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Capítulo 20.


"Recuerdo aquella vez
que nos miramos...
una historia se cerró
de ambos lados.
Vos no venías bien,
yo demasiado mal,
y con un beso coronamos."

Hasta el final - Guasones

Volver a sentir cariño por alguien, es volver a tener ganas de liberar a la chica intensa que habita en mí. Esa chica que regalaba textos, cartas, y hacía regalos fuera de las fechas importantes o especiales. Aquella chica que han silenciado, y que desde entonces, permanece escondida, encerrada detrás de una puerta de acero.

Esa parte de mí, que tan quieta ha permanecido, tiene muchas ganas de salir. Sin embargo, creo que es demasiado pronto, ¿no? Es decir, ¿y si con eso lo asusto? No lo sé. Lo único que sé es que estoy a nada de liberar a la chica romántica y cursi, sólo que antes, quiero asegurarme de que el terreno es seguro para que pueda caminar libremente. No vaya a ser cosa que haya bombas escondidas, con ganas de lastimarla.

Haberle dicho a Ethan que lo quiero, con la sinceridad más profunda y hermosa que hay en mi corazón, fue y sigue siendo algo que me hace sentir liberada. Y, desde entonces, todo se ha tornado más especial.

Decirle que lo quiero ha sido un antes, y un grandísimo después. Es que eso pasa cuando decimos lo que sentimos, ¿verdad? Pienso que por eso a veces aterra decirlo, y quizá por esa razón muchos prefieren esconder lo que sienten. O puede que lo hagan luego de un corazón roto, o un rechazo.

Tuve la suerte de que mi te quiero haya sido correspondido. Pero, ¿y si no pasaba? Me iba a doler, y me iba a sentir una idiota por haber creído que él también lo hacía. Y con eso, le iba a dar la razón a Max, le iba a decir "bien, te felicito, el karma ha llegado a mí como dijiste."

Pero nada de eso ha pasado, y es mejor no entrar en detalles. Mejor le pongo atención a la realidad, a mi te quiero, y a su te quiero como respuesta.

Estamos en el trabajo, y por más intentamos fingir que nada pasa, todos a nuestro alrededor se dan cuenta que está pasando de todo. Y se ríen de nosotros, nos burlan.

Cada vez que lo veo, y me sonríe, quisiera que no estuviéramos aquí, con cámaras puestas en nosotros. Quisiera que estemos lejos, solos, y besándonos.

Chelsea sale a sacar la basura, junto con Kyle. Así que por pocos minutos quedo a cargo de la atención al público. Es entonces, cuando entra un hombre calvo.

—Cigarrillos —dice—. Marlboro.

¿Hola? ¿Buenas noches? ¿Cigarrillos, por favor? 

Veo el billete que hay en su mano, y es muy elevado para sólo comprar cigarrillos. Chequeo la caja registradora, y por supuesto, no tengo cambio para darle. Y, al estar el cierre de turno tan cerca, es más complicado que lo consiga. Lo que hay es para que el chico del turno noche pueda trabajar sin problema, y ya no puedo usar ese dinero. Una vez que se reserva, no se puede tocar. 

—¿Tiene un billete más chico? —pregunto, de buena manera.

—No —responde, de mala manera.

—Pues lo siento, no tengo cambio para darle.

—No me interesa, dame el cigarrillo.

Suspiro.

—Señor, si le doy el cigarrillo, no llego a darle el cambio que le corresponde. Aquí en la esquina hay un kiosco donde puede conseguir cigarrillos.

—¿Cómo te vas a quedar sin cambio?

Se me ríe en la cara, mi rostro arde. Parte de ira, parte de pena al saber que hay clientes presenciando todo.

—Tu deber es venderme el cigarrillo —escupe.

¡Ay, por favor! ¿Puede irse ya?

—Es cierto. Pero también tengo otro deber, y es darle el vuelto, cosa que ahora no puedo. Ya le dije, si quiere cigarrillos, aquí...

—En el kiosco de la esquina —me imita, se burla y se ríe. Mira al hombre que hay detrás de él—. No compres nada, amigo. No te va a vender.

—Tengo el dinero justo para no complicarla, y no complicarme —le responde. Suspiro y mis hombros se relajan. Aún no entiendo como no estoy llorando, porque sí, no soy ideal para discutir, enseguida lloro. Me odio por eso.

—¡Qué idiota! —me grita el hombre calvo en la cara, y bajo la mirada. Se retira lanzando otro insulto, y tengo que volver a suspirar.

