Las horas comenzaron a pasar con demasiada lentitud, ambos se hallaban alrededor del símbolo.

En un momento dado, Jake sintió una brisa invadir el ambiente provocando que enseguida abriera los ojos.
Por primera vez, sentía una sensación escalofriante recorrer su cuerpo. Algo no andaba bien, presentía que al final las cosas no iban a terminar como había planeado.

La incomodidad que estaba sintiendo se hacía cada vez más intensa, por lo que de inmediato, comenzó a mirar a todos lados. Lamentablemente no le era de mucha ayuda, todo se hallaba a oscuras a excepción del resplandor que producían las velas.

Al parecer nada había cambiado, creía que tal vez algo podría moverse de lugar como había leído en sus libros, pero por suerte no se había producido ningún acontecimiento fuera de lo normal.

Mientras analizaba su alrededor, Jake poso sus ojos en su amigo. La concentración que demostraba el rostro de él, le hizo acordarse a un comentario que Max le había relatado.

"—Ahora es preciso que sacudas tu pereza —me dijo el maestro—; que no se alcanza la fama reclinado en blanda pluma, ni al abrigo de colchas."

Al parecer su profesor le había dado ánimos para continuar con esa locura, y en ese instante al observarlo se preguntaba si realmente había sido una buena idea. Por lo menos su profesor debía estar orgulloso de él, la pereza no era una de sus cualidades, pensó.

Se hallaba tan concentrado en sus pensamientos que de repente, un golpe agudo resonó en todo el cuarto. De inmediato, una luz intensa lo cegó por completo por unos segundos. Cuando recuperó la vista, lo que vio lo dejo totalmente paralizado.

Max se hallaba en el centro del círculo, su cuerpo convulsionaba de tal manera que parecía que en cualquier momento podría llegar a estallar. Con desesperación, se acercó a él para tratar de ayudarlo. Sus ojos estaban totalmente negros como si ya no existiera vida en ellos.

—¡Ayudaaaaa! —gritó con desesperación mientras que Jake trataba de mantenerlo quieto. No sabía que hacer, estaban tan aterrado por todo lo que estaba pasando, pero lo que vino después fue lo que lo dejo en estado de shock.

—ÉL ES MÍO. —Escuchó.

En ese momento supo que lo que habían convocado era algo que iba más allá de su comprensión. No era un ángel, a pesar de que todos creyeran eso, era su peor pesadilla. De repente su amigo se levantó varios centímetros del suelo con las manos elevadas, en ese momento su cabeza comenzó a girar como si fuera un juguete averiado. 

Jake no sabía si lo que estaba a punto de hacer podría ayudar o no a su amigo, pero decidió de igual manera arriesgarse. 

Sin hacer ruido, se fue acercando hasta él. Hacía unos días había leído en un libro que el fuego para los ángeles era la perdición ya que lo consideraban las puertas del infierno y si realmente era un ángel, lo que estaba apunto de hacer se lo demostraría. 

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