Capítulo 4
El clima se estaba tornando nublado, algunas gotas de agua comenzaron a caer sobre aquellos delgados cabellos verdes del joven de iris violeta.
El gemelo menor abrió la puerta de su auto del lado del copiloto para que Degel pudiera tomar asiento, sin embargo no se dio cuenta que sus llaves cayeron al suelo.
Deuteros cerró la puerta del auto y se subió para poder llevar a Degel a su casa.
Encendió el motor del auto y comenzaron avanzar.
-¿Por donde vives Degel?- Preguntó sin quitar la vista del parabrisas mientras manejaba.
-De hecho no está lejos, todo derecho y al llegar al boulevard giras a la izquierda... Es la casa de mi pareja- Esto último lo dijo en un tono muy bajo, pero audible para Deuteros.
-¿Entonces tienes pareja?- Preguntó un poco desilusionado, ya que en este día admitía que era lindo y sobre todo le agrado la forma en la que ambos se conocieron fue algo que no sucede todos los días.
-Si... Pero a estas alturas ya no sé si considerarlo una buena relación- Degel al decir esto desvió su mirada para otro lado.
El heleno lo observaba sutilmente, por su mente pasaban muchas cosas, una de ellas era porqué siendo una persona con una belleza admirable, sufriera por amor- ¿Porqué dices eso Degel?- Cuestionó sin pensar, en sus pensamientos comenzó a recriminarse el mismo por hacer ese tipo de preguntas y más porque es asunto personal de su compañero de trabajo.
A pesar de escaso tiempo de conocerlo, Deuteros comenzaba a ser del agrado de Dégel. Por lo menos con él podía entablar una plática y afortunadamente era escuchado... Con Kardia era todo lo contrario, ya que casi no le prestaba atención y las veces que llegaba hacerlo, era para molestarlo y quejarse que siempre quería paz y tranquilidad.
-Por la simple y sencilla razón que nadie entiende lo que quiero, me gusta leer, la tranquilidad, que todos comprendan que quiero ser algún día un escritor famoso, ser reconocido por lo que realmente me gusta- Degel respondió mientras volteaba a ver a su compañero.
-Tienes razón Degel, tal vez no sé nada de ti y apenas nos conocimos... Creo que me identifico contigo- Deuteros respondió tratando de evitar la mirada de Degel, ya que el no estaba acostumbrado a que lo miren directamente a los ojos.
-Aquí gira a la izquierda Deuteros por favor, ya casi llegamos- Degel señaló su izquierda después de recorrer el Boulevard, estaban a escasos minutos de llegar a su destino.
-Ves y querías venirte caminando, esta lluvia se está tornando cada vez más fuerte.
-Amo la lluvia y este tipo de climas... El frío siempre me ha gustado- Contestó Degel con una sonrisa- Es ahí en esa casa blanca- Señaló la casa donde vive con Kardia.
-De acuerdo, deja me estaciono para no ocasionar tráfico aquí en la calle- Deuteros en unos sencillos movimientos estacionó el auto justo a lado de la banqueta, dejando a Degel a unos escasos pasos de su casa.
-Hemos llegado a tu destino Degel- El moreno se bajó del auto y corrió hasta la puerta del copiloto para poder abrirle a Degel.
-No es necesario Deuteros vas a terminar empapado.
-Más vale que no te enfermes- Se quitó el suéter y con cubrió a Degel y a él, el ruso cerró la puerta de golpe y ambos corrieron hasta la entrada de la casa.
Había sido una experiencia dónde ambos pudieron disfrutar de ese corto momento porque correr bajo la lluvia era algo que Dégel disfrutaba hacer.
-Gracias Deuteros, por traerme y sobre todo por cubrirme, tu suéter quedó todo mojado, no era necesario- Respondió apenado por lo que pasó.
-Descuida, solo es una lluvia... Hasta mañana- Deuteros se despidió y corrió nuevamente a su auto para poder llegar a su casa.
