
Capítulo 6.
Ya me siento totalmente adaptada a la gasolinera, a lo que el trabajo requiere, a las personas que vienen a comprar, entre ellos los clientes de siempre que ya me tratan con cariño, y también me adapté a mis compañeros. Eso quiere decir que perdí por completo la timidez.
Es bueno que me sienta con más confianza, y mostrarme más suelta, más relajada. Y hasta me siento cómoda con el equipo de compañeros que me tocó.
Chelsea siempre me hace reír, y lo bueno de todo, es que ambas nos sentimos bien con la otra. Eso ayuda mucho a la hora de trabajar.
Perder la timidez hizo que me acercara más a Kyle, quien creía que era una amargada. Nos llevamos bien, y siempre se muestra bueno y sincero conmigo en cuanto a todo.
También tengo otro tipo de relación con Malcom, nuestro encargado de turno. Siempre con respeto, claro, pero al menos puedo hablar con más confianza, donde mi voz se escucha y no me tiene que decir que vuelva a repetir lo que dije.
Mi acercamiento con los chicos que se encargan de los autos, se debió más que nada a todas las veces que tuve que salir para pedirles cambio de cierta cantidad de dinero.
Entre bromas, y pedidos de cambio, el hielo con ellos se fue rompiendo de la misma manera que con el resto. Pero, con el que más se rompió, fue con Ethan.
El trato con Ethan se basa en bromas, seguido de otra broma, y más bromas. Es vernos y molestarnos, hacernos reír, o resoplar como si nos molestara la presencia del otro. Todo siguiendo el hilo del chiste.
Mi acercamiento a Ethan se diferencia mucho del resto. Cuando veo a mis compañeros no sonrío porque sí, pero cuando veo a Ethan... sonrío sin motivo aparente.
Hay días en donde me siento una idiota por hacerlo, y me muerdo el labio para no sonreír, pero es entonces cuando Ethan no tarda en hacerme reír y pierdo la lucha.
Comienzo a sentirme rara respecto a él. Me pongo nerviosa cuando está cerca mío, pero no porque me incomode, sino por algo más que no entiendo o no quiero entender.
Sólo sé que está a punto de cruzar la puerta del mini mercado, y ya me encuentro mordiendo mi labio inferior para no sonreír.
Finjo que estoy haciendo algo cuando finalmente llega al otro lado del mostrador, y en cuanto sus ojos se fijan en mí, me muerdo aún más el labio. A este punto me voy a lastimar, y me va a sangrar. Incluso hasta puede parecer que lo estoy provocando, pero debo verme de todas formas menos sensual.
Ethan se ríe, y se acerca a donde estoy con pasos lentos. Lo que estoy limpiando no va a estar más limpio de lo que ya está.
—¿Puedo usar el teléfono? —me pregunta señalando el aparato negro junto a la caja registradora.
—No corre a mi cargo la llamada —me encojo de hombros y sonríe.
Coge el teléfono y desliza su mano sobre los números, marcando el de la persona a la que llama.
Su mirada se posa en el suelo mientras espera a que contesten del otro lado, y me encuentro observando todos sus movimientos cuando corta y vuelve a marcar el número.
—¿Qué haces, cachorro? —dice cuando del otro lado responden.
¿Cachorro?
De tan sólo escuchar ese apodo me río, y él se ríe también. Al parecer está hablando con un amigo, haciendo planes para ésta noche.
Y nuevamente me encuentro observando como su rostro cambia ante cada palabra que expulsa. Cuando nota que lo estoy mirando, mis mejillas se ponen calientes, me pongo nerviosa y quiero huír.
—Esto... ¿Kyle? —pregunto.
—¿Si? —responde desde la cafetera.
—Subo al baño un minuto —digo sin mirar a Ethan, porque sé o siento que me está mirando.
—De acuerdo.
Y sin mirar a Ethan salgo del minimercado y subo corriendo al vestuario. Una vez allí mojo mi rostro con agua fría, porque tal parece que aún me sigue quemando.
Me miro al espejo con el rostro mojado, y me pregunto qué demonios.
Cuando logro calmarme, vuelvo a bajar. Pero mi tranquilidad se ve interrumpida cuando veo a Ethan una vez más. Mi corazón se acelera, y si fuera un dibujo animado ya hubiese salido de mi cuerpo para estrellarse en su rostro.
Me siento patética.
Ethan me mira, y una linda sonrisa se dibuja en su rostro mientras le carga combustible a un auto gris. Mi corazón se acelera aún más, como si la intensidad de antes no le hubiera sido suficiente.
Al finalizar el turno me siento exhausta, con muchas ganas de llegar a casa, y dormir.
Ni siquiera cuento con la paciencia suficiente de esperar el autobús, y por supuesto que se hace desear. El tiempo a veces se nos ríe en la cara cuando menos lo necesitamos.
Por suerte mañana es mi primer día libre, voy a poder descansar un poco de la gasolinera. Pero no voy a hacer lo que me gustaría; quedarme en casa, tranquila, en pijama. Mañana tengo que visitar a Max, es lo que acordamos.
Pensé en decirle que no, pero a la vez esa posible respuesta se esfumó por completo al saber que hace bastante no nos vemos. Y no sólo eso, sino que también me siento una mala novia por la forma en que me acerque a Ethan.
Pienso en Ethan y sonrío al recordar alguna broma que nos hicimos. Pienso en Max y suspiro.
¡Soy una pésima novia! ¡Debería sonreír por mi novio, no por otro hombre!
El autobús se acerca, así que me preparo para frenarlo y subir. Una vez arriba, y ubicada en el asiento del fondo, veo que Ethan me saluda con su mano derecha. Le respondo el saludo, y el bus emprende viaje.
Cubro mi rostro con ambas manos. Algo me molesta en el cuerpo, como si quisiera vomitar, pero no me siento mal como para querer hacerlo. Es otra cosa, lejos de cualquier malestar estomacal.
Mi móvil vibra en la mochila, y cuando lo saco, me encuentro con un mensaje de Max. Y aquello que me molestó en el cuerpo segundos antes, se torna más terrible.
Quiero gritar, no sé por qué, pero me gustaría gritar muy fuerte en estos momentos. Hacer un berrinche en el suelo como los niños cuando no reciben lo que quieren.
Pero claro, no sería normal de mi parte hacerlo en el medio del bus, entre personas cansadas después de un día largo.
Le respondo el mensaje a Max, y su respuesta no tarda en llegar. Suspiro y le respondo. El móvil vuelve a vibrar y ruedo los ojos. Mi poca paciencia de antes, al estar esperando el autobús, se trasladó a que no soportó que el móvil esté vibrando ante los mensajes de Max, y de mis amigas en el grupo que tenemos.
Hoy no es mi noche.
Oye Max, lo siento pero prefiero viajar en silencio. Estoy con poca paciencia y me molesta un poco el sonido del móvil.
22:35
Hablamos mejor cuando llegue a casa, no te enojes.
22:35
Esta bien, me has dicho que fue un día largo, así que no me enojo
22:37
Hablamos cuando llegues :)
22:37
Silencio el móvil, y lo vuelvo a guardar en la mochila.
Soy una mala novia.
Observo mi camino a casa a través de la ventanilla. Pienso en Ethan.
Soy una mala novia.
Sigo pensando en Ethan.
¡Soy una muy mala novia!
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