierna.

—¿Te hizo un dibujito?

—Sí, luego te lo enseño —murmuro justo cuando nos detenemos frente al auto.

—Llegan tarde —le reclama Laura a Santi, que se ha bajado para dejarla ir adelante con Elai.

Solo pasaron diez minutos, pero me dio mucho frío.

—Nos perdimos —responde— Este idiota apenas sabe conducir, se metió a contramano tres veces.

Sus ojos por fin se ponen en mí, los míos ya lo han escaneado unas cinco veces. Se ve demasiado bien, trae un traje sin corbata y con algunos botones desprendidos, como que formal y a la vez demasiado sexy.

—Tú... te ves... —murmura buscando una palabra que parece no encontrar.

—¿Viste? —exclama Laura señalando mis piernas— Si te distraes te la robo.

—Dudo poder distraerme —comenta él elevando una ceja.

Laura se sube al auto, sé que deberíamos hacer lo mismo pero nos quedamos viéndonos de frente como dos tontos.

—Que sí... —aseguro mientras lo observo humedecer sus labios.

—¿Que sí qué? —Frunce el entrecejo apenas, mostrando curiosidad.

—Me hiciste una pregunta que no respondí, la respuesta era que sí.

Pone su mano sobre la puerta del auto pero no la abre, sigue mirándome con mucha intensidad y un gesto bastante divertido.

—Tendrás que refrescarme la memoria, porque no recuerdo qué pregunté.

Obvio sí lo recuerda, solo quiere que lo diga y de todas formas le daré el gusto.

—Que sí, me gustas, y mucho.

Pongo mi mano sobre la suya para abrir la puerta, pero él se aprovecha de mi acercamiento para jalarme por el brazo y dejar mi cuerpo pegado al suyo. Su mano acaricia mi mejilla haciendo hacia atrás el cabello, que hoy dejé muy lacio y me pasa la cintura. Su perfume me invade, casi que cierro los ojos para perderme en él.

Bien, nos gustamos ¿Ahora qué procede?

—¿Subimos? —susurro muy bajito.

Aquí hay tensión de todos los tipos, hasta me olvidé del frío. Él asiente abriendo la puerta por fin y dejándome pasar primero. Es difícil subir sin que el vestido me exhiba de más, pero creo que lo logro, y bueno, si no es así solo le di un adelanto.

—Hola, Rojito —saludo estirando la mano hacia adelante para dejarle una caricia en la mejilla, si me pongo de pie para darle un beso se me va a ver todo.

—Hola —responde él dándose media vuelta—, qué linda estás.

—Culpa a tu chica, que me hizo usar esta cosa —comento señalando el vestido.

Ambos responden a la vez:

—Yo no tengo chica.

—Yo no soy su chica.

Santi y yo nos reímos, si los pasillos hablaran dirían otra cosa.

—Míralos, qué reacios al amor... —comento entre risitas.

—¿Apostamos? —ofrece entrelazando su mano con la mía— Les doy hasta que termine el corto, si no se enamoran antes de eso te dejo elegir el próximo tatuaje que me haré.

¿Y si mejor me muestras los que ya tienes?

—Acepto —respondo a conciencia de que es muy probable que pierda.

La fiesta es bastante lejos, una chacra en las afueras de la ciudad, no es que Elai conduzca mal, de hecho lo hace bien, el problema es que no tiene mucho sentido de la ubicación.

—Tenías que entrar en la anterior —protesta Santi al ver que vuelve a pasarse luego de haber dado una vuelta.

—Hay un desvío en la siguiente, a la derecha Rojito.

Le aviso justo a tiempo, hace una maniobra un poco brusca pero logra meterse por la calle de atrás y llegamos a la bendita fiesta por fin. Por lo que Martina me estuvo diciendo hoy por Instagram, no estará su familia, es una fiesta solo para sus amigos.

Ella siguió hablándome mal de Santi, y yo le seguí dando la razón sin decir demasiado, finalmente le dije que vendría con alguien, ella parecía encantada de que salga con otro chico y mi nombre en la lista de entrada incluye acompañante. Al parecer el de Elai también, así que no tenemos problema al entrar.

Está todo hermosamente decorado, con colores metalizados y muy futurista. La pista de baile está adentro, y todos están allí, pero no hay música.