Degel se quedó en la puerta observando como su nuevo compañero de trabajo se perdía entre los demás autos, quizá después de todo su día no fué tan malo.
Comenzó a buscar sus llaves para poder abrir y fué grande la sorpresa que se llevó... Por más que trataba de buscarla entre sus bolsillos, no los encontró.
-¡Ohh no mis llaves!- Exclamó sorprendido al no encontrarlas, y eso era un problema demasiado grande.
Tomó su celular, afortunadamente eso si lo traía, ya que regularmente lo guardaba en el bolsillo de su chaqueta y comenzó a llamarle a su pareja, Kardia aún no llegaba a casa ya que todas las luces del hogar estaban completamente apagadas.
Estuvo cinco minutos tratando de localizar a Kardia en vano, jamás le contestó las llamadas. Caminó hasta las ventanas para tratar de abrir para poder entrar pero no lo logró porqué tenían el seguro puesto.
Después de diez minutos recibió un mensaje de Kardia, donde le avisaba que llegaría tarde a casa y esto era una situación que comenzó a preocuparlo.
-¡Hay no esto no puede ser! Como demonios voy a entrar- Se llevó ambas manos al rostro preocupado, no solo perdió las llaves, no podía entrar de ninguna manera a la casa, podía romper alguna ventana pero recordó que aunque viva con Kardia, es su casa y no puede hacer eso, menos cuando tienen problemas de por medio.
Sin tener otra opción comenzó a caminar bajo la lluvia, su única esperanza era pasar la noche en un hotel... Por lo menos dinero si tenía en su billetera.
En otro sitio:
-¡Salud!- Manigoldo chocó su copa con Kardia, ambos al salir del trabajo pasaron a un bar cercano del lugar, llevaban una hora ahí sentados frente al cantinero.
-No hay nada mejor que unas buenas copas en pleno viernes, así podré descansar de la resaca mañana- Contestó Kardia mientras tomaba su bebida.
-Yo no sé como aguantas a Degel, es muy frío... Seguramente ni tienes acción con él en la noche- Manigoldo siempre trataba de molestar a su amigo con esos comentarios.
-Jajaja eso no te incumbe, es como tú... Yo no sé que le viste a Albafica, son casi iguales- Respondió para devolverle la molestia.
-Albafica y yo no hemos tenido una relación formal, solo caricias cuando tengo ganas y ya- Contestó Manigoldo su remordimiento alguno.
-Quisiera ser como tú, andar de aquí para allá sin rendirle cuentas a Degel... El que viva con él es lo mismo a la soledad.
De pronto dos chicas muy arregladas y con vestidos escotados entraron al bar y se sentaron en una mesa cercana de la barra.
-Mira ya viste allá- Susurró Manigoldo mientras le daba un codazo a su amigo.
-Hay que hacerles compañía están solitas- Kardia le hizo señas a su amigo para que se acercaran con las chicas.
Como era de esperarse, no tardaron en entablar una plática con ellas y comenzar a tener más confianza de la debida.
El celular de Kardia comenzaba a sonar y al sacarlo notó que era de Degel, ganas no tenía de hablar con él cuando estaba pasándola de lo mejor en el bar, puso móvil en silencio y lo guardó en su bolsillo.
Las llamadas de Degel eran más persistentes, Kardia cansado de ello le mandó un mensaje que esa noche no llegaría a casa, el pretexto fué que tenía mucho trabajo y no lo esperara, sabía que esa noche sería larga con el alcohol como testigo y aquellas chicas que llegaron al bar...
Deuteros regresaba nuevamente a la ciudad, por llevar a Degel a su casa, se le olvidó por completo pasar a comprar alimentos para la cena.
Ahora venía manejando nuevamente de regreso, cuando estaba por llegar al Boulevard donde había dado la vuelta para dejar a su compañero, notó a lo lejos un chico de tez clara, cabellos verdes caminando bajo la lluvia totalmente empapado.
-¿Ese es Degel?- Se cuestionó y trató acelerar su auto para poder observar mejor.
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