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Capítulo 5.

Me desperezo frente al ordenador, y sigo deslizando mis dedos sobre el teclado.

Es de madrugada, y sé que debería estar durmiendo, descansando para mi día de mañana. Pero la verdad es que me encuentro inspirada, y cuando eso pasa, lo mejor por hacer es aprovechar cada hermoso segundo de esa inspiración.

Además, cabe aclarar que siempre me llevé mejor con la noche cuando de escribir se trata. Mientras todos duermen, y el exterior se encuentra en silencio, yo estoy en mi habitación, con melodías de piano, creando historias de amor.

Todas las veces que quise sentarme a escribir en un horario diferente al nocturno, me encontraba con ruidos molestos o interrupciones que me provocaba ganas de asesinar a la persona que lo hacía. Así que es por eso que me quedo con la noche, donde estoy tranquila, y sólo somos mis personajes y yo.

Mis ojos empiezan a sentirse pesados, incluso llegan a arder. Es entonces cuando comprendo que debo parar. Por lo que guardo el documento, dejando a Ava y Benjamín en pausa hasta que me encuentre nuevamente con ellos, y apago el ordenador.

Me cepillo los dientes, y me meto a la cama junto a Noah. Cojo el móvil, y me despido de Max, le deseo buenas noches, le digo que lo quiero. También me desea buenas noches, pero cierra su mensaje con un te amo.

Y claramente no hay respuesta a ello, al menos no un mensaje, pero si hay un suspiro profundo que se siente fastidioso.

¿Puede un suspiro ser pesado? Porque es lo que me acaba de pasar. O tal vez, no es el suspiro lo que me pesa.

Vuelvo a suspirar y cierro los ojos. Pienso en Ava y Benjamín, pienso en lo mucho que se aman y me pregunto por qué no me sucede, ¿por qué no amo?

Y antes de detenerme a pensar en la real respuesta, caigo en un profundo sueño.



Aún no empezó mi turno en el trabajo, y ya me siento agotada. Y me encantaría poder decir que se debe a mi cuerpo que no se termina de acostumbrar a la adaptación de lo nuevo, pero no es así.

Tengo mi mente cansada, y cuando la mente se cansa, puede ser mucho más agotadora que un cuerpo cansado y sin energías.

Me restan cuarenta minutos libres antes de empezar mi turno, así que me encuentro en un parque cercano a la gasolinera. Estoy escuchando música, una playlist que armé hace tres días que contiene canciones de Ed Sheeran, Demi Lovato y The Fray. Se podría decir que son mis favoritos en toda la gama musical.

Mientras espero a que se haga la hora para subir al vestuario, le respondo los mensajes a Max y al grupo que tengo con mis amigas.

Sierra y Nicole me están poniendo al día sobre sus cosas debido a que hace mucho no nos vemos. Están dentro de todo bien, y eso me pone muy contenta. No hace mucho estaban mal, tristes por un corazón roto o llenas de estrés por el día a día. Se merecían un descanso de esos sentimientos negativos.

En cuanto a Max... nada, él está como siempre. Me está contando lo que hizo con sus amigos la noche anterior, y es algo que no es de mi interés. Le respondo porque sólo sé que debo hacerlo, así como sé que debo fingir que me interesa saber sobre la noche con sus amigos.

Cada palabra que tecleo sobre la pantalla me hace sentir ahogada. Cada mensaje fingido me aprieta más la ropa, al punto de hacerme sentir incómoda. Cada respuesta de su parte me encierra.

Tal vez me siento ahogada porque estoy fingiendo. Tal vez no es la ropa lo que me aprieta, sino el sucio disfraz que visto cuando de Max se trata. Y tal vez, cada una de sus respuestas, me adentra en ese lugar frío que ya conozco de memoria.

Me resulta un poco gracioso el simple hecho de que puedo escribir historias de romance, sabiendo lo que se siente amar a alguien, pero no sintiéndolo hoy en día.

Aunque bueno, si de pareja se trata, sólo amé a una persona. Pero esa vez, amar, fue trágico.

