Desde que había partido de su hogar, afirmó que su vida de ahora en adelante sería un infierno, que no habría forma de vivir en paz o con dicha, Jimin se sentía muerto en vida, quería que le echarán rosas blancas a su ataúd.
Porque desde que le arrancaron de los brazos de Eunwoo, una vez más, Jimin ya no veía una luz de vida.
Su vida había acabado.
Tenía sentimientos pesados y amargos, después del día desgraciado que había pasado solo quería descansar para la eternidad.
Parecería exagerado, pero se sentía así.
Después de la conversación que tuvo con Jungkook sintió pena por el alfa, al verlo tan decaído por él su corazón se movió, aunque el odio era mayor.
¿Qué buscaba Jungkook al traerlo a rastras con él? Solo los haría a ambos infelices. Jimin no lo amaba y Jungkook sí, el amor no correspondido cala en el alma y rompe huesos, así que no sabía porque lo obligaba a estar con él.
Era su orgullo, aquel que habían herido con mentiras e ilusiones, Jungkook estaba motivado por su corazón roto y orgullo pisado, no pensaba bien lo que hacía.
Pero el omega lo odiaba, podía verlo en sus ojos vacíos que le miraban de vez en cuando, Jimin odiaba a su esposo, no planeaba quedarse con él, no quería desgraciarse más la vida al pasar su vida a su lado, de alguna forma, encontraría la salida y el camino a su libertad.
El sentimiento de odio se sentía en el coche, los abrumantes sentimientos de Jimin se sentían en la piel de Jungkook quien le miraba de reojo, aún con una daga en su pecho, aún con el corazón roto tras ser engañado y sentir todo el desprecio que la persona que amaba sentía por él.
En aquel coche solo se sentía la miseria de ambos, Jimin y Jungkook estaban rodeados por sus malos sentimientos, por el dolor, la tristeza y el odio. Algo que jamás habían imaginado que podría suceder.
Cuando Jimin acepto a Jungkook como su esposo, se resignó a perder su amor con Eunwoo, se resignó a vivir con su esposo y llegar a amarlo; sabía que pasaría porque el alfa que lo cortejo por meses era tierno, romántico y en sus pupilas se le veía el amor. Ahora, todo era distinto, Eunwoo vino a volcar su mundo, cambio sus planes y aquella resignación se esfumó, como también se esfumó el amor de las pupilas de su esposo alfa.
Los cambios que suceden en un momento, como es que un solo paso puede cambiar absolutamente todo.
Una acción los arruinó.
Porque estaban escritos en los caminos lunares, estaban plasmados en una estrella, pero todo cambio con la aparición de alguien más.
Eunwoo.
Aquel alfa desgraciado, perseguido por la mala suerte y las calumnias, hundido en su miseria y en sus lágrimas, el menos favorito de la vida. Pues ahora que se había librado del infierno que vivió en la prisión diambulaba perdido por las calles, rezando a nadie para que le dijeran a donde se habían llevado a Jimin.
"Eunwoo." Escucho a Soobin a su lado, ambos con sombreros de paja, haciéndose pasar por dos agricultores. "Ya sé dónde está."
"¿En serio?" Salto en su lugar, contento de por fin tener algo de esperanza y buenas noticias. "¿Donde?"
"En la hacienda de su esposo, es la mayor distribuidora de azúcar y trigo, me dijeron que es enorme y que el patrón, Jeon Jungkook, se había llevado ahí a su esposo."
"Ah, ¿y eso qué tan lejos nos queda?"
"Pues dos días en carro y como siete a pie."
"Mierda." Susurró. "Tendre que ir a pie."
"¿Tendré? Si nos vamos los dos."
"No, Soobin, ya haz hecho mucho por mi, no te arriesgues más."
"¿Y dejarte en esto solo?" Negó con la cabeza. "No te dejaré ir solo, Eunwoo, estamos en esto juntos."
Tener compañía le alegro, abrazo a su amigo por el apoyo que le demostraba, en sus brazos sintió esperanza y alivio.
Pronto estaría con Jimin, pronto lo tendría otra vez a su lado y en sus brazos.
Y nadie impediría aquello, ni Jungkook, ni la luna, ni la muerte.