Una canción que se me hace familiar comienza a sonar, la recuerdo muy bien, aunque solo la escuché una vez.

"Llegaste como un huracán,

cambiando todo sin preguntar,

y del mismo modo decidiste irte sin mirar atrás..."

—Que hija de p... —murmura Laura, pero Santi la interrumpe.

—No importa.

—Sí, claro que importa, le dijiste que no y le valió mierda.

No sé exactamente de qué hablan, pero esa es la canción de Santi, y ella está entrando a la fiesta mientras su hermosa voz comienza a sonar por los altoparlantes.

—No me importa, que haga lo que quiera, hoy vine a divertirme.

De verdad no parece molesto, yo lo estaría, y mucho.

—Arrojarle el pastel en la cara comienza a sonar tentador —murmura Laura con malicia.

—Apuesto lo que sea a que en diez minutos lo sube a Instagram para que sepas que igual la usó —dice Elai, y evidentemente tendrá razón.

—Sería en vano, nunca veo sus historias. —Santi parece realmente desinteresado, como si la conversación lo fastidiara un poco.

La gloriosa entrada termina, estamos parados junto a la piscina con solo algunas personas a nuestro alrededor cuando la música estalla dentro dándole comienzo a la fiesta.

Laura y Santi van por unas bebidas, dejamos los teléfonos en el auto así que acordamos esperar justo aquí para no perdernos, me arrepiento un poco de eso porque me estoy congelando.

Elai se quita el saco y me lo pasa por los hombros meneando la cabeza.

—Eres increíble siendo tú, no necesitas parecerte a nadie —comenta por lo bajo con la mirada esquiva.

Seguro piensa que Laura me está influenciando o algo así, no me molesta, es lógico pensar eso cuando cambio mi actitud de un momento a otro.

—No intento parecerme a nadie, Rojito. Ella eligió mi vestido y yo elegí el suyo, solo es juego.

—¿Ustedes vinieron juntos? —se sorprende Martina que no sé en qué momento llegó hasta nosotros.

—Sí —responde Elai, ajeno a la insinuación de la chica.

—Somos amigos —aclaro de inmediato, lo poco que he descubierto de Laura me ha alcanzado para saber que es un poco celosa.

—Elai no tiene amigas —insiste la chica.

—Feliz cumpleaños —le desvío el tema con la misma falsedad con la que ella me trata— Dejamos tu obsequio en la entrada, espero que te guste.

Le mentí, no trajimos nada, suficiente es con nuestra hermosa presencia.

—Gracias, hermosa —sonríe y me deja un beso en la mejilla.

—Elai no es el chico con el que vine, de todos modos —aclaro sosteniendo la hipocresía en cuanto veo a Santi acercarse por el lado contrario.

Ojalá pudieran ver su expresión, de verdad es fantástica, quiere mantener la sonrisa pero sus cejas se bajan por la molestia y parece que está haciendo caca. Exacto, eso lo describe a la perfección.

—¿Qué...? —va a preguntar algo, pero ni ella sabe qué.

—Espero que no te moleste —continúo en cuanto él ya está a mi lado.

—N-no, claro que no... —tartamudea.

—Feliz cumpleaños, y que gentil fuiste al recordar lo que te pedí —complementa él, y de inmediato pone sus ojos en mí— ¿Bailamos?

Asiento, tomando la bebida que me ofrece.

—Que bonita la decoración, tienes muy buen gusto —le digo por último antes de entrar a la multitud de gente.

Mientras caminamos escucho a Laura rematar el asunto con un tono muy sarcástico:

—Te juro que pondría tu cara en un marco, te ves tan bonita...

La música suena muy, muy fuerte, las luces de colores iluminan por tramos los cuerpos en movimiento al son de un muy buen reggaetón.

¿Quién dijo que los ricos no perrean? Nunca vino a una de estas fiestas.

—¿Vamos? —dice Elai con entusiasmo.

Pero no se lo dice a Lau, ni a mí. Sino a Santiago, que acepta con el mismo entusiasmo mientras suena una canción que se ha vuelto muy popular en TikTok.

—Bueno, parece que perrean solos —le comento a mi amiga a mi lado.

—Solo nos quieren provocar, mira eso...

Como si fuera capaz de mirar otra cosa que no sea la perfecta sincronía en la que se mueven sus cuerpos y la música. Obviamente no somos las únicas mirando, es un show digno de admirar y recordar en un futuro.