Fue mi primera relación amorosa, la primer persona que le presenté a mis padres, la primera vez que me entregué en cuerpo y alma.

Con Philip dí mis primeros pasos en el amor. Al principio todo fue hermoso, colorido, con días de eterna primavera. Pero luego, todo se torno horrible, oscuro, y con un eterno invierno.

Cuatro años estuve con él, y sólo uno fue bueno. Uno. Los otros tres, con idas y vueltas, fueron terribles. Y lo cierto es que tuve que alejarme por completo de él para darme cuenta de lo feo que era todo.

En esos tres años, Philip me hacía sentir muy inferior a él, y a cualquier otra persona. Me sentía un signo negativo esperando sumar, y la espera se volvía larga.

Jamás me levantó la mano, pero sí que me agredía psicológicamente, con palabras crueles que en su momento las creía verdaderas. Me había transformado en todo eso que él me decía.

Incluso llegué a dejar de comer, porque cada vez que me sentaba a hacerlo, Philip me decía cosas horribles logrando cerrar mi estómago. Y para que mis padres no notaran que no estaba comiendo, ocultaba la comida, o se la daba a los perros.

Hacer eso, una vez que había dejado la bulimia nerviosa de lado, no ayudaba a mi cuerpo y mucho menos a mi mente. Y Philip lo sabía, pero no ayudaba.

Y como si todo eso no hubiera sido poco, me engañó con una de las personas que antes me había comparado, y lo perdoné. Fue la chica la que se acercó para contarme lo que había pasado, fue muy atenta conmigo al hacerlo, y yo como una tonta lo perdoné.

Durante un mes fue bueno conmigo luego de eso, para después volver a ser vil al culparme por su infidelidad ¿qué culpa tenía yo? No lo sé, pero en ese entonces supe que tenía razón.

Tener una relación con Philip se trataba de vivir el día a día con un cambio de emociones rotundo. Pero lo que más predominaba era la tristeza, las lágrimas y llevar los ojos hinchados a causa de ello.

Dejé que me destruyera por completo. Llegué a normalizar todas sus acciones, sus palabras. Me dolía, pero lo amaba. Me hacía mal, pero aún así dormía a su lado.

Hasta que en uno de los tantos quiebres, Philip me confiesa que conoció a alguien. Fue ahí cuando supe que ya no había lugar para mí, tuvo que llegar otra persona para que recibiera mi última cuota de dolor ¿Qué hubiera sido de mí si ella no llegaba?

Recuerdo que cuando le dije que me iba a ir de su vida, se enojó. Me costó demasiado tomar la decisión, y todo para que él no comprenda ni un poco.

Y ese poco fue lo que me importó su enojo, tenía que seguir firme con mi decisión y así fue como me alejé por completo de Philip.

En el proceso de superación fue cuando me di cuenta que tuve una relación enfermiza, tóxica y obsesiva. Fue sentir un impacto sobre mi cuerpo, sobre mi corazón.

Cuando me di cuenta de todo lloré mucho, y esa vez, fue por mí.

Estaba en un autobús llorando, con muchas personas mirándome. Llegué a casa, y con el dolor en mi corazón me prometí que nunca más iba a permitir nada de lo que había vivido con Philip. Fue por primera vez en mucho tiempo donde me abracé y me pedí perdón.

Y acá estoy, con otra relación después de cinco años de Philip, pero no amo a Max, no soy feliz, no soy yo.

Mi relación con Philip me convirtió en un ser de hielo, y siempre creí que la escarcha se iba a romper al conocer a la persona ideal. En algún momento llegué a pensar que era Max, pero está muy claro que no es. O al menos no lo es por ahora, no lo sé. No sé nada.

Mi cabeza está cansada de pensar y pensar, de dar vueltas en el mismo interrogante, en el mismo problema.

El móvil vibra ante la respuesta de Max, que me sigue hablando de sus amigos y yo ya me siento muy aburrida. Por suerte ya se va acercando la hora de entrar.