;
Había pasado un día desde que llegó a su supuesto nuevo hogar, un lugar enorme, cálido pero frío, lleno pero vacío. Jimin se había encerrado en su habitación lejos de su esposo, veía por la ventana a las lomas lejanas, sus lágrimas caían cada vez que pensaba en su amor dejado atrás.
Era infeliz.
Rodeado de flores, aves y de un sol brillante, se sentía solitario y congelado en su propia miseria. Su vida había sido dejada atrás, se arrepentía por haber sido tan cobarde, se arrepentía por haber puesto a otros por encima suyo; porque nadie lo había puesto por encima. Nunca había sido la prioridad de nadie.
Su familia dejo que se fuera con un hombre que no amaba ni conocía, dejaron que se fuera con lágrimas en los ojos y fueron sordos a su claro grito de ayuda. Nadie le ayudo cuando más lo necesitaba, nadie socorrio su muerte lenta y dolorosa.
No le importaba a nadie, por eso considero morir, no veía ningún sentido a su vida, atada a un hombre que jamás amaría y encerrado en algún lugar del enorme país.
No le importaba a nadie y nadie lo había puesto de prioridad a excepción de aquel alfa que le prometió plantar tulipanes para él. Aquel alfa que al igual que él lloraba todas las noches.
Sus pensamientos negativos se esfumaron en cuanto escucho la puerta siendo tocada, se levantó de su lugar para abrir y limpio sus lágrimas antes de hacerlo.
"Buen día, señor." Saludo una de las mucamas de la hacienda, le sonrío cálidamente, todos los empleados en aquella enorme casa siempre le sonreían trataban que su penuria fuera más llevadera, pero jamás lo lograban. "El señor Jungkook pide que baje a desayunar."
"Dígale que no tengo hambre." Dijo con cortecia, con una sonrisa en el rostro y enojo en su tono de voz.
"Pero señor, el patrón pide verlo en el comedor, aunque no coma nada."
"Dígale que no quiero, no tengo hambre ni ganas de bajar."
"Esta bien." Dijo con una mueca y con pena en su tono, sabía que tras esta conversación se acercaba una pelea, había sido así desde que llegaron.
Pelearon desde que Jimin bajo del coche, los empleados habían sido testigos de como el omega le había dado una abofetada a su esposo, entre murmuros se llevaba el chisme del matrimonio fracasado del patrón.
No era sorpresa escuchar los gritos provinientes de la habitación de Jimin, su estadía solo había sido un día pero era un caos, todos en la hacienda murmuraban acerca de la pareja que se veía muy rota. Algunos decían que debieron tener algún inconveniente el día de su boda, que el enojo duraría poco; otros decían que posiblemente el omega ya no era un señorito cuando se casó con su alfa y que por eso habían tenido aquella gran pelea, solo eran suposiciones que rondaban a la reciente pareja casada.
Y como se supuso, Jungkook se enojo por el desprecio de Jimin, el omega no había comido nada en dos días, estaba preocupado por él; pero su preocupación no podría opacar al enojo que aún sentía, por eso subió lo más rápido que pudo a la alcoba de su esposo y sin siquiera tocar, entro. Hizo que el omega saltará de sorpresa y de espanto, sus miradas se conectaron y se pudo sentir como es que en aquel intercambio de miradas se asomaba el odio de Jimin.
Odio que lastimaba el corazón de Jungkook.
"¿Por qué no quieres bajar?" Preguntó con un tono de voz alto mientras cerraba la puerta.
"Porque no tengo hambre." Dijo con simpleza, aburrido y con el desprecio en el tono de su voz.
"No comiste nada en dos días, Jimin, tienes que comer." Frunció el ceño en preocupación, caminando hacía Jimin para tocar su brazo, le rogaba con los ojos que comiera, estaba preocupado.
"Te dije." Camino lejos de Jungkook, sus vellos se erizaban cada vez que lo tenía demasiado cerca. "No tengo hambre."
"Tienes que comer."
"Pero no tengo hambre." Era su turno de elevar el tono de su voz, sostenía la mirada de Jungkook mientras daba un paso atrás, demostrándole que no quería estar cerca de él.
Sabiendo que lo heria pues estaba consciente de lo mucho que el alfa le amaba. Quería provocar la misma miseria que habitaba en su pecho.