—Idiota él —responde el señor que estaba detrás. Los clientes presentes están de acuerdo. Y también estoy de acuerdo. Vaya uno a saber qué demonios le pasaba al señor como para desquitarse conmigo.

Le sonrío, le cobro lo que ha comprado y se retira. Chelsea y Kyle vuelven, y se disculpan por la demora. Al parecer, la bolsa de Kyle se rompió y tuvieron que limpiar todo.

Hacemos el cierre de caja, y cuando viene el chico de turno noche subimos hasta los vestuarios para cambiarnos e irnos a casa. Ethan detiene mis pasos en el pasillo.

—¿Estás bien? —pregunta.

Asiento.

—Sólo estoy de mal humor —suspiro—. Sé que hay clientes idiotas, pero aún así, no me caen bien.

Se ríe.

—¿Te han tratado mal?

—Algo así.

—Me hubieras avisado.

—¿Y comprometer tu trabajo? No lo creo. Ya está. Ojalá no haya conseguido cigarrillos, y que no los consiga durante una semana.

Vuelve a reírse.

—¿Haces algo ahora? Porque si estás de mal humor, una cerveza lo podría solucionar.

Sonrío.

—Me agrada eso. Te espero en el lugar de siempre.

Tal parece que, mientras lo espero, ningún cliente calvo ha arruinado mi humor del día. Estoy bien, y cuando lo veo cruzar la calle, mi sonrisa se extiende por mi rostro.

—Vaya, que sonrisa —dice.

—Si, gracias por eso.

—¿Por qué?

—Por haber cambiado mi humor —sonríe—. Creo que fui bastante exagerada con lo que pasó.

Empezamos a caminar en dirección al bar, en vista de la tardanza del bus.

—No creo que hayas sido exagerada. Yo también me he puesto de pésimo humor las primeras veces que me tocaba atender a un cliente malo. Pero luego entendí que no debo darles el poder de amargarme, y eso ha mejorado todo. Y no sólo en el trabajo, sino que también en mi vida personal.

—Supongo que debo aprender de ti. Sólo que, lamentablemente, soy muy sensible. Todo me afecta, mucho.

Ethan entrelaza su mano con la mía. La unión me agrada, y la sensación que se percibe me agrada mucho más. Como si mi mano hubiera esperado por mucho tiempo tener contacto con la suya. Increíble, pero hermoso.

—Debes cuidar de ti, Emma. No dejes que el mundo ni nadie destruya tu corazón.

Sonrío y esperamos a que el semáforo se ponga en rojo para los autos, y así poder cruzar hasta el bar.

—Gracias por cambiar mi humor, Ethan.

—Siempre que lo necesites —besa mi mano.

Nuestro tiempo en el bar es sólo risas, y más risas. Pocos fueron los momentos de seriedad por algún tema que tocamos. Pero, la mayor parte de la noche, me ha hecho reír mucho.

Desde que sabe que es quien más me hace reír, se ha empecinado a causar más carcajadas. Y lo quiero por eso.

No quiero irme a casa, quiero estar aquí con él, hasta el amanecer. Me hace sentir tan bien, como hace tiempo no me siento junto a un chico.

Mi lado romántico, encerrado tras la puerta de acero, se ha levantado del suelo, está sacudiendo el polvo de su ropa, y se prepara para salir. Sólo espera a que le conceda la salida.

Con cada risa, sonrisa, y beso, me siento cada vez más lista a abrirle la puerta y dejarla salir.

Ethan acaricia mi rostro, hacemos contacto visual, me pierdo por completo en su mirada, en el brillo que hay ahí, el cual lo siento por y para mí. Estoy segura de que mis ojos también brilla, sólo por y para él.

¡Uf! El amor, el amor... y como diría la publicidad de una gaseosa: ¡corta con tanta dulzura!

Pues lo siento, no quiero. ¡Que se venga toda la dulzura del mundo! Ya bastante amargura tuve que tragar antes. 

Creo que debería hacerle caso a la publicidad de Paso de los Toros, señora, corte con tanta dulzura. Jajajaja.

Perdon.

Se vienen capítulos lindos, y a la vez cruciales.  Como verán, hay mucha intensidad entre ellos. Y eso bueno, pero, ¿qué pasaría si los fantasmas se entrometen?

Ya lo sabremos...

¡Gracias por leer!

https://youtu.be/itbf4lmdCkM

Ya puse esta canción, es verdad. Pero la repito porque es muy referencial para Ethan y Emma ❤

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