Una vez en el vestuario, y con el uniforme puesto, me despido de Max y de mis amigas con un hasta luego. Bajo al minimercado, y hago el cambio de turno para liberar a las chicas de la mañana. Hice el cambio sin ayuda, eso es bueno.

Y se inicia así el día laboral. Hoy ya se cumplé una semana del primer día ¿tan rápido pasó todo?

Ésta vez es Kyle quien tuvo el día libre, así que sólo me encuentro con Chelsea. Me pregunto cuándo estaré en la grilla de días libres...

Como sea, estoy con Chelsea, y además de aprender mucho de ella, es con la persona que más me divierto hasta el momento.

Ambas estamos ocupadas con el conteo de mercaderías cuando Ethan cruza la puerta principal. Se acerca a saludar a Chelsea, y lo hace con un fuerte abrazo de amistad, lleno de confianza por el tiempo que se conocen.

Cuando Ethan pasa hacia el otro lado del mostrador, y se dirige a donde estoy, dejo de contar los malditos cigarrillos y me preparo para saludarlo. Debo decir que es un saludo que me toma por sorpresa.

Al beso en la mejilla, se le suma un pequeño abrazo por su parte, uno más de compañeros, claro, distinto a su abrazo con Chelsea. Y lo más extraño, es que le respondí con la misma confianza.

Me regala una sonrisa al alejarse, y le respondo como si fuera su espejo aquí presente. Y sin decir nada, sale del minimercado para empezar sus actividades.

Quisiera ver la grabación del momento que acaba de pasar, y este. Porque el anterior me sorprendió, y ahora estoy cual estatua pensando en ese pequeño abrazo, repitiendo la escena en mi mente.

¿Pero qué diablos? Digo... yo tengo que seguir contando los cigarrillos. Sí, eso mismo.

¡A contar se ha dicho!

Sin embargo, tal parece que aún siento el diminuto abrazo de Ethan.

Tal parece que aún lo tengo frente a mí, sonriendo.

Mi corazón empieza a latir fuerza, mi piel comienza a erizarse, y me sigo preguntando qué diablos con todo.

—¿Emma? —alguien me llama, y cuando volteo me encuentro con él, con Ethan, quien me mira con el ceño levemente fruncido— Es la cuarta vez que te llamo.

—Oh...

Sonríe, y mis mejillas se colorean.

¡Por favor!

—¿Emma? —vuelve a preguntar, y ésta vez se ríe.

—¿Qué? —pregunto perdida, confusa.

—¿Me vas a dar lo que te pedí? —alza ambas cejas oscuras.

—¡Claro! —doy una vuelta en el mismo lugar, y cuando lo miro, sonríe— ¿Qué me has pedido?

Se echa a reír frente a mí, y no me queda otra que reír también.

—El paquete de cigarrillos, el que tienes junto a la hoja de conteo.

Cojo el paquete y mi rostro se transforma como si hubiera olido algo feo.

—Que pena que fumes este veneno.

—Haces bien en no fumar —le entrego los cigarrillos, y en esa acción nos miramos a los ojos— Hago propina y te lo pago ¿de acuerdo?

—Vale.

Me sonríe, y vuelve a salir del minimercado. Y ahora me deja pensando en la última mirada que nos dimos, en su última sonrisa.

Bien, ¿qué me está pasando hoy que estoy atontada? 

¡Hola! 

Ay, este capítulo. Conocieron un poco más de mí a través de Emma...

El hecho de que me conozcan de esta manera, me tiene un poco nerviosa. Es como que me dejo al total descubierto, para que me conozcan, y eso me tiene así. Podría estar comiéndome las uñas si es algo que hiciera, pero por suerte ya no lo hago.

Sean buenas con Emma, ¿si? Incluso si se enojan con ella jajaja.

Igual, pese a la seriedad de cierta parte del capítulo, me trae loca de contenta saber que ya comienzan los primeros pasos de Emma hacia Ethan ❤❤

¡Gracias por recibirme con ella! ¡Gracias por leer!

¿Les gusta la nueva portada?❤


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