"¿Que acaso quieres que te pase algo?"
"¿Y acaso a alguien le importaría? Mi familia me dejó, estoy solo aquí, si me pasa algo sería tan importante como la muerte de un pájaro."
"A mi me importaría mucho si es que te llegará a pasar algo por no comer." Dijo en un tono suave y tierno, siendo completamente sincero, mostrándole una vez más su corazón a Jimin. Su confesión dejo a Jimin plasmado en su lugar, por eso, él camino hacía su omega y estando frente a él, le acarició la mejilla con ternura, demostrándole que todo lo que decía era cierto.
Aunque su enojo siguiera hirviendo en su ser, aún amaba mucho a Jimin. Lo amaba con todo su ser.
Y por todo ese amor que aún abundaba en su alma podía perdonarlo, podía olvidar lo que había pasado y empezar de cero.
"Pues no me importa." Retiro su rostro del toque de Jungkook, dando un paso al costado y girándose para darle la espalda. "No tengo hambre y no bajaré."
Pero nunca sería fácil.
La situación entre ellos era tensa, cualquier palabra desataba un huracán que los envolvía en gritos y angustia, ante el rechazo evidente del omega Jungkook lo tomo de los brazos y lo giro, con el ceño fruncido y completamebte enojado le dijo:
"Vas a bajar porque tienes que comer o te enfermaras, bajarás por tu cuenta o seré yo quien te arrastre hasta el salón y te obligue a comer."
"¡Que no tengo hambre!"
"¡Yo no quiero que nada te pase!"
"¡Deja que me pase las cosas malas, me quiero morir desde que llegué aquí, me quiero morir desde que te conocí!" Rompía en llanto con cada palabra que gritaba, su corazón y pobre alma sufrían a gritos.
Los gritos y el llanto de Jimin silenciaron la situación, Jungkook lo observaba llorar en sus brazos, a Jungkook se le rompía el corazón al verlo llorar por su culpa y se le rompía el corazón porque el hombre que amaba lo despreciaba.
A pesar del llanto de Jimin, la habitación se encontraba en silencio, silencio desgarrador que solo lograba que sus gargantas fueran amordazadas.
Todo dolía, un odio que dolía, un amor que dolía, una vida que sangraba.
Jungkook soltó a Jimin, soltó un suspiro y dijo. "Mandaré a alguien a que te suba comida, esta vez tienes que comer, Jimin, no puedes permanecer así, siquiera...hazlo por tu padre, a él le preocupara mucho saber que tu salud es mala." Dijo aquello y le dio la espalda a su esposo, yéndose de su habitación, dejándolo solo.
Antes de irse a terminar su comida, recosto su espalda contra la puerta y suspiro, reconsidere muchas cosas, entre esas su matrimonio. Si bien ya no podían divorciarse, a menos que todo el mundo se enterará del romance clandestino de su esposo, podían vivir en paz lejos el uno del otro, aquella opción era la razonable, la sana para ambos porque no puedes vivir con tanto odio y rencor en tu corazón, se iban a envenenar; pero cada opción que daba de resultado dejar que Jimin se aleje de su lado le daba un dolor de cabeza irremediable, no quiero dejarlo.
Amaba a Jimin, podría odiarlo ahora mismo, despreciaba cada centímetro besado por el otro hombre, pero amaba a Jimin con locura y con devoción, ese amor se había incrustado incluso en su lobo que estaba enfermo de amor por el omega, no quería dejarlo ir, quería que se quede a su lado aunque lo odie toda su vida.
Era un caprichoso enamorado, viendo solo por él, viendo solo por su amor y no por la felicidad de su amor.
Y todo ese dilema solo le abrumaba, no sabía que hacer, las cosas ya las había hecho muy mal desde un principio y continuar haciéndolas mal era una opción, las cosas tomarían su rumbo después de todo.
El amor le había hecho hacer aquello, un sentimiento que podía compartir con su rival quien ahora caminaba bajo el sol ardiente en busca de Jimin, con sed y sin dinero emprendía su viaje para recuperar a la persona que amaba y que se la arrebataron de forma cobarde, no había un plan, solo se guiaba de los latidos de su corazón; todos decían el nombre de Jimin.
El amor los motivo a los tres.
El amor los condenó y ato a los tres.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro