Se encontraban sentados en una banca, un paraguas sobre ellos sostenido mediante las manos de él, resguardándolos de la melancólica lluvia, aunque no del ambiente que creó a su alrededor.

"Él"

- ¿A veces no te sientes culpable por algo que no hiciste? Es decir, que no tuviste la culpa pero aún así... -cuestionó cabizbaja, casi susurrando.

- Sí... Cuando entristeces, aunque no haya sido la causa de tus angustias, me siento culpable. -dije de igual manera, viéndola fijamente. Sus cabellos se encontraban algo húmedos debido a las gotas rebeldes que habían encontrado su camino dentro de la protección del paraguas. Ella levantó su mirada del suelo y la redirigió al cielo que se encontraba repleto de nubes grises cargadas de agua, lo que me hizo pensar que la lluvia no terminaría pronto.

- Deja de tratar de subirme los ánimos. No estoy de humor. -murmuró enfadada a mis, al parecer, fracasados intentos de que se sintiera un poco mejor. Ella no volteó a verme, mas pude notar la nube gris que se formaba en sus ojos, como el cielo que admiraba fascinada, pareció a punto de llorar, pero también parecía negarse a hacerlo. Su maquillaje se arruinaría. Aunque también fue el hecho de que quería parecer fuerte. De nunca caer ante nadie.

¿No tendrá la suficiente confianza conmigo como para abrirse de esa manera? ¿Soy una persona más para ella?

Ese pensamiento hizo que mis ojos se humedecieran como la precipitación incesante a mis alrededores. Bien. Si ella no quería llorar, yo lo haré por ella.

Lágrima tras lágrima, hasta que ella al fin salió de su ensismamiento y su rostro contorsionó en una expresión afligida al ver mi estado.

Llorando sin ligaduras.

- ¿Porqué lloras?

Su pregunta pudo haber venido con el toque sutil de la inocencia que casi me hizo querer reír, pero el obvio tono de preocupación en su voz me obligó a responder aún a través de las persistentes lágrimas.

- Ya que tú no lloras, yo derramaré tus lágrimas. No... No tienes que hacerlo. -respondí entre sollozos. Su cara se realizó en sorpresa y antes de que pudiera pensar en algo me ceñió entre sus brazos.

- No lo hagas. No llores por mi... De todas maneras, el maquillaje ya se arruinó. -musitó, dándome suaves palmadas en la espalda como tratando de controlar mis sollozos con ese sencillo gesto. Aún así, no fue suficiente.

- Pero es que tú... Siempre pareces fuerte... Y ya que no quieres dejar caer eso, yo lloraré por ti. -expresé.

- ¿Eres estúpido? -interrogó, su voz descomponiéndose un poco al final de la oración.

No respondí. No tenía que hacerlo. Mi única contestación fue el haber devuelto el abrazo y el apoyo de mi cabeza en su hombro, permaneciendo así durante unos minutos, sin poner demasiada atención, me di cuenta que el paraguas había caído, y la lluvia ahora nos empapaba por completo.

- Puede que sea estúpido... Pero si alguna vez deseas llorar, siempre puedes pedirme que te consuele. Aún si eso significa que también termine llorando al igual que tú.  -declaré.

- Prometo que lo haré si deseo hacerlo. -prometió, alejándose, lo que hizo que el abrazo se disolviera.

- Y yo espero que no nos cause un resfriado estar debajo de la lluvia tanto tiempo. -respondí extendiendo mi mano hacia el suelo, recogiendo el paraguas para luego ponerlo cómodamente sobre nuestras cabezas. Me levanté de la banca y le tendí la mano para que se levantara.

- Yo también. -acordó tomando la mano que le había tendido y comenzando a caminar, yo alcanzándola pocos segundos después.

Ambos simplemente caminamos hacia su casa, preparándonos para el seguro buen regaño que le daría su madre al verla empapada. Aunque eso no nos importó. Ese fue un día lleno de emociones.

Fin.