Capítulo 23.
"Lo único que espero de los dos,
es que lo incierto no nos llene de dolor.
Que las palabras sean honestas,
y que contemos sin darle vueltas,
para lo bueno, para lo malo,
y para el amor."
Para el amor - Camilú
Ethan no me ha hablado. Aunque bueno, la realidad es que tampoco he esperado a que lo hiciera. Comprendo que hay algo que debe procesar, y sólo él sabe cuánto tiempo le va a llevar hacerlo.
La incertidumbre me consume, por supuesto. Y el hecho de ver cómo nos evitamos me hace sentir un pequeño pinchazo en el cuerpo.
Mi móvil echa de menos sus mensajes, y mi rostro echa de menos la sonrisa que nacía al verlo. Ahora, cuando nos encontramos en el trabajo, sólo desvíamos la mirada, y tras un resoplido continuamos con nuestras actividades.
Me aterra este poder que tiene sobre mí. Es decir, ha provocado cosas increíbles en cuestión de días, y ahora que no me dirige la palabra, me hace sentir solitaria en este sentimiento amoroso.
Bueno, no debo pensar en el terror. Ya mucho han hecho los miedos como para ahora darles lugar a que me dañen con sus dagas. Ya hay suficiente con los miedos de Ethan.
¡Qué cosa! ¿no? se han presentado a molestar en el mejor momento. Porque así son, cuando ven que estás sonriendo de felicidad, llegan y quiebran esa sonrisa con sus fantasmas acosadores.
Podemos no darles lugar e ignorar cada gota de pánico, seguir bien, a nuestro ritmo tranquilo, con esa sonrisa placentera. O, puede pasar todo lo contrario. Podemos dejar que los miedos pasen, se instalen en nuestra mente, y darles el permiso a que hagan de nosotros los que les plazca.
Y de eso se alimentan, de nuestra vulnerabilidad. Nos quieren chiquitos, en un rincón, así somos más dóciles para torturar.
En mi vida, ya he dejado que el miedo se instale en mi mente, y no sólo los fantasmas se aprovecharon de mí, sino que también lo hicieron varias personas que, por suerte, ya no están en mi vida.
Si los miedos no se personifican de fantasmas en la mente, se convierten en las personas que más quieres y dicen hacerlo también. Eso me ha pasado antes, y fue horrible.
No creí que mi sinceridad iba a provocar un fuerte impacto. Si lo hubiera tenido en cuenta, habría optado por otras palabras.
¿Quién sabe? Quizá es algo que Ethan venía pensando hace tiempo, desde que empezamos a estar juntos, pero lo ha estado ignorando. Pero luego, con mi noticia, ese pensamiento se despertó, y atacó todo lo bueno que pude haber generado.
En verdad no quiero repetir la historia, no quiero ser nunca más la mujer que fui con Max. Estoy convencida de eso, y no me siento una falsa con el pensamiento o deseo, y eso ya dice mucho. Al menos a mí, porque a Ethan parece que no.
Un nuevo día se termina en el trabajo. Nuevamente cierro el turno con un Ethan que me evita, y no puedo forzar a que me haga caso.
Él me dirá luego, cuando pueda y esté listo.
Al día siguiente, luego de cuatro días en silencio, Ethan se hace presente. Me pregunta si podemos hablar, pero en persona, y cuando le respondo de forma positiva, me comenta dónde me estará esperando, antes de entrar al trabajo.
Así que debo salir un poco antes de casa, y en el camino, llevo conmigo un manojo de nervios. El cual sólo va a desaparecer cuando hable con él y me diga lo que sea que me vaya a decir. Ya sea algo bueno, o malo, necesito una respuesta para saber cómo seguir.
Y cuando lo veo sentado en el banco del parque, todo mi cuerpo reacciona. Parte de mí quiere correr hacia su encuentro y abrazarlo. Pero, la otra gran parte, se detiene y con eso causo un dolor en mi estómago.
Sus ojos me encuentran, el dolor se hace más punzante, y al avanzar hacia él, mi respiración cambia su ritmo tranquilo a uno más acelerado. Y de mi corazón ni hablemos... creo que en cualquier momento se sale de mi pecho, para depositarse en sus manos y ver que pasa con sus palabras. O lo destruye, o lo abraza y lo pone en su lugar.
¡Que vulnerables somos en el amor!
—Hola —digo y me siento a su lado.
—Hola —responde y el silencio nos rodea. Sólo escuchamos los juegos de los niños que están a nuestro alrededor.
Ninguno se atreve a hacer contacto visual. No sé cuál será el motivo de Ethan para no hacerlo, pero el mío, se debe a que no quiero encontrarme con la misma mirada que ví el día en que fui sincera. No quiero ojos que juzgan y que no creen en mis palabras.
—Yo... —se aclara la garganta y suspira—. Yo lo siento, Emma —me armo de valor y lo miro. Por suerte no me encuentro con ninguna mirada que no me guste, sino que, a diferencia de ello, veo ojos de arrepentimiento.
—Has sido sincera conmigo, lo cual lo valoro mucho, y he actuado de muy mala manera.
Niego con la cabeza, pero él asiente para darle una afirmación a lo que dijo, aunque yo crea lo contrario.
—Tuve miedo, y con eso mis dudas, no lo niego.
—Esta bien. Bueno, no está bien sentir eso. Pero has reaccionado de esa manera por el miedo y las dudas, lo entiendo —suspiro—. Sólo no quiero generarte esas cosas, Ethan. Si voy a provocar miedo, prefiero que...
—No, no lo digas, por favor. Sé lo que estás por decir, pero no quiero escucharlo.
Nos quedamos callados, procesando todo lo que pasa en nuestro interior. Lo veo por pocos segundos, y lo noto demasiado perdido en sus pensamientos. Sólo espero que ellos estén en orden.
—Eres la primera mujer que me hace sentir de esta manera, ¿lo sabes? —me mira y ladeo con la cabeza—. Debes saberlo, Emma, jamás he querido a nadie a este nivel en que te quiero a ti. Tuve novias, si, pero nada importante, nada duradero. Eso... nada. En cambio tú, generas mucho en mí.
—Y tú en mí...
—Lo sé, créeme que lo sé. Por eso me siento un idiota por la reacción que tuve.
—No eres un idiota por eso, Ethan.
—Pero seré un idiota si dejo pasar esto, ¿no? —me encojo de hombros—. Nadie dijo que sería fácil, pero quiero buscar la forma en que lo sea. No quiero ser llevado por los miedos, quiero ser llevado por lo que siento por ti. Lo cual es demasiado —sonríe—. Siento que podemos dar mucho juntos.
Ahora la que sonríe soy yo.
—Siento lo mismo. Ethan, tienes que saber que en verdad no planeo ser contigo la mujer que fui con Max. No quiero ser ella nunca más.
—Y te creo, en serio que lo hago.
—¿Si?
Asiente, sonríe y entrelaza sus manos con las mías. Poco a poco el desorden se va poniendo en su lugar.
—Sólo que, si Max aparece y te insulta una vez más, no me voy a quedar callado. ¿De acuerdo?
—Tranquilo, no va a aparecer más. Sólo no le demos lugar a lo que dijo, ni siquiera ahora, en este momento.
—Estoy de acuerdo. Entonces, ¿estoy perdonado?
—No sé que debo perdonar, pero sí.
Sonríe y le devuelvo el gesto. Me invita a acercarme a él, para un abrazo, y cuando nuestros cuerpos se encuentran, todo vuelve a estar bien. No hay más incertidumbre, ni dolor en el estómago. Una vez más siento que estoy bailando cuando mi cuerpo está quieto.
—Podemos ser más que los miedos —me dice.
—Juntos, o por separado.
https://youtu.be/E0pKMHnemnI
Camilú - Para el amor
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