Muchas preguntas llegan a mi mente, algunas inocentes, otras no tanto.

¿En qué momento los chicos aprendieron a mover las caderas mejor que nosotras? ¿Hay alguna cosa que este chico no haga bien? Sí así se mueve para bailar, ¿Cómo se moverá para otras cosas? ¿Cuánto tiempo creen que tarde en averiguarlo?

Si se sigue moviendo así, dudo que sea mucho.

—Ve, ¿Qué esperas? —me impulsa Lau.

—¿Estás loca? Todos los están mirando...

—Santiago es así... yo te avisé —comenta Martina a mi lado, con bastante malicia—. Le encanta tener a todas las chicas babeando por él, le encanta exhibirse, y siempre te va a dejar afuera. ¿Crees que les va a mostrar a todas que está contigo? Obvio que no, porque entonces se perdería demasiadas oportunidades.

Dios, que insegura hay que ser para pensar así. El chico solo está bailando, dramática.

—¿Podemos hablar afuera un minuto? —le pido perdiendo bastante la paciencia.

Salimos al jardín otra vez, hay mas personas que antes, fumando o simplemente conversando. Ella se muestra distante, la falsa amabilidad ha desaparecido.

—¿Por qué no vas a disfrutar de tu cumpleaños? Me dijiste que él ya no te importaba, pero no es exactamente lo que demuestras.

—Solo te estoy advirtiendo, ojalá alguien lo hubiera hecho por mí. ¿Qué no viste el showcito que se montó?

—Sí, lo estaba disfrutando mucho hasta que viniste a molestar. No quiero estar peleando contigo todo el tiempo, no me interesa, no hay competencia desde mi lado. Me quisiste mentir, me quisiste manipular y solo por eso estoy aquí, yo no peleo por hombres, no soy tan insegura.

—Eres una imbécil... —murmura muy bajito, dejando ver su verdadera esencia en solo un segundo.

Tiene razón, si no fuera una imbécil no me habría parado a discutir con ella justo al lado de la piscina, pero en cuanto lo noto el agua helada ya está quemando mi nariz y mi garganta.

La piscina no es profunda, alcanzo a apoyar los pies en el suelo de inmediato, solo me tomó por sorpresa y no tuve tiempo de reaccionar, además de que traigo zapatos y ropa.

Mucha gente se arrima a ver qué es lo que sucede, todos los ojos están sobre mí y eso me hace sentir muy humillada. Quiero llorar, de verdad estoy a punto de hacerlo.

Pero entonces algo ocurre, en cuanto termino de toser el agua que me tragué y logro abrir los ojos luego de refregarlos bastante, él está frente a mí.

Su cabello mojado alrededor de su rostro, sus ojos grises parecen brillar con la luna. Y la sonrisita divertida en su rostro me da ganas de reír también.

Es increíble, pero cuando el ridículo no lo haces solo pasa de ser humillante a ser completamente divertido.

Me toma por la cintura con firmeza, pegando mi cuerpo al suyo, y sin previo aviso ni rodeos, me besa delante de toda esta gente.

El frío se me olvida en un instante, levanto mis manos para tomar su rostro y corresponderlo, todas las sensaciones que atraviesan mi cuerpo son tan intensas que ni siquiera estoy segura de cómo describirlas. Sentir sus labios, su lengua, los movimientos lentos y profundos, no quiero que termine, quiero besarlo por horas y me importa una mierda que todo el mundo nos esté viendo.

Para mi desgracia las personas necesitan respirar, y el beso se interrumpe justo cuando nuestros amigos se arrojan al agua con nosotros salpicando a todas las personas afuera.

Las risas de los cuatro retumban incluso sobre la música, la gente afuera también ríe, no sé si de nosotros o con nosotros, pero creo que tampoco importa.

Solo sé que lo que surgió aquí, con estos tres chicos que se arrojaron a una piscina helada por mí, recién está comenzando. 

______________

Hola Pollitos🐣

Amé mucho este capítulo, amo mucho a los chicos, los amo mucho a ustedes, todo amor por aquí.

Espero les haya gustado a ustedes también, voy a estar en directo por Instagram para celebrar que llegamos a 1k allí♥ Como en dos horas  (22, hora de Uruguay♥)

Los quiero♥

Besos, mil besitos 💋

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